El aullido del lobo... Cap 9 En el centro comercial...

Publicado por KateMukami en el blog El blog de KateMukami. Vistas: 390

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Narrador

-¿Estas segura de que son ellos?

-Estoy segura. Están bajando las escaleras... un par de vampiros y... si allí esta es Emily. Algo más, un tipo joven; solo un muchacho, en realidad. Quizá un lobo. No estoy segura; no se parece a nada que haya visto antes.

Parecía preocupada, y eso preocupó a su vez a Joaquín. Cora Hale era una mujer lobo con cerebro que albergaba al menos mucha sabiduría y al menos una biblioteca entera de conocimientos. ¿Cómo era posible que hubiera algo que ella no reconocía?

-¿Debería ir a buscar a Kate y Luke e ir a ayudarlos?-preguntó Cora.

-NO-replicó el alfa con brusquedad, que apenas llevaba tres días de experiencia-. Quédate aquí; vamos a tener que rescatar al chico y marcharnos de aquí a toda prisa. Ellos se ocuparan de los vampiros. ¿Te parece, Cora?

-De acuerdo. De hecho, puedo enfrentarme a todos ellos yo solita; observa y verás.

-Será mejor que tengas cuidado con lo que dice, chica. Pero Joaquín tuvo que reprimir la torva sonrisa que pugnaba por asomar a sus labios. Él era lo opuesto a Cora Hale: una loba con tendencia a mostrarse emocional. Su curioso sentido del humor había alegrado más de un momento sombrío.

-Estén alerta todos-ordenó Joaquín, totalmente serio ahora-. Ya saben lo que está en juego.

-De acuerdo, jefe.- Dijo Luke arrastrando sus palabras aunque con cierto tono burlón, pero esta vez ambas voces sonaron apagadas.
Lo sabían.

Kate era la que podía salvar al mundo... o destruirlo. Aunque no era que ella lo supiera... aún. No era consciente de que llevaba sangre de brujas y de lobo. Destinada a combatir la era de oscuridad que se avecinaba.

Va a ser toda una sorpresa para ella cuando se lo contemos, pensó él.

Y no voy a perderla otra vez, pensó.

-Está bien, manada-dijo-. Se acabó el hablar hasta que identifiquemos al chico. Buena suerte.

Los malos estaban sumamente bien organizados.

-Son tres- murmuró Kate en una voz apenas audible- Tal como dijo mi padre. Los he visto entrar... y luego la eh visto a ella. La están cuidando, pero hasta el momento no han hecho nada.- Miró de soslayo a Joaquín con sus ojos marrones y comunes-. Solo tres... Podemos ocuparnos fácilmente de ellos.

-Es lo que me inquieta. ¿Por qué solo son tres?

Kate se encogió levemente de hombros.

Avanzaba centímetro a centímetro, intentando vislumbrar el interior de la tienda entre las medias y los animales de peluche de la vidriera.

-Vamos, Joaquín, podemos acabar con ellos en un momento. Vayamos.

-Cora, no...

Era demasiado tarde. Cora estaba ya en movimiento y se dirigía directamente al interior de la tienda sin hacer ningún esfuerzo por disimular.

Volvió a maldecir. Pero ya no tenía elección.

-Luke, mantente alerta. Las cosas van a ponerse emocionantes- dijo con brusquedad, mentalmente, luego siguió a su compañera.

Cora caminaba directa hacia el pequeño grupo formado por bestias cuando Joaquín llegó a la puerta. Los chicos alzaban la cabeza en aquel momento, alertas al instante; él vio sus caras y se preparó par saltar. Pero jamás llegó a hacerlo. Antes de que pudiera tener preparados todos los músculos, el chico que estaba de perfil se volvió... y todo cambió. El tiempo empezó a transcurrir en cámara lenta. Joaquín le vio el rostro con claridad, como si hubiese tenido un año entero para estudiarlo. No era mal parecido: era bastante apuesto en realidad, era un poco mayor que él, y tenía unas facciones bien definidas y moldeadas con delicadeza. Su cuerpo era delgado y moldeadas con delicadeza, se incluían unos músculos duros bajo la ropa, y su pelo era negro, greñudo pero lustroso, casi como pelaje. Caía sobre la frente de un modo curioso, un modo que parecía deliberadamente desaliñado y que no concordaba con la pulcritud del rostro de su imagen. Y sus ojos era verdes esmeralda. Totalmente.

