Cuentos inconclusos

Publicado por Atl en el blog Las manchas del jaguar. Vistas: 272

Hay ocasiones en las que escribo pequeños fragmentos de historias de personas que no existen que me son imposible de terminar, como si esas personas no quisieran que sus vidas fueran contadas, como si no quisieran que sus pensamientos se fueran a mis palabras. Son tantos que tengo libretas y kilobytes llenos de estos fragmentos, pero hoy quiero compartir este de dos enamorados que no quieren que termine la historia que con ellos había empezado.

Rozándose

Este cuento no empezó cuando él subió al vagón de un metro como tantos que hay en el mundo, este cuento no empezó cuando ella se sentó en uno de aquellos sucios lugares verdes que adornan esos olorosos espacios. Lo cierto es que no estoy seguro cuándo empezó; pudo haber empezado cuando él salió de casa ese día con una mochila en la espalda y pensando en cualquier cosa, tal vez, sin importancia, también pudo haberlo hecho cuando ella se bañaba con agua tibia y escuchaba entrar por la ventana la música de algún vecino. De lo que estoy seguro es que no empezó cuando él puso su cuerpo junto al de ella, casi rozándose. De eso estoy seguro porque este cuento ya estaba escrito y no empezaba así; empezaba antes. Antes, quizá, de que él y ella se fueran a dormir la noche anterior, pero que tan atrás en el tiempo no me atrevería a decirlo, pero fue antes; antes de que él notara que estaba junto a ella y dejara de pensar en esa cualquier cosa que le había rondado la cabeza desde que salió de casa, de que ella olvidara la melodía de esas letras que le atormentaron durante su baño. No lo tengo claro, puede ser que ellos se hayan conocido antes, casi puedo verlos jugando juntos en el mismo parque; aunque eso sería algo así como destino y este cuento no trata sobre el destino, trata de él y ella subiendo a un vagón de la línea tres, de eso trata y de nada más. Por eso no pudieron conocerse antes, pero es cierto que este cuento empezó antes. Ella no sintió que algo así como que un vaso de agua tibia se le derramaba en el brazo al sentir el calor que dejaba traspasar la camisa que él llevaba cuando este cuento ya llevaba escritas muchas líneas.
Da clic para expandir ...