Cosas que pasan realmente, o no; situaciones en las que me pude haber metido, o quizás no; personajes reales o imaginarios. ¡Mi vida! ... o tal vez no. -guiña un ojo.-​
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  1. Lindo día, hermoso clima, aire fresco, sol, buena música, felicidad. Me sentía…próspera.

    Afirmada en Holy observaba el ambiente con una bebida energizante en la mano. Había más gente de lo normal, la reapertura del estacionamiento había llegado a todos los oídos jóvenes y bohemios del sector. La emoción se sentía en el aire. Al parecer unos nuevos pollitos se presentarían esa tarde en el escenario, más las batallas y alguna presentación de los artistas destacados.

    Vi a Namjoon y a Tony moverse de un lado a otro, recuperando apuestas y cobrando. La última batalla estuvo interesante, ese tal Mark era bueno, se desenvolvió bien. Interesante.

    - ¿Disfrutas?

    - Estoy cómoda. – Sonreí.- ¿Cómo va el dinero?

    - Se ha hecho algo. Hay bastante gente. – comentó mientras me mostraba los billetes celestes.

    - Suena bien.

    - ¿No subirás hoy? – quiso parecer desinteresado, fallando trágicamente.

    - Sabes que no, Tony. – respondí tomando bebida.

    - La gente te pide, streetfighter. – sonrió ampliamente. Lo miré y golpeé juguetonamente su brazo.

    - ¿¡A cómo va la pasta, Tony amigo mío!? – volteamos a ver, encontrándonos con Geun Suk y Jungkook caminando hacia nosotros.

    - Se acabó hace una hora, hermano. – se saludaron con un juego de manos, golpes, llaves, ¿eso era lucha libre?

    - Debiste haberme guardado, eres un perro.- exclamó Geun Suk siendo atacado por una llave inmovilizante. Seguían peleando, alejándose un poco para tener espacio.

    - ¿Cómo va la resaca, Kookie? – saludé con una sonrisa mientras me acomodaba en Holy.

    - No tengo.- respondió con orgullo.

    - Ese es mi chico.- le guiñé un ojo.

    - ¡Claro, él puede ser tu chico! – escuchamos a lo lejos el grito de Geun Suk, negué con la cabeza.

    - ¿Lo ignoramos? – preguntó Jungkook.

    - Lo ignoramos.- afirmé.

    - ¿Crees que vengan los chicos?

    - Si te refieres a los amiguitos de mi primo…tal vez. Se notaban emocionados.

    - ¿Y las chicas?

    - Soyu viene.

    - Eso da miedo. Nunca viene a estas cosas.

    - Viene por Hoseok. – Afirmé burlonamente.- Tienen química esos dos.

    - Te diré quien más tiene química. – lo miré sin entender. Levantó sus cejas repetidas veces, para luego mirar hacia el frente de nuestra ubicación, al otro lado del estacionamiento, atravesando la fila de apostadores. Seguí su mirada con precaución, había que tener cuidado con Jungkook y sus lecturas.

    - ¿Jackson? – susurré.

    - Sí. Él y tú, noona. Quí-mi-ca. – moduló lentamente en mi cara con una sonrisa.

    - Me cae bien. – sonreí pícaramente mirando a Jackson de nuevo. Estaba apoyado en el capó de un Camaro naranjo con líneas negras.

    - Uuuuh. – se burló golpeándome suavemente con el codo mientras yo reía.

    - ¿Quién te cae bien? – Geun Suk y Tony, al parecer, habían dejado de “saludarse” como los subnormales que eran y volvían con nosotros.

    - Nadie.- respondí indiferente.

    - Debo seguir con el patrullaje. Luego hablamos.- Tony caminó lejos y se perdió entre la gente.

    - Hey, quiero unos cigarros.- dijo Geun Suk.- ¿HaNi?

    - Hoy no, pero si es que me arrepiento… Pull Man verde.

    - Hecho.- y sin decir más se alejó también.

    - Me motivaré.- sonreí. Cogí las llaves de Holy y levanté el asiento. Venía equipada con unas seis latas de Monster para pasar la tarde con dulzor. Tomé una y cerré el compartimiento.

    - ¿Irás con Jackson? – miré en la dirección del chico rubio y linda sonrisa. Me estaba mirando, y al notar que correspondía a su mirada, sonrió con coquetería. Levanté la Monster ofreciéndosela, él pareció entender y asintió guiñándome.

    - Así es.- dije lentamente.

    - Disfruta.- comentó cuando comencé a alejarme.

    - Cuida a Holy.

    - Con mi vida.- afirmó haciéndome reír.

    Caminé entre la gente bajo la atenta mirada de Jackson. Pasando entre medio de todo tipo de chicos y chicas, marihuaneros, drogos… Este lugar siempre terminaba en un caos más allá de las una de la mañana. Las tardes solían ser más tranquilas, aunque no dejaban de ser revoltosas. Normalmente yo me iba a las doce y algo, no me gustaba ver cómo tanto chicos como chicas se despojaban de sus ropas a causa del éxtasis inyectado, o ver como se armaban peleas eternas, a golpes, navajas, y más de una vez con armas de fuego. Pasado las una ese lugar se salía de control. No quería ni pensar cómo acabaría ese día, había más gente de lo normal.

    - Su alteza ha vuelto a su castillo. – comentó Jackson sonriendo ampliamente cuando me detuve frente a él.

    - Algo por el estilo.- alargué el brazo esperando que recibiera la Monster.- Manera de opacar un auto de ese calibre.

    - ¿Por el color? – Recibió la Monster sin dejar de sonreír, volteando brevemente a ver el auto tras él.- Lo mismo pienso.

    - ¿Es tuyo? – pregunté analizando el auto con la vista. No estaba mal, de hecho estaba como nuevo. No tenía luces de neón en la parte de abajo, y el modelo parecía original. Sólo me jodía el color.

    - No. Es de un amigo.- abrió la lata y dio un pequeño sorbo.

    - Al menos no tiene luces de neón. Creo que esas cosas le quitan todo el encanto a un clásico.

    - Sí. Es una estupidez enchular un auto.

    - Sí.- le sonreí. Nos quedamos unos segundos en silencio, sin quitar la vista de los ojos del otro, conociéndonos y recorriéndonos con la mirada.

    - Y, ¿quién es ese chico?, ¿otro pretendiente? – volvió a hablar antes de beber más bebida moviendo la cabeza en dirección a Jungkook. Reí suave al escuchar su comentario.

    - Es un amigo y compañero de trabajo. – señalé.

    - Ah. Ahora que lo dices, estaba en el café, ¿no? – Asentí.- Hum. Siempre estás rodeada de chicos, ¿es eso normal? – ahora no aguanté las carcajadas y rompí a reír.

    - No me llevo muy bien con algunos hombres. Aunque la mayoría de mis amigos sean chicos, también tengo amigas, ¿sabes?

    - Eres toda una celebridad en cuanto a chicos. – sonrió de nuevo.

    - En cuanto más me dicen eso, más me convenzo de que debería matarlos a todos.

    - Uh, tranquila.- rió levantando las manos, haciendo que yo también riera.

    - Veo que tienes buena compañía, Jackson.– un chico de cabello castaño muy claro, casi rubio, se acercaba a nosotros rodeando el Camaro con una sonrisa en su rostro.- Hola, soy Mark.- extendió su mano hasta mí.

    - HaNi.- respondí cortésmente estrechando su mano.- Tú eres el ganador de la última batalla, ¿no?- inquirí.

    - Wow, la gran HaNi se ha fijado en mí. Jackson, pellízcame. – dijo feliz estirando su brazo cerca de Jackson. Él solo rodó los ojos.

    - Mark es un amigo de la infancia y él dueño de esta naranja con neumáticos. – explicó.

    - Hey, deja el color de mi bebé tranquilo. – se quejó Mark.

    - Te recomiendo o el negro o el gris. Resaltará más la figura.- propuse.

    - ¿Ves? Ella me entiende.- dijo Jackson ante la mirada fugaz de Mark.

    - Tienes buenos gustos. – dijo Mark. Sonreí.

    - ¿Ves esa moto de allá? – señalé a Holy, aparcada a unos metros, al otro lado del estacionamiento. Él asintió.- Tony la pintó.

    - ¿El chico de las apuestas? – Asentí.- ¿Crees que podrías derivarme con él? – rió Mark.

    - No será problema. Siempre y cuando elijas un buen color.- bromeé. Los chicos rieron.

    - Hey, me gusta esta chica.- le comentó Mark a su amigo.

    - A mí también.- Jackson me miró directamente a los ojos con su sexy sonrisa dibujada. Correspondí a su sonrisa coquetamente.

    - ¿La moto es tuya? Es una hermosura.- comentó Mark, interrumpiendo el momento, mientras miraba medio boquiabierto a Holy.- Deberías mostrarle tu auto, Jackson.- volvía fijar mi mirada algo sorprendida en el chico rubio.

    - ¿Tienes auto?- pregunté realmente interesada. No sabía que tenía uno. Bueno, digamos que no tenía cómo saberlo. Llevábamos muy poco tiempo hablando, realmente hablando, que es diferente a miraditas coquetas y guiños a larga distancia.

    - ¿Quieres conocer mi juguete? – sonrió pícaramente.

    Recorrimos medio estacionamiento, hasta salir del edificio en ruinas. La entrada al lugar estaba siendo controlada por, supongo, colegas de Namjoon. No dejaban entrar a personas sospechosas o que tengan algún antecedente, en realidad chismes, de boca-floja o cosas por el estilo. Después de lo sucedido hace unos días estaban siendo demasiado precavidos desde mi punto de vista.

    Salimos al fresco aire de la tarde otoñal, pasando a un lado del control de la entrada. Yo seguía a Jackson desde cerca, caminando sobre sus pasos.

    - Wow, señorita. Un gusto verla.

    - Hola, Brooki. – saludé velozmente.

    - ¡HaNi! Deja la pasta.

    - ¿Cómo estas, preciosa?

    - Oye, ¿sabes si Tony tiene más polvo?

    - ¡Me debes una cerveza de la otra vez!

    Y otros comentarios, tipo saludos, recibí al pasar a un lado de la fila siguiendo a Jackson. Algunos, pasados de tono, otros amigables, otros burlescos…Respondí a la mitad de ellos, no tenía tiempo de sobra.

    - Tan famosa.- escuché decir al chico frente a mí.

    - ¿De verdad piensas que soy una celebridad? – reí.

    - Todo el mundo te conoce. Todos quieren ser tus amigos.- se detuvo de pronto volteando hacia mí, casi haciéndome chocar contra su firme torso al ir tan cerca.

    - Sólo quiero pasarla bien. – señalé al apartarme un poco.

    - Es este.- indicó con la cabeza hacia su derecha, ignorando por completo mi comentario. Volteé a ver algo incrédula.

    - Por las esferas del dragón. – exclamé con los ojos bien abiertos, acercándome lentamente al monstruo frente a mí. – No me jodas, Jackson. Un Mustang, un jodido y estúpido Mustang.

    - Mustang Mach 5.- dijo orgulloso. El maldito auto, precioso a más no poder, era de un color gris perla muy hermoso, de última generación, nuevito de paquete. Llegó a Corea del Sur ese mismo año. Son los antecedentes que yo sabía gracias a Tony y sus explicaciones al ver esas exposiciones por la televisión.

    - ¿Cómo conseguiste ésto? – no podía dejar de mirarlo, incluso a través de los vidrios polarizados. Según yo no había otro igual en Corea del Sur, por lo menos en Seúl, no había otro.

    - Es mi regalo de cumpleaños.- lo miré, se había cruzado de brazos mientras mantenía la mirada fija en mí. – Cumplí veintiuno hace tres días.

    - Oh. Es un buen regalo.- baje la mirada.- Un muy buen regalo.- repetí en un susurro.

    - Entra, quiero mostrarte algo.- me dijo haciendo un movimiento con la cabeza haciéndome entender que entrara por el lugar del copiloto. Abrí la puerta con cuidado, no quería echarme un auto así, y me adentré en el Mustang. – Te gusta la vieja escuela, supongo.- dijo mientras ponía las llaves y daba contacto al motor.

    - Sí, obvio.

    - Lo mejor de este auto…- encendió la radio del auto con su típica sonrisa.-… es el sonido. – y de pronto una explosión de sonido retumbó en mis tímpanos, y estaba más que segura, que en todos los lados posibles. “The Next Episode”, de Snoop Dogg y Dr.Dre acogió mis oídos en su animado compás y melodiosa base de hip hop de la old school justo en el segundo diez de la canción. El bass del equipo dejaba sentir sus vibraciones por cada parte del auto, los asientos, las ventanas, las puertas, el techo…Sin duda el mejor equipo de música para un auto.

