Viviendo con una bestia

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Kirino Sora, 22 Agosto 2012.

  1.  
    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

    Aries
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    Viviendo con una bestia
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
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    Hola, ¿qué tal estáis? Aquí vengo con otro long-fic, pero en comparación con los otros long-fics que he hecho, creo que éste lo seguiré aun cuando la actividad "Se busca príncipe azul" llegue a terminarse; siento que podré hacerlo si los capítulos son más cortos de los que hago normalmente. Tal vez tenga un pequeño parecido con "La bella y la bestia" pero intento hacer todo lo posible por hacerlo un original mío; solo cogí un poco la idea pero creo que no más.
    Espero que disfrutéis de ella y de este pequeño comienzo.

    Prólogo

    <<Érase una vez, en un país muy lejano, había dos príncipes los cuales el reino adoraba. El hermano mayor, con capacidades para gobernar, amabilidad y sabiduría, era la persona más cercana a convertirse en rey; todo el mundo esperaba a que llegara ese grandioso día en el que se proclamara a sí mismo el trono real. Era un príncipe que amaba y era amado por su gente.

    En cambio, el segundo y pequeño príncipe era todo lo opuesto a su hermano mayor. Él era impulsivo, insensible y con gran ego, pero su falta de sinceridad y timidez hacía que la gente lo amara de igual manera. Sin embargo aquel amor fiel hacia su príncipe apenas era real debido a que ni él mismo era capaz de amar, o por lo menos de forma verdadera.

    Según cuenta la leyenda, el segundo príncipe pudo contemplar un milagro: se enamoró. La joven, una persona de gran estatus, poseía una misteriosa pero singular belleza que logró cautivar su corazón durante mucho tiempo. Fueron momentos felices tanto para ellos como para el país.

    Pero hace siete años eso pareció acabarse. Un día de luna llena, a las afueras de palacio en aquel día de coronación, el príncipe pudo observar cómo su amada se transformaba en un ser horripilante, en una bestia; al parecer se comentaba que era una maldición que su familia cargaba desde hace generaciones.

    La joven le suplicó que no la abandonara por el ser que era, pero el príncipe no la escuchó y, con rostro aterrado, la apartó de su lado. Entonces, aquella noche de luna llena, la joven transformada mordió su brazo y confesó:

    –“Príncipe maldito, ahora te convertirás en un ser horripilante como yo. La marca de la bestia te perseguirá a todas partes junto con la maldición que conlleva sobre ésta. Y el hechizo no se romperá hasta que seas capaz de amar un amor verdadero del que no se juzgue por su exterior sino por el corazón. Hasta que no se confiese vuestro amor verdadero, la maldición seguirá existiendo en tu interior, otorgándote una vida llena de desgracias.”

    Y con ello la bestia desapareció y nunca volvió a aparecer delante suya.

    Desde aquel día, fue como si el segundo príncipe desapareciera de la faz de la Tierra, creyéndose que fue desterrado de las tierras por su propio hermano, aunque la mayoría confiaba en la palabra del actual rey, que confesaba no saber nada del paradero de su hermano; él quería creer que su hermano había escapado de palacio por otro motivo que éste no quiso mencionar. Pero aquello aún no terminaba, ya que desde ese momento, los aullidos de una horrible bestia se escuchaban en lo más profundo del bosque, aterrando a los viajeros y ciudadanos del país y logrando el olvido del segundo príncipe, como si éste jamás hubiera llegado a existir. Se habían olvidado de su rostro y voz, extinguiéndose de los corazones de los ciudadanos.

    Algunos aún recuerdan su presencia, pero temen ir en su busca por el miedo de encontrarse con la bestia en la que se ha convertido.>>
     
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  2.  
    Neko Nyan

    Neko Nyan Hola, soy nueva♥~ (?)

    Capricornio
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    oAo, demasiado interesante querida >w<. No había leído tu nota y dije "Hmm, parece La bella y la bestia .w." pero luego vi que tal vez tuviesen un parecido, tal vez solo lo de la bestia y creo que el motivo también .w., pero se ve que la puedes hacer diferente a esa historia.
    No vi ningún error ortográfico de mi parte.
    Y si pones continuación sería perfecto *O*.

    NOS VEMOS!!
     
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  3.  
    Kirino Sora

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    Aries
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    Hola, aquí estoy de nuevo con la continuación de esta historia, que es más corta en comparación con los capítulos de otras historias. Espero que os guste y me disculpo de antemano si en un futuro consigo crear cierto disparate en la historia (?)

    Capítulo I – Bajo la nieve roja

    Siempre me habían encantado las historias de fantasía, sobre todo en las que señalaban un final feliz, tanto que había llegado a leerme todos los libros de la biblioteca relacionados con esa temática; pero, por extraño que me pareciera, aquella leyenda era mi favorita.

    En comparación con los finales felices, ésta era la que más me atraía. Era triste, pero eso no era realmente lo que me gustaba de ella. Qué va. Era mi favorita porque ese día, cuando el supuesto príncipe fue convertido en bestia, fue el día en que volví a nacer. El día en que me encontré con la persona que me ha estado cuidando y protegiendo hasta ahora.

    La nieve fría, el cielo oscuro y la borrosa luna contemplaban cómo una niña de diez años era perseguida por unas bestias peludas, enormes y hambrientas. No recordaba por qué estaba huyendo ni tampoco el motivo por el que me perseguían, lo desconocía por completo. Sólo podía pensar en correr y huir de aquellos lobos de mirada brillante y asesina, cuyos orbes color miel lucían resplandecientes al igual que la misma luna llena pero tan pequeñas como las estrellas del firmamento. En mi mente resonaba una simple orden:

    Huye...”

    Haciendo caso a mis pensamientos, no paré de correr en ningún momento, incluso si el dolor de mis pies descalzos al impactar contra la nieve y mi agitada respiración hacían que desistiera en mi deseo por vivir. Hacía frío, mucho frío, demasiado a causa de la única capa de ropa que poseía, un vestido fino y puro como el hielo; sin embargo ahora solo eran unos simples trozos de tela, rasgados por las ramas y zarpas que intentaban arañar mi pálida piel.

    Me dolía todo el cuerpo y el cansancio era cada vez mayor, pero no más que el miedo que sentía en esos momentos. Mi corazón pareció detenerse tras haber tropezado con la propia nieve del suelo. Y con la intención de aceptar temerosa a la muerte, cerré los ojos débilmente hasta que las esperanzas que tenía por vivir se esfumaron. No obstante no sentí dolor alguno.

    Mis fuerzas, al haberme abandonado, insistían en que mis ojos permanecieran cerrados y el frío invernal de la nieve bajo mi cuerpo era la prueba de que aún seguía viva. ¿Se habrán ido los lobos? ¿Por qué no me han atacado? Quería pensar en esos felices pensamientos, pero los aullidos y gritos de estos animales escucharse en la cercanía me lo impedían. Estas bestias que antes me estaban persiguiendo ahora soltaban gritos de dolor y una estridente y agitada voz de hombre soltaba chillidos tanto de angustia como desesperación.

