¡Odio la música!

Tema en 'Archivo Abandonado' iniciado por Kirino Sora, 4 Octubre 2011.

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    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

    Aries
    Miembro desde:
    4 Octubre 2011
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    189
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    ¡Odio la música!
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    16
     
    Palabras:
    5131
    ¡Hola! Después de creo que tres semanas indispuesta vuelvo con un nuevo capítulo de este fic. ¡Espero que disfrutéis de ella y comentéis! (Siento que las fans de Luka me van a matar con la mirada...)

    Capítulo XI — La verdad existente entre las raíces del odio

    La vista que tenían sobre el chico era de todo menos agradable, era espantoso verle con todas esas máquinas pegadas a su cuerpo entre otras cosas como vendajes y demás; él yacía con los ojos cerrados, durmiendo plácidamente con una de esas máquinas conectada a su boca, proporcionándole aire.
    Rin, Rinto está... —Era incapaz de acabar su frase, estaba demasiado afectado por lo que acababa de ver; en cambio Rin se mostraba indiferente, ya estaba acostumbrada de alguna manera a aquella escena.
    Él está en coma; da igual lo mucho que lo intentes, no va a despertar y menos te podrá ver y escuchar. —Su voz intentaba sonar áspera mas no lo conseguía con éxito; su rostro tampoco la ayudaba, su inquietud estaba flotando en el aire.
    ¿En... coma?
    Sí... Lo he estado visitando durante estos 4 meses pero aún no ha despertado. —Perdiendo la paciencia, sin darse cuenta su voz se alzaba cada vez más alta— ¡Si yo... Si yo no hubiera ido a buscarle él... él...!
    Las lágrimas desbordantes de lamentos y remordimientos caían sobre su suave rostro, como si de un ángel sin alas se tratase.
    Len no solo sentía pena por ella, el verla llorar así hacía que aquel sentimiento de querer protegerla se desbordara. Perder a tus seres queridos produce una gran cicatriz que difícilmente puede ser sanada, y Len lo comprendía perfectamente.
    En un impulso por hacerla sonreír, la abrazó de manera protectora, acariciando y enredando delicadamente sus dedos en esos cabellos rubios que amaba; Rin no oponía resistencia alguna, ya se había acostumbrado un poco a sus abrazos.
    Rin... —musitó suavemente sobre el oído de la muchacha—. Tranquila, no pasa nada, respira profundamente y relájate...
    Len...
    Ella hizo lo que Len le sugirió, inspiró y espiró una y otra vez hasta que aquel mar que azotaba en su interior se calmó.
    Gracias Len, ahora me siento mucho mejor.
    No te preocupes, mi misión es hacer feliz a las personas que me apoyan pero sobre todo a ti, mi ángel.
    Su broma aunque no era creíble, hizo que ella hiciera un gesto de felicidad.
    No has cambiado nada, Len... —Soltó la muchacha, recordando los recientes recuerdos que volvieron a su mente—. Creo que... deberías saber lo que le ocurrió a Rinto... y más cosas del que deberías saber.
    Sí...

    Verás todo ocurrió hace unos cuatro meses aproximadamente, el día de mi cumpleaños. Aquella mañana al despertar mi hermano Rinto no se encontraba en casa; al parecer antes de salir me dejó una nota diciendo que iba a comprar algo. Estuve esperando durante horas pero no regresaba así que fui en su busca.

    En las afueras de una cuidad, en un pequeño puerto
    Había una chica inmóvil
    Durante mucho tiempo el océano
    ha mantenido esta leyenda
    ¿Rinto a dónde te has ido?
    Al llegar a la zona comercial lo vi, allí estaba Rinto junto a una chica que ocultaba su rostro. Aunque no llegaba a ver su cara debido a su capucha, fui capaz de fijarme en su cabello; era rosa.
    ¡Rinto! —Fui corriendo hacia él a medida que lo llamaba.

    Escribe tu deseo en un pergamino
    y colócalo dentro de una pequeña botella de cristal
    Libéralo en el océano y tal vez algún día
    tu deseo se volverá realidad.
    Pero entonces la tragedia ocurrió, un camión se acercaba rápidamente hacia mí, no tenía escapatoria; pero entonces alguien me empujó bruscamente, apartándome del camino, logrando que impactara contra un semáforo; un dolor agonizante rodeaba mi cuerpo inerte y sin fuerzas para levantarme, al final me desmayé no antes de contemplar la sangre que caía de mi cabeza.
    Unas horas después, aquel horrible dolor volvió así que me desperté. Al tocarme la cabeza noté que tenía una venda aparte de las demás que tenía en los brazos.
    ¿Ya has despertado? —preguntó la enfermera que se encontraba en la blanca habitación—. Me alegro que no haya sido algo tan grave, en unos días te recuperarás.
    Pensando en cómo había llegado a aquel lugar lo recordé, alterada me levanté de la cama bruscamente, causando que el dolor aumentara por momentos.
    ¿Estás bien? —La enfermera intentó que me volviera a tumbar pero yo me negaba—. ¡Debes de descansar!
    ¡No puedo! —me opuse rotundamente, ¡tenía que ver a Rinto!—. ¡Por favor, dime dónde se encuentra la habitación de Rinto Kagamine!
    En... En la habitación de al lado, a la derecha —contestó mientras indicaba la puerta temblorosa.
    Después de darle las gracias salí corriendo de la habitación, giré a mi derecha y abrí la puerta no antes de chocarme contra la puerta. No pude gemir horrorizada al ver a mi hermano, con los ojos cerrados y con un montón de aparatos conectados a su cuerpo.

    Que las olas te alejen de la orilla
    pequeña botella de cristal
    Con un mensaje que contiene un deseo
    En silencio desaparece
    más allá del horizonte...
    Rinto... ¿Cómo...?
    Veo que al fin has despertado.
    No noté que había otra persona más en la habitación; era la misma chica que estaba acompañando a mi hermano.
    ¿Quién es usted? —cuestioné de forma cortés, sin embargo mi voz sonaba dudosa.
    Yo... soy la novia de Rinto, Luka Megurine; encantada de conocerte. —Ella me tendía su mano y me acerqué a ella indecisa para después estrecharla con la mía. En ese momento me fijé que de cerca era aún hermosa; no llevaba la capucha así que se podían apreciar su largo cabello rosa, y sus ojos eran azules como si el mar estuviera reflejados en ellos. Parecía una muñeca.
    Al mismo tiempo me sentía traicionada, ¿desde cuando él tenía novia?, ¿por qué no se lo había contado? Aunque en esta situación no podía replicar nada, por mi culpa su vida estaba en peligro, y... ¿Y si él no abre sus ojos nunca jamás? Estaba asustada.
    Me habría gustado presentarme en mejores condiciones pero parece que ahora será imposible... —se disculpaba la chica.
    Lo siento... Todo es mi culpa. —me inculpaba mientras agachaba la cabeza.
    La verdad es que sí —confesó ella sin compasión alguna—. Tal vez si no hubieras estado allí esto no habría ocurrido...
    Lo siento mucho —Sin levantar la cabeza, sus ojos azules se clavaban sobre mi nuca, parecía que quería matarme con la mirada.
    Quieres saber su estado, ¿no?
    Yo permanecía callada, me asustaba que Luka me revelara que él tal vez no tenga oportunidad de sobrevivir, tenía miedo.
    Él... no abrirá los ojos durante un tiempo, tal vez pasen días, meses, incluso años...
    ¿A... A qué te refieres exactamente? —Mi voz quebrada resonaba llena de terror.
    Rinto... está en coma...

    Tú siempre estabas ahí para mi
    Siempre fui egoísta y te molestaba en toda ocasión
    Aún así siempre cumpliste mis deseos
    Sin importar que te diera problemas
    La Megurine tenía varias lágrimas en sus ojos al igual que yo al enterarme de la primicia; las dos llorábamos pero era como si ninguna de nosotras lo notáramos, lo ignorábamos. De repente sentí como unas manos me agarraban de la camisa y me estrellaban contra la pared bruscamente, notaba como mi mundo se rompía en pedazos por aquella noticia.
    Por tu culpa... ¡Él te desvió del trayecto del camión para protegerte! ¡Por tu culpa Rinto está... está...!
    No pudo acabar, las lágrimas se apoderaban de ella y un nudo se formaba en su garganta mientras aflojaba el agarre y caía de rodillas destrozada. Mis ojos perdían su brillo a medida que la observaba, realmente estaba dolida.
    Luka...
    Afligida, no fui capaz de mostrar ninguna palabra de consuelo; me arrepentía de ver aquellas lágrimas que innecesariamente debería de derramar si yo me hubiera quedado obedientemente en casa. Nada de esto habría ocurrido si no fuera por mí.
    Luka con dificultad se levantó del suelo, se dirigió a la mesita más cerca que tenía y cogió una cajita que había sobre ella; era amarilla con detalles de estrellas naranjas y atado con un lazo del mismo color. Con la caja ya en sus manos me lo lanzó con todas sus fuerzas llena de furia y odio hacia mí.
    Coge esto y vete, quiero estar a solas con él —ordenó la de cabellos rosa dándome la espalda con frialdad—. ¿A qué esperas? ¡Vete de una vez!

