Ian/Priscilla

Publicado por Antonionoventayseis en el blog Antonio's Cave.... Vistas: 354

Historia: N.S.F.W
Estado: En el limbo.
Género: Romance - Drama.

Terminé lo que sería el primer capítulo, pero no sé, está como quiero, pero es como si le faltara algo...

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Ian Wallace
The Boy
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Se trataba de un día cualquiera de su vida en el primer semestre. Teniendo notas tan altas, Ian era el favorito de aquellos profesores que buscaban jovenes con conocimientos para facilitarles la vida como compañeros de trabajo. Sin embargo, existía una gran mancha que ellos desconocían de él, y se trataba de sus padres los cuales han estado teniendo problemas desde hacia ya unos años.

Su infancia fue buena, no fue la mejor pero gracias a eso no creció con tantos problemas como los que empezaba a tener ahora. Al cumplir los 14 años, el trato de sus padres hacia él y su hermana, e incluso entre ellos, cambió de forma tan brusca que pasaron a enfadarse con mucha facilidad si alguien cometía un simple error o les llevaba la contraria en un tema. Hubo momentos de peleas entre sus padres debido a un tema que los hermanos desconocían y temían preguntar.

Desde ese entonces, Ian y su hermana menor, Melina Wallace, solo han pasado gran parte de su tiempo metidos en sus respectivas habitaciones o en la universidad/escuela. A pesar de la dificultad ya mencionada. Ambos han sabido mantener sus buenas notas esperando que algún día puedan irse de casa y vivir por cuenta propia.

Ya dejando de pensar en su pasado. Ian salió de sus recuerdos para mirar la hora en su teléfono. Era muy temprano y el tiempo transcurrido desde la última clase esa mañana pasaba con suma lentitud. ¿Tenía que ser tan lento el tiempo? Especialmente el mismo día de su cumpleaños. Ya eran 17 los recién cumplidos para el chico, pero para él no era la gran cosa, se sentía igual que ayer, y seguramente lo seguirá así el día de mañana. Aún metido en el salón esperando su próxima clase, Ian se quedó allí sentado mirando por la ventana próxima a sí mismo espectando a los estudiantes pasar de un lado a otro con apuro. Algunos salían de sus clases mientras que otros corrían para no llegar tarde a las suyas. Y fue allí que observó entre el "alborotado" público a su hermana menor con una cajita verde decorada con un solo lazo rojo encima.

Con una vaga sonrisa se puso de pie para hacerle señas desde su posición en el salón para que Melina lo viera. No esperaba que lo pillara desde allí afuera, para su suerte sí fue así y le saludó de lejos antes de guardar el paquete bajo su camisa y salir corriendo allí. Al cabo de unos minutos llegó junto a su hermano y lo abrazó de medio lado esperando no romper el regalo que le había comprado hace pocos minutos.

--Felicitaciones este día-- Le comentó con una sonrisa impresa en el rostro y sacó su cajita --Te compré esto--

--¿De verdad?-- Hizo como si no lo hubiese visto al verla por la ventana --Muchas gracias-- La tomó con delicadeza y al abrirla notó que se trataban de unos dulces y una muñequera azul cielo --Maravilloso--

--¿Te gustó?-- Preguntaba ella tierna esperando su afirmación.

--Claro que me gusta--

--Yo sé que sí-- Nuevamente lo abrazó con fuerza y alborotó su liso y peinado cabello negro cosa que el detuvo para que no lo desordenara tanto.

--Muchas gracias la verdad...-- Le decía entre risas a lo que la miró de arriba a abajo para acto siguiente arreglar su camisa de escuela que se encontraba un tanto arrugada --¿Cómo te fue en la clase?--

--Por ahora va bien. Pedí permiso para ir al baño pero compré esto para ti-- Se reía divertida. Algo común para una niña de 14 años.

