Long-fic Alice in Alptraum Stadt - Alice en Ciudad Pesadilla (Fanfic basado en "American Mcgees Alice")

Tema en 'Fanfics abandonados de Videojuegos' iniciado por Red Queen, 23 Noviembre 2011.

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    Red Queen

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    Alice in Alptraum Stadt - Alice en Ciudad Pesadilla (Fanfic basado en "American Mcgees Alice")
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1023
    Hola a todos. Desde hace tiempo había estado pensando en escribir un fic sobre este juego que, a mí en lo personal me encanta. El problema es que a pesar de que sabía cual era la trama, no tenía idea de como contarla (ya saben primera o tercera persona. Que es la que se me hace más facil manejar). Ahora que ya sé como hacerlo y queriendome arriesgar en "la primera persona" que por cierto no domino, quiero publicarla aquí y que me digan qué les parece. Por cierto esta historia ocurre despues de la visita de Alice al pais de las maravillas y el espejo, pero no tiene que ver con Alice Madness Returns.

    Bueno ya saben, críticas y sujerencias son bienvenidas. Ah se me olvidaba (¬¬ que horror todo se me olvida). Este fic tiene una temática un poquito fuerte, no porque contenga sexo o algo por el estilo, sino por la constante idea de suicidio que posee Alice y algunas escenas de gore no tan explícito. Bueno sin más...

    NOS VEMOS EN SUS PESADILLAS.​
    PD: ^o^ jo jo jo. Ahora sí que quedó mi frasecilla.​
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    Alice in Alptraum Stadt
    Dedicado a: La hermana Hela, mi mejor amiga y una escritora maravillosa.​
    El ninio Cesar, un master en diseño gráfico.​
    PROLOGO
    Había una vez una quinceañera llamada Alice. Vivía en Inglaterra en compañía de su tutor. Un hombre de cuarenta años, chaparrito y de aspecto bonachón que sentía tanto un gran afecto por ella como preocupación por su salud mental, pues Alice a la corta edad de doce años, quedó huérfana después de que sus padres perecieran en un extraño incendio.

    El trauma que sufrió fue tan garrafal, que su mente se convirtió en un pandemónium de culpa y depresión, al grado que Alice creyó que su vida había perdido valor y sentido. Al pensar de esa forma, le asustó la idea de vivir una subsistencia llena de todo ese dolor emocional. Por lo que el
    suicidio le pareció la escapatoria ideal a su sufrimiento.

    Mientras estaba en el orfanato. Pues Alice no tenía más familia que sus padres. En donde vivió por tres meses. Tomó la decisión de ejecutar su plan mortal. Ya no podía soportar más su situación.

    Una noche mientras todos dormían. Alice se levantó de su cama guiada por la promesa de la muerte. Fue a la cocina y tomó uno de los cuchillos de la cocinera, eligiendo el más grande y afilado. Después moviéndose entre la densa obscuridad y alumbrando su camino con una pequeña vela. Alice se refugió en el baño del segundo piso. Este era destinado a los huérfanos. Y ahí en presencia de un pequeño conejo blanco hecho de trapo, pasó el filo del cuchillo sobre sus muñecas, presionando hasta que la sangre emanaba casi a borbotones.

    Alice se recostó en el suelo, junto a su conejo de trapo cuya blancura era teñida de rojo. Lo abrazó ansiosa, en espera de que la paz eterna la abrasara a ella también. Lentamente empezó a sentirse cansada por la perdida de sangre. El baño empezó a tornarse obscuro y después no supo más de sí. La obscuridad la envolvió.

    Voces huecas e inentendibles llenaron su cabeza. Gritos, llanto. Abrió los ojos pesadamente y vio que alguien la llevaba en brazos, pero no sabía de quien se trataba, no podía reconocerlo pues su mente estaba en blanco. Sus parpados volvieron a cerrarse.

    Después de eso Alice no supo cuanto tiempo pasó. Pero cuando volvió en sí, supo que no estaba en el orfanato. Una luz cálida entraba a través de las cortinas. Una mujer vestida de blanco con una cofia en la cabeza dormitaba en una silla al lado suyo. Alice elevó ambos brazos de manera que pudiera ver las heridas infringidas por ella misma, pero en vez de eso, vio ambas muñecas cubiertas por una venda. Estaba en un hospital, de eso no había duda y también había fallado. La muerte le había fallado, ella misma se había fallado, todo y todos le habían fallado.

    Qué decepción no solo de sus padres la habían privado sino también de la posibilidad de desprenderse del cuerpo enfermo e inservible que tenía en ese momento. Entonces recordó que aún podía ser feliz. Que había un lugar en el que podía hacer lo que le apeteciera… Su mente.

    Después de la recuperación física de Alice, ella no volvió a hablar. Se refugió en su mente viviendo entre sueños y recuerdos, mientras su cuerpo era internado en un psiquiátrico. Por un año Alice se debatió entre la fantasía y la realidad. Hasta que en una ocasión, cuando estaba aparentemente lúcida, su conejo de trapo le habló y la llevó a un lugar diferente llamado “El País de las Maravillas”, una dimensión en la que las cosas más extrañas podían pasar. Un lugar que ella recordó por el cuento que su padre le leyó una vez. Sin embargo aquel maravilloso lugar que le habían descrito, había perdido su esplendor cuando la Reina Roja, el Sombrerero Loco y el Jabberwock tomaron el control convirtiéndolo en un mundo hostil.

    Convencida por el deseo de libertad que ella no tuvo, aceptó enfrentar a la Reina Roja para restaurar al País de las Maravillas. Y así fue, Alice regresó la magnificencia a ese lugar después de librar encarnizadas batallas y desde luego aprender en el camino una valiosa lección…

    “Cuando la vida te ofrezca una segunda oportunidad, tómala y en el transcurso ama las cosas que hoy has visto, pues quizás mañana no las vuelvas a ver”
     
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    Shennya

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    Bastante interesante, otra de tus historias que me ha dejado atrapada. ^^
    Has mejorado mucho, en verdad. Sólo, considero, que hay algunos puntos que deben ser cambiados por comas. Pero, no te preocupes, es algo insignificante.
    Espero que lo continúes pronto, ya quiero seguir leyendo.
     
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    Red Queen

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    Uf no me gusta nada como quedó el prologo. Pero bueno era necesario por aquellos que no conocían nada del juego. Gracias Priscila Imbri por tu comentario y tienes razón aún tengo muchos problemas con la puntuación. Bueno ya no los detengo más. Esta vez traigo el capítulo 1 completito.

