Callejera

Publicado por HaNi Venator en el blog Venator. Vistas: 527

Me puse a caminar tranquilamente entre la enloquecida multitud de raperos underground luego de una gran pelea callejera con esa chica, Hyuna, y yo. Me sentía dichosa, le había lanzado a la cara a esa maldita perra todos los malos pensamientos que tenía de ella entre verso y verso; la dejé impactada, sudando como un caballo luego de una maratón y temblando como si tuviese parkinson. Le había ganado, y por mucho.
Ahora me retiraba a mi cómoda casa. Ya era algo tarde, 00.30 hrs. creo que ya era hora de volver, ¿no?

Una hora prudente.

- ¡HaNi! te luciste hoy preciosa, nunca te había visto tan inspirada. Dame esos cinco. – me habló Tony caminando a mi lado.

- Ya lo creo, Tony. – golpeé mi mano contra la suya – No crees que me pasé ¿o sí? – mirándolo con una mueca en la cara.

- Nooooo, no. Claro que no HaNi, esa puta se merecía eso y quizás más. – su comentario me hizo soltar una gran carcajada. - ¿Vienes a celebrar? Sabes que hay junta a las una, ¿verdad? – preguntó al momento que íbamos saliendo del estacionamiento abandonado.

- Ah, sí, ya lo sé. Pero prefiero irme a casa, mis padres estarán esperándome. – dije deteniéndome.

- Bueno, preciosa. Ve con cuidado, ¿nos vemos mañana? – preguntó mientras me abrazaba.

- Claro, te llamó a la seis, en la tarde tengo que ir a retirar mi máquina. – deshaciendo el abrazo.

- Wow, hace mucho que no la tenías.

- Sí, por fin mi juguete vuelve. Estoy ansiosa por sentir su rugido en la carretera. – sonreí.

- Seguro que quedará estupenda. Cuídate HaNi. – dándome un beso en la mejilla.

- Siempre, Tony. – me despedí mientras seguía mi camino.

Tony era un amigo de la infancia, no éramos iguales pero nos llevábamos demasiado bien. Nos conocimos a los tres años por nuestros padres que eran amigos. Fuimos al colegio juntos, al liceo, y nos separamos para, yo ir a la universidad y él comenzar a trabajar en un taller pintando autos. Recuerdo que una vez le preste mi primera moto para que practicara, y…me arrepiento. Esa moto era negra con líneas rojas, quedó morada entera, y no precisamente porque la pintura que haya utilizado mi buen amigo hubiese sido de ese color, sino que primero decidió pintarla azul, y no le resultó, y cambió a rojo (porque era “el color de la furia”) y, bueno…resultó eso, un horrible, horrible color morado con secciones más rojas. Por suerte, pudimos arreglarla, enviándosela al jefe de Tony, y, actualmente, ¡GRACIAS AL CIELO! mi amigo ya se ha perfeccionado.

Llegué a mi casa luego de caminar unos 10 minutos, salté la reja, que ya estaba cerrada con llave, y luego abrí la puerta principal. Me dirigí a la pieza de mis padres y ahí estaban, acostados juntos mirando televisión.

- Hola, señores. – dije brincando sobre ellos sólo para escuchar cómo se quejaban.

- Ah, mi hija se ha dignado a llegar. – expreso mi padre dándome un beso en la frente. Me ubiqué entre ellos separándolos y abrazando a mamá.

- Lo siento, hubo un evento grande y no podía venirme antes. – cerré los ojos mientras sonreía triunfante.

- ¿Ganaste? – pregunto mi madre retorciéndose bajo mi abrazo de oso.

- Obvio – sonreí.

- Siempre lo supe, HaNini. – mi padre no se cansaba de decirme así, odiaba ese sobrenombre pero estaba demasiado cansada como para protestar.

- Bien, me voy. Padres, ha sido un gusto estar con ustedes. Buena noche. – me despedí dándole un beso a cada uno en la mejilla, para luego bajarme de la cama. - ¿Mis hermanos? – me detuve en el umbral de la puerta.

- Durmiendo como chicos buenos. – respondió mamá.

- Ah, sí, buenos ese par de delincuentes. – comenté riendo - Los amo, good night.

