Fin de ciclo 2.0

Publicado por Lucas Diamond en el blog Blog de Lucas Diamond. Vistas: 453

¡Hola a todos los que se toman la molestia de leerme! Ayer, viernes once de mayo, terminé oficialmente las clases de mi último año en el instituto así que voy a hacer otra entrada de blog como la que hice unos años, cuando terminó la ESO.

En esta ocasión lo enfocaré en dos aspectos distintos, por una parte el social y por otra el personal.

Bueno, entrando en materia... Hace año y medio comencé el bachillerato, que son dos cursos en los que te preparan para entrar a la universidad y te dan una formación más especializada de cara a lo que quieras hacer en el futuro. El comienzo que tuve fue mucho mejor de lo que yo mismo esperaba, pero al final... pues bueno, no acabó tan bien.

El año anterior había decidido que estudiaría fuera de mi ciudad. ¿Por qué? Simplemente no me encontraba a gusto en absoluto. Sentía que no acababa de encajar, incluso entre mis propios amigos. De hecho, el verano antes de entrar tuve una discusión bastante fuerte con ellos. Por otro lado, el curso, según me habían avisado, era muy duro y muy exigente, los profesores muy estrictos y la materia, difícil en algunos casos. Como la carrera que yo quiero hacer tiene una nota de corte de un 13'4/14 (aproximadamente, un 9'6), necesitaba, por supuesto, una media alta, lo más alta posible. Así que desde ahí ya partía con una gran presión.

Asimismo, al elegir la rama a la que queríamos enfocar nuestras vidas, mi clase cambió completamente: los dos últimos años había estado siempre al lado de Andrea, y en clase, y por las tardes, también compartía ratos con algunos compañeros. Pero eso se acabó. El primer día me vi metido en un aula con otros diez muchachos que se conocían todos entre sí y con los que, a priori, no parecía tener absolutamente nada en común. Los primeros meses fueron malos para mí, pero me encontraba ilusionado a pesar de todo. Especialmente difícil fue para mí tratar con una chica que se acercó demasiado a mí, no muy buena en los estudios, que pasaba de un bachillerato de artes a uno de ciencias. ¿Qué significaba eso? Quería agenciarse un profesor particular por las tardes. Por suerte, pronto se cambió al turno nocturno.

En fin, entre unas cosas y otras, comencé a sentirme solo, pues ya no coincidía con ningún amigo. A esto se le suma que estaba deseoso de acabar cuanto antes el instituto, pero aún me quedaban dos laaargos años por delante. En los recreos veía a mis "amigos" y algunos viernes también. Admito que al final acabé encajando mejor de lo que yo esperaba, pero no por ser afín a los demás, sino porque por mis capacidades todos venían a preguntarme dudas, y como se suele decir, el roce hace el cariño. Recuerdo los primeros meses pasármelos en la biblioteca con unas compañeras, esneñándoles formulación y matemáticas.

En cualquier caso, el tiempo pasó. Malamente, sí, pero pasó. Y se hizo un curso eterno en el que además, comencé a sentirme olvidado por todo el mundo, y no paraba de ver como gente recién llegada tenía ya más confianza con mis "amigos" que yo mismo. Y no solo eso, también tenía que soportar la dura situación que pasaba Andrea debido a sus horribles profesores, su horrible calendario de exámenes y que pasara prácticamente desapercibida por muchos intentos que hiciera de integrarse. Más de un día me fui a la cama con ganas de llorar, sin ilusión ninguna por la vida. ¿Se puede ser feliz viviendo sin objetivos, solo esperando hasta que pase el tiempo? De ese año puedo afirmar que no; yo sé que no fui feliz, y aprendí mucho que posteriormente puse en práctica, sobre todo aconsejando a un compañero que está muy preocupado por su nota.