    NOS VEMOS EN SUS PESADILLAS.
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    Alice in Alptraum Stadt

    Capítulo 1:

    BAJO LA CAMA


    Un año más, un año menos. El tiempo va y viene caprichoso. A mí sinceramente ya no me importa. Hace mucho que dejó de hacerlo. Para mí lo único que significa es que tengo que tachar los días del calendario y así saber en qué día vivo o, para saber cuándo me llegará el periodo. Como sea, ha pasado un mes desde mi última recaída.

    ¿Recaída de qué? Se han de preguntar. Bueno, el señor Wilde. Que es mí tutor y psiquiatra. Me cree completamente loca por dos razones: La primera es que traté de suicidarme a los doce años —y con eso se supone debe bastar ¿no?—. Y la segunda es porque en dos ocasiones le he dicho cosas sobre algunos viajes fantásticos que tuve y que él tacha como las alucinaciones de una demente en recuperación. Aunque no lo culpo.

    ¿Quién creería que si te caes en la madriguera de un conejo, llegarás a otro mundo en el que incluso se hace de noche o de día? O ¿Qué si pegas la cara fuertemente contra un espejo, te meterás en él?

    El hecho es que, sin importar el tiempo que llevó tratando de convencerme a mí misma de que todo fue producto de mi enfermedad, siempre término pensando << Es que todo se veía tan real>>.

    Por esta razón el señor Wilde se empeña en que le cuente cualquier pensamiento que cruce mí mente. Y dado que lo último que me pasó fue una alucinación, decidí guardarme esta última que me asaltó el mes pasado. — ¿Ahora entienden por qué dije que había recaído?— Solo que en esa ocasión, entendí que el señor Wilde realmente estaba equivocado. Digamos que poseo algo que lo comprueba y que no se lo he mostrado a nadie. Les aseguro que tengo mis razones para no hacerlo.

    Ahora yendo al grano. Quiero narrarles lo ocurrido el 31 de Octubre. Honestamente no sé por qué siento esa necesidad, quizás es la costumbre de ser paciente de un psiquiatra o, que se ha vuelto aburrido hablarle a la misma persona sobre este tipo de cosas y que este solo se limite a responder —¿Y eso cómo te hace sentir?—.

    La historia que estoy por contarles es la segunda experiencia más aterradora que he experimentado Pues considero que la primera, fue ver morir a mis padres cuando nuestra casa se incendió—. Pero al mismo tiempo tan fantástico, que la recuerdo constantemente para no olvidar ningún detalle. Sé que es difícil de vislumbrar para ustedes, el sentimiento que evoca en mí. Después de todo ¿Quién querría recordar algo que es aterrador? Lo malo es que si no lo hago, siento que perdería una parte de mí misma. Es difícil de explicar.

    Aunque ahora que lo pienso. ¿Qué importa que entiendan o no?, ¿Qué interesa que crean todo lo que digo o que solo se lo tomen como las confesiones de una chiflada? Yo sé que todo es real y eso me basta.

    31 de Octubre 1843:

    Fue un día lluvioso de otoño. El aire además de estar cargado de ese aroma a tierra mojada, también se sentía frío y cargado de humedad. Yo me encontraba tras la ventana de mí cuarto observando como escurría el agua por los cristales. Estaba aburrida o más drogada de lo que puedo recapitular. Eso lo sé porque recuerdo quedarme observando completamente embobada, como las gotas de lluvia recorrían las garigoleadas protecciones del balcón. Es horrible estar sedada todo el tiempo. Ni siquiera puedo decir que en ese estado soy una sombra de lo que era antes. Solo imagínense los deliciosos menús farmacéuticos que ingiero a diario. Déjenme hacer un paréntesis sobre eso.

    Por la mañana tomaba dos píldoras diferentes —Dios sabe para qué eran— con jugo de naranja. En la tarde, al terminar la comida, volvía a tomar otras dos pastillas igual de amargas que las primeras. Desgraciadamente estas me las daban con agua natural. Y por último en la noche, regresaban las dos mismas píldoras con la diferencia de que esta vez las tragaba con leche… simple. No menos amargas que las cuatro previas.

    Ahora sí, regresando al tema.

    Estaba sentada en una silla junto a la ventana cuando alguien repentinamente tocó la puerta. Yo no respondí puesto que estaba tan sumergida en mis pensamientos que no escuché absolutamente nada, hasta que ese “alguien” se atrevió a entrar sin permiso, alarmado por la posibilidad de que yo hubiese saltado por la ventana.

    —Alice ¿está todo bien? —me preguntó el señor Wilde, un hombre de cuarenta años sin familia propia, que enviudó joven debido a que su esposa murió en el parto de su primer hijo. Sobra decir que la criatura murió también.

    Pese a ser un hombrecito regordete al que le gusta usar un ridículo peluquín. No deja de ser atractivo para cualquier mujer mayor de treinta años —supongo que a esa edad, uno empieza a fijarse menos en la apariencia para percibir más las virtudes—.

    — ¿Por qué no habría de estarlo? —respondí con indiferencia volteando a la vez para verlo a la cara. Permanecía en la entrada asomando medio cuerpo a través de la puerta. Yo no sabía si estaba molesto por mi falta de atención, pues mi cuarto estaba en penumbra y debido a la luz del pasillo que se colaba por la rendija formada con su cuerpo y la puerta, apenas y podía distinguir su expresión. Aunque por el tono en su voz supe que se sentía preocupado.

    —Bueno en primer lugar, no respondiste cuando llamé a la puerta —dijo moviendo la cabeza de un lado a otro. Como si inspeccionara la habitación—.Y en segundo lugar, has estado encerrada aquí desde la comida y para colmo a oscuras. ¿Aún te queda alguna duda sobre mi pregunta?

    Aquello me hizo gracia, sin embargo no pude reaccionar de la manera adecuada. Solo esbocé una sonrisa por demás forzada, mientras en mis ojos el señor Wilde, vio la mirada dormilona que me producían los sedantes —No me di cuenta de que estaba obscuro aquí adentro— Expliqué.

    —Tal vez podrías prevenir quedarte en la oscuridad si encendieras la luz a las cuatro —me sugirió mientras entraba a encender la lámpara de aceite que tenía junto a mi cama— .A menos que… dime Alice ¿Cuánto tiempo llevas sentada ahí?

    Con la luz encendida, el señor Wilde pudo apreciar mejor mi rostro confundido por su pregunta. Realmente no sabía la respuesta y como no la sabía me encogí de hombros. Por lo visto una vez más le había hecho notar el daño que me hacían los medicamentos, o al menos eso esperaba yo, hasta que lo escuché decir —bueno el caso es que no quiero que te llegues a caer por no ver donde pisas y mucho menos que te acabes la vista—. No podía creerlo, mi propio psiquiatra se rehusaba a bajarme la dosis a sabiendas de los estragos que me provocaban.

