Capítulo 1

Publicado por BndW Owl en el blog El blog de BndW Owl. Vistas: 50

— … ¿Ulrich?

Yumi quedó petrificada. No podía creer lo que veían sus ojos. Un chaval corpulento, de extremidades fuertes y hombros anchos, se giró para recibirla. Él no se controló, y sonrió radiantemente al verla.

— ¿Qué te pasa? ¿Has visto un fantasma, o qué? — le dijo, con una mirada intensa y sensual.

— … ¿¿Por qué cojones eres más alto que yo??

— Te queda bastante bien el pelo largo, enana.

Ulrich la abrazó amistosamente, y ella no pudo evitar enrojecerse. Por primera vez en toda su vida, Ulrich la cogía a ella, en vez de ella a él. Notó como su masculinidad la envolvía y ese sentimiento, curiosamente para Yumi, le pareció bastante agradable. “Te dije que te sorprenderías al verme”, le susurró él al oído. Ella rio con vergüenza, y al apartarlo, sintió miradas celosas clavadas en su cogote. Ulrich Stern siempre había sido un joven popular en el instituto y ahora, con ese cambio físico, probablemente lo sería más que nunca…

Sissi Delmas los observaba con rabia, rodeada por su legión de seguidoras femeninas. Gracias a su fama y su descaro, la muchacha más erótica y presumida del colegio se convirtió rápidamente en la chica mala de la academia Kadic por excelencia. Siempre estuvo locamente enamorada de Ulrich, y al verlo esa mañana después de unos largos tres meses de vacaciones, sólo pudo humedecerse los labios y pensar que, ese año, iba a conquistar a ese chico costase lo que costase… Aunque eso significara joderle la vida a cualquiera que se cruzara en su camino.

— ¡Buenos días, chicos!

Jérémie y Aelita se reunieron con ellos, con dos sonrisas de oreja a oreja. Ulrich y Yumi notaron un pequeño detalle en sus amigos, y es que llegaron cogidos de la mano. Parecía que habían decidido no esconderse más, y eso, aunque les diera algo de envidia, sobre todo les alegró muchísimo.

— Ulrich Stern… ¿Se puede saber qué has comido durante estas vacaciones? ¡Tío, eres una maldita torre! — exclamó Jérémie, recolocándose las gafas y observándole de arriba abajo.

— Habrá sido mi sangre alemana, que hace maravillas. ¡Aunque tú también has crecido un poco, Jérémie! Y joder… qué elegancia traes… Con esa camisa blanca pareces un profesor en vez de un alumno.

Ulrich y Jérémie se codeaban amigablemente mientras Aelita abrazaba a Yumi con ternura. Al verla, Yumi pensó que Aelita no había cambiado en absoluto. Ella seguía siendo su amiga adorable, de pelo rosa chicle y un estilo de vestir algo rompedor, pero con una personalidad dulce e inocente. Sin embargo, al abrazarla lo notó claramente. Sus pechos eran… bueno… enormes. “¿Así que tienes dos nuevos amigos?” le susurró mientras se aguantaba la risa, a lo que Aelita respondió “Calla, calla… Ni siquiera sé cuándo han crecido tanto…”. “Bienvenida a la pubertad, bonita” murmuró Yumi, y Aelita sólo pudo enrojecer y taparse la cara con las manos.

Y entonces, sonó la campana. La hora de empezar el nuevo curso había llegado al fin, y los cuatro amigos comenzaron a moverse hacia el interior del edificio.

— ¿No deberíamos esperar a Odd? Seguro que está a punto de llegar. — preguntó Aelita, con un hilo de esperanza en su voz.

— Aelita… Tan honrada como siempre… Te he echado de menos. — Ulrich la agarró por los hombros con dulzura, mientras la guiaba hacia las escaleras de la entrada. — Ese capullo se las apañará solito. Le conoces de sobra.

