La leyenda de los ojos rojos

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Kirino Sora, 7 Julio 2012.

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    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

    Aries
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    Escritor
    Título:
    La leyenda de los ojos rojos
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    6146
    ¡Hola a todos! Aquí estoy con una nueva historia para la actividad "Una tentación prohibida" Sé que es bastante largo (y desgraciadamente el otro también lo será) pero espero que seáis pacientes y podáis leerla, pero sobre todo, deseo que disfrutéis de ella. ¡Espero que os guste!



    Cap I – Dos mundos completamente distintos

    Los ojos rojos son símbolo de aquellas personas malditas por el destino. Unos ojos capaces de traer la desgracia a su alrededor... o eso es lo que cuenta la leyenda. Según cuenta la leyenda, las personas poseedoras de unos ojos tan carmesí como la sangre tienen la habilidad de poder ver el futuro. Nadie sabe con exactitud el origen de esa misteriosa fuerza, pero generalmente lo que se observa a través de esos orbes son las desdichas ajenas y los desastres, por lo que son considerados unos ojos malditos. Y aquellos que lo poseían lo pagaban con la muerte. Mucha gente ha sido asesinada por ese poder que heredaban de sus antepasados; al ser hereditario, eran incapaces de rechazar aquel poder, aunque pocas eran las personas que llegaban a heredarlo. Por fortuna, se descubrió que las personas poseedoras de esos ojos normalmente quedan ocultas bajo unos orbes verdes, siendo incapaces de distinguir quiénes los posee. Pero eso solo causó más esclavitud para los poseedores de ojos verdes, siendo arrastrados al eslabón más bajo de la sociedad: los exiliados.

    Los exiliados entran en la categoría de los campesinos, sin embargo ellos poseen menos derechos que éstos, tienen una porción de tierra ligeramente inferior a lo que se ofrece normalmente y, sobre todo, son marginados por la sociedad, temerosa porque hubiera alguien con ese poder. Así que sobreviven en los suburbios, echados por el propio pueblo.

    Sí, así de cruel es mi existencia pero no me quejo; es mejor que ser asesinada el día de tu nacimiento.

    Yo, Akagami, soy una exiliada del país de Wyndalia... pero siento que soy más despreciada que el resto de la gente, quién sabe si por mi nombre o por mi largo cabello pelirrojo; algunos han llegado a odiar el color rojo, no me extraña el porqué. Sólo las personas similares a mí me tratan con normalidad. Pero no me quejo. Porque ese es el nombre que me regaló mi difunta madre al igual que su color de cabello; por ello nunca pensé en teñirlo. Sentía que, si lo hacía, perdería mi única conexión con ella.

    Yo regresaba del bosque tranquilamente, con frutos recién recolectados por mi, hasta que lo vi: vi cómo una niña se iba a caer a un pozo, situado cerca de donde yo me encontraba. Temerosa porque ocurriera, corrí a toda velocidad junto con la comida hacia el pueblo. Al llegar, pude ver cómo Lina, la hija de Selphie, se asomaba peligrosamente por el agujero, así que me alarmé. Sin un minuto más que perder, corrí hacia ella, tirando todo lo que había recolectado al suelo y, justo cuando estaba a punto de caer, yo ya la había agarrado del vestido.

    ¡Akagami! –gritó Lina mi nombre, asustada de poder caer.

    ¡Sujétate fuerte! –Con todas mis fuerzas, tiré de la niña hacia el exterior, salvándola de haber caído en el fondo del pozo. Las dos respirábamos agitadamente, aún temblando por lo que acababa de pasar–. ¿¡Por qué has hecho algo tan peligroso!? ¡Podrías haber muerto! –grité enfadada con la niña.

    Lo... lo siento, Akagami... –se disculpó ella entre gemidos y con las lágrimas adornando sus ojos– …pero es que se me había caído mi peluche y... y quería recuperarlo...

    Incapaz de enojarme más con la niña, le acaricié los cabellos cariñosamente, pidiéndole que no llorara más. Ella dejó de sollozar al instante y después de eso recuperamos su peluche. Tiempo después, Selphie, su madre, acababa de llegar del mercado. No pudo evitar alarmarse al contarle lo sucedido. Por supuesto, la madre se cabreó muchísimo con su hija, regañándola como lo haría una verdadera madre preocupada.

    ¡No me des esos sustos, que aún no soy tan vieja para morirme del infarto! –comentó Selphie, casi sin aliento por ver a su Lina sana y salva–. Te debo una bien grande Akagami, dime, ¿quieres algo especial para cenar?

    No, cualquier cosa que cocine usted está delicioso señora –alagué mientras recogía los alimentos recién tirados, haciendo que la mujer se ruborizara.

    De verdad, lo sentimos de veras; si no estuvieras viviendo con nosotras no sabría que hacer. No me puedo llevar siempre a la niña.

    No se preocupe, me gusta vuestra compañía; aunque esta vez fue por poco –confesé a la vez que sonreía, intentando tranquilizar a la señora. Después me dirigí hacia Lina de forma severa–. Pero tú Lina, no vuelvas a hacer otra locura, ¿de acuerdo?

    Sí... –Asintió la niña, abrazando asustada su peluche.

    Bueno, será mejor que prepare la... ¡Ah! –gritó ella de repente–. ¡Me he olvidado de comprar las manzanas! ¡Qué despistada soy!

    Si lo prefiere podría yo ir a comprarlo –sugerí.

    Te lo agradezco de todo corazón, hija. Tu madre Akane estaría orgullosa de ti –añadió a la vez que pellizcaba mi mejilla y después mi nariz de manera maternal. Yo reí por ello.

    Selphie me dio el dinero, agarré la cesta, cogí mi capa, me puse la capucha y me fui en dirección a la plaza central, donde se encontraba el mercado. El camino fue un poco tedioso debido a la distancia que había entre los alrededores y el corazón del pueblo, pero no era demasiada. Al llegar, lo primero que divisé a lo lejos fue la gran fuente que señalaba el centro de toda la aldea y, más atrás, la torre del reloj, símbolo del país de Wyndalia. Alrededor de esos monumentos se hallaba el mercado, tan animado como siempre. Aún me faltaba un trecho para llegar a las tiendas ya que todavía me faltaba recorrer la calle principal antes de llegar por fin a la plaza.

    Me desplacé a un lado de la calle para poder observar las tiendas de ropa. Los escaparates, siempre llenos de ropa, estaban tan impecables que me podía ver reflejada en él. Entonces empecé a analizar mi propia vestimenta.

    Ésta trataba de un simple vestido de un verde similar a mis ojos, a la altura de mis rodillas con su correspondiente mandilillo, lleno de cortes y parches mal cosidos; y mi capa rasgada, capaz de ocultar mi cabeza. Sobre todo mi cabello rojo que se encontraba suelto –oculto gracias a la capucha– y mis ojos, estos ojos malditos capaces de ver el futuro.

    Exacto, yo soy poseedora de este impresionante poder... por eso lo mantengo oculto, para poder sobrevivir. Pero que lo descubran es cuestión de tiempo, al fin y al cabo, soy incapaz de controlar esta fuerza por mí misma, tal vez porque aún poseo 16 años, no lo sé. Esta inestabilidad mía ha hecho que tenga la habilidad de ver el futuro... pero siempre aparece de forma aleatoria, haciendo que sea impredecible que aparezca la marca más característica de todas: los ojos rojos. Además, solo puedo ver pequeños fragmentos, aunque lo suficientemente claros como para saber lo que va a ocurrir. Por fortuna nunca he tenido esas visiones delante de la gente; si llegara a darse el caso, ya estaría en la hoguera, incinerando todo mi cuerpo frente a la torre del reloj.

    Bajo un manto de leve tristeza, llegué sin problemas al mercado. Los niños jugaban cerca de la fuente y los adultos alzaban su voz con tal de vender sus productos. Me dirigí a la frutería y amablemente me atendieron; pagué por el kilo de manzanas, los guardé en la cesta que llevaba y me fui. Pero justo cuando hacía el viaje de vuelta...

    ¡Detenedle! –gritó alguien. Yo me giré para observar quién había alzado la voz. Había sido un guardia de la Armada Real. ¿Pero por qué estaban tan agitados?

    Entonces vi el revuelo que estaban formando. Un caballo corría desbocado en dirección contraria a la fuente y un muchacho con capa montaba sobre éste. Detrás suya le seguían varios guardias en su busca, chillando que se detuviera pero él los ignoraba, siguiendo recto su camino. El problema fue cuando el caballo corría hacia mi dirección, de forma que casi me pisa con sus herraduras. El chico consiguió desviar el caballo pero yo, a causa del susto, caí hacia el suelo. A medida que la armada se acercaba, el muchacho con capa se bajó y me ofreció su mano.

    ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? –preguntó el joven alarmado. Incluso con nuestra cercanía, era incapaz de ver su rostro ni él el mío gracias a la capucha que llevábamos.

    Sí... –Asentí nerviosa. Yo extrañada por aquel gesto la acepté... pero tan rápido como la agarré, él me subió en la silla del caballo–. ¿¡Pero que haces!? ¡Bajáme ahora mismo! –exigí pero no me hacía caso. En cambio él se aproximó a mi lado derecho y me susurró al oído:

    Por favor, necesito tu ayuda –pidió el desconocido. Sin saber que estaba pasando, el muchacho se subió y cogió las riendas del caballo–. ¡Sujétate bien fuerte!

    El caballo se movió al instante por lo que inconscientemente obedecí, agarrando su cintura. No comprendía lo que estaba pasando, ¿acaso esto era una especie de secuestro? O mejor dicho, ¿¡por qué le había hecho caso!?

    ¿¡Qué está pasando aquí!? ¡Contéstame! –reclamé. Entretanto yo intentaba que no se me cayeran las manzanas.

    Por favor, dime, ¿hay algún lugar en donde pueda esconderme?

    ¿Esconder? ¿¡Acaso estás huyendo!?

    ¡Rápido! –Su grito hizo que saltara sobre mi asiento, asustada por el tono que me había dedicado.

    De... de acuerdo –respondí–. Sé un lugar que nadie conoce. Sólo déjame guiarte.

    No sabía por qué lo estaba ayudando pero... algo me decía que no era mala persona. Además... había una extraña sensación en mi interior que me obligaba a hacerlo. Así que eché mis dudosos pensamientos a un lado y me dejé guiar por los deseos de mi corazón.

    De acuerdo a mis indicaciones, conseguimos despistar a los guardias con éxito. Durante todo el camino abracé fuerte al desconocido, intentando no caerme; en ese momento me percaté de su ancha espalda y del ligero aroma a rosas que desprendía –también creo que he visto unos cuantos mechones rubios de su pelo. Por cada paso que daba el caballo, más lejos estábamos del pueblo, llegando a atravesar los suburbios e introducirnos en el bosque; aquí había un sitio que nadie excepto yo conocía, mi lugar secreto. Ésta sería la primera persona que entraría en esta zona a la que considero sagrada... pero misteriosamente me daba igual.

    Ya lo lamentaré después”, pensé. Y el caballo blanco proseguía su camino bajo las indicaciones que le daba yo a su amo. Unos minutos después conseguimos llegar al destino acordado.

    ¡Es hermoso! –comentó el muchacho, fijando la mirada en aquel paisaje desde la lejanía. Yo asentí con alegría.

    Verdaderamente era un lugar precioso. El lago, limpio y cristalino, cuyos rayos del sol apenas pasaban e impactaban sobre el agua por la abundancia de los árboles, se hallaba rodeado de flores blancas. En el centro del lago había una diminuta isla conectada con la orilla a través de un puente de madera y, sobre la pequeña porción de tierra, se hallaba una lápida de mármol bajo el nombre de “Akane”; era la tumba de mi madre.

