Estoy conmigo...
Publicado por HaNi Venator en el blog Venator. Vistas: 408
Miré el lugar, estaba lleno de cajas amontonadas, un Daihatsu Cuore del 98’ en medio y algunos estantes con herramientas a los costados. Logré ver fácilmente que algunos de los equipos estaban dentro del auto, en los asientos y en el malero, viendo a través del vidrio. Mi teléfono vibró, contesté.
- HaNi. – habló Namjoon. – Dime que ves.
- Am. – Abrí la puerta derecha trasera del auto, para poder ver más de cerca.- Está la computadora, hay cuatro parlantes, el ecualizador y…tu teléfono. – dije tomando éste último entre mis manos. – Creo que es todo.
- No. – su tono de voz era preocupado. - Falta algo.
- ¿Ah, sí?, ¿qué cosa? – sentí el estruendoso ruido de una puerta azotarse contra la pared, y cómo la música del interior de la casa se hacía más clara. Un montón de carcajadas inundaron mis oídos.- Mierda. – me escondí detrás del auto, asomándome para ver a la persona que se había adentrado en el garaje.
- HaNi, sal de ahí, ahora. – escuché la voz de Tony por el audífono. Observé detenidamente al chico que había llegado, se acercó a un pequeño refrigerador en una esquina de la cochera, lo abrió y sacó una lata de cerveza; al caminar se le notaba muy, muy mareado, estaba borracho, no paraba de sonreír como enfermo. Al parecer no se había percatado de mi presencia. Mejor para mí. – HaNi.- insistió.
- Ni hablar, es mi oportunidad. – me acerqué arrastrándome por el suelo hacia el lado de la puerta, observando cómo ese tipo se ahogaba tomando la cerveza, que escurría por su barbilla. Cerré la puerta despacio, para no llamar la atención de las personas adentro de la casa con lo que a continuación iba yo a hacer.
- HaNi, no lo hagas.
- Dije que lo haría a mi manera. – dije casi en un susurro, llamando la atención del chico frente a mí. Se dio vuelta, sorprendido, mientras soltaba la lata de cerveza y la dejara caer al suelo derramando su contenido. Tenía por lo menos unos diecisiete años, era flacucho y muy pálido.
- ¿Qui-quién eres? – tartamudeó retrocediendo un poco con algo de temor.
- Pobre, ¿estás asustado? – susurré, a un nivel lo suficientemente entendible por sobre el sonido de la música. El chico, en un acto desesperado cogió con ambas manos un palo que estaba sobre un mesón y me apuntó con ello, teniendo visibles temblores que recorrían su cuerpo. Seguramente la vista se le iba.
- Vete, vete de aquí. – dijo asustado.
Le sonreí inocentemente y me abalancé sobre él quitándole el palo de un manotazo. Caímos al suelo, yo sobre él, forcejeando. No podía quebrarle el cuello, ni siquiera una mano, era apenas un chiquillo, pero no podía dejar que escapara gritándole a todos que una extraña estaba metida en el garaje y lo había atacado bestialmente. Claro que no. Pensé en algo sencillo. Debía dormirlo, y no de la manera en que lo hacía normalmente, con un fierro o algo así, golpeando violentamente su cuello.
Miré hacia todos lados buscando algo que me ayudara mientras intentaba taparle la boca con una mano y sujetarle los brazos con la otra. Un spray de pintura, perfecto, eso me ayudaría. Estaba sobre el mesón, y si lo quería debía estirarme hasta alcanzarlo. Solté la mano que le sujetaba ambos brazos, estirándome hacia arriba para tomar el spray. El chico trataba de sacarme la mano que tapaba su boca, revolviéndose violentamente debajo de mí. Le solté la boca para abrir el spray y echar algo de pintura en la tapa de éste.
- ¡Ayuda! – gritó desesperado tomándome los brazos con fuerza. Le tapé la boca nuevamente haciéndolo callar, puse la tapa del aerosol en su nariz, no quedándole otra que respirar todo el solvente tóxico, mientras seguía forcejeando y tosiendo. Poco a poco, con el pasar de los segundos, se quedó quieto, relajándose poco a poco, cada uno de sus tensos músculos. Se quedó dormido al poco tiempo, sobre el suelo del garaje. Me levanté lentamente, esperando que su grito de ayuda no haya sido escuchado por alguien.
- Lo-lo mató. – escuché por el manoslibres. Rodeé los ojos, era impensable ver al líder asustado.
- Por favor Namjoon, no seas melodramático. – caminé hacia la puerta entreabriéndola. – Nunca nadie ha muerto por aspirar esa cantidad. Es a base de agua, sólo te duerme con el etanol que contiene. – miré detenidamente a los sujetos dentro de la casa, reían escandalosamente, alcoholizados hasta más no poder, algunos ya tirados en el suelo, y otros durmiendo sentados. – Son cinco, dos están durmiendo. – busqué con la mirada el interruptor de la luz. – Namjoon, ¿qué falta de los equipos?
