One-shot Left 4 dead 2: El rescate

Para la actividad Game Master, se agradece a Fenix Wayne por la misma. Defendamos al debil, pelemos por la justicia, enfrentemos la mas grande amenaza con valentia ¡Bando de Heroes Unidos!


Cielo azul, sol ocultándose sobre el horizonte, zombis infestando cada rincón de la ciudad, un día más en el paraíso, entenderán mi tono de voz sarcástico espero. Nos encontrábamos sobre un puente, éramos cuatro sobrevivientes inmunes, dando todo por vivir.



— ¡Vamos el refugio, no está lejos los presiento!— dijo Coach un tanto agitado— El puente está roto así que tenemos que encontrar otra salida, pero eso, será otro día.



Me acerque sonriendo a él sonriendo. Habíamos dejado a esos carnosos varios kilómetros atrás.



—Vamos amigo, tal vez haya encontremos chocolate— le dije mientras rebasaba su paso.



Él hizo una mueca de risa y meneo la cabeza como diciendo “este no es el momento”.



— Oyes Nick, ¿recuerdas haber venido a esa tienda departamental algún día?— me pregunto el joven mecanico Ellis con una sonrisa— porque en una ocasión siendo chavales un amigo y yo hicimos un desastre en ese lugar, si, el dueño estaba furioso…



—Ellis, cariño para ya…— Rochelle la chica de nuestro grupo de aproximó a nosotros y lo reprendió. Yo sonreí.



Bajábamos entre los escombros del puente, cuando el suelo se sintió temblar y un bufar a lo lejos previno de la amenaza inminente.



—¡Changer!—exclamó Coach — ¡Cuidado Nick!— advirtió disparando.

Pero era tarde, aunque varias balas impactaron a la criatura, su piel más densa y su fuerza imparable le permitió seguir hacia mí, embestirme y arrojarme votado al menos diez metros hacia el abismo y atravesar desde el puente el techo de lámina de una de las casas.



—¡¡Niiiiiiick!!—escuché gritar a lo lejos a mis compañeros, mientras yo, caía inconsciente.

Misión 1: Salvar a una niña de la estación de policía, en una ciudad llena de zombis​

Varias horas después.



La noche había caído, era helada e inhóspita como si también ella, ya hubiese muerto. Deslicé mis dedos sobre mi arma y la porte en mis manos, me levanté rápido y la cabeza me daba vueltas, un hilo de sangre se deslizó sobre mi nuca y fue entonces cuando me di cuenta del chichón que tenía en la cabeza.



—Al menos no es una herida profunda…—murmuré.



No era la mejor idea ir de noche, los infectados más peligrosos, como los sanguinarios Hunters o la witch asesina se refugiaban en las sombras, pero sin nada más que cuatro balas dentro de mi revolver no era tampoco buena idea permanecer allí. Tomé un enorme respiro y salí corriendo de allí.



Entre las calles las figuras retorcidas me seguían gimiendo y quejándose de su maldición, de ser muertos en vida, la risa burlesca de un Jockey, esa criatura jorobada y horrenda de extremidades largas y menudo cuerpo me seguía los talones, sin compañero resguardando mi espalda terminaría perdido.



— ¿Eso, eso es una comisaria?— me pregunte intentando que en movimiento y con la poca luz que había pudiera ver la identidad del edificio— ¡Lo es!, es seguro que encuentre algún arma en ese lugar.



Me encontré justo enfrente del edificio, rápidamente intente forzar la puerta, pero esta se encontraba atrancada desde el otro lado, había tres ventanas en cada lado y no había mucho tiempo para decidir, con cierta afición por el juego, lo deje a la suerte, saque una moneda y la lance al aire, me indico a la ventana derecha y esta, estaba abierta, me deslicé dentro del lugar, era desesperante el silencio espectral que se percibía en cada lugar, más para mí, un hombre acostumbrado a escuchar música, gritos, indicaciones, máquinas tragamonedas y demás, todo al mismo tiempo. El lugar parecía desierto, esperaba que lo estuviera, llegue hasta el área del armería y me encontré sin sorpresa que esta estaba abierta.



— ¡Wow! Juju si esto lo vieran Ellis y los demás, seguro nos servirían para terminar el viaje— al decir esto un pensamiento de incertidumbre invadió mi mente, suspiré— espero que estén bien…tomaré las que pueda llevar y esperaré a que amanezca…



Diciendo esto comencé a poner en mis hombros, algunos rifles y una metralleta negra, buscaba algunos cartuchos, cuando escuche algunos ruidos detrás de mí, lo atribuí de inicio a mi imaginación, uno llega ponerse paranoico en este estado, pero realmente sentía alguien tras de mí, apresuradamente volteé y lo único que vi fue un mango de un revolver dirigiéndose rápidamente a mí, golpeándome justo en medio de los ojos.



