Dibujando en mi alma (Kuroshitsuji-Sebastian) Chapter II: Ese mayordomo, ayuda.

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Ah pasado una semana desde que Sebastián vive con migo en casa, el único que no se siente a gusto con el es Orus, ya que el pobre sufre de abrazos constantes y que lo tengan en brazos cada momento, en que el demonio se siente libre para atraparlo, el animal no estaba acostumbrado a esto, por el echo de ser arisco y no dejarse tener así, hubo momentos en los que Sebastián ah tenido arañazos en la cara pero el seguía sonriente, la verdad los demonios son complicados respecto a sus gustos. Otra cosa que cambio aquí fue la limpieza, ¡que cambio!, antes la casa era un desastre entre mi madre que no estaba por el trabajo y yo que estudiaba la casa parecía cualquier cosa, solo llegábamos a lavar los platos, la ropa de abrigo en los sofás, alguna que otra en el suelo, libros por aquí y por allá, y de vez en cuando las camas desechas, si así como suena horrible, teníamos la suerte de que las pulgas no nos atacaran. Pero con la ayuda de Sebastián, la casa era distinta, ni un rastro de polvo, la ropa limpia y planchada en su lugar y la cocina, parecía otra, cada azulejo resplandecía tanto que podías ver tu reflejo, si hubiera echo yo esto no hubiera quedado tan bien, la casa parecía de cuento gracias a el. Y yo bueno, ya que la casa parecía echa de porcelana, no me dejo atrás para que salga con una coleta improvisada, no señor, el me sentaba mientras peinaba mi largo pelo haciéndome una trenza alta dejando que un mechón cayera a un lado de mi rostro, me hacia sentir mas bonita de lo que era y lo peor me elegía la ropa, pero por suerte no me saco de lo que es mi estilo.

Otra cosa que ah pasado es que se tomo las molestias de inscribirse en mi curso de artes, pero en el ultimo dibujo que tuvimos que hacer el había echo a mi gato, no podía creerlo, no solo le había quedado como una foto sino que, un grupo de las chicas de ese curso querían que les de clases particulares.

En el momento del descanso me acerque bajo un árbol a comer una manzana, la mire algo triste porque mi madre siempre me las dejaba en la mesa para que me las trajera a la universidad, la mire de nuevo alzando la mano para arrojarla, pero alguien me detuvo la mano antes de que la lanzara a quien sabe donde. Al dame vuelta me encontré con sus ojos rojos y su cara seria, que me miraba con reproche por lo que iba a hacer.

-Señorita…- se sentó junto a mi- si arroja esa manzana puede golpearle un ojo a alguien, y eso le daría problemas.

-claro…-dije en voz baja, mire nuevamente la fruta y la mordí sin mas- es solo que me recuerda a ella

-entiendo…- tocio- eh investigado un poco a el tal Yan Tailer

Lo mire de reojo, investigar a uno de los chicos mas populares de la escuela por creerlo el culpable de la muerte de mi madre, podría ser una de las cosas mas raras que eh echo hasta ahora, a demás de tener al mismísimo demonio con migo.

-Cuéntame- dije con la boca llena

-Señorita no hable con la boca llena- dijo en un suspiro llevándose la mano a la frente, mientras yo rodaba los ojos- debe ser un poco mas femenina y educada.

-eso no es tu problema- la verdad nunca fui femenina y nadie vendría decirme si tenia que serlo o no, ya era mucho con que me peinara y elija mi ropa- volvamos a lo que importa ¿si?

-si- sonrió- al parecer este muchacho no tiene nada que ver- me miro de reojo

- ¿Cómo? ¿A qué te refieres con eso?- pregunte completamente atónita, no podía comprender eso, siendo que yo lo vi correr por la calle de mi casa, o es que acaso estaba corriendo bajo la lluvia a ver a alguna de sus mil y una novias-explícamelo

-así como se oye, el no esta involucrado en nada, al parecer esa noche cuando usted lo vio el se dirigía a casa de su padre, quien al parecer también había sido asesinado de la misma manera- se paro frente a mi y me tendió la mano- no se preocupe, usted llevara a cabo su venganza, eso se lo prometo- me beso la mano y mis mejillas se tornaron rojas, pero creo que no lo noto.

- con lo que sepas de la autopsia investiga quien puede ser, esta noche tenemos el velorio de mamá- agache la cabeza y me levante

-si, My Lady

Las horas de clase transcurrieron lentas, con las largas explicaciones de cómo los egipcios usaban los cinceles en las piedras para realizar cada jeroglífico, y como hacían la pintura para sus murales, esos temas me gustaban mucho, pero el echo de saber que hoy vería por ultima vez a mi madre hacia que no pensara en nada mas. Miraba a mi "Compañero" que estaba mas ateto que nunca y más cunando el profesor mostró las esculturas de los gatos ¿Qué rayos le pasaba con los felinos a este tipo?, pero a decir verdad daba algo de ternura ver como los miraba, con sonrisa disimulada y los ojos perdidos en ellos, daban ganas de hacer una escultura, de ese rostro perfecto, con esa mirada seductora, finos labios, nariz respingada, y ese cabello despeinado, sin darme cuenta solté un suspiro, y este volteo hacia mi, escondiendo mi rostro en el libro, para disimular mi rubor, rayos quien no se pondría así con esa mirada, maldito demonio.

