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  1. — La tristeza me inunda cómo suele pasar cuando todo se repite. Todo lo que haga es cómo si fabricase con piezas que no existen, solo yo puedo verlas pero nadie mas lo hace, y de inmediato todo se lo llevara el viento.

    Desde los primeros años de existencia, los habitantes recibían educación pero la nobleza, por decirlo de algún modo particular llevaba ciertas responsabilidades que otros no tendrían.
    — Se dice que los oráculos eran nuestros guías, si alguien los contradecía las consecuencias serían funestas. Es lo que he echo en esta época. Mal decisión pero necesitaba probar, necesitaba que se hiciera realidad. Es injusto.
    Y así fue con una memoria escasa de recuerdos dispersos que se podía enlazar aquella imagen dónde se ubicaba un templo, o era algo similar a uno, el mármol reinaba en ese sitio. La blancura del sitio resplandecía pero el temor de unos infantes era mas fuerte que todo lo bonito y limpio del lugar. ¿Por qué tan terrorífico? Simplemente, visualizar a un monstruo con túnica o eso aparentaba, bastante alto que levitase de color negro opaco o gris seco, con ojos grandes que no tengas pupilas, sin nariz y con una boca grande deforme, sin cabello en su cabeza, con esos dedos alargados que sentenciaban el destino de las personas menores de edad que allí estaban una al lado de la otra, formando una fila; ¿cómo olvidar esa sensación? Un destino sería clavado para no ser modificado, pero no todo es tan cierto.
    — Puedo reconocer esa palabra seguida de otras, con un tono de obligación: "Tú serás la guía del rey, tu hermano se convertirá en un buen rey, el pueblo lo va a elegir. Sin embargo, no podrás formar una familia, no te está permitido que los demás te amen, deberás amar la felicidad de los demás, si rompes las reglas del destino todo será un completo sufrimiento, recuerda mi mandato. No olvides tu lugar en este mundo, eres una guía elemental, solo sirves para educar y cuidar el ecosistema con sus seres vivos dentro. Tú la portadora del Poder Absoluto, tú la hija del rey, tú no posees necesidad de sentir afecto. La soledad será tu vida, y el servicio estará en tus manos."
    Esas detonaciones tan arraigadas que marcan con fuego el alma de un infante se produciría luego en lo que es el crecimiento diario de niños pequeños. No todo era cosa de amor y ternura, las responsabilidades de la familia real y sus parientes tenía que ser indolora, inmune y sin ser impura, al servicio de la población de la ciudad (país) y del ecosistema. No había otras opciones, se creía fervientemente en esos seres llamados Oráculos.
    La injusticia no era percibida en ese momento, hasta que uno comenzaba a tomar conciencia en el cargo pesado que uno atravesaría a medida que la razón y el vacío se hiciera mas nítido.
    — Por eso me cuesta que me amen, no quiero. Dirán que no tiene nada que ver, o que vaya a por psicólogo, ¿pero qué creen que me va a decir? Que estoy loca, que es mi imaginación. No señores y señoritas, es mi destino, el cuál me ha otorgado ser madre luego de mas 13 mil años intentando ser feliz. Dirán: "¿Y bueno, eres feliz ahora?" Temo deciros que no. No por que no lo quiera, pero es tan complicado, Es difícil ser un alma antigua, nadie te comprende, nadie te cree, no existen pruebas de que uno es tal o cuál persona, no hay vestigios, no hay recursos. Quiero llorar o dormir eternamente, o desaparecer, pero no puedo, debo permanecer quieta y bajar la cabeza un millón de veces. ¿Si alguien pudiera revertir mi destino? ¿Si alguien pudiera leer esto sin reírse o burlarse o tomarlo cómo un mero escrito mas? ¿Si alguien comprendiera el sufrimiento que debo pasar todos los días desde que recordé quién era en realidad? ¿Si alguien me tomase enserio? Si alguien.. Si alguien.. lo hiciera, sería tan lindo.
    Caminar hacia unos metros mas de aquel templo con sus pies temblorosos llenos de preguntas, tomarse de las manos entre los primos y primas que estaban allí, todos con diferentes ideas de lo que les deparaba su futuro, y pensar en cosas que no comprendían aún, era una experiencia poco común o tal vez era normal, solo que nadie lo podía relatar. Algo privado entre las familias elegidas por el pueblo para gobernar.
    Que palabras crueles, que vergüenza, que tristeza, angustia, y humildad en esas miradas de inocentes que plasmaban sus padres, al ver las caras de sus hijos que no comprendían que habían echo mal.
  2. — Nada mas hermoso era presenciar a los niños que me visitaban para enseñarles la magnitud de la naturaleza, el ecosistema en su esplendor. Aquello por lo que hemos nacido. Aquello por lo que vivir, aquello por lo que morir y respetar la vida sin necesidad de querer fenecer ante un problema que surja.
    Bastaba con un poco de imaginación para saber que la armonía era tan cierta cómo casi perfecta. Nadie mas podía desmentir el verdadero propósito de las personas en ese basto planeta llamado Tierra. Civilizaciones avanzadas llenas de calma y tecnología, yacían en esos suelos predeterminados por los ancestros que se establecieron en éstos. ¿Guerras? Las hubieron, quizás. Cuando los maestros o conocedores del universo y guías elementales se hacían presentes, los templarios se reunían para tratar aquellos conceptos de ciertos objetos/seres/poderes/dones/situaciones que tenían cierta restricción para las personas que no eran determinadas a conocerlas ni estudiarlas a fondo.
    — Nombrar lo debilidad, o simplemente destino. Así debía ser. Cada uno se ocupaba de sus tareas sin tener deseos egoístas o mediocres, sin desear el mal. Podías intentar hacer otra cosa, en tu etapa de existencia, y si fracasabas lo volvías hacer. Ya cuando comprendías que no eras apto para eso, lo dejabas e intentabas a lo que estabas destinado. Muy simple, ¿verdad?
    Eso era en aquella época, por lo menos lo que se conocía de los países vecinos. Ese modo de prevalecer, y sobrevivir sin necesidad de arruinar al de al lado, ese sentimiento mutuo de respeto y camaradería, por daros un nombre.
    Los conocedores del universo, eran los llamados para colaborar con la población y otros extranjeros en los proyectos de nuevas cosas que surgieran cuando dos elementos congeniaban entre si o se repelaban, experimentando sin dañar el medio ambiente y sin romper las reglas pre-determinadas por la sociedad en la que se estaba. (Ahora son los llamados científicos, pero en teoría ninguno cumple las normas de la antigüedad, son Alquimistas.)
    [Saber de los creadores del universo pondría en duda la actual creencia en esta era]
    Los que enseñaban solían hacerlo en plazas abiertas en contacto con la naturaleza, bajo la lluvia, tornados y demás cataclismos naturales, a menos que fuera algo totalmente necesario, las bibliotecas estaban diseñadas para albergar a cuanta persona entrase.
    Eran edificios de almacenamiento, con estantes y todo tipo de producto llamativo. Por lo menos para ellos todo era de gran sorpresa y admiración, por mas que no lo fuera.
    A veces enseñar o dictar una clase para explicar o hacer comprender a los demás, les costaba. Por mas don de la oratoria, los seres que venían a sus sedes, no todos tenían el potencial para adecuarse a tales conceptos avanzadas o discontinuados.
    — Cómo sucede actualmente con las personas. Gracias a las modificaciones por perversos.
  3. Tras haber estacionado el móvil policial en la calle 27 de Abril con las valisas (las luces delanteras amarillentas parpadeantes) puestas, sin importar que la gente les mirara haciendo obscenidades en el asiento delantero del conductor en pleno medio día.
    Aunque en esa misma madrugada había sido movediza y con bajas, algo no iba a esperarse cómo tal de una fuerza pública. ¿Lo era?
    Ella sin su blusa, abrazaba tiernamente a un hombre que estaba posicionado en el asiento, ésta estaba sentada sobre éste hablando le al oído...
    "- Esta no es la vida para nosotros.."
    Cosa que Herrera, el muchacho que tenía a la mujer sobre él, la apartó despacio. Se podía notar que en el rostro del mismo algo no iba bien, y no por que los mitos no sean reales, algunos estaban condenados y eran catalogados de algo que no eran. ¿Pero, qué podría hacer él?
    "- Amar a alguien como yo, no es para alguien normal. Pero aquí estamos deseosos de pasión, en medio de la multitud. Deberías llorar la pérdida de tus compañeros. La sangre está alborotada en tu ser."
    "- Herrera..~ " -su mirada fue entristeciendo. "- Eres una especie de vampiro, algún día un cazador te aniquilará.. No quiero que eso pase."
    "- Dime, cazadora Tula, que tienes una vida de engaños para con la gente..., ¿qué eliges?" -sosteniendo a la misma en la cintura.
    "- Quisiera seguir siendo la que no has mencionado.. " -musitó besando la boca del hombre llamado Herrera.