    Es solo que comprendí mis pecados cuando ya todo había terminado...
    Entonces utilizaré el mar para entregar mi deseo...
    Después de aquello salí silenciosamente de la habitación y sin poder controlar mi cuerpo, corrí con la caja en mis brazos lejos de allí, hacia un lugar donde nadie me viera, en donde pudiera soltar mis lágrimas abiertamente. Corriendo desesperada, subí por una escaleras hasta llegar a la puerta que se encontraba en el último piso del hospital. La abrí y me encontré en el exterior.
    La verdad es que el paisaje de la azotea era muy lúgubre. Había unos cuantos árboles sin hojas a causa del invierno, los bancos que había parecían que se iban a romper tan pronto como te sentaras, las rejas que había para evitar una posible caída estaban oxidadas y el cielo no mejoraba la vista en absoluto con sus nubes grises, como si también quisiera llorar.
    Sin que mis piernas pudieran aguantar mi peso me caí al suelo de rodillas, sujetando aún la cajita que me lanzó antes y con unas lágrimas en mi rostro. Ya no me quedaba nada... ¿Para qué seguir viviendo? ¿Mi existencia tiene algún significado? ¿Yo... debería de continuar, después de años y años de mala suerte, perdiendo y dañando a mis seres queridos?
    ¿Acaso habrá felicidad en mi vida si sigo existiendo en este mundo triste y gris?
    El frío invernal se apoderaba de mí poco a poco, haciendo que se viera mi aliento mas no me movía de mi sitio. Centré mi vista en la caja que tenía en mis manos, ¿qué habría dentro? Lentamente empecé a abrir el envoltorio, comenzando por desatar el lazo para después rasgar el papel de regalo lo más delicadamente posible.
    Cogí la tapa de ésta y la abrí, unas lágrimas de felicidad pero a la vez de amargura empañaron mis ojos. Dentro de la caja había un lazo de color blanco... Era bastante lindo... ¿Realmente me merecía algo como esto?

    Que las olas te alejen de la orilla pequeña botella de cristal
    Manteniendo el mensaje con un pequeño deseo...
    en mis lágrimas muestro mi arrepentimiento
    En silencio desaparece en el horizonte
    Rinto...
    Entonces varios recuerdos invadieron mi mente.
    Aquello ocurrió hace unos dos años. Los dos estábamos dentro de la habitación del chico, yo miraba cómo él tarareaba y escribía a medida que cantaba mientras que él parecía disfrutar de ello.
    ¿Otra vez componiendo Rinto?
    Sí, se me acaba de ocurrir una canción nueva. ¿Me escucharás?
    ¡Por supuesto! —contesté enérgicamente fijándome en el título de la canción, “Soundless Voice”—. Rinto, siempre me he preguntado algo, ¿por qué compones canciones?
    ¿Por qué preguntas? —Dubitativo y con la mano en la barbilla, pensaba detenidamente en la respuesta—. Tal vez porque quiero parecerme a papá y a mamá...
    ¿Cómo eran ellos?
    Ellos... —Hizo una leve pausa antes de continuar —. Eran unas personas geniales.
    ¿Y dónde se encuentran? —Seguí preguntando, entretanto mi hermano adoptaba una mirada entre melancolía y resentimiento—. ¿Hermano?

    Que las olas te alejen de la orilla pequeña botella de cristal
    Manteniendo el mensaje con mi deseo dentro...
    En silencio desaparece
    más allá del horizonte...
    ¿Eh? Ah lo siento, estoy un poco cansado —se disculpó el mayor—. Mamá y papá está en un lugar muy, muy lejos de nosotros; pero estoy seguro de que algún día los verás, lo prometo.
    Sus ojos se mostraban algo oscuros, vacíos, como si recordara algo que quisiera olvidar pero aún se mostraba el cariño en ellos.
    ¡Me gustaría verlos algún día! ¿Tú que piensas Rinto? —Él se limitó a regalarme una sonrisa en forma de afirmación.
    Rin —me llamó—, cuando sea mayor, me convertiré en el mejor cantante del mundo; lo prometo. Así podré ver a ese hombre... —susurró él decidido.
    ¿A quién? —pregunté curiosa, por su tono de voz seguramente era alguien a quien veneraba mucho.
    Algún día lo sabrás.
    No quiero volver a estar sola... Quiero sonreír contigo, Rinto... Quiero crear más recuerdos felices a tu lado... Sin ti no puedo seguir adelante... ¿Por qué a tenido que pasarte esto a ti? Tengo miedo... Miedo de este futuro incierto... Esto duele... Te lo ruego... No me dejes... Por favor... Que alguien me ayude.”
    Al sacar el lazo de la caja cayó una nota. La recogí y la leí, causando que un mar de lágrimas se desbordaran de mis ojos al mismo tiempo que caía la nieve. No me merecía para nada lo que estaba escrito en ella.

    Que las olas te alejen de la orilla pequeña botella de cristal
    Llevándose contigo mi tristeza...
    Si yo pudiera nacer nuevamente entonces...
    Feliz cumpleaños número 13. Rinto.”
    Sin duda aquel fue el peor cumpleaños de mi vida.

    Un mes después... intenté debutar para... para realizar el sueño de mi hermano yo iba a cantar sus canciones... pero al final no lo conseguí... Yo quería... quería que sus canciones llegaran a los corazones de la gente pero... —No pudo continuar ya que Len posó su dedo índice sobre sus labios.
    No digas más... Lo comprendo; ha tenido que ser bastante duro para ti.
    Ella simplemente asentía. La verdad es que su historia le había impactado a Len de alguna manera, causando que sus deseos de protegerla aumentaran por momentos. Por supuesto él no es el único que ha sufrido durante estos 6 años; ella ha tenido que sufrir mucho durante todo el tiempo que han estado separados.
    Dime Rin —llamó el rubio—, si a mí me ocurriera lo mismo, si estuviera a punto de morir, ¿tú que harías?
    ¡Por supuesto te salvaría! —bramó la rubia.
    ¿Incluso si arriesgas tu vida en ello? ¿Lo harías sin dudarlo?
    ¡Pues claro, al fin y al cabo tú...!
    Se quedó en blanco. ¿Quién era exactamente para ella? ¿Un amigo? En sólo pensar esa posibilidad le carcomía por dentro, para ella él era algo más que eso pero, ¿el qué? Se sonrojó sin motivo alguno, adquiriendo un ligero color rojo en su cara.
    No quiero volver a estar sola...”
    No te fuerces a responder, me hace muy feliz que pienses en mí de ese modo.
    Aquella sonrisa que Len esbozaba hacía que la temperatura de su cara aumentara, poniéndose mucho más nerviosa que antes. ¿Cómo hacía él para agitarla de esa manera? ¿Y desde cuando se veía tan adorable? Más preguntas sin respuestas salían a la luz.
    ¿Ahora puedes entender mejor a tu hermano? ¿El porqué hizo eso?
    Sí... —Asentí satisfecha, aquella pregunta que llevaba preguntándose durante meses fue fácilmente resuelta por él, Len Kagamine.
    Ahora no solo quería más a Rinto, sino que también sentía un poco más de afecto por el chico, solucionaba sus problemas en un abrir y cerrar de ojos, como si se tratara de magia, una magia muy especial.
    Aunque me he sorprendido un poco; no sabía que conocieras a Luka... —De repente su voz era algo apagada.
    Entonces recordó lo que ocurrió ayer, el “beso”. Era como si su interior se rompiera en mil pedazos.
    Tengo miedo... Miedo de este futuro incierto...”
    Len... Tú... ¿Conocías a Luka? —Mi voz temblorosa y mi curiosidad clamaban respuestas a preguntas que aún no se habían resuelto.
    Pues claro que la conozco. Como dijo ella ayer, fuimos novios.
    ¿Fuimos? —Sin querer se me escapó de los labios.
    Sí... La conocí un meses después de que tú te fueras; a punto de finalizar enero...
    No tienes porqué contármelo si no quieres —me apresuré a decir, no quería forzarlo.
    Quiero contártelo; no me gustaría que malinterpretaras las cosas. Verás, como dije, la conocí a finales de enero; en el colegio, unos chicos se estaban metiendo con ella y yo simplemente la salvé. Al cabo del tiempo ya éramos amigos pero el día de San Valentín se me confesó; yo nunca le di una respuesta, sentía que si aceptaba, tal vez me olvidaría completamente de ti y eso me causaba miedo en cierta manera. Pero hace dos años, cuando los dos apenas comenzábamos como cantantes, con tal de olvidarte empecé a salir con ella; sin embargo no podía sentir nada a su lado. Hace ocho meses, ella rompió conmigo; al parecer me estaba engañando con otro. Y bueno, ya conoces el resto de la historia.
    Len...
    Por un lado le alegraba que Len confiara en ella y le contara pero por otra parte sentía pena de él y de Luka. La culpabilidad la golpeaba una y otra vez pero si seguía con aquel pensamiento cobarde, seguramente no solo volvería a distanciarse de la gente sino que también preocuparía a las personas que le importaban, y no deseaba que se repitiera la misma historia, ahora no, cuando por fin podía ver un pequeño rayo de luz en esa fúnebre e infinita oscuridad.
    Te lo ruego... No me dejes...”
    Sin nada más que hacer, rodeó sus brazos sobre el cuello del muchacho y la distancia que había entre ellos desapareciera, formándose un afectuoso abrazo.
    ¿Qué estás haciendo? —cuestionó el rubio con la voz apagada, odiaba estar en el hospital.
    Abrazarte, ¿es que no lo ves?
    Si pero, ¿por qué? ¿No deberías de estar enfadada por lo de ayer, por utilizarte para darle celos a mi ex-novia? ¿O es porque sientes pena por este pobre desgraciado?
    Sus palabras era vacía, no poseía sentimiento alguno en sus palabras al igual que su sonrisa irónica. Si quería que le siguiera el juego, lo haría con gusto.
    ¿Desgraciado? No me hagas reír; aquí la desgraciada soy yo, tengo que soportarte todos los días—ironizó la rubia—. Pero... cuando te recordé, estaba feliz, feliz de volver a verte. —Notaba como su cara se enrojecía más de lo que estaba, por suerte no podía ver su rostro— Para que lo sepas, no te abrazo por lástima, te abrazo porque quiero, ¿vale?
    Por favor...”
    Sus palabras sonaron bastante bruscas pero no le podía hacer nada; su orgullo le impedía ser sincera. En cambio Len agarró a su princesa, pegándola más contra él; aquellas palabras fueron como una hermosa melodía que resonaban en sus oídos; mientras que ella se preocupara por ella, todo saldría bien.
    Qué mala eres mintiendo —confesó mientras ocultaba su rostro en el hombro de la chica.
    No es que tú mientas mejor.
    Es cierto. —Rió—Pero gracias, Rin...
    Len, llora si quieres. Ya me has visto llorar a mí, es hora de que sueltes tú tus lágrimas, ¿no?
    Aquello nunca se lo esperó. Mantenían la misma posición sin embargo después de otra risa por parte del Kagamine, unas cálidas lágrimas caían en el hombro de la Utane; Len estaba llorando. Estuvieron así durante horas hasta que se quedó sin lágrimas. Si por lo menos aquel acto apaciguaba aunque sea un poco su tristeza, con gusto lo haría.
    Que alguien me ayude...”
    Fue en ese momento que se dio cuenta del porqué pensaba en él como algo más que unos simples amigos; porque ama a Len Kagamine.