    Los dos bajamos del caballo, primero yo y después aquel chico misterioso. Pero, de repente, una fuerte ráfaga de viento azotó los árboles. Yo agarré mi caperuza con fuerza, mas mi compañero no tuvo buena suerte, haciendo que su rostro fuera visible. Yo me sorprendí por la persona que tenía delante e inmediatamente hice una reverencia. Era el primer príncipe de este país, el príncipe Zack.

    ¡Su... su Alteza! ¡Siento lo irrespetuosa que he sido hace momentos atrás! ¡Por favor perdóneme por la falta de respeto hacia usted! –me disculpé rápidamente y con torpeza, sin dignarme a verle directamente a los ojos. ¿Por qué el príncipe de toda Wyndalia tenía que estar enfrente mía? ¡Y lo había tratado como a un fugitivo! Incluso le había hablado con gran confianza. Temerosa por la respuesta, seguía con la cabeza baja.

    Por favor, levante la cabeza. –Yo obedecí, haciendo que mis ojos se cruzasen con los hermosos orbes turquesa del príncipe–. Muchas gracias por haberme ayudado aun cuando no sabías quién era. Eres una gran persona –agradeció el príncipe con una sonrisa similar a la de un ángel; era la primera vez que observaba algo tan hermoso.

    Si no fuera porque ahora mismo me ocultaba bajo mi caperuza, habría visto mi cara de sorpresa y cierto sonrojo que me causó escuchar esas palabras –aparte por el recién pensamiento que obtuve. Aun cuando lo que debería haber recibido eran varios gritos de indignación y un pase gratis con destino a los calabozos por su falta de respeto, había recibido todo lo contrario. Cada vez me sentía más desconcertada.

    El príncipe Zack se sentó y dio varias palmadas sobre el verde pasto, invitándome a sentarme a su lado. Yo acaté su orden y me acomodé a su lado, de manera que hubiera una pequeña distancia entre nosotros. Estaba abrazando mis piernas, con el corazón a mil por hora y sin mostrar mi rostro hacia el noble; casi no podía respirar del nerviosismo a causa de la cercanía, algo que todo ciudadano desearía: estar al lado del príncipe.

    No hace falta que estés tan tensa. –Rió su alteza tras notar lo tensa que estaba; agradecí que me hablara de manera tan casual ya que consiguió deshacer mi inquietud, pero me pareció extraño que alguien de la realeza hablara de esa manera. Él se giró, mirándome fijamente, entretanto yo desvié la mirada, aún algo nerviosa–. Por cierto, me gustaría saber tu nombre, ¿cómo te llamas?

    A... Akagami... –contesté entrecortadamente. Sus brillantes orbes turquesa no paraban de mirarme, como si pidieran que girara mi rostro, no obstante era incapaz de hacerlo.

    Creo que yo no necesito presentarme pero lo haré de todas formas. –Y tanto que no necesitaba presentarse, ¡era el príncipe Zack, el príncipe de todo el país de Wyndalia! ¿Quién no iba a conocer su nombre? Sin embargo no quise contradecirle nada–. Yo soy Zack Wyndalia, el primer príncipe y heredero al trono de la familia Wyndalia, los gobernantes de este país. Pero puedes llamarme Zack, ¿de acuerdo?

    ¡No... No puedo hacerle eso, su Alteza! –repliqué, haciendo que estuviéramos cara a cara por primera vez–. ¡Eso sería irrespetuoso por mi par...!
    Pero no pude acabar la frase ya que inesperadamente él había deslizado mi capucha, sacando a relucir el rostro y el cabello que con tanto esfuerzo intentaba ocultar.

    ¡Qué pelo tan rojo y tan brillante! –exclamó–. ¡Es hermoso!

    Mu... Muchas gracias... su Alteza –le agradecí con nerviosismo. Me hizo muy feliz; era la primera vez que alguien halagaba mi cabello, del que siempre han considerado horrible por su relación con los ojos carmesí. Aquel cabello que heredé de mi madre, su color que tanto amaba.

    De nada, y por favor, llámame Zack. Odio que la gente me llame con respeto, sobre todo si estoy fuera del palacio.

    Pero alguien como yo no puede...

    ¡Pero nada! ¡A partir de ahora llámame por mi nombre! ¡Es una orden!

    Su voz sonaba ligeramente enojada. Mientras, yo di un bote por aquel cambio drástico que había dado. Deseando no enfadar a su alteza, acaté la orden con dificultad.

    De... De acuerdo, Za... Zack...

    Así me gusta.

    Su sonrisa era algo sin igual, tanto que me quedaría observándola para siempre; su belleza no tenía límites, con ese cabello rubio, esos ojos turquesa y esa piel morena que poseía. Pero por un momento aquel trance fue roto, y todo por la pregunta que formuló después de eso.

    ¿Eres una exiliada? –Aquella pregunta me tomó desprevenida, haciendo que inconscientemente ocultara mis ojos con vergüenza; no obstante él me agarró de las muñecas con molestia–. No los ocultes.

    Pero como usted ha dicho, soy una exiliada; desde un principio no tuve que haberme dirigido a usted con tanta confianza. Ni siquiera sabe si estoy maldita por los ojos carmesí; no debería de amigarse conmigo. Además, si llegara a hacerlo, todo el reino le podría mirar por desprecio por relacionarse con una persona de clase baja como yo. Usted merece estar con alguien con su misma clase social. Por eso...

    ¡¡Deja de inventarte cosas!! –Su chillido fue tan sonoro que llegó a escucharse por medio bosque y haciendo que me asustara de sobremanera; nunca había visto a alguien de la realeza comportarse de forma tan corriente, tal y como haríamos los ciudadanos. Él era distinto del resto de los nobles, otorgándole algo especial que los distinguía de ellos. En cambio Zack, al percatarse de lo que acababa de hacer, se disculpó inmediatamente mas él siguió hablando, esta vez con más tranquilidad–. Es verdad que la gente me miraría con otros ojos si lo hiciera... pero eso me trae sin cuidado; es mi vida y por ello yo decido con quién relacionarme y qué quiero hacer. Me da igual que sea el príncipe o que eso sea mal visto por la sociedad; lo único que deseo es vivir con libertad, sin cadenas que me aten a palacio permanentemente, y sobre todo, deseo proteger aquellas cosas a las que amo. No quiero nada más. Además... me parece estúpido juzgar a la gente por su color de ojos; vosotros también sois seres humanos como nosotros. ¡Así que olvídate de ello y enséñaselos a la gente con orgullo! Al fin y al cabo, eso es algo que te hace ser tu misma, Akagami y nadie más. Y... aunque poseyeras ese poder... yo te trataría de manera indiferente, ¡ya que eres una buena persona que no se atrevería a usarlo para malas acciones! ¡Lo sé y por ello me gustaría confiar en ti!

    Si tuviera que describir cómo era en una sola palabra, me quedaría bastante corta; sin embargo, la única palabra que podía pensar era sinceridad. Esa sinceridad tan pura y sin índice de discriminación me había llegado al corazón; sentí que aquel muro que me separaba de la calidez y el afecto se había destruido, destruido por aquel ser de pureza sin igual. Él me observaba fijamente con su brillante sonrisa, causando que algo dentro de mí no pudiera soportarlo y empezara a soltar varias lágrimas de mis ojos.

    ¿Por qué debemos de existir en mundos completamente distintos?”, fue lo primero que se me cruzó por la cabeza después de escuchar tal hermosas palabras.

    Akagami...

    Por supuesto Zack se sorprendió por inesperada reacción e intentó que dejara de llorar pero no podía; ha pasado mucho tiempo desde que alguien llegó a tratarme con tanta amabilidad, con respeto, pero sobre todo... que me trataran con normalidad, aun cuando había una gran diferencia entre él y yo, una barrera imposible de destruir que se llamaba “rango social”. Ahora estamos tan cerca... pero aun así se siente tan lejos... Y eso es lo que me mata por dentro, la distancia que hay entre nosotros, los exiliados, de los demás. Nos sentimos tan solos... Eso es lo único que odio, ser excluida de la sociedad. Y sin embargo con él siento que estoy de vuelta con los demás ciudadanos normales; es casi un milagro. ¿Qué es este extraño sentimiento que siento en mi interior, tan cálido como jamás lo he sentido?

    Lo siento Zack... –me disculpé a la vez que intentaba limpiar mis lágrimas y aclarar la voz–. Ha pasado tanto tiempo desde que alguien me trata con tanta amabilidad que me emocioné. Desde que murió mi madre ya no he vuelto a sentir la misma calidez. Te lo agradezco mucho... Zack. –Y con ello di la mejor sonrisa que podía mostrar.

    Él se avergonzó por mis palabras, podía ver lo inquieto que se había puesto, pero aquello desapareció en un visto y no visto, mostrando nuevamente su sonrisa.

    ¿Podrías... hablarme sobre tu madre? –Tanta era la felicidad que sentía que no pude rechazar aquella petición, por que gustosamente la acepté.

    Mi madre... era una persona increíble. Mi padre había muerto antes de que naciera, por lo que ella me cuidó en solitario. Era una mujer hermosa, con un precioso cabello rojizo y unos ojos verdes bastante hermosos. Y sin embargo, ella me cuidó con todo su cariño, aun cuando poseía menos derechos por su color de ojos al igual que todos nosotros. Por eso... Yo... –Giré mi vista hacia el príncipe y con alegría le dediqué una gran sonrisa, una sonrisa desbordante de felicidad. Él de alguna manera se sorprendió por ello– ¡... amo a mi madre y a este cabello rojo con el que me ha bendecido!

    Seguramente ella fue una persona digna de respeto –confesó él, haciendo que asintiera enérgicamente. No obstante, todo habría sido hermoso si no lo hubiera recordado, el día de su muerte.

    Y, sin poder detener este odioso sentimiento de tristeza, no sé por qué, hablé más de lo necesario.

    Pero desgraciadamente ella murió. Fue asesinada por la Armada.

    ¿Murió por la Armada? –preguntó Zack perplejo por lo que acababa de escuchar–. Pero si ella fue tan noble y honrada como dijiste, ¿por qué la asesinaron? –Él buscaba encontrar la respuesta hacia aquel enigma, tal vez piensa que debía de ser un error que su ejército matara una mujer inocente que no poseía pecado alguno.

    Pero esa es la pura verdad; mi madre fue asesinada en la hoguera cuando tenía sólo 5 años, delante de mis propios ojos. Mi madre fue descubierta como una poseedora de aquellos ojos malditos y, sin juicio ni justicia, fue quemada en la torre del reloj delante de todos los ciudadanos. Desde ese momento llegué a observar a la nobleza con otros ojos, pensando que lo mejor sería no involucrarme con ellos. Muchos temieron que yo también hubiera heredado ese poder, sin embargo me dejaron vivir, creyendo en la inútil posibilidad de que no lo poseía debido a la escasez de personas que lo conseguían. Y aún así lo conseguí al igual que mi madre.

    ... Prefiero no hablar del tema, príncipe Zack –contesté con un deje de pequeña nostalgia, no deseaba recordarlo ni deseaba que lo supiera; por muy amable que fuera, sería imposible para él dejarme vivir si llegara a descubrir la verdad.

    Al fin y al cabo, en el fondo todos los de la nobleza son igual de egoístas”, fue la conclusión final que encontré. Aunque deseaba creer que él era realmente distinto a los demás de la realeza.