    -Take a seat, hope you ready for the next episode. Hey ey Heyey.... ¡Smoke weed everyday! – cantamos la última estrofa del coro intentando movernos al ritmo de la base pegajosa.

    - Es el mejor sonido que he escuchado en mucho tiempo.- grité por sobre la música.

    - Quizás sea la mejor parte del auto.- respondió de la misma manera. Pausó la canción y las vibraciones del mejor tema conocido, a mi parecer, se detuvieron.

    - Es increíble. Un buen regalo.- comenté mirándolo.

    - Pienso igual. – Sonrió.- Deberíamos volver.- asentí y abrí la puerta para salir. Puso la alarma con sus llaves y nos quedamos parados frente a frente delante del auto.

    - ¿Te gustó?- me preguntó sin despegar sus ojos de los míos.

    - Es lo mejor.- respondí bajito.

    - Algún día…podría darte una vuelta.- propuso.

    - O mejor, podríamos salir.- contrataqué. Me miró algo sorprendido con una ceja alzada.

    - ¿Hablas enserio? – preguntó incrédulo. Reí.

    - Te debo algo por tu cumpleaños.- comenté aparentemente indiferente.

    - Yo encantado.- sonrió de nuevo.

    - Dame tu teléfono.- estiré la mano para recibir su celular. Me lo entregó algo desconfiado y comencé a escribir en él.- Es lo menos que puedo hacer para tus veintiuno.- le devolví el teléfono. Miró la pantalla y sonrió al ver mi nombre y mi número en la lista de contactos.

    - ¿¡HaNi!? – se escuchó un chillido a lo lejos, aparentemente desde la entrada.

    - Ya debo irme. Llámame cuando estés libre, ¿ok?

    - Dalo por hecho. – respondió él.

    - ¡HaNi! ¡Ayuda! ¡HaNi!– los gritos desesperados de una chica se seguían escuchado. Volteé a ver algo preocupada.

    - Nos vemos, Jackson.- me despedí rápidamente para salir andando hacia la entrada.

    Troté sobre el camino de piedras observando, o intentándolo… por mi baja estatura… hasta que logré ver a un montón de chicos reunidos en la entrada discutiendo con los aparentes colegas de Namjoon. Entre ellos divisé a Soyu, con aire desesperado moviendo sus manos nerviosamente, mientras Jin y Hoseok discutían con los tipos.

    - Ustedes no habían estado aquí antes. No puedo dejarlos pasar hasta que Zico les dé el visto bueno.- ¿Zico? ¿Qué tiene que ver Zico aquí?

    - Y yo te digo que esto es injusto, es un estúpido lugar público.- Jin, Jimin y Hoseok estaban con Soyu entre el montón de personas. Muchos habían comenzado a silbar y a gritar que se apresuraran y que dejaran de estorbar, eso sólo motivaba a los aires de tensión y enojo que sentí en el aire a escasos metros de ellos.

    - Las reglas de aquí están claros, pijo. – Dijo el tipo de la expansión en la oreja.- Así que…o se largan, o esperan a que Zico esté libre.

    - Oye, que somos amigos de HaNi. Soy su amiga, déjame hablar con ella.- logré oír. Uno de los chicos de la entrada miró a mi amiga con perversión, alzando la ceja y sonriendo no muy decentemente.

    - Quizás, si te vienes con nosotros logremos encontrarla y preguntarle qué tan amigas son.- propuso el que tenía un tatuaje de dragón el del costado izquierdo del cuello.

    - Hey, amigo, qué te pasa con la chica.- se quejó Hoseok, se estaba enojando, y muy rápido.

    - Tú no te metas que esto es con ella.- gritó el otro chico.

    - Sólo déjennos pasar, ¿sí? – soltó Jimin más que frustrado.

    - Claro, pero la chica se viene con nosotros.

    - Estás muy equivocado si crees que la dejaré contigo, imbécil.- Hoseok iba a explotar, y cuando él lo hacía ya no había vuelta atrás. Soyu se veía aterrada. Era su primera visita al estacionamiento y era obvio que había hecho esfuerzos sobrehumanos para acceder a venir. No le estaba gustando esta pelea. - La chica se queda.- Mi primo y el chico se habían acercado lo suficiente como para que sus cuerpos estuvieran a la par, cerca, listos para golpearse.

    - ¿Quién lo dice?- preguntó burlesco y desafiante el de la expansión.

    - Yo lo digo.- solté al fin, interrumpiendo.

    - HaNi.- chilló Soyu con alivio, como si hubiera visto al mismísimo Dios en la Tierra.

    - La chica se queda y todos pasan al evento. – sentencie. Jin había apartado a Hoseok y se había interpuesto entre él y el chico antes de que iniciara una dura pelea. De pronto el silencio en la fila se había hecho notar. Nadie movía ni un músculo, nadie silbaba ni gritaba que los dejaran pasar rápido, todos expectantes.

    - Jung, no podemos hacer eso.- dijo el de la expansión de diez en la oreja izquierda.- Zico nos...

    - ¿Zico? – Indagué. Caminé posicionándome frente a él.- Zico no tiene poder aquí. Así que hazte a un lado.

    - Pero…-intentó reclamar el del tatuaje.

    - Te mueves o te muevo, capullo.- sonreí.

    Parecieron dudarlo por unos momentos. Era claro que no les convenía comenzar una pelea ahí mismo. Quizás muchos se les echarían encima en mi ayuda. Los del grupo de Zico eran claramente una disyunción en el estacionamiento, imponiendo sus reglas y sentenciando sin ser aprobados. Lo cierto era, que ese lugar no le pertenecía a nadie, era público para el que quisiera divertirse y respetar las normas a democracia que eran conocidas por todos los visitantes. Respeta para que te respeten, cuida de los tuyos, y no te metas en otros asuntos sin saber que puedas ganar. El resto quedaba a elección personal. Sin un grupo estable, estabas muerto. Solo, estabas muerto. Más valía mantener el ambiente agradable entre los grupos o de seguro que todo esto terminaría en un tiroteo.

    Finalmente se hicieron a un lado y, no sin antes dedicarle una mirada de advertencia, caminé seguida de los chicos, internándonos en el edificio en ruinas. Busqué y a lo lejos vi a Namjoon y a Zico conversando sobre algo cerca del escenario. Era mi oportunidad debía hablar con ambos. Examiné con la mirada a Tony, a Geun Suk o a Jungkook, alguien que me ayudara, hasta que di con Tony cerca de Holy, bebiendo una cerveza mientras reía a carcajadas con un chico identificado como Jong In.

    - Soyu, ¿estás bien?- pregunté con preocupación tomando una de sus manos.- Lo siento, no volverá a pasar, ¿ok? – dije cuando asintió afirmando. Soyu era más sensible de lo normal en los ambientes grotescos y violentos.

    - ¿Qué onda esos chicos? – preguntó Jimin, seguía muy frustrado.

    - De verdad lo siento. Si me hubiesen llamado al celular eso no habría pasado.

    - Estabas ocupada.- se burló Soyu. Ah, con que había recuperado el don del habla.

    - Ajá. No se preocupen. Esos dos recibirán lo que se merecen.- dicté.- Por ahora, vayan con Tony.- señalé.- Él los ambientará. – les sonreí.

    - ¿Vendrás? – me preguntó Hoseok.

    - Iré en unos minutos. Tengo unos asuntos que arreglar. – miré hacia donde estaban Namjoon y Zico.

    - No te metas en problemas.- rió Jin comenzando a alejarse con el resto.

    - No les prometo nada.- susurré.

    Habían anunciado por los parlantes dispersos en el primer piso del estacionamiento, que pronto comenzaría una de las presentaciones preparadas por un nuevo artista secreto. Los jóvenes comenzaban a reunirse frente a la imitación de escenario al centro del lugar. No tenía idea de quien podría tratarse. Me había desligado totalmente de los movimientos de los eventos en el barrio después de que volví a la universidad. Ya no tenía el tiempo suficiente como para organizar a los raperos, ni preparar las pistas para ellos, ni retroalimentarlos en cuanto a técnicas. Había dejado todo eso de lado…hay cosas más importantes, ¿cierto?

    - Deberías ver a quién le confías las puertas del local, Namjoon.- reclamé llamando la atención de ambos chicos a la vez que me cruzaba de brazos. Zico y yo atravesamos miradas.- Controla a tu gente, Zico. No estoy dispuesta a que pasen a llevar a los míos por culpa de tu complejo de superioridad.

    - ¿De qué hablas? – preguntó Namjoon confundido.

    - Dos chicos, uno con tatuaje de dragón y uno con expansión en la oreja izquierda, le impidieron la entrada a unos amigos y pervirtieron a mi amiga. – Expliqué.- Eso no suena para nada bien, ¿o sí?

    - No alegues, HaNi. Cada uno debe cuidarse por su cuenta. Si no son lo suficientemente machitos ni mujercitas valientes, deberían pensar tres veces antes de venir aquí, ¿no crees? – reparó Zico sin expresión.

    - Eso no justifica que tu supuesto “personal” se tome atribuciones que no les corresponden. Según las políticas de seguridad impuestas por ti, Namjoon, cualquiera es libre de entrar al recinto siempre y cuando cumpla con las tres reglas. Si se le sorprende rompiendo una, dos, o las tres, será sacado por la voluntad, o a la fuerza, sólo y cuando existan pruebas suficientes. Dudar de una persona sólo porque es desconocida para el resto es discriminación y falso prejuicio.- señalé con seguridad.- Tú personal, Zico…-me acerqué más a él.- …no está haciendo un buen trabajo con eso.

    - Deja de llorar por tus amigos, HaNi. Tus amigos saben defenderse solos.- no desconectamos los ojos del otro ni por un segundo, luchando por el control. Sólo hasta que cierta perra rastrera, falsa, prostituta barata de los barrios bajos de la ciudad más baja del país apareció por detrás del chico que una vez titulé como mi novio, abrazándolo por los hombros.

    - ¿Pasó algo, amor? – le habló moviendo sus rojos y operados labios. La miré y no pude evitar soltar un bufido. Era lo menos que necesitaba ahora. Una visita de la gata con garras falsas.

    - Lo solucionas tú, Namjoon, o lo soluciono yo. Es fácil.- solté una sonrisa recargada de advertencias.

    - ¿Solucionar qué? – insistió Hyuna, aún aferrada al torso inerte y aparentemente desinteresado de su novio.

    - Tú no te metas gata. Supongo que tienes problemas más grandes con los que lidear.- dije frunciendo mis labios para que entendiera la indirecta.

    - Muy bien, HaNi. – interrumpió Namjoon.- Veré que puedo hacer.

    - Más les vale.

    - Acompáñame quiero presentarte a alguien.- cambió de tema mientras me empuja hacia la multitud que esperaba al nuevo underground, dejando al parcito de tortolos atrás. – Lo siento por lo de tus amigos. No sabía que Zico había mandado a su gente a la entrada.- se defendió.

    - Zico y sus estupideces me tienen harta. – Comenté agotada mentalmente tocándome la cien delicadamente.- Si se vuelve a meter con mi primo y mis amigos, definitivamente no esperaré a que hagas algo, líder, moveré mis propios hilos y rodarán cabezas.

    - Lo sé.

    Una basé bastante melancólica pero rítmica tronó a través de los parlantes. Piano y bombo sonaban intercalándose, uniéndose y creando una melodía hermosa interrumpida por el sonido de una caja de batería. La gente enloqueció, emocionada por lo que se avecinaba, comenzaron a gritar y a saltar. No estaba poniendo atención, más bien esperaba a que alguien llegara. Namjoon me había dicho que quería presentarme a alguien ¿no? Entonces, ¿dónde estaba?, ¿por qué el líder solo se enfocaba en el escenario, sonriente y emocionado?, ¿quién sería ese alguien? Seguí su mirada hasta el escenario justo en el momento en que el nuevo subía al piso de un metro de madera. Micrófono en mano, gorro negro, cadenas grises como collar, poleron ancho, jeans rotos a lo thrasher, zapatillas deportivas blancas y…personalidad de sobra.

    ¿YoonGi?

    Rapeaba con el alma, con tanta gracia que de nuevo ese típico y maldito escalofrío recorrió toda mi espina dorsal poniéndome los pelos de punta. Su voz… por Dios, su voz. Ronca, grave, y en los momentos cúspides soltaba uno que otro desfase en la afinación, típica de los raperos en las calles graciosas de Nueva York.