    —Tal vez estaría más consiente de a qué hora encender la luz, sino tomara tantas pastillas amargas al día —insinué haciendo un esfuerzo por sonar sarcástica— .Solo míreme. Ni siquiera puedo enojarme por lo que me está pasando.

    —Alice ya sabes que ese medicamento es de por vida.

    — ¿Aunque me haga un habitante permanente de bobopotamia?— insistí.

    —Querida este tema está fuera de discusión. Recuerda es por tu bien —dijo el señor Wilde con aire condescendiente— Y por cierto. Son las siete no olvides que te esperaré en el comedor para cenar juntos.

    —Está bien —respondí luego de soltar un suspiro. Me sentía más desanimada que antes, pero a pesar de eso, no me atrevía a dejar plantada a la única persona que me veía y trataba como a un miembro de su familia. Después de esa conversación el señor Wilde se retiró y yo me volví a quedar sola en mi recamara. Algo que no me molesta en lo más mínimo ya sea que esté lúcida o no.

    Debo reconocer que es difícil enojarse con una persona como el señor Wilde. No lo digo porque esté sedada. Es un hombre muy bueno al que la vida ha tratado muy mal. Una de sus principales cualidades es su enorme bondad. Solo vean lo que hizo conmigo. Además de haber sido mi doctor mientras estuve en el asilo Rutledge, me sacó de ahí para traerme a Inglaterra a vivir con él —no sin antes convertirse en mi tutor legal—. Si lo que he dicho les parece poco, lo que sigue quizás les parezca más.

    Antes de salir del hospital. Él mandó a preparar la habitación que yo ocuparía de acuerdo a mis gustos, pues esa recamara era la que estaba destinada a su bebé no nacido. Seré sincera. Adoro que tuviera ese detalle conmigo —me refiero a la decoración—. Me encanta mi recamara. Quiero describirla para que vean que mi fascinación por ella está más que justificada.

    Verán me encantan las flores —sobre todo las rosas rojas. Así que sabiendo mi gusto por ellas, el señor Wilde mandó a tapizar los muros de mi habitación con un lindo papel de pequeñas rositas rojas y fondo crema. El piso es de madera, pero el que está alrededor de la cama está cubierto por una alfombra de lana color naranja. Hablando de camas, la mía es algo grande —me hace sentir tan pequeña que podría perderme en ella—, con cabecera y piecera de acero color blanco, en vez de tener los característicos barrotes, estas poseen la forma de un arbusto con sus ramas enredadas y follaje no muy tupido de hojas grades y salteadas. En el muro donde está el tocador es amplio, de él cuelgan de extremo a extremo dos cuadros barrocos llamados “La huida” y “El columpio”. Frente a mi cama está un balconcito al que se accede a través de la puertaventana de doble hoja. Debido a que este da al jardín delantero se hizo colocar unas bonitas cortinas color vino con motivos florales. Siempre las dejo entreabiertas por la noche debido a que me asusta la obscuridad. Siento que alguien me mira cuando no hay luz.

    Aquella noche mientras cenaba con el señor Wilde en el comedor principal, nuevamente decidí retomar el tema de las pastillas. Estaba harta de ella y desde luego mi estómago también protestaba. El solo verlas me amargaba el gusto.

    —Señor Wilde, ¿qué pasaría si solo por hoy no me tomara el medicamento? —pregunté antes de meter en mi boca un trozo de estofado. Él pareció leer entre líneas mi pregunta, así que fingiendo no darle mucha importancia se tomó su tiempo para responderme.

    —Nada… —dijo intrigándome con su pausa— por el momento.

    —A qué se refiere con “por el momento” —realmente quería saber las consecuencias de suspender mi tratamiento, puesto que no era un secreto que el resto de los residentes de la casa. Que muchos denominan servidumbre. Supieran que estoy enferma, ya otras veces me han visto tomando las píldoras con un estricto horario. Lo que me preocupaba era que descubrieran que parte de mí está mal.

    Algo que debo agradecer es la confidencialidad médico-paciente, gracias a ella todo el mundo sabía que soy una pobre adolescente con una enfermedad incurable, que vive con su tío porque se quedó huérfana.

    —A lo que me refiero es que puede que no te pase nada inmediatamente o que se te venga una recaída a media noche, pegándonos a todos un susto.

    Suspiré. Había dejado de comer pues en mi mente meditaba las palabras del doctor. Que las personas conocieran mi padecimiento era justamente lo que no quería. Aborrecía que me señalaran o hablaran a mis espaldas llamándome loca. Esa era la etiqueta que nos colgaban a todos en el asilo. No importaba que se tratara de un paciente esquizofrénico o de un catatónico, todos éramos locos y como tales se nos debía tratar. Varios recuerdos sobre eso se me vinieron a la mente.

    Los baños con agua helada para hacerme reaccionar. Las enfermeras lavando mi cuerpo con brusquedad al grado de despellejar mi piel. Los camilleros dejándome caer en la cama a sabiendas de que el colchón tenía resortes fuera. Me saltaban las horas de comer. Y luego la obscuridad, siempre me dejaban a obscuras para no gastar las lámpara de aceite conmigo. Desde entonces como he odiado la obscuridad. Siempre me pareció escuchar ruidos bajo la cama.

    — ¿Todo bien? —me preguntó el señor Wilde tocando mi hombro con suavidad. Su voz me trajo de vuelta a la realidad. Era un alivio darme cuenta una vez más que no me encontraba recluida en Rutledge.

    —Sí —respondí. Ambos continuamos cenando en ese comedor de caoba. Sobre nosotros una enorme araña iluminaba nuestra velada, repartiendo reflejos en las finas piezas de cubertería de plata. Era una mesa enorme que tenía capacidad para veinte personas pero solamente ocupada por dos.

    Tras la cena, nos dirigimos a la biblioteca atravesando un largo pasillo en cuyo extremo se haya la puerta principal, el recibidor con una coqueta de onix a la derecha y la escalera que sube a la segunda planta a la izquierda. A unos metros de ella, se encuentra la biblioteca con sus dos columnas romanas fungiendo como marco pues no hay puerta todavía. Es un lugar muy acogedor en el que hay tres libreros. Ya sé, no son muchos libros para llamar a la biblioteca, biblioteca. El caso es que es la habitación destinada a la lectura.

    En cuanto entré fui directamente hacia el primer librero y busqué entre los títulos “Alicia en el País de las Maravillas”. Había pasado mucho tiempo desde que me atreví a leerlo otra vez, pues me traía el recuerdo de la noche en que murieron mis padres. Sin embargo, ahora ya no es así, todo es gracias la terapia que esas imágenes quedaron en el ayer.

