Momento fanfic ♫
Publicado por Amane en el blog house of cards. Vistas: 432
Yeah Biatches! Al final he acabado la segunda parte de "Ellie" 8D *I feel cool (?*
Bueh, espero que os guste y si algo no queda claro, podéis preguntar, no muerdo e_é
♪ Elsa-Marie ♪
— Venga, Elsa. No es tan difícil. Solo dáselo y ya todo estará hecho — me animé a mí misma, sosteniendo el sobre con fuerza delante de mi pecho y haciendo que éste se arrugara.
Tragué saliva y, tras ajustarme innecesariamente el cabello y la vestimenta, me adelanté unos pasos para poder salir de la esquina que me tapaba, cortando así el paso del chico.
— Uy, perdón, casi te golpeo — se disculpó con esa sonrisa suya tan encantadora.
— N-no, ha s-sido mi c-culpa — tartamudeé, sin atreverme a mirar su rostro y por lo tanto con la cabeza gacha, con las mano en la espalda apretando la carta.
— Tranquila, no muerdo — pude escuchar su risa cristalina mientras, para mi sorpresa, noté como me acariciaba la cabeza dulcemente — ¿En qué puedo ayudarte? — preguntó después, apartando la mano y provocando en mi otra vez aquellos nervios tan odiosos.
— Que-quería darte a-algo — dije, levantando poco a poco la cabeza, y así poder observar su expresión curiosa.
— ¿Qué es? ¿Qué es? — su voz se notaba genuinamente infantil y el brillo de sus ojos era el acompañamiento perfecto.
— T-t-ten — extendí los brazos, mostrándole el sobre de color rosado, combinando con mi rostro que se encontraba totalmente rojo.
— Oh, ya veo — murmuró tomando el objeto entre sus dedos y lo miró desde todos los ángulos con seriedad antes de volver a sonreír — Me permitiré leerlo a solas — y otra vez esa sonrisa. Esa sonrisa que me derretía por dentro y provocó que asintiera tímidamente, más sonrojada aún.
Cuando desapareció tras la puerta principal, noté como el enrojecimiento disminuía y hasta una sonrisa hizo aparición en mi rostro.
— ¡Lo he conseguido! — exclamé, contenta por mi logro personal al haber obtenido entregarle la carta al chico que tanto me gustaba desde el año pasado.
Sin embargo, mi alegría se esfumó cuando percibí una extraña sensación de observación. Me giré a todos lados, confundida, pero no había rastros de persona.
Me encogí de hombros y seguí mi camino hacia el aula de clases, nuevamente alegre.
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Pasaron días tras la declaración y, para mi alegría, su aceptación.
Por lo tanto, llevábamos ya varios días siendo… pareja.
Aún se sentía realmente raro pensarlo, más todavía decirlo. Todavía me sonrojaba cuando nos cogíamos de la mano o nos dábamos un beso, sobre todo en público.
Pero me iba acostumbrando, y no parecía que a él le molestase mi ritmo lento.
Lo que realmente me preocupaba era la extraña sensación de persecución que siempre estaba presente cuando ambos estábamos juntos.
Le pregunté al chico si él también lo sentía pero aseguró que no; “Serán imaginaciones tuyas” afirmaba.
Y así me lo creí.
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— Pasa, estamos solos — me ofreció la entrada y con un leve asentimiento, hice caso a su petición.
Me alisé mi blanquecino pelo con nerviosismo cuando llegué a su cuarto.
Tras un paseo por la ciudad durante la tarde, él me invitó a estar en su casa unas horas para seguir pasando el tiempo juntos.
Acepté, nerviosa por una parte pero encantada por otra.
— Ten… come un poco — me ofreció unas galletas que había traído en una bandeja junto a dos tazas de té — Son caseras~
Extendí las manos para coger el dulce y probarlo, notablemente intranquila. Sin embargo, todos mis nervios se disiparon cuando me mostró aquella sonrisa adorable preguntándome qué me parecían.
El resto del día transcurrió con normalidad, hablando de diferentes temas insignificantes.
Hasta que la noche llegó.
Varias insinuaciones eróticas escaparon (más bien voluntariamente) de los labios del chico y, sin saber por qué, yo las aceptaba e incluso respondía.
Todo llevó a la situación esperada, y antes de que pudiéramos evitarlo ya habíamos decidido hacerlo.
Fue la noche más especial de mi vida, sin lugar a duda. Él fue delicado, tal y como me lo esperaba, sin embargo, en una noche inesperadamente intensa.
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A partir de entonces, los problemas empezaron a hacerse presentes.
…
— Lo siento, Elsa. No sé dónde puede estar, ya sabes que no lo conozco mucho — me respondió Ellie, una de mis amigas, encogiéndose de hombros cuando le pregunté por el paradero de mi novio. Y tenía razón. Apenas había cruzado palabras con él.
Desde la noche en la que habíamos compartido ese momento tan especial, el chico desapareció, literalmente, de la faz de la tierra.
Habían pasado ya varias semanas y seguía preocupada por él. Creí cuando Ellie me dijo que tendría una gripe, pero era imposible que un resfriado durase tanto.
Así que, armándome de valor decidí visitar su casa, en busca de información. Mi sorpresa fue mayúscula cuando nadie respondió y los vecinos me dijeron que no sabían nada de la situación de la familia.
La situación fue solo a peor cuando descubrí un retraso en la menstruación.
“No puede ser verdad” “Nunca pasa a la primera” “No estoy preparada” “¡Y encima él desaparecido”
Con tales pensamientos, e incluso algunos más depresivos, me decidí por quedarme encerrada en mi habitación pues no había otra cosa que pudiese hacer en aquellos momentos.
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Una noche lluviosa sentí la necesidad de salir de mi casa, de escapar de todos aquellos sentimientos negativos que acaparaban mi mente. Necesitaba despejarme, sin duda.
Y fue entonces cuando la vi.
— ¿Ellie? — pregunté extrañada al distinguir la figura cuando se acercaba más a mi — ¿Q-qué haces con eso? — seguí cuestionando al ver, horrorizada, como arrastraba un hacha tras de sí.
— Has sido una chica mala, Elsa. A las amigas no se les quitan los novios — fue lo único que pronunció, subiendo la cabeza para que yo pudiera observar sus ojos poseídos, haciendo que retrocediera, más atemorizada aún que antes.
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Abro los ojos lentamente, sin embargo, solo logro llegar a la mitad.
Su cara desquiciada infunda horror en mi ser, creando lágrimas en mis ojos. Lágrimas que se multiplican cuando entreveo su nuevo objetivo.
Me cuesta tanto respirar… siento que es mejor dejar de hacerlo. Será menos doloroso.
¿Cómo he sido tan estúpida? Nunca fui capaz de sospechar de ella con esa sonrisa amable y palabras de apoyo, y sin embargo ahí está, haciendo que mi último aliento esté a la vuelta de la esquina.
… Si tuviera más fuerzas te diría cuanto te odio. Te detesto. Te deseo lo peor. Aunque lo peor te lo has buscado tu misma porque él ya no está…
Cierro nuevamente los ojos, esta vez, sin lugar a duda, por última ocasión.
Fin de la segunda parte & del fic
Dejo por aquí ambas canciones de Vocaloid en las que se basa la historia.
¡Quizás vosotros la interpretéis de otra manera!
Primera parte:
Segunda parte:
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