    Pero otra cosa llamó mi atención, aparte de su repentina y para nada esperada aparición… la letra. ¿La escribió él?, ¿enserio? Tan profunda…

    Mismo día, misma luna.
    24/7 cada momento se repite.
    Mi vida está entre medio de desempleados veinteañeros, le tienen miedo al mañana.
    Es chistoso, tú piensas que cualquier cosa
    es posible cuando eres un niño.
    Inclusive tu sientes lo difícil que es pasar un día sintiéndote como el "control" ritmo, sigue descargándolo.
    Cada día es una repetición de ctrl+c, ctrl+v.


    Eso y otras cosas muy profundas. Casi podía ver su alma. Su aura alrededor de su figura desplazándose con suficiencia de un lado a otro en el escenario. Es como si se despojara de todo lo material y simplemente su espíritu roto quedara sobre el lugar, dándose a conocer de la forma más humilde posible, humilde, pero con personalidad. Algo dentro de mí se retorció. Su voz, sus letras, su desplante, su talento…algo sonó…

    Clic.

    Miré a mí alrededor. De pronto todo se había vuelto en cámara lenta. Los chicos y chicas que antes se veían entusiasmados, movían uno de sus brazos al ritmo del bombo en la base, moviendo la cabeza del cielo al suelo. Volteé a ver a Namjoon, se veía feliz, y me miraba entusiasmado. Vi a Tony y Jungkook, mis amigos, entre medio del choclón de gente, en la misma onda que el resto, disfrutando la canción. Jimin, Jin, Taehyung y Hoseok saltaban apoyando a YoonGi con gritos y coros. Soyu me miraba alegre, mientras SunHi me mostraba ambas manos con los pulgares alzados.

    Sigue tu sueño como un breaker,
    inclusive si se rompe, oh mejor,
    sigue tu sueño como un breaker.

    Inclusive si se rompe, nunca te eches para atrás, nunca.

    Volteé hacia el otro lado del escenario. Zico y Hyuna estaban uno al lado del otro observando atentamente a YoonGi con odio sincronizado. Algo así como envidia y recelo de verse desplazados por algo nuevo, algo que yo nunca había experimentado personalmente, alguien que yo nunca había experimentado.

    No te alejes demasiado, mañana.
    No te alejes, mañana.
    No te alejes demasiado, mañana.


    - Mi nombre es Min YoonGi. Llámenme Suga. –habló al finalizar con voz grave y agitada.

    Y ese simple golpe, no mental, me hizo volver a pisar la tierra. Suga… Si los espectadores estaban emocionados, ahora se habían vuelto locos. Saltaban coreando por más versos, por más música, por más hip hop. YoonGi sonrió y salió de mi periferia visual. Lo busqué con la mirada, intentando ver por sobre las cabezas de los chicos delante de mí. Namjoon tampoco estaba a mi lado, y me sentía atrapada en medio de la bulla enloquecida. Salí de en medio a tropezones, dando empujones y golpeando algunos torsos. Me faltaba el aire y estaba hiperventilando cuando llegué a la seguridad de mi moto. Me afirmé en ella y tomé todo el aire que había perdido en el camino y en el trance. De acuerdo, no más bebidas energizantes por un tiempo.

    - Wow, eso fue increíble.

    - No tenía idea que YoonGi-hyung tenía tanto talento.

    - Todos enloquecieron. ¡Les gustó!

    - Veo un futuro próspero en mi buen amigo.

    - Iré a cobrar mis apuestas.

    - ¡SunHi!

    - ¿¡Que!?

    - ¡Jajajaja!

    - Tiene buena voz, ¿verdad HaNi? – escuché la voz Tony volviendo desde lejos.

    Levanté la mirada y tenía puestos encima más ojos de los que debería ver. Me erguí acomodándome en Holy y tomé aire nuevamente.

    - Oye, ¿estás bien? Te ves pálida.- Tony tocó mi frente.- ¿Te pasó algo?

    - Nada. Un alza de azúcar, es todo. – intenté sonreír con sinceridad.

    - Deja la pasta, HaNi.- rió Jimin.

    - La pasta no causa eso, tonto.- escupió Hoseok.

    - No, pero las bebidas energéticas si.- señaló Geun Suk.- ¿Cuántas llevas?

    - No importa, ya estoy mejor. – tres.- Iré a la parte de atrás. Cuídalos, Tony.

    - Si, Jung.

    La atmósfera seguía eufórica ahí adentro. Y realmente las Monsters me habían pasado la cuenta. Tres latas, tres latas sin contar la mitad que tomé de la lata de Jackson camino a su auto. Necesitaba respirar a solas y tranquilizarme. Los ataques de azúcar no eran muy comunes en mi cuerpo, pero ya me habían ocurrido las veces suficientes como para saber controlarlos. Nota mental, dejar las energéticas.

    Llegué al pasillo que daba a la parte de atrás completamente en ruinas. Los cementos desparramados por el suelo, llegaban hasta el pie del cerro que rodeaba Seúl en su magnitud. Me acerqué a una baranda en el límite del lugar y me afirmé en ella respirando profundamente el fresco aire.

    ¿Qué fue todo eso? No es como que la presentación de Suga… o sea, YoonGi, me haya gustado a tal nivel de llegar a perder la cabeza por escasos minutos que parecieron eternos, ¿verdad? Aún ante mi negación, no podía decirle que no a la sensación extraña alojada en alguna parte de mi cuerpo. Estómago, pulmones, cerebro, espina dorsal, ni idea, pero sabía que estaba ahí, latente, y esperando. Pero… ¿esperando qué?

    - Aquí estás. Fui a buscar a YoonGi para presentártelo personalmente.- Oh. Volteé lentamente con miedo a lo que me podría pasar. Me encontré con Namjoon y YoonGi esperando alguna respuesta de mi parte.

    - Ah. Eh…fui a beber agua. – Golpe mental, qué clase de respuesta improvisada era esa…

    - En fin. Él es YoonGi, estará presenté bastante seguido por acá.- indicó al chico pálido que se encontraba a su lado.- A que su presentación ha sido la mejor.- inquirió.

    - Eh. Sí. Bueno, fue realmente… profunda. - sí, profunda era la palabra.

    - Los dejo para que conversen. Tienen mucho en común, ¿sabes? Me recordó a cuando tu debutaste con tu “Wanna fuck me” hace algunos años. – hice una mueca al escuchar el título de un viejo tema en mi época preadolescente. Espera… ¿qué?, ¿¡conversar de qué!?

    - Gracias por dejarme subir hoy Namjoon.- habló YoonGi. – Me divertí.- sonrió. ¡Sonrió! ¡Y no de manera arrogante o burlesca!

    - Cuando quieras. – el líder le golpeó el hombro amistosamente y caminó de regreso.

    Me quedé ahí, sin decir nada, mirando a YoonGi en silencio. Él volvió sus ojos gatunos hacia mí y yo esquivé su mirada, volviendo a apoyar mi peso en la baranda, dándole la espalda. Escuché sus pasos acercándose y cerré los ojos por inercia, sin entender el por qué, y esperé a que algo pasara.

    - Deberías dejar las bebidas energéticas.- habló luego de un momento. Abrí los ojos y lo vi no muy lejos de mí apoyado de la misma manera en la baranda. – A la larga te jugarán una mala pasada.- me atrapé viendo el movimiento de sus labios al hablar y me reprimí de seguir haciéndolo.

    - ¿Cómo sabes que...?

    - Estuve en las cabinas del segundo piso todo este tiempo y te vi.- ¿Me vio? ¿Todo este tiempo? Me sentí perseguida por un minuto.- Definitivamente tres energéticas en menos de dos horas no hacen una buena reacción.

    - Espera… ¿me estabas espiando? – acusé.

    - Oye, relájate. Estaba trabajando, ¿ok? – se defendió. Volteó su cuerpo y afirmó su espalda en los fierros.

    - Ajá. O sea que ahora trabajas para Namjoon de psicópata, ¿no? – hablé recriminándolo.

    - Jung, para algunos no eres el centro de su mundo.- escupió mirándome con ojos fríos.- Estaba en el estudio haciendo las últimas revisiones de mi base, es todo.

    - Pues, te aviso que tienes serios problemas de concentración porque yo estaba hasta atrás de local, en un lugar poco concurrido.- alegué.

    - No es difícil localizarte con ese cabello morado que tienes y esa ropa que usas.- comentó sonriendo con malicia. Miré hacia abajo buscando alguna falla en alguna de mis prendas. Mi polera blanca una talla más grande, mis pantalones ceñidos negros con un tajo en la rodilla y mis vans negras. Nada raro había…ni siquiera tierra.

    - ¿¡Qué tiene mi ropa!? – grité molesta.

    - Sólo mira a las otras chicas, Jung. – indicó hacia dentro del edificio. Deslicé mi vista por toda la primera planta y comprendí que quería que viese. Había algunas chicas con cortísimos top en la parte superior de su cuerpo, dejando a la vista su vientre, se paseaban de un lugar a otro prácticamente dando saltitos en cada paso, haciendo que sus pechos revotaran. Otras de ellas, las que vendían cervezas en una camioneta cuatro por cuatro, traían faldas más o menos de unos treinta centímetros… nada quedaba para la imaginación. Hice una mueca al ver como una de ellas se inclinaba a recoger una moneda que un imbécil apropósito había dejado caer. Dios, al menos llevaba ropa interior. Volví la vista a YoonGi, quien esperaba algún comentario, mirándome expectante.

    - Bueno…- pensé.-…parecen prostitutas.- él sonrió por el comentario, una sonrisa divertida.

    - Exacto.- me llevé una mano al mentón mientras ataba cabos y trataba de entender que me quería decir.

    - ¿Me dices que no soy como ellas? – indagué al fin. Me estaba costando pensar.

    - Te costó un poco. Eres más lenta de lo que pensé.- fruncí el ceño.

    - Es bueno ser diferente. Es lo que busco.- dije más relajada.- No sabía que rapeabas. – comenté cambiando de tema, intentando no sonar demasiado interesada. Él volvió a verme y sonrió grandemente dejando ver sus rosadas encías.

    - ¿Te ha gustado? – Lo miré y asentí.- Entonces merezco un trofeo o algo.- rió sarcástico. Fruncí nuevamente el ceño.

    - ¿Rapeabas en Busan? – apartó su mirada de la mía y la dirigió hacia el cerro frente a nosotros.

    - A veces.- sentenció.

    - Ah.

    Se armó un leve silencio entre ambos. Tenía muchas dudas sobre su llegada aparentemente repentina a Seúl. Cada vez que le preguntaban sobre Busan se tensaba y esquivaba las preguntas, o respondía a medias. ¿Qué razones tenía para estar aquí? ¿Qué clase de “asuntos personales” lo trajeron a Seúl?

    “Decidimos transferirnos hasta la capital para acompañar a YoonGi que se mudaba con sus tíos aquí. Él no la ha pasado muy bien.”

    ¿Con sus tíos?, ¿qué pasa con sus papás?, ¿estarán separados?, ¿habrán peleado?, ¿él no la ha pasado muy bien?... ¿¡Qué se supone que significaba eso!?

    Lo miré disimuladamente por el rabillo del ojo. Afirmaba sus brazos en el fierro de la baranda y tenía la cabeza levemente levantada hacia el cielo con los ojos cerrados. La luna estaba en el cielo nocturno, en la cima del cerro. Algunos rayos de luz se reflejaban en su piel pálida haciéndola ver más blanca de lo real. Parecía concentrado y relajado.

    ¿Qué tantos misterios podría esconder este chico? Recordé la junta que habíamos tenido la noche anterior, cuando mi hermano le había preguntado por qué estaba en Seúl. Recordé su cambio de ánimo a uno tenso y evitante, sus amigos dedicándose miradas nerviosas y preocupadas, y nosotros preguntándonos que rayos pasaba.

    “Dejémoslo en asuntos personales.”

    ¿Cómo se puede interpretar eso?

    - ¿Te gusta lo que ves? – irrumpió en el silencio, haciéndome dar un saltito. Estaba mirándome con ojos acusadores.

    - ¿Eh? – pregunté sin entender.

    - Me estabas mirando.- sonrió con hipocresía. Golpe mental.

    - Si insinúas que te estaba mirando porque me gustas estás muy equivocado.- me defendí con la mirada.

    - Ten cuidado con tu novio. Puede darse cuenta.- sus ojos gatunos parecían sonreír, al igual que su poseedor, con burla.

    - Yo no tengo novio.- ¿es que no podemos tener una conversación normal?

    - Ah. Entonces te gusta jugar. Era obvio, después de toda la atención que tienes sería difícil mantener una relación seria.- abrí mis ojos de par en par y creo que mi boca también. ¿¡Quién se creía como para sacar conclusiones de ese calibre!?

    - Creo haber dejado en claro ayer que mi futuro novio, si es que llego a tener, sería el hombre más desafortunado de toda la tierra. Es elección mía estar con alguien o no. Mi supuesta “popularidad” no tiene nada que ver.- expresé sulfurada.