    De repente, todo aquel ruido cesó, escuchándose solamente el silbido del gélido viento. Varias pisadas parecían acercarse a mí y, aún con los ojos cerrados y con el tacto de los fríos copos de nieve, fui envuelta en un cálido y acogedor abrazo. La calidez que sentía en mi cuerpo fue suficiente para que volviera a abrir los ojos una vez más. Lo primero que encontré fueron unos mechones plateados y la capucha de su capa moverse al compás de viento... Pero me congelé al divisar las manchas rojas que había tanto en su rostro como en aquel cabello blanquecino que se confundía con la nieve.

    Olía a sangre.

    ¿Te encuentras bien? –preguntó una voz masculina que me estremeció por completo; ésta sonaba débil, pero sobre todo quebrada, rota, sin vida.

    Sí... –afirmé apenas con un hilo de voz. El miedo aún seguía presente en mi cuerpo y parecía que no deseaba desaparecer.

    Observé a mi alrededor y divisé a esas bestias que antes me perseguían, inertes y muertas, rodeadas por un bajo de sangre. La nieve tanto a su alrededor como en aquel muchacho mayor que yo estaba teñida de rojo. Alcé mi vista hacia su rostro nuevamente, aún congelada por la impresión, pero la impresión fue mayor al ver el rostro de aquella persona, calentando de nuevo mi helado corazón.

    Tú eres...

    Pero la intervención de unas lágrimas por sus ojos esmeralda hicieron que el miedo fuera sustituido por preocupación. Totalmente desprevenida, él apretó el abrazo. Antes de reclamar y preguntarle por qué estaba sollozando, con voz suave y quebrada se me adelantó, murmurando simplemente dos palabras:

    Lo siento...

    Deseaba preguntarle también el motivo de su disculpa, pero las fuerzas por fin me abandonaron, siendo abrazada por los cálidos brazos de Morfeo y no los de la muerte. Por un momento sentí que esa calidez que desprendía él era la manta que me ofrecía los sueños, para que cuando despierte ya hubiera abandonado esta pesadilla que acababa de experimentar. Inconscientemente susurré el nombre de aquella persona que me había rescatado:

    Ace...

    Entonces, sin poder aguantar mucho más, caí en lo más profundo de los sueños.

    Buenas noches... Elizabeth...

    Ese fue el primer y único recuerdo que recuperé tras siete largos años de espera, el día que fui rescatada bajo la nieve roja.


    Continuará...
     
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  4.  
    JimenaAlonzo

    JimenaAlonzo Entusiasta

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    Me encanta y cuando digo que me encanta es que la historia, los personajes... TODO me ha enamorado. No exagero eh :P En serio. En este ultimo capitulo que has subido me has dejado con la intriga, quiero saber mas, quiero saber que va a pasar. Espero que no tardes en subir el siguiente y si puedes/quieres avisame cuando lo subas ¿vale?
    No he visto errores ortográficos, me gusta como escribes y la historia como ya he dicho (pero lo repito) me encanta, esta muy bien.
    Espero con impaciencia el siguiente.
    Nos leemos!! :D
     
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  5.  
    darkdiabla

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    Me haencantado la historia, me gusta la forma que tienes de describir las situaciones. Aunque tenga similitudes o matices de la "Bella y la Bestia" (Como tu has dicho) al principio, ahora esta cogiendo forma y la estas haciendo tuya.
    La verdad es que me has dejado con mucha intriga y ganas de seguir leyendo más. Sin duda la seguire leyendo porque totalmente me ha enganchado.
    Besitos.
     
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  6.  
    VeckeFer

    VeckeFer Usuario común

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    Hola! Bueno, realmente no tenía ganas de leer nada, pero whoa, tu historia me atrapó totalmente! Quiero más :3
    Ace Ace Ace, ¿Otro personaje del que enamorarme? Sora, ¡No me hagas ésto! xD

    Me gustó mucho la trama, que, aunque se parezca un poco al cuento de "la bella y la bestia", tiene un toque más tétrico y maduro, algo misterioso que te da ganas de saber qué más pasará. Me encanta.

    Tu ortografía, como siempre, perfecta. No noté ningún error y, si lo hubiera, estaba demasiado ocupada perdiéndome en la nieve, amo que tus historias me hagan sentir que realmente estoy allí.

    Continuación!!! Bye bye
     
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  7.  
    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

    Aries
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    ¡Siento muuuucho el retraso! Los preparativos de la vuelta al cole y demás (como otro fic y un concurso) hacen que apenas tenga tiempo. ¡Capítulo 2 en marcha! ¡Espero que os guste! Y espero insertar ya a la bestia... y eso que prometí hacerlos más cortos... La verdad, es difícil...

    Capítulo II — Familia

    Si el piar de los pájaros no hubiera escuchado tal vez me habría quedado en la cama durante horas, pegada a las sábanas. Pero al final, de mala gana, me desperté. Aparte, podía oler el delicioso aroma del desayuno y a mi estómago rugir del hambre que tenía.

    Sin esperar un segundo más me preparé; me vestí con mi típico vestido verde junto a una camiseta de lino blanca —cuyas mangas anchas me proporcionaban calor— debajo de éste mientras mechones de mi largo cabello rosado se deslizaban suavemente sobre mi piel. Después de divisar con mis ojos —que eran una curiosa mezcla entre turquesa y esmeralda— la superficie del espejo decidí que ya era hora de ir.

    Antes de entrar en la cocina, con la cabeza apoyada al marco de la puerta saludé a aquél que se hallaba preparando el desayuno:

    ¡Buenos días, Ace!

    El mencionado se giró y me saludó de igual manera.

    Buenos días, Elizabeth.

    Da igual cuántos años hayan pasado, él seguía siendo el mismo Ace que en aquella época, con sus revoltosos mechones plateados los cuales son imposible de domar y el brillo verdoso en sus ojos. Desde aquel día bajo la nieve he estado viviendo en su casa, en la biblioteca del pueblo.

    Al haber sacado los platos del estante, él se dispuso a colocar el desayuno. Nos sentamos y empezamos nuestra comida matutina.

    Elizabeth, ¿seguro que podrás encargarte de la biblioteca? —preguntó por enésima vez durante toda la semana.

    Hoy Ace se disponía a viajar al pueblo vecino para comprar cosas que encargó de antemano. El problema era que no llegaría hasta mañana al mediodía y necesitaba alguien que se encargara en ordenar los libros de las estanterías.

    Estaré bien, ya no soy una niña pequeña que necesita atención constante —me defendí.

    Pero...

    Nada de peros. —Ace mostraba un rostro de preocupación pero éste se suavizó al ver lo confiada que estaba—. No te preocupes, estaré bien.

    Y con esa última frase, pude convencerle.

    Pero la verdad, ¿acaso aquí no venden las medicinas que necesitas? ¿Por qué tienes que ir al pueblo vecino a por ellas?

    Porque es un medicamento especial que solo conoce un amigo mío —contestó. Y fin de la discusión.

    Nunca me quiso contar qué enfermedad poseía, solo insistía en que no era ni grave ni contagiosa por lo que no debía de preocuparme. Incluso me ofrecí varias veces ir en su lugar pero en cambio él saltaba y me contestaba no con total pánico. «No puedes», era lo que siempre me decía.