-Bueno hasta aquí llegamos por hoy, los veo la próxima clase, y no olviden que es el examen parcial estudien a fondo por favor

Suspire, rodando los ojos mientras guardaba los libros, y demás cosas en mi mochila negra cubierta de pines. Observe a lo lejos que las "Fanáticas" de mi demonio me veían con cara de acecinas, como si les hubiera tirado pintura a su ropa de alta costura.

-Es hora de irnos Señorita

-Lo se ya voy- mire tras de el, y el se dio vuelta- solo espero que se vallan, y llámame por mi nombre maldita sea

-Lo siento Roxanne, a demás parece que no les agrada que este con usted- rió por lo bajo- de todas formas a mi no me agradan- tomo mi mochila- vamos a casa Roxy- dijo con voz seductora, y una mirada tal que nadie podría resistir.

Abrí los ojos como platos, nadie jamás me había llamado de esa forma, ni siquiera mi madre ni mis amigas, a quienes les hablo por celular o Internet, ya que no podía verlas desde que me mude al centro de Londres. Se sintió raro en principio, porque el me trataba como si fuera una dama de varios siglos atrás. Sin mas caminamos junto a las arpías de cabello rubio, que me miraban con mas odio que nunca, lo triste de la situación es que jamás me habían echo caso hasta que apareció Sebastián en la escuela, parecieron verme recién en ese momento. Tome aire y sin pensarlo dos veces le tome la mano a mi demonio, quien me miro comprendiendo mi plan, a ellas se les callo la mandíbula asta el suelo cuando nos vieron así, y a decir verdad creo que una de ellas se puso a llorar, cosa que me dio mas satisfacción aun.

-Usted puede ser malvada cuando se le pasa por la cabeza- me miro con media sonrisa

-Solo quería reírme de sus caras, no pueden tener siempre lo que quieren, a demás, a partir de hoy saben quien soy

Seguí caminando tomada de su mano hasta salir de la institución, luego lo solté quedándome en silencio, de manera tal que, mientras caían las hojas de los árboles, las miraba pensando quien fue capas de hacerle tal cosa a dos personas y de la misma manera, pero ¿Porqué al padre de Yan también? ¿A caso el acecino buscaba algo en especial de ellos? ¿Los habrían mandado a matar por algo en especial? ¿Cuál seria la razón de ello?, la cabeza la tenia llena de preguntas. Iba tan distraída que no me había dado cuenta que había topado con alguien. Era un hombre alto de cabello plateado, de nariz tan respingada como Sebastián, y ojos verdes con un toque de amarillo, iba vestido con un traje completamente negro, este tenía una marca peculiar en el rostro como si lo hicieran cortado o algo así. Me miro serio, y luego comenzó a reír como un desquiciado, mi demonio y yo lo miramos aturdidos queriendo entender que le hacia tanta gracia de que me lo llevara de frente.

-Lo…lo siento- tartamudee

-no tenga cuidado señorita jijiji- alzo sus manos hasta su rostro dejando ver solo su risa y nariz, ya que su cabello tapaba sus ojos- veo que viene acompañada jijiji tanto sin vernos mayordomo

-¿mayordomo?- mire a Sebastián, quien endureció la mirada

-¿como? ¿Ella no lo sabe? Eso esta muy mal jijiji

-hola, Undertaker- dijo con frialdad- que remedio, mi amo anterior perteneció a la época Victoriana, y ese hombre es Undertaker el es un shinigami

Había oído de ellos, que son dioses de la muerte, pero ¿que hacia uno aquí tan cerca de la escuela?, acaso ¿se llevaría el alma de alguien?

-si tienes un demonio con tigo quiere decir que quieres algo, y sabes su precio- pico mi mejilla- quizás yo te pueda ayudar en algo, pero tendrá que ser en la noche tengo trabajo que hacer- se fue saludándonos con las dos manos

-¡Hey espera!- grite y no me hizo caso

-será mejor que lo deje tenemos que prepáranos para esta noche

Me resigne a hacerle caso, caminando a la estación de tren, el cual alcanzamos justo a tiempo, y donde como siempre no había casi nadie, esta vez me senté junto a la ventana, ese tipo me había puesto algo nerviosa realmente, y el clima que estaba habiendo no me ayudaba demasiado a pensar claro.

Nos encontrábamos en la iglesia frente al parque, yo estaba sentada junto a ella, a quien habían vestido, de un celeste muy claro, dejando suelto su cabello negro, en sus manos sostenía rozas rosadas, yo la miraba bajo mi pequeño velo negro, traía puesto un vestido negro y zapatos, junto guantes de encaje. Trataba de no llorar y tragarme las lágrimas, me aleje del féretro, viendo a Yan allí, hice caso omiso a su presencia y Salí del lugar tapándome con mi demonio y el shinigami, no comprendía muy bien la situación, pero ambos me miraron, haciendo un gesto con la cabeza para que los siguiera, no dije nada y fui tras de ellos, caminamos un buen rato por las calles de la ciudad hasta llegar al cementerio, nos paramos donde estaría la tumba de mi madre.

