Capítulo 3, Parte 1

Publicado por BndW Owl en el blog El blog de BndW Owl. Vistas: 69

Al acabar de comer y después de despedirse de sus compañeros, Yumi montó en su bicicleta y pedaleó con velocidad hacia su casa. Había quedado para charlar con William alrededor de las dos de la tarde, y no quería hacerle esperar. Desde que William se fue a los Estados Unidos a mediados de agosto, su relación de pareja se había basado en llamadas telefónicas internacionales. Empezaron a salir a principios de verano, y aunque Yumi no las tuviera todas con sigo, William siempre consiguió actuar de forma oportuna en los momentos adecuados, haciendo que lo suyo funcionara realmente bien. Pero había un pequeño problema, y es que Yumi no le había contado a nadie sobre William, aunque él pensaba que sí. Y no tenía ninguna intención de hacerlo.

Aparcó la bicicleta en el jardín, saludó fugazmente a su madre y hermano, y cerró tras de sí la puerta de su habitación mientras telefoneaba a San Francisco.

— ¡Hey! ¡Mira quién es! Hola, preciosa.

— Hola, Will. Me alegra mucho oírte… ¿Cómo estás?

— Pues bien, aunque aquí ya se está poniendo el sol. Estaba a punto de empezar a preparar la cena.

— Es verdad. Seis horas de diferencia, ¿no?

— Sé que es una mierda para hablar, Yumi, pero tendremos que acostumbrarnos. ¿Cómo fue el primer día de clase? ¿Qué tal el reencuentro con los demás?

— Nada mal. Latín sigue siendo bastante duro, pero se hace lo que se puede… Los chicos están realmente bien. En serio, alucinarías si los vieras… Especialmente Odd y Ulrich. No parecen los mismos. Ahora son unos putos gigantes.

— ¡Culpa de la testosterona! Todos hemos pasado por eso, pero en mi caso, mi cuerpo se lo tomó con más calma. El proceso fue bastante gradual.

— Aelita y Jérémie están juntos. Definitivamente, esta vez. Es realmente fantástico.

— Me alegro, de verdad. Me sorprendería que siguieran escondiéndolo, porque han pasado varios años…

— Sí, todos estamos muy contentos por ellos, se merecen lo mejor. ¿Y tú, cómo estás? ¿Te tratan bien esos yanquis?

— No me puedo quejar. Esta noche he quedado con unos compañeros del instituto al que me han asignado. Cruzo los dedos para que no me hagan ninguna novatada, pero en este lugar nunca se sabe. Están todos como una puta cabra.

— Modestias aparte, Will… ¡Si se meten contigo, se arrepentirán de haberlo hecho! Te conozco demasiado bien, pero ellos no, y eso será su gran desventaja.

— Tienes toda la razón. Al final, querrán romperme la cara a puñetazos.

William se reía a carcajadas al otro lado del teléfono. Yumi podía oír como le daba caladas a un cigarrillo, y expulsaba el humo mientras hablaba. No hacía mucho tiempo atrás, él había empezado a fumar, y no fumaba precisamente poco. La chica nunca supo con certeza qué fue lo que le inclinó a comenzar, pero ya al principio de las vacaciones, ese chaval de 17 años se terminaba paquetes enteros de Marlboro en un par de días. Ella intentó varias veces que lo dejara, y nunca tuvo éxito. Yumi siempre tuvo la terrible intuición que el tabaco le ayudaba a superar su fracaso como guerrero de Lyoko, aunque por supuesto, nunca se lo preguntó.

— … Te echo de menos, William. En serio…

— … Anda, tonta, cuéntame cómo va tu libro.

— … Pues escribí hace poco algunos párrafos más… Si quieres, puedo leerte algunas líneas. Pero… te aviso que no es más que un borrador…

— Da igual eso. Me encantaría oírlo. Dispara.

Yumi rebuscó sus notas entre el desorden de su escritorio, y al encontrar la página que le interesaba, empezó a leer. William la escuchaba con atención mientras se terminaba el cigarrillo. Adoraba oír su voz calmada e íntegra. El compás rítmico de sus palabras le relajaba y al mismo tiempo, de la forma más extraña, le parecía tremendamente sensual. Quería a esa chica con locura, y no sabía cómo decírselo sin parecer un gilipollas enamorado.

— Yumi… ¿estás sola?

— ¿Cómo?… Sí, estoy en mi habitación.

— … ¿Qué llevas puesto?

Ella supo al momento lo que iba a pasar a continuación. Yumi sonrió, dejó sus notas a un lado, y observó su atuendo. Nada especialmente sexy, la verdad. No tuvo más remedio que mentir.
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