El curso se me planteó más fácil de lo que esperaba (entré con mucho miedo), y los ratos de estudio exahustivo los llegué a agradecer, por mantenerme la cabeza distraída, en un momento en el que mi estado de ánimo era, por lo general, subterráneo.

Pero al fin todo acabó. Llegó el verano y acabé muy bien el curso, igual le ocurrió a Andrea. Parecía que ahora tocaba un poco de paz, poder respirar a gusto, tranquilidad. Eso sería lo suyo, ¿verdad? Pero ja, eso no ocurrió así.

Como ya he dicho antes, llegué a agradecer tener cosas que estudiar para distraerme. Eso en verano no me pasó. Cuando quise darme cuenta, estaba metido en mi casa sin mayor ilusión que esperar a que cayera la noche para irme a dormir. Los días se hacían una constante espera, 24 horas aburrido, solo deseando que pasaran esos tres meses para que empezara el último año. Deseando que pasara ya año y medio para marcharme de una dichosa vez de mi ciudad. Os preguntaréis, seguro, ¿por qué no quedabas con tus amigos, o hacíais planes? El problema no era que mis amigos no quisieran salir, el problema fue que, llegados a un punto, ellos no quisieron salir conmigo. Andrea y yo fuimos en ese mismo verano intermedio abandonados por gente a la que queríamos, hasta el punto de que ahora yo solo mantengo contacto con uno, y ella con ninguno. Era cuestión de tiempo que ocurriera, sí, porque éramos totalmente distintos, pero esperaba poder mantener un poco una mentira en la que todos nos autoconsolábamos.

De tal modo, el verano fue el peor de mi vida. Constantes bajones y depresiones, aburrimiento y tedio, calor. La única salvedad fue un viajecillo que hice a Sevilla y una visita que tuve en agosto de David. Llegados a un punto, mi única ilusión era, de nuevo, que pasara el tiemo. Y como sé que ponerme metas de espera tan largas como un año y medio no me iba a ayudar, deseé con toda mi fuerza que empezara ya el curso para al menos estar más distraído. Pese a que el año anterior fui olvidado y me sentí muy solo, al menos en clase hablabla con la gente. Al menos era algo.

Y qué bien, que al fin el momento llegó. O qué mal, porque no fue para nada como yo esperaba. Conforme más se acercaba, menos lo quería. Psicológicamente, no estaba bien. Venía de un año horrible, el peor de mi vida probablemente, y no quería otro igual. No, miento. No podía aguantar otro igual.

Además, el nuevo año, segundo de bachillerato, es con diferencia el más agobiante. Y ahora que he terminado puedo afirmarlo. ¿Cómo iba a aguantar yo la presión tan grande si no podía aguantar ni cinco minutos de mi vida? Llegué a un punto que, en mi opinión, no era sano. Estaba demasiado obsesionado con el tiempo, y debía aceptar qué tenía, qué me quedaba, y disfrutarlo. Para mi sorpresa, mi clase no fue mala. Coincidí con los mismos del año pasado, pero además se juntaron los de humanidades, que eran pocos. ¿Qué significaba eso? ¡Correcto! Andrea y yo, sorprendentemente, volvíamos a estar juntos en clase. Podíamos volver a compartir risas, profesores, etc. Y, como no, podíamos volver a compartir el sentimiento de soledad que ambos experimentamos los próximos meses.

Recuerdo días de estar en el recreo sentado en las pistas, rodeado de más de la mitad de los alumnos de nuestro año, pero no hablar con ninguno. Ser prácticamente invisibles. De nuevo volvieron mis pensamientos pesimistas, acrecentados por la carga de estudios. Como siempre suelo decir, comencé el año "arrastrándome". Y, no obstante, sobreviví, pese a la soledad en la que me encontraba. Ya no me quedaba ni el consuelo de mis antiguos amigos, ni el consuelo de salir un rato por las tardes a despejarme.

