Long-fic Kingdom Hearts: Anima's Revolution

Tema en 'Crossover' iniciado por MrJake, 9 Septiembre 2012.

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  1.  
    MrJake

    MrJake Game Master

    Capricornio
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    12 Julio 2012
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    Título:
    Kingdom Hearts: Anima's Revolution
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1469
    Aquí traigo otro fic, aunque esta vez no sé si debo incluirlo aquí o en el subforo de rol y videojuegos.
    En esta historia tendremos como protagonistas a Sora, Riku y Kairi, que tendrán que recorrer nuevos mundos para salvar al rey Mickey, a Donald y a Goofy de una horda de enemigos que no parecen ser sincorazón ni incorpóreos.
    ¿Qué tiene de crossover? Pues que esos mundos nuevos no serán mundos de Disney como acostumbra, sino mundos totalmente distintos, desde el mundo de Super Mario Bros hasta el de Dragon Ball, pasando por mundos más infantiles como lo son el de Shin Chan y el de Mirmo. Cada mundo durará entre 2 y 5 capítulos.

    ¡OJO! Es muy probable que se lleven a cabo historias muy similares a historias reales de series, películas o videojuegos. Esto quiere decir que es posible que veamos SPOILERS de los distintos mundos.

    Introducción:
    Aquel día era soleado, como solía ser en aquel sitio. Un chico con pelo de punta de un color chocolate muy particular contemplaba el sol en lo alto del cielo, sentado en un árbol torcido del que colgaban unos peculiares frutos estrellados.
    Miró al sol, que poco a poco se iba escondiendo. Aquella puesta de sol motivó sus recuerdos, y empezaron a aflorar, uno tras otro.
    Las aventuras vividas junto a Donald y Goofy, cuando recorrió tantos mundos para buscar a sus amigos Riku y Kairi. Cuando luchó contra los infames sincorazón, cuando desbarató los planes de la Organización XIII… fueron grandes aventuras vividas hace tiempo. Y ahora, al fin, regresó a su rutina, a su tranquilidad. A la plácida vida que tenía en las islas.

    Destiny Islands
    (Islas del Destino)
    Oyó algunos pasos acercándose. No tuvo ni que voltearse, en seguida supo quién era.
    —Riku —murmuró el moreno mientras a su lado se sentaba un chico de pelo plateado, que contempló con sus ojos azules como el cielo se escondía.
    —¿Recordando? —preguntó Riku.
    El chico de pelo puntiagudo asintió.
    —Ahora hay paz… de nuevo —dijo como en un suspiro.
    —¿Y eso te gusta? —la pregunta de Riku alarmó a su compañero. El chico lo miró fijamente, algo extrañado.
    Él no dijo nada, simplemente extendió su brazo y, como bañada en una luz, apareció una llave gigante, la llave espada.
    —La llave espada de la luz —murmuró Riku, que imitó a su compañero. Tras extender la mano al igual que lo hizo su amigo, apareció una extraña espada, ésta bañada en oscuridad—. Y la del abismo.
    Ambos contemplaron un tiempo sus armas. Y, en ese momento, una voz femenina les interrumpió.
    —¿Os estáis poniendo nostálgicos? —amobos chicos se giraron a mirarla, mientras ella avanzaba hasta ocupar su puesto en el árbol inclinado.
    La chica admiró las “llaves espada” de sus amigos, y dijo con voz firme pero burlona:
    —Os gustaría volver a usarla, ¿eh?
    El chico de pelos de erizo hizo desaparecer su arma y se levantó del árbol. Poniéndose frente a sus amigos, dijo, con sus manos en la nuca:
    —¿Para qué usarla? Ya no hay nada contra lo que luchar, ¡la paz ha vuelto! Los sincorazón volvieron a su mundo y ya no asolan otros mundos. Los incorpóreos se extinguieron con la Organización XIII. ¡Ahora hay paz!
    Tras dar un tajo en el aire, Riku hizo desaparecer su oscura arma, y miró al cielo.
    —Cierto —dijo—. Los otros mundos están en paz, ¿no? Ya no hay nada que temer.
    —¿Cómo estarán Donald, Goofy y el rey Mickey? —se preguntó Kairi, al recordar a los viejos compañeros.
    Sora se rascó el pelo.
    —Supongo que bien. Hace tanto que no los veo…

    Mientras tanto, en el Castillo Disney:

    —¡Majestad! —dijo muy serio el pato Donald, que empuñaba su bastón contra unas extrañas criaturas. Millones de esas criaturas trataban de entrar en el castillo—. ¡Ponga a salvo a la Reina! Nosotros nos ocuparemos.
    Goofy, mientras golpeaba con su escudo a las molestas criaturas, miró a sus espaldas, y afirmó.
    El rey, indeciso, agarró la mano de su esposa.
    —Daisy está en la nave, ¡daos prisa! —exclamó Goofy.
    Sin decir una palabra más, Mickey y Minnie corrieron, rumbo al hangar.
    En el mencionado lugar, los molestos seres, criaturas negras con penetrantes ojos rojos que flotaban en el aire como sombras, contando únicamente con una pequeña cabeza redondeada y dos brazos, rodeaban a Daisy.
    —¡Miss Daisy! —exclamó Mickey, que blandió su llave espada, golpeando a las criaturas—. Vamos —dijo cuando hubieron desaparecido las criaturas—. ¡No hay tiempo que perder!
    Entraron en el hangar. Una nave estaba ya preparada, y dos pequeñas ardillitas ya les esperaban con el motor en marcha.
    —Subid— dijo Mickey, que ayudó a subir a Minnie y a Daisy. Cuando él quiso subir, una voz conocida le interrumpió.
    —Majestad, ¿a dónde cree que va?
    El ratón se giró, y miró sorprendido a la persona que le hablaba.
    —¿Sora?
    El chico era ciertamente idéntico a sora. Salvo porque éste tenía el pelo más oscuro y unos ojos amarillentos. Sonrió macabramente, empuñando una llave espada de color morado.
    —Por favor, no me hagas reír —dijo el chico—. ¿Sora? Yo no soy ese —y, cambiando de tema rápidamente, amenazó al rey con su arma—. Ahora, ven con nosotros.
    El rey empuñó su arma también, y se preparó para la pelea.
    —¡Mickey! —exclamó preocupada Minnie, ya dentro de la nave. Las criaturas comenzaron a entrar en el hangar. Llevaban, dentro de dos extrañas esferas oscuras, a unos inconscientes Donald y Goofy.
    Mickey miró a su amada y negó con la cabeza.
    —Busca a Sora y a Riku. Solo ellos pueden ayudarnos, otra vez. ¡Chip, Chop! ¡Despegue, ahora!
    Las ardillas obedecieron, y la nave arrancó. Daisy y Minnie apretaron fuertemente sus manos, rezando porque los demás estén bien. Cuando habían huido del mundo, ya en dirección a su próximo destino, vieron amargamente como el castillo era envuelto en sombras, rodeado por la misma “burbuja” negra que tenía encarcelados a Donald y a Goofy. Una burbuja que se encogió poco a poco, hasta desaparecer… con el castillo dentro.

    Volviendo a las Islas del Destino.

    Los tres amigos se marchaban ya, dispuestos a coger sus botes. Estaba apunto de oscurecer, ya era hora de volver a casa.
    Pero su marcha se vio frenada cuando vieron una nave acercarse poco a poco.
    Los tres miraron el vehículo que se acercaba rápidamente, a pesar de estar aún lejos.
    —¡La nave gumi! —exclamó Sora.
    —¿Mickey? ¿Donald y Goofy? —trató de averiguar Riku.
    Kairi miró fijamente a la nave, ya más cercana. Pudo comprobar que quien iba dentro…
    —No son ellos.
    —¡Son Daisy y la reina Minnie! —exclamó Sora, cuando ya la nave estaba apunto de aterrizar.
     
  2.  
    MrJake

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    Título:
    Kingdom Hearts: Anima's Revolution
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1922
    Diario de Pepito:
    Sora, Riku y Kairi, vivían ahora una tranquila vida en sus islas. Una vida sin enemigos, sin sincorazón, sin incorpóreos, sin Organización XIII. Pero no todo es tranquilidad. En el Castillo Disney, una horda de enemigos extraños liderados por un “Sora” malvado, ha capturado al Rey Mickey, a Donald y a Goofy. Minnie y Daisy han conseguido huir del mundo antes de que quedase arrasado, dispuestas a pedirles ayuda a nuestros héroes. Los elegidos de la llave espada.


