La ciencia no es lo mío.
Publicado por Lady Azulina en el blog The Blue Space for the Blue Girl. Vistas: 300
Soy un fracaso. Yo soy el miembro de la familia que catalogan como inteligente, el que hará de su familia un éxito, quien no puede defraudar al resto porque soy el cerebro, soy la genio, soy el ‘futuro’. Apesta. Nunca me he sentido así. Que las matemáticas hayan sido sencillas para mí en la escuela no significa nada. Creí que sabía lo que quería hacer en mi futuro, lo que quería hacer con mi vida, el camino que tomaría… cuando me gradué del colegio todo eso estaba “seguro”. Cuatro años después sólo me siento abrumada. Abrumada, estresada y deprimida.
Mi entrada a la universidad se retrasó dos años por un absurdo problema con mi documentación, no podía emitir mi carné de identificación y sin eso no podía matricularme en la universidad. Cuando al fin se resolvió, después de dos depresivos años en los que no pude hacer nada productivo con mi vida más que ayudar –en lo que podía, porque no siempre tenía la facilidad- con las tareas de mates de mi hermanita, seguí creyendo que sabía lo que quería, que mi futuro estaba asegurado. Y una mierda.
Siempre odié el sistema educativo de mi país. Antes de meterte en la carrera debes pasar una etapa de ciclo básico con doce materias. Ahora sólo se necesitan diez créditos para ingresar a carrera, pero no te puedes graduar si no apruebas todas las materias, incluyendo las del ciclo básico. Tuve problemas con algunas materias de ese ciclo, especialmente las que menos me gustaban, pero me divertí bastante con las de ciencias. Eran fáciles. Eran sencillas… eran básicas.
Pero entrar a carrera implica dejar lo básico. Y yo aspiraba a una licenciatura en matemática pura. Sí, suena genial. La gente siempre reacciona de una de dos maneras: o se asombra o se aterra. Bueno, yo estaba encantada… hasta que entré a carrera. En mi primer semestre como matemática sólo pude llevar dos materias que apenas aprobé. Sí, las aprobé, pero apenas. Y al menos de una salí sin entender qué carajos estaba haciendo. No entendía nada, y eso no debía ser normal. Ahora, hoy, acabo de “terminar” el segundo semestre en carrera y sólo puedo describirlo como absurdo. Fue absurdo. Fue deprimente. Mis ánimos decayeron con el comienzo de este año, así que tampoco tenía la disposición para enfrentarlo, por lo que me arrolló. Al principio del semestre tenía clase todos los días, cinco materias. A las dos semanas retiré dos. Después de tres meses tuve que retirar una tercera. Y ahora, hoy, tuve que retirar una cuarta. A fin de mes sabré con cuánto logré pasar la quinta, si la pasé.
No necesito de toda esta diatriba para decir cómo sé que la ciencia no es lo mío, pero necesito desahogarme porque siento que me estoy ahogando. Lo supe desde el principio, al menos las primeras semanas de Física General fueron divertidas, sólo estábamos haciendo memoria y repasando lo básico. Luego se torció, para mí. Me sentía fuera de lugar. No entendía para qué hacíamos lo que se hacía y cuando estaba segura de que sabía me encontraba con que pensaba las cosas mal. Parezco muy lista, pero no tengo pensamiento científico. Y todo esto ha sido una absoluta estupidez, un completo gasto de energía y emociones.
Cuando comenté lo de abandonar la carrera en casa, se escandalizaron. Porque yo iba a ser la exitosa, la extraña de la familia que haría algo que no era muy comprendido. La que lo comprendería. Bueno, al diablo. Las matemáticas eran más divertidas en la escuela.
Siempre he seguido el rumor de que el más listo del colegio es el que termina trabajando como cajero en un McDonalds. Es gracioso, pero quizá tenga sentido. No sé qué hacer con mi vida. Soy una obsesiva con la gramática y la ortografía pero no por eso estudiaré Letras o me inclinaré como profesora de español. Podría ser tutora de matemáticas para los chavales, pero es algo más de medio tiempo. Mi proceso de escritura es un fastidio como para vislumbrar vivir de ello. Mis opciones… desaparecieron. Y… no sé qué hacer.
Necesitas tener sesión iniciada para dejar un comentario