Pero el curso pasó. Mis relaciones con los compañeros cambiaron, algunas mejor y otras a peor, pero fueron suficientes para ayudarme a terminar todo de la mejor manera posible. De hecho, he acabado sorprendentemente bien para lo que yo esperaba; ahora mismo estoy algo más feliz, si bien preocupado por cómo vaya a presentarse este verano (pls, no quiero otro igual que el pasado... No lo soportaría). También es, en parte, porque conforme más se acerca la fecha, mis ansias se van sustituyendo por nerviosismo.

Lo único que puedo resaltar de este periodo es que en los últimos meses la convivencia en mi casa se ha hecho HORRIBLE, de verdad. Hasta puntos en los que yo ya no puedo hablar con mi madre si no es para darle la razón, porque si no se generan broncas con las que no puedo convivir. Hace poco tuve una con mi madre en la que consiguió que, por primera vez en más de ocho años, acabase llorando y con problemas para respirar. Ese día tuve que dejar los apuntes de filosofía y parar de estudiar, porque no podía aguantar la situación.

Así, a día de hoy... Pues bueno, el balance es más positivo de lo que podría ser, supongo. He perdido todos mis amigos en este año y las pocas capacidades sociales que aún me quedaban. Me he sentido despreciado por la mayoría de la gente; he mantenido mejores relaciones con gente que ni conocía que con los que conocía desde hace años. Me sentía en muchas ocasiones segundo plato, olvidado, pero cuando podía mantener algún tipo de conexión, lo hacía. Cuando podía salir, por ejemplo, a la jornada de puertas abiertas de la universidad con algunos compañeros, lo hacía. El resto del tiempo, solo. Me resulta gracioso ver cómo a algunas chicas con las que solía llevarme bien y a veces pasar los recreos dejamos de importarles Andrea y yo, y dejaron de arrimarse a nosotros. Nunca llegaron a confiar en nosotros, me sentía siempre un estorbo. Si estaba yo, no podían hablar de sus historias, no podían hablar del novio de una de ellas (al que, por cierto, puso de foto de perfil, así que no veo donde está el secreto), y demás. Curiosamente, sí que me hablaban cuando necesitaban ayuda con filosofía o matemáticas o historia (como todo el mundo, vaya); hoy por la mañana he estado en casa de esta chica para ayudarle con la sintaxtis, porque no la entiende. Vaya, qué conveniencia. Soy un amigo según qué contextos.

Imagino que la relación que tengo con mucha gente no será vista del mismo modo por la otra parte, pero así lo he sentido yo. Así es como me he sentido casi todo el año, y así es como me sentiré hasta que, por fin, en septiembre de este año empiece la universidad.

Terminado el aspecto social, toca el personal. De verdad aseguro que no puedo agradecer más el enorme apoyo que he tenido todo este tiempo.

Andrea, mi mejor amiga, siempre ha estado a mi lado y me ha acompañado en todo. Me alegro muchísimo de que hayamos coincidido en clase juntos. He podido compartir todos mis problemas con ella y siempre me ha escuchado. Siempre me ha aconsejado. Siempre me ha entendido. De todas las amistades falsas que he podido tener, de toda la gente a la que he acabado odiando, de todas las relaciones de hipocresía que he visto, de gente que cuando está junta son súper buenos amigos, pero luego por separado o fuera del instituto "bah, si no hablamos tanto", Andrea es la única con la que me quedo. En meses nos iremos juntos a un piso a estudiar la universidad, y me alegro mucho de poder seguir contando con ella a día de hoy.

No obstante, no es el único apoyo que he tenido. Primero dejaré unas fotos y luego ya lo comento.

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Pues, yep (?) Ya es hora de hacerlo oficial, aunque en mi opinión, llegados a un punto, pasó a ser algo bastante evidente.

Por primera vez en mi vida, me he enamorado, como podéis comprobar. Bueno, la mayoría de los que lean esto ya lo habrán podido comprobar en más ocasiones, porque somos bastante empalagosos (como ya digo, resulta un poco obvio), pero me encanta que así sea. Y aviso de que a partir de aquí me pondré algo cursi, así que quien no quiera, que no siga leyendo (?)