    Ya no era la niña indefensa de hace siete años, ya tengo diecisiete años. Sin embargo nunca me ha dejado salir de la capital; aún tiene miedo de que me ocurra algo, no sé el qué. Hasta su rostro parece alterado cada vez que voy a hacer un recado que justamente él me ha mandado.

    Tras acabar el desayuno, Ace preparó las cosas y se fue no antes de comprobar millones de veces que todo estaba bien. A veces pensaba que se preocupaba demasiado.

    Volveré mañana. Haz lo que te he puesto en la lista y no dejes entrar a personas sospechosas, ¿me has oído?

    Sí, sí. Será mejor que vayas o si no no llegarás antes del atardecer; por la noche es peligroso salir afuera.

    Nos besamos en la mejilla y por fin me despedí de Ace (me costó convencerle de que dejara de mirar hacia atrás).

    A veces eres demasiado paternal —me dije a mí misma.

    Volví a entrar en casa y lo primero que hice fue lavar los cubiertos de esta mañana; al acabar por fin pude dedicarme a ordenar las estanterías. La verdad es que el lugar era una leonera; los libros tirados, desordenados y apilados en grandes columnas que no pertenecían al mismo grupo. En resumen, un verdadero desastre.

    Incluso estaba por desistir pero era mi deber así que me puse en marcha y comencé a ordenar. Si con los libros, pesados y de cantidad incalculable, me era complicado, por no hablar del polvo que se había acumulado. Cuando ya me quedaba poco para acabar ya era la hora del almuerzo; sin embargo atrasé un poco la hora de comer para poder acabar. Al terminar sentí un gran alivio para mi cuerpo.

    Estaba dispuesta a preparar el ansiado almuerzo hasta que accidentalmente choqué con un estante de la sala de estar, haciendo que varios libros cayeran al suelo.

    ¡Ay, cuando ya había terminado de ordenar!

    Al principio quise recogerlos, pero al ver el contenido de éstos no pude evitar echarles una hojeada; eran álbumes de fotos en blanco y negro. La nostalgia me invadía cada vez que mis dedos rozaban la superficie de dichas fotos; empezaba a recordar mis primeros días después de «nacer». No solo había llegado a perder la memoria, sino que también hasta me costaba relacionarme con la gente del pueblo. Siempre me escondía detrás de Ace; parecíamos hermanos.

    Familia, hogar, padres... Esas cosas que carecía y creí que jamás obtendría. Ace me dio todo eso. La calidez de un hogar y una familia; él ahora era mi preciosa y única familia. «¿Por qué no tengo una mamá y un papá?», esa pregunta al cabo de los años quedó prácticamente en el olvido; siempre que formulaba esa cuestión él mostraba su tristeza a través del silencio y a veces sollozaba solo en su habitación, cuando creía que estaba dormida. Desde entonces guardo la duda en mi interior.

    Pero... aunque él no sea ni mi verdadero padre... ni mi verdadera madre... él se ha convertido en los dos papeles; «es mi padre y mi madre al mismo tiempo», eso es lo que pienso.

    Ace es mi querida familia, y nadie más podrá ocupar ese importante lugar en mi corazón.

    Tras cerrar el álbum, noté que la lluvia amenazaba desde hace un buen rato, empapando por completo parte del suelo de madera. Cerré las ventanas lo más rápido que pude, mas el desastre ya estaba hecho y tuve que hacer trabajo extra con la ayuda de la Sra. Fregona. Empezaba a hacer frío (aunque fuera otoño se notaba el cambio de temperatura) por lo que encendí la chimenea y pensé sobre mí misma.

    Mis recuerdos, tan borrosos y lejanos pero a la vez cálidos y atesorados se hallan en lo más profundo de mi mente, esperando ser iluminados por la luz y emerger de nuevo como una simple memoria distante, lejana y nostálgica. Desearía revivir esos momentos de mi vida ya olvidados.

    Pero si los recordaba, ¿qué expresión mostraría? ¿Lloraría, me enfadaría o lo lamentaría? La verdad es que tenía miedo de saberlo. Tenía miedo de que mis padres, de los cuales no recuerdo, acechen todos mis pensamientos, consuman mi mente y renazca a una «yo» totalmente distinta; tampoco deseo aferrarme a un pasado del que desconozco por completo. Sin embargo, me gustaría saber algo de ellos, por muy mínima que fuera. Todo esto me aterra.

    ¡Ya no sé qué es lo mejor! —Nadie me escuchó, solo el silencio presente en la sala.

    «¿Sería mejor recordar... o seguir tal y como soy ahora?», esa frase me la guardé para mí misma.

    ¡Tock, tock!, se escuchó el golpeteo de la puerta.

    ¿Quién será?

    Sabía que Ace me había prohibido que no le abriera a extraños, pero simplemente no pude dejarle, sobre todo en este chaparrón que estaba cayendo. Entonces con inocencia agarré el pomo de la puerta.

    Lo que nunca pensé fue que, tras abrir esa puerta, mi vida ya no volvería a ser la misma.

    Ése había sido mi primer contacto con la bestia.
     
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    DANY

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    gracias por invitarme a leere tu fic.. esta buenisimo y con este ultimo capitulo me has dejado intrigada
    espero que me habiese de la continuacion, que sea muy pronto..
     
  9. Kawaii! Me enamoré, todo esta genial.. sentí gran curiosidad desde el principio con la referencia de la "Bella y la Bestia", pero noto que le estas agregando tu toque personal, Oh! y Ace (un futuro amor platónico mio) con características taaaan singulares *--* Por cierto.. la nieve roja,el rescate de la niña, la crianza con Ace me sonó muchísimo a Vampire Knight, con Kaname & Yuuki, pero en vez de Vampiros, Lobos. ¡Suerte! Espero pronto la continuación. Saludos!
     
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  10.  
    darkdiabla

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    Woow me has dejado muy muy intrigada!!! Eso le pasa por no hacer caso a Ace, pero claro, pensaba que era alguien que necesitaba ayuda y Elisabeth tiene un gran corazón, me da mucha pena que no pueda recordar nada de su pasado, debe ser duro para ella, menos mal que por lo menos le tiene a él que es como su familia.

    Me gusta la forma que tienes de narrar, me metí en la historia por eso me dio mucha pena cuando ella recogió el álbum y pensó en todo lo que no tiene ... *.*.
    Gracias por el aviso, tarde en leerlo porque preferí leerlo todo de nuevo así no saltarme nada, puesto que a veces las historias se me mezclan. Estoy ansiosa por la continuación porque con ese final de capitulo me vas a dejar pensando en ello un largo tiempo... su primer contacto con la bestia.. U.U

    Besitos
     
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  11.  
    Kirino Sora

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    Aries
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    ¡Siento mucho el retraso pero aquí está el capítulo tres! Bloqueos, muchas cosas en las que pensar... pero como siempre, poco tiempo. ¿Qué creéis que ocurrirá? ¡Espero que os guste!

    Capítulo III — El hombre de la capa

    Tan pronto como abrí la puerta, ésta se abrió con brusquedad, empujándome con fuerza y mostrando a un joven bajo la lluvia.

    Lucía aproximadamente un par de años mayor que yo, llevando una andrajosa y mugrienta capa consigo que impedía que pudiera ver más allá de sus brazos y labios. Respiraba de manera tan irregular que ya no pensaba en replicarle, tampoco en echarle; no podía evitar la curiosidad que me había causado.