    Aquel muchacho, era un reconocido piloto de carreras, de apellido Herrera. Un vampiro de los que eran perseguidos en Europa y Asia en general, hasta que se enamoró o eso creía de una extraña mujer que era un policía, o eso creía. Las apariencias engañaban a todos.
    Se sumerge en el beso dado por aquella cazadora de apellido Tula, la policía (su amante).
    ... Hasta que inesperadamente llega una persona vestido de negro con un rosario blanco colgando en su cuello, era sin duda un sacerdote, esa gente siempre en vez de ser cazadores arruinaban la profesión en la que la policía Tula era. El hombre de sotana negra les veía a través del vidrio del parabrisas del coche, los intimidaba furioso por su acto pecaminoso, pero no dejaba de entrever la espalda de la mujer.
    Ese hombre de unos cincuenta y picos de años era un exorcista cazador de "criaturas del mal" enviado por el Vaticano. Juaréz de apellido, estaba establecido hacía unos días en la ciudad capital de Córdoba, y cómo era su costumbre antes de dar la misa matutina de las ocho de la mañana, su rutina nunca la cambiaba sea en el lugar dónde estuviera; poner la radio y oír las noticias mientras tomaba un whisky oculto en una taza de té. Ese radial no era la que normalmente estaba en las radios comunes, usaba la frecuencia SW para oír los sucesos anormales del común.
    "- Alguien se ha sumado al trío tu competencia Juaréz." -mencionó Herrera al notar claramente al sujeto.
    "- Es un pervertido." -susurró ésta mientras sonreía de manera poco convencional.

