No es el blog the Chaos sin cursilerías !

Porque mi bloggie lo amerita.


Quizás nuestros caminos finalmente se han bifurcado lo suficiente como para no volverse a encontrar nunca más, o bien, quizás el destino es lo bastante caprichoso que nos hará sentir lo suficiente la ausencia del otro antes de volvernos a envolver en una aventura que, a fin de cuentas, no terminará mejor que las pasadas.


No somos ideales, lo llevo claro, y eso me hace reflexionar en cómo es que nuestras vidas se mezclaron, nos envolvimos en una extraña combinación del anhelo y la fascinación, cada uno atraído por los perfiles nuevos, las visiones extrañas e incluso por la manera que nuestras retorcidas ideas de la realidad encontraban un punto de fusión que nos permitía dejar fluir emociones reservadas para personas especiales; eras un ente nuevo que entró a mi vida por coincidencia de tiempo y espacio.


¿Lo habrás notado tú también? Esa sensación de hermetismo que nos envolvía al hablar, la manera lenta y progresiva en que nuestro alrededor comenzaba a desaparecer para dejarnos sentir la exclusividad de un ambiente sólo para nosotros dos. Sin embargo, pensándolo más detenidamente, quizás solamente era yo quien podía entregarse de esa manera a un “nosotros” que nunca se materializó realmente.


A pesar de mi desánimo, mi ira e incontables emociones atravesando mi ser no puedo dejar de cuestionar ¿Por qué no lo logramos? ¿Realmente fueron mentiras o realidades que prefería suprimir para no resquebrajar la imagen que se erguía de ti frente a mí? En cualquiera de las dos situaciones he de admitir que yo también he mentido. Es imposible que continúe siendo la misma mientras observo esos caminos separarse, es como intentar que dos polos opuestos se unan sabiendo que hay fuerzas mayores que los separan. ¿Qué hicimos mal? Evito pensar que el orgullo y los estigmas han opacado algo que pudo ser revolucionario, pero igual suele cruzarse por mi cabeza la idea de que hemos arruinado algo importante… ¿Será necedad humana?


¿Tú lo sabías? A veces se siente como si en algún momento de nuestra aventura hubieras previsto el desastre y durante este tiempo solamente te encargaste de prepararme para el golpe.


Veo los días desvanecerse: las horas con sus minutos fluyen sin detenerse en su ciclo natural, apegados a una rutina que no me permitirá estancarme para volverme atrás, con exigencias que reclaman mi atención, manteniéndome amarrada a la realidad, avanzando junto a mi entorno, soltándome cada vez un poco más de aquellos lazos que me ataban a ti; acostumbrándome a tu ausencia, desvaneciendo ese deseo que se volvió necesidad de tu presencia; lo que alguna vez fue dulce se vuelve amargo.


Hay veces en que logro silenciar el revuelo del mundo, extraerme de la realidad por tan sólo un par de minutos para hundirme en mi propia cabeza, en un mar de pensamientos que se ha vuelto un océano de ideas. Y hoy, justo hoy, con el corazón levemente dañado combinado con una psique resquebrajada es que llego a la pregunta que encierra todas las incertidumbres y las esperanzas: ¿Y si nos volvemos a encontrar?