No revelaba nada.

No hubo tiempo. No pudo hacer otra cosa que observar mientras el rostro del muchacho se volvía a Kate y la embestía enviandola volando por los aires, con los brazos y piernas extendidos, hasta que golpeó una pared cubiertos de platos de muestra y relojes. El estrépito fue tremendo. ¡Kate! Luke casi lo chilló en voz alta. Kate calló tras el mostrador de la caja registradora, fuera de la línea de visión de Joaquín, de modo que no podía saber si estaba viva o no

Luke permaneció parado en la entrada junto al alfa un segundo mientras los demás llegaban y paraba de tope a su al rededor. Luego retrocedió tambaleante hasta quedar con la espalda pegada a la vidriera de la tienda de al lado. Respiraba con dificultad. Tenía zarcillos de hielo en las tripas. Un dragón. El chico era un dragón.

Habían conseguido un dragón.

El corazón de Joaquín latía violentamente. Sintió que le afloraba bilis a la garganta y escupió con fuerza. Tomó la decisión en aquel mismo instante. No había tiempo para pensar en ello...

Y ninguna necesidad. Los habitantes de Beacon Hills corrian gran peligro. Y habian gran cantidad de seres sobrenaturales para llevarlo a cabo: vampiros, brujas, necrófagos, cambiantes... Pero lo que tenía delante era algo que estaba por completo a otro nivel. Con un dragón de su lado, lo sobrenatural podía aplastar fácilmente a los humanos y a todas las fuerzas que quisieran salvar a los humanos del fín del mundo que se avecina. El resultado estaría contado.
Y en cuanto a aquella muchachita de allí dentro. Kate, la posible salvadora o la destrucción de las diferentes razas, el poder destinado a ayudar a salvar a la humanidad, la aplastarian igual que a un insecto si no obedecía al dragón.
Joaquín no podía permitir que eso sucediera.
Mientras lo pensaba, Luke estaba cambiando. Resultaba extraño hacerlo en un lugar público, aunque no hubiera nadie presente, e iba en contra de su adiestramiento más profundamente arriesgado, pero no tenía tiempo para pensar demasiado en eso.
Fue una sensación agradable. Siempre lo era. Doloroso de un modo placentero, como lo que sientes cuando te quitan un vendaje muy apretado. Una liberación.
Su cuerpo estaba cambiando. Por un momento, no se sintió como algo... tenia cuerpo. Era enorme, negro como la noche, espeso. Era completamente... libre.
Un gruñido áspero creció en su pecho, intentando escapar de la garganta. Lo contuvo... Un lobo era por naturaleza el mejor protector del mundo. Una criatura majestuosa e incomprendida.
Lo siguiente que hizo también fue instintivo. Dedicó un momento a calcular la distancia entre él y el muchacho, luego dio un paso o dos al frente, con los hombros bajos. Y a continuación saltó.
Veloz. Ágil. Silencioso. El cuerpo estaba en movimiento. Aterrizó sobre la espalda del dragón, aferrandose con sus zarpas, que eran como cuchillas filosas y grandes. Características dignas de un lobo de tres metros.
Las fauces se cerraron sobre la nuca. Era el modo en el que podía atrapar el cuello del dragón, seleccionando la columna vertebral de un mordisco.
Pero, todo tomo un giro inesperado, el dragón logró esquivarlo y ahora este lo tenía acorralado de la misma manera que el lobo pretendia. Él muchacho aulló de la furia y dolor, intentando agarrarlo cuando el peso del joven lo derribo al suelo. No sirvio de nada. Las zarpas estaban demaciado hundidas en la carne para deshacerse de ellas, y las fauces apretaban con una fuerza demoledora. Un poco de sangre se vertió en el interior de su boca, y este la lamió automáticamente con una áspera lengua puntiaguda.
Más chillidos. Era vagamente conciente de que todos los presentes se atacaban entre si, de que intentaban arrancarlos de allí, y de que los cazadores gritaban. Hizo caso omiso de todo ello. Nada importaba salvo acabar con la vida que tenía bajo las zarpas.
Luke oyó un repentino retumbo procedente del cuerpo que estaba sobre él. Era un tono más bajo de lo que cualquier oído humano podía captar, pero para Luke resultó a la vez suave y aterradoramente fuerte.