Juntos llegaron al tercer piso, donde se separaron de Yumi, que siguió su camino un piso más arriba hacia su primera clase de Latín Avanzado del que iba a ser su último año de instituto. Los demás se dirigieron a la entrada de otra clase muy distinta. Filosofía. Aún y haber escogido Bachilleratos distintos, nadie podía saltarse las asignaturas troncales, las cuales compartían. Aelita parecía especialmente emocionada con esa materia. “¿Aprender la base del razonamiento humano y la verdad universal en una sola hora? Me parece una locura, y estoy deseando empezar”, le confesó a Jérémie, mientras éste, orgulloso de su compañera, le guiñaba un ojo y la invitaba a sentarse a primera fila.

Ach du Scheiße

Ulrich sintió una intensa incomodidad al pasar de lado a Sissi Delmas. La obsesión compulsiva de esa chica ya duraba demasiado, y aunque reconocía que no le disgustaba el hecho que la adolescente más popular del colegio se deshiciera por él, sus miradas de deseo eran demasiado obvias y molestas para el reservado alemán. Él quiso evitar cualquier contacto innecesario, y al sentarse en un pupitre doble, se apresuró a colocar su mochila sobre el asiento vacío a su lado justo antes de que Sissi intentara apropiarse de él. La pícara sonrisa de Sissi se transformó rápidamente en una mueca de desconcierto, y Ulrich sólo pudo encogerse de hombros y mentir como un bellaco “Lo siento, Sissi. Odd está al caer. Me ha pedido que le guarde sitio”.

La puerta de la clase se cerró al entrar el profesor Gilles Fumet, el cual dio la bienvenida a todos los presentes mientras daba un pequeño discurso sobre moralidad, recordando las normas del prestigioso colegio, y haciendo hincapié a “estar en clase a la hora” como muestra de educación y respeto hacia compañeros e instructores. Jérémie y Aelita miraron de reojo a Ulrich, y los tres amigos no pudieron sostener la risa. Ese imbécil de Odd volvería a estar en la punta de mira de todos los docentes en muy poco tiempo.

Al terminar su monólogo, Gilles empezó a pasar lista: Abulabbas, presente… Amond, presente… Belpois, presente… Blanchet, presente… Charpentier, presente… Cortés, presente… Damian, presente… Entonces, el profesor respiró hondo, como si se estuviera preparando mentalmente para decir el siguiente apellido y no esperar respuesta alguna.

— Della Robbia.

— ¡PRESENTE!

La puerta de la clase se abrió de golpe, y por ella apareció Odd, intentado recuperar el aliento después de subir las escaleras de dos en dos y a toda prisa. Varios alumnos empezaron a aplaudirle, y entre felicitaciones y silbidos, Gilles intentó poner algo de orden.

— Señor Della Robbia… aunque supongo que ya lo sabes, llegar tarde en tu primer día de clase no favorece en absoluto tu expediente…

— Profesor Fumet… Si me permite puntualizar… — dijo Odd entrecortadamente entre inspiración y exhalación. — En realidad, no he llegado tarde, porque he contestado al oír mi nombre en la lista… De modo que, técnicamente… sigo siendo un alumno ejemplar.

— Gracias por iluminarnos a todos con tu agudeza, Odd. Ahora toma asiento, por favor…

Odd saludó con un guiño a Ulrich, y éste apartó la mochila para que su amigo se sentara a su lado. El alemán no podía quitarle los ojos de encima. El cambio que había pegado Odd era simplemente increíble. No sólo llevaba un pendiente en su oreja izquierda y su peinado era distinto, sino que además había ganado centímetros. Muchos centímetros.

— Oye, tío… ¿Cuánto mides? — preguntó Ulrich en un susurro. Odd arqueó las cejas para crear suspense.

— Uno… ochenta… exactos.

— No jodas. — Ulrich rio contenidamente.

— ¿Y tú? No te creas que no me he dado cuenta.

— … Te gano por cinco puntos.

— La hostia, Ulrich, estás hecho todo un playboy. — bromeó Odd, mientras saludaba cautelosamente con la mano a sus amigos en primera fila.

— Yumi se va a cagar en todo en cuanto te vea…
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