Carola: Prinsesa de la oscuridad

Bueno, ustedes me conocen, no soy mucho de originales, pero se me ocurrió esta pequeña historia, espero la disfruten, es algo loca y no solo es Drama, también lleva un poco de romance en algunas partes, aunque no se centra en eso.

Sin más que decir, espero su opinión ;)

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Carola: Princesa de la Oscuridad.



Mis pisadas se escucharon por toda la habitación, incluso mi respiración se escuchaba en eco. Escuche pasos tras de mi, prepare mi arma para disparar a cualquier movimiento no humano. Levanté la pistola hacía la primera persona que vi.



—Tú… —Dije con tono de decepción y enojo.



Vi su sonrisa burlona. Sus ojos azules se clavaron en mis ojos color miel, río por debajo y se acerco a mí a paso lento; al estar a unos metros de mí sacó su arma y con esta alejo la mía de su rostro.



— ¿No intentaras matarme, verdad, muñeca? —Me dijo mientras pasaba sus dedos por su cabellera roja.



—Aléjate… yo sólo mato vampiros… —Dije mientras me daba media vuelta y caminaba.



Escuche que reía tras de mí, no le di importancia, igualmente me reiría de quien dice matar a los suyos, pero no puedo perdonar que los vampiros hayan matado a mi padre con el simple hecho de ser lobo, y tampoco perdonare que hayan matado a aquellas personas que cuidaron de mí en mi infancia, simplemente no lo puedo permitir, es sobre-humano y muy cruel.



—Vamos, muñeca, somos equipo… —Me dijo mientras colocaba su brazo en mis hombros.



—Aléjate —Dije mientras le pegaba una patada y lo lanzaba hacia el extremo de la habitación.



¿Quién lo diría? Una chica de exactamente 19 años, en unas semanas 20, trabajando para una compañía secreta contra los vampiros o cosas paranormales. En fin, me honraría contarles que todo comenzó hace dos años.



Era una mañana tranquila y hermosa, el Sol brillaba y el viento soplaba levemente. Hoy era el día en que me convertiría en mayor de edad. Mi cumpleaños numero 18. Como cualquier otro día me levante y prepare para la escuela.



Al bajar note que mis padres habían salido, sinceramente siempre es así, lo grandioso es que en la tarde una linda celebración familiar me esperaba. Corrí lo más rápido que mis piernas me daban, ya era tarde, maldito despertador, como siempre me levanta una hora después a lo que le pido.



Llegue, en la puerta de la escuela se encontraba una chica de cabellos rubios y ojos verdes, las muchachas tipo muñequitas. Camine ignorando por completo las risas burlonas de las rubias, pero una de ellas jalo mi coleta negra. Me volteé para ver su cara, mis mechones de colores pegaron en mi cara.



—Nenita, ¿A dónde vas? —Me dijo la de en medio, Kimberley, creo que se llama. Sus cabellos rubios volaban con el poco viento que se sentía ese día —. Debo felicitarte antes… —Dijo mientras colocaba sus manos en sus caderas —… felicidades por 18 años de mediocridad…



No le di importancia a lo que me decía, la verdad no me importa mucho lo que hablen de mí a mis espaldas, no debo porque darle importancia a eso. Camine directo a donde una peli naranja pálida me esperaba. La chica vestía una sudadera de cuero negra, su cabello estaba suelto pero en la cabeza tenía un pañuelo del mismo color de sus jeans de cuero; negro.



—Felicidades, Caro —Me dijo mientras me abrazaba y entregaba una cajita color morado con una cinta lila alrededor.



—Gracias, pero el mejor regalo sería ver el color de tus ojos, Nía —Le dije mientras recibía la cajita y sonreía de lado.



La verdad muchos han de creer que es extraño. Siendo amiga de una chica por más de 12 años y nunca ver el color de sus ojos es extraño, pero bueno, toda su familia es así, con lentes de Sol y ropas negras.



Juntas caminamos hasta el salón de clases de la Sra. Martínez, una mujer regordeta y chaparrita de cabellos chinos, alborotados y corto, no más allá de la oreja. En el camino nos encontramos con Javier, el hermano menor de Nía; es exactamente como ella, peli naranja y pálida.