Entonces el mundo estalló en forma de dolor insoportable.
El dragón había aferrado su pelaje justo por encima del hombro derecho y una energía oscura chisporroteaba en su interior, abrasandolo. Era el mismo poder siniestro que había usado contra Kate, salvo que ahora él disponía de un contacto directo.
El dolor era hirviente, nauseabundo. Cada terminación nerviosa del cuerpo de Luke parecía arder, y su hombro era una sólida llamarada roja. Aquello hizo que sus músculos se convulsionaran involuntariamente y le esparció un regusto metálico por la boca, pero no consiguió hacer que se rindiera. El dragón siguió aferrado a él con denuedo, dejando que las oleadas de energía rodaran a través de él mientras intentaba distanciar la mente de lo exterior.
Lo que resultaba aterrador no era simplemente el poder sino la percepción de la mente del dragón sobre él. Sabía en que estaba concentrado justo en aquel momento.
En matarlo. Eso era todo lo que importaba.
Y desde luego iba a conseguirlo. Luke lo había sabido desde el principio.
Un dolor negro... cegador...
Estaba a punto de perder el conocimiento.
Por Kate, pensó.
Una energía repentina lo inundó. El dolor ya no importaba.
Y entonces fue conciente de algo. Alguien lo estaba arrancando del dragón. No con la torpeza de los cazadores, sino con habilidad, tocando puntos de presión para hacer que las zarpas se retrajeran, incluso introduciéndole un dedo en la boca, bajo los cortos dientes frontales entre los mortíferos colmillos afilados como dagas.
¡No! Pensó él, y de su garganta de dragón broto un leve gruñido entrecortado. Arremetió contra aquella persona.
No. La voz era muy familiar penetró a través de las orejas de Luke. La voz de un muchacho. Y no era una voz asustada. Escuchó otra voz preocupada y ansiosa pero no asustada. Por favor... tienes que soltarte.
Al mismo tiempo que lo decía, apretaba más puntos de presión. Luke ya estaba débil, y ahora, de golpe, vio estrellas. Sintió que el domínio del dragón sobre él se aflojaba.
Y a continuación tiraron de él hacía atras, ya en su forma humana. Y descubrió que caia. Aterrizando sobre la persona que lo había arrancado violentamente con ayuda de una muerte segura.
Oyó la voz otra vez. ¿Estás bien?
Y vió a la chica de ojos bordos junto a el. Sí, seguía viva pero malherida. Los matones sobrenaturales seguían vivos,, también; Joaquín, uno dr ellos, no lo podía creer, los había traicionado. Él levantaba al dragón herido y lo sacaba a rastras.
-¡Vamos!- gritaba con voz aguda debido al pánico- Antes de que se recuperen...
-¡Pero la chica!.- dijo uno de los matones-. No tenemos a la chica.
El lobo miró a su alrrededor. Kate estaba arrodillada al lado de Luke junto a un expositor de figuras de porcelana, con aspecto tan pálido y grácil como cualquiera de ellas; se habia llevado las manos a la boca y parecía en estado de shock.
El lobo se dirigió hacia ella.
No, pensó Kate. Pero no consiguió mover las piernas, no podía hacer otra cosa que yacer allí, impotente, y mirar con ojos de desepcion.
-No- dijo una voz a su lado, era la voz de Luke, este se incorporo de un salto y se colocó entre el lobo y Kate.
El vampiro sonrió burlón al lado del lobo traidor, con una mueca particularmente desagradable.
-No me pareces un luchador, niño bonito.
No era exactamente sierto, se dijo Kate. Luke no era bonito; era hermoso. Con aquel pelo rubio platinado y su tono de piel, parecía un príncipe sacado de un libro de cuentos. Un príncipe más bien joven e inexperto. El muchacho se mantuvo firme, con expresion sombría y decidida.
-No permitiré que llegues hasta ella- dijo con firmeza.
¿Quién diablos es este chico? , pensó Joaquín por el modo en el que se enfrentaba estando casi muerto.
Kate, pálida y con los ojos como platos, lo miró de arriba abajo, también. Y entonces Cora la vio... derretirse. Sus tensas facciones se suavizaron; sus labios se abrieron. Una luz pareció vibrar en sus ojos.Había estado encogida ante el vampiro, pero ahora su cuerpo se relajó al menos un poquitín.
