Drama en la estación de autobuses

Me he dado cuenta, con el devenir de los años, la cantidad de dramas que surgen en la estación de autobuses. De esos tipos de dramas que te encogen el corazón y te hacen aflojar la pasta.
La primera vez que escuché un drama de estación, un señor con un par de maletas se acercó a mí, diciéndome que si podría darle una ayudita porque estaba de permiso penitenciario y que se había quedado sin dinero y que debía volver en unas horas o le aumentarían la pena por incumplir los horarios que le habían impuesto. De esto hace más de seis años, pero esa historia marcó el inicio de los dramas de estación.
Con el devenir de los años, me he encontrado a una señora que tenía que ir con su hija a un pueblo y que se había quedado sin dinero. La chica era portuguesa y hablaba muy nerviosa.
También me encontré a un chico que tenía que pillar un autobús, no tenía dinero, el chico era muy amable, por supuesto, incluso me llamó "preciosa", lo recuerdo bien porque un escalofrío recorrió mi espalda en ese momento. No logró que le diese dinero incluso después de tamaño piropo.
Recuerdo a un hombre, debía ser inglés, quizás irlandés, me dijo que no tenía para comer y que necesitaba el dinero. Que estaba en la calle y si le daba algo. Así lo hice. Me llegó al corazón su sonrisa, eso creo.
También recuerdo un joven una vez que me pidió dinero para comprar un bocadillo, que tenía hambre y me dijo, que si no le creía le acompañase a la cafetería y que se lo comprase yo, que él no quería el dinero. Evidentemente no tenía ganas yo de perder el tiempo con ello, por lo que aflojé el dinero.
Y seguro hubo muchos más, de los que no me acuerdo. Pero del más reciente, del de hoy mismo me acuerdo perfectamente. De hecho, su historia era la más conmovedora de todas. Él era un hombre de A Guarda residente en portugal, que había venido a trabajar a Vigo y se había traído un hombre portugués para que trabajase con él. La pasada noche habían salido a tomar algo, en ese momento, el susodicho portugués había aprovechado para cometer hurto y robarle todo, incluído el pasaporte, no tenía nada y tenía que volver a su casa para mantener a su familia. Realmente conmovedor, he de decir. Incluso su aliento a alcohol era extremadamente conmovedor. Lo más interesante fue cuando se acercó a mí y me dijo antes de nada "no te asustes", ahí ya me dio un motivo para hacerlo. Antes de que abriese la boca, sabía que venía una historia de estación por el camino.
Sin duda, las historias de la estación de autobuses, son numerosas. Pero cuando la misma persona te cuenta la historia varias veces en días diferentes, quizás la sombra de la duda aparece en el corazón. A veces sus historias te convencen y les das dinero, a veces no tienes dinero, a veces tienes demasiada prisa para atenderlos, pero esas historias no acabarán, porque siempre tienen éxito. Si no es conmigo será contigo, porque las conmovedoras historias de estación de autobuses siempre llegan al corazón.