2. "Relatos de murciélagos y gatos"

Publicado por Kaisa Morinachi en el blog Crazy house. Vistas: 63

Segundo relato: Fenómenos, alumnos y escuela.

El bullicio de la sala abruptamente se detuvo, casi todas las miradas estaban dirigidas al individuo que se ubicaba al costado de la profesora.

Era una chica de altura media, un cuerpo un poco desarrollado y, parada ante la multitud, se encontraba erguida firmemente con una radiante sonrisa. Si parecía ser normal ¿Por qué tal reacción por partes de los estudiantes? Un silencio tan pulcro nunca era tan fácilmente percibido, pero como toda cosa, tenía un motivo.


La peculiar chica, aparte de mostrar total confianza, tenía puesto un vestido negro ajustado con una cinta al nivel de sus caderas, y no es que fuera cualquier vestido, era uno con mangas abullonadas y su volante parecía flotar enfrentando la gravedad y su pelo… Oh, su pelo ¡Era color verde! Y uno bastante brillante, como las manzanas ¿Estaba siquiera permitido? Aun así, lo que superaba todo eso junto era un simple gorro, pero no cualquier gorro, uno de peculiar tela con forma de cono, terminando en punta, ya que era, nada más, ni nada menos ¡Que un gorro de bruja!

—¡Wuajajaja — Se escuchó desde el fondo de la sala, un par de risas le siguieron, la profesora los miro con reproche, ellos la ignoraron, pero igual guardaron silencio al distraerse con quien sabe que cosas.


—Chicos, ella es Kylie, llegó recién la semana pasada al pueblo y no le han podido hacer el uniforme, por lo cual la primera semana vendrá con ropas normales. — Eso no es normal, pensaron varios—. ¿Algo que te gustaría decir Kylie?— La jovencita aclaro su voz.

— Como ya comento la profesora, soy Kylie, justo en conocerlos, espero llevarme genial con ustedes y si necesitan algo, no duden en pedírmelo, si es que puedo dárselos—. Termino sonriendo de oreja a oreja.

"Claro, como no"

"Que curiosa"

"Parece una presumida"

"Ese gorro es de una bruja"

"¡Rayos! Perdí la partida de nuevo"

"Que rara"

—Está bien Kylie, puedes sentarte. Segunda fila de derecha a izquierda, antepenúltimo puesto —dijo la profesora al observar que nadie tenía nada que aportar—. Y de paso despiertas a tu compañero—. Kylie soltó una leve carcajada junto con otros dirigiéndose con quien sería su compañero de pupitre.


Somnoliento, el chico abrió los ojos, sobresaltándose al ver unos enormes orbes fijos en él, aunque por poco cae de la silla en ningún momento gritó, su nueva compañera encontró eso de lo más peculiar.

—Soy Kylie, nueva aquí, creo que seré tu compañera de puesto a partir de ahora —comentó mientras sacaba cosas de su bolso.

—Soy Sergio —contestó concentrado en la mancha de saliva en su cuaderno, algún día tendría que controlar su sueño, o mínimo la saliva.


—Que nombre más feo—. El chico miro a su derecha, encontrándose con una sonrisa socarrona adornada de iris color miel. Frunció el ceño molesto.

—Gracias—. Fue lo último que dijo por lo menos para Kylie, ya que después de tal comentario con suerte y le dirigió la palabra en clases ¿Qué diablos hizo mal? Ella solo fue honesta.

Ah, pero cómo le dolería su honestidad.

Kylie era un tanto estrafalaria, a veces se ponía a cantar un poquito fuerte cosas inentendibles, o se ponía a jugar con líquidos en verdad extraños en recipientes que nunca faltaban en su bolso, un día casi le hecha uno verde moco a la herida de alguien, se ganó un empujón, terminando de trasero al suelo con el frasco roto junto al líquido derramado, y a pesar de no ser ni cerca lo más raro. Un día también demostró su peculiar humor, empezando con una simple pregunta.

—¿Porque te dejan teñirte el pelo? — Una chica se paró imponente delante de ella, a pesar de ser bastante petisa.

—Yo no me tiño el pelo querida, no me gusta usar basura que daña — Sonrió nuevamente socarrona mientras dejaba de lado sus frascos para prestarle atención a su compañera.


—No digas estupideces, eso no es natural, ¿Qué diablos haces para que los inspectores, profesores ni absolutamente nadie te reclame por eso? ¿Qué sucia jugarreta hiciste?— Había apoyado sus brazos en el pupitre ajeno, no había casi nadie en la sala, algunos escucharon sin mirar, a otros no les importó, Sergio, que se había apoyado en el marco de la puerta, mirando al piso escucho la discusión.

—Te reitero, pues al parecer es necesario, mi pelo es natural, aunque si no me crees te lo puedo volver a repetir —

—Como si le fuera a creer a una ridícula que se viste de payaso —comento volteándose, dispuesta por acabar ahí el disturbio, no tenía caso.


—¡No te atrevas a decir eso otra vez! — El sonoro golpe de las manos al golpear la mesa hizo voltear a todos hacía Kylie, qué ahora estaba de pie. — ¡O si no, te juro que...! — La niña volteo nuevamente, con la mirada desafiante, de sus ojos brotaban chispas, y ser una cabeza menos que la estrafalaria chica no le impidió pararse nuevamente frente al pupitre.

