Ésta no es mi vida (Zoro & Nami)

Tema en 'One Piece' iniciado por Nami Roronoa, 15 Agosto 2012.

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    Nami Roronoa

    Nami Roronoa The Gif Queen Game Master

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    Escritora
    Título:
    Ésta no es mi vida (Zoro & Nami)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    6429
    AN: Ok, esto fue exageradamente largo de escribir. Pero satisfactorio. :)

    He aquí damas y caballeros, mi primer long-fic en esta sección. Siempre he escrito drabbles o one-shots por aquí, pero creo que llegó el momento de publicar esto. Eso sí, no esperen actualizaciones tan largas como este primer capitulo, los próximos serán un poco más cortos xD Oh y no olviden leer las aclaraciones al final tampoco ;)

    Advertencias: Universo Alterno, ZoNa más adelante (como indica el título), y lenguaje adulto. Posiblemente situaciones adultas más adelante. Y angst. ¡Que sería de mí sin el angst! xD

    ¡Disfruten!


    Capitulo I: Partiendo


    El despertador comenzó a sonar e inmediatamente deseó tener su espada para poder cortarlo en dos. Pero como no la tenía, no tuvo más opción que levantarse, apagar el despertador, y regresar a la cama.

    Y enseguida llegó el segundo despertador.

    —¡Arriba, idiota! —exclamó la joven de cabello rosado, irrumpiendo en el cuarto—. ¡Hora de irnos!

    El bulto dentro de las sábanas simplemente siguió durmiendo, sin que sus gritos le afectaran siquiera. La adolescente sintió como su cara enrojecía por la ira; ¡ese idiota iba a volverla loca algún día!

    —¡Dije arriba! ¡Llegaremos tarde! —le lanzó una potente patada al enorme bulto en la cama—. ¡Arriba, arriba, arriba! —Tres patadas más, una con cada palabra.

    —¡Voy a cortarte a la mitad, Perona! —bramó él, levantándose de la cama enfurecido. Ella simplemente le sonrió juguetonamente.

    —Bien, te despertaste Zoro. No tardes más de cinco minutos en alistarte o tendrás que caminar.

    La joven de diecisiete años abandonó la habitación, su peculiar risa aún claramente audible desde el pasillo. “Ya que, será mejor que me vaya” decidió él, poniéndose de pie con lentitud.

    Zoro Roronoa era un hombre de veintiún años, cabello verde, ojos oscuros, obsesionado con la esgrima y las espadas, vago, dormilón, y sin sentido de orientación alguno. O al menos así lo describía la gente que lo conocía aunque honestamente, no le importaba mucho su reputación o lo que dijeran de él. En especial porque era todo cierto. Excepto lo del sentido de orientación. Él no entendía de donde sacaba la gente esa idea.

    Al llegar a su armario, observó su interior por un momento hasta que localizó unos jeans que parecían estar limpios y una simple remera blanca que le entraba bien. Combinado con unas medias blancas y zapatos negros, estaba listo para partir en menos de cinco minutos. Se sonrió ante ese pensamiento, y sobre como se lo iba a mencionar a Perona.

    Se cepilló los dientes en un abrir y cerrar de ojos, recogió unos libros que estaban esparcidos por la habitación, se echó la mochila al hombro y dejó su habitación.

    En la cocina, su padre adoptivo, Dracule Mihawk, se encontraba sentado tomando su usual café matutino mientras leía el diario. Él lo había recibido luego de haber sido encontrado por el oficial de policía Morgan en ese mismo barrio, quien estaba a punto de enviarlo al sistema. No fue su corazón lo que lo movió, sino su interés, pues lo había observado vencer con una espada al propio hijo de Morgan, Helmeppo, con una destreza impresionante para alguien de ocho años.

    Mihawk era un hombre de alrededor de cuarenta y era considera el mejor espadachín del mundo. Dirigía un dojo donde intentaba enseñarle a los más jóvenes el significado de la esgrima y lo que realmente era ser un verdadero espadachín, no sólo un idiota con una espada. Zoro trabajaba allí también como profesor. Su única hija, Perona, había sido criada prácticamente sin una madre, y Zoro jamás había llegado a conocerla. Había oído una vez que ella murió joven, cuando Perona tenía alrededor de cuatro años, poco antes de que pudiese llamar a esos dos familia, pero él prefirió no preguntar sobre el tema.

    Sin embargo, ella seguía siendo una consentida y caprichosa niña que podía producir una migraña en cuestión de segundos. Tenía cierta afición por la moda gótica y tuvo una fase más temprano en su adolescencia en que se vestía como una “Lolita emo”. Afortunadamente, había dejado atrás esa etapa, pero algunos aspectos de ella seguían presentes. Su cabello, por ejemplo, el cual se había teñido de rosa hace dos años. Ahora lo tenía largo, con rulos, y llegaba hasta su cintura, pero para su hermano seguía siendo extraño.

    Aunque no había mucho que él pudiese decir en el asunto, ya que él tenía cabello verde natural…

    —Oh Zoro, eso fue rápido —ella miró su reloj y sonrió de lado—. Seis minutos. Horohorohorohorohoro.

    —Cállate.

    —Buenos días, Roronoa —dijo Mihawk, sin levantar su vista del periódico.

    —Hola —replicó Zoro vagamente, arrojándose en la silla vacía frente a él.

    —Aquí tienes —Perona depositó un poco de pan tostado frente a su hermano y se sentó a beber el poco de té que quedaba en su taza—. Nos vamos pronto. Come rápido.

    —Aún no lo entiendo. ¿Por qué ella tiene un auto y puede manejarlo y yo no? —se quejó el hombre de cabellos verdes.

    Mihawk elevó una ceja ante su queja, sin sorprenderse en lo más mínimo de lo que acababa de oír.

    —Porque has fallado el exámen para obtener tu licencia las últimas tres veces y ella aprobó en su primer intento, ¿me equivoco?

    —¡Pero definitivamente pasaré la próxima vez!

    —Horohorohorohorohoro.

    —Silencio.

    —No es mi culpa que te perdieras camino al exámen —rió la joven.

    —Eso fue sólo la primera vez —replicó su hermano.

    —Oh, cierto. Las otras dos te perdiste durante el exámen. ¿Dónde terminaste el año pasado? ¿San Francisco?

    —Miami —la corrigió él—. ¡Y ese no es el punto! El punto es que pasaré la próxima vez. Es en un par de semanas sabes…

    —Si pasas tus exámenes, tal vez —Mihawk pasó de página de diario— No planeo pagar para verte fallar otra vez.

    —¿Qué te hace pensar que no pasaré?

    —El hecho de que odias tu carrera.

    Oh, eso.

    Dado que planeaba dedicarle su vida a la esgrima, nunca se preocupó por una carrera universitaria, pero Mihawk insistió tanto en que obtuviera una educación apropiada que terminó inscribiéndose en la primera que vio. Arquitectura. No estaba del todo mal, pero no era lo suyo. Pero ya que había empezado y él seguía molestándolo para que terminara sus estudios apropiadamente, no tenía más opción más que seguir.

    Bueno, al menos sus amigos asistían a la misma universidad.