    A pesar de que ésta tendría que ser la primera y última vez que me relacionara con alguien como él, alguien que vivía en un mundo completamente distinto al mío... el destino nuevamente me traicionó de la forma más cruel posible. Por primera vez, mi cabeza empezó a dolerme, un síntoma de que pronto una visión del futuro aparecería en mi mente, y haciendo que mis ojos adquirieran lentamente su verdadero tono rojizo. Por supuesto, intenté ocultárselo a Zack a toda costa; no debía verme, no de esta manera. Y entonces lo vi, vi cómo un lobo le atacaba y, él a causa de la pérdida de sangre y la profundidad de la herida, caía inconsciente al suelo.

    ¡CUIDADO ZACK! –Alarmada por ver que ocurriría dentro de muy poco, le aparté de donde el lobo iba a aparecer, interponiéndome entre él y el animal. Y tal y como predije, el lobo dio acto de presencia.

    La bestia se abalanzó hacia nosotros, justamente en ese momento eché a Zack a un lado, causando que rasgara la manga de mi vestido y recibiera un arañazo en el hombro derecho. Yo grité del dolor que sentía.

    ¡AKAGAMI! –chilló Zack mi nombre, con la preocupación presente en su rostro.

    El lobo por supuesto no se quedó de brazos cruzados. Tan pronto como volvió a tocar el suelo, él saltó de nuevo para poder atacarnos con sus afilados dientes, pero Zack sacó su espada sin desenvainar y le golpeó con fuerza, aventándolo así contra un árbol. El animal, asustado por la brutalidad del príncipe, huyó del lugar, alejándonos así del peligro.

    ¡¡Akagami!! ¿¡Te encuentras bien!? –preguntó Zack alterado, acercándose a mí con torpeza y mirando mi herida con culpa.

    Sí... No te preocupes, estoy bien; solo es un pequeño rasguño –mentí y él lo sabía perfectamente. Sabía lo doloroso que debía de ser ya que la sangre no paraba de salir, sabía lo profundo que era la herida... pero sobre todo, él sabía el miedo que había pasado por la manera en la que temblaba al ser tocada por él. Ver cómo la sangre se desbordaba me atemorizaba; me recuerda lo rojo que eran las llamas a la vez que éstas consumían el cuerpo de mi madre. Amo el color rojo de mi madre... pero también tengo tanto miedo de ese color...

    Porque siento que ese color me arrebata todo lo que es importante para mí.

    Las lágrimas fluían a la vez que aquel líquido carmesí se deslizaba por mi brazo. En ese momento el temor se apoderaba de mí, tenía la mente completamente en blanco. Pero él consiguió sacarme de aquella oscuridad con su luz.

    ¡Eres una estúpida! –gritó él totalmente enojado a la vez que rasgaba una parte de su capa. Yo iba a reprocharle que no lo hiciera, pero al ver su rostro totalmente serio hizo que me mantuviera quieta. El miró a su alrededor y cogió una planta curativa capaz de calmar el dolor y hacer sanar una herida e hizo un ungüento con dicha hierba, machacándolo y convirtiéndola en una pasta verdosa. Me sorprendió que el tuviera tal conocimiento sobre las plantas y más de que conociera un método para usarla correctamente; era como una caja de sorpresas–. Tu brazo. –Yo obedecí y le mostré mi brazo enseñándole mi herida. Cuando él hizo contacto con mi brazo a través de sus manos cubiertas de bálsamo me dolió un poco mas el dolor fue desapareciendo poco a poco. Al final, con gran habilidad, me vendó el brazo con el trozo de su capa que había arrancado–. Por lo menos esto servirá para calmar el dolor aunque sea un poco –dijo con voz monótona. Yo me sentía un poco culpable por ello.

    Sí... Por lo menos... –Pero no pude continuar al ver cómo observaba fijamente mis ojos con total seriedad–. ¿No me digas que...?

    Con rapidez me acerqué al lago y mis sospechas fueron ciertas: mis ojos aún estaban de color rojo. ¿Ahora que hago? Él ha descubierto mi secreto y con ello es imposible que no me mande a la hoguera como le pasó a mi madre. ¿Acaso es éste mi sino? Sin embargo, bajo un manto de preocupación y miedo, fui envuelta suavemente por sus brazos, haciendo que abriera los ojos de la impresión.

    ¡No sabes lo asustado que estaba! –gritó él con la voz temblorosa–. ¿¡Por qué hiciste algo tan arriesgado!? ¡Si te hubiera pasado algo serio yo... yo...! –Zack no paraba de temblar; al parecer le había preocupado bastante pero, ¿por qué se preocupaba por alguien como yo? ¿Alguien capaz de traer la desgracia a su alrededor? Él no paraba de causarme confusión.

    ¿Zack? ¿Por qué? ¿¡Por qué me estás tratando de manera indiferente!? ¡Poseo estos ojos malditos y tú lo sabes, los acabas de ver! ¡Entonces...! ¿¡Por qué!? ¿¡Por qué, Zack...!?

    No podía parar de temblar; tenía miedo de morir en la hoguera, tenía miedo de que él llegara a contarle la verdad a todos... tenía miedo de dejar sus protectores brazos y que se alejara de mí. Tenía miedo, mucho miedo, de que desapareciera todo mi mundo junto a él...

    No quería admitirlo pero... al parecer me había enamorado del príncipe...

    ¿Acaso... no te dije que no me importaba? Me da igual que alguien tenga los ojos rojos o verdes, me da igual que esa persona sea un sirviente o un noble –¿Por qué él conseguía agitar mi corazón?–, ¡me da absolutamente igual! ¡Yo trataré a todos con el mismo respeto! –¿Cómo podía hacerme tan vulnerable?–. Porque somos personas, ¡y las personas somos diferentes unos de otros! ¡Con distintos pensamientos y distintas formas de pensar! ¡Pero todos tenemos sentimientos, todos! Por eso... –Pero sobre todo, ¿cómo conseguía que mi corazón sintiera tanta calidez y afecto cada vez que me observa fijamente con esos ojos turquesa?–... no te margines del resto. Además... –Por favor, detente...– ... es imposible que pueda decir que esos ojos rojos sean malditos aun cuando me acaban me salvar. –...O si no...– Te agradezco que me hayas salvado por segunda vez... Akagami. –... acabaré amándote de verdad.

    Zack... lo siento... lo siento mucho...

    ¿Por qué te disculpas? –preguntó tranquilamente sin romper el abrazo.

    No podía ocultar durante más tiempo estos desbordantes sentimientos. Así que, con timidez, le dije mis sentimientos en dos palabras–: ...Por amarte.

    El silencio se apoderó del lugar, solo se podía escuchar cómo sollozaba amargamente por este amor que ni siquiera llegaría a empezar, porque seré rechazada rápidamente por él. Sin embargo la respuesta que recibí fue demasiado inesperada: una fuerte y gran carcajada. Entretanto yo me sonrojé por su reacción. ¿Por qué se estaba riendo?

    ¡Es la primera vez que escucho a alguien confesarse de esta manera! ¡Y encima pides perdón por eso! –Él no paraba de reír descontroladamente, causando que me enojara un poco. Ya cuando había dejado de reír, prosiguió–. Lo siento, pero me parece raro que tengas que disculparte por amar a alguien, haces que parezca un pecado.

    ¡Por supuesto que lo es! –repliqué–. Que una exiliada se haya enamorado de un noble... –Sin embargo no pude continuar al sentir su mano posarse en mi cabeza y sentir sus caricias, enredando sus dedos sobre mi cabello.

    A mí no me parece un pecado; me parece más bien un milagro –confesó. Mi cara adquiría cada vez un tono más rojizo a causa de la vergüenza y sentía una desbordante felicidad en mi interior al escuchar sus palabras, como si me dijera que está bien que le ame–. Está bien que me ames.

    Entonces... ¿Puedo... seguir amándote, Zack?

    Por supuesto –afirmó él con su amable sonrisa–. Por eso, ¿puedo venir aquí todos los días?

    Yo por supuesto asentí encantada por esa pregunta.

    Al acabar el día, mi cabeza estaba hecho un lío; tantas cosas han ocurrido en tan poco tiempo... Me he encontrado con el príncipe de este país, me he enamorado y le he confesado mi amor. Y lo más importante, él me dijo que estaba bien que le ame. Pero lo más sorprendente de todo fueron las últimas palabras que me dedicó ese día antes de volver a palacio:

    Akagami... aún... no puedo contestar a tu confesión pero, ¿esperarás mi respuesta?”

    Evidentemente yo asentí y con ello se fue, no antes de prometerme que no diría nada sobre mis ojos. Yo volví a casa, bombardeada por las preguntas de Selphie al ver mi herida; por suerte dejó el tema rápidamente cuando me trató la herida, no me gustaba mentirle pero no debía de saberlo, ese era nuestro lugar especial, un lugar que solo conocíamos nosotros dos. Desde aquel día nos estuvimos viendo sin falta en el lago. Todos los días estaban llenos de felicidad junto a él, y mi amor por él crecía cada vez más hasta tal punto que no me podía detener; no sabía el porqué el iba todos los días pero me daba igual, solo deseaba estar a su lado. Y así estuvimos durante medio año, viéndonos en secreto en el lago y disfrutando la compañía del otro, sonriendo y alegrándonos. Sin embargo el pecado y la culpa de realizar algo prohibido me carcomía por dentro, pensando que lo mejor era acabar con esto de una vez. Al fin y al cabo esto era un amor prohibido que sería mal visto por la sociedad. Cada vez me era más doloroso estar junto a él; el pensar que su propia patria le abandonaría y le miraría de otra forma como hacían conmigo me aterraba, sería imperdonable que por mi culpa él fuera tratado de esta manera tan cruel. Hasta que un día por fin le pregunté:

    Zack, ¿por qué sigues viniendo a este lugar?

    El susodicho se giró en mi dirección, extrañado por mi rara pregunta.

    ¿Por qué lo preguntas? ¿Acaso no puedo?

    ¡No quise decir eso! Es solo que... –No podía hacerlo, su mirada hacía que fuera incapaz de preguntarle.

    ¿Has vuelto a pensar en algo raro? –Él empezó a acercarse lentamente hasta que quedamos uno frente al otro; yo me sonrojé por ello–. Creía que a estas alturas lo sabrías pero, ¿de verdad quieres saber la respuesta? –Yo asentí nerviosa y, mientras nos mirábamos a los ojos, me di cuenta que estaba tan cerca como para poder sentir su aliento–. Entonces te lo diré... –Él se aproximaba por momentos, yo cerré los ojos y, esperando a que llegara su respuesta, noté cómo me decía al oído–: Porque yo también te amo.

    Yo abrí los ojos de la sorpresa, encontrándome con él delante mía. Nuestros rostros, a medida que se aproximaban, los pensamientos de este amor prohibido aumentaba. ¿Qué ocurrirá a partir de ahora? Eso nadie lo sabía pero... me daba igual siempre que estuviera con la persona a la que más amo y la que forma todo mi mundo.

    En ese momento, con todo nuestro afecto, sellamos este amor prohibido con un dulce beso, marcando así el comienzo de nuestra historia.


    Continuará...
     
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  2.  
    AlexMarie Kagamine

    AlexMarie Kagamine Usuario popular

    Piscis
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    Bueno, primero que nada te agradezco la invitacion querida, es muy agradable para mi que entre en tu lista...en fin te dare mi valiosa y muy bella critica jajaja ahora eso que!

    1.- Me gusta mucho como narras, la trama va muy bien redactada y la epoca enjaca con algunas palabras antiguas que manejas, sigue asi y cuida mucho que eso no falle, me gusta mucho la idea de unos ojos que sean un peligro para todos y lo de la muerte a quien los posea, es una gran forma de que los protagonistas tengan un amor prohibido. Te felicito por la buena imaginacion que tienes.