    Los días pasaron volando hasta el gran esperado viernes. El día en el que su hermana Lily le contaría toda la verdad. La semana había sido muy agitada tanto para ella como para los demás: Kaito seguía sin hacer las paces con Len, Haku no paraba con su “crisis emocional” con respecto a su hermano, Dell le insistía todos los días que cantara o tocara alguna canción en clase y sus amigas estaban dispuestas a emparejarla con Len para el festival; Rin apenas podía con su alma.
    Acababa de llegar al café citado por Lily la semana pasada. Por fin.
    Dirigiendo su mano sobre el pomo de la puerta —que por cierto tenía un cartel de “cerrado”—, escuchó varias voces, unas voces muy pero que muy familiares.
    ¿Esto es una broma de mal gusto o qué? —gritó alguien; era la voz de Gumi— ¡Ya llevamos media hora esperando!
    ¡Tranquilízate Gumi! —pidió una segunda voz, cuya portadora era Kaiko—. Esperemos un poco más, ¿vale?
    ¡Eso! —le daba la razón una tercera voz; la de Miku.
    Ahí vamos, ¿por qué tendré a una hermana tan cascarrabias?
    ¡Que te escucho Gumo!
    ¡Cálmate por favor! Me duelen los oídos de oírte gritar. —Esta vez era la voz de Kaito la que se escuchaba.
    ¡Si no va a venir me voy! ¡ADIÓS!
    Al mismo tiempo que se despedía, abrió la puerta con una fuerza descomunal, causando que Rin recibiera un portazo en la cara y chocara bruscamente contra el suelo.
    ¡RIN! —chillaron todos horrorizados a la vez que se agrupaban alrededor suya.
    ¡Lo siento mucho Rin! —se disculpaba la agresora—. ¡No sabía que estabas detrás de la puerta!
    No te preocupes, no es nada grave —mintió ella, la verdad es que el golpe había sido tan fuerte que hasta notaba como la sangre estaba a punto de salir de su nariz.
    ¿Cómo que no es grave? ¡Si estás sangrando y todo! —exclamó Miku, ofreciéndole un pañuelo para que detuviera el sangrado.
    Será mejor que entremos otra vez —sugirió Kaito pero cuando estaban a punto de entrar una voz les paró.
    ¿Qué hacéis todos aquí?
    Todos se voltearon para ver de dónde provenía la voz y no era ni más ni menos que Len. Kaito no pudo evitar mirarlo con ojos molestos, aún enfadado con el chico; en cambio Rin se ruborizó tan pronto como llegó. Le sudaban las manos y era como si tuviera el corazón en la garganta, impidiéndole hablar. Sin embargo su sonrisa desapareció al ver a la persona que tenía detrás suya.
    Luka... ¿Pero qué...? Tu pelo...
    Y su sorpresa tenía un gran motivo: el cabello rosa de Luka, tan largo y sedoso, que siempre ondeaba al compás del viento, había sido reemplazado por un corte de pelo algo corto, hasta la altura de sus hombros. ¿Por qué el repentino corte?
    Luka, hace tiempo que no nos vemos —saludó Kaito, ganándose una mirada llena de celos por parte de su amiga Miku—. ¿A qué viene ese repentino corte de pelo?
    Tengo mis razones —se limitó a decir la de cabellos rosa.
    Todos entraron en el café ya que llamaban mucho la atención y no les extrañaba; la cantante Luka Megurine y la banda de Double Mirrors casi al completo se encontraba allí, por no olvidar que Rin necesitaba un poco de atención médica.
    Ya dentro, podían conversar tranquilamente y sin que nadie les escuchara (excepto Haku, por supuesto).
    Bueno, ¿por qué estamos todos reunidos aquí? —preguntó Len confundido.
    Lily ayer me mandó un mensaje pidiendo que viniera —confesó Miku.
    ¡A nosotras también! —exclamaron Gumi y Kaiko.
    A nosotros nos han arrastrado estas —dijeron Gumo y Kaito señalando a sus hermanas respectivamente—. En el mensaje ponía que viniéramos nosotros también, que era urgente.
    ¿Entonces Len y Luka por qué...? —Rin no pudo acabar la pregunta ya que fue interrumpida por el rubio; no obstante tenía miedo de pensar que se habían encontrado en secreto, aquello le rompía el corazón.
    Yo vine porque mi padre quería hablar conmigo de algo y me pidió que me adelantara mientras —afirmó Len—; durante el camino me encontré con Luka, que al parecer sus padres también la citaron es este café.
    Eso es correcto —añadió la de cabellos rosados.
    Len aún recordaba el momento en que se encontraron accidentalmente en la calle. Al principio se ignoraron, pero a medida que Len ponía rumbo al café, notaba como unos pasos resonaban detrás suya; era Luka. Cada vez notaba los pasos más cerca así que se vio obligado a aumentar la velocidad, sin embargo Luka le imitaba. Por suerte se detuvo y le preguntó el motivo de su “persecución”.
    Rin —llamó el rubio—, ¿sabes el porqué tu hermana nos ha citado a todos?
    Yo simplemente negaba con la cabeza. De repente la puerta se abrió, generando un ruido sordo que captó la atención de todo el mundo.
    ¡No puede ser! ¡Pero si...!
    Lamentamos el retraso —se disculpaba Lily.
    Sin duda todos quedaron con los ojos abiertos de par en par y con la boca abierta al observarles detenidamente.
    Estaba todo el grupo al completo, el legendario “Story of Evil”.

    Continuará...
     
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  2.  
    Kagamine Len

    Kagamine Len El chico sin interés

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    Hola, ¿Como estas?
    ¡OMG!
    Tienes que continuar la historia o me vas a matar de la intriga, dime eso es lo que quieres matarme, ¿eso quieres?, bueno como sea me encanta toda la historia esta increíble no he notado faltas ortográficas ni nada (la verdad es que ni me fije ), bueno sin mas que decir me despido.
    PD: Espero con ansias la continuación.
    PD2: Adora la pareja que hacen que Rin y Len.
    PD3: Esto es una pregunta, ¿Cunado ara Len las pases con Kaito?
    PD4: ¿Que va a pasar con Rinto?
    PD5:Len es lindo.
     