Ian se rió un poco antes de negar con la cabeza --Bien hecho... pero debes volver a clases. No quiero que te regañen por estar afuera mucho tiempo--

--No seas tan aguafiesta-- Dijo esto acompañado de un puchero --Tú no estás haciendo nada--

Besó la frente de su hermanita y arregló el cintillo de su cabello el cual era del mismo color que el suyo --La verdad espero mi próxima clase y...--

--¡¡¡IAN!!!-- Entró un muchacho interrumpiendo su conversación con el familiar. Se trataba de Kevin Keegan, un joven de 23 años que estudiaba tres semestres más arriba de él --Feliz cumpleaños, hombre-- Se le acercó alegre para levantarlo de su silla y abrazarlo con fuerza hasta el punto de casi dejarlo sin aire. Al terminar, le dio un beso en la mejilla a Melina --¿Cómo andas?--

--Bueno... aquí-- Sonrió tímido --Esperando la otra clase--

--No seas tan aburrido--

--Sí, no seas tan aburrido-- Repitió su hermana en burla con su voz medio chillona e infantil.

--Ven, aquí afuera te están esperando los demás-- Y sin dejar que éste dijera algo, lo agarró de la mano para arrastrarlo hacia afuera del salón mientras que Melina ayudaba empujando a su hermano para que no se frenara.

Allí afuera se encontraba su pequeño grupo de amigos esperando en el pasillo el cual estaba conformado por 4 personas. El ya presentado Kevin Keegan de cabello negro alborotado, ojos café y piel blanca quien "creó" al grupo apenas llegó al liceo.

El primero de ellos en abrazarlo fue Otto Cárdenas, apodado "Oso" debido a que medía 1,95m de altura y era de contextura gruesa, le metía miedo a muchos debido a su apariencia de matón y el gorro que cubría casi por completo sus ojos. En pocas palabras, el tipo era una mole de casi 2 metros que de por sí podría ser un villano en cualquier comic.

--Sueltalo ya, lo vas a asustar-- Le exigió Shingo, un estudiante de intercambio que vino desde Nippon y decidió quedarse porque aquella universidad era muy aburrida y estricta en cuanto a reglamentos. Apenas llegó a Florencia, éste se dejó crecer el cabello y empezó a vestirse como quería sin necesidad de usar un uniforme. Al igual que su novia Marian, ambos tenían una mentalidad algo... sádica, por decirlo así.

Ya solo faltaba una persona por felicitar a Ian, se trataba de Travis Thompson, el casi narcisista que solo se lleva el crédito si algo sale bien y perfecto en los trabajos del grupo. Aunque sabe limitarse en cuanto a esto. Se encontraba al lado de Shingo esperando que Oso por fin bajara al cumpleañero del cielo para felicitarlo como era debido.

Rascó su nuca mientras miraba a los lados --Ya bájalo, Oso-- Pedía Travis --Vas a desinflar al pobre chico--

Era el grupo con el cual más tiempo pasaba cuando no tenía clases y no se quedaba en el salón esperando la próxima hora. En cuanto a la apariencia de este, si nadie los conociera, dirían que son un grupo de bravucones cuando en realidad es todo lo contrario. Solo se molestan entre ellos mismos sin hacerle mal a nadie. Además, estaban en contra de la violencia dentro de la universidad, especialmente si era contra Ian, el más joven de un grupo donde todos estaban entre los 22 y 24 años. Siendo Travis el mayor y Otto el de 22.

--Gracias por sus felicitaciones...-- Miró a los lados dándose cuenta de que la gente lo miraba --aunque desearía que lo hubieran hecho dentro--

--Qué bola contigo, hombre-- Se quejaba Kevin --¿A dónde piensas ir hoy? Si no tienes nada que hacer después de clases, ven con nosotros al río de las montañas para celebrar, ya te falta un año para ser legal, ¿no es así, chicos?-- Se dirigió al grupo cosa que los hizo reír.