    Encontrar el libro no fue tan difícil, solo tuve que guiarme por el orden alfabético que tanto me empeño en mantener y listo, en poco tiempo tenía entre mis manos el volumen con cubierta roja y grandes letras doradas en la portada. Se me había olvidado que era un libro grueso. Lo abrí y ante mis ojos apareció la viñeta de Alicia tomando el té con la liebre de marzo, el lirón y un sonriente sombrerero loco. Eso me pareció curioso. En mi visita al país de las maravillas, el sombrerero jamás me mostró una sonrisa que yo pudiera corresponder, ya que era yo a la que le lanzaba una colección de afilados cuchillos de carnicero.

    —Alice estas muy pensativa esta noche ¿Quieres hablar de eso pequeña? —musitó el señor Wilde sentado en su sillón frente al fuego de la chimenea.

    —No, no es necesario. Gracias —respondí a la vez que me encaminaba al sofá junto al de él. Quería leer un rato antes de irme a dormir.

    —¡Vaya! Hace tiempo que no tomabas ese libro —dijo el señor Wilde, viéndome por encima de sus lentes.

    Afortunadamente él tenía la costumbre de leer antes de dormir al igual que yo. Solo que a él no le agradaba la idea de llevar los libros a la habitación y leerlos en la comodidad de la cama.

    —Es que me apeteció leerlo— me había sentido incomoda con su pregunta ¿tenía algo de raro que tomara el libro que estaba leyendo el día en que murieron mis padres? Para mí no era sorpresa— .Aunque no estoy segura de empezarlo hoy. Me siento un poco cansada, ya sabe que cuando eso pasa no aprovecho mi lectura —bostecé fingiendo cansancio. Eso no se me dificultaba. Gracias a los sedantes siempre tenía en la cara una expresión perezosa.

    —Pues en todo caso vete a dormir. Son las diez de la noche y mañana vendrá el profesor a impartir su clase.

    —Lo había olvidado. Iré a dormir entonces. Buenas noches señor Wilde.

    —Que descanses Alice.

    Di media vuelta en dirección a la estantería de donde tomé el libro y fingiendo ponerlo en su lugar, tomé otro del nivel superior el cual fue a parar al espacio vacío que había dejado el escrito por Lewis Carroll. Procurando que el señor Wilde no me viera, me coloqué el libro bajo el brazo y salí de la biblioteca a paso tranquilo. No quería llamar su atención con una repentina carrera —igual no tenía deseos de hacer eso. ¡Gracias pastillitas!—.

    Mi habitación se encuentra frente a la escalera en el segundo piso. Me sentía aliviada de haber llegado ahí sin que un testigo supiera de mi pequeña fechoría, travesura… ¿¡Qué mas da!?, ¡llámenlo como quieran!

    Había una lámpara de aceite sobre un taburete blanco junto a mi cama. Atravesé mi recamara dejando el libro en la cama y aumenté la llama de la lámpara debido a que antes emitía luz muy tenue que puede molestar mucho la visión. Me senté en la orilla de la cama. Realmente me había empezado a sentir cansada. Sabía que era por los medicamentos y eso interiormente me molestaba. No podía dejar que unas pastillas más pequeñas que la uña de mi dedo índice me vencieran tan fácilmente. —Imagino que suena ridículo que yo le declare la guerra a una medicina, pero si estuvieran en mi lugar lo entenderían.

    —¡Despabílate Alice! —Dije a la vez que caminaba hacia el tocador, en donde una vez frente al espejo me di palmaditas en las mejillas— .¡No te puedes dormir aún!

    No me gustaba ni un pelo lo que relejaba el espejo. Una chica de cabello lacio y castaño, largo hasta las hombros, y según la señora Reynolds. La ama de llaves. De lindos ojos verde esmeralda que me dan una mirada felina cuando no estoy drogada, pero como era precisamente eso lo que me pasaba. Notaba mis ojos turbios y hasta ojerosos. Había bajado de peso a pesar de que soy delgada y, si todavía conocía mi cuerpo, eso significaba que estaba más pálida de lo que percibir debido a la luz. Todo lo anterior era lo que menos me preocupaba. Era el constante desguanzo lo que me fastidiaba.

    Encaprichada regresé a la cama volviendo a sentarme en ella. Tomé el libro y comencé a leerlo. Estaba decidida a pasar del capítulo cuatro y para lograrlo debía tomar la posición más incómoda posible o al menos que me mantuviera alerta.

    El tiempo transcurrió y yo seguía luchando contra el cansancio. Ya había pasado de la marca que me había propuesto y ahora me encontraba en el capítulo seis: Cerdo y Pimienta.

    Voltee hacia el tocador buscando con la vista cansada el reloj de cerámica que tenía sobre él. ¿Eran las doce?, ¿tan rápido había corrido el tiempo? Realmente estaba sorprendida. Incrédula me levanté con la intención de sacarme de dudas. Pero en cuanto lo hice, el libro se me resbaló de las manos, cayendo estrepitosamente al piso. Al querer recogerlo lo patee accidentalmente bajo la cama.

    Con un gesto de molestia en la cara, resoplé a la vez que decía —¡Maldita sea! —era una suerte que no hubiera nadie pasando afuera de mi habitación. Decidí que primero resolvería lo de la hora. Después de todo, al libro no le saldrían patitas y se iría caminando. Pasé sobre la cama atropelladamente. Aun llevaba puesto el vestido azul cobalto y el mandil blanco que había usado durante el día. Cuando estaba a un metro del tocador, escuché algo moverse a mis espaldas. Eso me dio miedo, por lo que lentamente me di vuelta. Parecía que aquel ruido misterioso provenía de debajo de la cama.

    —Ah pero qué fantasiosa soy —me dije a mí misma— debió ser el libro cayéndose de mis chinelas —trataba de convencerme de eso. Aunque no lo había hecho muy bien del todo.

    Miré rápidamente hacia el reloj que estaba a mis espaldas y efectivamente marcaba las doce. Tenía que darme prisa para sacar el libro y cambiarme de ropa. El señor Wilde podría subir en cualquier momento y si al hacerlo veía luz por debajo de la puerta era seguro que me reñiría.

    Con cierta fatiga rodee la cama. Regresando al mismo punto donde perdí el libro. Me hinqué para después levantar la colcha de terciopelo verde olivo recubierta por otra tejida a mano, calada y en color blanco. Un rebote de luz iluminó un poco más la penumbra bajo mi cama cuando repentinamente volví a escuchar el mismo ruido. Me estremecí y por ende salí gateando hacia la puerta. No me importó que el vestido se me ensuciara de polvo, yo solo no quería acercarme a la cama.