—¿Jurar qué? —

Kylie la agarró bruscamente de la blusa acercándola a su rostro, con ambas cabezas sobre el pupitre, Kylie le susurró algo, para después soltarla lentamente perdiendo toda la brusquedad de hace unos momentos.

—Ya veremos si eres capaz, fenómeno— Le dijo la chica, ahora sí yéndose por fin donde su grupo de amigos, los pocos alumnos empezaron a murmurar, aunque otros solo soltaron un "escandalosas", Kylie guardo los frascos en su bolso, saliendo al patio a tomar aire, Sergio la miro irse por el pasillo, suspiro, ¿Y todo eso por no admitir tener el pelo con un par de colorantes? Había que ver cómo era a veces la gente, decidió no seguir matando el tiempo e ir a apuntarse al taller de básquetbol de la tarde.


¡Que brisa! A pesar de ya ser las seis con el sol con ganas de ocultarse el calor permanecía en el ambiente, y en su sudoroso cuerpo también, hora y media y ya se acabaría el taller por completo.

A Sergio le gustaba el básquetbol, bueno, por lo menos admiraba a los que jugaban mientras el veía desde una esquina, pero ese año, después de haber notado como parecía siempre estar observando "disimuladamente" a los del taller jugando, en el recreo lo invitaron a participar, claro, el único que sabía que era un cero a la izquierda en los deportes era su compañero de curso, pero a pesar de eso ninguno lo hecho a bajo o lo ignoro a la hora de jugar, pero bien que no se la pusieron fácil a la hora de corregirle los errores y declarar a los cuatro vientos sus puntos débiles. Eran nueve alumnos en total, más el profesor, y la estaba pasando de los más bien cuando sonó el silbato del docente dando por terminado el taller, mandándolos a los camarines sin posibilidad de reclamar. El agua estuvo heladísima.


Salió de la escuela y la rodeó por la izquierda, así pudo ir por el camino cuesta arriba que daba paso a la zona más campestre del pueblo, y hubiera llegado a su casa sin novedad, si no fuera que encontró un feto de tamaño abismal a la ladera de una de las empinadas colinas… Nah, mentira, solo era alguien hecho bolita.

—¿Estás bien?— La persona lo miro directo a los ojos, se sintió estúpido al reconocer recién quien era— ¿Kylie? ¿Qué haces aquí?— Ella paso su antebrazo por debajo de la nariz, tenía el cabello alborotado y andaba sin su peculiar sombrero—. No, espera ¿Por qué tienes los ojos rojos? ¿Qué haces en el piso?— La chica se paró sorpresivamente.


—¡Qué bueno que estés aquí, viejo!— ¿Viejo?— Me caí desde allá arriba y entre tanta vuelta me entró tierra a los ojos—. Apuntó la sima de la colina—. ¡Sóplame los ojos a ver si se me pasa — Ayudándose con sus dedos a abrir exageradamente sus párpados se acercó muchísimo al rostro de Sergio, el cual algo confundido y nervioso soplo, tal vez demasiado brusco—. Ouch, ouch, ouch, creo que no funcionó de mucho —dijo restregándoselos frenéticamente—. ¡Bueno, que se le va a ser!— Alzó la vista sonriendo alegremente, con los ojos completamente cerrados—. ¡Nos vemos el lunes—. Sergio ni alcanzó a reaccionar cuando la chica ya se hallaba corriendo en dirección contraria a su destino.

Y mientras el sol bajaba junto a sus rayos anaranjados Sergio se preguntó, aun observándola marcharse, ¿Qué caída puede hacerte tan fino un tajo en la mejilla?

Fin

Bueno, bueno, aquí hay muchas cosas que aclarar.
1°- Esto lo publico acá porque es una historia que no podría considerar oficial, más bien es para practicar con estos personajes.
2°- Ya tengo una historia en abandonados publicada en el foro relacionada con esto, tiene el mismo titulo que esta entrada, tal vez podría sacarla de abandonados, pero si voy a quedar tanto tiempo sin actualizar prefiero dejarla donde esta, abandonados, aparte, a cambiado levemente algunas cosas en mi cabeza respecto a este mundillo desde que escribí esa primera parte.
3°- Esta es la segunda parte, porque ya publique la primera, aunque en general, si sigo escribiendo, pueden o no tener relación entre sí.
Bueno, respecto a la historia.
Kylie se enojo porque le dijeron qué andaba vestida como payasa, no por el tema del pelo. Esto es porque las ropas se las hizo su abuela, por lo cual el comentario le ofendió mucho.
Kylie le dice viejo a Sergio porque según ella tiene nombre de viejo.
En realidad Kylie no se había caído por la ladera de la colina (¿O sí?) Lo que pasa es que se encontró con la chica con quien discutió y, pos, bueno, pelearon y ahí quedo Kylie hecha bolita, la otra chica tenía las uñas demasiado largas, por eso el rasguño en la mejilla.
IMG_20190819_185148.jpg Este escrito lo hice en el teléfono, así que cuando lo repase (por el teléfono mismo y después en word) aproveche de hacer esta páginita. Por diversión y porque me hace gracia.
Y tendré que desarrollar el personaje de Sergio y también el de la chica con la que discutieron, entre oootros más, pero eso pa' futuro (es más, en el futuro puede que hasta cambié lo poco que tengo respecto a la personalidad de Kylie)
Por último, estos posibles relatos no deberían tener nada +16.
Eso sería todo, gracias por leer.
a Liza White y Nel Ralph les gusta esto.
Necesitas tener sesión iniciada para dejar un comentario