    —¡¿Por qué seguimos perdiendo el tiempo aquí?! ¡Vamos de una vez! —exclamó Perona, mirando con horror la hora.

    —Que tengan un buen día —saludó Mihawk con voz seca, sin nada de entusiasmo. Regresó a su lectura sin dedicarles ni una mirada más.

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    —¿Por qué fuimos por el camino lento? —preguntó Zoro—. Yo conozco un atajo.

    —No tomaré ningún atajo tuyo. Usualmente terminamos del otro lado del país.

    —No exageres.

    —¿Recuerdas aquella vez que casi visitamos Canadá el mes pasado?

    —Cállate. Por fin llegamos.

    Perona detuvo el auto en la entrada de la Universidad Grand Line.

    Era un complejo enorme, la facultad más grande del estado, y posiblemente del país. El edificio principal era la entrada, y era un edificio gris de dos pisos, donde la gente se inscribía para entrar en el sistema educacional. La oficina del director se encontraba aquí, al igual que la biblioteca, y había una gran puerta corrediza de vidrio que daba al campus, una extensa área de puro césped con grandes árboles y algunos bancos de parque donde los estudiantes podían pasar su tiempo libre relajándose, conversando, comiendo, o incluso estudiando bajo la sombra de un gran árbol. Incluso había una gran fuente en el centro.

    A su derecha e izquierda se encontraban varios edificios, en los cuales se impartían diferentes carreras universitarias. También contaban con un pasadizo subterráneo que conectaba a todos los edificios, lo cual era muy conveniente en especial en el verano, ya que esos pasillos contaban con aire acondicionado.

    Perona lo saludó con la mano en cuanto se bajó y pronto partió en dirección a la secundaria East Blue. Zoro la observó perderse en la distancia, y ahora sólo deseaba una cosa: poder llegar a su clase y dormir como se debía…

    Por supuesto, nada podía salir como él lo planeaba.

    —¡Zoro! —saludó Luffy D. Monkey, corriendo hacia su amigo.

    —Luffy, ¿qué haces aquí? —preguntó Zoro a modo de respuesta.

    El muchacho era más joven que él, tan sólo un año mayor que Perona; aún se encontraba en la secundaria tras haber repetido el último año, así que era extraño verlo por Grand Line.

    —Oh, ¡vine aquí con Ace! Así que me quedé a esperarlo —explicó su auto-proclamado amigo entre risas.

    —¿No te preocupa faltar a clases?

    —No. Llegaste temprano, eso es raro Zoro. ¿No te perdiste?

    —No, no me perdí. Perona me trajo.

    —Ah, así que fue por eso…

    —¡Chicos!

    Y por supuesto, la gente tenía que seguir llegando. Usopp Sogeking y Sanji Prince caminaban hacia ellos.

    Incluso aunque los tres habían terminado en diferentes carreras, y por lo tanto clases, el hecho de que habían asistido a la secundaria juntos los había hecho permanecer juntos por alguna razón. Había sido Usopp quien les había gritado.

    —¡Usopp! ¡Sanji! ¿Por qué están aquí? —preguntó Luffy, olvidando completamente el hecho de que él era el único que no se suponía que debía estar allí.

    Estudiamos aquí —le recordó Sanji.

    —Si puedes llamar a cocinar estudiar… —comentó Zoro.

    —¿Qué fue eso, cabeza de alga? —replicó un ofendido Sanji.

    —¿Quieres pelear, ceja espiral?

    —Tú lo pediste, estúpido espadachín.

    —Adelante, pervertido.

    —Luffy, ¿no deberíamos detenerlos? —preguntó Usopp, escondiéndose detrás de su amigo.

    —¿Por qué? —contestó él.

    —Oh, se ven muy animados esta mañana…

    Ambos jóvenes dejaron de pelear para voltearse. O mejor dicho, Sanji se olvidó completamente de la pelea para dedicarle toda su atención a la hermosa morena que se había acercado al pequeño grupo.

    —¡Robin Nico! ¡Por supuesto que están animadas, con una belleza como tú alrededor para alabar! —la elogió el rubio.

    —Espera, ¿eso en en serio? —intervino Usopp, el único que había notado el enorme libro que ella llevaba en sus manos—. ¿De veras estas leyendo ese libro? ¡Es gigante!

    —Por supuesto que no —replicó Robin, y a continuación señaló su mochila púrpura, que parecía muy cargada—. Hay tres tomos más que debo terminar también, no sólo este.

    —¡Nunca dejas de sorprenderme, mi hermoso ángel!

    —Sí, eres cada día más extraña, mujer —comentó el hombre de cabello verde.

    —¡Atrévete a decirlo de nuevo, estúpido!

    —Oh Usopp, ¡acabo de recordar algo que debía decirte! —dijo Luffy repentinamente.

    —Sí, ¿qué pasa?

    —Um… se me olvidó.

    —¡¿Entonces para que lo dices, idiota?!

    —Um, oh, ¡es cierto! ¡Tenía algo que decirte! —Luffy se rascó la cabeza, como si ello le ayudase a recordar—. Creo que… era algo sobre Kaya… ella dijo que iría directo a clase, que se cansó de esperar…

    —Mierda, me olvidé completamente de ella. Debería mandarle un mensaje…

    —¡Y luego se fue con ese tipo que tiene un panda genial como mascota!

    —¿Te refieres a Law Trafalgar? —preguntó Sanji. Usopp se había quedado repentinamente mudo.

    —¿Quién es él? —intervino Robin.

    —Un tipo que al parecer es popular entre las damas. Es de medicina, al igual que la hermosa señorita Kaya y este idiot… ¿a dónde se fue?

    —Creo que la expresión correcta es “corrió tan rápido como le era humanamente posible para llegar a su amada” —explicó Robin, luego frunció el ceño—. Pero aún no comprendo por que razón siguen siendo amigos si ella admitió que quería ser más que ello.

    —Quien sabe, quizás Usopp es demasiado estúpido. Como este otro imbécil —objetó Sanji, señalando a Zoro.

    —¿Eh? ¿Yo qué hice ahora?

    —Nada. Sólo que tu cara me parece estúpida.

    —Tan estúpida como tu ridícula ceja, estúpido cocinero.

    —Zoro, ¿podemos ir a comer? ¡Tengo hambre! —interrumpió Luffy, interponiéndose entre ambos.

    —No me importa.

    —Oh, vamos. ¡Vamos, vamos, vamos! —el morocho dirigió ahora su mirada a su amigo rubio—. Sanji, ¿puedes prepararme algo?

    —¿Por qué haría eso, imbécil? ¡Son las ocho de la mañana! No puedes tener hambre ahora, ¡acabas de desayunar!

    —Oh vamos, ¡Sanji!

    —¿Ocho! Mierda, ¡llegaré tarde!

    —¡Adiós Zoro! —se despidió Luffy con alegría, saltando alrededor de Sanji e insistiendo con su hambre.

    —¡Los cortaré a todos a la mitad si llego tarde por su culpa!

    —No llegarás, seguramente te perderás en el camino estúpido espadachín.

    —Buena suerte en tu clase de doblar servilletas, pervertido.

    —¡Lamentaras eso, cabeza de alga!