- La mezcladora.
- Tony, revisa si está en el segundo piso. – ordené mientras caminaba lenta y sigilosamente por el pasillo hacia el salón sintiendo un fuerte olor a marihuana y alcohol.
- Entendido. – el dron de Tony se escabulló sin ser visto por la casa, buscando lo que necesitábamos para salir de ahí, mientras yo pensaba como deshacerme de los tipos.
¡Bingo!, lo tengo.
Volví atrás y tomé el spray, volviendo al pasillo dispuesta a acabar con todo esto lo más pronto posible, el muchacho no duraría mucho inconsciente, y corría peligro de que saliera huyendo buscando a la policía o alertando a los vecinos. Caminé con seguridad por el pasillo, alcanzando el interruptor de la luz, apagándolo. Todo quedó oscuro, sólo algunos pocos rayos de sol se filtraban por las cortinas de la gran ventana al centro de la pared.
- ¿Qué pasó? – escuché decir a un chico entre risas.
- Se cortó la luz, imbécil, ¿qué no ves? – dijo otro mientras vi cómo se dirigía hacia el interruptor a tientas.
- Jajá, no pues, no veo, idiota. – mal chiste, pensé. Todos se rieron, bueno, los que estaban despiertos.
Antes de que el otro chico lograra tocar el botón para encender la luz, salí de detrás del sofá y lo estampé de cara contra la pared tapándole la boca con mi mano izquierda.
- ¿Y ese ruido? - mencionó alguien con un tono asustado.
- ¿Eric?, ¿estás ahí? – presioné el cuello del muchacho con mi pulgar derecho, justo en ese músculo, del cual papá me había hablado, y la carótida, una llave peligrosa, pero inofensiva a la vez; si se presiona el lugar incorrecto, y si la persona se mueve mucho, puede llegar a morir, por eso que es que debe inmovilizarse primero. Comenzó a dormirse a medida que yo prolongaba la presión sobre él. Lo dejé caer al suelo sin cuidado alguno.
- ChinHae, ve a buscarlo. – ordenó un sujeto, algo asustado, que estaba sentado en uno de los sillones. Yo no me moví del lugar, estaban a uno dos metros del preciado interruptor.
- ¿Po-por qué yo?
- ¡Porque yo te lo digo, hombre! – él chico se levantó lentamente de su lugar y comenzó a caminar, acercándose a mí. No podían verme, con lo ebrios y colocados que estaban de seguro lograban ver sólo destellos de luz y sombras borrosas. Reí para mis adentros por lo asustados que estaban. Hombres.
Tomé el spray y esparcí un poco en la tapa nuevamente, provocando el ruidito común del atomizador dejando salir la pintura comprimida.
Pssss.
- ¿Quién anda ahí? – rocié más pintura. Pssss. – ¡Conteste! – era mi momento de diversión.
- Quizás deban pensar dos veces en si volver a robar o no, ¿no creen? – mi voz era ronca, lo más que podía, dándole un aire de ultratumba.
Imbéciles.
- Una…chica. - ¿sorprendido?
- ¿Q-qué haces aquí? - Caminé hacia el tipo que se había quedado estático del susto a medio camino. Lo rodeé ubicándome detrás.
- Yo creo que ustedes ya saben lo que hago aquí. – susurré en su oído, salté sobre su espalda, rodeando su cintura con mis piernas y agarrándole los brazos con una mano pasándolos por detrás de su cuello. Acerqué la tapa con pintura a su nariz.
- ¿ChinHae? – preguntó el otro personaje. Caí al suelo junto con el chico abajo mío. Dormido, por fin. Éste fue más sencillo, supongo que por lo ebrio. Me estaba levantando mientras lo soltaba, cuando la luz volvió inundando la habitación. - ¿Quién eres tú? – lo miré con una sonrisa dibujada en el rostro.
- Lo siento, no estoy calificada para decirte mi nombre. – Y sin más rodeos corrí hacia él subiéndome a la mesita de centro y saltando sobre él, aferrándome como un koala.
- Suéltame ahora… Arg, no muerdas. – me apegó a la pared luego de haberle mordido el hombro con bestialidad.
- Ah – me quejé por el impacto. Lo agarré con fuerza del cuello, tratando de encontrar el punto de sueño. – Deja de moverte, idiota. – como si me fuera a hacer caso. Me tomó ambos brazos, haciendo que soltara su cuello, y los apretó contra la pared a ambos lados de mi cabeza.