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  3.  
    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

    Aries
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    ¡Odio la música!
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    Capítulo XII — Revelando el pasado

    La madre de Miku, Midori; el padre de los hermanos Shion; los padres de Gumi y Gumo; el padre de Len, Takara; Meiko... ¡Incluso Dell! ¿Qué es todo esto? Sin duda esto se debía gracias a Lily. ¿Pero por qué?
    —¡Mamá! —gritó Miku—. ¿Qué haces aquí?
    —Padre... —llamó Kaito al nombrado—. ¿Por qué...?
    —¿Mamá? ¿Papá? —interrogaron Gumi y Gumo.
    —Pero esto... —Luka tampoco salía de su asombro al tener a sus padres enfrente suya.
    —¿Por qué estáis aquí? ¿Padre? ¿Meiko?
    —¿Qué... significa todo esto? —preguntó Rin. Su sorpresa fue enorme, ¿cómo había llegado a esto?
    Porque quería saber la verdad”
    Fue lo que le dictó su mente. Era cierto. De una discusión familiar al final ha acabado en esto. Estaba enojada. Enojada con su hermana y todo lo que desconocía. Solo deseaba que le respondiera a esas preguntas de las que no poseían respuesta, pero ni eso le ofrecieron. Y ahora se encontraba en esta complicada situación. La tristeza le invadía por todo el cuerpo; la confusión y lo desconocido de su pasado la golpeaban por dentro, hundiéndola constantemente en un mar de agonía. Su corazón se agitaba cada vez que veía a los recién llegados; era como si... ya los hubiera visto antes.
    Eso es imposible —Se convencía a si misma, dejando de lado aquel sentimiento.
    —Hermana —llamó el profesor; ella simplemente asintió, como si se comunicaran con la mirada.
    Inmediatamente Haku empezó a acomodar el lugar con la ayuda de los demás de forma que todo el mundo pudiera sentarse, con las mesas reunidas de manera circular y con las sillas alrededor de ellas. Uno a uno, todo el mundo se sentó en silencio. La atmósfera era pesada, tan pesada que Rin tenía ganas de salir de allí y salir por patas pero no podía, al fin y al cabo ella era la causa; no podía abandonar el lugar.
    —Dell, creía que no ibas a venir —comentó Haku, intentando romper el hielo.
    —¿Cómo no podría venir después de recibir 200 mensajes tuyos desde las seis de la mañana? Tuve que apagar el móvil durante las clases. —Y tenía razón, muchos no paraban de reír y hacerles bromas del tipo “¿Es su novia?” al escuchar la constante melodía del profesor.
    —¿Y para qué nos habéis citado si se puede saber? —soltó Len denotando cierta molestia en su voz. Parecía que perforaba a su padre con su mirada mas él ni se inmutaba de ello. El odio y la atmósfera pesada aumentaba por momentos. No le agradaba para nada verlo otra vez, tan sereno y despreocupado, como si no supiera la causa de su furia. Él fue el hombre que le alejó de todo lo que amaba.
    —Estamos reunidos aquí porque hay algo que deberíais de saber —anunció Lily.
    —¿Algo que deberíamos saber? —preguntó uno de los chicos.
    —Sí... —Asintió—. En primer lugar deberíamos de presentarnos, por si alguien no lo sabe.
    “¿Presentarse?”, pensaron todos al unísono. La verdad es que no conocían a todos los presentes en la sala así que aceptaron la sugerencia.
    Cada presentación hizo que ellos no pararan de parpadear por la sorpresa.
    En primer lugar, Midori Hatsune no solo es la madre de Miku y Mikuo sino que también fue una ex-miembro de “Story of Evil”; la “Hija de Verde”, para ser exactos.
    Los padres de los hermanos Megpoid poseen una tienda de electrónica bastante famosa; al parecer ellos eran los técnicos y se encargaban de verificar que tanto la luz como la música se hallara en perfecto estado.
    El señor Megurine lleva a cargo una importante empresa de ropa bajo su nombre, haciendo honor a los vestidos que creaba para el grupo por no decir que interpretaba al “Lord de Morado”; en cambio su esposa es una excelente modelo que recibió el premio a la mejor modelo durante 3 años consecutivos, su belleza era comparable a la que mostraba la “Sirvienta de Rosa”, papel que interpretaba en aquellos tiempos al comienzo de su carrera.
    Takara, el padre de Len, no solo era el presidente de una gran empresa relacionada con la música sino que fue el encargado de crear la hermosa orquesta de las canciones del grupo, en las que todas y cada una de ellas adquirían un papel importante a la vez que ayudó para que la historia adquiriera sentido; entretanto su esposa Aoi se encargaba de los efectos especiales.
    El padre de los Shion no solo es el vice-presidente de la gran compañía de música Kagamine, sino que fue el “Príncipe de Azul”. Lo único que se puede destacar en su presentación es la mirada de desagrado que le lanzaba su hijo Kaito.
    Meiko, mánager del famoso grupo “Double Mirrors”, fue la “Hija de la Venganza” y a la vez una de las mejores amigas de Chiharu Utane, la madre de Rin.
    Y por último Haku, encargada del café en el que se encontraban, interpretó la “Hija de Blanco” y fue la persona más cercana a Chiharu en el pasado, eran las mejores amigas.
    —Wow... —Fue lo único que salió de los labios de Kaiko—. Y pensar que los ex-miembros de “Story of Evil” se encontraban tan cerca de nosotros... Es... Es...
    —Es increíble. —interrumpió Luka con el mismo asombro que ella, robándole las palabras de la boca.
    Len, impresionado también por la reciente información, intentó mantenerse sereno y continuó— Si todo los ex-miembros se encuentran aquí no será para tomar tranquilamente el té y recordar los buenos tiempos —ironizó el hijo de Takara.
    —Eso es cierto —admitió la mánager del grupo—. Aunque no estamos todos exactamente que digamos, faltan dos personas, personas que se encuentran muy, pero que muy lejos de nuestro alcance.
    —¿A dónde pretendes llegar? —apuntó Rin, que por fin habló en aquella conversación en la que se había mantenido callada hasta ahora. Sabía a lo que se refería pero prefería escucharlo antes para asegurarse.
    Dell captó la indirecta por lo que intervino— ¿Por qué ellos tuvieron que disolver el grupo e iniciar una nueva vida? —preguntó al mismo tiempo que señalaba a todos los componentes del grupo y sacaba un cigarrillo—. Todos deberíais de saber el porqué.
    Quien sabe si todos los presentes conocían las razones de aquella disolución de hace 6 años, pero de lo que sí estaba seguro Len era que Rin estuvo en el lugar de los hechos y no recordaba nada de lo ocurrido.
    También dudaba si conocía la situación de sus padres —su madre se hallaba muerta mientras que desconocía si su padre lo estaba o no—, teniendo en cuenta de que Lily le contó algo completamente distinto al testimonio de su padre.
    ¿Rin sufría una pérdida de memoria y no era consciente de ello? ¿O en realidad finge no recordar nada, por ser demasiado doloroso?
    Él movía la cabeza en forma de negación,descartando rápidamente esa descabellada idea que se le había pasado por la cabeza; ella no sería capaz de mentir sobre ello, si no, no habría llegado tan lejos con esto.
    Pero, en esta difícil situación, ¿a quién debería de creer? ¿A su padre o a Lily?
    La verdad, no lo tenía nada claro. Estaba dándole demasiadas vueltas por lo que decidió que lo mejor sería escuchar, dejando de lado el asunto... por ahora.
    Nadie se atrevía a dar una respuesta; todos excepto Miku contestó, aunque su voz sonaba dudosa por lo que iba a decir.
    —Eso... Eso fue porque la madre de Rin... bueno... —Ella se negaba a completar la oración, no porque todo el mundo conocía el motivo sino porque no quería que su mejor amiga se sintiera incómoda por lo de sus padres.
    —Chiharu Utane —prosiguió su madre—, ella era una mujer alegre y fuerte que nunca se rindió; incluso cuando las cosas se daban por perdidas, ella fue capaz de hacer milagros. Qué pena que haya muerto de esa manera, en estos momentos deseo volver al pasado y salvarla. —Una lágrima caía por su mejilla mientras se tapaba la boca, evitando soltar más sollozos.
    —¿No dijimos que dejaríamos de torturarnos con aquello? —habló esta vez la madre de Luka en un intento por consolarla—. No es tu culpa que le cayera un foco encima. Pero la verdad... es doloroso.
    “¿Cómo? ¿De qué están... hablando? ¿Acaso ellos no murieron...?”, pensó Rin confusa e intranquila, estaba en desacuerdo con ellos, ¡ellos no habían muerto así!
    —¿Qué... qué estáis diciendo? —preguntó, desconcertada con ellos—. ¿Acaso... Acaso ellos no murieron en un accidente de tráfico?
    Todos se miraban entre sí; ya era hora de contarle la verdad.
    —Rin... —la llamó su hermana—. Ya ha llegado el momento en que sepas todo.
    Aquel día era bastante animado para la familia Utane, sobre todo para la más pequeña del lugar, Rin Utane; al fin y al cabo, hoy cumpliría 7 años.
    —¡Papá, papá! —llamaba la chica inocentemente—. ¿Sabrás que día es hoy, no?
    —¿Hoy, qué día es hoy? —preguntaba él, la niña no pudo evitar inflar sus mofletes en señal de molestia, en cambio Akira reía—. ¡Era broma! ¿Acaso te pensaste que iba a olvidarme del cumpleaños de mi princesita favorita?
    La niña se limitaba a cruzarse de brazos mientras bufaba molesta, enfadada con su padre por bromear con su cumpleaños.
    —Papá, ¿no sabes que Rin se enfada con facilidad? —dijo el hermano de la cumpleañera, Rinto.
    —Oye, ¿no me digas que te has enfadado conmigo? —Ella no contestaba y solo le miraba con los ojos entrecerrados; él, con una sonrisa, la cogió y la colocó sobre su hombro sin embargo ella giró la cabeza y cerró los ojos—. Para compersártelo, hoy haremos todo lo que quieras. ¿Vale? Venga, perdóname.
    Ella abrió un ojo para después sonreír victoriosa y abrazarle afectuosamente.
    —Claro que te perdono, ¡pero me lo has prometido!
    —Por supuesto, papá nunca rompe una promesa.