    2.- Tu ortografia es buena solo cuida el uso de tantas comas, note que hay partes en los que no es necesaria y cuando se lee lo noto algo disparejo ojo con eso, en cuanto a lo demas esta bien los puntos estan correctos y no note falta de acentos asi que en esa parte vas excelente.

    espero que me invites a otra de tus historias, eres muy buena y ya te habia leido en otra a la que me invitaste y espero sigas mejorando mucho porque todo buen escritor se hace con la practica diria, nos posteamos pronto y te mando muchos saludos cuidate que estes bien bye bye.

    Atte: Alex Kagamine de chocolate (oseaselesemesenemese yo!!!)
     
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  3.  
    kazuki-chan

    kazuki-chan Entusiasta

    Leo
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    Holaaaa!!! ME ENCANTA TU HISTORIA!!!! gracias por invitarme ^-^
    Narras muy bien! me encanta, la historia y me atrapó muchísimo, además no tienes muchos errores ortográficos, creo que solamente faltó algún acento que vi por ahí, y creo que también había otro error, no recuerdo muy bien. Pero igualmente escribes de una manera impresionante, aun siendo algo largo una vez que me enganche en la historia me pareció muy corta.
    Lamento no poder ayudarte mucho en correcciones o esas cosas pero realmente no hay mucho que decir, simplemente que eres una gran escritora, y que me encantaría que me avisaras si subes la continuación.
    Te deseo muchísima suerte en la actividad, realmente eres estupenda ^-^
    Sin más palabras para decirte me voy
    Sayonara.
     
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  4.  
    Sheik

    Sheik Usuario común

    Piscis
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    Genial Genial~~!
    Me gusta mucho como narras todo lo que pasa, además la trama es muy interesante.
    No vi errores, no se si es porque no habían o porqué soy muy ciega (?)
    ¡Que tengas suerte en la actividad!
    Espero la continuación...

    Sin más que decir... Adiós ^-^
     
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  5.  
    TheMilyNyan

    TheMilyNyan Iniciado

    Géminis
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    8 Noviembre 2011
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    ohh por dios oohh por dios!! okai ya me calmo.-.
    ameee tu historia *0* eres muy buena relatando los echos y sobre todo sabes como acer q el corazon de los lectores lata rapido con cada suceso
    es mas.. yo no pude dejar de leer tu historia continuala rapido pliss *0*
     
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  6.  
    Ziello B

    Ziello B Entusiasta

    Escorpión
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    Hola, gracias por la invitación. Para no repetir lo mismo me limitare a afirmar que opino igual que todos los que ya te an dejado su comentario/crítica, refiriéndome únicamente en: narración, trama y diálogos. También disfrute la lectura por la forma tan fluida de la narración.

    En cuanto a faltas de ortografía solo vi dos; un "cómo" y un "qué", tíldados, cuando estos no formaban parte en una pregunta.
    Por cierto, hubo un punto en el que repetias mucho "sabía".
    También están estos pero no sé si marcartelos como errores, quizás como correcciones:
    "...viaje de vuelta." -"de regreso", hubiese sido mejor-
    "Por qué el príncipe de toda Wyndalia tenía que estar en frente mía?" -...frente a mi?"-
    "...un pase gratis con destino a los calabozos por su falta de respeto, había recibido todo lo contrario." -está bien, pero lo narraste tú, por un simple "su" cambiaste al narrador-
    "...todo el reino le podria mirar por desprecio..." -"con desprecio"-
    "...con alguien con su misma clase social" -"de" su misma clase social-
    "...yo te trataría de manera diferente" -creo te faltó un "no", checalo y avisame-
    "...después de escuchar tal hermosas palabras..." -debió ser un "tan" en vez de "tal"-
    "Zack se sorprendió por inesperada acción." -por "tan" inesperada acción-
    "rango social" -"clase social" ya que "rango" es de característica militar-
    "Mi madre fue asesinada cuando tenía sólo 5 años" -no creo que haga falta explicarte y otra cosita mas, los números se escriben-
    "...mi cabeza estaba echo un lío" -echa-
    Y por último esta pregunta que no entendí; Acaso es este mi sino? -quisiste decir signo?-
    Espero te sirva de algo, nos leemos pronto, cuídate y chao!
     
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  7.  
    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

    Aries
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    Muchas gracias a todos los que han leído este humilde escrito; me han hecho muy feliz saber que os a gustado y conocer vuestras opiniones. Espero que podáis seguir leyendo mis escritos dentro de poco. Y...
    ... ahora me fijo de que había tantas faltas Ó.Ó. Sin embargo, siempre he tenido una duda en mi cabeza, ¿al ser corregidas las faltas de ortografía, está bien que el autor edite la historia para corregirlas correctamente? Nunca he podido aclarar esa pregunta tan estúpida XD
    Y sobre el sino que decías, Mar, en realidad me quería referir al destino ya que es una manera también de referirse a eso, el sino; aunque no sé si está bien expresado colocándolo en ese contexto. Espero que haya podido aclararlo.
    De verdad, me habéis hecho muy feliz. ¡Yo me seguiré esforzando n.n! ¡Hasta luego!
     
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  8.  
    Blood Dupre

    Blood Dupre Usuario VIP

    Tauro
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    Hola y gracias por la invitación, bien comenzaré con los errores que noté:

    En primera debo decir que tienes una buena ortografía, pero siento que te falta pulirla un poco más, lo que yo logré captar fue lo siguiente:
    • o eso es lo que cuenta la leyenda. Según cuenta la leyenda (Aquí se me hace repetitivo el hecho de que vuelvas a mencionar la palabra "leyenda", en el mismo lugar, debiste haberla cambiado por no sé "historia", "relato", etc. Ya que el uso repetitivo de la antes mencionada le quita estética al escrito)
    • Pero eso solo causó (Sólo, "recuerda que el "solo" se acentúa cuando esté equivale a solamente, en unos casos vi que lo aplicaste pero en este no")
    • recolectados por mi (mí, el mi lleva tilde cuando estás hablando de tu persona, este no lleva acentuación cuando lo tratas para un objeto, ejemplos:Tomé mi mochila (propiedad u objeto); yo te estaba hablando de mí (persona))
    En cuanto a la redacción, siento que en algunos lugares no iban tantas comas, por lo que ten más cuidado a la hora de ponerlas, en cuanto a la descripción de los paisajes hasta ahora lo has hecho bien, pero trata de decribir un poco más el entorno donde se encuentran y sus acciones.
    Por último mi opinión sobre la historia, me parece bien como desarrollaste el principio con la introducción hacía lo que eran los exiliados, luego regresas con Akagimi y nos cuenta como ha estado viviendo hasta ahora debido a su maldición y al final nos cuentas la forma en la que se encontró con el príncipe y se empiezan a enamorar, ciertamente me ha gustado la trama y espero que la continúes así como hasta ahora y que desarrolles los acontecimientos que les esperan a ambos protagonistas de manera adecuada y no forzosa, espero la continuación. Adiós.
     
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  9.  
    Marceline

    Marceline Iniciado

    Cáncer
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    Hola. Si te soy sincera me ha gustado mucho esta historia porque está ambientada en la época que siempre he soñado. Te expresas muy bien a pesar de algunas faltas que ya te han mencionado antes. No pienso ser repititiva así que no te voy a dar la tabarra. Solamente quiero decirte que es una historia que me ha enganchado mucho.
    Suerte e invítame para el siguiente capítulo que lo esperaré con impaciencia.
     
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  10.  
    Némesis

    Némesis Usuario común

    Virgo
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    Hola, me ha gustado mucho la historia, linda.

    Bien, creo que no hay mucho para decir después de leer los demás comentarios, me ha gustado, bastante. Eso sí, creo que fue muy largo para ser el primer capítulo, aunque es una buena forma de capturar totalmente al lector, mostándole hasta donde la historia es perfecta partiendo con una trama que en absoluto no lo es.

    Me ha dado un no sé que con lo de "Los exiliados", la discriminación por las personas con aquellos hermosos ojos de color rojo, y aquel talento divino. Me parece de ratas miserables, y sin mejor cosa en la que invertir tiempo y ganas. Por suerte no es real, aunque la vida en sí, lamentablemente no se aleja de todo ese lío.

    Hasta cierto punto, y sin ánimos de ofender, me pareció algo típica, trillada. El príncipe y la chica de clase muy baja, un amor prohibido. De todos modos, debo admitir, que me ha parecido muy original el tema de los ojos rojos, los exiliados, ese talento que tienen aquellos. Y el toque dulce y tierno, quizá algo meloso, que le haz dado a la relación entre Zack y la bella Akagami, simplemente me ha encantado.

    El final de éste, el primer capítulo, ha sido perfecto. Muy adecuado con la historia y la trama, algo predecible, pero es lo que todos queríamos oír, nos contentaste muy lindamente.

    Te marcaré algo que a mí me sonó raro:

    como le pasó a mi madre. ¿Acaso es éste mi sino? Sin embargo, bajo un manto

    Allí me quedé con cara de, ¿acaso yo entendí mal?

    Otra cosa, un simple error:

    Sólo: Únicamente, solamente.
    Ejemplo: Estaba llorando, solamente quería estar allí y pensar.

    Solo: Sin compañía.
    Ejemplo: Él se encontraba solo, al fin no había quien lo juzgase.

    Ten cuidado como lo ocupas, para saber bien cuando hacer uso del tilde, y cuando no.

    Como de forma más objetiva, diré que. Sería bueno que añadieras elementos más, como decirlo, frescos, enigmáticos quizá. El ritmo que tiene es bueno si se toma en cuenta la trama pero a pesar de que tu estilo es tu estilo y allí yo no me meto, sería más cautivador aún si dejarás la historia en algo de duda y misterio, algo... Me cuesta, y mucho, explicarme. Llevas bien la historia pero aparte del tema de los exiliados tampoco hay ningún villano, o alguien que rompa la fantasía, no hay mucha historia. Le falta algo.

    Bien, la trama de la historia abarca varios sentimientos. Rabia, por la discriminación hacia los exiliados. Ternura, por Akagami y el príncipe, esos dos, al menos para mí, son un amor. Felicidad, todo se desarrolla como se espera, dejando un buen sabor de boca y ganas de seguir leyendo. Y más, que en este momento no tengo el ánimo de mencionar, tú ya me conoces.

    Bien, la manera que tiene el príncipe de hablarle a Akagami es encantadora, muy galán Zack, debo decirlo. Me ha gustado, y no debo de ser la única, es muy tierno, protectora y tranquilizadora. Aunque quise matarlo cundo se largó a reír ante la confesión de la chica, luego lo entendí y terminé amándolo con ése final de cuento de hadas que le haz dado.

    Mis felicidades a la autora. Seguiré leyéndote, ya sea por que deba, como ahora, o porque sé que si lo has escrito tú tendrá una buena ortografía, trama y narración. He olvidado felicitarte también por eso, muy buena forma de narrar, me dejas satisfecha con las palabras que usas, y tú manera de describir entorno y personajes, sentimientos y pensamientos, simplemente fascinante. Muy bien, sigue así.

    Has madurado como escritora de una forma alucinante, me sorprendes muy favorablemente. Nuevamente, te felicito.

    Atte: Beatlesgirl
     
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  11.  
    Dann

    Dann Entusiasta

    Sagitario
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    Escritora
    ¡Hola!

    Perdón por el retraso, pronto seré "Dann, alías la comentarista retardada", gracias por la invitación.