    I.
    La nave gumi aterrizó, y Sora y compañía esperaron ansiosos a que la reina Minnie y Daisy bajasen de ella. Pensaban que iban a bajar con una sonrisa, simplemente para visitarles.
    Nada más lejos de la realidad.
    —¡Sora! —exclamó la reina Minnie con lágrimas en los ojos—. Necesitamos ayuda, ¡es terrible!
    Al ver tal inesperada actitud, Riku se agachó junto a Minnie.
    —¿Qué sucede, reina Minnie?
    —Unos extraños enemigos han atacado el castillo —lloró Minnie—. Se han llevado a Mickey, a Donald y a Goofy.
    Sora se sobresaltó.
    —¡Donald! ¡Goofy!
    —Majestad… —suspiró Riku.
    —Pero no es posible —dijo apenada Kairi—. Sora y Riku ya acabaron con los sincorazón y los incorpóreos.
    Daisy fue esta vez la que se explicó.
    —No eran nada de eso. Eran criaturas distintas.
    En ese preciso instante, el cielo de las islas se tornó morado, y un aura extraña comenzó a inundarla. A lo lejos, sobrevolando el mar, se veía como millones de criaturas se acercaban. Criaturas con ojos rojos y dos brazos que flotaban.
    Sora y Riku prepararon sus armas.
    —¿Qué son…?
    —¡Kairi, llévate a Minnie y a Daisy a un lugar seguro! —ordenó Riku—. Protegeremos la nave.
    Kairi obedeció.
    —¿Preparado? —preguntó Sora, al ver que los seres llegaban a la costa.
    —Je. ¿No querías emociones? —comenzaron a correr.
    Ciertamente eran muy débiles para Sora y Riku, que conseguían destrozarlos con sólo un tajo. Cada vez que destruían uno, una energía morada brotaba hacia el cielo.
    Sin embargo, aunque los elegidos conseguían derribar a sus oponentes, eran demasiados. Agotados por la batalla, quedaron espalda con espalda, jadeantes y rodeados de esas criaturas. La nave parecía no importarle a los molestos seres.
    —Nunca se acaban —se quejó Sora.
    —¿Ahora, qué?
    Pero, cuando lo daban todo por perdido, los seres se apartaron, creando una especie de pasillo. Pasillo que una chica comenzó a atravesar.
    —¿Kairi? —se preguntó Sora, al reconocer a Kairi en esa chica.
    Pero ella no era Kairi. A pesar de ser igual que la mencionada chica, la que allí se encontraba era morena y tenía ojos amarillos.
    —Hola, hola, elegidos de la llave espada —dijo fríamente ella cuando hubo llegado hasta ellos—. Venid conmigo, guapos —dijo con un tono coqueto pero malévolo.
    Sora la miró inclinando su cabeza a un lado, extrañado.
    —¿Quién eres?
    —Alguien cuyo nombre no te incumbe —respondió indiferente—. Atrapadlos —ordenó a las criaturas.
    Los seres enemigos comenzaron a crear esferas de oscuridad.
    —¿Q-Qué hacen? —preguntó Sora alarmado.
    —Capturaros —respondió la siniestra mujer.
    Riku miró fijamente a Sora, y asintió. Los dos se prepararon para el ataque, y, a la voz de “¡Ahora!”, saltaron haciendo una pirueta combinada, pasando por encima de la mujer y corriendo por el pasillo de criaturas.

    La mujer, que contempló sin moverse como huían al otro lado de la isla, murmuró:
    —Vosotros lo habéis querido.
    Y, portando una siniestra llave espada, generó una onda de choque que aniquiló a todas las criaturas que la rodeaban.
    La energía morada que emergió de ellos se condensó en la atmósfera de la isla…

    En la otra cara de la isla.
    —¡Kairi!
    —¡Sora, Riku! —exclamó ella, que miraba al cielo asustada.
    Minnie y Daisy estaban junto a ella.
    —¿Qué es eso? —se preguntó la chica.
    Los dos elegidos miraron al cielo. Una enorme bola morada se les acercaba desde el lado opuesto de la isla.
    Todos los presentes miraron la esfera aterrorizados, que bajó hasta el suelo. Cuando la esfera estuvo cerca de la superficie, se comenzó a materializar en un ser extraño. Un ser enorme, con dos ojos rojos y pelos de serpiente. Era de color morado y cuatro brazos, en cuyo estómago había una marca que parecía ser un corazón roto y amordazado con dos cadenas entrecruzadas que mantenían las partes del corazón unidas. Era un emblema, similar al de los sincorazón y los incorpóreos. Y la criatura era muy similar al lado oscuro, que ya una vez asoló las islas.