    —¡Prometido! —Su hija extendió el dedo meñique para que el padre repitiera el acto y sellaran ese pacto.
    —¿Qué haces ahí parado, cariño? —cuestionaba la madre apresurada—. Si no nos vamos ahora no llegaremos a los ensayos.
    —¡Ya voy! Me estoy despidiendo de los niños.
    —¿Un ensayo? ¿Acaso hay otro concierto? —En ese momento acababa de llegar la más mayor de los hermanos, Lily.
    —Sí, hoy será uno de los más importantes —explicaba él—. Lo siento hermosura, celebraremos tu cumpleaños cuando volvamos, ¿de acuerdo?
    —¿Eh? ¿Pero no dijiste que hoy haríamos todo lo que quiera? —replicaba la pequeña. Akira se rascaba la cabeza, intentando buscarle solución al problema.
    Los cuatro pensaban de forma que sus padres fueran sin problemas al concierto y a la vez Rin pudiera disfrutar de su cumpleaños. Bajo las constantes llamadas de su madre, a Rinto se le ocurrió una idea; seguro que su hermana no se negaba.
    —Oye, ¿y por qué no nos llevas también al concierto? —sugirió el chico.
    —¿Eh? Pero eso es...
    —¡Es una buena idea! —alababa su hermana pequeña—. ¡Por favor, te prometemos que no molestaremos! Además, nunca he ido a uno de vuestros conciertos en vivo.
    —No sé... Aún no me convence del todo. —No era mala idea, pero teniendo en cuenta lo “buenos” que eran para no meterse en problemas, le causaba pavor con solo pensarlo.
    Sin embargo los ojos suplicantes de Rin ablandaban su corazón; siempre utilizaba esa técnica para conseguir algo que quería, y parece que ésta no será la última vez que ceda.
    —Piénsatelo bien —persuadía Lily, la verdad es que ella también sentía curiosidad sobre cómo eran las cosas detrás del escenario—. Si nos lleváis no tendréis que preocuparos sobre lo que hagamos en casa y nos podréis vigilar si hacemos algo; dos pájaros de un tiro.
    Akira estuvo dando vueltas por toda la sala, planteándose aquella oferta. Sin embargo, bajo las condiciones en las que se encontraba —por no decir que su mujer lleva un buen rato esperándole y reclamándole— solo tenía una opción.
    —Me habéis convencido; vamos rápido al coche antes de que vuestra madre se enfade más de lo que está.
    —¡Vale! —asintieron los tres hijos victoriosos.
    Bajo la larga reclamación de Chiharu contra su marido y sus hijos por aquella decisión tan irresponsable —aparte por haber tardado tanto—, la madre aceptó; no era la primera vez que llegaban tarde a un ensayo por culpa de Akira.
    Se subieron los cinco en el coche para después ponerse en marcha hacia el lugar del concierto. Chiharu —que era la que estaba al volante— aceleraba y realizaba curvas propias de un piloto de carreras, al igual que todas las veces que el tiempo iba en su contra o no estaba de buen humor. Tanto era el riesgo y el miedo que sentían siempre los niños cuando conducía que tenían que agarrarse a algo para no recibir las terribles consecuencias que se hallaban en las bruscas curvas de su madre.
    —Chi...Chiharu, amor mío —llamaba tembloroso Akira, sin reconocer a la tranquila mujer que tenía por esposa—, ¿puedes reducir la velocidad? Acabarás mandándonos al hospital.
    Ella gruñó molesta, pero tenía razón por lo que dejó de acelerar. Todos los demás presentes suspiraron aliviados.
    —Akira, cariño mío —Su falsa sonrisa hizo que el nombrado temblara más de lo que estaba—, la próxima vez que lleguemos tarde recuérdame que no me ponga al volante cuando estén los niños, ¿de acuerdo?
    Él se limitó a asentir asustado; su esposa algunas veces daba mucho miedo.
    Todos los demás miembros esperaban delante de la entrada del recinto, algunos más impacientes que otros; sin embargo la espera no tardó durante mucho más tiempo gracias a la llegada de la familia Utane al completo.
    —¿Por qué habéis tardado tanto? —protestó Midori, la Hija de Verde—. Os dije bien claro que no os retrasarais.
    —Sí, es cierto —se intentó excusar Akira, primero tuvo que lidiar la furia de su esposa y ahora la suya, ¿acaso no hay un día en que no ocurra la misma historia?— pero ocurrieron ciertos “inconvenientes”.
    —¿Y esos cuáles...? —Pero fue callada al escuchar esos ruidosos pasos.
    —¡Hola Midori! —saludaba Rin, saltando hacia ella que por suerte pudo agarrarla en el aire con sus brazos.
    —Ya entiendo.
    El lugar era sorprendente. Al llegar, lo primero que hizo fue observar el edificio que tenía frente a sus ojos; era de color azul cielo, con una gran cúpula de cristal sobre ella, reflejando y dejando entrar los rayos del sol.
    —Este lugar es sorprendente —soltó Rinto, impresionado al igual que su hermana.
    —Sí —asintió Lily—, toda persona desea debutar aquí dentro por lo menos una vez en su vida; se dice que fue construida para aquellas personas que poseen talento.
    —Eso es correcto —afirmó Haku, por aquel entonces era mucho más hermosa; sus cabellos plateados se encontraban sueltos y era una persona bastante alegre—. Al parecer han reconocido nuestro talento.
    Entretanto, Meiko se escabulló para darle una palmada en la espalda y decirle:
    —Parece que tu sueño se hará realidad, ¿no, Akira?
    —Sí, por fin; nuestro sueño está en la palma de nuestra mano.
    Akira alzó la mano hacia el cielo, tapando por completo el sol para después cerrar el puño con fuerza. Solo podía sentir una inmensa felicidad al mirar el edificio; después de luchar tanto, por fin van a cruzar la línea de meta. Al fin cumplirían su sueño, estaban a un paso de conseguirlo. Sentía como si hubiera sido ayer, cuando les propuso a todos formar este grupo y conseguir ser los primeros en el mundo de la música; aún recordaba lo obstinado que era en el instituto, luchando por sus sueños, y pronto los realizaría.
    —Bueno, vamos a practicar un poco antes de que sea la hora —propuso Kai, el padre de Kaito. Él podría ser serio e incluso llegar a matar con su fría mirada pero no era mala persona, se podía contar con él cuando era necesario.
    —Sí —asintió una Meiko 6 años más joven. Le echó una ojeada a su reloj, observando que aún faltaban 3 horas para que comenzara.
    Todos entraron en la majestuosa cúpula de cristal de uno en uno, pero antes de que la familia Utane entrara, su padre les dio una advertencia.
    —Niños —llamó Akira seriamente—, tan pronto como crucemos la puerta, me prometéis de que os vais a comportar que no es debido.
    Rin hacía como que escuchaba, pero estaba tan emocionada que no era capaz de atender; por suerte su hermano le dio un pellizco tan fuerte en la espalda que respondió.
    —¡Auch, eso duele! —se quejó la rubia, fingiendo unas lágrimas de cocodrilo.
    —Pues escucha —contestó Rinto algo fatigado y con un humor de perros.
    Primero, su hermana no le dejó dormir casi nada en toda la noche debido a que estaba demasiado “emocionada” como para dormir y para distraerse quería que jugara con él; segundo, cuando ella consigue dormirse a altas horas de la noche —ya a las tres de la madrugada—, él no consigue conciliar el sueño e intentó hacer de todo, tanto cerrando los ojos como contando ovejas; y tercero, cuando por fin siente los brazos de Morfeo sobre su cabeza, va ella y le despierta, ¡y encima a las 8 de la mañana, las 8! ¡Por favor! ¿Es que acaso ella es un robot al que nunca se le agota el combustible o qué?
    Volvieron a prestarle atención a su padre aunque ya se habían perdido la mayor parte de la explicación.
    —Sobre todo tú Rin, no hagas ninguna travesura que te conozco perfectamente —advertía su padre pero ella hacía caso omiso a sus palabras.
    —Sí, ya lo sé... —respondió con desgana.
    —No sé si fiarme... Lily, te la encargo. Y recordad, podéis andar por los camerinos y detrás del escenario pero sin molestar a la gente; si pasa algo no nos queda más remedio que haceros esperar en uno de los camerinos, y eso sería muy aburrido, ¿cierto?
    Eso era verdad, esperar en un cuarto encerrados y sin nada que hacer sería muy aburrido. Sin nada más que los detuvieran, por fin entraron en la tan esperada cúpula. Era igual de elegante que el exterior pero no por ello dejaba de ser sencillo: el típico mostrador de caliza que se hallaba al principio de la entrada, las plantas situadas a los laterales de las puertas, la gran alfombra roja que mostraba los caminos que había y la gran puerta de caoba que daba rumbo al gran escenario.
    Todos giraron a la derecha y al final del trayecto giraron a la izquierda, zona en la que únicamente podía entrar los actores y el staff. Allí se encontraban los camerinos, vigilados para que ningún fan se colase sin un permiso especial o si fuera un conocido tanto del personal como de los actores. Todas las puertas eran de color blanco, excepto una que era de color negro; Rei, la madre de Luka, abrió la puerta, dejando ver lo que se hallaba tras el escenario.
    La verdad es que no había atractivo alguno; sólo había un montón de aparatos y decoración, y alguna que otra caja que simplemente servía para estorbar a la gente. Lo único que merecía la pena eran los focos que había delante y arriba del escenario más el panel de la música y la luz; pero por supuesto, los señores Megpoid no les dejaría juguetear con ellos.
    —Yo pensé que esto sería más emocionante pero me equivocaba; aquí no hay nada —confesó su hermana a la vez que sus dos hermanos menores asentían decepcionados.
    —¿Creéis que esto acaba aquí? —cuestionó Haku burlesca, estaba bastante confiada—. Ya veréis que con la ayuda de todos, aunque solo sea un simple ensayo, somos capaces de brillar y de crear algo hermoso.
    Al principio no creíamos en ello pero cuando se cambiaron, salieron al escenario y empezaron a cantar, todo se volvió mágico. Las luces estaban coordinadas a la perfección al igual que la música, la narración iba acorde con el transcurro de la historia y, lo más importante, estaban cantando de la forma más bella y perfecta que habían presenciado jamás. Acababan de conocer varias facetas que no conocían tanto de sus padres como de sus compañeros.