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    —Señor Roronoa, llega tarde —le informó la obesa y morena profesora, Alvida, en cuanto ingresó a la clase—. Media hora tarde, para ser exactos. La clase empieza a las ocho.

    —Perdón, me perdí en el camino.

    Era una triste excusa. Era más triste todavía porque era cierta.

    —Esa es una excusa patética. Ahora, tome asiento —indicó ella, regresando al pizarrón.

    Al sentarse, comprobó lo que ya sospechaba; la clase se volvía más aburrida con cada segundo que pasaba. Ya que su asiento se encontraba al fondo y no era fácilmente detectado por la profesora, pensó que podía aprovechar para descansar un poco. Tan sólo había dormido cinco horas la noche anterior si mal no recordaba, y ya le estaba agarrando sueño…

    —Buenos días, Zoro.

    Mierda. Había olvidado que se sentaba junto a la encarnación del diablo.

    Como siempre, ella lo estaba observando con su maligna sonrisa, una que lo desafiaba cada vez que sus miradas se cruzaban. Allí estaba, con su corto cabello naranja, su aire de superioridad, su mueca triunfal, y sus hojas sobre el banco, lista para tomar apuntes. No, Nami jamás cambiaba.

    Desafortunadamente.

    —¿Me perdí algo importante?

    —Alvida intentó matar a un sujeto de la primera fila con su maza de hierro —comentó Nami con pereza, sacando su lapicera y prosiguiendo a copiar lo anotado en la pizarra—. Aparte de eso, no te perdiste de mucho.

    Recién entonces fue cuando Zoro notó el agujero en el piso de madera en la primera fila, en el lugar donde debería ir un banco. Él simplemente se encogió de hombros mientras sacaba algunos libros y procedía a usarlos como una almohada improvisada.

    —Te perderás todas las notas importantes —comentó Nami mientras escribía sus propias notas.

    —No me interesan —replicó él con pereza.

    —¿Cómo crees que aprobaras luego los exámenes sin anotar nada?

    —Te pediré prestadas las tuyas luego, bruja, ahora déjame dormir —protestó tan bajo como se lo permitía su voz, para así evitar ser atrapado por la educadora.

    Ella sonrió cuando una idea se le formó en la cabeza a partir de sus palabras.

    —Cien beris.

    —¿Qué?

    —Cien beris. Eso es lo que te voy a cobrar por prestarte mis anotaciones más tarde. Cien beris por cuaderno —sus ojos se iluminaron con la codicia—. Oh, ¿cómo no se me ocurrió antes? ¡Es perfecto! Yo gano dinero, tú ganas mis anotaciones, ¡ambos ganamos!

    —No te pagaré ni una moneda por unos cuadernos que ni siquiera me interesan. ¿No se supone que eres mi amiga?

    —¿No se supone que tienes una deuda que pagarme?

    —Te pagaré cuando tenga el dinero, ¿sí?

    —Señorita Swan —la áspera voz de Alvida interrumpió su conversación—. Ya que está tan ocupada charlando con el señor Roronoa, supongo que no sería capaz de contarme donde se encuentra el Castillo de Bacon y cuando fue construido, ¿verdad?

    Nami se puso de pie para dar su respuesta.

    —Se construyó en 1665 y todavía se puede encontrar en el estado de Virginia, en Surry para ser exactos —contestó Nami, tan claramente como si lo estuviese leyendo de un libro de texto.

    Los ojos de Alvida se abrieron ligeramente ante la respuesta, era evidente que no esperaba que contestara correctamente, aunque mantuvo su compostura. Unas pocas risas se oyeron por el salón.

    —Muy bien, señorita Swan. Pero ahora regresemos a lo que es realmente importante —le dirigió a la clase una desagradable sonrisa—. ¿Quién es la mujer más hermosa en esta aula?

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    Las clases pasaron rápidamente. Las primeras tres horas no estuvieron tan mal, pero gracias a Nami –que estaba constantemente haciendo preguntas a los profesores en cuanto se presentaba la oportunidad- Zoro no logró ponerse al día con su sueño, que se hacía más pesado con el pasar del tiempo.

    Sin embargo, ahora que estaban en receso para almorzar, las cosas eran diferentes. Estaba descansando a la sombra de un gran roble, alejado de cualquier otro ser humano. Tenía una hora completa para él, y ni siquiera tenía tanta hambre, así que era el momento perfecto para dormir. Cerró sus ojos con calma, decidido a desconectarse del mundo…

    Y lo logró. Por sesenta segundos.

    —¡Hola Zoro! —dijo Nami, golpeándolo en la cabeza para obtener su atención.

    —Maldita bruja, ¿era eso necesario? —gritó él, evidentemente enojado.

    —¡Mira lo que conseguí! —anunció ella, mostrándole dos cajas con forma de corazón perfectamente arregladas—. ¡El almuerzo!

    —¿El pervertido hizo eso?

    —Sí. Le dije que eran para mí y Robin, pero ella fue a almorzar con Franky, así que aquí tienes —le entregó la cajita púrpura—. ¡De nada!

    Bueno, no había obtenido el descanso que tanto deseaba, pero al menos había obtenido una comida gratis. Lo cual era conveniente dado que se había olvidado su dinero en casa. Oh bueno, ya era tarde para lamentarse…

    —Hm, ¡esta delicioso! —comentó Nami entre bocados—. ¿Qué te tocó?

    —Pollo y una carta de amor —replicó Zoro, tomando dicha carta. Aunque lo odiara, había que admitirlo, el rubio era un excelente chef, y él era afortunado de poder obtener algo de su comida—. “Estoy bendecido por el simple hecho de que una diosa como tú pruebe mi comida”. En serio, ¿cómo haces para soportarlo?

    —Te acostumbras con el tiempo —dijo ella, sin darle mucha importancia al asunto—. Si tuvieses pechos, te enseñaría a hacerlo hacer lo que quieras por ti.

    —¿Cómo qué?

    —Podría contarte… pero tiene su precio —le guiñó un ojo, luego rió—. Por cierto, ¿vas a dar el exámen de manejo una vez más?

    —¿Cómo te enteraste?

    —Perona me lo dijo.

    —Por supuesto que lo hizo —suspiró él, internamente planeando su asesinato.

    —Entonces, ¿es cierto?

    —¿Algún problema con eso?

    —Nada, es sólo que me gustaría asegurarme de que llegues al lugar correcto esta vez —le sacó la lengua a modo de broma—. Tal vez podrías convencer a tu padre de que te de un GPS o algo así para tu cumpleaños. Sería bastante útil.

    Zoro decidió no replicar y dedicarse a comer en silencio, esperando que ella se callara. Y cuando parecía funcionar y Nami ya se había mantenido en silencio por un glorioso minuto entero, otra voz les llamó la atención, no muy lejos de donde estaban sentados.

    —¡Hey, ustedes!

    Un atractivo joven de cabello oscuro y alborotado y con pecas se sentó junto a ellos sin esperar su permiso, sus piernas cruzadas y su torso al desnudo para que todos pudiesen sus perfectos abdominales. Le tomó un momento, pero eventualmente logró identificarlo como el hermano mayor de Luffy, Ace. ¿Acaso la gente planeaba aparecer de la nada durante el día sólo para molestarlo?