    Sora y Riku sacaron sus armas.
    —Esta cosa —murmuró Sora—. Es como aquella vez.
    —Sí —corroboró Riku.
    La isla comenzó a temblar. El enorme ser creó con dos de sus brazos bolas oscuras, y las arrojó contra Minnie y Daisy, que quedaron encerradas en ellas.
    —¡Reina Minnie! ¡Daisy! —exclamó Kairi golpeando las esferas inútilmente.
    Ascendieron, hasta perderse en el cielo, y Kairi cayó al suelo de rodillas, llorando.
    —¡Nos las vas a pagar! —dijo Sora, que se lanzó contra el Golem.
    Golpeó sus pies sin mucho resultado, y con un brazo, la criatura agarró a Sora, inmovilizándolo.
    —¡Sora! —gritó Riku, que saltó por el cuerpo de la criatura hasta alcanzar su cara, donde dio un tajo.
    Con otro de sus cuatro brazos se tapó la cara.
    La isla cada vez temblaba más, y se estaba comenzando a decomponer en fragmentos.
    —Riku… —suspiró Sora, que era agarrado con fuerza.
    Mientras tanto, Riku esquivaba los golpes que el ser propinaba con sus dos brazos libres.
    Riku, irritado, se bañó en oscuridad y comenzó a flotar.
    —¡Toma esto! —gritó mientras se lanzaba contra él, cortando uno de sus brazos.
    Riku se apoyó nuevamente en el suelo.
    La criatura no pareció resentirse por perder su brazo.
    —¿No ataca? —se preguntó Riku mientras veía como la criatura no se movía.
    Y, entonces, por su espalda, el brazo cortado, que había cobrado vida, lo apisonó, quedando también inmóvil.
    —¡No, Riku! —gritó Sora.
    —E-Estamos perdidos —dijo el peliplateado, inmovilizado.
    Con su único brazo libre, el gigante creó otra de esas esferas y apuntó a Kairi.
    Ésta, irritada, se levantó, señaló con una mano al ser y, en su mano, apareció una llave espada.
    —¡No puede ser! —exclamó Sora.
    —Como en el mundo inexistente —suspiró Riku.
    De la llave espada de Kairi brotó un fuerte rayo de energía que impactó justo en el emblema de la criatura.
    Los brazos perdieron fuerza y liberaron a los elegidos, mientras que la criatura se desvanecía.

    Sora y Riku corrieron hacia Kairi.
    —¡Kairi! ¡Hay que salir de aquí! ¡La isla se desmorona!
    Riku miró a su alrededor. La nave gumi se acercaba.
    —Chip y Chop —murmuró la chica.
    Las ardillas abrieron la cubierta de la nave.
    —¡Rápido! —dijo con su aguda voz Chip—. ¡Antes de que sea demasiado tarde!
    Los tres obedecieron y se montaron en la nave.
    Huyeron del mundo, mientras veían desde lejos cómo era consumido por las tinieblas.

    —Las islas… —se lamentó Kairi.
    Fue Sora quien trató de consolarla.
    —No te preocupes, Kairi. Llegaremos al fondo de todo esto.
    Riku miró al horizonte. Distintos mundos podían divisarse a lo lejos.

    Tras un breve camino, Chop comenzó a alterarse.
    —¡Algo rodea la nave!
    —¡Son esos otra vez! —exclamó Chip mirando su radar.
    Sora miró por el cristal, y vio de nuevo a esas molestas criaturas flotantes.
    Golpeaban con fuerza los cristales, y la nave se tambaleaba.
    —¡Agarraos! —gritó Chop.
    La nave hizo un brusco zig-zag, tratando de evitar a las criaturas.
    En uno de los golpes, rompieron el cristal.
    —¡Noo! —gritó Kairi, que salió volando por el agujero, agarrada únicamente por Sora.
    —¡Kairi!
    De otro golpe de las criaturas, la nave se tambaleó, cayendo también Riku y Sora de ésta. Riku se perdió en el horizonte, mientras Sora luchaba por no soltar la mano de Kairi, que se le resbalaba poco a poco.
    —Aguanta… —suspiró Sora.
    Pero sus manos se separaron, al igual que sus caminos.
    —¡Kairi! —gritó Sora, mientras caía amargamente en la atmósfera d un nuevo mundo.
     
  3.  
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    Kingdom Hearts: Anima's Revolution
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    Aventura
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    2191
    Diario de Pepito:
    La reina Minnie y miss Daisy llegaron a la isla y explicaron la situación a Sora y compañía. Inmediatamente, una horda de esos enemigos asoló la isla. Sora y Riku trataron de hacerles frente mientras Kairi llevaba a las ladys a un lugar seguro. Superados en número, huyeron hasta donde Kairi, pasando por encima de una mujer siniestra muy similar a Kairi. Fue entonces cuando un gigantesco enemigo les atacó y capturó a Minnie y Daisy, y Kairi, en un alarde de ira, blandió una llave espada con la que lo aniquiló.
    A punto de destruirse la isla, Chip y Chop recogieron a nuestros héroes, que huyeron del mundo en la nave. Pero ahora, han caído de la nave, separados, y Sora se despierta en un mundo nuevo.