—Hola, felicidades —Me dijo mientras me abrazaba tiernamente y me colocaba un collar de hermosas joyas en forma de corazón.



Sentí como sus manos tocaban mi cuello. Su piel se sentía fría y su aliento también. Trate de ver más allá de sus lentes, pero antes de poder verlos él se separo de mí. Me sonrió y se alejó, como si hubiera leído lo que tenía planeado hacer, pero no le di importancia.



—Espero te guste, hermosa —La verdad ningún hombre me hacía sonrojar a excepción de Javier, por alguna razón siempre me sentí atraída por él, aunque sea dos años menor que yo, siempre me ha gustado.



—Gracias… es hermoso… —Dije mientras lo tocaba y mis mejillas tomaban un color rojizo, Javier me sonrió de lado y se fue a su aula.



En todo el día no paso nada interesante hasta que la clase de educación física llegó. El profesor Geof, un hombre no muy viejo, tampoco tan joven de cabellos castaños, ojos violetas y mirada soñadora nos puso a correr.



Yo siempre fui pésima en eso de correr, la más lenta de todos. Nada a comparación de Nía, ella es la más rápida de toda la escuela, al igual que su hermano y hermana, a claro, la olvide, una peli naranja, exactamente igual a sus hermanos, pero ella es más fría y no me llevo con ella.



Era mi turno de correr, escuche como Nía gruñía y de reojo pude ver como miraba con maldad; parecía que odia cuando el profesor nos pone a correr, o algo por el estilo.



Casi siempre que nos toca correr yo siempre estoy hasta el final, pero por alguna razón esta vez fui la primera en llegar a la meta. Unos segundos después de que el profesor hizo sonar el silbato llegue a la meta.

Y eso no fue lo único extraño que ocurrió; no como carne, lo único que como derivado del animal son los lácteos y el huevo, pero nunca como otra cosa que no sea vegetal o lo ya mencionado. ¿A qué llego con todo eso? Pues la razón es que a la hora del almuerzo el chico nuevo, un pelirrojo de ojos azules, exacto, el mismo chico de hace unos momento, no mencione su nombre, es Ricardo.



—Hola, hermosuras —Dijo mientras colocaba su bandeja con una enorme hamburguesa en él — ¿Gustas, muñeca?



La verdad no tenía la intención de comer carne, pero tenía un olor tan rico y mi boca se lleno de saliva. Me relamí los labios, pero clave mi mirada en mi ensalada y fruta.



—Vamos, con eso no te llenas, hermosa —Dijo mientras metía un pedazo de hamburguesa en mi boca.



Quería escupirla, pero no por alguna razón empecé a masticarlo y con dificultad lo tragué. Al acabar el bocado estaba demasiado agitada, mucho más que cuando acabe de correr. Nía me miraba con la ceja arriba y la boca abierta y su mano un poco alada con el tenedor llena de lechuga.



—Rico, ¿Verdad? —Me dijo mientras acariciaba mi rostro.



— ¿Quien te crees? — Le grité mientras lo golpeaba con el libro de Nía, uno negro con letras plateadas en las que se leía ¨Dracula¨



Ambas nos alejamos del pelirrojo. Mi respiración seguía agitada, Nía lo notaba bastante bien. Puso una de sus manos en mi hombro desnudo, de nuevo sentí como ese frío recorría mi cuerpo, pero no le di importancia con el hecho de que me encontraba muy agitada y enojada con ese chico.



— ¿Sabe bien? —Me pregunto sin demostrar sentimientos en su rostro y con una voz seria y fría.



—Disculpa… —Pregunté algo extrañada a lo que me preguntaba.



—La hamburguesa… ¿Sabe bien? —Me pregunto refiriéndose al sabor de la carne, la verdad ella si es 100% vegetariana.



—Tal vez… debo irme —Dije un tanto avergonzada de mi misma, era imposible, me había jurado nunca comer carne con el simple hecho de que pude haberme comido a un animal indefenso con familia y eso me hacía sentir bastante mal.



