¿Me conoce...?

Publicado por HaNi Venator en el blog Venator. Vistas: 332

- HaNi, tenemos un problema. – Soyu había salido rápidamente de la cocina con su celular en la mano.- O mejor dicho… SunHi, tiene problemas. - Me mostró su teléfono en donde había un mensaje de esa tal aplicación de su padre. No podía ser… algunos vecinos habían dado alerta sobre ruidos extraños y molestos cerca del estacionamiento abandonado, todos los oficiales de turno debían ir a intervenir.

- Mierda, SunHi. Tengo que ir a buscarla. – me levante lo más rápido que pude con mi casco en la mano, caminando hacia la salida del café.

- Yo voy contigo. – dijo Soyu siguiéndome a fuera.

- De ninguna manera, no tengo otro casco. Tú quédate y cierra el local. – me subí a Holy. – Hoseok, ¿te molestaría llevarla a su casa? - miré a mi primo quien nos había seguido, obviamente no tendría problema.

- Claro. Yo te llevo.- se miraron…y se pegaron por unos segundos. Dios, me suicidaría ahí mismo sino fuera porque tenía otra cosa que hacer.

- Los llamaré. – encendí mi moto y salí tan rápido como pude.

Me demoraría unos diez minutos en llegar. Debía llegar antes que los policías o sería el fin para SunHi y para mí, así que... aceleré, 150 kilómetros por hora.

Cuando llegué, el sitio estaba repleto. No lo había visto tan lleno desde que regalaron tres botellas de vino por persona, no sé quién sería él de la idea, pero si hacían eso hoy…estaban todos muertos, mejor dicho, encarcelados.

Estacioné a Holy en un lugar estratégico para salir fácilmente después, si es que encontraba a SunHi pronto. Caminé entremedio de la muchedumbre. Eran apenas las once y cuarto de la noche y ya había tipos, y tipas, tirados en suelo, borrachos a más no poder. Avancé, recibiendo uno que otro saludo de conocidos, pero no me detuve ningún segundo, hasta que vi a SunHi peleando con JB unos metros más allá. Corrí hasta ellos, recibí un olor fuerte a marihuana prensada cuando me interné más en el choclón de gente. Iugh.

- JB, no me obligues, no quiero esa cosa asquerosa. Aléjala de mí. – escuché decir a SunHi, quien intentaba alejarse del tipo ese que trababa de meterle algo por la nariz.

- Vamos, SunHi, te va a gustar. – la tenía tomada de un brazo mientras que con el otro trataba de encajarle la pastilla.

- Más vale que dejes eso fuera del organismo de mi amiga si no quieres que te rompa un dedo. – había llegado justo a tiempo en medio de ambos y de un manotazo hice que soltara a SunHi.

- HaNi, por favor, estaba jugando. – él y sus amigos, detrás de él, rieron.

- Veremos si será un juego cuando yo me encargue de cada uno de ustedes. – me miraron con cara de terror cuando le otorgué mi hermoso y preciso gancho derecho en pleno pómulo a JB. Sacudí mi mano para que el dolor se disipara. Tomé a SunHi de una muñeca y corrí a la entrada.

- ¡La poli! ¡Corran!

Mierda, habían llegado. No alcanzaba a llegar a Holy. Mierda. En ese instante un Cadillac ya conocido paró en seco a un lado de nosotras. Hoseok y Soyu estaban dentro.

- ¡Suban, rápido! – gritó Soyu por la ventana del copiloto. Abrí una puerta y literalmente lancé a SunHi dentro.

- Iré por Holy, no me esperen. – cerré la puerta y arrancaron.

Honestamente no sabía qué hacía, no llegaría a Holy. Pero no me atrevería a perderla, no de nuevo. Iba llegando, estaba a unos metros de llegar a mi moto, pero algo estaba pasando. Había una camioneta, una Chevrolet Luv que corría a toda velocidad huyendo desde la entrada, y en la zona de carga llevaba a nada y nada menos que mi preciosa Holy. ¡NO!, qué mierda pasaba. Comencé a correr en sentido contrario con el resto de los jóvenes. Divisé el escenario y corrí hasta esconderme detrás. Ay no, se habían robado a Holy y ahora los policías me encontrarían. Tendría que aceptar la derrota, y ver al papá de mi amiga a la cara, reconociéndome como una mala influencia para Soyu, luego reconocerme como pésima hija y una pésima hermana. ¡Dios! Era mi fin.

De pronto, entre medio del caos, gritos, chillidos de frenadas, rugidos de motores, por sobre mi cabeza pasa volando una motocicleta, Honda DN-01.

Oh Dios.

Aterrizó un poco más adelante y frenó derrapando de lado. El motoquero que había visto esa misma tarde volteó a verme.