    II-
    El chico abrió lentamente sus ojos. Le dolía todo el cuerpo, había tenido una caída bastante fuerte. Por suerte, se percató de que había caído en una especie de tienda, y su impacto había sido frenado por ésta. Sin embargo, la tienda de campaña quedó aplastada.
    Se incorporó como pudo, y vio que un enorme grupo de niños de no más de cinco años lo miraban fijamente.
    —Eeh, hola —dijo Sora, sacudiendo sus ropas.
    Uno de los niños, vestido de azul y con un extraño tupé, dijo mirándolo con sus ojillos negros.
    —¿De dónde has salido? ¡Caíste del cielo, y casi me aplastas! —miró la tienda de campaña sobre la que se encontraba —. Mi tienda —dijo con lágrimas en los ojos.
    —Eh, perdón —se disculpó Sora con su mano derecha en la nuca.
    —¿Eres un extraterrestre? —preguntó un niño cuya identidad no estaba clara, ya que se escondía entre la multitud.
    Una niña vestida de rosa y con dos coletitas se irritó.
    —¿Cómo va a ser un extraterrestre? —regañó ella—. Es un chico normal y corriente.
    —Uoh, uoh —afirmó el niño, que salió de entre la multitud. Era un niño con una cabeza algo extraña, pelo negro y ojos a juego, vestido con una camiseta roja y amarillos pantalones. A sus espaldas llevaba un porta bebés en el cual iba una niña con pelo corto en forma de bucles, un babero blanco y vestimenta amarilla. A sus pies, un perro blanco, muy redondeado y de aspecto esponjoso.
    El niño miró a Sora fijamente.
    —Uoh, uoh —volvió a afirmar.
    Sora se sentía algo incómodo al ser el centro de atención.
    Otro niño con cabeza ovalada y un largo moco le habló con cierto ceceo.
    —¿Erez de loz adultoz? —preguntó.
    Sora pareció no comprender la pregunta, pero uno de los niños retrocedió y comenzó a llorar al oír esas palabras.
    —¿¡U-U-U-Un a-a-adulto?! —tartamudeó el niño de pelo casi rapado y cabeza ovalada en horizontal.
    El resto de niños se asustó y corrió a sus tiendas, quedando sólo los cinco niños que le habían hablado a Sora. El llorica trató de huir también, pero la niña lo agarró por su verde camiseta.
    —No, no os preocupéis —explicó Sora—. Yo no voy a haceros nada, pero, ¿por qué le tenéis miedo a los adultos?
    Todos ellos se miraron. El del bebé a las espaldas afirmó otra vez:
    —Uoh, uoh.
    —¿¡Quieres dejar ya el uoh, uoh!? —exclamó irritado el chico del tupé.
    —Uoh —afirmó el irritante niño de rojo. Después se llevó la mano derecha a la frente haciendo un gesto militar—. ¡Somos el ejército de Kasukabe!
    El resto de niños lo imitaron.
    —¡Y yo soy su líder! —exclamó el del tupé, orgulloso.
    El otro niño, el de rojo, se le acercó siniestramente y le sopló en la oreja. El de azul no pudo evitar tener un escalofrío.
    —Uooh —dijo el de rojo—, el líder tiene cosquillas.
    —¡No hagas eso! —gritó el niño de azul.
    Sora comenzó a sentirse extraño ante tal extraña situación. Unos niños parecían haber organizado un campamento ellos solos. Era de noche, muy tarde para estar en la calle. Y al pensar que él mismo era un adulto, todos se asustaron, como si huyeran de los mismos.

    Kasukabe
    Pero las reflexiones de Sora no duraron mucho más: de repente, las molestas criaturas flotantes con dos brazos aparecieron de la nada y los rodearon. Liderándolos, un ser bípedo, con una extraña armadura en la que estaba grabado el símbolo del corazón roto encadenado. Su armadura tenía dos agujeros por los que salían largos brazos negros con fuertes uñas rojas actuando como garras.
    Era, en cierta manera, similar al sincorazón Soldado.
    Pero parecía más poderoso.
    Los niños, que quedaron rodeados junto a Sora, se agacharon asustados, a excepción del niño de rojo, que los miró y comenzó a reír siniestramente.
    —Ejeee…
    Sora lo miró con una gota de sudor. Retomando la seriedad, sacó su llave espada.
    —¡Cubríos, yo os protegeré!
    —¡Uoh! ¡Qué pasada! —exclamó el niño de rojo al ver la llave—. ¡Yo quiero cogerla, quiero cogerla, quiero cogerla, quiero cogerla! —repitió, hasta que Sora, que aniquilaba a los enemigos menores mientras tanto, perdió la paciencia.
    —¡No puedes, y ya no hay más que hablar!
    El niño, ignorando el peligro que corría, se agachó junto a la arena y comenzó a hacer círculos en ella con el dedo, haciéndose la víctima.

    Sora había aniquilado a los enemigos más pequeños, pero ahora habían surgido de la nada tres “líderes” más. Los miró, y murmuró:
    —Neo-soldados —bautizó, mientras combatía con ellos.
    Con sus garras bloqueaban la llave espada ágilmente, pero a pesar de todo, Sora, recordando cómo Kairi derrotó al abominable ser de las islas, dio una estocada en el emblema de cada uno de ellos, destrozándolos, a todos menos a uno, que logró bloquear su llave.
    Sora recibió un fuerte arañazo.
    —Maldito sea…
    Y entonces se percató de que el niño entrometido estaba detrás del Neo-soldado. Con sus dos dedos índice unidos a modo de pistola, el niño golpeó al Neo-soldado por una parte algo íntima de la espalda.
    Estremeciéndose, del emblema del Neo-soldado brotó un corazón encadendo, con una cerradura en el centro. Sora no comprendió muy bien la situación, pero portando su llave espada, selló la cerradura, haciendo que la criatura se desvaneciese.