Llegue a mi casa muy aprisa olvidándome de la conversación que tuve hace algunos momentos con mi extraña amiga.



Saque de mi bolsillo de mi pantalón un llavero de forma de corazón a la mitad, recuerdo bastante bien que Nía me lo había regalado en mi cumpleaños numero 15, ella tiene la otra mitad. La mía atrás tiene escrita la frase ¨Amigas hasta la muerte¨, la suya dice ¨Estefanía y Carola¨



Abrí la puerta de mi hogar, esperaba sentir los cálidos brazos de mi madre rodeándome y diciéndome cosas lindas al oído, pero en vez de eso escuche unos leves llantos que provenían de la cocina.



Me acerque lo más silenciosamente que pude, ahí estaba; mi madre. Sus cabellos rizados y castaños le caían en la cara, su trenza estaba desecha, mi padre tenía su mano en su hombro, por alguna razón mi oído se agudizo y pude escuchar perfectamente lo que decían.



—Es hora de decirle… —Dijo ella levantando la mirada y secándose las lágrimas.



—Sabes muy bien que ella no debe saber que….



¿Enterándome de qué? ¿¡De qué!? Mi madre no hablo más, al parecer sintió mi presencia y se cayó, ambos adultos dieron vuelta y me vieron, no parecían enojado, más bien tristes ya que ambos se acercaron a mi y me abrazaron.

No entendí demasiado lo que trataban de hacerme ver mis padres, simplemente correspondí a su abrazo y deje que ambos me guiaran hasta la mesa donde me esperaba un enorme paste imposible y un flan.



Terminando de comer, no volví a saber del tema en todo el día. Estaba dispuesta a irme a la cama cuando, como todos los días, una paloma blanca con ojos rojos llegaba a mi ventana y me traía una carta.



—Ya era hora… —Dije mientras le regalaba un pedacito de pan y empezaba a leer la carta que la paloma me entregó.



Esta decía:



Caro, como sabes, hace más de un mes que te escribo y tú contestas, lo hacemos a diario, pero, lamentablemente, esta vez ya no será posible, simplemente me lo tienen prohibido, luego sabrás quien, por ahora sólo ten en cuenta que siempre te amare, aunque tú no me conozcas. Nos vemos. Y por cierto, no me respondas.



Sonreí mientras doblaba la hoja. No tenía la menor idea de quien era esa persona que siempre me manda cartas desde que cumplí 15 años, tengo una caja de madera con la figura de un lobo y esta, esta repleta de cartas de ese chico, cuyo nombre no se.



Guardé la carta en la caja, la verdad, ya no cabía una carta más. Mordí un poco mi pulgar, me encontraba pensando donde podía guardar las cartas. Me acerque al mueble de madera que estaba a un lado de la puerta. Abrí una puertecita y saqué todos mis libros de R.L. Stine y los acomode en mi cama para luego sacar un enorme baúl morado donde guardo todo lo que Nía me regala, casualmente siempre hay demasiado espacio en ese baúl, así que guarde las castas ahí.



Suspire mientras me sentaba en mi cama, me recosté y al momento de cerrar mis ojos escuche un ruido que me dejo sin sueño.



— ¿¡Qué diablos!?

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¿Qué les pareció?
¿Cuanto me gané de calificación?
¿Alguna duda?
¿Alguna falta?
¿Qué creen que pase?
Espero les aya gustado la idea y me dejen su opinión
Bss
Tema-Ch@n

 

Espero no los haya escho esperar mucho, si lo hice sinseramente lo lamento, pero entre en un transe y termine escribiendo otra cosa :P jejejeje bueno, espero ver sus lindo comentarios que sioepre me hacen ultra felix n_n
Capitulo 2 ¿Qué es esto?



Baje lo más rápido posible de las escaleras, me sentía llena de temor, pero no tenía la menor idea del porque me sentía así. Al bajar me dirigí a la cocina donde antes se encontraban mis padres. Al entrar a la amplia cocina pude ver a mi padre tirado en el suelo con el cuello completamente lleno de sangre, y también vi a mi madre moribunda.