    Pero la voz apresurada del chico hizo que rompiera aquel trance.

    ¡Escóndeme! —gritó. Parecía más una orden que una petición; su tono me molestó un poco.

    Abrí la boca con molestia y traté de criticar su conducta, sin embargo unos ruidos metálicos hizo que nos alarmáramos los dos.

    ¡Ya están aquí! ¡Están aquí! —repetía el de la capa sin parar, y en un abrir y cerrar de ojos se escondió en la cocina. Para cuando iba en su busca, más personas aparecieron delante de la puerta.

    Esta vez eran tres hombres, vestidos con una pesada armadura plateada y capas similares al del chico, y con espadas de una mano bailando por su lado, sin temor a usarlas. Y por el símbolo grabado en ellas, podía afirmar que pertenecían a la guardia personal del Rey. Eso y porque poseían el emblema de la familia real sobre la armadura; tantas eran las veces que el rey desfilaba con su carruaje carmesí junto a sus soldados que conocía el blasón al detalle, un león dorado sobre dos espadas blancas y escarlatas.
    Pero la pregunta era, ¿qué hacían ellos aquí?

    Entonces el hombre del centro, el General Bruno —un hombre robusto, de cabello azabache y ojos grises—, habló:

    Disculpa Elizabeth, ¿usted acaba de ver a un joven de aproximadamente veintiún años que llevaba una capa? —Me estremecí al escuchar dicha descripción, temiendo quién era la persona que se hallaba ahora en su cocina.

    Aquel hombre era un gran conocido mío, bueno, en realidad lo era de Ace. Al parecer habían vivido un montón de cosas emocionantes a lo largo de su vida, pero escasas fueron las que llegaron a mis oídos. Ace y Bruno se trataban como hermanos, tal vez poseían la mejor conexión de todo el Reino de Lethia. A veces envidiaba esa amistad, algo que tampoco conseguí durante estos siete años de vida, desde que «nací». Pero me dio calidez también. Bruno era un tío para mí.

    Sin embargo, pese a los motivos por los que debía de contar la verdad, no lo hice; por alguna extraña razón decidí ocultar dicha información. No podía dejar de recordar el estado tan lamentable que me acababa de mostrar. Y... tenía la extraña sensación de que algo ocurriría si mentía, da igual si fuera bueno o malo, simplemente seguí mis instintos.

    No, no he visto a nadie con esas características, Bruno —dije sin duda en mi voz.

    Cuando di mi respuesta, el hombre a su lado —un hombre rubio y canoso, con notables arrugas, complexión delgada y cara de reptil— dio un paso hacia delante, con tanta fuerza que inconscientemente me eché hacia atrás; sus penetrantes orbes negros traspasaban mi cuerpo con agujas, probablemente porque había visto a través de mi mentira.

    ¡Está mintiendo! ¡Estoy seguro que le vi correr hacia aquí! —afirmó el hombre, abalanzándose más hacia mí con la intención de registrar la casa, pero el líder alzó la mano y le detuvo.

    Detente, Heatcliff. No creo que esté mintiendo.

    ¿En qué se basa para decir semejante afirmación? —replicó el hombre-reptil. Entonces su compañero desvió su vista a la derecha, donde se encontraba el nombre del dueño de la casa.

    Cuando lo vio, mostró una gran mueca de desagrado y luego me miró a mí, casi con el mismo rostro de repugnancia; la misma cara de asco que mostraba la gente noble hacia los más inferiores cuando éstos les contradecían. Una cara que tanto odiaba.

    Ace... En serio General Bruno, ¿cómo puede seguir creyendo en alguien como él? ¿En un...?

    ¡Es suficiente! —gritó el General con cierta molestia—. Ya hablamos de este tema el otro día; no quiero repetir lo mismo. Además, Elizabeth es una chica muy sincera; jamás mentiría. —No pude evitar sonrojarme de lo avergonzada que estaba; al parecer el General había esperado demasiado de la persona equivocada.

    ¿Y por qué buscáis a esa persona? —pregunté, en un intento por saber la gravedad del asunto, y en qué me estaba adentrando.

    Sin embargo no recibí ninguna respuesta concreta, solo evasivas por parte del General.

    Lo siento, no podemos contártelo; es secreto de Estado.

    Ya veo... Buena suerte...

    Aquello último lo dije apenada, culpable de tener que hacerle esto a Bruno... Pero ya no podía rectificar y decir «¡El joven al que estáis buscando está ahora en mi cocina!» Solo me quedaba entrar en la boca del lobo y pensar en cómo salir de ella.

    Con movimientos suaves, me despedí de los guardias con la mano a medida que los veía alejarse —el hombre-reptil me soltó una mueca de total desagrado antes de girarse y seguir su rumbo. Cuando ya no podía divisar a los tres hombres entré en casa, algo empapada por el breve tiempo que estuve conversando con mi tío.

    Me he metido en un buen lío... —musité, entre aterrada y nerviosa.

    ¿Qué debía de hacer con ese chico? No lucía peligroso, al contrario, tenía aspecto débil; pero las dudas seguían acechando alrededor. ¿Quién era exactamente? Era algo que desconocía. La recién conversación que tuve recién habría motivado a cualquiera a decir la verdad, pero mis labios fueron incapaces de formular palabra alguna, ¿por qué? ¡Tampoco lo sé!

    Suspiré profundamente cuando, inesperadamente, se oyeron ruidos provenientes de la cocina, recordando que dicha persona se hallaba allí. Corrí siendo guiada por el ruido y me encontré con el mayor desastre de mi vida. Los utensilios, bien ordenados, ahora se encontraban en el suelo junto con pequeños fragmentos de lo que antes eran los platos; y ahí estaba el chico de rostro desconocido, en el suelo como si se acabara de caer.

    ¿¡Pero qué es todo esto!? —Mi sorpresa era tan grande que no podía dejar de mirar, ¿cómo le explicaré esto a Ace cuando vuelva?

    Habría estado petrificada para siempre si no hubiera sido por un pequeño detalle: el chico tenía cortes en las manos y en su mejilla, y la sangre rebosaba de éstos. El líquido rojo descendía y teñía los afilados fragmentos hallados debajo de sus heridas manos. Me olvidé de todo y lo primero que hice fue sacar las vendas y algo para desinfectar las heridas.

    Dame tus manos —ordené.

    No quiero —se negó con arrogancia. Lo ignoré y seguí con mi trabajo, agarrándole las manos con fuerza; él soltó un leve alarido de dolor—. ¡Auch! ¡Ten más cuidado!

    ¡No lo haré si te comportas como un niño! ¡Si no me dejas curarte haré que te duela aún más! —le amenacé, sin embargo fue lo suficientemente efectivo como para que se callara y se estuviera tranquilo, como si fuera un animal doméstico y yo su ama.

    Oye, hace poco te preguntaron sobre mí, ¿cierto? ¿No tienes miedo? —El muchacho de la capa sonrió, tratando de proporcionarme miedo tal vez. La tolerancia que se tenía que tener con este chico sin duda debía ser altísima, con esa arrogancia en su voz.
    Con tranquilidad y centrada en mi labor, dije la verdad.