    - Sí, sería muy desafortunado, ¿no? – intentó parecer pensativo ante esa preguntar/afirmación, pero solo le salió algo peor, que fue el sarcasmo. ¿¡Ignoró todo el resto de mi frase!? Abrí la boca y me erguí bien sobre mi cuerpo lista para gritarle, pero alguien interrumpió mi detonación.

    - HaNi, YoonGi hyung. Los estamos esperando adentro. – dijo Tae sonriendo con su cuadrada sonrisa.

    - Sí, ¿de qué tanto hablan, perdedores? Vamos a divertirnos.- SunHi, que parecía ya estar media borracha, tomó del antebrazo a Tae y lo arrastró corriendo hacia dentro de la tumba de cemento.

    YoonGi y yo no miramos por un breve segundo hasta que rompí el contacto de nuestros ojos. Me sentía molesta de nuevo. ¿Acaso siempre nos llevaríamos mal? El parecía disfrutar burlarse de mí y yo estaba en desventaja, él sabía más de mí, que yo de él. Era totalmente injusto debido a que nunca hablaba.

    - No hagas esperar a tus súbditos, HaNi.- dijo cuando comenzó a caminar.

    - No son mis súbditos. – susurré.

    Cómo puede arruinar una conversación de un momento a otro.

    Lo aborrezco. Es un idiota que no tiene modales… Si, HaNi, es un idiota que presentó una canción tan profunda que te ha revuelto todo lo que se llama organismo. En mi defensa, había bebido tres Monsters ¡Fue un alza de azúcar! Pero fue como un electro shock. Confrontación mental.

    - Mierda.

    Estaba en problemas…
  2. Y otra vez mis predicciones se equivocaban, el mundo conspiraba en mi contra. Ahí estaba yo, sentada en una silla alta a un lado de la mesa en la cocina, con una cerveza en la mano, observando la escena frente a mis ojos.

    Jay había llegado hace unos veinte minutos y conversaba amenamente con Jin a un lado del lavaplatos sobre algo de las papas a la creme y otros platos de comida con extraños nombres. SunHi discutía con Taehyung sobre quién podía hacer la mejor imitación de Lady Gaga en Bad Romance, en realidad parecía una competencia en ver cuál de los dos hacía más el ridículo en el comedor, ya con unas cuantas cervezas encima, siendo apoyados por Jungkook y Jimin quienes eran los jueces del “evento”… Hoseok, Tony y YoonGi, conversaban sobre los eventos que se llevaban a cabo en el estacionamiento, aunque éste último no decía mucho y de vez en cuando me dedicaba miradas llenas de superioridad. A mi lado derecho, apoyada en la mesa, se encontraba Soyu, bebiendo jugo de piña, discutiendo con Geun Suk, sentado a mi izquierda, sobre los modales con una señorita y los vocablos que se debían utilizar. Pf, casa de locos.

    Menuda reunión social, yo inmersa en mis pensamientos, sintiéndome por primera vez incómoda alrededor de mis amigos, y el resto estableciendo sus originales métodos de sociabilidad.

    - Te noto algo distante.- comentó Geun Suk entrecerrando sus ojos.- ¿Pasa algo?

    - Sí, tu cerveza no ha bajado, prácticamente. HaNi eso es extraño en ti.- dijo Soyu haciendo que mirara la botella en mi mano, habría bebido unos dos sorbos, nada más.

    - No pasa nada. No tengo nada que aportar en sus conversaciones, es todo. – contesté mirando fijamente la botella, logré percibir como se miraban el uno al otro extrañados.

    - ¿Te duele algo?

    - Ah, Geun Suk, estoy bien. – repliqué algo molesta.

    - Si es así, tómate toda la cerveza de una sola vez. – levanté la vista para encontrarme con la sonrisa malvada de Geun Suk. – Si eres la HaNi que conozco no te negarás a eso.

    - ¿Por qué debería hacerte caso? – respondí a su sonrisa de la misma manera.

    - Porque eres mi chica.

    - ¿Tu chica? – Pregunté con una risa, él asintió.- No soy la chica de nadie.

    - Pruébalo, y tómate eso.

    - Como sea…- me empiné la pequeña botella de Corona sin más. No para aprobar o desaprobar lo que Geun Suk me había mencionado. Caí en la cuenta de que el trago me haría sentir más en confianza, siempre resultaba ser así, y esta vez no sería diferente. Confianza, de eso me sobra, pero en esos momentos realmente no supe por qué me sentía tan cohibida, esa no era yo, y tras esa botella iba a salir la verdadera HaNi.

    - Fondo, fondo, fondo, fondo…- un coro se armó a mí alrededor, incentivándome a beber todo el contenido de la botella, a lo que yo estaba más que dispuesta.

    Quince segundos… sólo quince segundos y la cerveza ya estaba recorriendo mi organismo. Quince segundos y ya se había terminado la Corona.

    - Wow, me siento orgulloso de ser tu hermano. Es obvio que te enseñé todo lo que sabes.

    - Hey, deja algo para los plebeyos.- escuché decir a Hoseok.- Venga otra ronda.- me pasó otra Corona bien fría.

    - Esa es mi chica. – susurró Geun Suk mirándome con una sonrisa.

    - Que no soy tu chica, ¿te lo demuestro? – levanté ambas manos en forma de puño.

    - ¿A besos?

    - ¡Geun Suk! – exclamé irritada.

    - Cúbranse, HaNi se está enojando.- dijo Taehyung sentándose al lado de Soyu.

    - Uh uh. –Negó Jungkook.- Ustedes no han visto a noona enojada. – arrastró una silla entre Geun Suk y yo, y se sentó.

    - Espero que nos estén cerca cuando eso pase. – comentó Soyu.

    - ¿En serio eres tan demonio cómo dicen? – preguntó Jimin.

    - Bueno, en realidad no… Son exagera- intenté defenderme.

    - YoonGi es igual. Sobre todo cuando lo despiertan. Es como si fuera otra persona, un demonio.- dijo Hoseok.

    - Oye, no es para tanto. – reclamó por fin YoonGi, su voz era muy ronca, tal como la recordaba, y su expresión… igual que siempre.

    - Hyung, tenemos que correr cada vez que te enojas. – comentó Jimin con algo de timidez.

    - Definitivamente eres el más complicado de controlar, YoonGi. – señaló Jin bebiendo tranquilamente su cerveza.

    - Ahora que lo mencionan, éstos dos se parecen mucho. – Indicó Hoseok.- Suelen ser calmados, pero al momento de enfadarse…son bombas atómicas en temporizador.

    - ¿Es enserio? ¿Desde cuándo ésta conversación se volvió hacia nosotros? – exclamé realmente irritada.

    - Hey. Ustedes son muy similares. – Hoseok me estaba sacando de quicio. Levanté la vista y sin querer YoonGi y yo conectamos miradas. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, lo que me hizo desconectar nuestros ojos y volver la cabeza.

    - Oigan, HaNi no se enoja tan seguido. Eso sí, deberían verla en el estacionamiento cuando se meten con ella. Es un gran espectáculo. – Gracias Tony, te adoro…nótese el sarcasmo, aunque le agradecía…de algún modo.

    - ¡Cierto! Deberían ir un dí- ¡Ah!- pegué un puntapié en la pierna de Geun Suk por debajo de la mesa haciéndolo gritar.

    - Mañana iremos todos, Tony ya nos invitó al evento de mañana. – Mi mundo acaba de explotar, y ésta vez no fue por algo que hice yo, fue una bomba extraña, externa, algo que no tenía en mis cálculos. Miré a Tony con ojos llameantes. Si las miradas mataran… Él solo tendió a encogerse de hombros.

    - Eh… ¿Dónde está SunHi? – preguntó Soyu para cambiar el tema de conversación, viendo mi molestia.

    - Ah, está tirada en el suelo durmiendo. Creo que ya se pasó de tragos. – comentó Taehyung entre risas.

    - ¿Qué le paso hoy? Siempre termina haciendo competencia con HaNi de quien se tambalea me…- puntapié.- ¡Joder! HaNi, ya deja eso. – le lancé una sonrisa sarcástica.

    - La iré a acostar a mi pieza.- me puse de pie.

    - Yo te acompaño.

    Jungkook y yo levantamos a SunHi del suelo. Estaba toda desparramada, casi literalmente, con algo de saliva escurriéndosele por la boca entreabierta, dejando salir uno que otro ronquido. Hoy en serio había durado poco, Geun Suk tenía razón, siempre terminábamos haciendo competencias para ver quién podía caminar en línea recta sin caer de boca al suelo, o quién podía resistir más tiempo en una posición de pie sin caer, o simplemente quien de las dos se dormía primero.

    Subimos con algo de dificultad al segundo piso y la recostamos en mi cama. Mientras Jungkook buscaba una manta yo le sacaba los botines Caterpillar y abría un poco la ventana, de seguro despertaría con miles de náuseas y con un calor abrazador, solo esperaba poder estar ahí cuando despertaba y evitar que vomitara mi cama o algún lugar de mi habitación.

    - ¿Crees que haya pasado algo con JB? La vi llegar con él al café hoy, y más tarde, cuando ya te habías ido, él la recogió en su moto.

    - Honestamente no sé. Pero es cosa de ella, ya está grande como para tener que decirle que hacer. – respondí monótonamente acariciando un poco el cabello de mi amiga. – Kook suspiró.

    - Todos sabemos que no piensas así HaNi. Deseas protegerla. A todos.

    Lo cierto es que no podía mentirle a Jungkook. Podía hacerlo con Soyu, Geun Suk, incluso con la misma SunHi, pero Kookie tenía ese algo que le hacía captar las verdaderas intenciones de las personas, como un sexto sentido, simplemente leía bien a las personas.

    Levanté la mirada y lo observé en silencio. Sabía cuál sería el tema de ahora, y no estaba segura de querer hablar de ello, sólo quería dejarlo pasar como si no existiera, me era indiferente, o eso quería creer.

    - Así que…YoonGi ¿eh? – lo vi acomodarse en la silla giratoria del escritorio, levantando sus brazos por detrás de su cabeza recostándose un poco. Me senté a los pies de mi cama, apoyando mi espalda en la pared, preparándome para el interrogatorio.

    - Hey, yo no tengo nada que ver en esto. Es amigo de Hoseok y él los invitó. Ni siquiera yo sabía que iban a estar aquí.

    - Ah, seguro. Y, ¿por qué no se hablan? Las miradas que se lanzan podrían ser perfectamente dagas asesinas o algo parecido. Hay cierta… tensión. – sonrió.

    - Oh, por favor, Jungkook. Tú sabe perfectamente porqué nos llevamos así…

    - ¿Por qué crees que es odioso y engreído? – interrumpió.

    - N-no, no exactamente…- murmuré pensándolo por un momento.

    - ¿Por qué te trajo en moto a tu casa cuando la policía invadió el estacionamiento?

    - ¡No! Cielos no.- pasé una mano por mi cara, ya me estaba frustrando.

    - Entonces es ¿por qué está en tu universidad?, ¿por qué es amigo de tu primo?, ¿por qué ahora está en tu casa?, ¿por qué te cansa que esté en todos lados de un momento a otro? – y ahí me quedé, pasmada, la capacidad de interpretación de Jungkook una vez más me había dejado impresionada. Está bien, todo lo que había dicho aportaba en cierto modo a mi odio hacia ese misterioso hombre. Pero no quería reconocerlo. Aunque, estaba segura de que Jungkook ya había dado por hecho todo lo que mencionó.

    - Me choca que esté en todos lados.- afirmé luego de unos segundos.

    - Entonces, ¿no lo odias?

    - No podría llamársele odio, sólo me molesta su actitud y aires de grandeza. Es como si quisiera matar a cualquiera con sus ojos.

    - Se parece mucho…a ti. – comentó sin levantar la mirada con pasividad.

    - ¿Tú también piensas eso? Por Dios, apenas lo conozco, y ustedes también. No pueden decir eso. – señalé incrédula.

    - Es una conclusión a simple vista, podemos estar equivocados, pero hasta ahora es así. No te molestes, es sólo un alcance. – sonrió tiernamente.

    - Sé cuáles son tus intenciones, Jeon Jungkook. No hablaré con él, y no me haré su amiga. Gracias por la conversación. – me puse de pie y caminé hasta la escalera.

    - Oh, noona, no te enojes. – canturreó feliz siguiéndome.

    - Silencio, Jeon, ni una palabra más. –me respondió con una pequeña risa traviesa.