En serio, mis padres debían ser los mejores de toda la tierra. Eran simplemente los mejores. A pesar de lo molesta que puedo llegar a ser con ellos, más de un manotazo suave y una grosería no recibiré. Ellos son bastante liberales. Y mi atracción por las motos viene de ellos, bueno, más exactamente por mi papá. Cuando conoció a mi madre, él conducía una Yamaha 100, de color amarillo enduro, tenía algunas fotos y era EL pedazo de máquina, una joya preciosa. Mi madre vendía repuestos de autos en un pequeño local. Fue simplemente hermoso que se enamoraran, huían de la policía a alta velocidad en la carretera. Suena bien, adrenalina.

Me gusta.

Subí a mi habitación, y mi teléfono sonó anunciando un mensaje en el bolsillo trasero de mi jeans.

Mensaje nuevo

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- Hola princesa, te vi esta noche en el estacionamiento. Lo hiciste de lujo. Te extraño. ¿Crees que podríamos vernos este fin de semana? La otra vez la pase genial, y creo que tú también, podríamos repetirlo.

Bae.

Comencé a reír casi a carcajadas. Bae era un muchacho de 21, dos años más que yo. El otro día nos conocimos en un pub y nos besuqueamos en la puerta trasera que da al callejón. Nada especial, nada extraño para mí. No significó nada, fue sólo eso, uno que otro beso fogoso. ¿De dónde sacó mi número?...ni idea. Seguramente Eunji, mi amigo barman del pub, se lo soltó. Decidí no responder, era estúpido hacerlo, no seguía juegos pasados, jamás.

Mi teléfono comenzó a sonar, de nuevo, pero esta vez Or nah, de Ty dolla sing ft. The Weeknd y Wiz Khalifa, tono de llamada.

SunHi

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- Manicomio Internacional ¿Qué necesita? – contesté.

- HaNi, no juegues. – dijo entre risas – Sis, tengo el último rumor de la universidad. –

- Ah ¿sí?, ¿Vuelven las clases? – sí, no teníamos clases hace dos meses, la u se había quemado luego de que un grupo de desconocidos se internará en los edificios a altas horas de la madrugada y estallaran una batería de camión que derrumbó todo.

- Entramos el lunes – menos mal que hoy es martes, pensé – y con compañeros nuevos en el ramo de ingeniería en prevención.

- Aja, y ¿eso por qué me importaría a mí? – pregunte con cierto tono de indiferencia.

- Sis, por lo que he visto en sus perfiles de Facebook, son una bomba sexy de hormonas, son cuatro, y cuál de ellos mejor que el otro. Ese tal Seok Jin…mi Dios. – suspiré.

- Ay, quizás deberías internarte en un convento para que bajes esos flujos de necesidad que te rodean eh.

- HaNi, es en serio. – podía imaginarme un puchero en su boca al otro lado del teléfono.

- Gracias por la información SunHi. – reí.

- Me dormiré, mañana acompáñame a la peluquería. – me sonó a una orden.

- Okey, pero te llevo en Holy, mañana vuelve. – comenté feliz.

- La reina Holy vuelve a la acción ¿eh? Te espero mañana entonces. Te amo, sis. Bye.

- Igual yo, adiós. – corté.

Holy, mi Holy volvía después de mucho tiempo. Sí, mi moto, mi preciada moto tenía nombre. Mañana la retiraría del taller de mi padre luego de dos larguísimos meses en reparación. Me sentía entusiasmada. Nunca más volvería a correr sobre los 250 kilómetros por hora sobre el pavimento mojado y con un temporal de los mil demonios. Nunca más.

Un ruido, no, mejor dicho, un rugido me sacó de mis pensamientos. Me asomé por la ventana que daba a la calle tranquila, y entonces paso “él” sobre una preciosura de máquina, hace tiempo lo veía rondar por estos lugares pero nunca me había encontrado con él frente a frente. Me enamoré a primera vista de la motocicleta cuando una vez le vi entrar al estacionamiento del centro comercial. Nunca pensé en verlo a él y a su moto pasear a toda velocidad en altas horas de la noche cerca de mi casa. Sin embargo, el rugido del motor era una buena base de hip hop para mis oídos. Me dormí luego de un rato, tras cerrar la ventana y acostarme en mi cama.

Mañana sería un gran día.
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