Sin embargo, Ian solo soltó una callada risita debido a que volvieron a sacar el tema del noviazgo aunque de forma disimulada. Lo venían "molestando" con esto desde que cumplió los 15 años y le hicieron una fiesta con valz en broma. Para su suerte, el secreto solo quedó entre ellos y sus padres nunca lo llegaron a saber. Se aterraba con tan sólo pensar que sus padres llegaran a saber al menos una sola cosa de lo que ha hecho sin pedírselos.

Adyacente a ellos estaba Melina viendo al grupo festejar a lo bajo cuando sorprendida se enteró de la hora, ya habían pasado casi 30 minutos desde que pidió el permiso por lo que se excusó con los demás y se fue corriendo no antes de volver a felicitar a su queridísimo hermano.

Para ellos también se iba a hacer la hora de entrar a sus clases, después de todo les quedaba esa y la próxima semana para salir de vacaciones. Esta vez en retirarse por unos momentos fue el cumpleañero quien debía comprar aunque sea un lápiz ya que el suyo estaba a punto de desaparecer. Inmediatamente se disculpó con su grupo quienes solo volvieron a felicitarlo antes de irse por su lado.

A paso ligero fue observando los edificios y salones de clases hasta llegar a una pequeña cantina cerca de las canchas deportivas. El lugar favorito de muchos en donde pasar el tiempo sin tener que preocuparse tanto de llegar tarde a sus asignaturas. En su llegada se dirigió frente a la chica que atendía cuando fue sorprendido por una de sus profesoras, específicamente con la que iba a tener clases en pocos minutos.

Esta cargaba encima varias carpetas llenas de exámenes que posiblemente les iba a dar hoy. Sin embargo, este no sería el caso para el chico en este día.

--Ian...-- Sonreía ella --¿Cómo te encuentras hoy? Feliz cumpleaños--

--Muchas gracias... estoy bien, ya me han felicitado algunos-- Se quedó allí mirando las carpetas a lo que su profesora anunció.

--¿Quieres saltarte la prueba de hoy?-- Decía en obvia broma.

--No... no era eso-- Balbuceó. No le haría mal hacerlo, después de todo su nota era muy buena como para que un solo examen le echara el semestre abajo. Sin embargo, ese no era su estilo. Si de su casa quería irse junto a su hermana, entonces tenía que estudiar bastante para que le reconocieran el esfuerzo.

Fue en eso que llegó otra chica completamente sudada que parecía haber salido de práctica gracias a su uniforme deportivo azul oscuro. En su mano cargaba una carta, o más bien una petición --¿Ian Wallace, no?-- Le preguntó dudosa. Éste solo asintió --Bien. La dirección deportiva le ha enviado una citación en cuanto a su rendimiento académico. Si hay algún error o no sabe el porque del asunto, por favor diríjase a nuestra dirección frente a la cancha de voleyball--

Recibiendo la carta con miedo, Ian solo afirmó su asistencia en la dirección antes de mirar a la profesora --Bueno... del examen no te preocupes, veo que tienes un asunto más importante-- Le dijo la profesora y con su permiso se retiró.

Este era el asunto. Ian era lo que muchos estudiantes llaman "el ratón de biblioteca", por ende, el deporte no era lo suyo. Sus notas en esa área no eran las mejores pero tampoco lo perjudicarían, de los 13 no bajaba y de los 15 no subía, ¿por qué le enviaban tal petición entonces? De todos modos no iba a descubrir nada sin antes hablar con ellos. Aceptando el lapiz que había pedido minutos atrás, Ian se dirigió a la dirección.

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Priscilla Calhoun
The Girl
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Para ella se trataba de un día como cualquier otro. Trotaba alrededor de la cancha de tierra de 120 metros de largo y 90 metros de ancho que se encontraba detrás de la universidad ignorando el ambiente frío gracias al calentamiento que efectuaba esa mañana. Priscilla Calhoun, ese era su nombre. De cabello castaño y corto hasta un poco más abajo de las orejas, la deportiva chica de 23 años practicaba para los siguientes juegos deportivos universitarios que se daría dentro de 4 meses. Lo que más resaltaba en ella era su piel bronceada, algo que no se veía con frecuencia en Florencia debido a que, con el clima frío que había en la ciudad, era común ver a personas de piel clara.