    Estos chicos…
  3. Pronto se cumplirán siete años desde que uno de mis parientes cercanos, muy querido por lo demás, se fue de nuestra casa de manera física. Muchas cosas pasaron ese año, yo aún era un niña, una pre-adolescente para ser más específicos; pero siempre recordaré el poco apoyo que tuve de mis amigos.
    Ocurrió un viernes, mi mamá llegó llorando a la casa de mi compañera a donde me invitaron después de clases a pasar la tarde; todo estaba planeado, obvio, mucho antes de que yo saliera del colegio. Nos dejaron solas en el gran comedor, aunque sé que nos miraban desde la puerta, y mamá comenzó a decir con lágrimas en sus ojos.

    - Hija, tú tienes que ser fuerte. Hoy... hoy alguien nos dejó y se fue de este mundo.- Listo... Ya sabía para donde iba eso.

    - Mamá, ¿qué pasa? - le pregunté con la voz temblorosa. - ¿Qué le pasó a mi abuelo?

    Era obvio, el había estado hablando cosas enredadas toda la semana, me pedía que apagara su gran computador de escritorio cuando ya estaba apagado, o me conversaba sobre cosas de un mundo distinto al que conocíamos. No tuve que escuchar mucho para saber qué pasaba, pero quería oírlo para estar segura.

    Quería oírlo, y a la vez no.

    - HaNi, tu abuelo... falleció hoy. Ya no está más con nosotros...- y dejó caer todas las lágrimas que había contenido, haciéndose la fuerte para mí.

    Las lágrimas no paraban de resbalar por mi mejillas desde hace un buen rato. El mejor hombre del mundo, él que me contaba todas esas grandiosas historias de guerra sobre las Cruzadas, o de como Atila, el rey de los hunos, lideraba sus batallas con enormes estrategias, o de cómo en China se había construido la Muralla China. El hombre que había inventado una canción solo para mí, con una sola estrofa, pero al fin y al cabo era mía. Ese hombre...había muerto.

    Tan trágico como sonaba.

    Nunca esperé ese momento, nunca asocié que su enfermedad lo llevaría hasta el final del camino, él era eterno para mí.

    En fin, esa tarde no me dejaron ir a casa y me quedé hasta el día siguiente en la casa de mi supuesta amiga. Jugamos cartas, jugamos en el computador, vimos películas y comimos; creo que aún no asimilaba que al llegar a casa él no estaría esperándome para recibir mis abrazos ni mis relatos del colegio y mis buenas notas. Fue un día normal, lleno de risas luego de esas lágrimas doloras y reales.

    Me bloqueé.

    La época de tristeza estaba terminando para mi familia, la casa se sentía vacía pero aprendimos a vivir más juntos que el tiempo anterior. Dormíamos todos juntos en la pieza gigante de mi abuela (ya que ellos dos dormían separados por la enfermedad de mi abuelo); armamos tres camas aparte de la de dos cuerpos y dormíamos juntos para acoplar el frío del invierno. Ese año a mí y a mi hermano nos atacó una enfermedad mortal, por suerte me afectó más a mí que a él. Estuve dos semanas tirada en la cama sin hacer nada más que sufrir de grandes dolores de cabeza, tenía visiones extrañas, dolor de huesos y músculos, y leer, porque si...tenía que volver al colegio luego.

    Ya era fin de año, faltaba sólo un mes y algo para salir de clases; ya habían pasado seis meses desde que se él fue de casa y la tristeza era menor, nuestros corazones comenzaban a entibiarse debido a la cercanía que teníamos, tal cual el clima. Me había vuelto más cercana a una amiga en especial, no dejando de lado a las otras dos, pero si me entretenía más con ella. Ella había entrado ese semestre al colegio y nos llevábamos bastante bien, también nos queríamos mucho. Nos estábamos riendo sobre un video que pusieron unas compañeras en su computador, la clase no empezaba aún y la profesora no llegaba así que teníamos algo de tiempo libre. Cuando estaba con ella sentía que podía explotar de risa sin importar qué, las horas pasaban volando y todo era diversión, fue lo más cercano a una verdadera amiga que he experimentado.

    - Oye, HaNi, ¿podrían dejar de reírse? - habló una compañera, precisamente con la que me había quedado esa tarde y esa noche antes del funeral.

    - ¿Por qué? - pregunté riendo aún, confundida.- No creo que les moleste a ustedes.

    - Sí, molesta. Y es increíble que te estés riendo así cuando meses atrás lloraste en mi casa por tu abuelo. - dijo muy seria con tono de burla. Esa maldita sonrisa irónica.

    Dejé de reírme de un segundo a otro y mi cara pasó de la felicidad y risa contagiosa a la tristeza y confusión. Era mi amiga, o eso creía yo, me apoyó y cuidó de mí esa vez en su casa. No podía creer que estuviera diciendo eso, ella había visto que tal mal estuve, pero al parecer no lo hizo.

    - Oigan, déjenla. Ustedes no saben cuánto en realidad sufrió ella, si no lo demuestra, realmente eso no les incumbe.

    Le agradecí sinceramente en mi cabeza por defenderme, pero no podía levantar el rostro en ese momento, ni mucho menos hablarle, si lo hacía terminaría llorando, y odiaba -odio- que la gente me vea así.

    Me sentí culpable, sí, demasiado culpable. Estaba riendo a carcajadas, feliz por el mundo llevando mi vida, olvidando la tristeza y quizás, también a él. "No les hagas caso, ellas no saben nada." Le escuché decir mientras me rodeaba con un brazo. Así podría haber sido, no sabían que el dolor seguía punzándome el pecho cada vez que pasaba por el frente de la puerta de su habitación, tampoco sabían que lloré como nunca lo había hecho ese viernes cuando todos dormían sumergidos en su sueño profundo en esa casa ajena, tampoco sabían que me pasaba tardes enteras debatiéndome si entrar a su pieza y jugar un rato en el abandonado computador o no. Ciertamente no sabían...

    Ya serán siete años. Estoy estudiando algo relacionado con historia en mi segundo año de universidad y no hay nada que me guste más. A veces le escucho en el pasillo, entre la habitación de mi hermano y la mía. Cuando amanezco estudiando y dan las cuatro de la mañana, siento un abrazo suyo, cálido, y me hace volver a esos años: "Síi, ya me voy a dormir, tranquilo." le digo para después cerrar mis libros de Historia de la Roma Antigua, mi computador e irme a la cama.

    Es verdad, ya no tengo doce años, tengo diecinueve, mi hermano cumplirá quince este año y tiene una novia muy bonita y es futbolista (al igual que él), mamá planea estudiar en la universidad el año entrante, papá fue contratado por una empresa como técnico mecánico en jefe, mi abuela tiene su casa propia y también un perro propio; pero seguimos amándote como siempre...No sé por qué debería contarle esto, yo sé que en realidad nunca nos dejaste solos, nunca dejaste la casa, nos sigues cuidando, y no precisamente desde el cielo, estás aquí. Te siento cerca, cada noche de estudio, cada hora de lectura, cada vez que la casa está aparentemente vacía, sé que estás ahí. Sigues siendo eterno...

    ...and I feel you close...



    HaNi Venator
  4. - HaNi, tenemos un problema. – Soyu había salido rápidamente de la cocina con su celular en la mano.- O mejor dicho… SunHi, tiene problemas. - Me mostró su teléfono en donde había un mensaje de esa tal aplicación de su padre. No podía ser… algunos vecinos habían dado alerta sobre ruidos extraños y molestos cerca del estacionamiento abandonado, todos los oficiales de turno debían ir a intervenir.

    - Mierda, SunHi. Tengo que ir a buscarla. – me levante lo más rápido que pude con mi casco en la mano, caminando hacia la salida del café.

    - Yo voy contigo. – dijo Soyu siguiéndome a fuera.

    - De ninguna manera, no tengo otro casco. Tú quédate y cierra el local. – me subí a Holy. – Hoseok, ¿te molestaría llevarla a su casa? - miré a mi primo quien nos había seguido, obviamente no tendría problema.

    - Claro. Yo te llevo.- se miraron…y se pegaron por unos segundos. Dios, me suicidaría ahí mismo sino fuera porque tenía otra cosa que hacer.

    - Los llamaré. – encendí mi moto y salí tan rápido como pude.

    Me demoraría unos diez minutos en llegar. Debía llegar antes que los policías o sería el fin para SunHi y para mí, así que... aceleré, 150 kilómetros por hora.

    Cuando llegué, el sitio estaba repleto. No lo había visto tan lleno desde que regalaron tres botellas de vino por persona, no sé quién sería él de la idea, pero si hacían eso hoy…estaban todos muertos, mejor dicho, encarcelados.

    Estacioné a Holy en un lugar estratégico para salir fácilmente después, si es que encontraba a SunHi pronto. Caminé entremedio de la muchedumbre. Eran apenas las once y cuarto de la noche y ya había tipos, y tipas, tirados en suelo, borrachos a más no poder. Avancé, recibiendo uno que otro saludo de conocidos, pero no me detuve ningún segundo, hasta que vi a SunHi peleando con JB unos metros más allá. Corrí hasta ellos, recibí un olor fuerte a marihuana prensada cuando me interné más en el choclón de gente. Iugh.

    - JB, no me obligues, no quiero esa cosa asquerosa. Aléjala de mí. – escuché decir a SunHi, quien intentaba alejarse del tipo ese que trababa de meterle algo por la nariz.

    - Vamos, SunHi, te va a gustar. – la tenía tomada de un brazo mientras que con el otro trataba de encajarle la pastilla.

    - Más vale que dejes eso fuera del organismo de mi amiga si no quieres que te rompa un dedo. – había llegado justo a tiempo en medio de ambos y de un manotazo hice que soltara a SunHi.

    - HaNi, por favor, estaba jugando. – él y sus amigos, detrás de él, rieron.

    - Veremos si será un juego cuando yo me encargue de cada uno de ustedes. – me miraron con cara de terror cuando le otorgué mi hermoso y preciso gancho derecho en pleno pómulo a JB. Sacudí mi mano para que el dolor se disipara. Tomé a SunHi de una muñeca y corrí a la entrada.

    - ¡La poli! ¡Corran!

    Mierda, habían llegado. No alcanzaba a llegar a Holy. Mierda. En ese instante un Cadillac ya conocido paró en seco a un lado de nosotras. Hoseok y Soyu estaban dentro.

    - ¡Suban, rápido! – gritó Soyu por la ventana del copiloto. Abrí una puerta y literalmente lancé a SunHi dentro.

    - Iré por Holy, no me esperen. – cerré la puerta y arrancaron.

    Honestamente no sabía qué hacía, no llegaría a Holy. Pero no me atrevería a perderla, no de nuevo. Iba llegando, estaba a unos metros de llegar a mi moto, pero algo estaba pasando. Había una camioneta, una Chevrolet Luv que corría a toda velocidad huyendo desde la entrada, y en la zona de carga llevaba a nada y nada menos que mi preciosa Holy. ¡NO!, qué mierda pasaba. Comencé a correr en sentido contrario con el resto de los jóvenes. Divisé el escenario y corrí hasta esconderme detrás. Ay no, se habían robado a Holy y ahora los policías me encontrarían. Tendría que aceptar la derrota, y ver al papá de mi amiga a la cara, reconociéndome como una mala influencia para Soyu, luego reconocerme como pésima hija y una pésima hermana. ¡Dios! Era mi fin.

    De pronto, entre medio del caos, gritos, chillidos de frenadas, rugidos de motores, por sobre mi cabeza pasa volando una motocicleta, Honda DN-01.

    Oh Dios.

    Aterrizó un poco más adelante y frenó derrapando de lado. El motoquero que había visto esa misma tarde volteó a verme.

    - Sube. – me costó reaccionar. Golpe mental. Corrí y de un salto quedé sentada detrás de ese chico aferrándome a su chaqueta. Aceleró haciendo rechinar los neumáticos en el pavimento. Cuando miré hacia atrás, tres patrullas venían arrasando con todo, y otros quince policías tenían contra la pared a alrededor de veinte o veinticinco chicos. Volví a mirar hacia delante. No había manera de pasar, un montón de autos y motos estaban luchando por salir a través de un pequeño espacio.

    Mierda, mierda, mierda. No, estábamos jodidos.

    - Sujétate. – ordenó el piloto.

    Me aferré a más no poder de la chaqueta. En vez de dirigirse hacia el montón de autos, dobló hacia la izquierda. Salimos por una pared desmoronada hacia el bosque. Volteé hacia atrás de nuevo y venía un policía montado en una moto siguiéndonos.

    - Nos siguen. – dije cerca de su cuello. Volteó por unos segundos y giró más el acelerador.

    - Lo perderé. – íbamos colina arriba. Esquivando las ramas de los pinos que estaban más cerca de nuestras cabezas, agachándonos al mismo tiempo.