    —Muy bien señor Wilde, al parecer sus pastillas no sirven… otra vez —a la vez que sentía el corazón latiendo fuertemente en mi pecho. Respiraba por la boca nerviosamente— .Todo está bien. Es solo tu imaginación. No pasó nada.

    Me levanté despacio. Temerosa por lo que sea que hubiese ahí abajo, mientras trataba de hacerme ver que todo era producto de mi cabeza. —No hay nada abajo. No hay nada abajo —no sé cuántas veces repetí esa frase, lo que sí sé es que bien podría haberla convertido en mi mantra personal. Nuevamente me acerqué a la cama hincándome a su lado. Aún la colcha recogida, así que solo tenía que asomarme y eso hice.

    Junte valor no sé de dónde y di un vistazo… nada, no había nada ¡Bendito mantra! Dejé salir un suspiro de alivio. Hasta el efecto de las pastillas se me había pasado.

    Recorrí con la vista lo que había abajo y efectivamente estaba el libro. Aunque no sabía que lo había pateado tan fuerte. Calculé que estaba a la mitad de la cama —¿Cómo llegaste hasta ahí? —. Volví a sentarme sobre mis piernas y tomé la lámpara del taburete poniéndola a su vez en el piso, cuidando de no tirarla sobre la alfombra. Me recosté en el suelo y empecé a arrastrarme. No sabía que hacer eso fuera tan tedioso, pues entre la alfombra y el vestido mi movilidad estaba muy limitado.

    No tenía ni medio cuerpo bajo la cama, cuando sentí una corriente de aire que hizo bailotear la flama de la lámpara. No sabía de dónde provenía así que empecé con mis suposiciones. — Tal vez el viento se colaba a mi recama a través de la puerta del balcón, pero si así fuera ¿no tendría que darme por el costado? Otra ráfaga volvió a surgir y al fin la llama se apagó.

    Así que ahí estaba yo metida bajo la cama, sumergida en la obscuridad buscando un libro.

    Me quedé paralizada, sentía mucho miedo. No podía ver nada más allá de mí nariz. Quería moverme pero mi fobia no me lo permitía. Solo escuchaba mi respiración entre cortada y el bombeo de mi corazón. Aferré las manos en la alfombra. Tenía que salir de ahí.

    ¡Shruch!

    Los ojos se me abrieron como platos al escuchar que algo rasguño la madera del piso. Era el mismo sonido que había escuchado antes. No pude evitarlo, cuando escuché un segundo rasguño, solté a llorar y empecé frenéticamente a patalear para salir de la cama, pero ya era tarde.

    Fue en cuestión de segundos que el suelo en el que me encontraba se ablandó como si de arena movediza se tratara. Me hundía — ¡Señor Wilde! —grité mientras trataba de aferrarme a la alfombra. Era inútil. Todo a mi alrededor se había vuelto un líquido espeso que me arrastró a su interior.
     
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    Shennya

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    Me pareció increíble el capítulo. Considero que estás desarrollando bien esta primera persona, sobre todo con la personalidad de Alicia. Me agrada que intente luchar contra lo que el psiquiatra le ha impuesto y que tenga su rebeldía. Pero eres mala xD, lo dejaste en la parte más emocionante para que yo sufra con la espera.
    De lo demás, noté que ya cuidas más tu puntuación, te felicito.
    Espero el próximo.
     
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    Bloody pain

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    ¡Hola! Vengo a decirte que me ha gustado mucho tu historia. La trama la vas llevando muy bien y, aunque no conozco a profundidad el juego, consigues que me interese muchísimo en el relato :p.
    Si bien ya te dijeron lo de los puntos excesivos, quiero felicitarte porque intentas arreglar aquel problemilla. Aunque ahora quisiera recalcarte algún otro error de por ahí ^^:

    Lo que resalté está mal, querida, debido a dos cosas: antes de aquel "qué" no hay punto seguido ni nada que indique que la inicial de la palabra deba iniciar con mayúscula, de manera que es un problema y lo correcto es "que".

    Ahora, la tilde diacrítica está mal también, pues aquel "que" no está cumpliendo la función de preguntar realmente, sólo nos está aclarando o denotando la condición de que si pegas la cara a un espejo fuertemente, podrás meterte dentro de él.
    Bueno, puede que tu querido Word te diga que así está correcto, pero no es más que un error ;). Aunque hallan signos de admiración antes del "dije", las reglas ortográficas obligan a que, después de aquel guión, se continúe con minúscula. Yo te sugiero ésto:
    —¡Despabílate, Alice! dije a la vez que caminaba [...]
    Por cierto, puse la coma para separar el verbo del vocablo, otra cosa que la RAE nos sugiere xD

    En fin, espero haberme hecho entender y no causarte ninguna molestia, ¡ojalá actualices pronto!
    Éso es todo por ahora, ¡saludos y besos! :D
     
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    Red Queen

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    Hola a todos y todas. Paso de a rapidito.

    Emmm gracias a Priscila Imbri y a Bloody Pain por los cocos que me dan (jeje sonó bien masoquista) creanme que los estoy tomando muy en cuenta.

    T_T si tengo una adicción terrible por los puntos jeje trataré de cuidar más eso. Y sí, ¡MALDITO WORD! está viendo lo que me cuesta andar cuidando la puntuación y todavía sale con sus errores jajaja soy una descarada jijiji.

    Ya estoy trabajando en el capitulo 2 que se llamará:

    Llegada a un mundo nuevo. El mar de sangre y el buque suicidante.​
    Espero igual llegue a gustar como el primero. Nada más que me estoy tardando un poco porque no quiero descuidar el otro fic que tengo (¬¬ quiero dejar la maña de dejar cosas incompletas) y ahora acabo, por que lo acabo.​
    Bueno pues me despido como siempre...​
    NOS VEMOS EN SUS PESADILLAS​
     
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    Red Queen

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    Alice in Alptraum Stadt - Alice en Ciudad Pesadilla (Fanfic basado en "American Mcgees Alice")
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Horror
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    2209
    Hola a todos sorry por la tardanza. Ya no tengo tiempo de nada snif snif. Bueno esta vez para desgracia mía. Solo traigo una parte del capítulo dos. Espero guste y desde luego espero comentarios. Bueno pues

    NOS VEMOS EN SUS PESADILLAS.​
    ----------------------------------------------------------​
    Alice in Alptraum Stadt
    CAPITULO 2
    LLEGADA A UN MUNDO NUEVO. EL MAR DE SANGRE Y EL BUQUE SUICIDANTE