    —¡Uf, no puedo más! ¿Por qué no tomamos un descanso? —sugirió Midori con la garganta seca. Akira observó su reloj, aún faltaba una hora para el gran momento, pero decidió que lo mejor era descansar en lo que restaba de tiempo; debían de estar lo más relajados posible para triunfar en el gran escenario.
    —Sí, es mejor que descansemos; que cada uno descanse en su camerino hasta que llegué la hora, ¿de acuerdo? —Todos apoyaban su idea, se sentían tan cansados y sedientos que apenas podían con sus almas.
    —Tomad —dijo Rin alegremente mientras le ofrecía una botella de agua a su padre y a los demás junto a sus hermanos—, ¡habéis estado geniales!
    —Esto no es nada —afirmaba el padre de Len—, esto solo acaba de comenzar.
    Tanto Rin como Rinto y Lily habían cambiado su opinión con respecto al escenario; era una pieza indispensable del rompecabezas y que si no estuviera la magia no habría surtido efecto. Todo estaba conectado, si algo le faltaba a este puzzle, si uno de los elementos desapareciera, nada de esto tendría sentido; el esfuerzo y el trabajo en equipo mantenía unido todo aquello, convirtiéndolo en una sensación maravillosa. Esto se estaba convirtiendo en el mejor cumpleaños que habría podido imaginar.
    Después de estar completamente hidratados cada uno volvió a su camerino. Los 3 Utane, aún con ganas de descubrir más cosas, entraron en todos y en cada uno de los camerinos de los otros miembros; realmente no hacían nada interesante por lo que se marchaban tan pronto como llegaban. Hicieron lo mismo con las demás habitaciones; solo faltaba la de los señores Megurine.
    Así que sin un minuto más que perder, se dirigieron a su camerino. Ya enfrente de su puerta, llamaron para no parecer descortés.
    —¿Podemos entrar? —preguntó Rinto, golpeando suavemente sobre el firme material del que se componía la puerta.
    —Adelante, pasad, pasad —repitió una voz desde dentro.
    Ellos aceptaron la invitación, abrieron la puerta y entraron; sin embargo, allí dentro solo se encontraba el señor Megurine, Hiroto, cosiendo una parte rasgada de un vestido.
    —Oh, pero si son los niños de Akira. ¿A qué viene esta inesperada visita? —El hombre se veía bastante agradable por la forma en que les acogía, de forma amable y con una sincera sonrisa.
    —Nada importante, solo nos aburríamos y decidimos pasar por todos los camerinos a ver que hacían —respondió Rin tan alegre como siempre.
    —Ya veo, pero como podréis comprobar estoy algo ocupado —Hiroto alzó el vestido, mostrando que la manga se encontraba descosida—. Y ahora mismo mi mujer no se encuentra aquí así que no podréis ver gran cosa.
    —¿Y por qué está cosiendo este vestido? —interrogó Rinto.
    —Bueno, al parecer durante los ensayos, el vestido de mi esposa se rasgó un poco y ahora tengo que arreglarlo —aclaró el hombre—. Al fin y al cabo es mi parte del trabajo.
    —¿Pero no se harta de coserlos una y otra vez? Es decir, debe de ser muy estresante que se rompan una y otra vez —argumentó la más mayor del grupo.
    Un pequeño silencio se apoderó del lugar pero no por ello era incómodo, es más, era algo cálido. Hiroto pensaba una y otra vez hasta que por fin encontró una respuesta convincente a sus pensamientos.
    —En absoluto, yo acepté esta parte del trabajo porque me encanta coser, si no, ¿por qué me encargaría de hacer algo que me desagrada? No tiene sentido. Además, pensar que la gente lleva mis creaciones ya de por sí me hace feliz. Al fin y al cabo, los diseñadores piensan en sus clientes: qué es lo que está más de moda, qué diseño deberían de utilizar pero sobre todo, cómo podrían hacerlos más hermosos.
    —¿Hacerlos... más hermosos? —soltó Lily.
    —Sí —afirmó Hiroto—. La prueba de ello son los modelos. Ellos son capaces de brillar no solo con su encanto, sino que gracias a la ropa que les diseñan tienen la habilidad de brillar y ser más hermosos; a ellos y a todos. Por eso me encanta mi trabajo: porque mis diseños son capaces de hacer brillar a la gente y convertirlos en personas más bellas todavía. No subestimes esta magia.
    —Magia...
    Lily se conmovió por su perspectiva sobre ello; desde ese momento hizo que ella descubriera su sueño: convertirse en la mejor diseñadora que ha habido jamás. La idea la emocionaba completamente; cuando terminara la actuación, le pediría que le enseñara todo sobre este mundo nuevo que acaba de conocer.
    Al finalizar la conversación, los tres se fueron; lo mejor era volver al camerino de sus padres. Sin embargo, cuando llegaron, se encontraron con una sorpresa inesperada.
    —Por favor, abandona el concierto —ordenaba una voz, no era ni la de su madre ni la de su padre, entonces, ¿de quién era esa tercera voz?
    —¿Quién será? —susurró Rin para que no los descubriera.
    —Ni idea.
    Rinto abrió la puerta lentamente con el hueco suficientemente ancho como para ver lo que ocurría; Lily, como era más alta que el niño, imitó también el gesto. Allí se hallaba su padre, hablando con una mujer de cabellos rubios sujeta a una coleta hacia al lado y con el móvil en su mano; eso solo podía significar una cosa: la tía Neru estaba allí, hablando con su padre.
    Ella era la hermana de Chiharu, su madre; era amable pero no por ello dejaba de ser feroz. Pero, ¿por qué ella vendría a decirle eso? Acercaron un poco la oreja para así poder escuchar la conversación; la única que no podía ni verla ni oírla apenas era Rin.
    —Sabes que no puedo hacer eso —confesó Akira. Por su tono de voz diría que estaba bastante serio; al parecer esto no era un juego—. Por fin vamos a cumplir nuestro sueño, ¿sabes cuántos años hemos tenido que esperar para que llegara este gran momento?
    —¡Pero esto es una locura! ¡Hará todo lo posible por sabotearlo! ¿¡Acaso no te he dicho que podríais...!?
    —Ya es suficiente —interrumpió él con cierto enojo—. No cambiarás la opinión de mí ni de nadie; no somos tan cobardes como para huir ahora mismo.
    —¡Pero...!
    Los gritos llegaban a escucharse por todo el pasillo, sin embargo las voces no eran claras por lo que no se les podía entender en absoluto.
    —Oye —llamó Rin—, ¡yo también quiero saber lo que pasa!
    Rin intentaba buscar un hueco por donde ver pero lo único que hacía era empujar a los demás.
    —¡Ya basta Rin! —regañó Rinto lo más suave posible—. Si sigues así nos vamos a...
    Pero perdieron el equilibrio y cayeron unos encimas de otros, echando al traste su camuflaje. En cambio Neru y Akira los miraban asustados, ¿cuánto tiempo habían estado? ¿Y cuánto habrían escuchado?
    —¡Niños! ¿Qué hacéis aquí? —Su voz cambió del enfado al nerviosismo.
    —Bueno, estábamos volviendo después de visitar a todos —declaró Rin.
    Entonces su tía Neru intervino y preguntó, pero no de una manera muy amigable que digamos:
    —Hasta cuánto habéis escuchado.
    —¿Escuchar qué? —fingía Rinto. Si se trataba de engañar a alguien, él era el genio número uno—. Pero si acabamos de llegar. —Él le dio un codazo a su hermana Lily. En cambio ella captó el mensaje por lo que le siguió la corriente.
    —¡Sí! ¡Es cierto! —mintió la otra—. Apenas acabábamos de llegar escuchamos tu voz así que decidimos que lo mejor no era entrar por ahora, sin embargo Rin vino corriendo tan deprisa que no pudo pararse y chocó con nosotros haciendo que nos cayéramos.
    La mentira sonaba convincente, incluso Rinto tuvo que pellizcarle otra vez a Rin para que no replicara sobre el asunto si no querían que les descubriera que estaban espiando.
    —Bueno, yo me tengo que ir —dijo Neru con un pequeño toque de frialdad—. Me alegro de haberos visto.
    Y así sin más, ella se despidió y desapareció.
    —¿Qué quería? —preguntó Rin, sin conocer la gravedad de la situación.
    —No, nada cariño, nada... —O eso era en lo que quería creer.
    Todos los componentes del grupo se hallaban tras el escenario, completamente preparados para la ocasión. El vitoreo de la gente no se hacía esperar y estaban ansiosos por que empezara.
    —¡Oídme chicos! —llamaba Akira—. Hoy tenemos que triunfar más que nada. Por fin estamos a unos cuantos pasos de llegar a nuestra meta; no podemos rendirnos ahora. ¡Vamos hacer esto inolvidable!
    —¡Sí! —gritaron todos.
    —Y después de esto celebraremos el cumpleaños de Rin, ¿de acuerdo?
    Todo el mundo asentía emocionado, incluida Rin. Por fin vería a su padre actuar en vivo y no en la televisión como siempre hacía. Sabía que iba a ser mucho mejor en directo que en la televisión, confiaba en que así sería.
    Faltaban pocos minutos para que comenzara la actuación por lo que todos se colocaron en donde les pertenecía. Al abrirse el telón, solo se podían escuchar los grandes aplausos del público dedicándoselos al primer actor del musical: su madre.
    La música empezaba a sonar y ella comenzó a cantar mejor que nunca. Ella junto a todos los demás brillaban con luz propia bajo la luz del escenario. Las canciones sonaron de uno en uno con el mismo orden que siempre: “La Hija del Mal”, “El Sirviente del Mal”, “La Hija de Verde”, “El Príncipe de Azul”, “La Hija de la Venganza”, “La Hija de Blanco”, “La Sirvienta de Rosa”, “El Lord de Morado”... Solo faltaban dos canciones más: “Mensaje de Arrepentimiento” y “Re-Cumpleaños”.
    “Tú puedes mamá, lo sé”, pensaba Rin. Lo que no se esperó fue un inesperado giro de acontecimientos en la historia.
    Chiharu volvía a pisar de nuevo el escenario bajo el vitoreo de su público. Sin embargo, cuando estaba a punto de cantar, solo se pudo escuchar un gran estruendo a la vez que el gran grito aterrorizado de la gente. Pero el grito que más se escuchó fue el de su hija Rin.
    —¡¡MAMÁ!!