— ¡Madre, madre! —Le dije mientras me colocaba un lado de ella arrodillada. Mis lágrimas salían sin parar de mis ojos. MI bella madre nada más pudo señalar una cajita negra con una cinta morada. Luego dio su último suspiro y murió.



Al regresar del gran momento en Shock me dirigí a la pequeña cajita que estaba sobre el mantel de flores que mi madre tejió cuando yo tenía 6 años. La tome entre mis manos, al tacto se sentía fría, no como cualquier caja normal, estaba totalmente helada.



Lentamente la abrí para ver su contenido. Era totalmente negra por dentro, apenas y se notaba el pequeño collar con el dije de un murciélago; tome el dije y le di vuelta entre mis dedos. Detrás del murciélago había una escritura así: Εντυπωσιακό κυνηγητό βαμπίρ. Vampiro en griego.



Mi corazón latía al mil por hora y no sabía porque, mil preguntas entraron en mi cabeza, lamentablemente, nunca las respondería, o no por ahora. Respire hondo, me acerque lentamente a mi mama, con el collar aún en mi mano, y al momento de tocarla el timbre de mi hogar sonó.



Lentamente me acerque a la puerta y con mano temblorosa giré el picaporte ¨Y… ¿Si es el acecino?¨ deje de pensar y abrí la puerta.



—Hola —Dijo una chica de ojos amarillos como leopardo, encima de sus hermosos orbes llevaba unos pequeños lentes. Su tez era morena, un poco más bajita que yo, tal vez por tres o cuatro centímetros más. Su cabello no lo pude ver ya que se lo cubría con la capucha de su chamarra, pero por el flequillo que le caía en la frente pude notar que ella era castaña —. Mucho gusto, mi nombre es Bianca, feliz cumpleaños, su alteza.



—Hola… ¿Te conozco? —Le pregunte aun en Shock.



La joven no respondió, paso sus ojos al collar de mi mano. Luego hizo una mueca de desapobración, dio un enorme suspiro y me contestó de la forma más amable del mundo.



—Su alteza, debemos hablar —Dijo y luego me entrego una cajita café, al abrirla pude ver que había un dije con la figura de un lobo, detrás de este decía la palabra en griego licántropo: Και του



—Espera… ¡Debes ayudarme! —Le dije mientras la jalaba hasta la cocina, pero ahí ya no estaban mis padres, todo estaba limpio, totalmente como antes —. Pero… no entiendo…



—Te explico —Dijo ella —Pero, será muy largo…

¨Todo comenzó hace más de veinticinco años, aunque el problema es más largo, desde hace cincuenta años aproximadamente, cuando licántropos y vampiros vivían por separado. Un buen día la joven princesa de los vampiros salió a pasear por los bosques. Al llegar al lago se encontró con el rey de los licántropos. Él siempre fue pasivo y no quería peleas contra vampiros, ella era una chiquilla demasiado boba para todo, con perdón de su joven madre…

¨Después de que ambos se conocieron se empezaron a ver a secreto y con el tiempo, su amistad se convirtió en amor, aun sabiendo que era prohibido y no sólo por las especies, si no porque ella estaba comprometida y él estaba casado.

¨Una mañana ella le llego con la noticia de que estaba esperando un bebé de él. Ambos estaban dispuestos s marcharse y alejarse a escondidas, pero la envidiosa hermana menor de la princesa le conto todo a los mayores, esto hizo que los ejecutaran; por ordenes de los vampiros y los licántropos no tuvieron opción ya que se trataba de una traición hacia la reina Carlina.

¨Casualmente, la ejecución se llevo a cabo una semana después de tu nacimiento, al momento de nacer, mi madre, fiel amiga de tu padre, tuvo las ordenes de encontrarte familias.

¨Lamentablemente, los vampiros quieren una reina que gobierne con justicia al igual que nosotros, los licántropos, pero no podemos compartirte, por eso te hemos dado cada raza un dije que explica lo que eres.

¨Sin más que decir, me ofrezco como fiel seguidora, su alteza.