    Bueno, al menos no estaba con su hermano…

    —¡Ahí están! ¡Hola! —saludó Luffy, acercándose al grupo.

    Nami era inteligente y lo suficiente rápida para reaccionar a tiempo, pero Zoro no corrió con tanta suerte, y en un abrir y cerrar de ojos su comida había sido devorada por el estudiante de secundaria, tan rápido que pareció que sus brazos se estiraron por un momento.

    —Ace, ¿por qué tienes a Luffy siguiéndote todo el día? —preguntó Nami—. Quiero decir, ¿no debería ir a su propia escuela por lo menos un día?

    —No necesariamente —explicó Ace—. La preceptora allí, la señorita Hancock, parece estar enamorada de él, hace todo lo que él dice. Entonces nunca le pone ausente.

    —¿No tiene siquiera que presentarse? Que conveniente —replicó la chica mientras Zoro intentaba ahorcar a Luffy y hacerlo expulsar su almuerzo—. Por cierto, ¿cómo vienen tus clases?

    —Hoy obtuve una B+ en alge-

    Antes de que Ace pudiese terminar su oración, se cayó de cara al suelo, aún estando sentado. Luego se comenzó a oír un leve ronquido. Nami lo insultó por sus malos modales; quedarse dormido en el medio de una conversación, que maleducado. Estúpida narcolepsia.

    —Oh, ¡mira la hora! —exclamó la mujer, poniéndose de pie—. Parece que tendrás que terminar de matar a Luffy más tarde, debemos volver a clase.

    —Creo que me saltaré esta… —decidió Zoro, soltándolo.

    —No digas tonterías, ¿cómo aprenderías de esa manera? ¡Vamos!

    Y así, sin advertencia, Nami lo agarró de la remera y lo guió hacia su próxima clase.

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    —Bueno, eso no estuvo tan mal —dijo Nami, admirando felizmente su hermosa A+—. ¿Cómo esta tu exámen?

    —Vete a la mierda, Nami —escupió él, arrojando su gran F roja a un cesto cercano.

    —No te pongas así Zoro. Puedo chantajear al profesor Spandam para que te de una nota más alta si quieres…

    —¿En serio?

    —Por cien mil beris.

    —Debí imaginarlo.

    —Oh, mira, mi transporte llegó.

    Nami elevó su mano en el aire en cuanto detectó a una bonita muchacha de aproximadamente su misma edad, con cabello azul claro que no la dejaba pasar desapercibida. Esa joven belleza era Vivi Nefertari, una buena amiga de Nami, y aparentemente la que debía soportarla por el resto del día.

    Eventualmente, Vivi la vio, y le hizo una seña de que se acercara. Probablemente había aparcado en algún lugar cercano.

    —Bueno, hasta luego Zoro —se despidió ella, sacándole la lengua como siempre lo hacía—. ¡No me extrañes mucho!

    —¿Necesita el Sr. Espadachín que lo llevemos, Nami? —le preguntó Vivi a su amiga cuando se le acercó.

    —Nah él estará bien así. Y ya hace años que lo conoces, creo que podrías llamarlo por su nombre a esa altura —rió ella. Vivi jamás cambiaría—. Cuéntame, ¿qué hiciste hoy?

    Observó a ambas mujeres partir juntas hacia el estacionamiento. Desafortunadamente, no contaba con los mismos privilegios que ellas, de modo que tendría que caminar hasta el dojo de Mihawk, que estaba a unas 20 o 25 cuadras de la universidad. Si seguía el camino a la perfección, llegaría con tiempo de sobra, incluso antes de que su trabajo comenzara.


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    —Profesor, ¿se perdió en el camino? —preguntó uno de sus alumnos cuando Roronoa ingresó al aula, diez minutos tarde.

    —No —mintió el susodicho.

    Le lanzó una intimidante mirada a todos los presentes para prevenir cualquier otra pregunta estúpida. Nadie más hizo otra pregunta, pues estaba claro que no estaba teniendo el mejor de los días. Pero al menos ahora estaba más relajado, todo lo que tenía que hacer era enseñar unas cosas básicas con espadas de madera, bastante simple, ¿verdad?

    —Bueno, comencemos —decidió él—. Todos tomen sus espadas de madera y…

    —¡Roronoa!

    Esa voz… maldición, no podía dejarlo un día tranquilo, ¿no?

    Si había una mujer a la que Zoro odiase casi tanto como a Nami, esa tenía que ser Tashigi. La conoció en una competencia en un pequeño pueblo llamado Loguetown, donde Mihawk asistió como invitado de honor y Zoro participó en la categoría de amateurs. La final fue contra Tashigi y por supuesto, él fue el vencedor.

    Desde ese día, la mujer lo perseguía demandando una revancha. Incluso se había mudado a su ciudad en busca de venganza, pero él no tenía intención alguna de enfrentarse a ella, sus habilidades estaban muy por encima de las de ella y podría acabar hiriéndola gravemente. Y ella probablemente lo culparía por ello. Pero ella sencillamente no lo escuchaba; en lugar de ello, insistía que era un maldito machista y que la razón por la que no peleaba contra ella era por su sexo. Y aquí estaba de nuevo. Para recordarle lo molesta que era.

    —Estoy en medio de una clase —le recordó Zoro en cuanto ella irrumpió al salón.

    —Les vendrá bien una demostración en vivo —comentó Tashigi—. ¡Roronoa! Hoy será el día en que finalmente te derrote a ti y a tu estúpido machismo. ¡Prepárate!

    Espada en mano, Tashigi avanzó hacia él mientras gritaba dramáticamente. Sin embargo, debería mencionarse también que era una mujer algo… bueno, bastante torpe. Mientras se dirigía a su oponente, se resbaló y recibió al suelo con la cara.

    Los estudiantes no pudieron contenerse y el salón se llenó de crueles carcajadas mientras ella tanteaba a ciegas en busca de sus anteojos, tocando el suelo sin éxito. Suspirando, Zoro se agachó y tomó los anteojos para luego proceder a devolvérselos. Ella se los quitó con enojo.

    —No pedí misericordia de mi enemigo —le recordó ella.

    —No es misericordia. Simplemente tú no podías ver los anteojos y yo sí. Ahora, ¿puedes ir a molestar a otra persona?

    —¡Dije que tendremos una pelea!

    —Parece que no se puede evitar…

    Y con esa resolución, le quitó los anteojos nuevamente a Tashigi y los metió debajo del asiento de uno de sus estudiantes ausentes. Entonces, ignorándola mientras los buscaba, comenzó finalmente su clase.

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    La clase fue un fracaso total. No sólo Tashigi siguió interrumpiéndolo mientras hablaba, intentando desafiarlo a pesar de su ceguera temporal, pero además los alumnos no parecían tener ningún interés en lo que él decía, como si les estuviese hablando en otro idioma. Cuando pasaron a la parte práctica, ninguno de ellos fue capaz de lograr un sencillo movimiento como él había instruido. Incluso le gritó tanto a uno que lo agarró como si fuese una rama seca que el pequeño había sido reducido al llanto.