- Sube. – me costó reaccionar. Golpe mental. Corrí y de un salto quedé sentada detrás de ese chico aferrándome a su chaqueta. Aceleró haciendo rechinar los neumáticos en el pavimento. Cuando miré hacia atrás, tres patrullas venían arrasando con todo, y otros quince policías tenían contra la pared a alrededor de veinte o veinticinco chicos. Volví a mirar hacia delante. No había manera de pasar, un montón de autos y motos estaban luchando por salir a través de un pequeño espacio.

Mierda, mierda, mierda. No, estábamos jodidos.

- Sujétate. – ordenó el piloto.

Me aferré a más no poder de la chaqueta. En vez de dirigirse hacia el montón de autos, dobló hacia la izquierda. Salimos por una pared desmoronada hacia el bosque. Volteé hacia atrás de nuevo y venía un policía montado en una moto siguiéndonos.

- Nos siguen. – dije cerca de su cuello. Volteó por unos segundos y giró más el acelerador.

- Lo perderé. – íbamos colina arriba. Esquivando las ramas de los pinos que estaban más cerca de nuestras cabezas, agachándonos al mismo tiempo.

Al rato llegamos a un sector plano del cerro y al ver que ya no nos seguían, se detuvo y apagó el motor. Se podía ver la ciudad completa iluminada por los faroles y se escuchaban las sirenas de las patrullas. Me solté de su chaqueta y baje de la moto junto con él, le puso la doble pata y se giró hacia mí. Nos observamos por unos segundos escasos.

- Gracias…por… ¿salvarme? – él rió casi inaudiblemente y se sacó el casco. Oh…mi…Dios. Que alguien me matara en ese mismo instante. Este chico… Era alto, delgado, tenía el cabello negro, tez muy muy clara, ojos gatunos y pequeños, y…no, esto no estaba pasando. HaNi, sólo estas alterada y en estado de shock, no pienses en lo sexy que es este chico. Golpe mental.

- De nada, creo. Es lo mínimo que puedo hacer por una chica como tú. - ¿Qué? Una…chica…como…yo. Okey, era la segunda vez que escuchaba eso en el día y no me ponía de muy buen humor.

- Eh, aja, ¿a qué te refieres cuando dices eso? – No quería pegarle, era la primera vez que nos veíamos frente a frente. No correspondía.

- A que estabas indefensa cuando te encontré, debía ayudarte. Es de caballeros, ¿no? – Así que estábamos ahí por algo de “caballeros”. Aja, muy bien. Otro machista.

Su rostro mostraba poca expresión. Pero pude notar una pequeña sonrisa burlona cuando vio mi expresión al decirme eso.

- Yo no estaba indefensa. Pude haber salido sola de ese lugar sin derramar una gota de sudor. – me estaba alterando.

- Eso no fue lo que vi. Pero ya me diste las gracias, con eso está bien. – sonrió, achicando los ojos.

Comencé a caminar por un senderito cuesta abajo, no estaba dispuesta a seguir escuchando comentarios engreídos. Casi todos estos chicos eran igual.

Iba maldiciendo cuando escuché el rugido de la Honda encenderse. Bien, se iría, mejor para mí. Estaba segura de que se había ido cuando lo encontré frente a mí, ¿esperándome? Había rodeado el camino. Respiré profundamente.

- Te agradezco nuevamente. Pero puedes irte, mi casa no queda lejos. – pasé por su lado sin mirarlo. Era verdad, podía volver sola.

- Puedo llevarte, quizás te atrapen de aquí allá. – dijo eso sin ninguna expresión y con voz monótona, aun así lo tomé como burla. Paré en seco y volví a verlo.

- No necesito más tu ayuda. Ahora déjame sola. Yo sé defenderme.- volví a mirar hacia adelante dispuesta a seguir mi camino.

- ¿Sabes defenderte? ¿Alguien como tú? – “Alguien como yo…” Saqué mi navaja que estaba oculta dentro de mi botín izquierdo. Me acerqué a él y le apunté al cuello.

- Vuelves a decir eso y créeme que dejaras de respirar en cinco segundos. – no logré ver su reacción detrás de la visera del casco. Sus ojos seguían iguales, inmutables.

- Te creo. Te he visto hacerlo. – ahora la asombrada era yo. No lo demostré claro, pero sí retrocedí un poco y guardé mi navaja.

- ¿Me…conoces?

- Te he visto. Eres HaNi, la de las batallas de gallo. – su voz era ronca y monótona.

Me conocía, no era extraño, muchos me conocían y yo no a ellos. Pero había algo diferente. Había más que sólo eso, y no era psicopatía, era algo…diferente.
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