    Ya derrotados todos los enemigos, el niño de rojo colocó sus dos brazos en diagonal mirando hacia arriba, y comenzó a reír heroicamente.
    —¿Qué eran esas cosas? —se preguntó, levantándose del suelo, el niño del tupé.
    —Tampoco yo lo tengo muy claro —contestó sinceramente Sora.
    El niño de cabeza de melón seguía acurrucado en el suelo, llorando. Fue la niña quien lo levantó cogiéndolo por la camiseta.
    —¡Masao, no seas gallina, ya se han ido!
    —Muchas gracias, señor —dijo de corazón el niño del tupé—. Soy Toru Kazama.
    —Yo soy Nené —se presentó la niña.
    —Boo-chan —contestó el del moco.
    —Ma-Masao —tartamudeó el miedica.
    —¡Pues yo soy Shinnosuke Noara, tengo cinco años, mi comida favorita son las hamburguesas…!
    Fue interrumpido por Kazama.
    —Llámalo Shin-Chan. El bebé es su hermanita, Himmawari. Y ese es su perrito Nevado.
    Sora sonrió.
    —Me llamo Sora—dijo—. ¿Y vuestros padres?
    De nuevo todos se miraron.
    Y le explicaron la situación a Sora.

    Al parecer, hace algún tiempo que construyeron un parque temático basado en el siglo XX, según ellos, la época en la que sus padres vivieron su juventud.
    Al principio todo fue fantástico; sus padres estaban felices de recordar su infancia, y se lo pasaron en grande.
    Todos quisieron volver al parque. Una y otra vez, una y otra vez. Y, sin saber bien por qué, los adultos se obsesionaron con el siglo XX y acabaron por perder el uso de la razón. Estaban fuera de control, como dominados por alguien o por algo. E intentaron llevarse a los niños, cosa que consiguieron, pero algunos de los niños, los de ese campamento, habían logrado huir, al menos por ahora. Los adultos los estaban buscando por todos lados, sus propios padres querían atraparlos.

    —Mmm —meditó Sora—. ¡Está bien! Os ayudaré a recuperar a vuestros padres.
    Los niños sonrieron, contentos.
    —¿Dónde está ese parque temático? —quiso saber el héroe.
    —Mañana iremos contigo —dijo Kazama.
    —¿¡Quéeeeee!? —exclamó asustado Masao.
    Una mirada llena de ira de Nené fue suficiente para que Masao cediese.
    —De acuerdo —aceptó Sora—. Descansemos por hay, y mañana atacaremos al núcleo del enemigo.

    Pasaron la noche en el campamento.

    Mientras tanto, en el parque temático…
    —Es todo tan bello, en esta ciudad —dijo un hombre con gafas y peinado de champiñón—. Justo como soñábamos.
    —Soy tan feliz, Ken —dijo una mujer, abrazada al brazo de su amado. Los dos miraban por una ventana una calle antigua, como del siglo pasado.
    Y entonces alguien apareció en la sala.
    —¿Todo marcha bien?
    Ken se giró.
    —Fantástico. Sólo necesitamos coger a esos niños rebeldes y en seguida conseguiremos que todo el mundo vuelva al siglo XX.
    El recién llegado sonrió.
    —Sabéis cuál es mi parte del trato por ayudaros —dijo malévolamente.
    —Sí, y la cumpliremos —afirmó Ken—. Tu ayuda a cambio del chico de la llave. ¿Estás seguro de que vendrá?
    —Totalmente —corroboró—. De hecho, está con los niños, en alguna parte. Todo como pensaba. Seguramente querrá ayudarles, y el muy tonto acudirá aquí. Capturadle. No se atreverá a tocar a los papás de esos niños. Y vuestra deuda quedará saldada.
    Ken asintió.
    —¿Cómo lo reconoceremos? —preguntó.
    Se rió macabramente el invitado.
    —Igual a mí… pero más aniñado, y con más luz —comenzó a desvanecerse—. No me falléis.

     
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  4.  
    MrJake

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    Kingdom Hearts: Anima's Revolution
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    Para todas las edades
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1981
    Buenas, lectores. Quiero informar antes de continuar el fic de que voy a hacer algunas incorporaciones en el fic (al igual que las notas de diario de Pepito y los títulos de los mundos) que ayudan a ambientar la historia para que se asemeje al videojuego. Pondré, básicamente, el “objetivo” cuando haya algo importante que hacer. Y también la música de KH correspondiente a esa batalla, para que el que quiera la ponga mientras lee, lo que aumenta mucho la emoción del fic. Posiblemente no me comprendáis del todo, pero se verá bien con el transcurso del capítulo.

