Hoy te dije que te amo, jugándome el alma y bailando en la tormenta. Hoy te dije que te amo, que aún extraño tu presencia. Hoy te dije que te amo, llorándome la vida y empapando tu sorpresa. Hoy te dije que te amo, que te siento en cada parte que mi cuerpo me presta. Hoy te dije que te amo, besándote con júbilo y quebrado sin tu respuesta. Hoy te dije que te amo, que te regalaría cada estrella que el cielo me presenta. Hoy te dije que te amo, desilusionado con tu risa y disimulando mi torpeza. Hoy te dije que te amo, incluso si nada de eso te convenza.
Siempre odié la relación de mis padres: Gritos, celos, peleas, alcohol.... mamá llorando con una botella de vino en la esquina de la habitación, papá durmiendo en el sofá. Desde que era una cría era así. Siempre fue así. Mamá se deprimía al no cenar todos juntos en familia, y papá se tardaba lo más que podía en llegar a casa para encontrar a su cónyuge dormida. No comprendía, ¿Por qué no le gustaba estar en casa? Con sus hijos y su esposa preñada. ¿Qué no debería estar feliz con su mujer embarazada? Digo, salía a la calle y miraba en los parques a la familia feliz que caminaba en los jardines, con sus bebés rubios y la mujer tan cansada que parecía que en cualquier momento daría a luz. Y hasta el aparente padre parecía feliz. Y mi papá no era así. Nunca lo entendí. Cuando pienso en mi infancia, no logró recordar un solo momento juntos. Nunca se fue, pero tampoco nunca estuvo completamente presente a pesar de vivir bajo el mismo techo. Era una total mierda. No soy la nena de papá, nunca lo fui y no es que me moleste, pero no tengo esa relación de padre e hija que muestran en las películas. Era una relación de parentesco, nada especial. Y mi mamá, a pesar de cuidar ella sola de mis hermanos y de mi, de las infidelidades de papá y de sus celos injustificados, a pesar de los gritos y peleas constantes, ella sigue estancada en esa relación. Por nosotros, por inercia, porque aún lo ama..., por todas esas razones que nos daba para justificar lo injustificable. Y aunque nunca lo entendí, muy en el fondo sabía que yo no era distinta a mamá. Porque, al encontrar a alguien, sé cómo empieza, y desgraciadamente, como termina. Y no es para nada un final feliz. Primero, se conocen y todo es color de rosas. La idea de que el amor va a triunfar y hará que la relación sea diferente y única a todas las demás prevalece. Luego, en la etapa del enamoramiento todo es perfecto; el café en la noche, dormir abrazados, los besos en el cuello, los susurros de "buenos días" al despertar. Todo es lo que siempre soñaste, pero, después, los meses pasan y todo comienza a cambiar. El enamoramiento tiene fecha de caducidad, seis meses son los necesarios para darte cuenta que ya nos sientes nada más. Y si todavía siguen juntos, a pesar de haber atravesado por celos, problemas menores y algunas peleas es que es amor, y de el real. Pero entonces, los compromisos llegan y quizás deciden casarse, irse a vivir juntos y entonces sucede, llegan los hijos y con ello más responsabilidades y menos horas juntos... quizás alguno de los dos empieza a ver a otra persona, en fin de cuenta nadie se enteraría. Luego abre los ojos a media noche y mira que cada quien está por su lado, entonces se pregunta una y otra vez que es lo que va mal con ellos. El amor se daña, se deteriora, cambia y sufre mutaciones con el tiempo. La pregunta es: ¿por qué el amor se contamina? El amor se contamina por esas personas que lo lamentan, y esas personas que aceptan esos errores. Pero eso no cambiaría para nada la terrible situación en la que estábamos; con él mordiendo mi cuello y mis manos en su cabello. Volviéndome loca con cada uno de sus movimientos, conmigo soltado gemidos encima de la mesa y Jack complaciéndose con la idea de que yo no podía vivir sin esto (y es que eso así era). Con él y yo, en lo más profundo de lo que yo alguna vez llamé amor.
