Las Seis Hermanas (Historia gore)

Publicado por dramela rec en el blog El blog de dramela rec. Vistas: 108

Según leí las reglas, no puedo subir una historia de esta naturaleza directamente en los foros, así que se las dejo aquí para los amantes de la violencia. no menores de edad.
(si hay algun problema con que la suba al blog, me avisan)

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Candy la sádica.


Abrió los ojos encontrándose en una habitación de paredes grises y con oxido, con varios estantes llenos de frascos con cosas que no alcanzaba a distinguir.

Intento moverse, pero las correas de sus brazos y piernas se lo impidieron.

— ¿Dónde demonios estoy? —dijo Sergio.

La puerta a sus pies se abrió, dejando ver a Olivia atada en una camilla de la misma forma que él, pero amordazada.

— ¡Olivia!, ¿Qué le has…?

Su voz se extinguió y la sangre se le fue a los pies al ver a la persona que empujaba la camilla.

—Tiene que ser una broma, no puedes ser tú…

Por más que él lo deseara y rogara, no cambiaría el hecho de que esa mujer de vestido rosa y costuras por todo su cuerpo los había atrapado.

La mujer colocó a Olivia frente a frente con Sergio y levanto la parte delantera de ambas dejándolos semi sentados.

—Debieron ser más listos y escapar cuando tuvieron oportunidad, o al menos dejar que Blood se los comiera, eso sería mucho menos doloroso.

—Por favor, déjanos ir y hare todo lo que quieras, por favor Candy.

—Por eso no te preocupes, por supuesto que harán realidad todos mis deseos con sus cuerpos lo quieran o no.

Candy fue hasta la pared y tomó un maletín que colgaba de un clavo, que coloco sobre una mesita con ruedas que jalo hasta un lado de Olivia.

—Hace tiempo que no tenía a nadie como ustedes, ambos apestan a lujuriá.

—Eso es una tontería.

— ¿En serio? —Tomo un bisturí y rasgó la blusa y el sostén dejándole los pechos expuestos—. Sé que quieres tomarlos y acariciarlos.

Sergio desvió la mirada.

—Eres una loca.

—Pronto descubrirás que tanto me apego a esa palabra —comenzó a masajearle un pecho—. Hace tiempo que no tenía a una mujer, por lo general son más listas y no se atreven a entrar.

Le mordió el pezón con fuerza mientras Olivia gemía por la mordaza, pero el gemido se convirtió rápidamente en un gritó ahogado cuando el pezón se desprendió dejando un delgado hilo de sangre desde el pecho hasta la boca de Candy, quien escupió el pezón al piso.

— ¡MALDITO MONSTRUO, DÉJALA EN PAZ!

—Exacto —sonrió—. No estoy loca, soy un monstruo que ama torturar hasta la muerte.

Con un rápido movimiento clavo el bisturí en el ojo derecho de Olivia atravesándolo en una explosión de sangre y líquido amarillo mientras la joven se retorcía y sus músculos se contraían por el inmenso dolor, pero no fue todo, Candy comenzó a retorcer el bisturí dentro de lo que quedaba del ojo hasta que perdió la conciencia.

— ¡Por favor ya déjala! —dijo Sergio en llanto.

—Creí que aguantarías un poco más, las mujeres por lo general resisten más el dolor —habló ignorando a Sergio para después estirar el brazo y tomar un frasco con un líquido azul, que hizo que Olivia se tragara—. Aún es temprano para dormir.

Olivia recupero la conciencia de golpe y muy agitada.

— ¡Voy a soltarme y a matarte maldita perra! —gritó Sergio.

Candy suspiro con un rostro de molestia y metió la mano en el maletín.

—Adoro escuchar gritos, gemidos y amenazas, pero tu voz está siendo una molestia.

Con rapidez saco un pequeño martillo de hierro que impacto en la boca de Sergio, reventándole los labios y partiendo todos los dientes frontales cuyos pedazos salieron disparados en una lluvia de sangre. El golpe además lo mareo un poco y estuvo a punto de perder el conocimiento pero se mantuvo despierto solo para seguir sintiendo ese insoportable dolor.

—Perdón —habló con sarcasmo—. Solo quería darte un leve golpecito para advertirte que guardaras silencio, pero la tonta de mi te pego muy fuerte, así que déjame compensarlo —sacó de su maleta una mordaza metaliza que tenía algunos engranes y una perilla—. Limpiare tu boca.

Sin ninguna resistencia, Candy le puso la mordaza a Sergio y giro la perilla con rapidez obligando al hombre a abrir la boca en medio de quejidos, además de sujetarle la cabeza con una correa que pasaba por su frente y así evitar un nuevo accidente.

—Veamos —metió su mano en la boca sacando los pedazos sueltos—. Pero mira estos dientes agrietados y rotos.