    De hecho, el día entero había sido un fracaso. ¿Cómo? Su falta de un descanso apropiado, Perona molestándolo como siempre, sobre las cosas más pequeñas e insignificantes. Luffy, Sanji, Usopp, Robin… todos lo habían distraído e impedido que llegara a tiempo, causando que Alvida le gritara también. Y no había que olvidar que Luffy además se había devorado su almuerzo.

    Pero lo peor de todo era la bruja usurera, la personificación del infiero, la maldita, loca, amante del dinero…

    —¡Zoro! —lo saludó una voz femenina.

    Cuando se dio media vuelta y vio a Nami corriendo hacia él, tratando de alcanzarlo, perdió los estribos.

    —Creí que nunca iba a alcanzarte —exclamó ella, intentando recuperar el aliento—. ¿Por qué caminabas tan rápido?

    —¿Por qué? Para alejarme de ti, por supuesto.

    —Ha ha, muy gracioso —dijo ella, fingiendo una risa.

    —No estoy bromeando —replicó secamente—. ¿Qué quieres?

    —Oh, hay un favor que quiero pedirte, no tomará mucho de tu tiempo…

    Antes de que pudiese explicar de que favor se trataba, Zoro la había empujado contra una pared cercana. Su espalda chocó contra la dura superficie sin misericordia, y él había posicionado su brazo a la derecha de su cara, impidiéndole escapar.

    Ya era tarde, el sol se había puesto y la iluminación no era la misma que durante el día, pero los faroles eléctricos de la calle le permitían ver el enfadado rostro de Zoro. No, era más que enfadado, cuando lo vio apropiadamente, la única palabra que cruzó su mente para describirlo era peligroso.

    —Me canse de esto, Nami —dijo Zoro con una voz cruel y fría que ciertamente no le pertenecía—. Me canse de todo esto, bruja, pero especialmente de toda tu mierda.

    —Zoro, ¿de qué est... —nuevamente, fue interrumpida.

    —No hables. No me pidas nada más. Me cansé de tus manipulaciones, de las manipulaciones de todos… estoy cansado —le lanzó una mirada asesina—. ¿Nunca te cansas de chantajear y manipular, perra?

    El sonido de una cachetada que siguió al insulto atravesó la serena noche, tan sonora fue que provocó que unos pájaros salieron volando de un árbol cercano.

    —Zoro… ¡eres un imbécil! —rugió Nami con toda la fuerza de sus pulmones, segundos antes de largarse a correr.

    Zoro no lamentaba sus acciones, ni intentó correr tras ella. No tenía nada que explicar, porque no había nada falso en lo que había dicho. Todo era verdad, la pura y maldita verdad, estaba cansado, cansado de todos ellos.

    Una solitaria gota de agua cayó sobre su frente y miró al cielo. No había siquiera notado las nubes oscuras que tomaron el control del cielo nocturno, eliminando de la vista a las estrellas y la luna para dejar nada más que el ambiente más oscuro que había visto en días.

    —Odio mi vida…
    oo00oo00oo00oo00oo00oo
    Nami había llegado a su hogar segundos antes de que la tormenta estallara. Su hermana mayor, Nojiko, la observó correr escaleras arriba a su habitación y ni siquiera intentó detenerla. Sabía que, fuese lo que fuese, había salido terriblemente mal, la conocía demasiado. Y era evidente el origen de su descontento, ella estaba al tanto de ello también.

    —Así que no pudiste decirle —suspiró Nojiko, más para sí misma que para alguien en particular—, ¿verdad, Nami?

    La joven de cabello naranja estaba sentada sobre su cama, mirando una vieja fotografía que poseía.

    En ella había un total de seis personas, incluida una versión suya de diez años de edad. Estaba parada al lado de una Nojiko de doce años, y ambas sonreían a la cámara sosteniendo mandarinas mientras eran abrazadas por una pelirroja mayor. Junto a ellas había una joven morocha, notablemente más joven que ellas, cuyo cabello estaba arreglado en dos coletas. Estaba riendo, a diferencia del chico de cabello verde a su lado, que tenía una expresión aburrida; no parecía ser un fanático de las fotos grupales. Y por último detrás de ellos, un hombre adulto con ojos de halcón, que parecía haber sido forzado dentro de la fotografía ya que la pelirroja lo sostenía con su mano libre.

    Una triste sonrisa se formó en su cara cuando vio aquella fotografía, recordando aquellos días con nostalgia, cuando todo era mucho más simple. Una lágrima rodó por su mejilla y encontró su camino al rostro del pequeño Zoro.

    —Debes realmente odiarme, ¿no? —rió tristemente, conteniendo las lágrimas—. Lo siento, es sólo que no se que hacer…

    Miró por la ventana. Estaba lloviendo terriblemente allá afuera, y un repentino trueno le causó escalofríos. ¿Desde cuándo se sentía tan indefensa? A pesar de estar adentro de su cálida habitación, Nami se sentía muy fría.

    —¿Qué harías tú, Bellemere?

    Nojiko, que estaba parada fuera de la habitación, se detuvo a sí misma de ingresar. Suspiró al darse cuenta que no estaba equivocada, y se retiró a la cocina; la cena no se cocinaría sola, después de todo. Incluso si era el aniversario de la muerte de Bellemere, de su bella madre, Nojiko no se permitiría caer en la desesperación, ella debía seguir…

    Tenía que hacerlo. Por Nami.


    oo00oo00oo00oo00oo00oo

    A diferencia de la mayoría de la gente, que se apuraba por regresar a sus hogares, Zoro seguía caminando con normalidad, ignorando la noche lluviosa. No le importaba, ¿qué daño le podía hacer un poco de agua? Encima parecía ya haber terminado, ya no sentía las gotas caer sobre él…

    No fue hasta que notó que a su alrededor sí seguían cayendo que se detuvo.

    Alguien estaba parado detrás de él, sosteniendo un paraguas sobre su cabeza. La persona era tan silenciosa como una sombra, ni siquiera lo había sentido… y alto. Demasiado alto para una persona normal. Gracias al reflejo en el charco de agua frente a él, Zoro vio que sus ojos estaban cubiertos por lentes oscuros, y usaba un sombrero gris con orejas de oso en los lados.

    Pero honestamente a él poco le importaba que ese raro y ridículamente alto hombre estuviese parado en silencio, él simplemente siguió fulminando el suelo con la mirada, sus manos en sus bolsillos, el sonido de la lluvia resonando en sus oídos. Y finalmente, el hombre habló con una voz ronca, casi mecánica.

    —¿A dónde te gustaría ir? —le preguntó.

    Zoro ni siquiera se detuvo a pensar en lo extraño de la pregunta. Simplemente respondió lo primero que vino a su cabeza.

    —Lejos de este mundo.

    No recibió ninguna réplica. El otro se quedó parado allí detrás de él, callado, lo cual lo estaba poniendo impaciente. Entonces, se dio vuelta agresivamente para encararlo

    —¿Quién eres de todas form-

    El hombre se había quitado el guante de su mano derecha y ahora avanzaba hacia él, y logró golpearlo antes de que pudiese reaccionar.

    Eso fue lo último que Zoro vio antes de perder el conocimiento.


    Continuara...

