Amor.
Publicado por Alma Perdida en el blog El blog de Alma Perdida. Vistas: 270
Me miraba yo incapaz de brillar. Volteaba y volvía, corría y me arrastraba, pero jamás encontraba brillo en ningún lugar. Tanta fue mi manía, que me obsesioné con las personas más cálidas que jamás conocí. Con una persona en particular, una persona que ya no forma parte de lo soy hoy, pero que me marcó de muchas maneras, algunas buenas y otras malas. Pero estas palabras no buscan llegar a ella, no más.
Me hallaba perdido y olvidado, tan perdido, que no vi cuando tú me encontraste. Tú, mi pequeño gran rayo de luz. Mi gran algo, que no es nada.
Tus palabras y curvas me cautivaron, tú amor me forjó y tu compañía me encontró. Tú, mi anhelo y desdicha.
Pero no todo es amor y felicidad.
Tú, la que me promete y miente, la que culpa y señala. La que pide y pide, pero jamás se escucha. Yo sé que estoy mal, siempre lo he sabido. Sé que soy más defectos que virtudes y más problemas que soluciones. Y aun así me planteé cara, me miré a los ojos y acepté a quien me devolvía la mirada. Me acepté a mí. ¿Tú te puedes aceptar a ti? Me grité y me odié, me juzgué y critiqué, y, al final, me di una pizca de amor propio.
Sólo una pizca de amor propio fue lo que recibí de mí.
Total, para que me doy amor, si tú me vas a dar todo el amor del mundo, ¿no? Sí, tú me ibas a dar todo. Todo. Con tus dulces palabras cautivas mi corazón y clavas tus raíces en lo más profundo de mi ser.
Y del amor pasamos al odio, a la rabia y las ganas de romperlo todo. Tengo miedo de ti. Vociferas, desgarrando tu garganta y nuestras almas. Me haces menos y me haces sentir pequeño, culpable e inseguro.
Tú, mi adicción más peligrosa.
Me encasillas y pudres, para luego llorarme y llorarme. Tus lágrimas son tu mejor arma, y yo, débil, las recojo del suelo y te las entrego, volviendo a tus fauces. Más apagado, más cansado y más hastiado, pero sin poder dejar tu ala, tu amor y tus palabras.
Tú, mi eterno invierno.
Tú, quien me incita a tanto, quien me inspira y me rompe; tú, mi amor, dame las fuerzas para dejarte.
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