Sujeto uno de los dientes frontales y comenzó a jalarlo mientras Sergio apretaba los puños y se agitaba con violencia en respuesta al dolor. El diente se desprendió, pero los nervios sujetos a él no lo hicieron.

—Que molestia con estos hilos de carne —de un tirón los rompió, así sacando el primer diente—. Uno menos.

Candy se tomó su tiempo para retirar el resto de los dientes rotos, mirando de vez en cuando a Olivia que parecía no inmutarse con su mirada perdida, cosa que le molestaba a su torturadora.

—Tengo malas noticias Sergio, las muelas no recibieron daño, pero no es simétrico, así que tendré que fracturarlas para sacarlas.

Esta vez sacó un largo clavo y sujetó de nuevo el martillo. Coloco la punta del clavo justo en la muela del juicio y golpeo con fuerza despedazando el molar y atravesando parte del hueso de la mandíbula. Al intentar romper la segunda muela, el clavo se resbalo provocando que saliera por la mejilla.

—Lo siento, un pequeño incidente.

Sergio cada vez gritaba menos, ya ni siquiera le quedaba energía para ello.

Al terminar de extraer las muelas le beso la frente.

—Listo, una boca limpia es una boca feliz —Se dio la vuelta y se paró junto a Olivia—. Pero que decepción —dijo al darse cuenta que había fallecido—. Y yo que le traje un regalo.

Candy dejo caer los pedazos de los dientes y muelas de Sergio en la cuenca sangrante de Olivia.

—No dejare que esto pase de nuevo, no puedo permitir que esto acabe rápido.

Camino por los estantes hasta encontrar una jeringa que metió y lleno en uno de los frascos cuyo interior brillaba en naranja, para después inyectárselo a Sergio quien reaccionó de inmediato volviendo en sí y completamente despierto.

—Así no perderás detalle, esa droga impedirá que te desmalles.

Candy sacó un serrucho con el cual comenzó a cortar el brazo de Olivia desde el hombro, mientras Sergio estaba seguro que perdería la cordura en cualquier momento.

Al terminar de cortar, arrojo el miembro cercenado sobre el vientre del sujeto y guardo el serrucho.

—voy a cumplir tu deseó lujurioso de ser uno con la chica, pero me aburrí de serruchar.

Levanto el martillo y lo dejo caer con todas sus fuerzas sobre el hombro de Sergio que por fin grito de nuevo para placer de Candy, quien continuo golpeando mientras se escuchaba claramente como el hueso se astillaba y la carne se molía. Cuando noto que el brazo estaba por ceder, lo sujetó de la mano y lo halo arrancándolo lentamente, hipnotizada al ver y escuchar las tiras de carne desprendiéndose.

Lanzo el brazo al suelo y de la maleta saco una gran aguja eh hilo de pesca.

—Lo siento, pero se me agoto el normal cuando lo use con la niña.

Acomodo lo mejor que pudo el brazo de Olivia en el cuerpo de Sergio y atravesó la piel con la aguja comenzando a coser sin ningún cuidado, terminando con un nudo de mariposa.

—Te vez pálido y estas algo frio, no me extraña, debes estar cerca de morir desangrado, así que haremos esto rápido o morirás virgen.

Sin perder el tiempo encendió un viejo radio que sintonizo la canción de Ave María.

—Mi favorita.

Sacó un gran cuchillo y bajo tanto los pantalones como la ropa interior de la difunta mujer, pero las correas le estorbaron, así que las soltó y le abrió las piernas enterrando el cuchillo justo en los labios vaginales y empezó a cortar. El corte no era perfecto por las prisas, pero logro sacar gran parte de la vagina.

Esta vez bajo los pantalones de Sergio exponiéndolo y empezando a frotar los trozos de la vagina en el pene.

— ¿Qué pasa?, ¿Acaso no te excita por fin tener lo que querías? —Preguntó al ver que no había erección—. No debes tener suficiente sangre…

Levanto de nuevo el cuchillo y esta vez cortó uno de los pechos de la mujer y lo puso junto al rostro de Sergio.

—Pude oler envidia cuando le mordí el pezón, así que te daré una probada, pero antes de eso, no puedes ser el único con un órgano sexual intacto.

Metió todo el cuchillo por el glande y cortó todo a su paso hasta sacarlo por el vientre, y antes de que el pobre hombre diera su último suspiro, Candy le arranco la mordaza desprendiéndole la mandíbula y de inmediato le metió el pecho en la boca y se paró sobre la camilla.

—Literalmente voy a hacer que lo pruebes.

Comenzó a patearle lo que quedaba de la boca intentando hacer que se tragara el pecho.

— ¡Entra maldita sea!

Finalmente Sergio murió y solo medio pecho logro entrar a su garganta mientras Candy reía y respiraba hondo.

—Ahora solo me queda desprender la carne de los huesos y guardarla, aunque la mujer será la cena de Blood y a ella no le molesta roerlos.
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