    No realmente —confesé seria—. De alguna manera te veías indefenso cuando llamaste a mi puerta, así que no me pareces peligroso. No sé explicarlo, pero tú no me pareces nada aterrador.

    Las palabras que recién pronuncié, ¿seguro que las dije yo? Porque me parecían distantes, sinceras, verdaderas... Una respuesta fría pero a la vez llena de calidez, una respuesta de todo corazón.

    Noté que el chico pronto se puso nervioso y se alejó un poco hacia atrás. Todavía era incapaz de ver su rostro, pero sí un leve sonrojo sobre sus mejillas.

    ¡Da-Date prisa y cúrame ya! —exigió entre tartamudeos, logrando que me riera y que su cara fuera semejante a un tomate. Este chico era orgulloso, altanero, pero de expresiones lindas e infantiles.

    Mis manos ahora eran invadidas por el olor a sangre y me sentía mareada con solo verla, pero pude aguantar y con éxito le vendé las manos, cuyas uñas eran largas y sucias, al igual que varias manchas de barro por su piel.

    Bien, ahora enséñame la cara.

    ¡No quiero! —Se volvió a quejar.

    ¡Venga! —Yo tiraba de la capucha que portaba mientras que él hacía todo lo posible por no quitársela. Ninguno de los dos se echaba atrás.

    ¡Está bien, sólo es un pequeño corte sin importancia! —argumentó el chico, jalando aún más fuerte de ella.

    ¡No, no importa! —insistí.

    Con mis últimas fuerzas, tiré de su capucha hacia atrás, logrando no solo que se la quitara sino que también cayera encima suya. El impacto contra el suelo fue inevitable. Por suerte ninguno hicimos contacto con ningún cristal (había decidido amontonarla a un lado antes de tratarle las heridas).

    ¡Cómo duele! —Con lentitud me incorporé, acariciando mi cabeza del dolor que sentía. Fue entonces cuando me percaté que me hallaba encima suya, sentada sobre sus rodillas. No pude evitar sonrojarme al instante—. ¡Lo... Lo siento!

    Me fijé detenidamente en su rostro: una piel pálida y suave con pequeños rastros de barro, pero éstos eran insignificantes en comparación con aquellos profundos orbes celestes. Era inusual y sorprendente, pero no por ello me causó una gran impresión.
    Lo más extraordinario de este chico eran las dos orejas que poseía sobre la cabeza, alrededor de varios mechones de pelo rubios y desordenados; y en sus secos labios se hallaban unos colmillos blancos y afilados.

    Lucía como una bestia.

    Y por ello no pude recordarlo, el día en el que fui perseguida por unos lobos. Él tenía una enorme semejanza con éstos, de forma que mi cuerpo se estremeció, quedando inmóvil y estática sobre el chico.

    ¿Acaso seré comida por el lobo?


    Y aquí, de despedida, vengo con unas pequeñas preguntitas que deseo preguntar:

    1) ¿Qué os ha parecido?

    2) ¿Cuál ha sido vuestra parte preferida? ¿Y cuál es vuestra mayor intriga de este capítulo?

    3) ¿Faltas de ortografía o de persona? ¿Algún comentario, crítica o sugerencia para mejorar?

    ¡Nos vemos, aquí se despide Sora-chan! :3
     
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    Kohome

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    Hola, me colé en tu historia jeje, espero que no me eches.
    Primero, las preguntas:

    1) ¿Qué os ha parecido?
    Excelente, tiene una trama "jugosa" y llamativa, lo suficiente como para mantenerme alerta a todo lo que suceda durante su transcurso. Además, ese "he olvidado por completo mis origenes, y vivo con un hombre de una enfermedad desconocida" es... no sé, llamativo.

    2) ¿Cuál ha sido vuestra parte preferida? ¿Y cuál es vuestra mayor intriga de este capítulo?
    Em... en la que el hombre-reptil (XD) le mira de la peor manera, no sé, siempre hay ese tipo de personajes, y me gustó. Soy rara, lo sé.
    Aunque cuando le quitó la capucha a "la bestia" me gustó también. Así que, indefinido.

    3) ¿Faltas de ortografía o de persona? ¿Algún comentario, crítica o sugerencia para mejorar?
    Bueno, no que yo haya notado, solo un "salir afuera" que se te fue sin querer, porque, ni modo que salir adentro. (?) Nah, ignórame, ya sabes.

    En fin, no sé porqué siento que me volveré una fangirl tarde o temprano. Digo, la descripción de ambos muchachos..., ¡Dios! Hermosos XD *---*

    Avísame cuando esté la conti, ¿sí? Me pasaré apenas vea tu invitación (o cuando pueda).

    Sayito!
     
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    Kirino Sora

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    ¿Molestarme? Nah, es más estoy encantada de que contestes :3
    Gracias a todos los que me han comentado y han disfrutado leer esta historia. Sin duda, ¡me esforzaré en escribir esta historia! (Pero antes tendré que seguir mi otro fic también n.nU) Espero que, al igual que yo sigo trabajando en este fic, vosotros me ayudéis a mejorarlo con algún comentario/crítica/sugerencia; todos sois bienvenidos con los brazos abiertos.
    ¡Espero que sigáis disfrutando de esta historia! ¡Y aquí se despide Sora-chan!
     
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    Kirino Sora

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    Viviendo con una bestia
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    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
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    ¡¡Siento haber tardado tanto!! He estado demasiado ocupada últimamente con el colegio, exámenes, trabajos en grupos, adsf... en fin, de todo. No prometo que a la próxima saldrá más pronto ni lo intentaré hacer más larga ya que seguramente no lo cumpliré; solo pido un poco de paciencia hasta que encuentre la motivación y la inspiración necesaria para que no vuelva a ocurrir. Sí... Esta escritora está sufriendo unos bloqueos abismales, y cada vez está empeorando en su escritura; por eso estoy tratando de hallar mi estilo. Mi escritura. Confío en que algunos entenderán lo que es sentirse así, con deseos de mejorar; no todos, pero me alegraría con solo saber que me esperaréis.
    Gracias a todos los que me han seguido hasta ahora, ¡no sabéis cuánto me habéis alegrado! Y por eso no fallaré y trataré de hallar mi propio estilo. Trataré de cumplir las expectativas de algunos en mis fics.
    Bueno, no quiero presionaros con tanto sentimentalismo, solo quería transmitir este mensaje proveniente de lo más hondo de mi corazón. Y como digo siempre: comentarios/críticas/sugerencias; todos sois bienvenidos con los brazos abiertos. Espero que podáis disfrutar de este pequeño y malísimo capítulo que vengo a ofreceros esta vez.

    Capítulo IV — Alen

    ¿Cuánto tiempo más te vas a quedar encima mía? —preguntó aquel extraño ser, cuyos ojos azules se hallaban fijos sobre los míos a la vez que daba a relucir sus afilados colmillos. Su voz hizo que rápidamente me alejara hasta el otro extremo.

    «¿Qué es él exactamente? ¿Un híbrido quizás?», eran preguntas que no dejaban de cesar en mi cabeza.

    Tal y como cuentan los libros, estos seres resultan gracias a la unión de un humano y una bestia; ésta sería una de sus características. Y éstos se clasifican en dos grupos:

    Primero, aquéllos que no poseen rasgos físicos característicos, sin embargo estos peculiares seres se transforman en luna creciente, y su físico cambia al igual que sus capacidades físicas, convirtiéndose prácticamente en una bestia. «Crescent».