    Como bien han dicho no tiene caso marcarte los errores puesto que ya lo hicieron y estaría siendo muy repetitiva.

    Bueno, trata de ampliar el léxico ó buscar sinónimos para que no repitas palabras, ya que al principio el repetir leyenda (aunque hayan sido solamente 2 veces) sonó muy redundante.

    Cuida el uso de los puntos suspensivos, las palabras y expresiones que ya te marcaron.

    Pasando a la trama, en cierta forma no puedo evitar pensar en la "típica historia de amor", gracias a la diferencia de clases sociales, sin embargo el que hayas metido los ojos rojos, cambia bastante la historia, pues ya no es solamente el que uno es la realeza y los plebeyos. ¡Qué rayos les sucede! Matar a alguien por esos ojos, y luego llamarlos "Los exiliados" es bastante cruel e inhumano, trágicamente en la vida real también ocurre...
    Tu narrativa me agrada bastante, la manera de relatar, de describir los sentimientos, en fin, todo. Desde mi punto de vista se enamoraron demasiado mucho muy rápido, por parte del príncipe (si tiene una copia me lo mandas) el actuar sin conocerla fue muy lindo y romántico.
    Justamente una tentación prohibida, falta la parte amarga :(

    Nos leemos Sora :)
     
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  12.  
    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

    Aries
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    Escritor
    Título:
    La leyenda de los ojos rojos
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    7867
    ¡Hola a todos! Creí que no terminaría este capítulo para antes de que acabara la actividad, ¡pero lo conseguí! Eso sí, no me ha gustado mucho cómo ha quedado. Será por las prisas. Aparte, ha quedado muuuuy largo Espero que lo disfrutéis al contrario que yo al escribirlo... No me ha gustado mucho.

    Cap II – El color del destino

    Meses pasaron con normalidad desde aquel día que comenzó nuestro amor prohibido. Pensé que nuestro secreto seguiría oculto durante más tiempo... Pero al parecer eso no duró mucho más, o por lo menos para nosotros dos. Lo supe cuando vi a este niño.

    ¿Tú eres Akagami? –preguntó aquel chiquillo de unos diez años. Observé que tenía cierto parecido con Zack; su cabello era ligeramente castaño al contrario de los mechones rubios del otro, pero sus ojos turquesa eran iguales a los suyos, tan brillantes como dos gotas de agua.

    Pero su parecido no haría quitarme aquel gesto de sorprendida en mi rostro.

    Zack... ¿Qué...? –Apenas podía hablar, la sorpresa me lo impedía.

    Lo siento –se disculpó Zack con rapidez–, pero al parecer mi hermano Jack me ha seguido hasta aquí; parece que estaba sospechando desde hace un tiempo sobre mis constantes huidas –confesó a la vez que se rascaba la cabeza avergonzado y culpable–. ¿Está bien que solo se lo contemos a él?

    Ni siquiera tenía palabras para asentir o negar. Aún no podía quitar aquel sentimiento de sorpresa.

    ¿Tu... hermano? –Era lo único que pude pronunciar.

    Mi nombre es Jack, ¡encantado de conocerte! –Él extendió su mano y yo la estreché con la suya, o más bien él lo hizo por su cuenta. Después de agitarlas con energía me soltó.

    Al principio no me pareció buena idea el que se quedara pero eso poco a poco fue cambiando positivamente; al final era una gran persona, tan alegre y confiable, tanto que se lo contamos todo. Así duramos durante semanas, hasta meses incluso. Pero una vez, cuando Zack aún no estaba, me preguntó:

    Oye Akagami, tú quieres de verdad a mi hermano, ¿cierto?

    Mis ojos se abrieron de la sorpresa pero segundos después volví a mi rostro habitual. Con sinceridad contesté:

    Por supuesto. –Y seguido de ello sonreí como nunca antes había hecho. Era una sonrisa que aquella persona me había devuelto.

    Ya veo... –Sin embargo él no parecía estar satisfecho con ello, es más, de repente su rostro fue envuelto en un sentimiento de pura tristeza.

    Justo en ese momento me empezó a doler la cabeza. Si no fuera porque Jack conocía ya nuestro secreto habría escondido mis ojos ya rojos. Era un dolor agonizante del que jamás me acostumbraría y velozmente contemplé la desgracia siguiente: la torre del reloj ardería con fuerza mañana. Estaba a punto de avisar al principito de ello cuando alguien me atrapó bruscamente, dejándome sin movilidad. Me giré y miré que era la Armada.

    ¿¡Qué hacen ellos aquí!?, pensé.

    Inesperadamente escuché unos aplausos y una gran carcajada proveniente de un hombre que se colocó enfrente mía.

    Buen trabajo, Jack –dijo el hombre satisfecho; entretanto Jack mostraba un rostro arrepentido. Aquel hombre mayor y terrorífico se dirigió a mí con desprecio–. Y por fin hemos encontrado a alguien poseedor de estos ojos... Estos ojos que tanto odio. –Y de repente agarró mi cabello rojizo con fuerza. Solté un quejido de dolor por dicho acto inesperado.

    Peeta... –nombró el niño. Seguramente era su nombre.

    Tú... ¿Qué le has obligado a hacer a Jack? ¿Y Zack? ¿Dónde está Zack? –No paraba de preguntar constantemente, necesitaba respuestas.

    Yo no le obligado hacer nada al segundo príncipe heredero al trono; él nos lo ha contado por voluntad propia. Y su majestad Zack, bueno, se podría decir que está temporalmente castigado en su habitación por escaparse constantemente de palacio. Y todo por culpa de cierta escoria que está delante mía.

    Mientes... ¡Estás mintiendo! –grité una y otra vez, convenciéndome de que no era verdad. Le miré con furia directamente a los ojos. No pareció agradarle para nada.

    Deja de mirarme de esa manera, o si no... –Repentinamente sacó un cuchillo de su manga y me amenazó rozándolo por mi pelo. Entonces temí lo peor–. No me gusta este color rojo, es tan... ¿Cómo lo digo? ¿Horrible? –Él no paraba de sonreír con sorna mientras yo rezaba porque no hiciera lo que estaba pensando.

    No... No lo hagas... –Y entonces cortó mi cabello en un abrir y cerrar de ojos. Me había arrebatado el recuerdo de mi madre. Peeta no paraba de soltar carcajadas llenas de regocijo; yo mientras tanto ya no podía ver nada, ya todo parecía oscuro para mí.

    Ya no me había dado cuenta de cuándo había pasado por el pueblo, siendo observada fijamente por caras de terror al ver mis ojos aún rojos. No sabía en qué momento había pasado por palacio y había sido condenada a ser quemada a la hoguera sin rechistar. Ni me di cuenta de que ya estaba debajo del castillo y era aventada bruscamente a unas de las celdas del calabozo. Los guardias se fueron sin rechistar hasta que quedamos solo aquel hombre horrible y yo. En ese momento reaccioné deprisa, percatándome de dónde y en qué situación me encontraba. Peeta se estaba a punto de marchar, sin embargo le detuve con dificultad a causa de aquellos barrotes de hierro que me separaban de la libertad.

    ¿Qué quieres? –preguntó con frialdad. Mi cuerpo sintió un leve escalofrío mas no me detuve.

    ¿Por qué odias tanto los ojos rojos? –cuestioné seria.

    Porque esos ojos me arrebataron lo que más amaba –contestó. Yo solo pude abrir los ojos de la sorpresa.

    ¿A qué te refieres con eso?

    Yo conocí a alguien que poseía esos ojos; era mi mejor amigo. Sin embargo, aún cuando vio la muerte de mi esposa y mi hija, él no movió un solo dedo por ellas, aun cuando le apoyaron en todo ese tiempo. Yo como me encontraba en el país vecino no pude hacer nada... Pero él... ¡Incluso cuando dije que las protegiera...! ¡¡Él huyó porque temía a la muerte y por eso perdí a las personas que más amaba!! –Su respiración sonaba agitada y sus ojos estaban envueltos en un manto de puro odio–. Si alguien poseedor de ese maldito poder no puede salvar a las personas, no tiene ningún significado. Son escoria. Por eso... Todos deben morir... Deben morir esos cobardes que no paran de acarrear desgracias allá por donde pisan...

    Y con ello el consejero Peeta se marchó, dejándome sola en aquella húmeda y mohosa celda. Si aquello era cierto, ¿está bien que alguien como yo siga viviendo? ¿Seguro que no seguiré interfiriendo negativamente en la vida de aquellos que me rodean? ¿No las heriré? Cada vez estaba más confusa.

    Pero esa persona me dijo que viviera...”, y mirando hacia la celda del frente, no paré de pensar en él. “Zack, ¿estarás bien?”

    Varias horas pasaron desde que me encerraron y la luna ya estaba alzada en el cielo, tan brillante y blanca como siempre en aquel manto oscuro y estrellado. No paraba de observar el suelo fijamente, sin nada que hacer. Mi tiempo de vida se estaba acortando por momentos y extrañamente me mantuve serena, ¿por qué será?

    Tal vez porque desde un principio ya me lo esperaba”, me contesté a mí misma de forma monótona.

    Puede ser. Siempre estuve insegura durante toda mi vida, temerosa porque ocurriera mi mayor pesadilla de ser descubierta y fallecer de aquella manera tan humillante. Y ahora se estaba haciendo realidad. Aunque no lo mostrara en estos momentos, en mi interior sentía un temor indescriptible que rodeaba mi cuerpo. Tenía miedo, mucho miedo.

    De repente escuché varios pasos acercarse; seguramente sería un guardia. Pero quedé impresionada al ver a la persona que tenía delante.

    ¡Jack! ¿Qué haces aquí? –pregunté con sorpresa–. Si alguien te pilla en este lugar...

    Akagami... Lo siento... –se disculpó el niño con inocencia. Sus manos estaban rojas de lo fuerte que agarraban los barrotes con furia. Y su cara, llena de zafiros acuosos deslizándose por sus mejillas rosadas, mostraba el odio que sentía hacia sí mismo–¡Perdóname! ¡Yo... Yo no sabía que Peeta planearía algo así! ¡Solo estaba preocupado por mi hermano, creía que estaba siendo engañado, así que...! ¡Yo...!

    Ya es suficiente, Jack. –No podía soportar seguir observando el rostro lloroso del chico durante más tiempo, esa cara tan inocente y alegre manchada por el desliz de las lágrimas indeseables por sus mejillas secas.

    Por mi culpa él estaba llorando, así que atravesé mi brazo derecho todo lo posible a través de los barrotes de hierro y con ternura acaricié sus cabellos dorados, esos cabellos que compartía junto con su hermano Zack mientras que el otro tocó las rojas manos del chico con el único fin de separarle de aquellos cilindros de metal.

    Tú no tienes la culpa de nada –le dije a la vez que le dedicaba una pequeña sonrisa. Yo apretaba mi mano izquierda sobre las suyas en un intento por transmitirle seguridad y tranquilidad, pero lo dudaba ya que seguramente ya habría notado lo mucho que temblaba.

    ¡Pero por mi culpa mañana morirás quemada! –gritó. Por suerte no había ningún guardia en los calabozos.

    Me dolía ver la angustia que le había causado a ese niño, y a todos a mi alrededor. Las caras llenas de tristeza que estuve observando desde pequeña jamás se borrarán de mi mente; los rostros llorosos de la gente ponía cada vez que ocurría una desgracia, una catástrofe causada por mí, por estar junto a ellos. ¿Podré algún día dejar de traer desgracias al mundo? Me gustaría que ese deseo se realizara.