    El hecho de que no pudiera ver nada de lo que ocurría a mi alrededor no significa que no pudiera darme una idea de los hechos —el resto de mis sentidos no están de adorno ¿saben? —lentamente sentí mi cara hundirse en la espesura de lo que antes fue alfombra, así que antes de que eso sucediera tomé suficiente aire y contuve la respiración pensando en que tal ves podría “nadar” a la orilla y aferrarme a la pata de la cama el tiempo suficiente como para pedir ayuda y que alguien me la brindara. Me hundí. No pude hacer nada para evitarlo.
    No se veía nada, una vez más esa oscuridad a la que tanto odiaba me volvía a acoger en su seno. Pero yo no deseaba que mi tumba terminara siendo un lugar así. Comencé a bracear tratando de llegar a la superficie, puesto que por momentos creí ser arrastrada por una especie de corriente marina que en dos ocasiones me hizo dar bruscos jirones que me dejaban completamente desorientada. Me imaginé que talvez eso me había sumergido más, así que no sabía a que profundidad estaba y lo que era peor era que mis pulmones empezaban a resentir la falta de oxigeno.
    Angustiada, comencé nuevamente a nadar hacia lo que yo creía era la superficie. Pero no parecía avanzar hacia ningún lado hasta que otra oleada volvió a sacudirme. Esta vez más violentamente por un lado agradecí que eso sucediera, ya que me permitió ver un orbe luminoso por encima de mi cabeza que me guió hacia la superficie.
    En cuanto saqué la cabeza del agua me sentí revivir con la primera bocanada de aire fresco que daba en quien sabe cuánto tiempo. El viento soplaba fuertemente y el agua que antes me parecía tibia ahora la sentía helada. Sobre mi pánico percibí el sonido del oleaje a mi alrededor. Ya no estaba en mi habitación o en alguna parte de la casa del señor Wilde. Pues en vez de ver el techo, vi un cielo nocturno ligeramente encapotado en el que la luna llena vislumbraba en el horizonte mostrándome la extensión de agua en la que flotaba ¡era el océano en donde me hallaba! O al menos eso creía.
    — ¡¿Alguien puede oírme?! —grité —¡auxilio!, ¡por favor! —pero nadie respondió, solo escuché la olas del mar y el eco de mi voz perdiéndose en la atmosfera. Estaba sola y perdida en medio de la nada. Seguí gritando sin importarme quedar afónica hasta que una ola me pilló con la boca abierta haciendo que un poco de agua entrara en ella.
    Casi vomito por el asco que me produjo el agua. No era el típico sabor salado, de hecho era todo lo contrario. El agua poseía un toque dulzón y al mismo tiempo oxido que recordaba haber probado en algún lado, más no daba donde. Seguí tratando de recordar ese sabor tan peculiar cuando la briza del mar asaltó mi sentido del olfato con un pútrido olor. — ¿Qué es eso? —dije haciendo una mueca. El aire estaba impregnado por el hedor de algo en descomposición. Era horrible tener que soportar todos esos elementos mientras yo estaba en el agua. Reconozco que me daba miedo descubrir que lo que apestaba fuera un animal muerto pues entonces tendría que preguntarme qué lo mató.
    Continuaba tratando de mantenerme a flote cuando una de mis manos tocó por encima del agua una textura diferente, se sentía pegajosa y no muy densa, más bien parecía una tela delgadísima que no se rompió al contacto con mis dedos, al contrario ésta se pegó a mi piel.
    Me la acerqué a la cara para examinarla aprovechando el grandioso brillo lunar. Sabía que no era de mucha ayuda, pero de una forma u otra servía. Deduje que era una especie de nata de la que en poco tiempo estuve rodeada. Tenía un color rojizo cuando la inspeccioné a contraluz y despedía ese olor pestilente que tanto me atormentaba. Todo esto tenía que ser una alucinación estaba segura de ello, es decir, ya sé que todo podía parecer muy vívido, pero en otras ocasiones también he tenido visiones demasiadas realistas para mi gusto y esta no era la excepción.
    —Seguro me quedé dormida bajo la cama —pensé —y como estaba sugestionada, me vino este sueño. Mis cavilaciones no estaban ayudándome mucho a encontrar la forma de salir del embrollo, pero realmente no había nada que pudiera hacer. Temía que si empezaba a nadar hacia alguna dirección, yo terminara más alejada de cualquier costa que pudiera tener cerca… Si es que había.
    Desde lejos percibí un sonido que desencajaba con el del agua. Me recordaba el golpeteo del mar contra las embarcaciones de un muelle… ¡embarcaciones!
    — ¡Auxilio!, ¡socorro!, ¡alguien ayúdeme! —grité mientras braceaba hacia el origen del sonido, el cual seguía invisible a mis ojos pero claramente perceptible —¡por favor!
    No sé cuanto tiempo pasó pero después de un rato vi aparecer la figura de un barco pequeño iluminado por la luna <debo decir que yo no sé nada de embarcaciones, para mí resulta lo mismo una fragata que un buque. Imagino que mi ignorancia puede resultar absurda pero como he dicho eso me tiene sin cuidado. Después de todo soy yo quien narra. Así que el pequeño barco podría convertirlo en un lancha o hasta en un basa si me da la gana… bueno retomemos la historia.
    Seguí gritando sin cesar hasta que lo vi enfilarse hacia mí a una velocidad considerable que me permitió percatarme de que el color del agua había cambiado. No necesariamente por la cosa asquerosa que recubría la superficie —que en parte le daba un tono carmesí —sino porque mi delantal blanco había cambiado a un color oscuro.
    La nave me alcanzó en poco tiempo. —¡¿hola?! —grité extrañada por no ver movilización en la cubierta —¡¿alguien puede ayudarme a subir?!, ¡ey! —comencé a nadar alrededor buscando a alguien pero solo encontré una escalera colgando de la borda <no me iba a poner exigente solo porque nadie me ayudó a abordar. Era el barquito o el mar… obviamente elegí el barco —subí con gran esfuerzo temiendo que la escalera se viniera abajo conmigo encima, pues la cuerda estaba muy gastada y algunos peldaño de madera ya no existían, esos detalles dificultaron mi ascenso pero al fin logré abordar.
    En cuanto puse un pie en la cubierta noté inmediatamente algo raro en ese barco. No había nadie de la tripulación asegurándose que no habían rescatado a un asesino armado con un hacha. Las velas estaban recogidas. No había aparentemente nadie en el puesto del vigía. Comencé a recorrerlo. No era muy grande y tenía toda la pinta de estar abandonado, aunque viéndolo bien podría esta en un error, puesto que el piso no tenía ni una pisca de polvo.
    Me dirigí al timón y como esperaba, no había nadie. Llegué a la proa y ahí encontré una escalera que bajaba hacía el oscuro interior del barco. No había nada de iluminación dentro pero yo esperaba que hubiese alguien en el camarote tomándose una siesta o en la bodega buscándome algo de comida. Yo no me sentía con apetito en ese momento pero sí tenía mucho frío. Estaba empapada de la cabeza a los pies. Por mi cabello escurría esa agua pestilente en la que había estado. Sin duda quería cambiarme de ropa —bañarme era mucho pedir— y tal vez descansar un rato pero lo que más me interesaba era saber donde me encontraba.
    Motivada por la idea, busqué alguna lámpara por toda la cubierta hasta que encontré una tirada entre unos barriles que parecían contener agua limpia. Ahora el problema era que no tenía ni un fosforo a la mano. —Muy bien, si esta es mi pesadilla entonces una caja de cerillos me vendría de mil amores —me dije mientras rebuscaba entre la pila de cajones de madera junto a las escaleras. Inesperadamente una luz muy tenue iluminó la entrada. —Eso no era a lo que me refería, pero supongo que igual sirve —me dije. Me paré frente a la entrada y precisamente fue ahí donde hallé colgada de un clavo en el muro una lámpara encendida. Esta se balanceaba como si alguien la acabara de colocar ahí.
    — ¿Hola? —dije mientras bajaba con la lámpara en la mano. Había aumentado la flama para alumbrar bien mi camino. Frente a mí se extendía un pasillo no muy largo con cuatro puertas a ambos lados y una quinta al otro extremo. Aquel lugar parecía un poco más destartalado que la cubierta, pues varias tablas del piso rechinaban mucho a mi caminar, los muros tenían la pintura descascarachada y sucia. Y poseía un cargado olor a humedad. Supuse que habría madera podrida o apolillada por lo que caminé con cuidado.
    Llegué al primer par y toqué primero la del lado derecho. Pero nadie contestó. Golpee la del lado izquierdo y tampoco respondió nadie, por el contrario esta se abrió sola. La puerta estaba entre abierta. Picada por la curiosidad la abrí por completo y entré con la lámpara por delante. En el camarote había una litera con ambas camas distendidas y un pequeño ropero realmente no había mucho que ver, la decoración no era algo que llamase mi atención por el contrario solo un par de cuadros empolvados y una lámpara rota que se balanceaba con el movimiento del barco por el suelo eran lo único que había.
    Sentí frío pues una corriente de aire se había colado desde la entrada hasta el interior del compartimiento en el que me encontraba. Me abracé a mí misma tratando de calmar lo helado de mis brazos pero no funcionó —mis manos estaban igual de frías —. No tenía mucho tiempo de haber salido de un resfriado. Una o dos semanas cuando mucho. Y como no quería pescar otro de nuevo decidí que buscaría algo para cambiarme en el ropero y me pondría lo primero que encontrara. Claro, siempre y cuando a mi misterioso salvador no le importara.
    Cuando abrí las puertas del roperito blanco no encontré nada mas que un extraño bichito que salió disparado bajo la litera en cuanto vio la luz del quinqué. — ¡Maldito bicho! —pensé luego de que este me hiciera dar un salto hacia la cama, tuve suerte de que no se me apagara la llama con semejante movimiento. Parecía una especie de cucaracha. Bastante grande por cierto y que pareció chillar cuando corrió asustada. La cual dejó a su paso un rastro brilloso de… ¿baba verdosa? Yo que sé pero se veía asqueroso y olía peor. Tenía una mueca de repulsión en la cara cuando algo llamó mi atención. En una de las patas del armario vi atorada una pequeña hoja de papel. Bajé cuidadosamente de la cama como si ese insecto —que pareció asustarse más de mí que yo de él —fuera a salir de nuevo a pegarme otro susto y tratando de no tocar el viciado rastro que dejó, me agaché para recogerlo.