Al otro lado del campo se encontraba de pie una de sus amigas, Enetea, quien se secaba el sudor después de cedido el espacio a Priscilla. Su piel blanca y rubia cabellera se detectaba a la distancia a diferencia de su amiga que de por sí se podría confundir con un hombre de no ser por su short azul marino y camisa amarilla, el típico uniforme para las horas de deporte.

--Ya llevas cinco vueltas-- Le anuncia su amiga al verla pasar una vez más frente a ella --Te quedan tres--

Con un movimiento de su mano derecha, Priscilla le indicó que había entendido. Desde que llegó a Florencia como estudiante de intercambio de Zaziel, la mujer siguió sus clases de ejercicio como si se tratara de su anterior universidad. Ya tenía medio un año y medio metida en aquél proyecto que había enviado solicitudes para quedarse en la instalación educativa porque, para ella, el ambiente era el indicado para sus horas de practica.

De la hora de entrada no se preocupaba, ya tenía todo resuelto y era imposible que llegara tarde a alguna asignatura. Al minuto se presentó otra de sus amigas, Matel, quien esaba inscrita en el ballet y de vez en cuando era porrista. Se soltó la larga cabellera castaña de rizos con algunos toques de intura verde y se sentó al lado de Enetea para conversar un poco mientras Priscilla terminaba de dar sus vueltas.

--¿Ya entró a la disciplina que pedía?--

--Todavía está esperando que la llamen-- Contestó la rubia mirando a su compañera correr --pero estoy segura que la aceptaran--

--Sería la tercera si aceptan, ya está metida en natación y taekwondo--

Algo fastidiada hizo una mueca con la boca --No sé, parece masoquista porque quiere entrar en maratón... pero con la cantidad de estudiantes que entraron este año...--

--Hace momentos estabas segura que la aceptarían-- Se le acerca un poco más para susurrarle --¿Por qué cambias de parecer ahora?--

--Para levantar ánimo y... Ya van seis-- Anunció otra vez viéndola pasar al frente --A decir verdad, el profesor la quiere mucho por ser muy buena deportista y dudo que la inscriba en otra disciplina. No se va a arriesgar a que se lesione--

--Bueno... tienes razón en eso-- Al momento que Matel se apartaba un tanto de su amiga, divisó en la distancia a Roxanna, otra compañera de su clase con una carta en su mano --Ahí viene Roxi--

Ambas la saludaron menos Priscilla quien ahora estaba de espalda a ella a mitad de su última vuelta. Roxanna levantó la carta a lo lejos y señaló a la que corría avisando que se trataba de un asunto para la bronceada chica. Tal vez le habían aceptado la petición de entrar a la disciplina que pedía desde hace ya una semana.

--Y siete-- Anunció por última vez --Te llegó una notificación, Pisi-- Ese era su apodo, por un lado no le gustaba, pero tampoco le digustaba.

Roxanna le entregó la carta en sus manos a lo que la corredora la abrió esperando que fuese lo que pedía. Sin embargo, su rostro solo mostraba algo de confusión.

--¿Pasa algo?-- Le pregunta Matel buscando su rostro tras la notificación --¿Te acetaron la petición?--

--Bueno... no sé-- Le dio la vuelta buscando algo más --Sólo dice que necesita hablar conmigo sobre el pedido--

--Entonces no lo hagas esperar, debo buscar a un tal Ian Wallace para entregarle ésta otra... pero ya será después de terminar mis practicas en la cancha de futbol-- Se despidió con la mano de las 3 mujeres para así irse trotando del lugar.