    La mujer se mantuvo tranquila mientras se colocaba su uniforme de la parte de arriba, alzó su escopeta reglamentaria de un doble caño largo que estaba en el asiento del acompañante. Saliendo del vehículo, apuntó al sacerdote recargando en su cara para que supiera que no iba a dudar en gatillar. Dirigiéndose hacia la plaza San Martín que se hallaba a tres cuadras del lugar. Mientras por detrás iba el vampiro bastante nervioso, detestaba la situación.

    Hora pico en la ciudad. Situados en el centro de la plaza, éstos se hallaban cara a cara, la limpieza de los municipales quedó paralizada al notar la presencia de un oficial de policía cargando una escopeta en alto frente a un posible degenerado, era a veces el pensar de la gente cuando veían cosas similares.
    Un día soleado y cálido para ser un mes cómo Julio de pleno invierno. Sus rostros encallaron en mirarse conjuntamente escrupulosos y templados iniciaron su confrontación. El sacerdote Juaréz sin vacilar, sacó su callao exorcisador y menciona en latín:
    "- Pulvis et pulvis, in missione ad hanc provinciam dare finis est huius mali, ut me venire, divina? Amen."
    ("- Polvo al polvo, tengo la misión de esta encomienda para darle fin a este ser del mal, ven a mi: ¡Poder Divino! Amén.")
    El sacerdote Juaréz sostenía firmemente en callao en ambas manos corriendo hacia ellos dos. Sin embargo la cazadora Tula comenzó a disparar sin prever los cartuchos que caían al suelo, entre tanto la gente se alborotaba. Tres disparos bastaron para frenar la corrida del hombre que alguna vez fue un gran exorcista de otra provincia. Aquello lo asesinó, para el asombro de los transeúntes que pasaban en otras cuadras que rodeaban la plaza del centro de esa ciudad. Su rostro no demostraba aflicción por el sacerdote, la verdad detestaba bastante esa gente partidaria del dinero y cosas ocultas a sus fieles. Se arrimó al cadáver que yacía sobre el suelo y lo remató con un disparo en seco en toda la cara. La sangre no salpicó tanto cómo algunos creyeron, pues estaba muerto.
    El conductor del vehículo de carreras, Herrera, el vampiro se arrimó apartando a su amante para sostenerla de la cintura con sus manos y girarla de alegría.
    "- Has vencido al pervertido." -ocultando un poco la verdad a la gente.
    "- Necesito saber algo primero. Bájame." -seria lo dice, por momentos causar muertes no era algo divertido, en realidad no lo era. Antes que éste dijera algo. "- ¿Qué soy para ti?" -indagó con su mirada cautivadora.
    "- Quererte es libertad para mi alma, pero la realidad es la prisión de mi cuerpo." -expresaba con un tono picarón convirtiendo lo en amorío luego.
    "- No me importa estar condenada, sólo déjate amar por mi corazón que te llama." -mientras ponía el seguro de su escopeta.

