Ecos

Publicado por Rancon en el blog Debrayes II - La secuela. Vistas: 172

El sonido de su andar retumbaba por el corredor que llevaba del recibidor a la estancia, de la estancia al salón y finalmente a las habitaciones más adelante. Los tres metros de alto por dos y medio de largo se decoraban con pequeños cuadros no más grandes que el de una fotografía de tres por cuatro, de colores, temas y motivos de lo más variopintos junto con algún ocasional mueble que servía de exhibidor y apoyo para cualquier cosa que uno llevara en mano además de guardar los más diversos objetos, desde la aguja e hilo destinados a hacer remiendos de emergencia hasta dulces, con un conjunto de puertas distribuidas uniformemente, sus acabados si bien eran sencillos con solo unas líneas y figuras en relieve estos resaltaban gracias al rojo caoba asentado en tono mate, aunque en realidad estas solo eran el camino de aquel andar pues su destino se hallaba vislumbrado en aquel picaporte que siempre había hecho un ruido hueco, metálico y profundo debido a que su mecanismo debía congeniar con diversas partes de cobre, otras tantas de acero, sin mencionar las largas laminas de gruesa madera que formaban el hueco cuerpo de aquel portal que contenía el abovedado habitáculo que era la biblioteca, reformada para una actividad más lúdica aunque conservando la mayor parte de su anterior oficio.

La fuerza de los pasos no amainaba al momento de accionado el mecanismo, un conocido acorde perturbo el aire de la zona mientras la luz se fugaba de las ventanas hacia el nuevo espacio disponible, puesto que, ya había terminado de dar vida al dorado de las flores de Liz dispuestas cada cincuenta centímetros, la una de la otra, de su pardo cielo a veces interrumpido por los muebles que taciturna-mente vigilaban la sala y la figura que ahí se encontraba cuyo zenit ya se elevaba bajo la más solemne conciencia de la reacción que su mente provocaría en quien su teristro atendió.


—¡Ya!, ¡hasta aquí! — dijo junto a su ademan mientras abandonaba la silla y elevaba sus manos en forma de súplica para acabar con su labor y como descargo de la tensión que le había generado.

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    Pero ibas progresando, te falto imaginación y recursos para describir como llegue aquí pero es entendible por lo poco que has escrito.

—Sí, de hecho me deje ahí volando el explicar cómo se ve este lugar. Mira, — señalando uno de los muebles — seguro que ya viene uno a poner toda una colección de manga y anime que no conozco en ese mueble o peor aún, qué sí conozco y no deseo ver.


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    Entonces, sigue y no te quedes inconcluso.​


—¿Si recuerdas que la intención era percibir el otro lado de la crítica a la cantidad ingente de datos que luego no sirven para el desarrollo de la trama y que mi teoría apuntaba a que solo servían para hacer despliegue de formas y sinónimos sin mencionar el agregar páginas al escrito para quién sabe qué fin?


—¡Sí, ya sé! solo una cuartilla y ya me estoy quejando ¡pero es que aquí el formato al final del día va ha ser distinto!

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    ¡Recuerda el aporte e integración a la comunidad!

—Presiento que es mejor integrarme en la actividad que me resulte más conveniente y en la prosa que más me acomodé.

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    ¡Vago!, ahí tienes a Turno Cero que bien puedes darle una pulida y presentar como mini relato he ir desoxidando tu bagaje para la historia de Ayumi.

—¡Ah!, ¿a qué no sabías que esa historia ya fue contada? y que ni siquiera le voy a mencionar o referenciar por circunstancias de las que no hablare más. En cuanto a la historia de las mafias de Magical Girls… aún no sé que haré con eso.

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    Entonces, ¿solo estoy aquí ante la falta de reseñas?

—No. Igual sigue haciendo falta recuperar algo de escritura para evitar la dislexia del teclado.

*hace una pausa dramática.

—Aunque algunas manías es seguro que las mantenga debido al formato.
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