Antes de nada quiero aclarar que no todas las personas que hemos nacido delgadas porque es nuestra constitución y no podemos engordar padecemos anorexia o bulimia. Lo digo porque si estás delgada no está mal visto que la gente te diga cosas como "pareces un esqueleto, ¡come más!", "si no tienes ni cuerpo", "¿eres anoréxica?"; pero si alguien le dice a una persona de mayor peso "ponte a dieta" está muy mal visto. ¿Por qué yo me tengo que tomar a bien que alguien que ni me conoce me diga que coma más? ¿No es lo mismo? Que además, por muy delgada que esté, tengo buena salud, que es el factor más importante y del que todo el mundo se olvida. Pero no es eso de lo que quiero hablar. Últimamente se me es imposible pasearme por cualquier red social sin ver una de esas famosas "cuentas suicidas/depresivas", sobre todo por Twitter, que es por donde más me muevo. En general, cada cuenta de estas es una copia a la anterior. Suelen tener nombres como "cortes y grasa" o "suicide girl", entre otros -nótese la originalidad-. Su biografía se basa en poner sus innumerables y supuestas enfermedades, casi alardeando de ellas. A mí en lo personal me entra la tentación de darles una palmadita en la espalda y felicitarles por sus "títulos". Y en cuanto a sus tweets, nunca falta la típica imagen de unas piernas esqueléticas, seguidas por el clásico "ojalá yo así" o "esto es perfección". Pero vamos a ver, querida, si vas a fingir que padeces una enfermad al menos infórmate antes. La anorexia, en primer lugar, no es una enfermedad física, sino mental. Las personas anoréxicas padecen la llamada "distorsión de la imagen", es decir, que se ven gordas. Pero solo a sí mismas, al resto de personas las ven como son -de ahí que se comparen con ellas-. Por tanto, dicha persona quiere adelgazar y no estar gordo/a, que es como se ve, pero no ser un esqueleto con pellejo. Por eso dejan de comer o toman productos para adelgazar. En algunos casos llegan al infrapeso, convirtiéndose en esos estereotipos de belleza que esta gente tiene, pero se siguen viendo gordos/as, no es que les guste ser así, porque no ven su cuerpo como realmente es. Y es cierto que hay gente a la que le gusta ese aspecto esquelético e insano, y quienes intentan ser así conscientemente, pero eso no es anorexia. Y no es que esté hablando de algo que no entienda. Este mismo año vino una asociación de anorexia y bulimia a mi instituto. Vino su subdirectora, un nutricionista y una psicóloga. Nos dieron una charla de unas tres horas. Resulta que dicha asociación es una de las más importantes del país, y se encargan de ayudar a jóvenes que sufren estas enfermedades. En ella hay padres y madres voluntarios que se encargan de ayudar porque sus hijos están pasando por esto, y especialistas en el tema (psicólogos, nutricionistas y demás). El caso es que inició la subdirectora hablándonos de estas dos enfermedades y las consecuencias que pueden traer, a la par que nos narraba la historia de su hija, quien fue anoréxica y bulímica. Después prosiguió el nutricionista, quien nos habló sobre cómo seguir una dieta sana y los problemas que trae no comer bien, además de desmentir algunos mitos que circulan por la red sobre que x comidas engordan. Este nos dio una especie de test para comprobar si comemos bien -que por cierto, yo no di ni una-. Y por último la psicóloga, quien nos habló más sobre los problemas depresivos que traen estas enfermedades: cómo te sientes, problemas que traen y qué hacer. Y para finalizar, nos repartieron un último test, donde se nos hacían ciertas preguntas personales sobre alimentación y demás, o sobre si conocíamos a alguien que padeciera alguna de esas enfermedades. Por supuesto todo era anónimo. Además de todo lo que acabo de mencionar, hicieron mucho hincapié en las redes sociales, que es donde yo me quiero centrar. Nos contaron una historia real sobre un chico que pasó por todo esto -pero vamos, que como él hay millones-. Era anoréxico, y se abrió una de estas cuentas para desahogarse, poniéndose metas para adelgazar (no desayunar, bajar un número de kilos en cierto tiempo, etc). Con el tiempo se hizo muy famoso en esta red social y empezó a ser el ejemplo de muchas personas. Incitaba a sus seguidores a dejar de comer, a autolesionarse o incluso tener conductas suicidas. El caso es que más tarde fue ingresado en un hospital por su enfermedad cuando estuvo a punto de morir. Durante años estuvo intentando recuperarse -recordemos que es algo mental y que no se soluciona de la noche a la mañana-. Aún sigue intentando salir con ayuda de especialistas. Ahora utiliza su cuenta para animar a esa gente a recuperarse, hablando sobre su propia experiencia e intentando ayudar a la gente a no caer en esta enfermedad. Mi pregunta es, ¿por qué se le da tan poca importancia a esto? Es decir, se crean una cuenta anónima alardeando de ciertas enfermedades como si fuese algo muy normal, ¡alardeando de ello! E incluso pudiendo respetar alguna de esas cuentas anónimas para desahogarse, ¿qué me dices de las que incitan a otros a caer en estas enfermedades? ¿A los que no ponen como meta bajar ciertos kilos, sino al propio suicidio? Y ya digo que yo no soy ni anoréxica ni bulímica, ni jamás me he cortado, y aún así, cuando estuve investigando estas cuentas, pareciese como si me dejase llevar. Es como meterte en la mente de cientos de personas y encontrar todos sus demonios, hasta que no puedes parar. Como si poco a poco te fuesen comiendo la cabeza. Te inunda una sensación agria de malestar, y por un momento logras entenderles. Comprendes que va mucho más