    

oo00oo00oo00oo00oo00oo
    AN: Bien, ¡allí está! El hermoso primer capitulo esta completo ya. ¡No me maten por dejarlo allí! Ya el segundo capitulo traerá algunas respuestas más... por ahora, les dejaré unas aclaraciones...
    ¿Recuerdas aquella vez que casi visitamos Canadá el mes pasado?
    Como mencioné, la historia se sitúa en un universo alterno (en la actualidad), y por las conversaciones entre Zoro y Perona pueden deducir que se sitúa en EEUU. Si lo dedujeron, están en lo correcto, pero no voy a elegir una ciudad cualquiera así que todo sucederá en una ciudad sin nombre creada por mí :)
    ¡Robin Nico! ¡Por supuesto que están animadas...
    También, como esto no esta situado en Japón, los nombres de los personajes se escriben al estilo occidental (Robin Nico, Zoro Roronoa... bueno, entienden el concepto). Y es por esto también que no hay razón para incluir sufijos japoneses (-san, -sensei, -kun, etc), así que los reemplazaré con cualquier equivalente del mundo occidental que se ajuste, ¿se entiende?​
    ¿Te refieres a Law Trafalgar?
    Y así nace mi nuevo trío favorito, ¡Usopp/Kaya/Law! ¡Yay, parejas crack! :D​
    Buena suerte en tu clase de doblar servilletas, pervertido.
    Tengo un amigo que estudia Cocina también, y lo molestamos con esto todo el tiempo. Me imaginé que es el tipo de insulto que Zoro usaría, acerca de su carrera, que es obviamente importante para Sanji xD Y ya que estoy en ello, les cuento: Ace es estudiante de Economía, Vivi está en Derecho, y Robin en Arqueología (aunque éste último estaba implicado). Creo que los otros fueron explicados, pero díganme si me olvidé de alguno...
    Le dije que eran para mí y Robin, pero ella fue a almorzar con Franky, así que aquí tienes...
    No me pude resistir xD Habrá insinuaciones de Frobin (Franky/Robin) prácticamente por todos lados, ¡están advertidos! ^.^
    ...había una joven morocha, notablemente más joven...
    Sí, esa chica era Perona y no, no me equivoque con su cabello. Como dijimos al principio, su cabello rosado no es natural como en el manga y anime, aquí se lo tiñó cuando era más joven. Pero trabajaremos en ese detalle más adelante.

    ¡Eso es todo por hoy gente! Nos vemos en la segunda parte :)
     
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    susie

    susie Usuario común

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    ¡Rocio!*----*

    Shaaaw' tus fanfics siempre me encantan, simplemente adore la historia.

    Este es el primer Long-fic UA que leo de One Piece xD Normalmente de esta serie no me gusta casi el universo alterno, pero por ser tu lo lei, y no me arrepiento, siempre ame tu forma de escribir y la trama esta buena xD

    No puedo creer que Zoro la odie:c Osea, en el mundo de One Piece es comprensible, por que a huevo se tienen que hablar ya que estan en la misma tripulacion. Pero ahora, estan en el mismo salon ¿Y el la odia pero son amigos?._. ¿Eso es posible?XD Yo odio a alguien y no le hablaria ni loca xD...Zoro hipocrita:c

    Obviamente no la odia, odia ¿Verdad? Puesto que ¿Entonces por que le dirige la palabra? Bien, ella lo busca pero...¿Por que le pediria sus apuntes y todo eso si no se lleva con ella?:c

    Encontre algunas faltas de ortografia pero no hay problema(: No me fijo mucho en las faltas insignificantes si la trama esta buena, y tu trama definitivamente lo esta xD

    Ya quiero el proximo capitulo, y rapido*-*

    ¡Te quiero, adios!
     
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    Lotoamarillo

    Lotoamarillo Iniciado

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    ¡Oh, ya me lo leí! La verdad es que comienza muy bien la historia, cuando leo tus escritos y veo la forma de expresarte me da mucha pena ver como escribo yo :(
    Si tengo que señalar algo, son algunos (creo que sólo son dos) dedazos, pero yo mismo tengo varios en lo que escribo, por ejemplo en la parte de Nami en la que dice: ¿Por qué caminabas tan rápido.
    En la que te faltó cerrar la pregunta con el signo de interrogación.

    Me gustó ver la forma en la que explicaste la manera de vestir de Perona, ya que fue cambiando a medida que se hacía mayor. La parte que más/menos (no porque no me gustara, sino por que era triste, pero sé que eso era lo que querías transmitir) me gustó fue cuando Zoro insultó a Nami. ¿Kuma dejó inconsciente a Zoro porque sí? Seguro que todo tiene una explicación. PD: ¡Felicidades por ser Moderadora de One Piece! (aunque no por primera vez, pero ahora vuelves a serlo)
     
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  4.  
    Eternatus

    Eternatus Fanático

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    Tu sabes que me encanta como escribes, ¡por eso me desesperas cuando dejas las cosas así! Tengo unas ganas tremendas de saber que pasa, seguro que luego ya nada es lo mismo entre esos dos.

    Yo creo y supongo, que el favor que Nami iba a pedirle a Zoro era que la acompañara a la tumba de Bellemere. Espero no haberte chafado el siguiente capítulo, Nami .__________.U

    ¡Y ese #·$·"%%€¬! Grrr... ¡Cómo pudo hacerle eso a Nami! Un día malo lo tenemos todos, ¡pero no es para tratarla de esa forma ni insultarla de esa manera! Zoro tiene bien merecida esa cachetada.

    Me gustó mucho como narraste, así tan fluido. Y que decir que me da gusto volver a leerte, que ya había olvidado lo maravillosamente bien que escribes.

    ¿A ti no se te acaban las ideas, verdad? Porque me mataste con el triángulo amoroso entre Usopp, Kaya y Law. Y, aunque no soy especialmente fan de esta pareja tiene una pinta buenísima.

    Un atractivo joven de cabello oscuro y alborotado y con pecas se sentó junto a ellos sin esperar su permiso, sus piernas cruzadas y su torso al desnudo para que todos pudiesen sus perfectos abdominales. Le tomó un momento, pero eventualmente logró identificarlo como el hermano mayor de Luffy, Ace. ¿Acaso la gente planeaba aparecer de la nada durante el día sólo para molestarlo?

    Bueno, al menos no estaba con su hermano…

    —¡Ahí están! ¡Hola! —saludó Luffy, acercándose al grupo.

    Nami era inteligente y lo suficiente rápida para reaccionar a tiempo, pero Zoro no corrió con tanta suerte, y en un abrir y cerrar de ojos su comida había sido devorada por el estudiante de secundaria, tan rápido que pareció que sus brazos se estiraron por un momento.

    —Ace, ¿por qué tienes a Luffy siguiéndote todo el día? —preguntó Nami—. Quiero decir, ¿no debería ir a su propia escuela por lo menos un día?

    —No necesariamente —explicó Ace—. La preceptora allí, la señorita Hancock, parece estar enamorada de él, hace todo lo que él dice. Entonces nunca le pone ausente.

    —¿No tiene siquiera que presentarse? Que conveniente —replicó la chica mientras Zoro intentaba ahorcar a Luffy y hacerlo expulsar su almuerzo—. Por cierto, ¿cómo vienen tus clases?

