Blood La Araña (segunda parte de Las Seis Hermanas)

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Blood La Araña

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La vieja puerta de vidrio sucio se abrió con un rechinido, dejando entrar a dos hombres que la cerraron tras de sí.

—Insisto que esta es una mala idea Gerald —habló el tipo fornido.

—Eres un cobarde Vlad —respondió el sujeto delgado con barba—. No se dé qué demonios te sirven esos músculos.

Habían entrado al viejo hospital abandonado para demostrar su valentía en una prueba de valor impuesta por sus amigos, la cual consistía en sacar uno de los bisturíes de ese hospital.

Frente a ellos se encontraba la recepción llena de polvo y basura con el tablón eléctrico de anuncios parpadeando y mostrando solo símbolos que demostraban que estaba dañado.

—Me sorprende que aun tenga electricidad —dijo Gerald al mirar los pasillos con lámparas parpadeantes.

— ¿A dónde iremos?

—Veamos… —caminó hasta la pared donde se encontraba un viejo mapa del hospital, el cual tuvo que limpiar con la mano—. Aquí —señaló con el dedo un cuadro azul que decía almacén de cirugía.

—No me gusta, es en la segunda planta.

—Si fuera por ti, ni siquiera hubiéramos entrado —comenzó a caminar en dirección al ascensor.

—Pero Gerald, pudimos comprar uno en vez de entrar.

—Este hospital marcaba sus herramientas con su nombre y un número de serie, no podemos simplemente comprarlo.

— ¿Pero si aparece uno de esos fantasmas de los cuales hablan?

—Patrañas.

Vlad lo siguió de cerca y se detuvieron frente a los botones, donde Gerald oprimió uno para llamar al ascensor.

—Sabes que eso no funcionara ¿verdad?

—Solo es curiosidad

Se escuchó como el viejo engranaje comenzó a funcionar con chirridos y marcha forzada, hasta que un fuerte sonido metálico se escuchó al tiempo que un fuerte golpe dobló la puerta del ascensor y una densa nube de polvo se levantó.

— ¡Maldita sea! —Gruñó Gerald—. ¡Rápido, por las escaleras!

Ambos se apresuraron a subir con rapidez los escalones hasta llegar a la segunda planta donde pararon un momento para recuperar el aliento.

— ¡Eso fue estúpido Gerald!

—Lo sé, pero ya no importa, ahora tendremos una historia graciosa que contar.

—Sí, muy graciosa…

Se alejaron de la escalera y con cada paso que daban se alejaban más de la tenue luz del sol que alcanzaba a verse a los pies de los primeros escalones, dejándoles solo la empobrecida iluminación, ya que se habían adentrado a un pasillo sin ninguna ventana. No estaban seguros como un lugar con más de cincuenta años clausurado aun contaba con electricidad, pero estaban agradecidos por ello.

Luego de unos minutos, Gerald se detuvo ante una puerta que tenía con letras desgastadas un anuncio que decía “Equipo de cirugía”.

—Aquí debe ser —empujó la puerta que se abrió con un rechinido y una tenue nube de polvo.

Al entrar se encontraron con un gran estante al fondo, varias sillas por el suelo llenas de telarañas y una mesa metálica.

—Debe de estar ahí —señaló el estante.

Gerald caminó directo al estante mientras Vlad apenas y se movió dentro de la habitación.

El hombre de barca estaba a pocos pasos del estante, pero se detuvo en seco al escuchar una risa infantil.

— ¿Qué demonios?

— ¡Te dije que este lugar estaba maldito!

Desde una esquina vieron una figura obscura que se les abalanzó mientras reía, por lo cual Gerald rápidamente levantó una silla y la quebró sobre su atacante, provocando un profundo llanto.

Al verlo con cuidado se dio cuenta que la cosa negra era una niña de no más de doce años, vestida con una camisa negra y pantalón del mismo color adornados con toques morados, quien por el golpe estaba boca abajo llorando mientras su cabeza sangraba, además de un pequeño sombrero lila y redondo a su lado manchado de sangre.

— ¡Lo siento pequeña! —habló asustado para luego caminar hacia ella.

— ¡NO TE ACERQUES! —Gritó entre llantos—. ¡Eres un hombre malo!

Vlad se acercó un poco.

— ¿Dónde está tu mamá?

— ¿Mami?, ella está en las estrellas —estiró el brazo y sujetó el sombrero.

— ¿Entonces estás sola?, ¿No tienes a nadie?

—Mis hermanas me cuidan, y Black me dijo que hacer si me encontraba con hombres malos…

Vlad se le arrodillo a su lado.

—No somos malos, todo fue un accidente y…

Vlad cambio las palabras por un profundo grito de dolor, cuando la pequeña levanto la cabeza y mordió su mano que entró por completo en la boca llena de colmillos, desgarrándola desde la muñeca, arrancándola desde el hueso.

El hombre cayó de espaldas sujetando solo los despojos de mano mientras se arrastraba hacia atrás tratando de alejarse.

— ¡ES UN MALDITO MONSTRUO!

Vlad escuchó claramente el crujido de sus huesos cuando la pequeña masticó y tragó.

—No soy un monstruo, soy Blood —sonrió con su boca llena de colmillos ensangrentados y ojos grises brillantes.

Gerald aterrado se echó a correr pero justo en el umbral de la puerta no pudo avanzar más, su cuerpo había sido atrapado por unos gruesos hilos rojos de araña que le impedían moverse, quedando atrapado dándole la espalda a su amigo y a la pequeña.

— ¡NO QUIERO MORIR! —gritó desesperado mientras luchaba por liberarse, solo logrando enredarse más.

