Descuidado...

Publicado por BúhoOscuro en el blog La Taberna de BuhoOScuro16. Vistas: 284

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—Fuiste descuidado— Su voz era demasiado sedosa y sus pasos un desliz curioso entre las rocas. El gran amo de las pesadillas era un demonio, pero uno muy elegante.

—Ja. Ja. Realmente duele—Susurro el joven que se encontraba en el piso bañado en carmín. La sangre tibia comenzó a enfriarse a medida que pasaba el tiempo y el señor de las tinieblas podía percibir como el sonido palpitante de aquel corazón humano comenzaba a disminuir.

—Por supuesto— Respondió con altanería, mientras observaba sus uñas con demasiado detenimiento —La muerte duele. Las personas mueren precisamente porque no pueden soportar tanto sufrimiento. Los humanos mueren porque no tienen la capacidad para soportar tanto dolor.—

Sonrió.

Era la primera vez que el joven lo observaba sonreír. Pero aun así, no era una sonrisa con burla o desprecio, sus ojos solamente demostraban una profunda tristeza. Como la de un hijo al perder a un padre. Como la de un padre al perder a su hijo. —Demonios…— La sangre brotaba cual río por cascada de su boca con cada palabra. —Si sigues así… realmente me van a dar ganas…. De llorar. Imbécil— Su pecho se oprimió tanto que sintió romper dos más de sus costillas.

El señor de las pesadillas sonrió de nuevo. —Pues hazlo entonces, y demuéstrame cuan débil eres realmente— Sintió como su cabeza era tomada en dos manos frías y largas. Huesudas como la de un anciano anoréxico. Pero con la suavidad y ternura con la que se tomaría la cabeza de un bebe recién nacido, aunque su cara mostraba esa típica expresión de desinterés e indolencia. —Pequeña escoria negligente.—

—Te voy echar de menos…estúpido demonio de pacotilla.—

—¿Cómo me podrías extrañar si estarás muerto?—

Su cuerpo se sentía cada vez más y más pesado. Seguir despierto le estaba costando mucho trabajo. Tenía sueño y quería dormir. Pero sabía que si lo hacía jamás despertaría de nuevo. Sabía que aquel demonio tenía razón, porque la muerte no es como las personas creían. Cuando alguien muere, muere su nombre y todo lo que lo rodea. Cuando alguien muere, muere también su existencia, y todo aquello en lo que creía y lo que había luchado.

Porque eso era la muerte.
La muerte era la nada.
Excepto para ese demonio.​

—No. Porque sé que cuando muera, tú te encargaras de buscar a esa alma en pena, y le pondrás un nombre estúpido o no le pondrás ninguno como tú….— Sus ojos se cerraron suavemente, el joven no fue capaz de ver como los de aquel demonio que por tanto tiempo lo persiguió se abrían con espanto —Entonces, algún día, decidirás que es tiempo que esa alma en pena busque la salvación y la dejaras ir…..— Su voz se volvió sedosa, como un débil susurro en medio de la noche lluviosa —Entonces yo… te voy a echar de menos….—

Una lágrima negra cayó sobre el pálido rostro del joven. —Fuiste descuidado…— Su voz era demasiado tersa y su respiración demasiado brusca. El gran amo de las pesadillas ya no era capaz de percibir los latidos huraños de aquel corazón humano. —Fuiste descuidado...— Y a una lagrima le siguió otra, y pronto se volvió un río embravecido que caía con dolor y rabia. —Tú nunca cambiaste.—

Porque así era la muerte.
Y claro que dolía.
Incluso a un demonio despiadado como él.
—Y seré yo quien te eche de menos. Estúpido—
Que llora cuando pierde a un hijo.
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