- Vaya, eres muy linda. – el muy imbécil me tenía atrapada observándome con una cara de perversión que daba asco.
- Púdrete. – le solté a la cara.
- ¿Pero por qué tan ruda, preciosa? – se acercó a mi cuello y lo olfateó. – Hueles delicioso, princesa. – Ahí estaba, mi punto de furia…
- No…me digas… princesa. – levanté una de mis piernas doblando la rodilla, pegándole justo en sus partes nobles. Me soltó, cayendo de rodillas, retorciéndose de dolor, no había sido muy despacio que digamos, fui bastante bruta. Ups. Lo rodeé, quedando detrás de él. Le di una fuerte patada en la espalda, botándolo al suelo. Me subí sobre él y rodeé su cuello con un brazo mientras que con el otro lo sujetaba. La llave del sueño. Le corté momentáneamente la llegada del oxígeno a su cerebro, causando que se durmiera en un instante. – Listo. – dije mientras tomaba algo de aire y me ponía de pie.
- Así que abusando de los muchachos cuando están borrachos. – escuché a mi espalda. Volteé rápidamente algo exaltada. Uno de los que estaba durmiendo se había despertado, seguramente por los gritos de dolor del, ahora, bello durmiente. – Eso no es de señoritas. – se burló el fortachón que había despertado. Era bastante alto, algo así como Namjoon, y muy musculoso. Caminaba algo extraño, como mareado, obvio.
- ¿Qué hacemos con ella, Shouyi? – Mierda. El otro dormilón también había despertado. Estoy en problemas.
- ¿Qué tal si hacemos un trato con ella Yunsoo? – se acercaba a mi peligrosamente, pasando por encima de su amigo tirado en el suelo. – Te dejaremos ir, siempre y cuando juegues un rato con nosotros. – dijo con una sonrisa pervertida en su cara.
- ¿Jugar con ustedes? – pregunté con aire inocente.
- Sí, linda. Jugar…ya sabes, a algo sucio. – dijo el tal Yunsoo. No me moví de mi lugar, aparentando timidez e inocencia.
Aquí comienza mi juego.
- Pero… yo no sé jugar eso. – jugué con mis manos nerviosamente.
- Ven, yo te ayudo. – dijo ese Shouyi, tomándome de la cintura atrayéndome hacia él, mientras con su otra mano acariciaba mi cuello. Tímidamente lo tomé del cuello de la camisa, acercando más nuestros rostros. – Y ahora es el momento en donde dejas que yo te bese. – dijo susurrando sobre mis labios. Acortó completamente la distancia entre nosotros, juntando nuestros labios y moviéndolos a un ritmo pausado. Entreabrí mi boca, dejándole paso a su lengua. Él no perdió tiempo y perforó mi boca en un movimiento necesitado, buscando mi lengua para que jugase con la suya.
Abrí los ojos y con salvajismo mordí fuerte su lengua dentro de mi boca. Soltó un grito de dolor, soltándome, mientras yo comenzaba a sentir un sabor salado en mi propia lengua. Lo solté y, por cortesía de la casa, le regalé un uupercut izquierdo directo en su mandíbula, lanzándolo al suelo unos metros más atrás. Escupí su sangre de mi boca.
- ¡Shouyi! Si serás perra. – su amigo corrió hacía mí, enfurecido. Yo retrocedí unos pasos más y de un salto subí a la mesa de madera que estaba en medio de la cocina. Se acercó a la mesa y le brindé una deliciosa patada en plena cara, quebrándole a nariz.
- HaNi, ¿cómo vas? – preguntó una voz conocida a través del manoslibres.
- Eh. – el chico me miró nuevamente, volviendo de su trance doloroso. Un hilo de sangre corría desde su nariz hacia más abajo de su boca. Traté de golpearle nuevamente con mi pie, pero en vez de eso, logró sujetarme la pierna, tirando de ella hacia él. Caí de espaldas sobre la mesa, y me arrastró hasta la orilla. Se ubicó entre mis piernas y me agarró de los brazos aplastándome con su peso. Comenzamos a forcejear. – Tony… no es un… buen momento. – contesté como pude.
- Tenemos que irnos. – me deshice del agarre en un descuido del chico. Gancho derecho y me soltó. Patada en el estómago, retrocedió, casi devolviendo la cena. Uupercut derecho, calló de rodillas al suelo, quejándose. Tomé una silla y la rompí en su cabeza. Se desmayó. Tomé aire.
- Ya lo sé, no me presionen. Subiré ahora. – corrí hacia las escaleras. - ¿Hay alguien más en el segundo piso? – pregunté subiendo.
- No, despejado. La mezcladora está en la tercera puerta a la derecha en el pasillo.
- Entendido.