-Muy bien ¿a que me trajeron?

-jijiji es sobre Amber Miller

Era sobre mi madre, quizás no eh dicho su nombre pero se llamaba Amber Miller de Tanner mi difunto padre, al que no pude llegar a conocer, por el echo de que murió cuando nací.

-¿Qué pasa con ella?- dije entre dientes

-como ya sabes la acecinaron- dijo y tomo una galleta en forma de hueso de su saco- jijiji ella no tenia ni deudas ni cosas de ese tipo, pero sabia demasiado de alguien al igual que el Señor Jhon Tailer jijiji, y puede que ese alguien tenga algo que ver.

Me quede pensando un minuto, mientras que a lo lejos traían el cajón, así que decidí irme de ese lugar, no por el entierro en si, sino, porque no quiero aguantar que mis parientes estuvieran dándome el pésame cada cinco minutos. A demás me había quedado pensando de quien estaría hablando ese hombre, no creo que sea un vendedor de drogas o la mafia, ella era muy reservada para todo, ya que era abogada, quizás eso también tenia que ver, quizás algún fallo, salio mal en la corte, pero no podía tirar ideas al aire, tenia que estar tranquila para poder pensar, y en la calle no podía ser, a ver si no me chocaba con un árbol o algo de eso. La fría lluvia comenzó a caer sobre nosotros, pero casualmente Sebastián había llevado un paraguas, no solo era inteligente y mañoso, sino que era precavido. Por suerte mi casa estaba a pocas calles del cementerio, Londres a pesar de ser grande, tiene varios sitios cerca de mi casa, pero no la universidad por desgracia, me gustaría vivir mas cerca, pero eso no es problema realmente. En lo que realmente debía poner mi cabeza era en saber quien hizo mi vida completamente infeliz en estos momento, y en el maldito examen sobre Egipto, quizás en eso, el demonio podría ayudarme un poco.

Al llegar de una vez a la casa, le di de comer a Orus, y me tire en el sofá resoplando del cansancio, mire al techo viendo dibujado algo en el, dos enormes ojos celestes de gato, me mordí los labios y mire a Sebastián, quien de por si ya había agarrado al felino.

-¿Qué es lo que te pasa con los gatos?- pregunte histérica- yo los amo me encantan, pero tu pasas de la raya

-Me a atrapado señorita Roxy- seguía con el gato en brazos y me miro- lo que sucede es que de donde yo provengo, las "mascotas" son seres repulsivos, y no tienen la belleza y la gracia de los gatos, además de el hermoso pelaje sedoso, sus pequeñas patas con sus esponjosas almohadillas, son simplemente perfectos

Lo miraba, entendiendo un poco lo que le pasaba con mi gato, ¿serian tan feos los seres que el dice?, en que estoy pensando debería pensar en otras cosas por todos los cielos. Cuando reacciono, me doy cuenta de que ya no estaba ahí, lo busque con la mirada y no lo encontré, así que decidí pararme para buscarlo, mire, por la hendija de la puerta de la cocina, entre lentamente y ahí estaba preparando leche caliente. Me senté en la mesa mientras lo miraba, al parecer pensaba que taza utilizar, mientras suspiraba desilusionado, parecía la escena de una vieja película muda. No se había percatado de mi presencia, hasta que miro sobre su hombro, el realmente tenia aires de mayordomo, sonrió, volvió la mirada a la taza de flores lila que había tomado, lo coloco en un plato del mismo color, dejándolo frente a mi.

-¿Cómo fue cuando eras mayordomo?- pregunte dándole un sorbo a la deliciosa leche con miel

-La verdad mi amo era algo caprichoso y mal humorado, y algo dependiente, como mayordomo protegía su vida, cada mañana le llevaba el te, mientras le ayudaba a vestirse y comentar los deberes, a su vez también lo ayudaba a cumplir su venganza al igual que usted perdió a sus padres.

-oh ya veo- dije mirándolo sorprendida- y… ¿extrañas ser mayordomo?

-en ocasiones si…- admitió mirando a la ventana empañada

-entonces…serás mi mayordomo…pero, solo si quieres hacerlo- me pare frente a el- aunque esto no es una mansión

-lo haré si eso es una orden

-lo es

Dicho esto hizo una reverencia frente a mi, admito que fue algo incomodo, mire la hora, eran las once treinta de la noche, abrí los ojos mientras corría a mi cuarto dejando a Sebastián solo en la cocina. No se si cerré la puerta lo que si se es que me acosté con la velocidad de un rayo, aunque no podía dormir, tome el celular, para poner música, pero lo ultimo que escuche antes de quedarme dormida fue…

- buenas noches, My Lady…
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