    Segundo, el grupo cuyo rasgos físicos son visibles para todo el mundo y poseen una fuerza sobrehumana, sin embargo éstos no son afectados por la luna, siendo los que poseen la menor fuerza física de todas. La clase social más baja, los esclavos «slaves».

    Por lo que veía, parecía ser la segunda opción. Pero había algo que me tenía inquieta, no sé por qué. El manto de misterio que rodeaba a este chico era muy grande. Antes de que pudiera llegar a ninguna conclusión, este hombre-lobo me habló con cierta arrogancia.

    Tengo hambre, prepárame algo de comer.

    ¿Por qué debería de hacerlo? —me quejé.

    ¿Y así tratas a un herido?

    Perdona, pero el que tengas esas vendas es por TU culpa. ¿Qué estabas haciendo exactamente? —pregunté.

    Buscar algo para comer.

    Estaba tan sorprendida por la simplicidad y monotonía tras su explicación que ni siquiera me molesté en refutarle nada. Es más, me sonrojé en el momento en que mis tripas empezaron a rugir y me miraba fijamente con aquellos orbes celestes.

    Él rió —Al parecer no soy el único que se muere de hambre.

    Rápidamente me levanté y, con la cara colorada, saqué varios ingredientes para cocinarlos. No me volteé en ningún momento, aunque podía sentir su fija mirada en mi nuca; era de lo más incómodo cocinar en estas condiciones. Sin embargo no pude evitar reírme por dentro; no era muy común en mí estas confianzas, ni tampoco esta familiaridad viniendo de la tímida y callada Elizabeth. Era agradable ser alguien diferente a lo que aparentas normalmente, te hace sentir libre.

    Cuando terminé de preparar el almuerzo, el chico se veía desesperado por la forma en que observaba la comida; debía de estar muerto de hambre. Porque tan pronto como dejé su porción de sopa y pan, se abalanzó hacia ellos y comenzó a engullir el pan, como un animal salvaje. En cuestión de segundos devoró la hogaza que le había llegado a ofrecer.

    ¿Cuántos días llevas sin comer? ¿Un año? —pregunté involuntariamente, sorprendida por tales modales. Por lo menos tuvo la osadía de responder a mi pregunta.

    Tres días —contestó a la vez que tomaba una cucharada de su sopa—. ¡Está delicioso! —Y se bebió la sopa de un trago, dejando el plato completamente vacío—. ¡Quiero más!

    Cogí su plato y se lo llené, pero antes de dárselo le exigí que me pidiera las gracias; al final conseguí que me los diera de mala gana. Su altanería no conocía límites. Incluso me costó hacerle decir su nombre.

    ... Alen. Mi nombre es Alen.

    Sonreí. Por fin conocía su nombre.

    Sin embargo no duró mucho; a medida que veía cómo comía, la imagen de «esa persona» era cada vez más clara. Pronto el rostro de aquel a quien deseaba olvidar apareció en mi mente, con tanta aflicción que mi corazón volvía a ser torturado. Jamás podré borrar lo que hice y seguirá mortificándome durante el resto de mi vida. Pero esta persona me recordaba tanto a él...

    Mordí la parte inferior de mi labio a la vez que apretaba mi puño derecho con fuerza.

    «Olvídalo, Alen no es... él»

    Después de que Alen se acabara su cuarto plato, éste dejó ya de comer; se había comido casi todo el contenido de la cacerola. El ambiente se había vuelto tenso, ideal para unas cuantas preguntas que reclamaban respuestas.

    En primer lugar, ¿por qué estabas huyendo? —pregunté.

    Los dos intercambiábamos miradas de lo más asesinas, serias, y ninguno cambiaba de expresión. Crucé mis dedos, de forma que fueran apoyo para mi barbilla, que se posó suavemente sobre éstas. Alen solo me miraba fijamente, al igual que estuvo haciendo todo el día. Y abrió la boca para después pronunciar su respuesta.

    Estoy buscando a una persona. —La seriedad de su voz combinaba con la forma en que me miraba, que se había transformado en un profundo mar sin fin, vacío. Pero el odio que desprendía de ellos era tan grande que me estremecí de puro miedo—. Cuando la encuentre le haré pagar por lo que me ha hecho.

    Quería pensar que lo que estaba diciendo eran solamente palabras, una simple broma. Qué pena que él no sea de esas personas que mientan en estos momentos. Estaba siendo totalmente sincero. Su rostro lleno de ira era imposible de calmar.

    No obstante, aquello seguía sin tener ni pies ni cabeza.

    ¿Qué tiene que ver tu venganza con que te estuviesen persiguiendo? ¡Y encima era la guardia personal del rey!

    Ellos solo me quieren mantener encerrado en esa torre otra vez; tienen miedo de mí. ¡Y todo esto cuando no he hecho nada malo! —Alen golpeó la mesa fuertemente, lleno de furia y apretando los dientes en señal de enojo. ¿Qué habían hecho para que el chico adquiriera tal odio? ¿Por qué el rey le había encerrado en una torre? Tantas preguntas que podrían ser resueltas, pero dejé de preguntar; el ambiente comenzaba a ser de lo más incómodo, y temía por lo que fuera a pasar si se enfadaba de verdad. Así que, con la curiosidad en el aire, hice como si esta conversación no hubiera ocurrido.

    Pero cuando disponía a levantarme, Alen agarró mi muñeca. Tanta era la fuerza ejercida que me era imposible escapar, nadie decía nada, solo nos mirábamos fijamente. Notaba como mis ojos adquirían temor y mis labios comenzaban a temblar por cada segundo que pasaba viendo esos orbes azules, profundos y penetrantes. Fue entonces cuando preguntó:

    ¿Por qué estás haciendo esto por mí?

    ¿Eh? —No entendí exactamente a qué venía aquello, por lo que fue lo único capaz de salir de mis labios.

    ¿Por qué has dejado que un extraño como yo se quede? ¿Y por qué antes me observabas tan fijamente?

    ¿Mirarte yo? Habrán sido imaginaciones tuyas —mentí. Sin embargo no me creyó. Lo sé porque tan pronto terminé de hablar él puso una mueca de desagrado y se acercó hasta que quedamos a unos pocos centímetros entre los dos. No dejaba de mirarme con desaprobación.

    Estoy seguro. Me mirabas con ojos melancólicos, una y otra vez —afirmó Alen con cierto reproche—. Dime, ¿por qué me estabas mirando de esa manera?

    En circunstancias normales habría sido testaruda; me quejaría, le apartaría de mi lado y me iría a otra habitación con cierto enojo. No obstante, no lo hice. Había algo en él que hacía que permaneciera inmóvil, con la mirada fija en su rostro arrogante, algo que conseguía agitar mi corazón y me confundía. ¿Cómo conseguía que estuviera tan vulnerable? Entonces delante suya apareció el rostro de «él». Y sin darme cuenta le aparté bruscamente de mí con un fuerte empujón; tanto Alen como yo estábamos sorprendidos.