    Continuará...

    ¡Hola, después de casi dos meses por fin soy libre! Por fin he podido acabarlo; pensé que nunca lo conseguiría. Lo primero que voy a decir es lo siento por demorarme tanto, pero yo también tengo una vida personal de la cual ocuparme al igual que todos los lectores que esperaron pacientemente y los que no. Además, últimamente me siento más activa y he estado participando en varias actividades por lo que prácticamente lo tenía casi olvidado (culpa mía). Espero que haya sido de vuestro agrado, ¿cómo creéis que acabará este desenlace? ¡Eso en el próximo capítulo!
     
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  4.  
    Kagamine Len

    Kagamine Len El chico sin interés

    Sagitario
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    Hola, ¿Como estas?

    Si así es así comienzo la mayoría de mis comentarios... Déjame así soy yo xD... Pues perdón por no comentar antes pero cuando subiste este capitulo yo estaba dormida xD... Que tenia sueño xD... Bueno ahora si empecemos con lo del capitulo pues de verdad me ha gustado mucho pero eso tiene ni que preguntarse por que seria mas que obvio, no importa si antes eras o pensabas que eras mala escritora ahora eres una gran escritora y lo que importa ahora es el presente por lo cual como tu ya me has dicho NO TE RINDAS... Lo se, lo se esto no tiene nada que ver con el capitulo pero para mi es algo que no puedo evitar decir no se por que pero tengo el presentimiento de que estas triste y eso me hace sentir triste a mi... Espero que solo sean cosas mías y no sea verdad pero creo que mejor me despido.

    Bye-Bye
     
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  5.  
    Rashel Vandald

    Rashel Vandald <3 <3 Felices fiestas. <3 <3

    Capricornio
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    Ha no puede ser ¬¬ esto no es justo, ¿acaso te gusta dejarme con la intriga? lamento mucho no haber estado presente en el cap anterior ^^/////^ pero ya estoy aqui =3
    No me puedo creer lo que puede pasar en unos momentos, y uno dice que tiene mala suerte porque se le cayo alguna bebida cuando estan a unos centimetros de una tienda ¬¬*** ha y no te preocupes, por la falta de tiempo (uno que también sufre de ello) pero espero saber un poco más, ha y más vale que Luka se aleje para siempre de Len
     
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  6.  
    VeckeFer

    VeckeFer Usuario común

    Libra
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    Escritora
    Waaa me encantó!!! tuve que leer los 12 episodios todos seguidos por la emoción que tenía !! tu historia me atrapó verdaderamente!!
    Amo la pareja que hacen Rin y Len, me encanta que le des a Len ese toque frío pero dulce ... kyaaa n_n
    Lloré en este episodio:
    Capítulo XI — La verdad existente entre las raíces del odio
    Seguilo!!!!! estoy esperandolo
     
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  7.  
    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

    Aries
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    4 Octubre 2011
    Mensajes:
    189
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    ¡Odio la música!
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    16
     
    Palabras:
    5582
    Lo primero que diré después de tardar dos meses (otra vez) de subir otro capítulo es... ¡LO SIENTO MUCHO!
    No sé que me ha pasado esta vez; lo tenía todo en la cabeza pero no había manera de expresarlo. Y los exámenes finales me han mantenido más ocupada que antes. Pero ahora que ya falta poco para las vacaciones, tendré más tiempo para escribir... o tal vez no. Espero que lo disfrutéis y siento mucho la tardanza.
    PD: Yo, Sora Kagamine, he publicado esta historia también en Fanfiction.net bajo el mismo nick, Sora Kagamine. Solo aviso para evitar que penséis que es un supuesto plagio, pero lo diré previamente por si hay confusión alguna: esta historia es completamente de mi autoría.


    Capítulo XIII — Recuerdos

    El grito ahogado de su hija fue callado por el pánico de la gente. Después de ver caer el foco junto a otras partes del techo e impactar contra su madre su corazón se detenió. No se podía mover, no podía gritar, no podía oír... Solo podía temblar, observando horrorizada la escena bañada de sangre.

    ¡CHIHARU! —llamó Akira mas ella no respondió a su llamada. Desesperado, se abalanzó hacia su cuerpo inerte y la sacó de ese lugar en el que estaba enterrada—. ¡Te pondrás bien! ¡Resiste un poco más!

    Otro temblor sacudió toda la cúpula. Los cristales que adornaban el techo se rompieron y empezaron a caer también. Su padre pudo esquivar algunos de los trozos pero no todos ya que tenía un peso adicional sobre sus brazos y eso le disminuía la velocidad; aparte se interponía entre los trozos y su esposa intentando protegerla de otro daño mayor.

    ¡Vámonos de aquí! —Rinto comenzó a correr hacia la salida cuando otra sacudida hizo que se aflojara otro foco. Éste se soltó y estaba a punto de golpearle. Como un animal a punto de ser atropellado, se quedó inmóvil muerto de miedo.

    ¡Rinto, cuidado!

    Todo iba en cámara lenta, pudiendo apreciar con exactitud el rostro de su hermana antes de ser empujado y salvado por ella, consiguiendo que ella recibiera el impacto.

    ¡RIN! —gritó Lily, siendo testigo de la atrocidad que acaba de ocurrir.

    Muchos de sus conocidos intentaban apartar aquel metal pesado pero los quejidos de la niña se escuchaban por cada movimiento mal realizado. Todos la llamaban esperando por que estuviera sana y salva, aunque eso no fue lo que exactamente se esperaban; sus ojos estaban sangrando.

    Extrañados por aquel suceso encontraron el arma a su lado: uno de los cristales que componían el foco ahora roto. Consiguieron sacarla de allí con éxito junto a los demás heridos. La ambulancia llegó rápidamente, llevándose a los que necesitaban atención médica.

    No hace falta que vengáis... —insistió Haku casi sin voz, manteniendo la sonrisa que la caracterizaba—. Vamos a volver dentro de poco. Vosotros sólo tenéis que esperar en casa...

    ¡Me niego! —dijo Rinto—. ¡Quiero estar al lado de todos! Además, por mi culpa Rin...

    Apretó los puños con fuerza hasta tal punto de que varios hilos de sangre salían de ellas. Esto no podía estar ocurriendo... Los llantos de la gente le tentaba para que él se uniera también pero al sentir el suave abrazo de su hermana mayor pudo soportarlo.

    Déjenos ir también, por favor —rogaba la hermana mayor de los Utane. Algo cayó en su mejilla, algo cálido y salado; era una de las lágrimas de su hermana, lágrimas de angustia por aquella impotencia que sentía.

    En cambio Haku suspiró y sonriente les dejó ir con ellos. Los demás miembros que sufrieron daños menores subieron siendo acompañados por los insistentes hijos Utane. La presión era insoportable y todos se hallaban inquietos, sobre todo por aquellas tres personas que sufrieron mayor daño: Chiharu, Akira y su hija Rin.