    Diario de Pepito:
    Sora se ha separado de sus compañeros y a acabado en un nuevo mundo, Kasukabe, donde ha conocido a varios niños, entre ellos Shin-Chan, peculiar chaval, que huyen de los adultos, presuntamente con el cerebro lavado por un parque temático. Sora decide ayudarles, sin pensar por el momento en su gente.

    III-
    Sora trataba de manejar el gran autobús con forma de gato que poseían los niños. Los cinco valientes fueron con él, y el resto decidió seguir huyendo. Iban directos al parque del siglo XX, la base del “enemigo”.
    Era la primera vez que Sora conducía, así que no era un experto ni mucho menos. Hubiese conducido bien si no fuese porque varios coches aparecieron para tratar de atraparles. Coches conducidos por adultos vestidos con excéntricos uniformes que golpeaban con fuerza el bus.
    —¡Nos atacan! —exclamó Sora mientras veía por las ventanas como golpeaban el autobús. Éste se tambaleaba.
    —¡Déjanoz… conducir! —gritó lentamente Boo-Chan.
    Sora le miró desconfiando, tratando de mantener mientras tanto el autobús por la carretera.
    —Pero vosotros no llegáis a los pedales.
    Kazama miró los pedales, y después dijo con voz firme:
    —¡Trabajaremos en equipo! Yo le daré a los pedales y Boo-chan conducirá. ¡Sora, sube al tejado y acaba con esos tipos, por favor!
    Sora asintió, cediéndole el asiento a Boochan. Acto seguido obedeció a Toru y saltó al techo desde la ventana.
    —Uoh — suspiró Shin-Chan al verle salir.

    En lo alto del bus.
    —Será difícil mantener el equilibrio —pensó el elegido. Enonces, un niño descarado saltó al techo también.
    —Ua ja ja ja ja —rió como un héroe Shin Chan—. ¡Ultra héroe y su ayudante llave mal contra los malos!
    Sora lo miró muy preocupado. Ya se subían a los coches los enemigos, tratando de saltar al bus.
    —Ten cuidado, Shin Chan.
    El niño seguía riendo.

    Objetivo: ¡Lucha junto a Shin-Chan y mantén a raya a los enemigos!
    (Rowdy Rumble)

    Varios hombres subieron al bus. Sora sacó su cadena de Reino.
    —¡Atrás, Shin-Chan! —dijo, golpeando a su rival y arrojándolo a la carretera.
    Cada vez subían más al capó, y Sora los tumbaba uno a uno. Entonces, uno de ellos logró agarrarle del cuello y lo acercó al borde del bus, dispuesto a arrojarlo.
    —¡Uuuuoh! —exclamó Shin Chan, utilizando su técnica secreta, introducir sus dedos en una parte delicada con gran fuerza, haciendo que el hombre se estremeciese y cayese al vacío.
    Sora se rió, mientras Shin Chan adoptaba otra vez la actitud de Ultra Héroe.
    Y entonces aparecieron las molestas criaturas alrededor de ellos, los seres de dos brazos a los que Sora bautizó como “Husmeadores”.
    —¡Otra vez!
    Mientras Shinnosuke saltaba y correteaba haciendo gala de un excepcional equilibrio, Sora aniquilaba a los Husmeadores, que se transformaban en morada energía y ascendían al cielo.
    Sora creyó haber dejado atrás a los Husmeadores y a los adultos enemigos, y, satisfecho, chocó su mano con la de Shin Chan.

    (Fin de misión)

    El autobús frenó bruscamente, casi cayendo a los luchadores del techo. Todos se bajaron, encontrándose frente a frente con el parque. A pocos metros aguardaba la puerta principal, custodiada por una gran multitud de adultos, muchos con uniforme, pero la mayoría de ellos con vestimenta común.
    —¡Mamá! —gritó Nené al reconocer a su madre.
    —¡Y mi madre! —exclamó Kazama.
    —¡Misae! ¡Papá! —gritó Shin Chan.
    Sus padres, que no parecían reconocerles, comenzaron a andar lentamente, acercándose a ellos.
    Encima de la gran puerta de entrada, una gran pantalla dejó mostrar un rostro con gafas y pequeños ojos. Ese hombre explicó:
    —Buenas, rebeldes. Soy Ken, creador del parque del siglo XX. Vosotros decidisteis en su momento no venir con nosotros, como tantos otros niños. Habéis sido buscando y habéis huido de mis hombres. Y ahora, un reducido grupo de vosotros se presenta ante mi parque —su voz se tornó arrogante—. Mirad a vuestros papás. No os reconocen, han vuelto a su infancia, y harán lo que les ordene hasta que su regreso a la infancia sea total. Extenderé mi poder por todo el mundo, y el siglo XX volverá, dejando atrás esta ridícula época.
    Sora, enervado, gritó:
    —¡Ese tiempo ya pasó! ¡Hay que dejar que las nuevas generaciones avancen!
    Shin-Chan se subió a sus hombros.
    —¡Eso, eso! —exclamó.
    Ken sonrió maléficamente.
    —Sora, tu opinión no nos interesa —el chico se alarmó al percatarse de que conocía su nombre—. Nos interesan los niños. ¡A por ellos! —la pantalla se apagó y los adultos comenzaron a correr en dirección a los niños.
    Sora apartó a Shin Chan de sus hombros y gritó:

    Objetivo: ¡Protege al ejército de Kasukabe y aguanta la embestida de adultos!
    (1000 Hearthless battle theme)

    —¡Cubríos!
    Los niños y el perro se apelotonaron detrás de Sora, quien no derramaba una gota de sudor mientras abatía a los adultos. Fue a golpear a una mujer, pero Nené le agarró fuertemente la pierna.
    —¡No le hagas daño, es mi mamá! —gritó llorosa la niña.
    Al verse impotente se cubrió con su llave evitando que los enemigos le golpearan a él o a los niños.
    —¿Qué podemos hacer? —se preguntó, sin poder moverse.
    Shin-Chan cerró fuertemente sus ojos y, con su hermana a cuestas, miró a sus comañeros.
    —¡No hay otro remedio! —concluyó tras exponer su idea.
    —Pero, ¡no pienso hacer esa guarrada! —se quejó Nené.
    —Shin-Chan tiene razón —dijo Kazama, pronunciando palabras que no creía que fuese a decir nunca—. Si son como niños, a lo mejor funciona.
    —Una, dos y… —contó Shin Chan. Los niños hicieron una fila india y se bajaron los pantalones. A la voz de “ya” empezaron a moverse de forma extraña, mostrando su parte trasera.
    —¡¿Qué hacéis?! —exclamó horrorizado Sora.
    —¡El baile del culo! —gritó Shin Chan mientras “bailaba”.
    —Pero, ¿de qué sirve…? —para sorpresa del elegido, los adultos cesaron el ataque y comenzaron a imitar a los bailarines, como si fuesen niños. La extraña danza impedía el paso a los verdaderos adultos, los de los uniformes, que quedaron rodeados por sus compañeros aniñados.
    —¡Ahora! —exclamaron los niños mientras se subían los pantalones y saltaban por encima de los adultos.
    Incrédulo, Sora los siguió.

    (Fin de misión)

    Ya dentro del parque, los héroes se escondieron, al percatarse de que los adultos les seguían de cerca.
    —Están muy cerca —informó Sora, mirando desde su escondite.
    Los niños temblaban.
    —Snif… snif… —comenzó a llorar Masao.
    Todos los demás le taparon fuertemente la boca para evitar que llorase.
    Pero entonces, Shin-Chan sopló a Kazama en la oreja.
    —¡Aaaaah! —gritó el niño del tupé.
    Los perseguidores se percataron de la presencia de nuestros héroes y los rodearon.
    Kazama, valientemente, dio un paso al frente. Nené, al verle, lo imitó, arrastrando consigo al llorica de Masao. Boo-Chan hizo lo mismo.
    —¡Seguid vosotros, nosotros les distraeremos! —gritó Kazama.
    —Shin-Chan, ¡protege a tu hermanita, a Nevado y a Sora!
    Sora dejó caer una gota de sudor.
    —Uoh —suspiró admirado Shin-Chan.
    Empezaron a correr, mirando atrás, mientras veían como los adultos capturaban al resto del “ejército”.
    Sólo dos adultos los persiguieron hasta una sala casi vacía.
    —¡No hay salida! —se percató Sora.
    Era tarde, los dos adultos entraron.
    —¡El monstruo del culo gordo! —gritó Shin-Chan.
    —¿Son tus padres? —preguntó Sora, y el niño asintió. Sabiendo que no podía hacerles daño, Sora tragó saliva.
    El hombre se lanzó contra ellos, pero de un salto, lo evitó Sora, cayéndose al suelo y soltándosele un zapato. Shinnosuke miró el zapato caído de su padre con esperanza.
    Mientras Sora se protegía de Hiroshi, el niño subió por su espalda, zapato en mano, y se lo puso en la nariz.
    El rostro de Hiroshi se descompuso, y rápidamente comenzó a toser.
    Mientras tosía, el hijo hacía lo mismo con la madre.
    —¿Q-Qué está pasando? —dijo Hiroshi rascándose la cabeza.
    Sora suspiró aliviado. Habían vuelto a la normalidad.
     
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