Un texto inesperado para un blog abandonado. Casualmente andaba por acá, leyéndome a mi mismo luego de mucho tiempo, y el título apareció en mi memoria repentinamente. Un título de mi propiedad, adjudicado a un humilde demo compuesto hace ya años. Seis años y nueve meses para ser exactos. Me encontraba entonces en una situación de similares circunstancias, aunque con causas diferentes. Un corazón roto, sin fuerzas ni ánimos, sin consuelo ni alivio de su propio pesar. El perder seres queridos deja marcas profundas que quizá nunca se borren. Y la falta de un desahogo apropiado tampoco aporta buenas condiciones. Qué ocurrencia la mía la de elegir nunca mas volver a llorar. Siento nostalgia al recordar que yo componía música, dibujaba, escribía, y de todo eso solo quedan recuerdos. El tiempo no cura nada. Con el tiempo, curioso, he convertido éste blog en una suerte de diario o bitácora ocasional, sin hilo ni contexto que una cada parte que lo conforma. Aun me encuentro en ese círculo interminable, esperando un futuro que sigue sin asomarse en el horizonte. "Per aspera ad astra". "Per astra ad aspera".
Tic tac...el repique constante del reloj rutinario, un sonido insoportable para aquellos que logran percibirlo. Implacable, imparable. Sus campanadas marcan las horas de un infierno privado, ajeno a la realidad del mundo exterior. Pero ¿qué es real? Si no es aquello que nosotros creemos que lo es. Avanzamos a tientas, cegados por la luz del día a día. Días...el día sucede a la noche, y la noche al día. El transcurso de las semanas, el cambio de estaciones, dormir y despertar. Basta. Deseo cerrar los ojos y soñar con mis ángeles, ángeles de dulces formas y rizados cabellos, sonrisas andantes, sosiego de mis penas. Es aquí cuando mi consciencia pierde el sentido. Cuando, al dejarme llevar en fantasías, no encuentro el sendero de regreso. Agradable y aterrador a la vez. ¿Cómo dar orden a éste intrincado rompecabezas? A éste montón de pensamientos acumulados que quizá nunca encuentren solución. Camino en círculos, me estanco en callejones sin salida, vago sin rumbo en rutas conocidas, sin encontrar lo que realmente busco, sin saber qué es lo que busco. Indefinidamente perdido.
Parecía inofensivo, nadie esperaba su llegada, y a nadie le importó. El dragón, pálido como él mismo, silencioso, apacible, extendió sus inmensas alas sobre todo el pueblo. Y a nadie le importó, pues estos hombres son orgullosos y desafiantes, incluso llegaron a regocijarse en su presencia, creyéndolo un buen augurio. Caminaron bajo su sombra, ignorando todo lo que pudiera significar. La siguiente noche, la bestia comenzó su llanto. Lloraba porque el mundo no es lo que recordaba, porque las montañas, aquellas ancestrales montañas en las que gustaba posarse, ya no eran las mismas gracias a manos mortales. Aquel primer llanto fue una advertencia, un preludio de lo que sucedería después. El segundo llanto fue devastador : caminos se perdieron, viviendas se perdieron, carros se perdieron. La tierra tembló, las montañas mismas temblaron bajo la fuerza de las aguas sin poder soportar tanto castigo. Todo a causa de esa poderosa voluntad natural. Los corazones de piedra no se ablandaron, los débiles se lamentaron, los avaros se burlaron, los maliciosos maldijeron, los justos bajaron la cabeza, los humildes hicieron cuanto pudieron por salvarse unos a otros. La criatura se alzó en vuelo para viajar a tierras colindantes. Todos creyeron que el peligro había pasado; los humanos siempre se equivocan. El dragón regresó, y su tercer llanto fue el mas terrible. La furia de la naturaleza iba en él, el suplicio de los dioses iba en él. Y los hombres temieron que el mundo en persona se les hubiera vuelto en contra. Mucho mas se perdió, la esperanza escaseaba, los ánimos eran pocos. A pesar de todo, los orgullosos no escarmentaron. Finalmente Lamúniros, el dragón de la tempestad, se marchó y la calma regresó. El sol iluminó el triste pueblo que había recibido su azote, la fuente de su ira. Y a pesar de que él demostró que nada significaban sus riquezas terrenales, los orgullos no escarmentaron. Mucho se perdió, y a nadie le importó.
