Sherlock Holmes Cronicas de Vida y muerte

Introducción.

Parecía que seria un día cotidiano, tal como lo habían sido los días anteriores a este y dos semanas atrás, disfrutaba de algunos días de asueldo, culminando los últimos detalles de mis escritos aficionados sobre las aventuras de mi amigo Sherlock Holmes. Caminaba esa mañana clara y fría hacia mi consultorio, cuando me encontré en el umbral de este una desagradable sorpresa. Emití un llamado de auxilio al instante para socorrer al desdichado hombre que yacía maltrecho en el piso, dos buenos hombres me ayudaron a levantarlo, al hacerlo para nuestro horror este se encontraba mas rígido y frió que un farol en la calle en una mañana de invierno, presentaba unos signos vitales agónicos y su mirada se encontraba perdida en un profundo vació, me apresure a tomar mi llave y atravesar el cerrojo con ella, ya dentro de la habitación me acelere a aminorar su terrible condición.
Terribles momentos pasamos intentando sanar de alguna manera el misterioso mal que padecía, enigmático aun para mi un medico que había visto tantas infecciones y males exóticos en la guerra en la que preste mis servicios; con ayuda de ciertos analgésicos administrados cada hora, el podré caballero recupero su bien estar físico por los menos hasta un estado mas tolerable, mas sin embargo se mantuvo aun catatónico, recuperando solo levemente el sentido para pronunciar estas palabras.

— Mis fantasmas, ellos me han encontrado, necesito la ayuda de Sherlock Holmes.

Capitulo 1: Los Fantasmas de Sir Conan Doyle.

Mi amigo yacía en el improvisado pero minucioso laboratorio que había creado en el hogar que alguna vez compartimos en Baker Street, abstraído y hasta obsesionado con algún nuevo proyecto entre manos que sin duda alguna conllevaría un gran avance en el campo de la resolución de crímenes. En pocos segundos explique detalle a detalle cada uno de los aspectos del hecho que hace unas horas había presenciado.

— Efectivamente es el Watson, su corpulencia, el fino bigote que forma en su rostro, ese caballero que me menciona es Sir Arthur Conan Doyle, un afamado escritor, uno excepcional en mi humilde opinión, tanto que hace unos pocos días su majestad le ha otorgado el titulo de Sir a causa de sus obras, lo que hace aun mas interesante este repentino ataque. — Concluyó mi amigo.

— Eso ya es un avance en todo esto, por lo menos ahora conocemos su identidad — Le respondí, sintiendo un poco de alivio.

— Que no se diga más — Dijo Holmes, haciendo aun lado con su brazo aquel artefacto en el que trabajaba — Acudiremos a la petición del hombre, tenemos un nuevo caso entre manos, querido Watson.

Si perder mas tiempo partimos a nuestro primer destino indagando un poco en la vida de la victima, Holmes concluyó que el responsable de este ataque al caballero, bebia de ser por alguien de su familia, por que para encontrarlo partimos a los sitios en los que el creció en busca de indicios.

Universidad de Edimburgo.

Nuestro carro paraba entre las calles empedradas, húmedas aun por el roció de esa mañana, habíamos arribado a Escocia solo unos cuantas horas antes y ambos apenas y habíamos dormido, justo al costado del Instituto de Edimburgo, la facultad de medicina donde años atrás Doyle había realizado sus estudios.

— Un soberbio y elegante lugar, ¿No lo cree Watson? —Preguntó mi amigo bajando de la carroza.

—Tiene usted toda la razón, amigo —Él me mira con una extraña mirada y yo sonrío- ¿A donde nos dirigiremos primero? —Me encontraba ansioso de empezar con este caso....

Diciendo esto me dirigí junto con él hacia la estancia del lugar, muchas personas en esta época solían partir a sus hogares para visitar a su familia por lo que la facultad se encontraba casi vacía. Recorrimos con la mirada cada uno de sus estancias en busca de una persona sin existo, hasta que al final haya en el fondo de un pasillo vimos a un hombre y nos dirigimos a él.

Su cabeza era enorme, más grande que he visto nunca a un ser humano. Tenía la cara cruda y severa y la barba, que yo asocie con un toro asirio, el primero florido, este último tan negro que casi tiene la sospecha de azul, con forma de pala y la ondulación hacia abajo sobre su pecho. Su pelo era peculiar, pegado en el frente en un mechón largo y curvado sobre la frente enorme. Los ojos eran de color gris azulado Un enorme difusión de los hombros y el pecho como un barril eran las otras partes de él además de las dos manos enormes cubiertas de pelo largo y negro.

Pareció algo exaltado al vernos, cargaba unas cajas consigo entre sus corpulentos brazos, nos miro con desconfianza y algo de curiosidad.

— Pero ¿que hacen ustedes aquí?, ¿son acaso maleantes? Yo el profesor George Edward Challenger, hare que paguen si intentan algo…— Exclamó el hombre bufando.

— Disculpe señor mió, a sucedió un crimen terrible y nosotros solo buscamos alguna pista que nos lleve al responsable de este….— Fuí interrumpido.

— A mi no me interesa nada de eso, tengo mis propios problemas, para que me salgan con esas tonterías, yo he escuchado nada, ahora si me disculpan me preparó para una grandiosa excursión, algo que no les compete. — Prorrumpe el corpulento hombre dirigiéndome una mirada de fuego.

Sherlock me mira, como diciendo "Déjamelo a mi". Yo asiento y me alejo de allí. Pero no me fui del todo. Cuando dejo solo a mi compañero, este siempre está en problemas. Ahora quien sabe qué le dijo. Se escuchó el ruido de algo golpear el suelo.

— Caballero solo una pregunta….— Dijo mi amigo antes de ese siniestro hecho.

El cielo parecía haberse visto ensombrecido, entre algunas cajas que contenían algunos archivos surge una persona tambaleándose, el sujeto caminaba erráticamente hacia nosotros emitiendo algunos quejidos, su mirada se encontraba perdida y mantenía la boca abierta como si no pudiese controlarlo, una segunda figura, apareció y una tercera mas, poco a poco, se iban acercando mas a nosotros.

— ¿Que clase de juego es este? ¿Es acaso parte de una presentación o algo así?, no, no al parecer el autor del crimen ya sabe que nos encontramos aquí…

Los hombres suspensos y siniestros, se acercaban a nosotros con un paso lento y cierta bestialidad en el rostro, algo digno de una escalofriante novela de terror.

— ¿De que diablos estas hablando?, ¿Que son estas cosas? — Cuestionó irritado el profesor.

Una de las criaturas intento tomarlo del brazo, esto le molesto y al instante respondió con un puñetazo que hizo tambalear al andante, los otros aceleraron su paso y comenzó un enfrentamiento con ellos.

— Tranquilo, Watson saldremos de esta — Exclamó mi amigo mientras arremetía con fuerza con su bastón con alguno de los atacantes.