Fragmento random

Publicado por Hygge en el blog Liza's blue heart. Vistas: 399

Se supone que iba a esperar a escribir la historia para poder incluir ese fragmento que se me vino a la cabeza en su momento mientras escribía mi propia generación de Danganronpa, pero con cada día que pasaba iba cambiando uno u otro personaje, y al final todo dejaba de tener sentido. Hoy recordé la existencia de esto al revisar mis notas, so...

Esto lo escribí el 26 de febrero de este año, imaginad qué helenco tengo pensado a estas alturas (?) Por eso pensé en dejar esto por aquí, idk why. A lo mejor os gustan algunos de los personajes, quién sabe :D

...​

El grito de una joven me sorprendió en medio de la charla. Abracé mi diario contra mi pecho en un gesto de defensa, y al girar mi rostro abrí los ojos con sorpresa al ver a aquella estudiante vestida de marinera ahora subida a la mesa del comedor, con un gracioso pingüino de peluche colocado sobre su hombro como si de un loro se tratase. Me estremecí ante el fulgor que reflejaban sus ojos azules como el mar, vivos y enérgicos. El silencio se hizo pronto en la sala.

—¡Yo-ho! ¡Escuchad y limpiad bien vuestros oídos, sucias ratas de agua dulce, si no queréis ser enviados a caminar por la plancha! —la joven rubia se dio un golpe firme en el pecho, con tanto ímpetu que entrecerré los ojos, soltando un pequeño "auch"—. Yo, Nereida, capitana de los siete mares, tomo esta academia bajo mi poder. A partir de ahora, canallas, seréis meros y pulgosos rehenes. Y quien diga lo contrario y se subleve ante mí... —sus ojos, de un momemto a otro, profesaron un leve destello de advertencia--. ...se las verá con el temible monstruo de los mares.

—¿M-monstruo... de los mares? —murmuré incrédula, abrazando con algo más de fuerza mi diario. Juraría... Juraría no haber escuchado nada de eso... ¿tal vez?

—¡Ahí le has dao', zagala! —De repente dio un salto, situándose de un momento a otro justo frente a mí. Sonrió, mostrando sus dientes blancos y brillantes en una sonrisa ligeramente infantil, y se frotó la nariz con orgullo antes de mostrar su carta secreta—. Temed al poder del monstruo que venció al mismísimo Cracken, y salió de la taquilla de David Jones... ¡El todopoderoso, el destructor...!

>>¡Hippo!

Y se hizo el silencio. Todos, espectantes, buscamos con la mirada con cierto recelo aquel poderoso monstruo. Nereida aguardó un par de segundos, observándonos con curiodidad. Pronto, sin embargo, comenzó a impacientarse, y frunció el ceño con disgusto.

—Eh, ¿dónde diantres estáis mirando, truhanes? ¡Lo tenéis ante vuestros ojos! ¡Está en mi hombro!

A partir de ese momento, el ambiente tenso del momento se suavizó en una carcajada colectiva. En el hombro de Nereida se encontraba un gracioso pingüino de peluche, que nos observaba con sus ojillos negros e inexpresivos perdidos en algún lugar de la sala. La capitana pareció molestarse ante este gesto, y comenzó a dar pataletas en el suelo con el pie, ofuscada.

—¡Por las barbas de Simbad, os voy a pasar a todos a cuchillo, traidores! ¡Sucias cucarachas...!

—Oiga, señorita Nereida —la pequeña Miko se había acercado hacia la marinera, con aquel tono respetuoso y elegante que solía portar, y tiró levemente de su falda—. Si es un pingüino de verdad... ¿No debería buscarle un lugar frío en el que convivir? Podría llegar a asfixiarse.

—¿¡C-C-Cómo dices!? --exclamó con suma preocupación, comenzando a perder los colores. Por un segundo, temí que se desmayase de la impresión. Nos miró a todos con urgencia en la mirada, y comenzó a hacer aspavientos con los brazos—. ¡Y-ya lo habéis oído, piltrafillas, que alguien nos ayude a buscarle un hogar seguro a mi Hippo antes de que la espiche! ¡Como no me ayudéis, os juro que...!

Pero de repente, una mano nívea se posó sobre su hombro, y la joven cesó sus gritos. Ante ella, una estudiante de mayor estatura, de mirada calma y ojos rosados penetrantes al igual que su cabello, le transmitía una sensación de paz.

—Mi habitación siempre está a muy baja temperatura, como mínimo a -10 C°, ¿crees que será suficiente para tu mascota? —se ofreció, con una voz fría y que infundía respeto.

La marinera comenzó a sentir cómo sus ojillos se aguaban, y pronto tomó ambas manos de la joven para agitarlas arriba y abajo con energía, en completa gratitud.

—Oh por Neptuno, ¡gracias, gracias, gracias! ¡Hippo y yo te debemos la vida, zagala! ¿Cómo podría compensarte?

—Oh... No te molestes, no es necesario —se negó la mayor, inclinando su rostro con suavidad dibujando una sonrisa nerviosa en sus labios. Qué chica tan curiosa. No dudé en apuntar cada una de las personalidades que podia detectar entre todos los presentes, completamente fascinada.

¿Quizás en el pasado yo tuve una personalidad así?
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