Capítulo 13, Parte 1

Publicado por BndW Owl en el blog El blog de BndW Owl. Vistas: 7

Esta vez sí que su trabajo había terminado. Eran las tres y algo de la mañana, y Aelita estaba absolutamente reventada. En ese momento, no había nada en el mundo que le apeteciera más que tomarse una fresca cerveza con limón junto a sus amigos, y luego irse a la cama como un cohete.

Odd había tenido el considerado detalle de colocar un pequeño cubo con hielo repleto de Radlers cerca de donde ella pinchaba, con destapador incluido, para que la pobre chica no tuviera que hacer el tedioso camino desde el tocadiscos a la cocina cada vez que quisiera algo de beber. Aelita cogió una de esas botellas, la abrió y le dio un profundo trago a su contenido. “Joder, qué gustazo…” El frescor de la bebida le revitalizó el cuerpo, y sintió resucitar sus sentidos. Dirigió su mirada al otro lado del comedor, donde dos sonrientes Jérémie y Odd la saludaban con la mano, indicándole que se reuniera con ellos. Pero justo antes de que la chica comenzara a caminar hacia allí, dos tipos desconocidos la acorralaron en un abrir y cerrar de ojos.

— ¡Mira qué tenemos aquí, Geoff! Una estrellita… ¡caída directamente del cielo!

— Brutal, Princess Gum… Tía, en serio… ¡eres una DJ de putísima madre!

— Vaya, gracias, chicos… Me alegra que os haya gustado tanto.

Ella no pudo evitar sentirse algo acosada por esos dos. Basándose en su pestazo a alcohol y sus desequilibrados movimientos, a la chica no le costó mucho deducir el alto nivel de embriaguez que los chavales llevaban encima. Sus ojos enrojecidos la escaneaban de arriba abajo, sin ni siquiera intentar ocultar la atracción sexual que sentían hacía ella, y esa falta de pudor en las formas la incomodó de sobremanera.

— De verdad, ha sido una pasada… Se nota que tienes un don para el techno ¿a que sí, Benoît? — dijo Geoff, quien conseguía mantenerse en pie apoyado en el hombro de su amigo. — Este cabrón de aquí es tu fan número uno… Venga, tío, díselo…

— ¡¡Cállate la puta boca, coño!! Deja de avergonzarme, joder… — Benoît le dio a Geoff un fuerte y agresivo codazo en las costillas, y Aelita fue incapaz de disimular su inquietud. Ese chico no parecía controlar sus impulsos en absoluto. — No le hagas caso a este capullo… Yo también pincho en fiestas de vez en cuando, ¿sabes?

— Ah, pues genial… Estaría bien escuchar tus mezclas… algún día de estos. — Aelita no se sentía nada a gusto, aunque le dio un sorbo a su bebida con aparente tranquilidad.

— … A ti te doy un concierto privado cuando quieras, guapa… Eres todo un bomboncito, ¿lo sabías? Hay que admitir que da gusto verte… — Benoît clavó sus sucios ojillos de rata en el escote de Aelita, a la vez que se humedecía los labios.

— Ben, te has pasado con la hostia, colega… — Geoff se masajeó su dañado costado, pero estaba tan ebrio que olvidó enseguida el dolor. — Oye, nena, ¿por qué no te tomas algo con nosotros? Así, en plan tranqui… Charlamos un poco y tal…

— Pues… es que mis amigos me están esperando, y la verdad… estoy un poco cansada. Puede que, dentro de un rato, ¿vale?

— Oh, vamos, preciosa… Una birra pequeñita… Venga, sólo una, y te dejamos en paz. — insistió Ben, el cual irritó muchísimo a Aelita al pasarle un brazo por los hombros.

— No, chicos, en serio… Os lo agradezco, pero… Mejor luego.

— Joder… ¿Cuál es tu problema, princesita?… ¿Te gusta hacerte de rogar, o qué?

Benoît dobló el brazo con firmeza, forzando a Aelita a acercarse más a él. Ella intentó oponer resistencia, y movía su cuerpo desesperadamente con la intención de liberarse. Sin embargo, el chico la superaba en fuerza, y se reía como un miserable mientras disfrutaba viendo los intentos sin éxito de Aelita para despegarse de él. Benoît comenzó a manosearle el trasero con rudeza, y ella se puso tan nerviosa que soltó un grito y dejó caer al suelo su botella de Radler a medio beber, la cual estalló en pedazos.

