En el Punto de Mira Capítulo 2
Publicado por Mkt en el blog El blog de Mkt. Vistas: 127
-¡Despierta bella durmiente!- escuché antes de conseguir abrir los ojos.
Una luz cegadora me daba en toda la cara. Estaba amarrado a una silla con cuerdas gruesas y que me hacían mucho daño. Delante, tenía a un hombre gordo y calvo, sentado en una silla.
-A ver… tú, la muñeca de porcelana. Trabajaste en una agencia de espías, ¿no?
No respondí, solo volteé la cabeza. El grandullón se levantó y se puso a mi lado.
-¡Contesta hijoputa!- dijo a la vez que me tiraba por el pelo hacia atrás. Estaba mojado por la sudor y grasiento por la falta de lavar. Me hizo mucho daño, tanto que tenía ganas de gritar con el dolor, pero no lo hice.
En ese momento, lleno de rabia, le escupí en la cara. El gordo seboso se fue, pero en un acto repentino, se dio la vuelta y me dio una bofetada que resonó de aquí a China. La puta bola de sebo me dejó un enorme corte en la mejilla, ya que me dio con el anillo.
Después del golpe, se fue. De allí a unos segundos, apagaron la luz. Me sentía muy cansado, así que decidí echarme una pequeña cabezadita. Era bastante incómodo dormir así, pero tenía que aprovechar esa oportunidad para descansar un poco. En cualquier momento ese maldito gilipollas volvería y haría otra vez el puto interrogatorio de mierda.
Repentinamente, escuché unos ruidos y me desperté con el susto. Oía gente hablando muy alto a la vez, como…como unos soldados. También escuchaba patear en el suelo. Se oían en cada rincón de aquel lugar.
Cinco minutos más tarde, oigo como a lo lejos se abre una puerta metálica. Consigo distinguir un rayo de luz que entra en el cuarto donde me encuentro y en ese mismo sitio, la silueta de una persona. Miro hacia allí y veo, lo veo. Es mi mejor amigo.
-¡Mangel!- consigo decir con la voz cortada y los ojos llorosos.
Por fin, después de mucho tiempo, vuelvo a verle.
-Te hemoh encontrado amigo mío…- decía mientras desataba las cuerdas. Tan pronto me las quitó, me puse de pie y le abracé. Mis lágrimas corrían por su camiseta.
-Tenemos que irnos- dijo un soldado asomándose a la puerta.
Mangel y yo fuimos hacia él y nos marchamos de aquel infierno.
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