    —Hoy obtuve una B+ en alge-

    Antes de que Ace pudiese terminar su oración, se cayó de cara al suelo, aún estando sentado. Luego se comenzó a oír un leve ronquido. Nami lo insultó por sus malos modales; quedarse dormido en el medio de una conversación, que maleducado. Estúpida narcolepsia.


    Dime que meterás a Ace en todo esto, porfa, ¡porfaaaaaaa!

    Sobre errores te los mencioné ya hace unos días y ya me fijé que corregiste casi todos. Como te avisé ten cuidado con los signos de exclamación e interrogación, que muchas veces dejaste de ponerlos. También debes fijarte especialmente dónde colocas las comas.

    Aquí te marco un pequeño fallo que tuviste con las comas:


    Aquí te faltó un acento:

    Aquí me shockeó la redundancia:

    —Te acostumbras con el tiempo —dijo ella, sin darle mucha importancia al asunto—. Si tuvieses pechos, te enseñaría a hacerlo hacer lo que quieras por ti.

    No sé, creo que podrías ponerlo de otra forma... "Te enseñaría a..." Estoy en blanco con esa oración.

    Sin más que decir, me encantó. Y... quiero continuación pronto; no te olvides.
     
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  5.  
    Nami Roronoa

    Nami Roronoa The Gif Queen Game Master

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    Escritora
    Título:
    Ésta no es mi vida (Zoro & Nami)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1624
    Como dije, las actualizaciones serían más cortas que el primer capitulo (también debí aclarar que mucho más tarde, pero bueno, ¡ténganme paciencia! XD)


    Capitulo II: Despertando


    Lo primero que lo sorprendió cuando abrió los ojos fue la sensación de cansancio que recorría su cuerpo, como si hubiese estado dormido por un millón de años. Sentía las extremidades entumecidas y su cabeza daba vueltas como un carrusel, pero poco a poco se iba acostumbrando a estar despierto.

    Lo segundo que notó fue que no tenía la más mínima idea de donde se encontraba. Ni de como había llegado a ese lugar.

    Se sentó apropiadamente. Había estado tirado boca arriba, inconsciente, apoyado contra una dura superficie de tierra. Entonces fue que se dio cuenta de sus alrededores propiamente, de que el suelo se componía de tierra, basura y suciedad. Estaba rodeado de montañas de basura, allí por donde mirara, y no parecían tener fin. El ambiente era nauseabundo, y ni hablar del olor.

    "Un basurero..."

    Revisó sus bolsillos y los encontró completamente vacíos. Ni billetera, ni teléfono celular, ni siquiera las llaves de su casa. Nada. ¿Acaso ese maldito gigante era un ladrón? Mierda, era lo único que le faltaba para completar ese condenado día... que, ahora que lo notaba, parecía ser mediodía, aunque había perdido el conocimiento cuando anochecía. Además, estaba lloviendo en ese momento, pero ahora brillaba el sol alto en el cielo. ¿Cuánto tiempo había pasado inconsciente?

    —Michael, lo vi por aquí —gritó una voz masculina no muy lejana.

    Zoro se puso de pie de un salto. ¿Quién podía ser? Sonaba como un chico, no como el hombre que había visto por última vez, bajo la lluvia. Recordaba su voz con claridad, como si la hubiese oído hacia apenas unos segundos. ¿Tal vez eran una banda? Si era así, no pensaba caer sin dar pelea...

    Pero el que salió de atrás de una pila de basura no era aquel hombre monstruosamente grande, sino un adolescente delgado vestido con ropas holgadas. Tenia abundante cabello castaño y la cara flaca y larga, como estirada. Traía puesta una remera amarilla que decía "Michael" debajo de un símbolo que no sabría identificar bien. Creyó que el chico iba a hacerle algo, pero lo único que hizo fue volverse y gritar a alguien que no llegaba a ver.

    —¡Está aquí, Hoichael!

    No tardó ni cinco segundos en aparecer otro chico, éste con la cara redonda y cejas pobladas, en contraste con sus diminutos ojos negros. Tenía una remera naranja con el mismo símbolo que el del otro sujeto, pero la suya decía "Hoichael" debajo de el.

    El recién llegado se cruzó de brazos con enfado, como si Zoro hubiese causado esa reacción en algún momento.

    —¿Qué haces tirado ahí? —preguntó con voz ronca— Tenemos que irnos, ella debe estar...

    —¿Quién...

    —No hay tiempo —lo interrumpió el que parecía llamarse Michael, tomándolo del brazo. Zoro rápidamente se liberó—. ¿Qué te pasa ahora? Si ella nos encuentra...

    Un cuchillo surcó el aire y cruzó el escaso espacio entre sus caras para clavarse en una torre de basura cercana.

    El filoso objeto había salido despedido desde no muy lejos, y había asustado tanto a Michael que se cayó de culo en el suelo. Miró alrededor para descubrir al causante del hecho, a quien Hoichael le estaba diciendo algo que lo alcanzaba a oír, pero cuando la vio, supo inmediatamente que todo se trataba de una alucinación, de una pesadilla malvada.

    Estaba viendo a un muerto caminar frente a sus ojos.

    —¡Eso ha estado cerca, Kuina! —exclamó Michael, señalándola acusadoramente— ¿Acaso querías matarme?

    Ella lo ignoró olímpicamente y procedió a acercarse a retirar su cuchillo. Era tal como la había imaginado a su edad, seguía pareciendo la misma, pero ahora tenía el cuerpo de una mujer; su cabello corto hasta el cuello no había cambiado, ni tampoco la mirada fría que ocultaba sus verdaderas emociones y pensamientos de todo aquel que no la conociera. Pero él la conocía, más que cualquiera, y sabía que nunca había querido herirlos con ese cuchillo. Era demasiado hábil como para fallar.

    —¿Te perdiste, Zoro? —preguntó ella, ignorando a los otros dos.

    —Ni te imaginas como —alcanzó a replicar él, aún sin poder explicarse la escena.
    oo00oo00oo00oo00oo
    No tardó mucho en enterarse de que el lugar donde se encontraba era un sitio llamado Terminal Gray, el basurero de la ciudad. Al menos seguía en su ciudad natal, eso era un avance. Si podía escaparse del pequeño grupo, podría regresar a su hogar sin muchos problemas. O al menos eso esperaba.

    También se enteró de que ninguno de ellos tenía idea de quien podía ser el sujeto que había visto antes de perder el conocimiento. Por supuesto que les mintió; sólo les dijo que lo había visto hace unos días, pero ni Kuina ni los otros dos tenían idea de quien hablaba. Y si la tenían, eran unos actores alucinantes.

    Lo que no logró descifrar era la razón por la que Kuina, que se suponía estaba muerta, se encontraba ahora vivita y coleando, caminando junto a él y arrastrando un carro repleto de basura. Porque era ella, de eso estaba convencido, era idéntica a la Kuina que recordaba en demasiados aspectos para no serlo. ¿Tal vez fuese todo un sueño? Era posible, pero si era así, era el sueño más vívido y real que había tenido en toda su vida.

