Crepúsculo Atracción fatal (One-shot)(Edward&Bella)

Tema en 'Fanfics sobre Libros' iniciado por Kikuz-sama, 11 Mayo 2012.

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    Kikuz-sama

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    Escritora
    Título:
    Atracción fatal (One-shot)(Edward&Bella)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1892
    Hola, vengo con esta nueva creación después de tener este foro tan abandonado, espero les guste tanto como a mi.
    Sin más que decir, les dejo el escrito :D


    ATRACCIÓN FATAL

    La campanilla que anunciaba el término del almuerzo notificó que era hora de volver a clases, algo bastante normal en este aburrido pueblo, sonreí al recordar que yo ya no necesitaba más diversión, suficiente tenía con una loca vampiresa detrás de mí en su afán de finiquitar su absurda venganza. Suspiré mientras caminaba al lado de mi ángel hacia el laboratorio de biología, entramos al aula y como de costumbre algunos se giraron a mirarnos; me sonrojé y fui con la cabeza gacha hasta nuestra mesa.

    Edward sonrió, lo fulminé con la mirada sabiendo de sobra como lo divertía mi comportamiento, ¿Acaso le era tan difícil entender que aún no podía acostumbrarme a estar en compañía de un ser tan hermoso y sobrenatural como él?, Además de la excesiva atención que estar en su compañía me traía. Demasiado para mí.

    La mayoría de los chicos ya se hallaba en su mesa y hablaban animadamente, la clase aún no comenzaba y eso era raro, miré a Edward en busca de una explicación pero al observarlo noté como sonreía con fingida alegría y me tomaba del brazo para salir del aula. Al instante mi ritmo cardiaco se aceleró, pensando en que Victoria venía por mí, le eche un vistazo a mí alrededor pero no había nada fuera de lo común, todo parecía normal.

    –¿Acaso Victoria…?

    –Nada de eso –exclamó con una sonrisa –Es algo mucho peor.

    Pero frustrando nuestro intento de fuga un profesor que no me parecía familiar apareció en el marco de la puerta. Nos miró y sonrió amablemente.

    –¿Iban a algún lado?

    –Únicamente a preguntar por el profesor, ¿No va a asistir hoy? –Masculló Edward encantadoramente, con aquella mascara que usaba cuando quería ocultar algo.

    –No, por ello he venido para realizar una actividad con ustedes, así que vuelvan a su lugar.

    De mala gana Edward dio media vuelta y aún tomada de su brazo regresamos sobre nuestros pasos hacia nuestro lugar. El hombre dejo sus cosas sobre el escritorio y conectó al enchufe el proyector y su laptop. El parloteo aún llenaba el ambiente mientras el realizaba sus actividades, giré para mirar a Edward tratando de saber que era lo que pasaba pero no conseguí nada. Suspiré frustrada, a veces no servía de nada tener un novio que leía la mente y no te comentaba lo que estaba a punto de ocurrir, más si él creía que no era seguro.

    El hombre termino de instalar los aparatos y a cada mesa paso a dar una pañoleta para cada uno, todos lo miraban extrañados y los murmullos no se hicieron esperar. Todo el alumnado estaba ansioso de saber lo que estaba por suceder, estaban emocionados todos excepto Edward quien parecía estar sufriendo o debatiéndose sobre algún asunto. Cerré los ojos y deje caer mi cabeza en la mesa, esto era extraño.

    –Ahora, ya que todos tienen la pañoleta, deberán vendarse los ojos.

    Le eché un último vistazo a Edward antes de vendarme los ojos y sentir como me inundaba una ola de nerviosismo. Respiré hondo un par de veces mientras hasta mis oídos llegaban las risas tontas de los chicos y el sonido de las respiraciones repentinamente exaltadas. Una media sonrisa surcó mis labios al pensar lo exagerado que Edward era pues ¿que podía tener de peligrosa esta actividad?, coloqué la mano cerca de donde pensé que se encontraba la de él y rápidamente tomó mi mano.

    –Tú sabes de qué va todo esto, ¿Por qué no me lo dices?

    –Muy pronto lo sabrás –exclamó, muy probablemente sonriendo.

    Esperamos un par de segundos antes de que la voz del exponente llegara hasta nuestros oídos y los murmullos de los chicos fueran acallados.

    –Bien, trabajaran con su compañero de mesa, tómense de las manos y acaricien estas lentamente…

    De pronto mi corazón aumentó su ritmo cardiaco y la sangre se me subió a la cabeza. Sentí su fría palma tocando con suavidad mi mano, sonreí y tomé la otra que me ofrecía. En ese momento éramos hielo y fuego. Escuché su gradual risa y mi corazón latió aún más rápido, como si en el centro de mi pecho hubiesen puesto una bomba de tiempo que en cualquier momento estallaría.