allá, que realmente son personas que necesitan ayuda, y que en vez de buscarla en gente que puede ayudarles, se refugian en redes sociales que lentamente los van consumiendo, que en vez de ayudarles a salir los hunden más. La cuenta que tú creaste como desahogo, un modo de "ayuda", se convierte en tu propia perdición, pero no se dan cuenta. Y aún cuanto tengan a un mejor amigo que se preocupe por ellos rechazarán su ayuda, porque entonces confiarán más en gente que está pasando por lo mismo, que lo único que hace para "ayudarles" es animarles a tener conductas suicidas y a autolesionarse. Dejad de pensar que son títulos de los que alardear, son enfermedades mentales. Ojalá todos ellos hubiesen estado en aquella charla para ver las cientos de innumerables consecuencias que traen estas enfermedades, incluso peores que la misma muerte. Y realmente aquí no he puesto ni un cuarto de las miles de cosas que nos dijeron. Aunque anorexia y bulimia sean las enfermedades más comunes, hay otras que no se quedan atrás. Las más populares son bipolaridad y depresión. Solo desearía que por un par de días que las personas que dicen tener dichas enfermedades las sufrieran realmente. Que se pasasen días enteros llorando sin poder dormir, autolesionándose constantemente -porque recuerdo que cortarse las venas no es la única forma-, perdiendo el interés por todo, no salir de su habitación, sin tener hambre y con unas ojeras más grandes que las de L. A ver si tras esos dos días seguían "presumiendo" por redes sociales de esto. Y no digo que alguna de estas personas no estén realmente enfermas, ni las culpo por buscar en una red social una alternativa para desahogarse de forma anónima. Pero seamos realistas, ¿a cuántas de esas personas les ha diagnosticado un médico dichas enfermedades? Ni la mitad. Porque ni se informan sobre ellas, porque no tienen ni la menor idea de lo que realmente es. Por favor, si vas a fingir pasar por una enfermedad la próxima vez infórmate. Utiliza Internet para algo más.
Hace poco me fui unos días "de vacaciones" y justo ayer regresé. Durante el tiempo que estuve fuera de casa eché en falta algunas cosas y momentos que hasta ahora nunca había tenido en cuenta. Por supuesto añoraba a mi familia -no tanto mi casa-, pero creo que eso es demasiado evidente. Sin venir a cuento me invadía una increíble sensación de nostalgia, especialmente durante la noche. Echaba de menos darme un baño de agua caliente a aquellas horas y comer mi chocolate favorito; poder tener uno de esos momentos en soledad perfectos para tranquilizarme y meditar sobre las mil cosas que tengo en la cabeza. O aquellas veces que me encerraba en mi habitación a escribir mientras veía desde mi ventana las estrellas. Aunque también extrañaba algunos momentos en compañía, como bajar al salón y ver una película con mi madre y mi perra, acompañando la noche con pepsi y palomitas. Justo entonces recordé una noche que no podía dormir, y Takara -mi preciosa perrita albina- se quedó en vela conmigo. Yo estaba perdida en mis pensamientos, para variar, hasta que me di cuenta de que pronto amanecería. Puse entonces mi canción favorita -que está abajo-, una y otra vez, mientras ambas, tumbadas sobre la cama, contemplábamos la llegada del sol. Era uno de esos momentos mágicos que solo se ven en las películas, aquel instante preciso que jamás se volverá a repetir. Y es que pensando me di cuenta de lo especial que es disfrutar de esos pequeños placeres del día a día. Es lo único que se me vino a la mente cuando mi perra lloraba desde la ventana viéndome llegar, ansiosa porque abriese la puerta. Y justo aquella noche, tras ver una película en compañía, salí con ella a dar un paseo. Echaba de menos a mi compañera, pero sobre todo tener uno de aquellos momentos.
No acostumbro a hablar mucho de mí. Soy la típica chica misteriosa a la que todos "conocen" por ser, según los que dicen haber hablado con ella, fría y borde. Aquella cuya mente es un caos, a la cual todos quieren entrar y pocos lo consiguen. Los que realmente me conocen me llaman Juliet, y tal vez ellos sean los más indicados para hablar de mí. No vengo a narrar mi vida. Más que nada porque es aburrida y monótona y no habría mucho que contar. Supongo que los únicos acontecimientos a destacar serían aquella vez que me colé en un escenario y cuando gané el primer puesto en un concurso literario. Aparte de eso, poco más. Sin embargo, no negaré que posiblemente algún día cuente alguna que otra anécdota. Pero principalmente intentaré centrarme en mis reflexiones u opiniones sobre algún tema en concreto. Muchas personas somos conscientes de todo lo que ocurre a nuestro alrededor aunque no nos involucremos en ninguno de los acontecimientos de nuestro entorno. Ver, oír y callar. Quizá por eso nadie sabe qué está pasando por nuestra mente, porque somos demasiado tácitos como para ir gritando a los cuatro vientos lo que pensamos aunque a nadie le interese, como hacen otros. Hablar solo cuando sea preciso. El silencio es demasiado agradable como para interrumpirlo para decir la primera estupidez que se te pase por la cabeza. Siempre me ha costado dar mi opinión respecto a algo, y es por eso que un día empecé a escribir en un cuaderno lo que pasaba por mi mente. Detrás de cada texto se escondía un mensaje. Era -y posiblemente siga siendo- la única forma que tenía para expresarme. Y ese es mi secreto. Intentaré hacer lo mismo aquí pero de una forma más directa y concisa, sin ocultar el punto al que quiero llegar entre figuras literarias. Oh, Juliette, Juliette... the smell of fresh flowers.