—Feo…— pronunció una voz pequeña y temblorosa mientras yo me retorcía en el piso del dolor.



Ya se había puesto sobre mí y se disponía a darme un segundo golpe.



— ¡Espera!, ¡Espera!, ¡¿Qué demonios estás haciendo?!— le grité deteniendo su mano.



Era una niña pequeña, tendría unos seis o siete años, piel blanca, ojos verdes, pelo castaño, pelo corto recogido en coletas, vestía una playera de Bob esponja y un pans azul.



—Tu, eres humano… —dijo sorprendida— y, y, y— comenzó a hacer un enorme puchero— ¡me gritaste!—diciendo esto se levantó y cubriendo sus ojos se fue llorando.



Dude, por un segundo, los niños no eran lo mío, la última vez que estuve cerca de uno fue hace unos tres años. Tenía un hermano y él había tenido su primer hijo, yo ni enterado que se hubiera casado, pero allí me tenían con el pequeño en brazos, lo agite un poco y me vomito. De cualquier manera no creo que nadie fuera tan inhumano para dejar a una niña sola allí.



— ¿Niña?, ¿niña? ¿Estas por aquí?— preguntaba entre los pasillos, escuche que algo caía detrás de mí y volteaba.

La pequeña venía sobre una silla con rueditas a toda velocidad.



—¡Wiiiiiiiiiiiiii!—decía mientras levantaba sus manos emocionada.



Esto me hizo reír un poco, hace unos segundo estaba llorando y ahora estaba por allí, feliz como si nada hubiera ocurrido, ¿Cómo podía actuar así tan despreocupadamente en medio del apocalipsis?. La silla fue y se impactó en la pared y la niña cayo de lado, me acerqué, se levantó y me sonrió abrazándome.



— Hola soy Ashley ,¿Mis papis te enviaron?— preguntó observándome con grandes ojos.



—Hola Ashley, yo soy Nick, emm pues…



—Nuestro auto se descompuso hace unos días, esos monstruos nos rodearon, mis papas me dijeron que corría aquí, mientras los vencían, que pronto enviarían a alguien por mí, ¿ese eres tú?— cuestionó de nuevo suplicante.



Sentí una fuerte opresión en el corazón, la cruel realidad de aquella pequeña, no me atreví entonces a decirle la verdad, algo dentro de mí me dijo que era lo mejor, correspondí su abrazo, le sonreí y le di palmaditas.



—Si yo soy, yo vengo a salvarte…

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La pequeña Ashley se acurruco cerca de mí en un pequeño sofá que encontramos en una de las habitaciones, el agotamiento hizo que se durmiera enseguida, seguro, había permanecido despierta por días y esa era la primera ocasión que se podía estar tranquila. En mi caso, yo, no dormí ni un poco, en mi mente había varias cosas trabajando y esto hizo que estuviera intranquilo, me pregunté por Rochelle, Ellis y Coach, pensé por primera vez en mucho tiempo en lo que ocurría haya afuera, en lo cruel que ya era todo, con una niña huérfana a mi lado esperando que todo fuera igual. Se escuchó un fuerte estruendo a lo lejos comenzaban a bombardear esa ciudad, esa era la respuesta hacía la infección, destruir por completo cada lugar que la tuviera para que así no se esparciera, por eso teníamos que llegar a ese puente en menos de dos días, para salvarnos, tal vez, allí los encontraría de nuevo.

Fue demasiado repentino el arribo del amanecer en esa ocasión, comenzaba apenas a dormitar cuando un rayo de sol perforó a través de los tablones y me dio en los ojos, fruncí el ceño y los abrí, escuché un nuevo estruendo pero lo atribuí a las explosiones, hasta que…



—¡Tank!— exclamó una voz afuera.

Se escuchaban disparos afuera, gritos y lamentos, había más gente haya afuera. Me levante de golpe jalando a Ashley que aún se tallaba el ojo derecho.

—¿Qué pasa señor Nick?— me preguntó adormilada.

— ¡Tenemos que irnos pequeña, estamos en peligro!— exclamé mientras corríamos a la salida.