    Al rato llegamos a un sector plano del cerro y al ver que ya no nos seguían, se detuvo y apagó el motor. Se podía ver la ciudad completa iluminada por los faroles y se escuchaban las sirenas de las patrullas. Me solté de su chaqueta y baje de la moto junto con él, le puso la doble pata y se giró hacia mí. Nos observamos por unos segundos escasos.

    - Gracias…por… ¿salvarme? – él rió casi inaudiblemente y se sacó el casco. Oh…mi…Dios. Que alguien me matara en ese mismo instante. Este chico… Era alto, delgado, tenía el cabello negro, tez muy muy clara, ojos gatunos y pequeños, y…no, esto no estaba pasando. HaNi, sólo estas alterada y en estado de shock, no pienses en lo sexy que es este chico. Golpe mental.

    - De nada, creo. Es lo mínimo que puedo hacer por una chica como tú. - ¿Qué? Una…chica…como…yo. Okey, era la segunda vez que escuchaba eso en el día y no me ponía de muy buen humor.

    - Eh, aja, ¿a qué te refieres cuando dices eso? – No quería pegarle, era la primera vez que nos veíamos frente a frente. No correspondía.

    - A que estabas indefensa cuando te encontré, debía ayudarte. Es de caballeros, ¿no? – Así que estábamos ahí por algo de “caballeros”. Aja, muy bien. Otro machista.

    Su rostro mostraba poca expresión. Pero pude notar una pequeña sonrisa burlona cuando vio mi expresión al decirme eso.

    - Yo no estaba indefensa. Pude haber salido sola de ese lugar sin derramar una gota de sudor. – me estaba alterando.

    - Eso no fue lo que vi. Pero ya me diste las gracias, con eso está bien. – sonrió, achicando los ojos.

    Comencé a caminar por un senderito cuesta abajo, no estaba dispuesta a seguir escuchando comentarios engreídos. Casi todos estos chicos eran igual.

    Iba maldiciendo cuando escuché el rugido de la Honda encenderse. Bien, se iría, mejor para mí. Estaba segura de que se había ido cuando lo encontré frente a mí, ¿esperándome? Había rodeado el camino. Respiré profundamente.

    - Te agradezco nuevamente. Pero puedes irte, mi casa no queda lejos. – pasé por su lado sin mirarlo. Era verdad, podía volver sola.

    - Puedo llevarte, quizás te atrapen de aquí allá. – dijo eso sin ninguna expresión y con voz monótona, aun así lo tomé como burla. Paré en seco y volví a verlo.

    - No necesito más tu ayuda. Ahora déjame sola. Yo sé defenderme.- volví a mirar hacia adelante dispuesta a seguir mi camino.

    - ¿Sabes defenderte? ¿Alguien como tú? – “Alguien como yo…” Saqué mi navaja que estaba oculta dentro de mi botín izquierdo. Me acerqué a él y le apunté al cuello.

    - Vuelves a decir eso y créeme que dejaras de respirar en cinco segundos. – no logré ver su reacción detrás de la visera del casco. Sus ojos seguían iguales, inmutables.

    - Te creo. Te he visto hacerlo. – ahora la asombrada era yo. No lo demostré claro, pero sí retrocedí un poco y guardé mi navaja.

    - ¿Me…conoces?

    - Te he visto. Eres HaNi, la de las batallas de gallo. – su voz era ronca y monótona.

    Me conocía, no era extraño, muchos me conocían y yo no a ellos. Pero había algo diferente. Había más que sólo eso, y no era psicopatía, era algo…diferente.
  5. Miré el lugar, estaba lleno de cajas amontonadas, un Daihatsu Cuore del 98’ en medio y algunos estantes con herramientas a los costados. Logré ver fácilmente que algunos de los equipos estaban dentro del auto, en los asientos y en el malero, viendo a través del vidrio. Mi teléfono vibró, contesté.

    - HaNi. – habló Namjoon. – Dime que ves.

    - Am. – Abrí la puerta derecha trasera del auto, para poder ver más de cerca.- Está la computadora, hay cuatro parlantes, el ecualizador y…tu teléfono. – dije tomando éste último entre mis manos. – Creo que es todo.

    - No. – su tono de voz era preocupado. - Falta algo.

    - ¿Ah, sí?, ¿qué cosa? – sentí el estruendoso ruido de una puerta azotarse contra la pared, y cómo la música del interior de la casa se hacía más clara. Un montón de carcajadas inundaron mis oídos.- Mierda. – me escondí detrás del auto, asomándome para ver a la persona que se había adentrado en el garaje.

    - HaNi, sal de ahí, ahora. – escuché la voz de Tony por el audífono. Observé detenidamente al chico que había llegado, se acercó a un pequeño refrigerador en una esquina de la cochera, lo abrió y sacó una lata de cerveza; al caminar se le notaba muy, muy mareado, estaba borracho, no paraba de sonreír como enfermo. Al parecer no se había percatado de mi presencia. Mejor para mí. – HaNi.- insistió.

    - Ni hablar, es mi oportunidad. – me acerqué arrastrándome por el suelo hacia el lado de la puerta, observando cómo ese tipo se ahogaba tomando la cerveza, que escurría por su barbilla. Cerré la puerta despacio, para no llamar la atención de las personas adentro de la casa con lo que a continuación iba yo a hacer.

    - HaNi, no lo hagas.

    - Dije que lo haría a mi manera. – dije casi en un susurro, llamando la atención del chico frente a mí. Se dio vuelta, sorprendido, mientras soltaba la lata de cerveza y la dejara caer al suelo derramando su contenido. Tenía por lo menos unos diecisiete años, era flacucho y muy pálido.

    - ¿Qui-quién eres? – tartamudeó retrocediendo un poco con algo de temor.

    - Pobre, ¿estás asustado? – susurré, a un nivel lo suficientemente entendible por sobre el sonido de la música. El chico, en un acto desesperado cogió con ambas manos un palo que estaba sobre un mesón y me apuntó con ello, teniendo visibles temblores que recorrían su cuerpo. Seguramente la vista se le iba.

    - Vete, vete de aquí. – dijo asustado.

    Le sonreí inocentemente y me abalancé sobre él quitándole el palo de un manotazo. Caímos al suelo, yo sobre él, forcejeando. No podía quebrarle el cuello, ni siquiera una mano, era apenas un chiquillo, pero no podía dejar que escapara gritándole a todos que una extraña estaba metida en el garaje y lo había atacado bestialmente. Claro que no. Pensé en algo sencillo. Debía dormirlo, y no de la manera en que lo hacía normalmente, con un fierro o algo así, golpeando violentamente su cuello.

    Miré hacia todos lados buscando algo que me ayudara mientras intentaba taparle la boca con una mano y sujetarle los brazos con la otra. Un spray de pintura, perfecto, eso me ayudaría. Estaba sobre el mesón, y si lo quería debía estirarme hasta alcanzarlo. Solté la mano que le sujetaba ambos brazos, estirándome hacia arriba para tomar el spray. El chico trataba de sacarme la mano que tapaba su boca, revolviéndose violentamente debajo de mí. Le solté la boca para abrir el spray y echar algo de pintura en la tapa de éste.

    - ¡Ayuda! – gritó desesperado tomándome los brazos con fuerza. Le tapé la boca nuevamente haciéndolo callar, puse la tapa del aerosol en su nariz, no quedándole otra que respirar todo el solvente tóxico, mientras seguía forcejeando y tosiendo. Poco a poco, con el pasar de los segundos, se quedó quieto, relajándose poco a poco, cada uno de sus tensos músculos. Se quedó dormido al poco tiempo, sobre el suelo del garaje. Me levanté lentamente, esperando que su grito de ayuda no haya sido escuchado por alguien.

    - Lo-lo mató. – escuché por el manoslibres. Rodeé los ojos, era impensable ver al líder asustado.

    - Por favor Namjoon, no seas melodramático. – caminé hacia la puerta entreabriéndola. – Nunca nadie ha muerto por aspirar esa cantidad. Es a base de agua, sólo te duerme con el etanol que contiene. – miré detenidamente a los sujetos dentro de la casa, reían escandalosamente, alcoholizados hasta más no poder, algunos ya tirados en el suelo, y otros durmiendo sentados. – Son cinco, dos están durmiendo. – busqué con la mirada el interruptor de la luz. – Namjoon, ¿qué falta de los equipos?

    - La mezcladora.

    - Tony, revisa si está en el segundo piso. – ordené mientras caminaba lenta y sigilosamente por el pasillo hacia el salón sintiendo un fuerte olor a marihuana y alcohol.

    - Entendido. – el dron de Tony se escabulló sin ser visto por la casa, buscando lo que necesitábamos para salir de ahí, mientras yo pensaba como deshacerme de los tipos.

    ¡Bingo!, lo tengo.

    Volví atrás y tomé el spray, volviendo al pasillo dispuesta a acabar con todo esto lo más pronto posible, el muchacho no duraría mucho inconsciente, y corría peligro de que saliera huyendo buscando a la policía o alertando a los vecinos. Caminé con seguridad por el pasillo, alcanzando el interruptor de la luz, apagándolo. Todo quedó oscuro, sólo algunos pocos rayos de sol se filtraban por las cortinas de la gran ventana al centro de la pared.

    - ¿Qué pasó? – escuché decir a un chico entre risas.

    - Se cortó la luz, imbécil, ¿qué no ves? – dijo otro mientras vi cómo se dirigía hacia el interruptor a tientas.

    - Jajá, no pues, no veo, idiota. – mal chiste, pensé. Todos se rieron, bueno, los que estaban despiertos.

    Antes de que el otro chico lograra tocar el botón para encender la luz, salí de detrás del sofá y lo estampé de cara contra la pared tapándole la boca con mi mano izquierda.

    - ¿Y ese ruido? - mencionó alguien con un tono asustado.

    - ¿Eric?, ¿estás ahí? – presioné el cuello del muchacho con mi pulgar derecho, justo en ese músculo, del cual papá me había hablado, y la carótida, una llave peligrosa, pero inofensiva a la vez; si se presiona el lugar incorrecto, y si la persona se mueve mucho, puede llegar a morir, por eso que es que debe inmovilizarse primero. Comenzó a dormirse a medida que yo prolongaba la presión sobre él. Lo dejé caer al suelo sin cuidado alguno.

    - ChinHae, ve a buscarlo. – ordenó un sujeto, algo asustado, que estaba sentado en uno de los sillones. Yo no me moví del lugar, estaban a uno dos metros del preciado interruptor.

    - ¿Po-por qué yo?

    - ¡Porque yo te lo digo, hombre! – él chico se levantó lentamente de su lugar y comenzó a caminar, acercándose a mí. No podían verme, con lo ebrios y colocados que estaban de seguro lograban ver sólo destellos de luz y sombras borrosas. Reí para mis adentros por lo asustados que estaban. Hombres.

    Tomé el spray y esparcí un poco en la tapa nuevamente, provocando el ruidito común del atomizador dejando salir la pintura comprimida.

    Pssss.

    - ¿Quién anda ahí? – rocié más pintura. Pssss. – ¡Conteste! – era mi momento de diversión.

    - Quizás deban pensar dos veces en si volver a robar o no, ¿no creen? – mi voz era ronca, lo más que podía, dándole un aire de ultratumba.

    Imbéciles.

    - Una…chica. - ¿sorprendido?

    - ¿Q-qué haces aquí? - Caminé hacia el tipo que se había quedado estático del susto a medio camino. Lo rodeé ubicándome detrás.

    - Yo creo que ustedes ya saben lo que hago aquí. – susurré en su oído, salté sobre su espalda, rodeando su cintura con mis piernas y agarrándole los brazos con una mano pasándolos por detrás de su cuello. Acerqué la tapa con pintura a su nariz.

    - ¿ChinHae? – preguntó el otro personaje. Caí al suelo junto con el chico abajo mío. Dormido, por fin. Éste fue más sencillo, supongo que por lo ebrio. Me estaba levantando mientras lo soltaba, cuando la luz volvió inundando la habitación. - ¿Quién eres tú? – lo miré con una sonrisa dibujada en el rostro.

    - Lo siento, no estoy calificada para decirte mi nombre. – Y sin más rodeos corrí hacia él subiéndome a la mesita de centro y saltando sobre él, aferrándome como un koala.

    - Suéltame ahora… Arg, no muerdas. – me apegó a la pared luego de haberle mordido el hombro con bestialidad.

    - Ah – me quejé por el impacto. Lo agarré con fuerza del cuello, tratando de encontrar el punto de sueño. – Deja de moverte, idiota. – como si me fuera a hacer caso. Me tomó ambos brazos, haciendo que soltara su cuello, y los apretó contra la pared a ambos lados de mi cabeza.