    –Ahora, con suavidad recorrerán el camino hacia arriba, de los brazos hasta los hombros de su pareja.

    Tragué saliva ruidosamente, repentinamente más nerviosa de lo que jamás estuve, esto era más de lo que por mi misma había logrado conseguir de Edward, él aún se encontraba renuente a tocarme pues como ya lo dijo, con un simple descuido podría matarme, el olor de mi sangre, la fragilidad de mi cuerpo eran los principales impedimentos para que pudiésemos estar cerca. Estábamos juntos pero al mismo tiempo alejados.

    Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza, cuando él deslizó con lentitud la yema de sus dedos sobre la piel de mi brazo, desde la palma, la cara interna del brazo hasta los hombros donde hizo ese recorrido en más de una ocasión, con una parsimonia torturante, pues donde el tocaba un rio de fuego corría, ¿Cómo era posible que él provocara eso en mi? Sonreí al sentir ese cosquilleo familiar y al mismo tiempo extraño, recorriendo todo mi cuerpo.

    –Ya que han hecho esto, abrazaran a su compañero y deslizaran sus manos por la espalda del otro.

    Me mordí el labio y una risita nerviosa escapó de mi boca. El rubor cubrió mis mejillas de un color más intenso del que seguramente alguna vez lo habría adquirido, estaba nerviosa y ansiosa. Las manos me temblaban y mi corazón latía aún más rápido de lo que ya lo estaba haciendo, di un paso al frente y recorrí con lentitud el camino hacia abajo, hasta su cintura. Podía sentir lo fría que estaba su piel sin tocarla ya que el frío de esta traspasaba la fina tela de su playera, lo recorrí con manos temblorosas mientras escuchaba el cambio de su respiración y al mismo tiempo era consciente del cambio de la mía. Respiré profundamente mientras era el turno de él de realizar la actividad, con lentitud deslizó con la suavidad que sería requerida para tocar una burbuja de jabón, sus manos suaves como el mármol, sobre la delgada blusa que portaba. El frío de su palma me caló hasta los huesos haciendo que un escalofrío me recorriera, uno muy diferente al del temor o al frescor de un día nevado.

    –Lo siento.

    –No te disculpes…

    –Ya que realizaron lo que les he pedido, tendrán que acariciar con la nariz el cuello de su pareja e identificar el olor que cubre su piel.

    Una serie de pequeños temblores me recorrió, si un abrazo había sido una odisea ahora esto era una proeza. Suspiré de una forma más soñadora de la que pretendía, cumpliendo una de las pequeñas fantasías que con mi novio había tenido, me mordí el labio y con cierta torpeza enrede mis manos a su cuello, esperando que no se alejara, olvidando por completo como pensar con coherencia y también el peligro que esto suponía. Él se tensó al instante, seguramente al ser esto una tortura pues, ¿Cómo se atrevía el destino a coquetear de una forma tan descarada con la muerte?, o peor aún, ¿Cómo podía esto ser una sentencia de muerte tan atrayente? Estaba consciente de que de que esto era arriesgado y estúpido pero me era imposible dar un paso hacia atrás o sacar de mi mente la idea de tocarlo, su olor y su cercanía estaban matando todo mi sentido común.

    En un acto que no esperaba, Edward pasó un brazo por mi cintura, acortando la distancia entre nosotros y la otra movió con suavidad el cabello que cubría mi cuello. Una serie de temblores me recorrieron, anticipándose a su contacto, deseando repentinamente, más que cualquier otra cosa que él siguiera con lo que estaba a punto de hacer. Suspiré y una sonrisa surcó mis labios cuando el frío de su nariz siguió un camino de fuego sobre la sensible piel de mi cuello, las hormonas habían tomado el control de mi cuerpo y si antes se me había dificultado mantener un sólo pensamiento coherente, ahora era incapaz de pensar.

    –Por último, se despedirán de su pareja con un beso en la mejilla.

    Una punzada de decepción estrujo mi corazón, no estaba del todo segura de querer que esta actividad terminara tan pronto, ¿Podría por mi misma obtener un acercamiento como este en alguna otra ocasión? Suspiré con tristeza cuando él me besó en la mejilla.

    –Ya pueden quitarse la pañoleta.

    Al quitarme esta la escasa luz que entraba por las ventanas me deslumbró, al principio no fui capaz de mirar a mi alrededor, la habitación se había sumido en un silencio incomodo. Me ruborice y con lentitud giré para mirar a Edward quien tenía una sonrisa de oreja a oreja.

    –Te dije que sería una actividad peligrosa.

    –Cardiaca –concedí mientras volvía mi vista al frente y trataba de prestarle atención al parloteo del profesor.


    ¿Y que les ha parecido?
     

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