En estos últimos días he logrado asimilar muchísima información, mas de la que mi cerebro absorbe en situaciones comunes. He llegado al punto de necesitar hacer un alto, alejarme de la computadora y acostarme en la cama, ya saturado y buscando relajación. Podría decirse que esto dio inicio cuando me decidí por fin por el primero de mis pendientes : encontré una página en la que pude ver los primeros 12 capítulos del anime Shinzo. Mas allá de la emoción del hecho fui abrumado por las posibilidades; ya no soy un niño que observa sin ver, soy un adulto que critica, cuestiona, opina y refuta según sus experiencias previas. Resumiré esta parte diciendo que tan solo adoro ese anime. No es el mejor, la trama es defectuosa y sus personajes son sencillos. Pero es esa sencillez la que me cautiva. Lo siguiente fue que me entusiasmé en continuar la lectura de las Crónicas Vampíricas de Anne Rice, saga que también se encuentra en mis pendientes. Estoy leyendo Armand, el Vampiro. Muchas veces he pasado de ésta novela; trata sobre un personaje que me desagrada y que, a pesar de estar conociendo en profundidad su historia, sigue sin agradarme. Pero es justamente esa historia la que me ha puesto a pensar el por qué de muchas cosas. Lo dejaré ahí para proseguir. En tercer lugar, explicado fugazmente, me recomendaron leer las primeras páginas de un libro llamado La Insoportable Levedad Del Ser. Me resultó denso, no terminé de entender el concepto de "peso y levedad" en su totalidad (lo cual era el objetivo de quien me lo recomendó) y, al seguir la lectura, los temas siguientes me hicieron reflexionar muchas cosas, agregando mas combustible a toda esta mezcla. Para finalizar este asunto, mencionaré que hoy acabé de mirar un anime llamado Occultic Nine, bajo otra recomendación. Si lo anterior me abrumó con información, esto fue el boom, la gota que rebalsó el vaso. No haré spoilers, solo diré que los diálogos comprimen mucha información en pocos segundos y, para colmo de males, el protagonista es hiperactivo... Creo que mi cerebro fue puesto a prueba, necesito un descanso para seguir, y eso antes de que empiece a convencerme a mi mismo de que puedo usar todo esto como mayor incentivo. Si, en definitiva necesito descansar.
Tengo un caos tal en mi mente que apenas sé como escribir esto. ¿Les ha ocurrido que no están bien pero tampoco están mal? Que no saben si estar de pie, sentados o acostados. Que no quieren estar en silencio pero tampoco soportan la música ya que satura sus oídos. Que están por caerse del sueño pero saben que aun no es momento de dormir. Creo que así lo describiría yo. Siento algo extraño dentro...como si una energía impulsara mi inspiración a crear, como si pudiera ver una historia nueva en cada rincón solitario, donde todos los demás verían vacío y soledad. No me es desconocido en realidad, siempre me ocurre así. Esa inspiración va y viene. A eso súmenle esa melodía de chelo dando vueltas y vueltas en mi cabeza (quien escuche Haggard comprenderá a lo que me refiero). Quiero descansar, pero a la vez siento deseos de escucharla de nuevo. Me siento como el protagonista de una historia solitaria, situado tras una ventana y mirando sin ver realmente, contemplando esta noche silenciosa que de paz tiene poco. Para concluir diré que haré el intento de dar uso a esa inspiración, quien sabe, quizá me permita avanzar en la novela que quiero escribir (bah, si es que decido convertirla en novela ligera). A dormir, pues.