>Plan Pre-Rupturas< No haré preguntas... Porque sé que el trémulo silencio que antecederá cada respuesta me partirá aún más el corazón. Simplemente asentiré mientras mi dignidad rebuscará las palabras menos mártires para aceptar tu adiós. Escucharé atentamente todas las razones cobardes con las que excusarás tú huida. Memorizaré cada partícula de momento en mi mente, para recordarlo una y otra, y otra vez, para así intentar encontrar entre cada gesticulación, entre cada letra que pronuncies, el soez error que te delate, que dicte la cruda verdad detrás de tus trilladas excusas; y también para, suicidamente buscar (con ligera esperanza de equivocación) el error en mí, aquel factor que te empujó a dar fin a lo que un día, por tu propia convicción y masoquismo, poniendo un pie en el abismo, decidimos empezar. Fingiré estar bien, temiendo que tu llegaras a conocerme tanto que adivinaras lo destrozada que estoy; entonces recordarás mi patética manía de revisar el celular continuamente cuando estoy incómoda, mirando la hora, restando mentalmente los segundos que quedan para que llegue el momento de alejarme de ti. Sonreiré tontamente, deseando que no seas lo suficientemente perspicaz para notar las gotas de agua salada que se asomarán bajo mis parpados. Sólo diré; ¡Gracias por todo! Y cuando consideradamente preguntes sobre cómo me siento respecto a tú decisión, mi ego herido mentirá intentando reivindicarse: "Muy bien, no hay problema" Haré promesas a ciegas, sabiendo profundamente que son imposibles de cumplir: "Claro que podremos seguir siendo amigos" Buscaré un atisbo de tristeza en tu mirada, para saber que no soy a la única que le ha dolido, antes de guardarla para siempre en los recuerdos de esta despedida. Permitiré que poses un suave beso en mi mejilla, en señal de tregua y obligada amistad. Diremos adiós con la emotividad con la que se despide una buena historia, con la complicidad con la que un día empezamos, ahora ya mutilada. Con las mismas manos empapadas, esta vez no por emoción. Con los mismos ojos brillantes, esta vez no por la ilusión. Con el mismo corazón acelerado, pero trágicamente, esta vez más roto que siempre. Te veré partir o me verás partir, depende de cuanta suerte tenga yo. Finalmente llegaré a mi habitación, y aunque lastime magistralmente mi orgullo: lloraré. Lloraré por todo y tan poco... Por cada canción que ya no cantaremos juntos, incluso también por cada canción que no alcancé a dedicarte. Por cada beso que murió en mis labios por temor a que mi padre nos viera. Por cada risa que lograste robarme heroicamente cuando las razones para sonreír se me habían extinguido ya. Por cada momento a tu lado que me salvó de pensar que mi vida era aburrida y sin contrariedad. Por cada noche que no aproveché para charlar contigo, porque el sueño logró vencerme. Por aquellos propósitos que planeamos al borde del ensueño y la locura, que ahora no serán más que eso: sueños de muchachos locos, enamorados y desvelados. Por toda esta historia, que pronto será tan sólo el recuerdo de un noviazgo de juventud, un triste cuento de amor que contar a los nietos, una nueva musa de que escribir... Y mis lágrimas no mentirán... me dolerás —irónicamente— justo en el lugar donde te quiero ahora. Y escribiré, y escribiré, y escribiré. Y una vez que todo lo que tuve que sentir por ti quede plasmado en letras. Y una vez que todo haya sido vaciado y marchito, podré decir que me curé de ti. Al siguiente día sonreiré y seguiré, tal vez algún pedacito de ti se cruce en mi mente de ve en cuando, pero estaré perfectamente bien porque no serás más que eso: un cachito de vida, sólo el recuerdo de una historia, tal vez triste, tal ve feliz, pero que sin duda ha valido la pena.
Leí alguna vez ese fragmento en anonimato que decía; "Escribo porque estoy enfermo, y necesito una anestesia inmediata, necesito crear un sueño, donde suceda lo que no relata mi presente, que haga un castillo en medio de esta ruina" Y, tomando esa explicación como una respuesta desesperada ante una vía de escape, lo diré así: Ésta es mi historia. Ésta es mi vida. Ésta soy yo. La solitaria soñadora que escribe tan solo para no morirse. Ni más, ni menos. Cuentos, micro cuentos, reflexiones y hasta textos personales de una escritora en proceso. Tu opinión es bienvenida con los brazos abiertos-