    - Vaya, eres muy linda. – el muy imbécil me tenía atrapada observándome con una cara de perversión que daba asco.

    - Púdrete. – le solté a la cara.

    - ¿Pero por qué tan ruda, preciosa? – se acercó a mi cuello y lo olfateó. – Hueles delicioso, princesa. – Ahí estaba, mi punto de furia…

    - No…me digas… princesa. – levanté una de mis piernas doblando la rodilla, pegándole justo en sus partes nobles. Me soltó, cayendo de rodillas, retorciéndose de dolor, no había sido muy despacio que digamos, fui bastante bruta. Ups. Lo rodeé, quedando detrás de él. Le di una fuerte patada en la espalda, botándolo al suelo. Me subí sobre él y rodeé su cuello con un brazo mientras que con el otro lo sujetaba. La llave del sueño. Le corté momentáneamente la llegada del oxígeno a su cerebro, causando que se durmiera en un instante. – Listo. – dije mientras tomaba algo de aire y me ponía de pie.

    - Así que abusando de los muchachos cuando están borrachos. – escuché a mi espalda. Volteé rápidamente algo exaltada. Uno de los que estaba durmiendo se había despertado, seguramente por los gritos de dolor del, ahora, bello durmiente. – Eso no es de señoritas. – se burló el fortachón que había despertado. Era bastante alto, algo así como Namjoon, y muy musculoso. Caminaba algo extraño, como mareado, obvio.

    - ¿Qué hacemos con ella, Shouyi? – Mierda. El otro dormilón también había despertado. Estoy en problemas.

    - ¿Qué tal si hacemos un trato con ella Yunsoo? – se acercaba a mi peligrosamente, pasando por encima de su amigo tirado en el suelo. – Te dejaremos ir, siempre y cuando juegues un rato con nosotros. – dijo con una sonrisa pervertida en su cara.

    - ¿Jugar con ustedes? – pregunté con aire inocente.

    - Sí, linda. Jugar…ya sabes, a algo sucio. – dijo el tal Yunsoo. No me moví de mi lugar, aparentando timidez e inocencia.

    Aquí comienza mi juego.

    - Pero… yo no sé jugar eso. – jugué con mis manos nerviosamente.

    - Ven, yo te ayudo. – dijo ese Shouyi, tomándome de la cintura atrayéndome hacia él, mientras con su otra mano acariciaba mi cuello. Tímidamente lo tomé del cuello de la camisa, acercando más nuestros rostros. – Y ahora es el momento en donde dejas que yo te bese. – dijo susurrando sobre mis labios. Acortó completamente la distancia entre nosotros, juntando nuestros labios y moviéndolos a un ritmo pausado. Entreabrí mi boca, dejándole paso a su lengua. Él no perdió tiempo y perforó mi boca en un movimiento necesitado, buscando mi lengua para que jugase con la suya.

    Abrí los ojos y con salvajismo mordí fuerte su lengua dentro de mi boca. Soltó un grito de dolor, soltándome, mientras yo comenzaba a sentir un sabor salado en mi propia lengua. Lo solté y, por cortesía de la casa, le regalé un uupercut izquierdo directo en su mandíbula, lanzándolo al suelo unos metros más atrás. Escupí su sangre de mi boca.

    - ¡Shouyi! Si serás perra. – su amigo corrió hacía mí, enfurecido. Yo retrocedí unos pasos más y de un salto subí a la mesa de madera que estaba en medio de la cocina. Se acercó a la mesa y le brindé una deliciosa patada en plena cara, quebrándole a nariz.

    - HaNi, ¿cómo vas? – preguntó una voz conocida a través del manoslibres.

    - Eh. – el chico me miró nuevamente, volviendo de su trance doloroso. Un hilo de sangre corría desde su nariz hacia más abajo de su boca. Traté de golpearle nuevamente con mi pie, pero en vez de eso, logró sujetarme la pierna, tirando de ella hacia él. Caí de espaldas sobre la mesa, y me arrastró hasta la orilla. Se ubicó entre mis piernas y me agarró de los brazos aplastándome con su peso. Comenzamos a forcejear. – Tony… no es un… buen momento. – contesté como pude.

    - Tenemos que irnos. – me deshice del agarre en un descuido del chico. Gancho derecho y me soltó. Patada en el estómago, retrocedió, casi devolviendo la cena. Uupercut derecho, calló de rodillas al suelo, quejándose. Tomé una silla y la rompí en su cabeza. Se desmayó. Tomé aire.

    - Ya lo sé, no me presionen. Subiré ahora. – corrí hacia las escaleras. - ¿Hay alguien más en el segundo piso? – pregunté subiendo.

    - No, despejado. La mezcladora está en la tercera puerta a la derecha en el pasillo.

    - Entendido.

    Me dirigí hacia la puerta indicada que estaba entreabierta. En la habitación había una litera, un pequeño escritorio de vidrio y un ropero. Inmediatamente encontré la mezcladora, estaba bajo la cama mal cubierta con una manta. La tomé con algo de dificultad. Aunque era medianamente pequeña, pesaba un montón. Caminé hacia la salida.

    - ¡HaNi! – escuché por el auricular. Y una sombra poco distinguible apareció frente a mí en la puerta.

    - Mierda.- susurré. Era un chico, con la boca y la nariz cubierta con una pañoleta, llevaba un bate de beisbol en la mano. Me miró detenidamente y comenzó a acercarse. Retrocedí unos pasos, analizando la situación, con la mezcladora en las manos esto se ponía complicado. Choqué con el escritorio, me detuve.

    - Um. – carraspeó el sujeto. – Creo que eso no te pertenece. – dijo agitando el bate frente a mí apuntado hacia el equipo.

    - Tampoco a ti. – solté sin más. Ya había amanecido y yo me estaba cabreando. No había tomado desayuno y mis tripas tenían un verdadero concierto en mi estómago, eso y el inevitable sueño que me invadía. Puse la mezcladora bajo mi brazo derecho apoyándola en mi cadera, como pude, preparándome para el ataque de mi contrincante.

    - Eso no te incumbe. – dijo, y sin perder el tiempo, me dirigió un golpe directo a la cabeza con su bate. Lo detuve con mi antebrazo izquierdo, mordiéndome levemente el labio inferior aguantando el dolor. Lanzó otro golpe rápido hacia mis costillas, sin que yo pudiera esquivarlo. – ¿Te gusta el beisbol?

    - Ah. – me quejé cuando repitió la misma acción golpeando mi costado.

    Iba a atacar nuevamente cuando un ruido en el piso inferior lo distrajo. Aproveché el momento y le arrebaté el bate de las manos con mi mano izquierda. Me miró sorprendido y antes que se diera cuenta, le lancé un golpe al centro de la cabeza, partiendo el bate en dos. – No, pero ya le encontré el gusto. – respondí su idiota pregunta, burlándome. Su mirada me siguió hasta él que cayó al suelo inconsciente. Respiré y me apoyé en el escritorio.

    -HaNi, ¿estás bien? – Namjoon había entrado a la habitación, quedando pasmado al ver la escena frente a sus ojos, el chico tirado en el suelo, la mitad del bate a un lado de su cabeza y la otra en mi mano. – Creo que terminaste aquí. – comentó acercándose. Me quitó la mezcladora y me empujó levemente hacia la salida, haciéndome reaccionar.- Vámonos. – asentí y salimos de la habitación. Bajamos corriendo por las escaleras, y observé lo que yo había causado hace unos cuantos minutos, sólo con mis manos, sin ayuda de nadie.

    - Esto se ve fatal. – dije con algo de gracia en mi voz.

    - Ya lo creo. – se burló Namjoon caminando delante de mí. – Tony y yo ya sacamos los equipos del auto, sólo debemos irnos. – Asentí. Llegamos al garaje, la gran puerta de metal estaba abierta hasta arriba, y a fuera estaba Tony en el auto esperándonos.

    - ¡Buen trabajo, hermosa! – me gritó mientras yo caminaba hacia él con Namjoon rodeando el Daihatsu Cuore.

    - Mierda. – exclamé, alguien había agarrado mi pie, haciéndome caer de lado al suelo pegándome en el brazo adolorido.

    - ¡HaNi! – dijeron los chicos al unísono. Miré hacia atrás. El muchacho que había dormido al comienzo me agarraba con saña el pie, comenzando a subir hacia mí, aferrándose de mis piernas.

    - ¡No! No, ¡váyanse! – grité tratando de soltarme. Vi correr a Namjoon hacia Tony entregándole el equipo y volver hacia mí.

    - ¿Quién eres tú? ¿¡Por qué estás aquí!? – gritó el chico que ya estaba sobre mí sujetándome por los brazos.

    - Suéltame, no quiero hacerte daño. – le dije calmada.

    - ¡Contesta lo que te pregunté! – me tomó del cuello del poleron soltando mis brazos enfadado.

    - Lo siento mucho. – le golpeé el oído con la mano derecha abierta, en palma. Cayó a mi lado desorientado, justo antes de que Namjoon llegara a mi lado. Me ayudó a levantarme. – Chico, yo que tú me consigo… otros amigos. – Terminé de decirle al chico que me miraba desde el suelo, tratando de enfocar su vista en mí.

    Salimos del garaje cerrando la compuerta, dejando dentro a todos esos chicos dormidos profundamente, y a ese chiquillo. Subimos al auto y Tony arrancó toda velocidad.
  6. Me puse a caminar tranquilamente entre la enloquecida multitud de raperos underground luego de una gran pelea callejera con esa chica, Hyuna, y yo. Me sentía dichosa, le había lanzado a la cara a esa maldita perra todos los malos pensamientos que tenía de ella entre verso y verso; la dejé impactada, sudando como un caballo luego de una maratón y temblando como si tuviese parkinson. Le había ganado, y por mucho.
    Ahora me retiraba a mi cómoda casa. Ya era algo tarde, 00.30 hrs. creo que ya era hora de volver, ¿no?

    Una hora prudente.

    - ¡HaNi! te luciste hoy preciosa, nunca te había visto tan inspirada. Dame esos cinco. – me habló Tony caminando a mi lado.

    - Ya lo creo, Tony. – golpeé mi mano contra la suya – No crees que me pasé ¿o sí? – mirándolo con una mueca en la cara.

    - Nooooo, no. Claro que no HaNi, esa puta se merecía eso y quizás más. – su comentario me hizo soltar una gran carcajada. - ¿Vienes a celebrar? Sabes que hay junta a las una, ¿verdad? – preguntó al momento que íbamos saliendo del estacionamiento abandonado.

    - Ah, sí, ya lo sé. Pero prefiero irme a casa, mis padres estarán esperándome. – dije deteniéndome.

    - Bueno, preciosa. Ve con cuidado, ¿nos vemos mañana? – preguntó mientras me abrazaba.

    - Claro, te llamó a la seis, en la tarde tengo que ir a retirar mi máquina. – deshaciendo el abrazo.

    - Wow, hace mucho que no la tenías.

    - Sí, por fin mi juguete vuelve. Estoy ansiosa por sentir su rugido en la carretera. – sonreí.

    - Seguro que quedará estupenda. Cuídate HaNi. – dándome un beso en la mejilla.

    - Siempre, Tony. – me despedí mientras seguía mi camino.

    Tony era un amigo de la infancia, no éramos iguales pero nos llevábamos demasiado bien. Nos conocimos a los tres años por nuestros padres que eran amigos. Fuimos al colegio juntos, al liceo, y nos separamos para, yo ir a la universidad y él comenzar a trabajar en un taller pintando autos. Recuerdo que una vez le preste mi primera moto para que practicara, y…me arrepiento. Esa moto era negra con líneas rojas, quedó morada entera, y no precisamente porque la pintura que haya utilizado mi buen amigo hubiese sido de ese color, sino que primero decidió pintarla azul, y no le resultó, y cambió a rojo (porque era “el color de la furia”) y, bueno…resultó eso, un horrible, horrible color morado con secciones más rojas. Por suerte, pudimos arreglarla, enviándosela al jefe de Tony, y, actualmente, ¡GRACIAS AL CIELO! mi amigo ya se ha perfeccionado.

    Llegué a mi casa luego de caminar unos 10 minutos, salté la reja, que ya estaba cerrada con llave, y luego abrí la puerta principal. Me dirigí a la pieza de mis padres y ahí estaban, acostados juntos mirando televisión.

    - Hola, señores. – dije brincando sobre ellos sólo para escuchar cómo se quejaban.

    - Ah, mi hija se ha dignado a llegar. – expreso mi padre dándome un beso en la frente. Me ubiqué entre ellos separándolos y abrazando a mamá.

    - Lo siento, hubo un evento grande y no podía venirme antes. – cerré los ojos mientras sonreía triunfante.

    - ¿Ganaste? – pregunto mi madre retorciéndose bajo mi abrazo de oso.