    Cuando el pequeño grupo abandonó la Terminal Gray, Zoro se detuvo. Estaban tomando un sendero que no conocía, pero creía reconocer una calle a su derecha. Si iba por allí, podría llegar a la universidad, y allí podría encontrarse con alguien que lo ayudara con este pequeño dilema, tal vez Luffy, Robin, o incluso Na-

    "Nami..." musitó para sus adentros, recordando su último encuentro.

    —¿Qué sucede, Zoro? —preguntó Hoichael.

    —Es que... acabo de recordar algo que tengo que hacer —mintió él en respuesta.

    Kuina examinó su rostro por un momento. Recordaba esa mirada analítica, aquella que siempre usaba sobre un oponente antes de detectar su debilidad y lanzarse sobre él. Si realmente era ella como sospechaba, y no un sueño cruel, le dolería aún más abandonarla allí con esos dos chiquillos, pero no tenía opción. Necesitaba una explicación de porque se encontraba con vida, y de que había pasado la noche anterior y como había llegado a ese basurero, sin su billetera y abandonado a su suerte.

    —Sí tu lo dices —suspiró ella—. Pero no te tardes. Ustedes dos, vengan acá, no puedo empujar este carro yo sola.

    Y cuando los dos se dispusieron a ayudar a la chica, él se despidió tan casualmente como pudo y caminó por la calle que había identificado. En cuanto los perdió de vista, comenzó a correr.

    Corrió y corrió, a veces ni siquiera sabía bien por donde iba, pero bajo ninguna circunstancia se detuvo. Necesitaba respuestas, y las requería ya. Sentía ganas de gritar, de insultar, de golpear a alguien y enfrentarlo en una batalla hasta la muerte. La rabia se había acumulado ante la impotencia que sentía, pero no podía dejar de correr hasta encontrar...

    Ni siquiera sabía que era lo que debía encontrar.

    Oyó el sonido del impacto y de repente estaba en el suelo, aunque no sentía dolor alguno. Parecía que había chocado contra alguien, pero ni siquiera miraba por donde iba, así que era probablemente su culpa. Se dio cuenta que quien quiera que fuera había dejado caer un considerable número de cosas, y tras murmurar una rápida disculpa lo ayudó a juntar sus cosas.

    —Gracias.

    El tiempo pareció congelarse. Cada segundo parecía un año mientras levantaba lentamente la mirada de los libros, mapas y papeles que estaba recogiendo para enfocarla en una mujer joven, de su misma edad, con largo cabello anaranjado que le llegaba como mínimo a la cintura, aunque no podía decirlo ya que estaba en el suelo junto a él.

    Sus ojos claros le daban un aire misterioso, y una sonrisa amable como ninguna decoraba su rostro mientras le agradecía honestamente por primera vez en toda su vida. Los libros y todo lo demás pasaron a segundo plano; ya se dio cuenta que era lo que debía encontrar.

    Porque esa mujer con una belleza fuera de lo natural era Nami Swan, y Zoro por primera vez no tuvo nada que responderle a esa bruja con la que peleaba todos los días.


    Continuara...


    oo00oo00oo00oo00oo


    AN: Y ahí tienen, ¡acabo de terminar el segundo capitulo! Que en comparación con el primero, es horriblemente corto XD Pero eso no me preocupa, no planeo escribir cosas tan largas como el primero, tardaría años. Así que decidí recortar por aquí y hacer todos los capis más corto y actualizar más rápido... me pareció más práctico.

    Michael, lo vi por aquí...
    Para los que no recuerden, Michael y Hoichael son esos dos chiquillos que le tratan de robar a Zoro en Water 7 y que luego lo guían de regreso a donde Luffy se enfrenta a Coby y Helmeppo. También protagonizaron un episodio de relleno, si no me equivoco.

    ...seguía pareciendo la misma, pero ahora tenía el cuerpo de una mujer...
    Tenía toda una descripción de como cinco párrafos de su apariencia, pero me pareció innecesaria... creo que esto deja más que en claro lo que piensa Zoro, y eso es lo que importa en verdad ;)

    Cuando el pequeño grupo abandonó la Terminal Gray, Zoro...
    ¡Chocolates para el primero que me recuerde de donde saque la Terminal Gray! : D

    En fin, ha sido un día agotador, los dejaré por ahora... nos veremos en la próxima parte ;)
     
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  6.  
    Rukierza

    Rukierza Entusiasta

    Aries
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    Wow tenía tiempo queriendo leer un ZoNa ya que esta pareja me atrae bastante y mira que he encontrado el perfecto acá :3

    Está genial, pobre Zoro que siempre lo fastidian con su nulo sentido de la orientación, También me llamó la atención el trío crack de Usopp/Kaya/Law. el Sogeking la tiene díficil xD. Ni que decir que pongas Franky/Robin esta pareja es una de las que me gustan también. Ahora que pones a Tashigi, puedo imaginarme a Smoker tras Luffy como el profesor que siempre te quiere hacer la vida de cuadritos, sería divertido pero solo son alucinaciones mías. Además, la relación de NamiZoro es tan odio-amor! Me gustó también el papel de Mihawk y Perona. También me pareció curioso que los apellidos de Sanji y Usopp sean los alias que en algún momento usaron en la serie, muy buena idea.

    En fin, el fic me pareció perfecto: personalidades intactas, buena trama, excelente redacción y narrativa. No tengo quejas :) Espero leer pronto un nuevo capítulo. Ya soy seguidora de OP oficial xD.

    Saludos
     
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  7.  
    Daniela kuchiki

    Daniela kuchiki La chica del Olvido

    Capricornio
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    24 Mayo 2011
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    Hola vengo de nueva a pasarme por tu fic!!!

    Pues es muy bueno me llama mucho la atencion y se ve muy divertido Pido continuacion y me avises xfa cuando la publiques muy buen fic.

    Tenia tiempo con ganas de leerme un ZoNa!!!!
     
  8.  
    Reding Wings

    Reding Wings Play, read, write and have fun.

    Tauro
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    Wow, me encantó como narras y describes las cosas, ni mucho, ni poco, lo amé *.*
    Éste fic no es exactamente de una pareja que me guste, pero la trama y que al parecer va a haber triángulos :3 está buenísima <3

    Como no tengo NADA de tiempo, te lo digo rápido:
    ¡¡Quiero mis chocolates!! Terminal Gray: Pasado de Luffy, donde iban a jugar siempre... creo ^-^'

    No te tardes demasiado en subir la conti plis! Y, onegai, avísame, si?

    Matta-nee!!
     
  9.  
    Tania C Salazar

    Tania C Salazar .

    Leo
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    8 Enero 2013
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    Pluma de
    Escritora
    ¡Hola! La verdad me pareció fascinante la historia, y más como se va haciendo y desarrollando la historia en el segundo capitulo. También me fascina como narras, le he entendido muy bien. n.n
    Y al ver lo que Zoro le dijo a Nami de perra y todo eso en el primer capítulo me quede o.O ¿Porque? Me sorprendió esa escena.
    La verdad, me agradan todas las parejas, más si emparejan a Nami con alguien que se vea igual de guay que ella como Luffy, Zoro o Sanji *-*
    Espero el próximo capitulo con ansias :D
     
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