    Ciertamente era una hoja de pequeñas dimensiones doblada a la mitad, estaba maltratada y un poco mugrienta de polvo pero fuera de eso en buen estado. Me sentía tentada a abrirla y leerla pero no me atreví. Preferí guardarla en el bolsillo de mi delantal para entregársela al primer individuo con quien me topara para que se la regrese a su propietario —haya él y su conciencia si no se la regresaba—
     
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    Hada Negra

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    ¡Qué gran capítulo! Me gusta mucho tu manera de redactar, no dejas lugar a las dudas con tus descripciones. Y esa chamaquita es graciosa con su narrativa XD
     
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    Red Queen

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    Hola a todos gracias a los que han seguido esta historia. Espero que siga siendo del gusto de los que la leen.
     
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    lobalunallena

    lobalunallena Iniciado

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    que bien una historia basada en uno de mis videojuegos favoritos!!!! qué habrá en el barco????? que le pasará a alice ahora que esta en un barco que parece fantasmal???? esperare la actualizacion para quitarme las ansias de las dudas de lo que puede venir en la actualización :D
     
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  11.  
    Red Queen

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    Alice in Alptraum Stadt - Alice en Ciudad Pesadilla (Fanfic basado en "American Mcgees Alice")
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    Que hongo niños y niñas. Mil disculpas por mi ausencia y tardanza para actualizar mi fic, el trabajo no me da un respiro. (ah pero si se supone que no me da un respiro entonces ¿que hago aquì jeje?) Naa, ahora que tengo un tiempito quiero aprovecharlo para actualizarla, como sea espero que este fragmento les guste. Ya saben el resto... comentarios, sugerencias, quejas (estas no me las manden que ni las leo jaja es broma), críticas, todo es bienvenido.

    NOS VEMOS EN SUS PESADILLAS.​
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    Alice in Alptraum Stadt
    CAPITULO 2
    LLEGADA A UN MUNDO NUEVO. EL MAR DE SANGRE Y EL BUQUE SUICIDANTE
    No había nada más que ver, salí del pequeño camarote.

    Recorrí el largo pasillo examinando los compartimientos a mi paso. Debo decir que mi búsqueda fue totalmente infructífera. En todas las habitaciones había exactamente lo mismo, las mismas literas desgastadas y con la madera carcomida por las termitas, el pequeño armario blanco <<sin bicho incluido esta vez>>. Al llegar al penúltimo me di cuenta que estaba cerrado con llave desde adentro. Llamé a la puerta con la esperanza de que se abriera pero no sucedió esta vez. Eché un vistazo a través del cerrojo y solo vi oscuridad y un halo blanquecino alrededor del trinquete. Era seguro que la llave estaba puesta al otro lado y que la luz entraba por la ventana pegando de lleno en la puerta.