    Lo siento... Solo me recordaste a alguien, nada más —confesé sin poder mirarle a la cara. Mi mano, que estaba sobre mi pecho, no paraba de temblar y sentía mi rostro arder. ¿Qué era exactamente este chico? ¿Por qué me estaba comportando de esta manera?

    De alguna manera me está volviendo loca.

    Ya veo. Entonces no te confundas; NO soy esa persona de la que estás delirando. Soy Alen, y nadie más.

    Sus palabras me hirieron profundamente. Por supuesto que lo sabía... Lo sabía perfectamente... Pero algo en mí hacía que me pusiera de esta manera. Todavía seguía arrepentida por lo que ocurrió en su momento, y la herida no luce como que quiera sanar ya. Después de tanto tiempo, sigo mortificándome por ello, de que «él» se haya alejado de mi lado, y que yo le haya alejado de aquél a quien deseaba proteger con su vida.

    Todo aquello fue por mi culpa, solamente por mi culpa.

    «¿Cómo puedo hacer que me perdones?», me pregunté interiormente. ¿Algún día podremos volver a como éramos antes? Dime, ¿podremos?

    Tanta charla hacía que me doliera la cabeza, por lo que me senté cerca del fuego y me sumergí en el mundo de los libros. Empecé a ignorarlo todo, incluido a Alen, que se mantenía en silencio observando alguna que otra cosa del acogedor cuarto. Estuvimos así hasta que la noche se hizo presente en el cielo, con las nubes grises todavía en el firmamento.

    Alen se fue a una habitación especial para cuando tuviéramos algún huésped entre nosotros mientras que yo me dirigí a la mía. Estaba agotada por todo los extraños acontecimientos de hoy. Entonces, sin espera alguna, me fui a dormir con el deseo de terminar esta jornada; mañana todo seguirá como siempre lo fue después de que Alen se vaya. Todo volverá a ser normal...

    Sin embargo, unos extraños ruidos provenientes de su habitación hicieron que despertara alarmada. Sonaba como si algo se estuviera rompiendo en pedazos en la habitación continua. Asustada, me levanté de la cama y salí de mi cuarto para entrar en su habitación. Al principio llamé, preguntando si todo estaba bien, pero al no recibir respuesta alguna me armé de valor y agarré el pomo dorado.

    Entonces abrí la puerta. Mi cuerpo se estremeció por completo.

    Alen ya no estaba, solo se hallaba una enorme bestia peluda de pelaje dorado frente a mí bajo la luz de la luna, dentro del ahora destrozado cuarto. Y ésta me miraba fijamente.

    Mi cuerpo no respondía, paralizado por la impresión. Fue en ese momento de máximo peligro cuando recordé algo.

    Aparte de esos dos grupos, existe un tercero, cuya existencia es casi nula. Un grupo que solo las «bestias mágicas» son capaces de crear, utilizando su sangre para crear un ritual y así transformar a la persona deseada, fusionando la sangre de éste con la suya. Sus características: la presencia de rasgos animales en su físico humano y gran fuerza y descontrol bajo la luz de la luna.

    «Curse». Así se llaman estas bestias peligrosas que han sido maldecidas. Y él era uno de ellos.
     
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    Ana inukk

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    Cariño, la historia es exelente, tu narracion es muy buena y me encanto la descripcion de el curse. continua pronto...
     
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    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

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    ¡Aquí vengo con el quinto capítulo de esta historia! Aunque eso sí, pienso que me ha salido corto y peor que os demás... El sueño me vence, lo siento Estoy tratando de cambiar mi estilo, aunque no sé si lo he conseguido... Eso será opinión vuestra.
    Espero que os guste :)
    Capítulo V — Noche sin sueños

    Mi cuerpo no me obedecía, no deseaba moverse. Y sin embargo sentía que mis piernas pronto iban a fallar; éstas no paraban de temblar. Aquel miedo que llevaba años guardando... Volvía... Sentía que estaba a punto de llorar.

    De repente comencé a sentir una gran punzada procedente de mi cabeza y no pude evitar cerrar mis puños con fuerza. Dolía mucho. Mi respiración se agitaba cada vez más, hasta tal punto que sentí que iba a vomitar. Y lo hice, después de que mis fosas nasales captaran ese horrible olor que tanto me mareaba: la sangre. Porque aquel ser de pelaje dorado que tenía delante tenía las manos manchadas de aquel líquido rojizo. Mis piernas cayeron, y mis rodillas hicieron contacto con el suelo a la vez que limpiaba cualquier rastro de vómito de mis labios.

    En ese momento la bestia comenzó a acercarse. Traté de escapar, mas mis piernas eran incapaces de mantenerse en pie, arrastrándose una y otra vez por el suelo hasta que mi espalda hizo contacto con la pared. Mis ojos solo observaban a aquel enorme ser con pánico, tanto que era incapaz de llorar siquiera. Tenía la mente en blanco, ya no lograba pensar con claridad por, ¿miedo? ¿Temor? No... Aquel sentimiento era todavía más complicado que este simple pavor. Creía que mi corazón iba a quebrarse. ¿Por qué mi pecho sentía tanto dolor?

    Repentinamente la bestia se acercó con tal brusquedad que cerré los ojos con fuerza, juntando mis piernas con desespero y acurrucándome temblorosa sobre mi sitio; pero no pasó nada. Con lágrimas en mis ojos, alcé mi rostro lentamente, encontrándome con unos pequeños orbes celestes en los cuales reflejaban a cierta chica de cabellos rosados que no paraba de temblar. Entonces un vago recuerdo hizo que me acordara quién era en realidad la persona que se hallaba delante mía. Arrogante, temperamental, egocéntrico, con un objetivo claro y certero. Un chico cuyos ojos atrajeron mi atención al instante, cuyo brillo me había llegado a hipnotizar. Y el brillo todavía permanecía allí, pese al aspecto aterrador en que se había convertido.

    La gran zarpa de la bestia se alzó sobre mi cabeza con la intención de detener el latido de mi corazón. Solo podía ver las afiladas garras caer velozmente, a punto de esbozar cinco caminos plateados que impactarían sobre mi cuerpo; mi voz por fin salió y gritó como nunca antes lo había hecho.

    —¡¡¡DETENTE, ALEN!!! —Entonces las garras se detuvieron a medio camino.

    Mis labios temblaban al igual que todo mi cuerpo, dudando si debía de continuar o seguir mirando con terror. ¿Qué debía hacer? ¿Cómo lo iba a hacer? Al final mi boca comenzó a decir palabras y frases sin sentido y de manera torpe y atropellada; el temor se plasmaba a través de mi suave voz.

    —¿Lo... Lo ves? Tus manos... vuelven a sangrar. Eres un caso perdido...

    Una sonrisa involuntaria salió de mis labios. Ni siquiera era consciente de lo que hacía o dejaba de hacer, de lo que sentía o dejaba de sentir, de lo que pensaba o dejaba de pensar... Tenía la mente en blanco... No, mi mente se hallaba confusa en ese mismo instante.

    De repente la bestia se giró para luego traspasar la ventana y romperla en varios fragmentos de vidrio transparente.

    —¿Se ha ido? —pregunté en voz alta, casi rota. Entonces no pude evitar dejar escapar un largo suspiro de alivio.