    La mujer lo abrazó al hombre, sabía con recelo que aquel sentía lo mismo, y no era solamente un deseo carnal de dos personas, era algo que iba mas allá de normal. Aunque .. no todo es lo que aparenta ser.
    Anteponiendo su escopeta entre el torso de ambos lo aparta bruscamente empujando al mismo contra el suelo. Las sirenas de una ambulancia se mezclaba entre los bocinasos de los vehículos para darle paso en una calle congestionada de automóviles. Con lágrimas en sus ojos, ¿en qué pensaría esa mujer? Apunta su escopeta a las narices del vampiro, quién no entendía el accionar repentino de su amante.
    "- ¿ Qué.. qué pasa, qué haces Tula? -pregunta intrigado Herrera.
    "- Yo te dejo escapar de tu prisión."
    "- Espera~ .. Tula, te he amado desde ese día, ese día que te vi poniendo una multa a un conductor sin cinturón de seguridad. ¿Recuerdas? Ah.. no, no me viste ese día. Pero fue allí. No quieres hacer eso." -levantándose.
    "- Sabes que.. me he cansado de salvarte cada vez que viene alguien. Me pagarán por tu muerte."
    "- ¿No me amas?" -dolido pero aquella tenía razón, él la usaba para tener algo íntimo y cómo protectora.
    ¿Entonces era amor el que profesaban o era solo lujuria de dos cuerpos carnales? No quería fenecer pero tampoco quería hacerla llorar, esa mujer era muy buena persona a pesar de asesinar brutalmente a cuanto cazador se presentase a quitarle sus presas.

    "- Pues si.. Aunque se que nosotros no llegaremos a nada, y algún día deberás defenderte solo."
    La cazadora Tula cerró sus ojos, conocía la cintura del ajeno, por que había palpado al mismo en varias oportunidades y él tenía una serie de cuchillos especiales que al lanzar los cortaban fácilmente la carne. Éste al notar que ya se había descubierto que no le era fiel, comenzó a meter su mano en su pantalón quitando unos cuchillos afilados que los incrustaba en cada dedo para poder lanzar los hacia su oponente.
    "- Pensaba disfrutar mas de tus caderas, pero la ingenua dejó de serlo."
    "- ...." -un suspiro de disgusto bastó para un final lamentable.

    Veloz lanza esas cuchillas hacia la parte del torso hacia arriba con el fin de dar muerte al cazador que lo cautivaba físicamente. Varios disparos se oyeron lejanos, eran sus compañeros de la fuerza, ella solamente le gatilló en las piernas. Su intención no era asesinarlo, por que le tenía cariño. Una de las dagas se le incrustó en el hombro derecho y las otras se desviaron un poco. Fue cuando él se cayó al piso adolorido por varios disparos que habían penetrado su cuerpo, fue cuando aquella sin sentimiento alguno lo remató cómo solía hacer con un disparo en toda su cara.

    Fin.
    Autoría: Octubre De Babilonia.


  4. {Lo relataré en tercera persona y en primera, a veces.}

    Inicial.

    Harán unos trece mil años antes de Cristo, o eso es lo que se piensa, existió una prominente y hermosa ciudad, que procuraba almacenar cuán información e historia de otras civilizaciones, ya sean de esta dimensión o de otras, un punto neutral.
    Eso se pensaba..~
    — Quiero imaginar que nosotros éramos ilusos en esos sentidos, a pesar de tener lagunas en mis recuerdos, puedo procurar lo bello de nuestra civilización. Cosa que la multitud actual de este siglo 21 no puede creer. ¿Pero qué mas puedo demostrar a oídos sordos y orbes llenos de cataratas de mala información en libros cuyas letras declaran lo que quieren, si han de ganar la guerra? Es así, que planeo contaros un poco quién soy y de dónde provengo, estén o no de acuerdo si es real o ficticio, sólo se puede suponer.
    Un castillo abierto en par y par, dónde la gente del pueblo ingresaba a sus anchas sin temor ni remordimientos. Tan sencillo, tan luminoso y con toques de cariño entre los reyes ancianos y los que regían en ese instante. Se decía de aquella ciudad que lo que mas maravillaba era el don del verbo, aquel que con una sola pronunciación las palabras se materializaban cobrando vida de una forma poco común y tan peligrosas que incitaba a los demás a respetar ciertas connotaciones.
    El pueblo compuesto por varias razas, vivía en armonía. Había desorden cómo en todos lados, era así, sin tapujos de represión y la armonía de la naturaleza brillaba en su esplendor. ¿Quién lo diría? Los vecinos próximos de los reinos cardinales cómo solían llamarse entre la gente, a veces comercializaban con esta hermosa ciudad que conocía su territorio y procuraba no sobrepasar los límites para no molestar a los demás.
    — Debo aclarar que ciudad se refería a país, éramos tan grandes cómo lo sería un país europeo o un país sudamericano. Éramos..~ duele la verdad, mencionar eso. Quisiera que no usasen nuestra raíz cómo algo que no tiene alma. Éramos puros e inocentes, y no deseábamos el mal a nadie. Las ciudades que aparecen en la Biblia son ciudades cómo las de ahora, no eran países y no pertenecían al territorio Babilónico. Es una gran mentira, sois ingratos.
    Fue certero prever que los tesoros intangibles que llegaban a la ciudad de Babilonia no tuvieran ojos perversos y deseos lujuriosos sobre el tema.
    a InunoTaisho y elizabeth wolf les gusta esto.