Me dirigí hacia la puerta indicada que estaba entreabierta. En la habitación había una litera, un pequeño escritorio de vidrio y un ropero. Inmediatamente encontré la mezcladora, estaba bajo la cama mal cubierta con una manta. La tomé con algo de dificultad. Aunque era medianamente pequeña, pesaba un montón. Caminé hacia la salida.
- ¡HaNi! – escuché por el auricular. Y una sombra poco distinguible apareció frente a mí en la puerta.
- Mierda.- susurré. Era un chico, con la boca y la nariz cubierta con una pañoleta, llevaba un bate de beisbol en la mano. Me miró detenidamente y comenzó a acercarse. Retrocedí unos pasos, analizando la situación, con la mezcladora en las manos esto se ponía complicado. Choqué con el escritorio, me detuve.
- Um. – carraspeó el sujeto. – Creo que eso no te pertenece. – dijo agitando el bate frente a mí apuntado hacia el equipo.
- Tampoco a ti. – solté sin más. Ya había amanecido y yo me estaba cabreando. No había tomado desayuno y mis tripas tenían un verdadero concierto en mi estómago, eso y el inevitable sueño que me invadía. Puse la mezcladora bajo mi brazo derecho apoyándola en mi cadera, como pude, preparándome para el ataque de mi contrincante.
- Eso no te incumbe. – dijo, y sin perder el tiempo, me dirigió un golpe directo a la cabeza con su bate. Lo detuve con mi antebrazo izquierdo, mordiéndome levemente el labio inferior aguantando el dolor. Lanzó otro golpe rápido hacia mis costillas, sin que yo pudiera esquivarlo. – ¿Te gusta el beisbol?
- Ah. – me quejé cuando repitió la misma acción golpeando mi costado.
Iba a atacar nuevamente cuando un ruido en el piso inferior lo distrajo. Aproveché el momento y le arrebaté el bate de las manos con mi mano izquierda. Me miró sorprendido y antes que se diera cuenta, le lancé un golpe al centro de la cabeza, partiendo el bate en dos. – No, pero ya le encontré el gusto. – respondí su idiota pregunta, burlándome. Su mirada me siguió hasta él que cayó al suelo inconsciente. Respiré y me apoyé en el escritorio.
-HaNi, ¿estás bien? – Namjoon había entrado a la habitación, quedando pasmado al ver la escena frente a sus ojos, el chico tirado en el suelo, la mitad del bate a un lado de su cabeza y la otra en mi mano. – Creo que terminaste aquí. – comentó acercándose. Me quitó la mezcladora y me empujó levemente hacia la salida, haciéndome reaccionar.- Vámonos. – asentí y salimos de la habitación. Bajamos corriendo por las escaleras, y observé lo que yo había causado hace unos cuantos minutos, sólo con mis manos, sin ayuda de nadie.
- Esto se ve fatal. – dije con algo de gracia en mi voz.
- Ya lo creo. – se burló Namjoon caminando delante de mí. – Tony y yo ya sacamos los equipos del auto, sólo debemos irnos. – Asentí. Llegamos al garaje, la gran puerta de metal estaba abierta hasta arriba, y a fuera estaba Tony en el auto esperándonos.
- ¡Buen trabajo, hermosa! – me gritó mientras yo caminaba hacia él con Namjoon rodeando el Daihatsu Cuore.
- Mierda. – exclamé, alguien había agarrado mi pie, haciéndome caer de lado al suelo pegándome en el brazo adolorido.
- ¡HaNi! – dijeron los chicos al unísono. Miré hacia atrás. El muchacho que había dormido al comienzo me agarraba con saña el pie, comenzando a subir hacia mí, aferrándose de mis piernas.
- ¡No! No, ¡váyanse! – grité tratando de soltarme. Vi correr a Namjoon hacia Tony entregándole el equipo y volver hacia mí.
- ¿Quién eres tú? ¿¡Por qué estás aquí!? – gritó el chico que ya estaba sobre mí sujetándome por los brazos.
- Suéltame, no quiero hacerte daño. – le dije calmada.
- ¡Contesta lo que te pregunté! – me tomó del cuello del poleron soltando mis brazos enfadado.
- Lo siento mucho. – le golpeé el oído con la mano derecha abierta, en palma. Cayó a mi lado desorientado, justo antes de que Namjoon llegara a mi lado. Me ayudó a levantarme. – Chico, yo que tú me consigo… otros amigos. – Terminé de decirle al chico que me miraba desde el suelo, tratando de enfocar su vista en mí.
Salimos del garaje cerrando la compuerta, dejando dentro a todos esos chicos dormidos profundamente, y a ese chiquillo. Subimos al auto y Tony arrancó toda velocidad.
Necesitas tener sesión iniciada para dejar un comentario