    Todavía no podía creer que esto que acababa de pasar hubiese sido real. Lo que sí era capaz de afirmar era que esto no era un sueño, para nada. Mi corazón todavía seguía latiendo, pero durante ese momento de máximo peligro no notaba que tuviese uno siquiera, es más, me sentía muerta.

    Minutos después llegaron los vecinos, preocupados por los estruendos que se escuchaban provenientes de mi casa, pero no más inquietos hasta que vieron el desastre que había en la habitación. Ya no quedaba nada intacto. La gente preguntaba pero apenas era capaz de pronunciar nada.

    —Acabo de presenciar algo más allá de los cuentos de hadas... —murmuraba una y otra vez tanto mi mente como mi voz. Y era cierto, porque jamás habría experimentado algo así a través de aquellas hojas encuadernadas en cubiertas de tapa dura. Nunca habría pensado que la realidad de los cuentos fuera tan aterrador.

    De repente se escuchó cómo alguien aporreaba el suelo con fuerza. Me giré sobresaltada y me sorprendió ver a aquel hombre-reptil mi casa, pero no fue más impresionante que ver a una docena de hombres tras suya. Su fría mirada estaba clavada sobre mi sien, y una mueca de regocijo invadía su rostro, como si estuviera satisfecho de verme en esta situación. Mi cuerpo sintió un leve escalofrío tras escuchar las órdenes de Heatcliff.

    —Elizabeth Grants, venga pacíficamente con nosotros. Y no es una invitación, es una orden.

    Por supuesto, si se trataba de aquel hombre deseaba rechazar esa petición y echarle a patadas de casa, pero en estas condiciones me era imposible; estaba mareada, cansada y apenas era capaz de mantenerme en pie. Sin poder hacer nada para evitarlo, resignada tuve que seguir al hombre-reptil hasta palacio. El tiempo que transcurrió pasó con gran lentitud y cada segundo, cada minuto, era sinónimo de una aguja en mi interior. Siempre evitaba acercarme a este lugar lo máximo posible ya que este lugar fue en donde lo vi por última vez; recordarle me era cada vez más doloroso y la culpa aumentaba más y más en mi pecho.

    Pensé que iba a ser juzgada e interrogada, no que me fueran a encerrar en uno de los calabozos.

    Con brusquedad fui empujada hacia una de las celdas. Era diminuta, húmeda, sucia, con una montaña de paja por cama. La puerta fue rápidamente cerrada tras mía, lo que consiguió que girara y comenzara a golpearla y exigir que abrieran.

    —¡Dejadme salir! —exigía por cada golpe que le daba a la puerta.

    En cambio Heatcliff reía lleno de placer por verme en dicha situación.

    —Me temo que no será posible. Estarás encerrada hasta que Su Majestad vuelva. —Y sin decir nada más se fue.

    Acurrucada sobre la montaña de paja, tenía miedo de mi futuro. Cuando volviera el rey, ¿qué me iba a pasar?

    Esta noche tuve muchas pesadillas. No paraban de aparecer bestias y lobos por todas partes mientras que, indefensa, corría sobre la nieve blanca, al igual que ese día. Pero lo que hizo que se me quebrara el corazón fue algo completamente distinto.

    Por primera vez en mucho tiempo, volví a recordar algo de mi pasado. No solo fui capaz de poder ver al fin los rostros sonrientes de mis padres, sino también que pude conmemorar la calidez que se sentía cenar juntos en familia en un ambiente lleno de felicidad.

    Sin embargo, al notar el frío suelo al despertar, la calidez se desvaneció, y entonces comencé a llorar.
    Y aquí, de despedida, vengo con unas pequeñas preguntitas que deseo preguntar:

    1) ¿Qué os ha parecido?

    2) ¿Cuál ha sido vuestra parte preferida? ¿Y cuál es vuestra mayor intriga de este capítulo?

    3) ¿Faltas de ortografía o de persona? ¿Algún comentario, crítica o sugerencia para mejorar?
    4) ¿Ha habido alguna mejora con respecto a los capítulos anteriores?
    5) ¿Debería de continuarla y seguirla así como así?
    Aquí se despide Sora-chan, que se va a ir ya a la cama encima de que tengo que madrugar para ir al colegio XD
     
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  17.  
    Kirino Sora

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    ...Hola, aquí se presenta Sora con una triste noticia que contaros: he decidido dejar inconcluso esta historia.
    ¿Los motivos? Comenzaré por los menos importantes. Uno de ellos sería la falta de tiempo que poseo, el tiempo que carezco; sé que es un motivo absurdo, pero es una de las grandes causas por los que no consigo aprovechar todo el potencial que otro tal vez le daría.
    Otro sería la carencia de ideas; mi mente ha comenzado a detenerse con este mundo y los habitantes han empezado a dejar de moverse pese a que esta idea fue totalmente improvisada y para nada elaborada. Los personajes no son capaces de ello porque ya soy incapaz de darles cuerda... Una forma cruel de expresarlo, pero no sé de qué otra forma hacerlo.
    Y la posiblemente última y más importante sería... que tengo miedo de hallarles el final. No deseo caer bajo nuevamente, en donde, entre la falta de tiempo, de ideas, de paciencia y de motivación provoquen que dicha historia se convierta como otras que realicé anteriormente en su momento: una irrealidad e incoherencia que es mejor no mirar y esconderla en el rincón de tu habitación para después olvidarla. No deseo volver a destruir otro mundo por culpa de mi incapacidad para darles vida a través de las palabras; no quiero eso.
    "¡Si has decidido algo debes de terminarlo al menos!", era lo que me impulsaba, no obstante, ¿acaso no es peor pecado terminarla y que éste sea el mayor fallo de tu vida? ¿Que sea algo que se convierta en incoherencia? La motivación que me impulsaba se ha esfumado junto con la inspiración que le di a esta historia en su momento.
    Hay más motivos tras esta decisión, pero optaré por guardármelas ya que no solo son motivos mucho menores sino que también no justifican realmente el motivo por el que no voy a continuarla.
    No merezco pedir nada, pero espero que a aquellos que les haya agradado dicha historia no se enfaden conmigo y, pese a los ánimos que reciba como "Es un desperdicio que no lo continúes" o "¡No puedes terminarla!" será preferible no realizarlas ya que seguramente apenas haré caso de ellas.
    Quería por lo menos avisar a antes de que llegáseis a seguir esperando infinitamente por algo que nunca llegará; por lo menos quería dejar mostrado mis intenciones.
    Espero que, por muy breve que haya durado, hayáis disfrutado de ello, aunque fuese muy poco.
    Aquí nos despedimos de "Viviendo con una bestia", y también me despido de vosotros.
    Hasta la próxima historia.
     
  18.  
    Ana inukk

    Ana inukk Gurú

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    ÑAaaaaaa, almenos danos una luz al final del tunel, una muyyy lejana esperanza y una promesa aunque sea vana de que releeras este fic en un plazo infinito y dejando para ultima instancia escribir otro capi, asi sea un "Jamas volvio a sentir aquel miedo porque nunca lo vio de nuevo"...

    (se que esto era lo que no querias pero mis dedos se impulsan solos por el teclado) (soñe con tu fic, soñe con el curse, primera vez que me meto tanto en algo como para soñar con ese algo)
     

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