--Nosotras también nos vamos, mandas por mensaje lo que te dijo el viejo--

--Sí... las veo más tarde--

Aún pensativa cogió su bolso que había escondido detrás de los tantos arbustos y árboles que rodeaban la casi desolada cancha. Ahora tenía que ir a ver el porqué le pedían hablar, tal vez la aceptaron pero le pusieron algunas condiciones, tales como, practicar un solo deporte a la semana o participar en un sólo evento eportivo en la competencia que estaba próxima.

De su mochila sacó la muda de ropa que siempre llevaba para no sudarla, más no para ponersela, sino para sacar su teléfono que estaba en el fondo, no tenía mensajes. Dio leves brincos en su lugar y al final trotó para así coger camino a la dirección deportiva donde la necesitaban. Por el camino saludaba a las pocas que conocía hasta que llegó al lugar. Allí entró a un corto pasillo y tocó la puerta del final la cual se trataba de su profesor de deporte.

--Buenos días-- Dijo un señor de edad mayor quien estaba a un año de jubilarse --Sientese, Priscilla--

La muchacha obedeció su petición y miró los ojos que casi estaban tapados por sus pobladas cejas --¿De que quiere hablar conmigo?, ¿es sobre mi petición?--

--Obvio que sí-- Le sonrió amigable --Por desgracia no puedo aceptarla--

--¿Y eso por qué?, ¿llenaron los cinco espacios restantes?--

--No del todo, ayer se pasaron tres estudiantes de esgrima a maratón, por ende, ya quedan sólo dos espacios--

--No veo ningún problema en eso, todavía queda un cupo para mí-- Señaló su pecho como una chica buena a pesar de ser ruda de vez en cuando --Por favor, viejito-- Ahí le toma la mano esperando que cambiara de parecer.

--Disculpa, pero por el reglamento, no puedo tener a una sola persona metida en tres disciplinas... tampoco quiero que...--

--Me lesione-- Completó --Sí, eso ya lo sé-- Se recostó en la silla aburrida --¿No hay algo que pueda hacer?--

--Si te llegara a aceptar la petición, la directiva universitaria tendría que pedirte directamente que te salieras de una. Nadie quiere que tomes muchos puestos y dejemos afuera a aquellos que entrar, ¿entiedes lo que quiero decir?--

Suspira ella con algo de descepción --Bueno... al menos medio una respuesta, no puedo hacer nada. Muchas gracias, entrenador--

Priscilla se levantó de la silla para coger su bolso y dirigirse a la puerta, pero justo antes de salir, su entrenador la detuvo.

--Eso no es todo...-- Ella se dio la vuelta para observarlo --La directiva pudo constatar que tienes un buen rendimiento académico y pidió hicieras de entrenadora para aquellos que tienen oportunidad de salvar sus notas--

--Momento... ¿entrenadora yo?-- Repitió la palabra con asombro.

--Se te pagará, será como si trabajaras aquí... además que ya no hay muchos profesores con el tiempo necesario y tú eres la única que está libre casi todas las semanas--

--Hmm...-- Meditaba --No sé, tienes razón con el tiempo libre que dispongo, profe...--

--Si quieres puedes hablarlo con ellos hoy mismo... pero ya le pedí a Roxanna a que buscara al chico que pedí--

La mujer seguía un tanto pensativa ante lo que le pedía su entrenador. Pensaba en que, tal vez, le darían el permiso para entrar en la disciplina si aceptaba. Fue en eso que se escucharon pasos al otro lado de la puerta y luego un débil golpeteo en ella.

--Ah, mira... debe ser él. Pase, está abierto--

Se trataba de Ian Wallace, el cumpleañero de ese día. Éste llegó confuso ante la carta que había recibido de Roxanna por lo que pidió una explicación. No estaba molesto, más bien se encontraba nervioso porque se trataba de sus notas en deporte. No era de aquellos que se la pasaban en la cancha practicando algo.