El sonido de un claxon más y más próximo, un auto destrozaba la pared de la estación, seguido por el terrible rugido de la criatura, los tanks llevaban ese nombre porque eran enormes mastodontes de enormes músculos y fuerza descomunal, humanos mutados por la infección, que habían comenzado como un deforme Changer pero ahora eran un coloso casi indestructible. Apenas logramos esquivar el auto pero el monstruo entro al edificio y alcanzó a vernos, rápidamente fue hacia nosotros, rápidamente arremetí a tiros contra él con una Ak-47, pero los disparos no parecían detener mucho su avance y solo lo enfurecían más, llegó hasta nosotros y nos tiró un golpe, por instinto protegí a la niña con mi cuerpo y salimos volando por la ventana. Me dolió un tanto más porque aún no me recuperaba de la última.

— ¿Estas bien Ashley?— le pregunté desde el piso.

— Si lo estoy— dijo la pequeña mientras se levantaba— ¡Allí viene otra vez!—exclamó dando saltitos.

La tomé de la mano y comencé a correr. El Tanks sacó volando la puerta y salió tras nosotros. Cada que podía volteaba hacía él y le lanzaba disparos, hasta que por fin cayó muerto.

— Le dimos su merecido—dijo la pequeña orgullosa.

—¿Le dimos?—recalqué



—Yo te dije que venía— respondió dando un puchero



—Está bien, lo hicimos los dos— le sonreí.



Hombres de las fuerzas armadas del país, se encontraban combatiendo próximos a nosotros a los infectados, mientras guiaban a algunos sobrevivientes hacía algunos camiones para desalojar la ciudad.



— ¡Oigan aquí hay dos más!— anunció un soldado aproximándose a nosotros— ¿se encuentran bien?— afirmamos con la cabeza— me alegro, eres bueno con esa arma, hasta a mí me cuesta derribar una de esas cosas— me indicó— estamos evacuando la ciudad, vengan con nosotros.



Esto a mí me parecía un poco irreal, hace tanto tiempo que no veía personas y ahora era así, al entrar de manera solidaría nos sonrieron y la niña feliz, se abrazó a mí.



—Ellos me llevaran con mis papas ¿verdad?—preguntó emocionada



—Así es cría, así es.—le sonreí.



El camión avanzaba y observé por encima de mí el puente que planeábamos yo y mis compañeros cruzar para llegar hasta él centro de evacuación. El auto se detuvo y un helicóptero nos esperaba a lo lejos, volteé hacia todos lados esperando poder ver a Rochelle, Couch o Ellis entre ellos pero no estaban, me sentí terrible, pensando en que tal vez no se habían salvado.



— Vi a tres personas por el cementerio, un mujer, un chico con una gorra y un tipo calvo de camino acá, iré por ellos—indicó uno de los soldados.



—No hay tiempo, tenemos que intentar salvar a la mayoría— le respondió otro.



Me mantuve pensativo por un segundo, observé a la niña y le sonreí nostálgicamente.



—Tu, ¡ey tu chica!— llamé a una joven que pasaba por allí.



—¿Si?— me respondió sonriendo mientras sus ojos se ocultaban entre sus prominentes mejillas.



—¿Podrías cuidar de ella?—pregunté mostrándole a la niña, que al escuchar esto se aferró a mi brazo.



No tuve que decir más, ella pareció entender al menos parte de mis intenciones y afirmo con la cabeza.



— No señor Nick, no te vayas…—la pequeña hizo puchero— y…¿si no vuelves, como mis padres?— se aferró aún más a mí y comenzó a llorar.



—Ashley, volveré te lo prometo, es solo que estuve viajando con unas personas y no puedo dejarlas atrás, ellas, necesitan mi ayuda—mientras decía esto mis ojos se cristalizaron— prometo que volveré.

La niña me abrazó por varios segundos y le dio la mano a la chica.

—Gracias— fue lo último que dije antes de salir corriendo escabulléndome entre los soldados.

—Hola pequeña, me llamó Lizbet voy a cuidarte, subamos al helicóptero.

Corría con todas mis fuerzas, atravieso de los autos varados, enfrentándome a cada infectado que se interponía. Pensé cuanto había cambiado, era un egoísta, un apostador que hubiese vendido su alma si por este le daban una ficha, alguien que solo usaba y veía a otros como un objeto, tuvo que acabar el mundo, para entender que en realidad el dinero no tenía ningún valor, lo verdaderamente importante, aquello por lo que ahora arriesgaría la vida mil veces, era la amistad.

— ¡Nick estas vivo amigo!— escuché gritar a Ellis a lo lejos.