El escándalo hizo que algunas de las personas que les rodeaban empezaran a darse cuenta de la alarmante situación, e intentaron hablar diplomáticamente con Benoît para que soltara a Aelita. Sin embargo, él no los escuchaba, y aunque eran muchos los que observaban la escena con preocupación, nadie se atrevió a enfrentarse a ese borracho despreciable… absolutamente nadie. Hasta que Jérémie apareció, abriéndose paso furiosamente entre la muchedumbre, y sin pensárselo dos veces, le reventó la nariz a Benoît de un puñetazo.

A causa del inesperado impacto, el chico soltó a Aelita instantáneamente, y se llevó una mano a sus adoloridas narinas. Al comprobar que estaba sangrando, se giró iracundo hacia su agresor.

— … ¿Qué cojones haces, gilipollas?

— Lo que nadie ha tenido el valor de hacer… — Jérémie se frotó sus temblorosos nudillos, sin dejar de mirar a Ben a los ojos. — Ni si te ocurra volver a tocar a mi novia.

— ¿Tu novia? ¿Cómo que tu novia? — Benoît soltó una fuerte carcajada mientras la hemorragia le cubría los dientes. — Aquí, tu “novia” y yo nos lo estábamos pasando muy bien… así que yo de ti, me apartaría y dejaría de tocar los huevos…

— Te repito que es mi chica… ¿Qué es lo que no entiendes, pedazo de idiota?

— … ¿¡Cómo coño me has llamado!? — Benoît agarró con violencia a Jérémie por el cuello de su camisa, manchándosela con gotas de sangre. — No sabes con quién te estás metiendo, cuatro-ojos de mierda… ¡¡Voy a romperte los putos dientes!!

Desesperada, Aelita intentó separarlos mientras gritaba pidiendo ayuda. Pero sus esfuerzos eran en vano, porque la gente de su alrededor parecía encontrarse en un estado de shock del cual no sabía cómo salir. Por fortuna, Odd surgió a toda velocidad de entre la multitud y, usando todo su ímpetu, consiguió apartar a Benoît de Jérémie y se colocó entre los dos para evitar la inminente pelea.

— ¡Ei, ei, ei! Ben, tío, cálmate. ¿¡Se puede saber qué cojones pasa aquí!?

— ¿¡Que qué pasa!? Este puto gafotas está intentando quitarme el ligue, ¡eso pasa!

— ¡Yo no soy tu ligue, imbécil! – dijo Aelita con firmeza. — Sí que estoy con él, pero, aunque no lo estuviera, ¡no tienes ningún derecho a toquetearme sin que yo quiera!

— ¿¡QUÉ!? Oh, venga ya… No me jodas, nena, ¡pero si es obvio que lo pedías a gritos! Sólo hace falta verte…

Ese comentario fue demasiado para Odd. El italiano miró a Benoît fijamente a los ojos, con una colérica expresión en el rostro que podía aterrorizar a cualquiera.

— … ¿Qué es lo que acabas de decir? — la voz de Odd se volvió recelosamente pausada, haciendo que el aire de su alrededor se sintiera tenso e irrespirable.

— Odd, colega… Vamos, en serio… Tú sólo mírala…

— … Ben, lárgate de aquí ahora mismo…

— … Pero, tío, ¿Qué dices?

— Que te pires, Ben… No voy a tolerar esta mierda en mi propia fiesta…

— … Odd, vamos, hablemos un momento…

— ¡¡QUE TE LARGUES DE MI PUTA CASA!! — Odd empujó con fuerza a Benoît, haciendo que éste impactara sonoramente contra una estantería situada a sus espaldas. — ¡¡FUERA, JODER!! ¡¡O TE ECHO A PATADAS!!

Benoît se incorporó con torpeza mientras observaba a Odd con ojos asustados. Nunca en su vida había visto al italiano tan enfadado, y eso hizo que se cagara encima del miedo. La chulería que mostró contra Jérémie se redujo a nada, y no tuvo agallas para hacerle frente a Odd, el cual le ganaba en altura y, por lo que parecía, también en agilidad. Ben no tuvo más remedio que aceptar su derrota, y se limpió la sangre de la cara con la manga de su sudadera mientras resoplaba con reproche.

— Tranquilo, colega, ya me voy… Igualmente, esta fiesta es un puto asco.
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