--Éste es el asunto, Ian-- El señor abrió la gaveta de su escritorio para sacar los expedientes del joven --La dirección a la que estás vinculado ahora mismo me pidió amablemente que hablara contigo sobre el punto de tus notas--

--Los dejaré por un momento, regre...--

--No-- Le señaló para que se detuviera Priscilla --También es contigo-- La mujer se detuvo otra vez para después ponerse al lado de Ian, el nombrado sólo le llegaba al hombro y se mostraba lo nervioso que se encontraba, cosa que la hizo reír --Ian, he visto tus notas y me sorprende que sean tan buenas--

--Muchas gracias-- Asintió él.

--Pero ya veo el porqué pidieron que vengas... las notas en deporte son aceptables, pero seguro te enviaron aquí porque no quieren que tal cosa bajen tu promedio--

--Entiendo...-- Soltó como un suspiro.

--Mira, la más baja es de 13 puntos y la alta de 15... pero ésta última no está en todas como la primera mencionada--

--Digale el asunto de una vez-- Se reía Priscilla viendo que su voz levemente ronca hizo que Ian diera un brinco.

--Vas a subir esa nota para que te gradues con honores si es necesario, así tendrías mejores oportunidades de tener un trabajo, ¿me entiendes?--

--S-Sé a lo que se refiere... profesor--

--Entrenador-- Le corrogió Pisi haciendo que volviera a saltar, podía estar toda la semana asustándolo de esa manera y no se cansaría.

--Deja al muchacho tranquilo, se va a derretir-- Moviendo la cabeza de lado a lado se negaba su entrenador --¿Qué dices, Ian?, ¿quieres subir tus notas? Dilo de una vez porque dudo que te vayan a dar una oportunidad como esta--

Éste se lo pensó un rato. Había entrado a la universidad para al final graduarse y buscar la forma de irse de casa con su hermana debido a su no tan agradable vida allí. ¿Valdría la pena? Si lo hacía y tenía buenas notas, entonces su camino se haría más fácil después de todo. Con dificultad estaba llegando a una conclusión, a veces se decía no y en otras afirmaba. A parte que estaban las miradas de ambas personas sobre él esperando que diera una respuesta.

--Bueno... sí...-- Entredientes le respondió --Acepto el trato--

--Muy bien, ya está hecho. Comenzará mañana en la tarde, espero que se esfuerce, Ian, es un muy buen estudiante como para dejar pasar tal oportunidad. Mucha suerte--

--Gracias entrenador--

--¿Y yo qué?-- Retadora miró al señor.

--Cierto, cierto... serás su entrenadora--

--¿Cómo?-- Sorprendida se mostró ante la decisión --¿Y qué pasa con los otros? Creí que me darían algo así como un grupo de diez personas--

--Felicitaciones entonces, no hay nadie más que él-- Se reía mientras preparaba los papeles que iban a firmar --Será fácil, es solo un chico y se ve que entiende las cosas-- Les enseñó los documentos mientras señalaba el lugar donde tenían que firmar. Priscilla estaba más que enredada. ¿Para eso le pidieron ir?, ¿para entrenar a un solo chico del cual querían salvarle la nota? --¿En qué disciplina quieres entrar?--

--¿Lo olvida, profe?-- Medio molesta gruñó --Sólo queda maratón--

--Ah, sí... verdad-- Antes de darle la pluma a Ian, el entrenador dio la vuelta al documento para llenar un espacio vacío en la parte superior con la palabra "maratón" --No te asustes, con el tiempo que dispones, no podrás entrar a las competencias, si mejoras tu calificación podrás entrar el año que viene--

Ahí giró la hoja otra vez y así mismo le dio su pluma al muchacho quien escribió su nombre con nervios todavía, al terminar se la dio a laque sería su nueva entrenadora quien escribió su nombre y al lado la firma. El entrenador alegre les dio la mano diciendo que no se iban a arrepentir... pero por dentro los dos estudiantes se sentían incómodos ante lo que había sucedido.
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