Verdaderamente, aquel chico parecía más un paladín defensor de Kate. Estaba sucio cubierto de sangre, para empezar, mientras que Kate estaba limpia aunque con unos pequeños cortes en la frente. Además, él no podia evitar los pequeños gruñidos ásperos de rabia y desesperación que emitía mostrando dientes que goteaban en un hocico manchado de rojo.
Era una lastima que el muchacho estuviese a punto de ser masacrado.
Él no estaba pensando con claridad. Kate había visto dentro de su mente, y sabía que carecía de razón. Él vampiro iba a acabar con èl estando mal herido.
Empezó a avanzar.
Y una voz procedente de la parte delantera de la tienda dijo:
-No des un paso más.
Kate giró la cabeza rápidamente. Joaquín estaba allí de pie, frio e imperturbable como siempre, con una mano en el hombro del vampiro de ojos grises y cabellos negros. Sus ojos, miraban con firmeza hacia la dirección de un chico pálido pero no tanto como Luke, ojos cafés y cabello castaño. Este sujetaba un bate de béisbol de metal con una punta muy afilada.
Luke lanzó un tenue gruñido de alivio.
-Si quiéres jugar, ¿por qué no pruebas conmigo?- sugirió, e hizo girar con rapidez el bate de convate unas cuantas veces con movimientos expertos.
El bate silbó el aire, trazó una complicada figura y acabó posado con toda tranquilidad sobre su hombro. Luego alargó lentamente la punta en dirección a la garganta del vampiro.
-Eso mismo digo yo, ni se les ocurra olvidarse de mí.
Esta otra voz sonó ronca y temblorosa pero inflexible de todos modos. Surgió detras del mostrador. Derek se estaba incorporando, tosió una vez, luego se irguió bien tiesa, de cara al vampiro. Ambos sujetos se veían realmente rudos y daban miedo. Él vampiro paseó la mirada de una persona a otra. Luego echó una ojeada a Kate, que yacía sobre el costado, intentando débilmente conseguir que sus pies le respondieran.
-¡VAMOS!- gritó el otro vampiro, que daba traspiés bajo el peso del dragón mientras iba hacía la puerta-. Demon. Saquemos a Azhdeha de aquí. Él es lo más importante.
Demon vaciló un instante, luego giró en redondo y se precipitó tras su compañero. Juntos, sacaron apresuradamente al dragón al pasillo del centro comercial.
Acto seguido desaparecieron.
Luke emitió un último gruñido jadeante y se sintió cambiar de ibrido a humano. Esta vez, fue más parecido a lo que sentiría un caracol al caerse de su caparazón. Los colmillos y bello se esfumaron, las garras se atrofiaron, y se desplomó súbitamente en el interior se sus dedos humanos.
-¡Kate! ¿Estás bien?- Cora fue hacia ella, con paso inseguro.
Kate alzó la cabeza, con la castaña cabellera cayendo a ambos lados hasta el suelo. Se irguió con la ayuda de los brazos y miro en derredor, evaluando la situación.
La tienda estaba en silencio. Y hecha un desastre. El impacto de Kate había tirado la mayoria de los platos de adorno y los relojes que habían allí. La pelea de Luke con el dragón había destrozado una barbaridad de estanterías, y había adornos hechos pedazos por todas partes, pequeños fragmentos de color escarlata, verde esmeralda y plata. Era como estar en un calidoscopio gigante.
Y en el exterior, el caos empezaba a hacer acto de presencia. La pelea había durado solo cinco minutos, pero durante todo ese tiempo la gente habían llegado para precenciar lo que sucedía. Luke había reparado en la gente, pero lo había archivado como algo sin importancia en su cabeza. No hubiera podido hacer nada al respecto.
Ahora, los guardias de seguridad se acercaban y, sin duda, alguien había llamado a la policía.
Kate volvió a impulsarse con los brazos y consiguio ponerse de pie.
-De acuerdo. Saquemos a Kate.- Luke miró a la muchacha de reluciente melena que hasta el momento no había dicho ni una palabra.
-vamos- dijo él a Kate con dulzura-. Este no es un lugar seguro.
Parecia a punto de aceptar. Y lo hizo.
Y luego salían ya como una exhalación por la puerta trasera.
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