    Por eso, con tal de cumplir mi objetivo, y siempre que sea capaz de volver a traer la felicidad a mis seres queridos, no me importaría morir quemada. Al fin y al cabo es la misión que me impuse a mí misma desde que murió mi madre: traer la felicidad al mundo que conozco. Por ese fin, estuve haciendo todo lo posible por pagar mi pecado con la ayuda de estos ojos, viendo el futuro y haciendo lo que estaba en mi mano para cambiarlo; ese era mi cometido.

    Y ahora... Pronto todo acabará. Con mi muerte mañana por la mañana.

    Lo sé... pero ése es mi destino. Si muero ya no traeré más desgracias al mundo; la gente ya no sufrirá porque esté a su alrededor y todo volverá a ser normal. Jack, no te preocupes, no ha sido por tu culpa; fuiste engañado por Peeta al fin y al cabo, no te tortures por ello.

    Mis palabras sonaban hermosas por fuera, pero por dentro, en su verdadero significado, sonaban horribles y falsas; y parece que el pequeño príncipe se dio cuenta de mi acto. Él de repente se alejó de mí, con una mueca de desacuerdo adornando su rostro y sus lágrimas detenidas, como si se hubiera parado el tiempo para ellas.

    Da igual lo bonitas que sean tus palabras... ¡Si al final son mentiras no las quiero! ¡No necesito la compasión de nadie!

    Jack...

    Te salvaré... ¡Te salvaré y así mi hermano y tú podréis estar juntos! ¡Volverás con Zack, te lo prometo!

    Detén esta locura, Jack –insistí con voz severa. No debía de continuar más con este juego amable, si deseaba que se rindiera tenía que ser más cruel–. ¿Qué puedes hacer tú? Sólo eres un crío de diez años que no sabe aún cómo actúa esta sociedad en la que vivimos. ¿Acaso dices tener el poder para cambiar el destino de una persona? ¿Qué puedes hacer con esas pequeñas manos que carecen de autoridad?

    Por un momento pensé que se rendiría, que se largaría enojado y sin salvación alguna... Pero lo que conseguí fue el efecto contrario.

    Puede que ahora mismo sea débil y que nadie me tome en serio... ¡Pero aunque sea poco, haré todo lo posible por salvarte con estas dos manos! ¡Porque si tú mueres mi hermano no lo soportará, y no quiero eso! ¡¡No deseo que ni tú ni él sufráis!! Si con eso puedo cambiar el destino me parece bien. –Él apretó sus manos con fuerza y un brillo indescriptible inundó sus ojos turquesa, un brillo que vi en Zack la primera vez que nos conocimos–. Además –prosiguió–, ¡tú eres una buena persona! –Mis esfuerzos por detenerle se esfumaron en el momento en que me dedicó esa gran sonrisa junto a esas palabras sensatas pronunciadas por la voz de un niño; él me había abierto los ojos, haciendo que despertara y viera lo que realmente deseaba: no quería morir.

    Con una sonrisa dibujada en mi rostro, observé al pequeño Wyndalia y dije lo siguiente:

    Parece que es imposible hacerte retroceder. Buena suerte, pequeño príncipe.

    Su rostro pareció iluminarse al ver que aún había un pequeño rayo de esperanza.

    ¡Sí, te prometo que Zack y yo te salvaremos mañana! ¡Lo prometo!

    Y tras sellar nuestra inocente promesa, el segundo príncipe se marchó del lugar.

    Seguí apretando los barrotes con fuerza, con la esperanza de ser salvada. Da igual lo muy segura que hayan sonado mis palabras, la realidad era distinta; lo sé por la reacción que mi cuerpo no era capaz de olvidar, este temblor que no quería desaparecer y que ponía en evidencia mis mentiras. Deseaba ser salvada y estar junto a Zack para toda la eternidad. Ojalá ese sueño se volviera realidad, haciendo que escape de esta pesadilla. Regresé a una esquina de la mohosa y húmeda sala, tumbándome en lo que era mi cama: un montón de paja y polvo. Me acomodé en ella y coloqué mis brazos detrás de mi nuca, tocando mis amados cabellos rojos cortados cruelmente y mirando fijamente el techo que parecía que se iba a caer. Entonces recordé la visión que tuve recientemente.

    Me preocupaba lo que iba a ocurrir mañana en la plaza; no podía evitar inquietarme por ver ese horrible futuro. Antes de que la manecilla marque el mediodía la tragedia ocurrirá, consumiendo por completo la torre con la ayuda de las llamas a medida que suenan sus doce y últimas campanadas antes de desaparecer por completo, quedando solo sus restos incinerados. Por ahora no había nada de lo que preocuparse.

    Me levanté de la incómoda paja que se clavaba en mi piel y me acerqué al pequeño cuadrado que me proporcionaba aire, con sus correspondientes barrotes para impedir que escapara por ahí; de todas formas era tan pequeño que solo podría pasar uno de mis brazos. Notaba la brisa impactar sobre mi rostro lastimado y sucio y la luna llena me observaba con lástima, brillando en mis últimos momentos de vida. La luna hoy lucía hermosa. Sin embargo el hechizo fue destruido por la punzada que sentí en mi cabeza, marcando el comienzo de otra visión.

    Con una mano agarré mi vestido con tanta fuerza que llegué a rasgar un otro de tela y parecía que mi otra mano quería hacer lo mismo con el poco cabello que me quedaba. Mi voz sonaba desesperada y no paraba de soltar gritos de agonía; nunca me acostumbraré a este horrible dolor. Y entonces lo vi, vi una escena horripilante. Observé cómo Jack se adentraba a la torre en llamas y éste no volvió a salir, siendo consumido por el fuego.

    Aterrada y con el sudor en todo mi cuerpo, me aproximé a los barrotes que me separaban de la libertad y grité, esperando a que alguien me escuchara para informarle de lo que sucederá en el futuro.

    ¡POR FAVOR, QUE ALGUIEN VENGA! –Pero nadie apareció.

    Da igual lo mucho que hubiera gritado, nadie apareció por este solitario lugar. Yo me maldecía por dentro, desesperada por lo que acababa de observar. Alterada, llegué a tirar toda la paja por los alrededores poniendo en manifiesto mi exasperación. Sin embargo me detuve a los pocos minutos, no tenía sentido alarmarme de esta manera; si nadie venía lo único que haría sería gastar saliva en vano. Entonces me senté en un rincón húmedo, rezando toda la noche porque todo saliera bien.

    Sin poder relajar mis ojos en toda la noche, la hora acordada llegó en un abrir y cerrar de ojos. Los guardias abrieron la celda, ataron mis manos con cuerdas y me escoltaron hasta la plaza con el único propósito de evitar mi huida. Hoy la ciudad estaba decorada con aire festivo ya que era la temporada recolectar la abundante cosecha de este año, así que para celebrarlo planearon este festival; no obstante el pueblo no está de buen humor, con un silencio espectral presente por donde pasaba para llegar al lugar de mi muerte. Los ciudadanos miraban expectantes, con rostros afligidos a causa de mi engaño; incluso los niños observaban en silencio a medida que me acercaba a la plaza con pasos sonoros pero dubitativos.

    Cuando llegué al sitio acordado, bajo la fija mirada de los espectadores –en el que pude observar a mis conocidos aquí presentes–, el manto del silencio fue destruido por la voz de aquel hombre cuya avaricia me ha arrastrado hacia mi propia muerte: Peeta, el consejero del rey.

    ¡Ciudadanos del pueblo! Me complace anunciar que, tras años de dura búsqueda por encontrar a aquellas personas cuyo poder maldito nos ha estado trayendo desgracia al pueblo, por fin hemos hallado a este ser horripilante poseedor de esos ojos malditos. –Él agarró mi cabello rojizo y desarreglado con gran brusquedad, causando que soltara un quejido de dolor. Este cabello antes largo y extenso se había reducido a varios mechones alborotados e irregulares, y todo a causa de este hombre vil que me lo había cortado; había cortado mi orgullo como si nada.

    Noté nuevamente la mirada expectante del público con ojos temerosos e incrédulos, murmurando lo sorprendidos que estaban por la impresionante verdad –sobretodo por parte de aquellos conocidos míos y personas a las que he ayudado durante todos estos años–; entretanto, el hombre con cara de serpiente observaba con regocijo, saboreando sus pasos de gloria a un ascenso mayor mientras apretaba más el agarre. Yo solo podía mirar cabizbaja con tal de desviar mi mirada de ellos, mordiendo mis labios tan fuerte que sentí el sabor a sangre salir de ellos. Pero me daba igual, aparte de añadir una herida más a mi cuerpo pronto ya no seré capaz de sentir dolor alguno cuando atraviese la puerta de la muerte.

    Esperaba cruzar ya aquella puerta, ya sin esperanzas de vivir cuando escuché un chillido. Yo me giré hacia donde provenía la voz y los vi: los exiliados.

    ¿Qué hacían ellos aquí?

    ¡Soltadla! ¡Ella no se merece esto! –gritó uno de ellos.

    ¿Qué mal ha hecho ella? –cuestionó otra mujer abrazando a su hijo.

    ¡Akagami es una buena persona, da igual si tiene esos ojos rojos! –bramó Selphie y su hija Lina al mismo tiempo.

    Todas aquellas personas a las que había ayudado estaban allí en mi rescate. No pude evitar llorar de la felicidad. Sin embargo aquella felicidad no duró mucho.

    ¡¡A CALLAR!! –ordenó el consejero–. ¡Guardias, quemadla en la hoguera! ¡Ya!

    Los guardias me agarraron con fuerza con la intención de tirarme en donde estaba la madera aún intacta y a punto de arder, pero varios exiliados les golpearon con los palos que llevaban. Yo conseguí escapar de su agarre y, a unos cuantos metros de la pelea, noté cómo alguien me quitaba las cuerdas de las manos.

    ¿¡Estás bien, Akagami!? –preguntó la hija de Selphie alarmada ya deshaciéndose de mis cuerdas. Yo asentí y me acaricié las muñecas ya liberadas y con las marcas aún visibles de las cuerdas.

    Después de quitar mi vista de ellas, vi el horror que había causado. Los exiliados y la Armada –incluso pude divisar a Jack luchar contra su propio ejército, aunque apenas conseguía hacer nada– estaban combatiendo sin cesar aun cuando su meta principal ya había sido cumplida; el odio les impedía detenerse. Grité una y otra vez creyendo que se iban a detener pero fue en vano, ahora era como si ya no existiera.

    Aquella revuelta seguía sin cesar hasta que el guardia que poseía la antorcha para hacer arder la fogata cayó, logrando que se le escapara dicho palo ardiendo y cayera justamente al lado de la majestuosa torre del reloj. Dicha torre empezó a arder con fuerza en cuestión de segundos. La gente dejó de pelear a la vez que observaba con el temerosos pensamiento de que podría incendiar la capital.

    ¡Tenemos que apagar el fuego! –gritó un ciudadano. En ese momento fue como si hubiera una tregua temporal, intentando apagar el fuego con el agua de la fuente.

    Sin embargo, vi cómo mi mayor pesadilla se hacía realidad, observando a Jack con intentos de adentrarse dentro de ella y haciendo un gran esfuerzo por zafarse de los guardias que le retenían.

    ¡Jack! ¿Adónde vas? ¡Es peligroso!

    ¡Tengo que recuperar algo! –contestó Jack apresurado.

    Y seguido de ello, el segundo príncipe entró en la torre en llamas.

    ¡¡JACK!!

    En ese momento temí por aquel futuro, deseaba que no se hiciera realidad. Entonces, con el único fin de cambiar el futuro, con decisión entré también a la torre.

    ¡Akagami! –Escuché mi nombre antes de adentrarme completamente en dicho lugar.