    - Obvio – sonreí.

    - Siempre lo supe, HaNini. – mi padre no se cansaba de decirme así, odiaba ese sobrenombre pero estaba demasiado cansada como para protestar.

    - Bien, me voy. Padres, ha sido un gusto estar con ustedes. Buena noche. – me despedí dándole un beso a cada uno en la mejilla, para luego bajarme de la cama. - ¿Mis hermanos? – me detuve en el umbral de la puerta.

    - Durmiendo como chicos buenos. – respondió mamá.

    - Ah, sí, buenos ese par de delincuentes. – comenté riendo - Los amo, good night.

    En serio, mis padres debían ser los mejores de toda la tierra. Eran simplemente los mejores. A pesar de lo molesta que puedo llegar a ser con ellos, más de un manotazo suave y una grosería no recibiré. Ellos son bastante liberales. Y mi atracción por las motos viene de ellos, bueno, más exactamente por mi papá. Cuando conoció a mi madre, él conducía una Yamaha 100, de color amarillo enduro, tenía algunas fotos y era EL pedazo de máquina, una joya preciosa. Mi madre vendía repuestos de autos en un pequeño local. Fue simplemente hermoso que se enamoraran, huían de la policía a alta velocidad en la carretera. Suena bien, adrenalina.

    Me gusta.

    Subí a mi habitación, y mi teléfono sonó anunciando un mensaje en el bolsillo trasero de mi jeans.

    Mensaje nuevo

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    - Hola princesa, te vi esta noche en el estacionamiento. Lo hiciste de lujo. Te extraño. ¿Crees que podríamos vernos este fin de semana? La otra vez la pase genial, y creo que tú también, podríamos repetirlo.

    Bae.

    Comencé a reír casi a carcajadas. Bae era un muchacho de 21, dos años más que yo. El otro día nos conocimos en un pub y nos besuqueamos en la puerta trasera que da al callejón. Nada especial, nada extraño para mí. No significó nada, fue sólo eso, uno que otro beso fogoso. ¿De dónde sacó mi número?...ni idea. Seguramente Eunji, mi amigo barman del pub, se lo soltó. Decidí no responder, era estúpido hacerlo, no seguía juegos pasados, jamás.

    Mi teléfono comenzó a sonar, de nuevo, pero esta vez Or nah, de Ty dolla sing ft. The Weeknd y Wiz Khalifa, tono de llamada.

    SunHi

    Contestar

    - Manicomio Internacional ¿Qué necesita? – contesté.

    - HaNi, no juegues. – dijo entre risas – Sis, tengo el último rumor de la universidad. –

    - Ah ¿sí?, ¿Vuelven las clases? – sí, no teníamos clases hace dos meses, la u se había quemado luego de que un grupo de desconocidos se internará en los edificios a altas horas de la madrugada y estallaran una batería de camión que derrumbó todo.

    - Entramos el lunes – menos mal que hoy es martes, pensé – y con compañeros nuevos en el ramo de ingeniería en prevención.

    - Aja, y ¿eso por qué me importaría a mí? – pregunte con cierto tono de indiferencia.

    - Sis, por lo que he visto en sus perfiles de Facebook, son una bomba sexy de hormonas, son cuatro, y cuál de ellos mejor que el otro. Ese tal Seok Jin…mi Dios. – suspiré.

    - Ay, quizás deberías internarte en un convento para que bajes esos flujos de necesidad que te rodean eh.

    - HaNi, es en serio. – podía imaginarme un puchero en su boca al otro lado del teléfono.

    - Gracias por la información SunHi. – reí.

    - Me dormiré, mañana acompáñame a la peluquería. – me sonó a una orden.

    - Okey, pero te llevo en Holy, mañana vuelve. – comenté feliz.

    - La reina Holy vuelve a la acción ¿eh? Te espero mañana entonces. Te amo, sis. Bye.

    - Igual yo, adiós. – corté.

    Holy, mi Holy volvía después de mucho tiempo. Sí, mi moto, mi preciada moto tenía nombre. Mañana la retiraría del taller de mi padre luego de dos larguísimos meses en reparación. Me sentía entusiasmada. Nunca más volvería a correr sobre los 250 kilómetros por hora sobre el pavimento mojado y con un temporal de los mil demonios. Nunca más.

    Un ruido, no, mejor dicho, un rugido me sacó de mis pensamientos. Me asomé por la ventana que daba a la calle tranquila, y entonces paso “él” sobre una preciosura de máquina, hace tiempo lo veía rondar por estos lugares pero nunca me había encontrado con él frente a frente. Me enamoré a primera vista de la motocicleta cuando una vez le vi entrar al estacionamiento del centro comercial. Nunca pensé en verlo a él y a su moto pasear a toda velocidad en altas horas de la noche cerca de mi casa. Sin embargo, el rugido del motor era una buena base de hip hop para mis oídos. Me dormí luego de un rato, tras cerrar la ventana y acostarme en mi cama.

    Mañana sería un gran día.
  7. Hoy recordé tu silueta, tu cabello rubio, tu tez blanca, sin embargo no hay nada que me haga olvidar tus hermosos ojos celestes, dos polcas, brillantes, claras y oscuras a la vez, reflejaban frialdad, esa frialdad que no tenias conmigo. No he encontrado a nadie como tú, dudo de que exista un doble tuyo, nadie ha ocupado tú lugar, sigue intacto como lo dejaste.... Eramos los mejores amigos junto con S. Butrón, no había nadie que se salvara de nuestras travesuras... tú, siempre manteniendo distancia y supuesta madurez, mientras que Butrón y yo preparábamos ingeniosas trampas para los niños mas pequeños.
    Muchos nos molestaban, recuerdo, decían que parecíamos novios, y cuando nos decían eso nos mirábamos con repulsión. Era gracioso, al menos se me hace gracioso ahora. Por alguna extraña razón yo era tu única amiga mujer, mirabas a las demás niñas con desprecio, como si te dieran asco, quizás yo te parecía un chico por mi forma de ser, es una probabilidad. Nunca te lo pregunte, pero sé que me querías, a pesar de que nunca lo dijiste... cuando me veías podía notar como tu aura cambiaba de tono y tu expresión se hacía menos fría. Nunca te pude decir cuanto te quería... pero creo que el estar siempre cerca del otro lo demostraba.
    La esperanza de volver a verte nunca se ha ido, aún no puedo creer que tú dejaste este asqueroso mundo, tu partida ha dejado un vacío gigante en mi alma y se me hace imposible hacerme la idea de que ya no estas conmigo. Cinco años, es mucho tiempo, cinco años que se me han hecho eternos, no me acostumbro...no puedo.
    Lamentablemente recuerdo esos meses horribles, con Butrón te íbamos a ver al hospital después de colegio, entrabamos corriendo a la sala y te saludábamos alegremente igual que tú a nosotros. Pasábamos la tarde contigo y reíamos sin parar, hacíamos planes para cuando salieras del hospital, cosas como ir a investigar la nueva fábrica que se había instalado a unas cuadras, o subirnos al techo del taller de mi padre, o tirarle bombitas de agua a los gatitos que se paseaban por los tejados... la esperanza nunca se perdió, la inocencia de ese entonces no es igual a la de ahora, en estos momentos pienso en como no aproveché cada minuto que estuve a tu lado, como no te abracé cuando pude hacerlo, como no te dije cuando te quería cuando tuve la oportunidad... Pasaron dos meses así, con Butrón nunca vimos venir tu desaparición...
    Viernes, un viernes de agosto, como de costumbre con mi buen amigo llegamos a verte al hospital, algo pasaba, no había luz, no querían que fuéramos a tu camilla... entré... corrí a buscarte...encontré solo tu cuerpo inmóvil, mas pálido de lo normal y sin brillo tu cabello, miré a Butrón y él solo me abrazó, me sostuvo, recuerdo que sentí como si me hubieran sacado a la fuerza una parte de mi alma, lágrimas corrían y corrían por mi rostro, no entendía nada, - ¿como pudiste hacerme esto? ¿cómo fuiste capaz de dejarme así?, ¡mírame! - susurré, me senté a tu lado y tomé tu mano, la aferraba con fuerza, no podías dejarme, puse mi cabeza en tu abdomen... me quedé dormida, no recuerdo más, solo sé que los meses siguientes jugaba como si tú estuvieras a mi lado, ahí, en medio de nuestro buen amigo y yo, lo hacía por ti, no podía dejar que la tristeza me consumiera, sabía, a pesar de lo poco expresivo que eras, que no te gustaba verme triste, eras una gran persona, con un corazón frío, pero que para mí tenía mucho valor.
    Perdóname por no decirte lo mucho que te quería. Trato de saldar esa deuda yendo a verte todos los 26 de Agosto con Butrón, marcaste nuestra vida, me hiciste ser lo que soy, tú frialdad se impregnó en mi, y ahí se quedará, es lejos el mejor recuerdo que alguien me pudo dejar.

    Te quise, te quiero, te querré por siempre..........................querido amigo.
  8. -----------------------------------------
    Dos semanas... dos semanas que casi no hablamos, llegaba a mi casa después del colegio y no quería conectarme, no sé muy bien la razón, ¿cansancio escolar? el último año de colegio es complicado, ¿miedo? ¿a qué? no, no era miedo, ¿aburrimiento? nunca me aburría de alguien como tú... distancia, eso era, dependencia tecnológica, si.

    Ese día horroroso era miércoles, un día feriado, me había quedado estudiando hasta las dos de la mañana para el jueves; como era de costumbre esa noche había tenido un sin numero de pesadillas... otra vez... ¿premonición? no lo sé, pero en esas dos semanas no hubo ni una noche en que no deje de soñar con la muerte. Ese viernes que venía cumpliríamos dos meses juntos, bastante habría durado para mi, sin embargo no estaba tranquila, no podía seguir...

    Luego de ir a ver a Danae a su casa, me quede un momento mirado el frente de mi casa, y tome la decisión que te destruiría por completo tu marchito corazón, que conmigo se estaba sanando. Entre a mi casa, tomé el celular y me conecté a facebook... estabas ahí como de costumbre, abrí nuestra conversación y comencé a escribirte, debíamos hablarlo, tenía que terminar con estos odiosos sentimientos extraños que se apoderaban de mi mente todo el día y toda la noche, te di razones, tú te destrozaste y yo, aunque no lo crean, también. Me pediste que siguiéramos hablando, obvio que si, seriamos amigos luego de un tiempo. Todo se acabo...

    Subí entristecida, extraña, confusa a mi pieza, observé mi desordenada cama, mi guitarra en su atril, y encima de mi escritorio las llaves de mi motocicleta. Me senté en el suelo... me tome el rostro con ambas manos, tratando se asimilar lo que había causado... nada... mi mente estaba vacía, no había nada, no lograba pensar en nada. Me levante con el rostro mirando al suelo, levante la mirada y en un movimiento rápido, guarde mi guitarra en su funda, la puse en mi espalda, tome las llaves del escritorio, busque mi casco y salí... No tenía idea de a donde me dirigiría, pero no podía seguir así, tenia que salir. Subí a mi moto, le di arranque y me fui.
    Sentía el viento golpear mi cuerpo, y los latidos del corazón al compás de mi respiración agitada, nada en mi mente... Sin darme cuenta llegue a la línea por donde pasaban los trenes, decidí detenerme... estacioné la moto y me bajé, me senté en el césped y saque la guitarra. Mi mente se agilizó y comencé a pensar... en verdad soy mala en esto, el amor no es para mi, como no me había dado cuenta, la distancia juega en contra y la poca comunicación solo empeoraba las cosas, soy mala, muy mala, dejé que él me amara mientras, quizás, yo no le amaba tanto, lo dejé pasar... No quiero poner escusas, después de todo...todos saben como soy, insensible, hiriente, fría...si, fría, nunca debí dejar de serlo...ah, mas escusas, es igual... sigo siendo la culpable, no hay razones que valgan, tener una mente diferente a la de los demás no es una escusa, aburrirse rápido de la poca rutina no es escusa, mucho menos la locura muy poco sensata de libertad... eso ya es una estupidez, mía, pero al fin y al cabo una estupidez.
    No sé cuento tiempo pasó, ya había anochecido y yo seguía ahí, viendo lo trenes pasar, nunca había sentido tanta confusión, de verdad que estaba en un dilema melancólico y emocional... Mire al cielo, lluvia de estrellas, nada mejor. Observe con esperanza las noche, respirando el fresco aire de otoño nocturno, hermoso.
    Sé lo que soy, una mujer independiente, fuerte de carácter y libre... nadie ha cambiado eso... nadie lo hará... ni yo puedo.

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    a Soul of the Bereaved y Cygnus les gusta esto.