Oficialmente, David y yo llevamos algo más de tres meses juntos. Y han sido los tres meses más bonitos de mi vida. Resulta muy reconfortante saber que hay una persona que te entiende en todo momento, con la que no necesitas ni decirle lo que piensas para que ya lo sepa. David siempre ha estado a mi lado y siempre me ha apoyado, se ha preocupado por mí como el que más. Puedo asegurar que en mi vida he querido tanto a una persona, ni pensaba que se pudiera llegar a querer tanto a nadie.

Él ha estado conmigo cuando he estado triste y cuando no sabía qué hacer. Se ha tragado todas mis broncas con mi madre, tras las que iba a desahogarse con él. Desde hace tres meses, todas las noches hacemos Skype, y siempre está ahí, con una sonrisa, para recordarme que me quiere, y viceversa. Todas las noches me despide, y todas las mañanas, al despertarme, le saludo. Cuando vuelvo del instituto, siempre tengo algún mensaje suyo, deseándome buenos días, suerte con el examen que tenga, o apoyo moral para lo que sea. Y después de comer, le cuento cómo me ha ido, y él me cuenta qué ha hecho en su día. Soy la primera persona a la que avisa si va de Sevilla a su pueblo, o de su pueblo a Sevilla, y es la primera persona a la que aviso cuando voy a algún lado y por el motivo que sea no puedo responder.

Quizás, este es el motivo por el que el último trecho de mi paso por el instituto se me ha hecho más pasable. Me siento feliz, me siento vivo por primera vez. En estos meses he estado más en las calles de Sevilla que en las de Badajoz (y esto creo que no es exageración, porque no salgo para nada). Ya me sé de memoria los horarios de los buses.

Es que me resulta imposible no quererlo. ¿Cómo no me voy a emocionar, si llego a casa del instituto un viernes y me encuentro esto?

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El domingo era mi cumpleaños (y el de su padre, por cierto), así que decidió cargarse con más trabajo los días antes para venir el viernes y pasar el fin de semana conmigo, para darme un sorpresa.

No me cabe duda, estoy enamorado. Actualmente, esto es algo que solo le he contado a Andrea (y ahora, por consiguiente, a vosotros). También lo saben en el entorno de David, pero en el mío no. Como ya he dicho antes, mi relación con mis padres está muy tensa, y no confío ahora mismo en ellos lo suficiente. No me transmiten la seguridad de decirles nada; simplemente no me sale, no quiero. Obviamente, algún día se lo confirmaré, pero para eso primero tendrá que mejorar un poco la situación. Es gracioso, además, porque mi madre ya ha conseguido el número de teléfono de David y el otro día le mandó una petición de amistad en Facebook, por razones desconocidas (?)

En cualquier caso, junto con Andrea, David ha sido uno de mis apoyos principales estos años. Sinceramente, no sé qué hubiera sido de mí si nunca lo hubiera conocido. Gracias por animarme cuando más lo he necesitado.

Te quiero, cariño <3

Y con esto, finalmente termino la entrada de blog. Uf, llevo hora y media escribiendo, pero me he quedado a gusto. Ya iba siendo hora de poder soltar todo el odio y todos los sentimientos feos que he ido acumulando estos dos años. De algún modo, siento que echaré de menos el instituto, pero al fin todo se terminó. Ya solo me queda prepararme para mis exámenes finales de selectividad, y en unos meses, empezaré la universidad, y con ello una vida nueva.

Muchas gracias a todo el que haya llegado hasta aquí y haya leído mis reflexiones. Adoro FFL y adoro haber entrado aquí. Probablemente, en la universidad siga compartiendo mis experiencias y mis sentimientos, pero espero que esta vez puedan ser positivas.

¡Hasta la próxima!
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