—No… —Dije después de escuchar la explicación de la castaña. Esta extrañada levanto la mirada —. Me niego a que seas mi seguidora, no soy más que una pre-adulta…



—No, usted es más que eso… aunque… olvídelo, me despido —Dijo y salió por la puerta de mi casa.



Yo aún seguía en Shock, no podía comprender nada de lo que había pasado. Me hinque, mi piel estaba totalmente fría y no sentía ni mis piernas ni brazos. Lágrimas amargas salieron de mis ojos, toque ambos dijes, uno en cada mano. Los apreté tan fuerte que salió sangre de mi palma, luego los arroje hacía una parte de la cocina; mire de nuevo donde mis padres se encontraban, ya no estaban.



A la mañana siguiente desperté, pero mi felicidad había sido arrebatada el día anterior. Necesitaba hablar con alguien pero no quería que Nía me creyera loca, ella nunca me creería, hace que decidí que tenía que hablar con Bianca.



—Bueno… no creo volverla a ver… —Dije en susurro.



— ¿A quién? —Me dijo el pelirrojo mientras ponía su brazo alrededor de mi cuello. Resoplé enojada mientras quitaba bruscamente su brazo de mí.



—No te interesa —Le grite dándole una enorme cachetada y dejándole una marca roja, tal vez más que el rojo sangre de su cabello.



—Vamos, princesa… —La gota que derramo el vaso. Desde ayer, que la castaña me comento que era hija de una princesa y un rey, no soportaba las palabras ¨su alteza, majestad y princesa si eran para mí¨



Le regale un enorme puñetazo que lo saco volando. No tenía la suficiente paciencia como para él. Así que decidí caminar hasta la clase de la señora Mendoza, una mujer alta y rubia de ojos rojos al igual que sus hermosos labios.



—Carola… —Escuche una peculiar voz que conocía de hace poco.



—Bianca… —Di media vuelta para encontrar a la castaña, esta vez vestía un pants café con capucha.



—Carola… su alteza… —Dijo mientras me abrazaba —. Lo siento… pero… no debe comentar nada… ¿Entiendes?



Asentí con la cabeza. Todo estaba tan extraño. En especial ayer que intente buscar los expedientes de mis padres y esas cosas que se hacen cuando uno está muerto, pero nada. Todo había desaparecido; sus actas de nacimiento, las actas de matrimonio, tarjetas de crédito… Todo. Como si jemas hubieran nacido, ni siquiera mi abuela recordaba a su hija. Pero bueno, muchos creen que ella tiene alzhéimer, así que deben tener razón.



—Te lo has de estar preguntando… —Me dijo mientras destapaba un palito de carne de su envoltura —. Tus padres desaparecieron al ser asesinados por… —Bajo más la voz, nadie más que yo podía escucharla —… vampiros…



—Bianca… ¿En verdad crees que me creeré tu ridícula historia de ayer? —Le dije casi en grito, todos nos voltearon a ver, pero no me importo.



—Bueno… deberías, pero si no me crees, te lo demuestro, quédate después de clases y ven al club de teatro y lo veras…



—Oye, espera ¿Desde cuándo vienes a esta escuela? —En cierta forma, todo me parecía extraño, Bianca conoce el club de teatro, así que no puede ser nueva.



—Pues… un año antes que tú, yo ya voy a salir para a universidad… adiós —Me dijo y se alejo, aunque no le di importancia, tenia mejores y peores cosas en las cuales pensar.



Al llegar a la clase me senté donde siempre. Ignore todo a mi alrededor, ni siquiera escuchaba lo que la profesora me decía. En mi cuaderno sólo había dibujos míos de licántropos y vampiros, y en cada dibujo había una pregunta así ¨ ¿Sera verdad?¨ encerrada en un circulito morado.

Di un gran suspiro para darme cuenta de que la profesora estaba frente a mí. Sus cejas negras estaban arriba, y estaba demasiado trompuda. Me pidió el dibujo, lo arranqué de mi cuaderno y ella lo vio. Una sonrisita burlona apareció en su rostro y sonrió satisfactoria mente. Se acerco a mí y me dijo en un susurro que nada más yo escuche.