    Empecé a subir apresuradamente las escaleras, con una fuerza sobrehumana por alcanzar al veloz niño de ocho años. La temperatura había aumentado de forma brusca para mí, haciendo que mi vista se nuble y esté mareada del calor; pero no me detuve, centrándome en lo que importaba de verdad. No me detuve incluso cuando algunas pequeñas chispas impactaron en mi piel y crearon un punzante dolor a mi alrededor; por suerte no era nada grave.

    A medida que subía en aquellas escaleras de las que podrían resquebrajarse en cualquier momento mi cabeza me dolía cada vez más, haciendo que en una parte del recorrido me detuviera. Justo en ese momento vi el futuro, pero aquel era distinto en comparación con las demás visiones que he llegado a observar. Un futuro en el que los dos nos salvaríamos.

    Entonces agité mi cabeza con fuerza y proseguí mi camino.

    Con dificultad –a causa de que alguna parte del techo empezaba a caer, logrando que la madera ardiendo casi me caiga encima–, conseguí llegar por fin a la última planta. Observé a Jack coger una caja y aferrarla hacia sí mismo con fuerza, como si lo intentara proteger a toda costa. Yo le llamé casi sin aliento.

    ¡JACK! –Yo corrí a abrazarle a la vez que me miraba sorprendido; al parecer fue inesperado que me viera en este sitio.

    ¡Akagami! ¿Qué haces aquí? –preguntó él con sorpresa.

    ¡Eso debería de preguntarlo yo! –reclamé enojada–. ¿Por qué corriste de esa manera?

    El de repente miró la caja que poseía en sus manos con arrepentimiento; no hacía falta que dijera con palabras que aquello era muy importante para él, su miraba le delataba. No obstante opté que era mejor dejarlo para luego; ahora teníamos que salir de aquí o moriríamos incinerados. Dejando aquel tema para después –eso claro si conseguíamos salir–, nos giramos para volver por las escaleras, pero de repente una parte del techo se cayó, tapando nuestra única vía de rescate.

    ¿¡Ahora qué hacemos!? –El niño, alarmado, no paraba de aferrarse a mí y a la caja con lágrimas en sus ojos.

    El miedo me invadía también por dentro, sin embargo mi cabeza estaba lo suficientemente fría como para dirigirme al agujero del reloj que conectaba con el exterior, y también para poner en marcha la visión que vi anteriormente. Al salir del agujero, lo primero que percibimos fue la fuerte brisa del viento impactar en nuestras caras y el inmenso miedo a la muerte tras mirar hacia abajo. Estábamos en un lugar alto, pero que muy alto.

    ¿Akagami, qué vas a...? –Jack, con voz temblorosa, preguntó a medias, bastante temeroso y cuestionándose tal vez por qué había entrado.

    Jack –le llamé también con un hilo de voz–, ¿me prometes que confiarás en mí?
    Él asintió dudoso pero con la misma esperanza que poseía yo.

    Y, creyendo en ese futuro que había llegado a ver, salté de la torre junto a Jack, tan desesperada como si fuera la última cosa que realizaría.

    Los dos caíamos a ritmo constante, con el sonido del viento invadiendo mi oído izquierdo a causa de la velocidad y los gritos escandalosos de Jack en mi otro. Me sentía tan liviana... Casi sentía que podía volar. Pero con la simple idea de saber que estaba cayendo hacía que no me engañara aquella fantasía. Cerré los ojos fuertemente, esperando ser salvada por esa persona mientras más se acercaba el momento del impacto. Justo en ese momento sentí algo cálido rodearme la cintura a medida que notaba cierto balanceo ascendente y descendente. Abrí los ojos lentamente y me encontré al salvador que vi en mi cabeza y predije mientras me encontraba bajo el manto de las llamas: era Zack, que misteriosamente ha conseguido escapar del castillo.

    ¡Zack! –Mi voz sonó esperanzada al pronunciar su nombre y él automáticamente nos miró a Jack y a mí. Un suspiro salió de su boca, denotando la presión que había sentido en esa situación tan crítica que estábamos... o seguimos estando.

    Estamos a unos siete metros del suelo y con la única disposición de nuestras manos; las mías sujetaban fuertemente a Jack y a Zack en un intento por no dejar caer al niño –que se aferraba a mí y a su caja con sus delgados brazos carentes de fuerza– ni tampoco dejarme caer; Zack entretanto agarraba con una mano la cuerda que se hallaba horizontalmente perpendicular a una farola mientras que con la otra nos sujetaba a los dos con firmeza.

    ¿¡Estáis bien!? –preguntó el primer príncipe con voz alterada; se podían observar las gotas de sudor mostradas en su frente arrugada, haciendo todo lo posible por no soltarse.

    Sí. –Asintió Jack asustado–. ¿¡Pero a quién se le ocurre tirarse de una torre a treinta metros de altura!? ¡Creía que íbamos a morir! –expresó el pequeño con cierto enojo, dando a entender que estaba regañándome.

    ¡Vale, siento no haberte avisado de antemano! –me disculpé–. ¿Pero qué querías? ¿Saltar o ser engullido por las llamas?

    Por lo menos la próxima vez avisa de lo que ves para así no darme estos sustos –pidió tembloroso. Eso sí, dudo que haya una próxima vez.

    Esto... Siento interrumpiros –habló esta vez Zack–, pero creo que tenemos un pequeño problema.

    Y tenía razón. A varios metros del suelo, sentí un pequeño descenso, haciendo que fuera más cercano nuestro impacto. Los tres alzamos la vista hacia nuestro bote salvavidas y pusimos una mueca de horror: el fuego nos había alcanzado y estaba acabando con un trozo de cuerda, amenazando por romper su frágil soporte que nos salvaba de la caída.

    Esto sí que es estar en la cuerda floja –añadió Zack de forma burlesca.

    ¡No hace gracia, Zack! –grité para luego notar de nuevo el descenso, esta vez con un acompañante más que se nos unía.

    Ahora los tres caíamos según la trayectoria que quería ofrecer aquel trozo de hilos unidos, aún sujeta a un extremo –concretamente al de la farola. El balanceo de la cuerda hizo que no impactáramos contra el suelo, pero originando nuevamente nuestro ascenso al cielo.

    ¡Soltad la cuerda! –ordenó el pequeño príncipe de repente. Yo iba a reprocharle aquella idea, pero al ver ese gran trozo de tela bicolor que componía una carpa de circo debajo nuestra lo comprendí.

    Así que, tras soltar la cuerda, empezamos a caer otra vez, chocando con la carpa y traspasando un trozo de su tela roja. Al terminar la bajada, noté la textura de una extensa colchoneta debajo mía, tan blanda que reprimió nuestro impacto con el suelo y salvándonos así la vida.

    Salimos inmediatamente de la carpa y observamos cómo los ciudadanos y los guardias transportaban el agua y lo tiraban a la torre en llamas con la ayuda de varios cubos de madera. Nosotros también fuimos a echarles una mano y minutos después lo único que quedó fueron restos incinerados. Las nubes negras causadas por el fuego ascendían hacia el cielo, disipándose a medida que subían hasta que al final la bóveda celeste volvió a ser azul. La gente del pueblo se aproximaba a nosotros con júbilo, aliviándose de que estuviéramos a salvo. Todos mis conocidos estaban a mi alrededor, alegrándose por mi estado, sobretodo Selphie y Lina que no paraban de abrazarme con cariño. Yo me sentía feliz hasta que la voz de aquel hombre hizo que recordara mi situación actual.

    Akagami, ya es hora de la ejecución –anunció Peeta indiferente. Los demás ciudadanos volvían a mirarlo con rabia, en desacuerdo con lo que acababa de decir.

    ¿¡Por qué debe de morir!? –cuestionó Selphie sin romper el abrazo–. ¿¡Acaso esto no es prueba suficiente para dejarla con vida!? ¡Ha sacrificado su vida por salvar la del príncipe Jack!

    Selphie... –Sus palabras agitaron mi corazón, proporcionándome una calidez en ella y que mis ojos se aguaran. La mujer iba a continuar pero de repente el brazo de Zack se colocó enfrente suya, pidiéndole que le dejara a él proseguir con todo esto.

    Consejero Peeta, da igual lo que usted diga, Akagami es una gran persona que ha ayudado a todo el pueblo sin importar su categoría social; ayudó a exiliados y ciudadanos por igual, con la misma amabilidad a todo el mundo. Yo sé mejor que nadie la bondad de Akagami, al fin y al cabo yo fui el que interactuó con el pueblo a favor de sus visiones, proporcionando que pudiera cambiar las atrocidades que ella fue capaz de presenciar. Yo conseguí ayudar y proteger la capital gracias a ella y a estos ojos de los que consideras una desgracia. Dime, Peeta, después de escuchar todo esto, ¿¡aún crees que ella merece morir por solo tener un poder que a utilizado por el bienestar de este país!?

    ¡No se deje engañar por los trucos de esta bellaca, Alteza! –insistió el consejero, algo retraído por la desventaja que poseía–. ¡Ella está maldita y lo único que proporcionará es desgracia al pueblo!

    ¡Lo que acaba de ocurrir es la prueba perfecta de que todo eso está cambiando! –El príncipe elevaba cada vez más su tono de voz al igual que los ciudadanos, deseosos de que se impusiera justicia a este asunto–. Ella no habría saltado si no estuviera segura de ello; gracias a sus visiones, Akagami supo que yo le rescataría, así que saltó y su predicción se hizo realidad. Y desde el día que la conocí ella me afirmó que lo que veía eran futuros en las que no se mostraba salvación, sólo las desgracias que ocurrían. ¡Ella está cambiando por el bien de la gente de este pueblo!

    ¡¡Tonterías!! –soltó Peeta indignado y con temor. La gente cada vez se alejaba más de su lado, incluido sus propios guardias a su cargo–. ¡Ella seguirá siendo una amenaza para todos! ¡Ella y todos vosotros! –Él señaló a todos los exiliados de forma acusadora, nervioso y sudando sin parar; un fuerte bufido sonó por parte de ellos, lastimados por aquella incriminación–. ¡Todos estáis malditos!

    ¡Ella no es malvada ni está maldita! ¡Ni ella ni todos los presentes! –confesó el príncipe–. Y si necesitas más pruebas de ello espera; yo confío en el futuro del país, el futuro que formarán todos. Y todo debe de comenzar con la aceptación de los exiliados; ellos son personas después de todo.

    ¡Esos seres de ojos verdes no son personas! ¡Son monstruos! –bramó el consejero del rey–. ¡Ellos no tienen nada de humano! ¿Qué persona normal sería capaz de ver el futuro? Además, si fuéramos a aceptarlos como tal, ¿quién sería responsable de que alguien poseedor de esos ojos malditos utilizara sus poderes de forma equivocada? ¡Hay que extinguir a esa raza de una vez!

    El pueblo cada vez estaba más agitado, ahora lo único que se podía escuchar eran los gritos escandalosos de los ciudadanos clamando por justicia. Jack no paraba de aferrarse a mí temeroso con su cajita de madera, esperando que todo esto acabara de una vez. Si esto continuaba, no habría un futuro agradable para el país. Con ese deseo en mi mente, grité:

    ¡¡¡Callaos!!! –Las personas se callaron y me miraron fijamente, sorprendidos por mi reacción. Entretanto, con una seriedad comparable a la del rey, expectante de todos estos actos, me dirigí a Peeta indiferente–. Peeta –le llamé–, ¿puedo hacerle una pregunta?

    Pero él no contestó.