Blood dio unos pasos hacia Vlad, pero el hombre no se quedó quieto a pesar de su herida, en vez de ello pateó a la pequeña en el rostro mandándola al suelo.

—Eres malo… —dijo una vez más antes de rodar por el suelo y meterse bajo la mesa metálica dejándola en completa obscuridad.

Vlad se levantó a como pudo a pesar del mareo que sentía, pero no dio ni un solo paso cuando la mesa se sacudió. En la obscuridad que se encontraba bajo ella, diez ojos brillantes y rojizos lo observaban. La mesa se tambaleo de nuevo y uno de los ojos cayó al suelo desmoronándose en varias arañas rojos que salieron disparadas a todas direcciones. De cada lado de los ojos salieron dos gruesas y largas patas de araña que se extendieron hasta que cada una atravesó por las rodillas a Vlad, quien intentaba correr en dirección a la puerta, derribándolo y comenzando a jalarlo boca abajo hacia el obscuro interior de la mesa.

— ¡SUÉLTAME MALDITA COSA! —gritó con desesperación mientras trataba de aferrarse de algo.

Blood se tomaba las cosas con calma jalándolo lentamente mientras su risa se escuchaba de una forma distorsionada y grotesca.

— ¿¡Qué demonios pasa Vlad!? —Preguntó casi al borde de un infarto por el miedo que sentía—. ¡Por favor respondeme! —exclamó al solo obtener gritos como respuesta.

Por la desesperación, Gerald intentó sujetarse del suelo con sus uñas, solo logrando que estas se levantaran del dedo provocando aún más dolor de lo que sentía. Sus pies fueron los primeros en entrar bajo la mesa al mismo tiempo que la risa de la “pequeña” enmudeció, solo para ser reemplazada por un sonido que Vlad había tenido la desgracia de conocer hace pocos minutos; el sonido de sus huesos al ser masticados.

El hombre gritó de forma penetrante con todas sus fuerzas al sentir como sus pies eran masticados. El indescriptible dolor comenzó a subir, esta vez sus rodillas se habían convertido en huesos rotos y carne molida, seguidas de inmediato por sus muslos y partes nobles.

Por su parte, Gerald había perdido el conocimiento quedando inmóvil en la telaraña roja.

Blood paró de comer un momento y dejó que el hombre se arrastrara hacia fuera de la mesa, dejando ver que solo la mitad de él quedaba, mientras sus intestinos expuestos chorreaban sangre dejando un rastro carmesí tras ellos.

La niña se dejó ver de nuevo al salir de la mesa, pero de niña ya no tenía nada, ya que lo que salió fue una enorme araña que encajó sus colmillos en la nuca de Vlad cuyos ojos se giraron hacia arriba hasta quedar en blanco, con una boca completamente abierta y babeante, cuya garganta solo dejaba salir un ahogado sonido de dolor.

Los colmillos salieron arrastrando consigo el cuero cabelludo, trozos del cráneo y partes del cerebro matando a su víctima. La araña miró a Gerald y carcajeó por unos momentos para luego continuar comiéndose a Vlad.



Gerald se despertó en otra habitación con la puerta cerrada, se encontraba acostado en el suelo con un fuerte dolor de cabeza y su cuerpo ardiendo en fiebre.

— ¡Vlad! —se sentó de golpe llamando a su amigo que no respondió

Miro a su alrededor con su vista un poco borrosa, pero distinguió a una figura cerca de él, sentada en una silla mirándolo de frente.

— ¿Vlad?

—No, Blood.

Gerald soltó un leve gritó y se arrastró de espaldas hasta chocar contra la pared.

— ¿Dónde está Vlad? —preguntó con voz temblorosa.

— ¿Él hombre malo?, está aquí —señaló su estómago.

—No, no, no… esto no puede estar pasando.

De golpe sintió dentro de sí cientos de dolores punzantes que hicieron que se retorciera en el piso, para después arrodillarse y vomitar, que para su sorpresa, había expulsado una bola de saliva y arañas rojas que corrieron bajo los muebles a esconderse.

—Deberías alegrarte, te escogí como casita para los bebes de mis amigas.

La piel del pobre hombre comenzó a desgarrarse dejando salir centenares de arañas en una lluvia de dolor, podía sentir como era devorado y rasgado desde dentro por los pequeños arácnidos recién nacidos que buscaban una salida al nuevo mundo al cual habían llegado, mientras Blood comenzaba a cantar una canción de cuna para sus nuevas amigas que subían por su cuerpo hasta encima de su sombrero.

Las últimas arañas se abrieron paso a través del ojo que salió y quedo colgando con los nervios oculares, dejando a Vlad convulsionando en su último aliento.

La puerta se abrió.

— ¡Candy! —exclamó Blood con alegría para después correr hacia ella abrazándola—. ¡Mira! ¡Mira lo que hice!

—Un nuevo nido —dijo mirando el cadáver de Gerald—. Felicidades, tendrás amigos nuevos.

—Ya los tengo —señaló su sombrero.

—Ya veo, ¿Qué tal si lo celebramos con esto? —abrió el frasco que traía consigo—. Es tu favorito, carne con trozos de huesos, apenas ayer conseguí carne fresca.

—Mi pancita ya está llena, me comí a uno de los hombres malos que me golpearon —levantó su sombrero dejando ver la herida que Gerald le hizo.

—Necesito curar eso.

—Candy… ¿Dónde están las demás?

—Blade y Black salieron por un rato, y Death probablemente en la sexta planta mirando a Red trabajar.

—Extraño a mi mami —hundió su cara en la ropa de Candy.

—Ella regresara pronto, pero no tienes de que preocuparte, tus hermanas te cuidaran.
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