—Es verdad… —Luego se alejó de mí rostro y se sentó en su escritorio mientras guardaba el dibujo en una cajonera —. Bueno, continúen con sus trabajos.



Di un suspiro de alivio y miedo, no comprendo nada de lo que la maestra insinuó, pero decidí que lo mejor sería no preguntar y mejor ignorarla. Seguía demasiado ocupada en mis dibujos que no escuche la campana de salida.



—Se que esto es nuevo para ti… —Me dijo mientras se acercaba a mi y ponía sus brazos, uno en cada extremo de mi mesa — pero ya veras que escogieras la mejor opción y entenderás todo muy bien… vete a almorzar… su alteza —Sus ojos tomaron n color rojo, mi sangre se congelo.



En toda la hora de almuerzo me la pase moviendo con mi tenedor la ensalada de lechuga y jitomate. Mi amiga me miraba con el ceño levemente fruncido y una mano en su cachete. La mire a la cara cuando escuche un suspiro de ella.



—Has estado muy extraña, Caro —Me dijo poniéndose derecha y terminando de tomar su jugo, de seguro de fresa, grosella o algo rojo.



—No me nada, simplemente mis padres…



— ¿Tus padres? —Me dijo con un tono extrañado —. Tú nunca tuviste padres, Caro…



Mis ojos se abrieron al igual que mi boca. Todo me daba vueltas, necesitaba hablar con alguien de esto. Por suerte Bianca iba pasando, pero algo que no me gusto mucho era con quien se juntaba. Era la hermana mayor de Kimberley. Al igual que ella, rubia pero de ojos violetas.



—Ahora vengo… —Le dije a Nía y me aleje de ese lugar. Aun a metros de ella sentí su mirada de recelo.



Supongo que se sintió mal por que no le conté nada y cree que se lo contare a ellas. Pero con un poco más de tiempo, y cuando tenga todo claro, se lo diré y aclarare mejor. Por ahora, necesito hablar con Bianca.



—Hola, Bianca, necesito hablar, a solas —Le dije mirando a la rubia como diciéndole, lárgate.



—Ella puede escuchar… —Me dijo con una sonrisa. La rubia sonrió y me dejó ver unos dientes de tipo perro.



—Disculpa, ahora tengo mucha hambre, y cuando uno siente eso sus dientes cambian a los de un perro… —Me dijo —. No te preocupes, a ti no te pasara…



Mi corazón empezó a latirá al mil por hora. Me aleje corriendo y tropezando torpemente; necesitaba un abrazo, así que busque a Nía, se lo contaría y ella me podría ayudar. Me tropezar, pero antes de caer al suelo sentí unos fuertes brazos rodearme.



Abrí los ojos. Lágrimas salían de estos pero pude ver claramente que era Javier. No podía ver sus ojos, pero pude sentir que penetraban los míos. Me abracé muy fuerte a él, el me correspondió; me acariciaba tiernamente mi cabello negro mientras me susurraba cosas.



—Tranquila… todo pasara…



Me solté de él y le regale un beso en su mejilla. Pude ver un leve sonrojo de parte de él; al igual me sonroje. Pero tenía lo que necesitaba. Camine lentamente, cuando recordé que Bianca me había pedido ir al club de teatro. Camine hasta la sala y al abrir la puerta vi a varios compañeros, los cuales me saludaron igual.



—Hola, su alteza…


Bueno, espero les aya gustado n_n la verdad a mi si me guto
¿Qué les pareció?
¿Que me gane del 1 al 10?
¿Alguna parte favorita?
¿Siguen con dudas?
¿Alguna falta que ayan notado?
¿Le va gustando?
¿Que creen que pase (prohibido piner no se, usen su ¨al estilo bob esponja¨ Imaginacios *w*)?
Son libres de escojer. Con quien quieren que se quede Carola ¿Javier o Ricardo? (aclaro, es por punto de vista, ya que esta historia no tendra mucho romantisismo)
¿Notan algo extraño?
Bueno, me despido.
Los mega adora...
Tema-Ch@n