    Lo tomaré como un sí –proseguí–. Usted insinúa que nosotros no deberíamos vivir, que al estar malditos seríamos una amenaza para todos. Entonces, ¿le parece justo que le arrebates la vida a las personas?

    El sacrificio es necesario para seguir avanzando; da igual que una persona muera siempre y cuando sea por el bien de un millón de personas. Eso es justicia.

    Y eso es lo que hicisteis vosotros, malditos cobardes”, fue lo que interpreté al ver su mirada fija en mí, llena de odio y rencor.

    La gente intentó reprocharle esa estupidez pero alcé el brazo, pidiendo que se mantuvieran callados.

    Yo no estoy de acuerdo con eso –dije.

    Él apartó la mirada con reproche. No le presté atención y proseguí.

    Los humanos somos seres limitados, que nacen y viven para después morir tarde o temprano. Por eso la gente vive al máximo, aprovechando sus vidas hasta que les llegue la hora. Entonces, ¿crees que es justo asesinar a aquellas personas que ríen, lloran, comen, sienten y viven aprovechando sus vidas por solo poseer una diferencia en comparación con los demás? Por supuesto somos diferentes, al fin y al cabo somos humanos; solo porque haya una diferencia más especial no significa que se deba de acabar con la vida de una persona, una vida muy importante, valiosa e irremplazable. Lo sé mejor que cualquiera... –Y la imagen de mi madre apareció en mi mente, sonriendo alegremente como siempre hacía.

    El pueblo estaba en silencio, conmovida por mi pequeño discurso. Unas lloraban, otras asentían en silencio y algunas gritaban exaltados por aquella verdad.

    ¡Es cierto! ¡Es cierto! –repetía un pequeño grupo de gente.

    ¡Todos merecen los mismos derechos! –chilló uno.

    ¿Malditos nosotros? ¡El único maldito eres tú! –insultó otro.

    Todos los ciudadanos se agitaron, los gritos constantes del pueblo se dirigían al consejero, que estaba totalmente retraído por el giro de los acontecimientos. Él empezó a huir lejos, siendo perseguidos por un conjunto de gente. Los demás observábamos cómo éste se alejaba por la lejanía a medida que era perseguido. Ya, cuando no se podía apreciar su silueta, la gente gritaba contenta por haberse desecho por fin de aquellas cadenas. Incluso creí haber observado una sonrisa por parte del rey. Mientras no paraban de gritar de la emoción, Zack, Jack y yo nos alejamos un poco para hablar con el segundo.

    Jack –nombró el hermano mayor con enojo–, ¿por qué te adentrarte en la torre? ¿Acaso no viste que era peligroso?

    El niño, algo cohibido, aferró aún más fuerte la caja de madera y contestó:

    Porque es nuestro tesoro más importante, el tuyo y el mío. Ya que es último recuerdo que tenemos de mamá...

    ¿La reina? –pregunté. Jack asintió cabizbajo, con la mirada fija en el objeto que tenía entre sus manos. En ese momento varios recuerdos borrosos se aclararon, mostrándome memorias olvidadas pero llenas de felicidad.

    La reina, una mujer frágil y con frecuencia a enfermarse, falleció hace seis años al dar a luz a su segundo y último hijo. Ella fue una mujer hermosa, amable y benevolente que llegó a visitarnos, a los exiliados, constantemente y en secreto (no me extraña de quién a sacado Zack la costumbre de escapar del castillo). En comparación con todos, ella fue la que más amablemente nos había tratado, sobre todo a mi madre y a mí, que nos visitaba con más frecuencia. La reina un día llegó a conocer nuestro secreto y sin embargo ella nunca dijo una palabra sobre nosotras, ella se llevó el secreto a la tumba; aunque cuando vinieron a llevarse a mi madre, no pude evitar enojarme con la mujer, llegando a odiarla y a olvidarla. De todas formas desde que mi madre abandonó este mundo nunca supe nada más de ella. Pero cuando murió, me di cuenta de que estaba equivocada. Era una mujer que no tenía prejuicios sobre nosotros. Al igual que su hijo.

    Entonces reí, curiosa por descubrir todas esas coincidencias. Algunas veces las casualidades eran sorprendentes.

    Y ahí, dentro de aquel cuadrado, se encontraba su recuerdo, una memoria muy importante para ellos; debía de ser muy especial para Jack por la manera en que entró a la torre, tan desesperado.

    Además –habló Jack–, mamá dijo que le entregáramos esto a alguien.

    ¿A quién? –pregunté curiosa.

    No lo sé –confesó–. Solo dijo antes de morir que se lo entregáramos a esa persona cuando ya no existieran los exiliados. Nunca lo entendimos, puede que se refiera a cuando fueran liberados.

    Yo le pedí la caja a Jack y empecé a examinarla. Miraba de arriba a abajo la cajita, la agitaba pero no se escuchaba nada. Entonces, al ver la parte de abajo de la caja me sorprendí.

    Tiene... Tiene puesto mi nombre.

    Y era cierto. Los hermanos se acercaron a mí incrédulos y lo vieron: mi nombre tallado en su superficie.

    Ábrela –ordenó Zack. Asentí y, después de coger una gran bocanada de aire, la abrí.
    Había un sobre blanco, con detalles dorados y el sello real, dedicado a mi nombre. Yo la abrí y empecé a leerlo en voz alta.

    Querida Akagami:

    Puede que te sorprenda el que te escriba, quien sabe cuántos años habrán pasado antes de que recibas esta carta... Pero me alegra que ahora la estés leyendo. Creo que alguna vez te habrás preguntado por qué la propia reina se escapaba del castillo para irse a los alrededores y visitaros. Bueno, eso es porque allí se encuentra mi primera, verdadera y única amiga, Akane.

    Conocí a tu madre cuando éramos pequeñas. Una vez que escapaba del castillo y sus restricciones, deseando la libertad, ella me ayudó en su momento para escapar, aun siendo una desconocida para ella. Esa mujer de cabellos rojos me trató de manera indiferente aun siendo de la realeza, me trató como a una persona y no como un noble. Con ella me sentía cómoda, no parábamos de reír, no paraba de disfrutar mi vida con ella y con los exiliados. Conocía el poder que poseía tu madre, sin embargo yo la seguí tratando de manera indiferente; aunque admito que al principio me sorprendí.

    Akagami, sé que la pérdida de tu madre fue muy dura para ti, pero confío en que sigas viviendo alegremente como hizo ella. Dime, ¿te arrepientes? ¿Te arrepientes de haber adquirido esos ojos como tu madre a los que muchos consideran malditos? Yo no lo veo de esa manera. Yo pienso que ha sido una experiencia tanto para ti como para los que te rodean; y la prueba de que aquella era llena de injusticia y prejuicios ha acabado es el que estés leyendo esta carta.

    Akagami, prométeme que seguirás viviendo felizmente ahora que los exiliados ya no existen; sé que tu madre te está vigilando en ese cielo tan azul que observamos cada día y que se preocupará si estás triste. Vive por tu felicidad.

    Ah, casi se me olvidaba decirte que tengo un hijo que seguramente piensa lo mismo que yo, ojalá pronto llegue el día en el que consigas conocerle. Sé que os llevaréis bien. Bueno, sintiéndome casi sin fuerzas y esperando por la llegada de mi segundo hijo, rezo por un futuro mejor para ti y mis dos hijos.

    Sigue viviendo, Akagami.

    De la reina, amiga de Akane

    La carta se arrugó debido a la fuerza que la agarraba, llorando silenciosamente y mirando al cielo con una sonrisa. El odio que sentí hacia ella anteriormente había desaparecido, convirtiéndose en afecto.

    Muchas gracias... Reina.

    Abrí el sobre para guardar la carta pero me percaté de que había tres fotografías: la primera mostraba a mi madre y a la reina de cuando eran jóvenes; la segunda a ellas y a mí, ellas más crecidas pero yo seguramente en ese tiempo poseía tres años; y la última pero no menos importante era la de la reina junto a su hijo Zack, abrazándolo mientras el niño acariciaba su barriga algo crecidita. Sin duda, esas escenas eran de lo más tiernas.
    Los tres esbozamos una gran sonrisa.

    Desde aquel día, nunca se supo de Peeta; había desaparecido como la espuma. Los exiliados volvimos a convivir con los demás del pueblo dentro de la capital y los días fueron aún más alegres que antes.

    Mientras, Zack y yo nos encontrábamos en el estanque nuevamente como todos los días.
    Una pregunta Zack –dije con curiosidad. Hace tiempo que tenía esa duda–, ¿cómo escapaste del castillo? ¿No estaba vigilado por guardias?

    Es cierto... Pero escapé por allí. –Él señaló a un sitio y dirigí mi miraba al lugar que marcaba: una ventana del palacio–. Escapé por la ventana de la habitación y desde allí seguí por los tejados. ¿Tú cómo te crees que escapo del palacio como ahora?

    Yo reí por ello.

    El atardecer ya se hacía presente en el cielo. Íbamos rumbo a nuestros hogares, sin embargo, antes de que Zack volviera, él dijo:

    Akagami, ¿sabes? Después de todo ahora amo más el color rojo.

    ¿Por qué? –interrogué con una sonrisa.

    Porque es el color del destino, el destino que nos ha unido, ¿no te parece? –Yo asentí tras aquella afirmación.

    No sabía cuánta razón tenía.

    Y entonces nos dimos un beso de despedida, esperando a que llegara mañana para poder vernos otra vez.

    Fin
     
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    kazuki-chan

    kazuki-chan Entusiasta

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    Que lindo :') un hermoso final para una hermosa historia. Te agradezco que la hayas escrito y me hayas invitado a leerla, la verdad está muy bueno, aunque tú digas que no te gusto mucho, a mi me encantó!!
    No noté errores ni nada parecido. O tal vez me perdí en la historia y me olvide de ello. Pero la verdad tu historia es hermosa y se entiende a la perfección!
    Te deseo suerte en la actividad ^-^
    Que te valla bien, cuídate, sayonara ^-^
     
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  14.  
    Dann

    Dann Entusiasta

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    Hola Sora.

    Hoy soy la segunda y no la última en comentar n.n

    Tengo que confesar que cuando vi que eran 7,ooo y tantas palabras me espante, y cuando leí que no te había gustado dije "oh no, que ha pasado aquí!?!".

    Realmente el leerte es un placer, la lectura fue (personalmente) liviana y linda, cuando comencé a leer el primer capítulo pensé que acabaría trágicamente, pero ya veo que no, al final la tentación prohibida fue libre.

    Con el correr de las palabras me puse a pensar en lo que realmente significa amor y que hoy en día queda muy poco de ello, así como la realidad en la que vivimos, que es, muchas veces llenas de discriminación, el poderío de los ricos sobre los pobres, en fin, en todo el siglo XXI.

    Tu historia me ha gustado mucho, la descripción de los hechos tanto de los sentimientos ha sido lo mejor, quizá no te ha gustado mucho a ti, pero en realidad lo que has escrito ha sido muy lindo, tan realista como fantástico.

    Sobre la ortografía y todo eso que vamos superando poco a poco no he notado nada, osease que todo está en orden, bueno, solo una cosilla (que hasta hace poco no sabía) cuando cierres el guión recuerda escribir la primera palabra en mayúscula y juntarla al guión.

    El final ha sido tanto romántico y lindo como cruel (sólo al principio cuando la capturaron y todo eso...).

    No tengo nada más que decirte solo desearte muchísima suerte.

    Ha sido un placer leerte Sora n.n

    Nos leemos cariño, ¡¡¡un abrazote de oso!!!
    P.D.1 Qué porque he puesto palabras en rojo y azul?
    P.D.2 ¡¡¡Ha empezado Londrés 2012!!!
     
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