Otra vez será

Es curioso cómo vemos a veces el paso del tiempo. Postergamos encuentros que nos tomarían una simple tarde de nuestra vida porque creemos tener la comodidad de decir "ya lo haré el próximo día". Total, aún tenemos muchos días. Aún tenemos tiempo.

Entonces los días pasan, las oportunidades que antes eran fáciles de alcanzar se llenan de trabas y te das cuenta de que no todos tienen tanto tiempo como tú. Que quizás no haya una próxima vez. La vida te asusta, te da una advertencia tácita y te pones las pilas. Te propones cumplir con lo que dijiste porque creíste ver la sombra de la muerte a lo lejos, y el tiempo apremia más que nunca.

Para ese entonces, esa persona ya no está.

Mañana es el entierro de mi tía abuela, y se siente extraño. Cómo alguien que me cuidó de niña, que estuvo en cada uno de mis cumpleaños y pasaba las navidades conmigo, que me regalaba mil y un caprichos que aún guardo conmigo ya no está. Hasta hacía ocho años la tenía cada fin de semana reunida en casa de mi abuela, donde aún mantenemos la tradición de tomar juntos un café. Entonces sus complicaciones la recluyeron en casa, yo me mudé para estudiar en la universidad y al regresar simplemente me acostumbré a su ausencia.

La visitábamos poco, pero no había cumpleaños que no se olvidase de felicitarme. Tenía una forma curiosa de hacerlo, porque no se acordaba de mi número y usaba el de mi madre para mandarle un audio, siempre el mismo. "Dile a Andreita que muchas felicidades".

No me han saltado las lágrimas hasta que escribí eso. Llevo todo el día tratando de hacerme a la idea de que ese tipo de ausencia ha cambiado, porque es una de esas pérdidas silenciosas. Entonces te llegan los recuerdos y eres consciente de que no vas a poder repetirlos. Que ya no hay más días, que ya no hay más tiempo.

Ojalá este golpe de realidad haga que no vuelva a dejar cosas en el tintero. Solo puedo pensar en las oportunidades perdidas, y en el último abrazo que no pude dar.

Todo por pensar que otra vez será.