    Me acosté en el suelo sin importarme el polvadero, quería ver por debajo de la puerta con la esperanza de poder ver algo más, pero solo pude captar un desagradable olor a fruta podrida emanando del interior. Lejos de darme mala espina me sentí más incitada por la curiosidad. Realmente quería ver el interior. Aunque después pensé —tal vez hay alguien adentro —. Eso era algo en lo que no había deliberado desde que bajé a los camarotes ¿Quién en su sano juicio recoge a un necesitado y después se larga a encerrar a un camarote? Me sentía nerviosa por esa situación. Yo en mi vida había guiado un barco y si la persona que estaba embotellada ahí adentro esperaba que lo hiciera entonces se había equivocado de chica.

    Volví a insistir con la puerta golpeando varias veces hasta que escuché que la llave se había caído por accidente. Bajo la puerta pude ver una parte de ella. —¿qué hago? Puedo jalar la llave y abrir la puerta o continuar con la siguiente —pensaba yo aun sin percatarme de que ya estaba sentada junto a la puerta luchando porque la llavecilla no se me escapara de los dedos. —ven acá picara llavesucha.

    Después de unos segundos de batallar al fin logré obtener lo que quería. La llave era un poco grande y pesada. Cobre puro de seguro. Poseía unas formas elegantes en la agarradera simulando el busto de una mujer vestido con una túnica. Era un objeto antiguo o eso me parecía. La introduje en el cerrojo con cierta impaciencia —si algo puede caracterizarme es que soy imprudentemente curiosa —la giré con lentitud esperando que el habitante no se sintiera ofendido porque yo irrumpiera sin consultárselo. Podría estar dormido, comiendo… no sé haciendo mil y un cosas, pero como suelen decir “es mejor pedir perdón que permiso”.

    La puerta estaba un poco atrancada así que puse todo mi peso sobre ella y empujé lo más que pude. En un momento veía el corredor y al siguiente. Cuando la puerta se abrió de golpe. Me encontraba luchando por no irme de bruces contra la pared. Era una suerte que no se me cayera la lámpara.

    Como ya había dicho en todas la habitaciones anteriores había encontrado lo mismo. Pero este tenía algo que desencajaba con todos los demás.

    Tras mi aparatosa entrada percibí el mismo olor a fruta podrida de antes, solo que esta vez más fuerte. Si, si lo admito… vomité. Juro que hice el esfuerzo por no hacerlo pero al final perdí el control y simplemente pasó. Permanecí encorvada unos segundos, esperando reponerme de la sensación que deja el vaciar el estomago de esa forma. Respiré por la boca para que esa peste no me siguiera martillando el olfato. Hebras de cabello me caían sobre el rostro mientras jadeante recuperaba la compostura. Estaba muy apenada por lo sucedido y desde luego que estaba dispuesta a limpiar mi desastre, pero cuando viré hacia las literas dejé salir un grito.

    Sobre la cama de abajo recostado estaba el cuerpo en avanzada descomposición de un hombre. Las sabanas a su alrededor tenían unas asquerosas manchas de moho tan denso que se en su espesa podredumbre parecía lanzar destellos. ¿a caso esa cosa se movía?
    El cadáver tenía la piel negruzca. La cara le había desaparecido cuando esta se hundió en el cráneo como una calabaza. Varias partes logré percibir los gusanos saliendo y retorciéndose en las heridas abiertas de los brazos y las piernas.

    A pesar del olor —el cual ya era soportable —yo estaba petrificada. La escena me hizo verme a mí misma en el baño del orfanato, tendida sobe el charco de mi propia sangre. Con mi conejo blanco entre los brazos.

    —¡Así podría estar ahora si no me hubieran rescatado! —pensé.
    Salí corriendo al pasillo hasta llegar al pie de la escalera. El aire marino pero igualmente apestoso me hizo reaccionar.

    —¡El barco está abandonado y sin en cambio navegó hacia mí! —. No quería quedarme abordo con un muerto en el camarote. Subí a la cubierta y el viento me levantó las enaguas tan repentinamente que no tuve tiempo de asirlas. Por un lado era un alivio que no hubiera nadie, de lo contrario el espectáculo habría resultado una ganga. Mientras acomodaba el vestido entre mis piernas sentí en el bolsillo de mi delantal algo duro. Había olvidado el desprolijo papelito. Lo saqué y comencé a leerlo —vamos no creo que al del camarote le importe —dije mientras desdoblaba el mensaje con manos temblorosas.

    Al parecer era una carta de advertencia escrita en tinta negra y una ornamentada caligrafía e idioma francés. Lenguaje que domino gracias a las lecciones pagadas por mis difuntos padres. Decía más o menos así:

    “Perfecto extraño:

    Te ruego que una vez que hayas terminado de leer este mensaje, lo regreses al lugar de donde lo tomaste para que al igual que tú, otros puedan saber del riesgo en que se encuentran.

    Mi nombre ya no tiene importancia, pero mi palabra tómala como el consejo de un amigo. Salta de este barco en cuanto pases cerca del embarcadero iluminado con antorchas, pues de lo contrario te llevaran mar adentro con la intención de volverte loco y hacerte perecer en tu conciencia.

    Te hayas en el famoso buque suicidante y a menos que quieras terminar como yo. Un hombre vencido por sus propios recuerdos. Te suplico hagas lo que te he dicho. No quiero que este barco maldito acaba con otra vida”.

    Lo que acababa de leer fue para mí el equivalente a ser despertado por una cubetada de agua helada. Me encontraba a bordo de un barco embrujado en el que había perdido el tiempo revisando el interior. Quizás ya había pasado cerca del muelle y o no me había dado cuenta.

    Revisé con la vista el oscuro horizonte en busca de alguna luz que me indicara que mi situación no era tan mala como parecía, pero… nada, todo era oscuridad y agua. Me negué a darme por vencida. Corrí hacia donde estaba el timón. Pensaba que estando en ese punto tendría una mejor visión periférica. Tomé el timón con fuerza, estaba dispuesta a virar el barco si era necesario.
     
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    lobalunallena

    lobalunallena Iniciado

    Capricornio
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    ;) que interesante¡¡¡¡¡¡ un cadaver¡¡¡¡ esa imagen estara en mi cabeza hasta que termines este fic y no te preocupes no estoy asustada estoy emocionada por lo interesante que se esta poniendo esto¡¡¡ esperare a que actualices con ansias :)
     
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  13.  
    Neko Nyan

    Neko Nyan Hola, soy nueva♥~ (?)

    Capricornio
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    Holaap!! Bueno gracias por la invitación, como apenas me la mandaste (creo) me tuve que poner al corriente y leer lo demás, tal vez leí un pedazo de unos caps, pero no importa.
    Bueno me parece muy interesante realmente nwn, bueno espero más horror en el siguiente cap, y me preguntó que pasará ya estando en el timón!!

    NOS VEMOS!!
     
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