Lo mejor de este año
Publicado por Hygge en el blog Liza's blue heart. Vistas: 784
Si ayer me costó un buen rato re-ordenar mi cabeza hasta que di con algo con lo que responder con respecto a una sorpresa... ¡ahora no me pidáis elegir una sola cosa buena! Quizás si hubiese tenido un año movidito, con experiencias diferentes que me sacasen de mi rutina. Quizás si me hubiese ido de viaje a algún nuevo lugar. Quizás si me hubiesen dejado tener una mascota de una buena vez (por qué todos tenéis perritos y gatitos, por qué, voy a llorar). ¡Pero no, nada de eso!
Podría definir mi 2017 como un año monótono, soso. No sé qué destacar de él porque no siento que hiciese nada destacable, lo cual es triste. Pero oh, en el ámbito emocional... Este año fue un vaivén de emociones increíble. Y es que no fue si no hasta este año que me di cuenta de la enorme crisis existencial que me estaba embargando. Sí, esa típica crisis pre-cumpleaños número dieciocho, en el que la realidad te choca como si te lanzasen un balde de agua fría a la cara. Te das cuenta de que la mayoría de edad sí que trae consigo cambios bruscos en tu vida, y oh, no sabéis la enorme contradicción que he tenido durante todo el año punzándome en el pecho.
Por un lado amo los cambios, salir de la aburrida monotonía que no me hace disfrutar del todo de los días que pasan. Hasta tal punto que a veces escojo caminos distintos para volver a casa del instituto, porque me cansa seguir siempre el mismo xD Pero por otro lado... estoy aterrada. Porque si este año fue soso y simple, el que viene va a ser totalmente distinto. Va a traer cientos de cambios, y viéndolos desde aquí, es normal que te den miedo. Miedo a la incertidumbre, más bien. A no saber cómo resultará el camino que has decidido escoger. Si el cambio será para bien o para mal.
¡Pero eh, eh, eeeeh! Andrea, para, mujer. Que esto iba en el de hablar de tus emociones al final del año. Deja un poquito para luego, anda.
Vale, digamos que eso de antes sirve de introducción para entender por qué esto es para mí lo mejor del año. Hasta este año, mis planes de futuro estaban un poco dispersos. Desde que era niña siempre amé la enseñanza, estar en contacto con los niños. Los amo, y por lo que me dicen sus padres, suelo hacerme de querer también entre ellos, porque siempre suelo hacer juegos y actividades que los entretienen muchísimo, y awns. Pero luego el entorno a mi alrededor me sacó de la burbuja de tranquilidad al saber desde pequeña lo que quería ser. Me decían que eso no tenía futuro, que no hay empleo, que esa carrera es a la que va todo el mundo porque es un mero paseo.
Que si tiras una piedra, salen tres personas con la carrera de magisterio.
Joder, creas o no, eso me causó mucho conflicto. Mis notas son buenas, y un mero 5 para dicho carrera es fácilmente superable, lo sé. Puedo aspirar a más. Pero, ¿por qué demonios iba a ir a una carrera que no me gusta, solo para poder tener más posibilidad de empleo? Si no eres feliz en lo que te gusta, no lo harás bien en dicho lugar. No tiene sentido forzarte en vano durante toda tu vida si tienes la posibilidad de remediarlo.
Pero desde el año pasado, una segunda opción apareció en mi vida de la nada misma. Psicología. Oh, dios, la amo. Este año tengo esa asignatura, y puedo decir con seguridad que es mi signatura favorita de todas las que estoy dando. Disfruto como nunca, y su contenido me es interesantísimo. Hasta la biología misma, el cómo funciona nuestro sistema nervioso y nuestro cerebro, ¡todo! Y de las patologías ya ni os cuento. Así que volví a estar tranquila, porque ya sabía qué podría hacer en el futuro.
Pero una vez más, la vida me lo ponía difícil en ese sentido. Psicología era una carrera de ciencias, y podías entrar desde letras/sociales, de donde soy yo, únicamente en mi comunidad. Y diréis, ¡pues vaya suerte, si lo tienes en tu ciudad! Pero yo no quiero estudiar aquí. Quiero mudarme e irme a estudiar a Sevilla, una ciudad a tres horas de la mía. ¿Las razones? Ya habrá tiempo para hablar de eso luego. Pero el caso es que, si quiero ir a psicología en Sevilla, tendría que descontar una parte de las notas que saque en el examen de selectividad, y por obvias razones es más difícil llegar al 9 que te piden. Entonces... ¿qué narices hago yo ahora?
Este año, al fin, pude resolver mis dudas. Centrar mi cabeza de una buena vez, y es sin duda esto lo mejor que me pudo pasar durante el año. Lucas me recomendaba una y otra vez que fuese a informarme con la orientadora del centro, que me dijesen las posibilidades que podría hacer, que me aconsejasen. Y eso mismo hice. Acabaron recomendándome algo que no se me hubiese ocurrido por mí misma: psicopedagogía. Hacer la carrera de magisterio, y después de acabarla, hacer dos años de psicología. Especializarme en esa rama de la psicología, la que está en contacto con los niños.
¡Juntar mis dos gustos en uno! ¿Acaso podía ser mejor?
Y por eso ahora estoy mucho más tranquila. Estoy en mi último curso antes de ir a la universidad, pero ya tengo las ideas claras, y sé que seré feliz con mi decisión. ¿Que ambas carreras tienen poco trabajo actualmente? ¡Me da lo mismo! Yo haré lo que me gusta, y ya después me buscaré la vida. Pero están claras mis prioridades, y eso es lo que importa.
Es por todo esto, que puedo considerar que esto es lo que mejor me vino en el año. Gracias a esto, podré enfrentar con algo más de seguridad el 2018, el año al que tanto temor le tengo. Y sé que, al final, acabaré saliendo victoriosa de ello.
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