    Pero el más inquieto de todos los presentes era Rinto, preocupado por el estado de su familia. No soportaba ver cómo esas máquinas se encontraban conectadas en el cuerpo de su hermana: uno de ellos le proporcionaba aire mientras que el otro medía sus latidos. Pero lo que le aterraba de verdad era ver la sangre que poseía en la zona de la vista.

    Cogió su mano con delicadeza, se puso de rodillas y, con la mano de Rin entre las suyas, fue como si estuviera mandándole una plegaria a Dios.

    Por favor... Tienes que sobrevivir... No me puedes abandonar, ¿a quién molestaré a partir de ahora? Por favor... Vive...

    Todos miraban con lástima tanto a Rinto como a Lily; era demasiada mala suerte que 3 familiares tuyos ahora tengan que dirigirse al hospital para luchar por sus vidas. Era agonizante hasta tal punto de morir por ellos.

    Cuando llegaron por fin al hospital, varios médicos y enfermeras se llevaron a dos de los tres pacientes en camillas; primero entraron Rin y Chiharu a la sala, el siguiente sería Akira. Empezaron a llevarse a los demás que necesitaban atención médica, solo Rinto y Lily permanecieron fuera, esperando a la llegada de todos a salvo del peligro.

    La luz se volvió de color roja; ya había comenzado la operación.
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    Pasó una hora sin resultado alguno. Todos ya habían sido tratados y se hallaban esperando desesperados; necesitaban noticias ya, aparte de que aún faltaba un paciente por tratar.

    ¿Cómo ha podido ocurrir esto? —Pensó el señor Utane, que se encontraba tumbado en la camilla, angustiado y casi sin libertad de movimiento.

    Desvió la mirada lo máximo que podía, encontrándose a sus hijos sollozando, sobre todo la hermana mayor. Le dolía de sobremanera verlos así...

    Sí pudiera hacer algo por ellos... Yo...

    La puerta se abrió y varios médicos salieron del lugar, llevándose al tercer paciente. Todo el mundo exigía respuestas inmediatamente pero ellos se limitaban a denegarles aquella información.

    Sed un poco más pacientes —suplicaba uno de ellos—. Lo único que puedo deciros es que esto durará más de lo esperado; la situación se ha vuelto bastante complicada. Pero no os preocupéis, los salvaremos.

    Pero aquellas últimas palabras resonaron en su cabeza y salieron inmediatamente. El único pensamiento que poseían era el deseo de que todo fuera un éxito. Tenían que volver cueste lo que cueste.

    Ya estaba a punto de comenzar la operación. Akira observaba cómo el cirujano junto a más médicos con sus típicas mascarillas preparaban todo lo necesario para poder empezar ya.

    Señor Akira... Antes de comenzar creo que debería de decirle dos malas noticias.

    Aquello causó que Akira se sobresaltara, provocándole el miedo en el cuerpo y rezando por que no fuera lo que estaba pensando.

    En primer lugar, desgraciadamente... su mujer ha muerto... por muerte cerebral.

    Si ahora mismo se encontrara en condiciones para llorar lo haría; quería gritar, fingir que esto solo era un mal sueño y creer que era una pesadilla. Pero por desgracia esto no era un sueño, era la dura realidad.

    ¿Y cuál es la segunda? —preguntó casi sin voz, devastado de perder una de las cosas que más amaba en este mundo.

    La segunda es... que su hija no podrá ver nunca más. Sus ojos han sido gravemente dañados. Hemos intentado reemplazarlos por los de su esposa pero...

    ¿Pero? —No quería escuchar más; cada palabra que el hombre pronunciaba era como un ruido estruendoso que le pitaba en los oídos y le proporcionaba un dolor de cabeza anormal.

    No sabemos el motivo pero su cuerpo lo rechaza; no consigue aceptar los ojos de su madre. Por eso...

    Dale los míos.

    ¿Qué ha dicho? –preguntó el cirujano desconcertado.

    He dicho que le des los míos —repitió el paciente—. Yo... quiero hacer algo por la gente a la que amo, incluso si fuera a sacrificar mi vida... Al fin y al cabo... es mi familia y mi deber es protegerlos... porque son lo que más amo.

    Una lágrima consiguió salir de sus ojos. Cada vez le costaba más respirar y sobre todo hablar, por suerte las máquinas que conectaban con su cuerpo le mantenían vivo; tenían que actuar ya. Entretanto los médicos lo miraban sorprendidos por tal locura.

    Por favor... Déjame hacer esto... por mi hija... Me da igual si yo soy el que queda ciego pero... por favor, os lo suplico... Dále mis ojos... para que ella sea capaz de observar el mundo que he visto yo...

    Estaban a punto de rechazar su petición pero al escucharle tan exasperado, casi sin esperanza alguna y con ojos suplicantes no tuvieron más remedio que aceptar.

    Haremos todo lo posible para que tanto usted como su hija puedan seguir viendo.
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    Otra hora pasó de forma lenta y agonizante. Rinto empezó a dar vueltas y vueltas sobre sí mismo impaciente mas tuvo que dejarlo porque aquello incomodaba a los demás. Los dos hermanos Utane poseían el mismo pensamiento en esos momentos de los que necesitaban el máximo apoyo emocional posible, al fin y al cabo Rinto y Lily sólo tenían 9 y 15 años respectivamente.

    Mamá... Papá... Rin... —Pensaban los dos al mismo tiempo.

    De repente se escuchó el levantar de la gente. Los dos niños se giraron y se percataron de que la luz estaba apagada y los médicos salían de allí junto a las camillas. Primero salió Akira, después Rin y por último sería Chiharu pero...
    En cambio su rostro era tapado por un manto blanco.

    Mamá... —musitó Rinto sin poder creérselo.

    Esto... no puede estar pasando, ¿cierto?

    Lily buscaba la afirmación de los demás mas ellos permanecían en silencio, llorando, alejando la mirada... pero sobre todo, por muy difícil que fuera, lo estaban aceptando. La realidad de la que estaban sometidos en estos momentos.

    Lo sentimos pero... desgraciadamente la señora Chiharu Utane ha...

    ¡NO LO DIGA! —gritó de repente Haku, derrumbándose y cayendo al suelo desbordante de lágrimas—. No lo diga...

    No solo sus hijos estaban devastados; Haku también. Incluso podría decirse que ella era a la que más le dolía esta situación. Al fin y al cabo acababa de morir su querida y mejor amiga de la infancia.

    No obstante el doctor prosiguió con la información. Todo el mundo quedó perplejo al enterarse de lo ocurrido: tuvieron que utilizar los ojos de su padre para sustituir los ojos dañados de su hija, asimismo utilizaron los ojos de Chiharu para reemplazar los que el hombre había sacrificado, e incluso sus últimas palabras antes de dar comienzo la operación. Al final tuvo un poco de éxito.
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    Desde entonces pasaron 3 días, días en las que estuvieron visitando a Akira y a su hija Rin, de la cual aún no abría los ojos. Akira ya captaba la mayor parte de lo que observaba aunque las imágenes eran algo borrosas, pero tenía que acostumbrarse quisiera o no para la rehabilitación. Eso alegró a Rinto y a Lily, que se hallaban viviendo junto a Haku; en cambio ella estaba tan devastada que estuvieron animándola, pero los resultados eran tan desastrosos que a los niños les angustiaba cuando lloraba por las noches y gritaba dolida, cayendo repetidamente en los efectos del alcohol. Entretanto, la familia Kagamine no estaba mejor. Actualmente su hijo se encontraba hundido en la depresión a causa de la mentira contada por su padre con el propósito de proteger a su hijo de más daño, aunque el hombre ya dudaba de si había tomado la mejor decisión o no.

    ¿Cuándo despertará Rin? —preguntó por enésima vez la hija mayor, mostrando enormemente la preocupación no solo de ella sino de todos los presentes.

    No lo sabemos... —Se limitó a decir Meiko.

    Quiero verla, papá... —protestó Rinto.

    Su padre le prohibía ir a su habitación y eso le angustiaba. Quería verla, saber sobre su estado, pero sobre todo... quería que estuviera sana y salva; quería sonreír nuevamente con la persona que había llegado a sacrificarse por su vida.

    Rin... Aunque ahora no esté a tu lado, ¿me puedes escuchar? Yo... quiero que estés bien. Deseo que abras tus nuevos ojos para así poder abrazarte como antes, sentir tu calidez y tus caricias, pero sobre todo quiero ver tu sonrisa. Me duele esta situación, por mi culpa ahora estás aquí, no sé si entre la vida o la muerte. Pero... Por favor, abre los ojos. Así podremos disfrutar junto a Lily y papá. Seguramente llorarás por la noticia de mamá pero, en todas las veces que vayas a llorar por ello, yo estaré a tu lado. Si con ello puedo expiar mi pecado, entonces yo haría lo que fuera, incluso si eso signifique que pueda la vida; al fin y al cabo eso es una familia: harían lo que fuera por proteger a sus seres queridos, o eso es lo que pienso yo. Rin... Vive... Vive por todas nuestras personas más importantes... Por papá y Lily... Por mí.... Rin... Yo...”

    Una pequeña lágrima salió de sus ojos ya rojos a causa del llanto. No podía esperar más. Abatido, abrazó sus piernas y escondió la cabeza entre sus rodillas; no quería ver a nadie ni que le vieran a él, solo deseaba estar solo y dejarse caer en ese agujero interminable llamado arrepentimiento.

    Sin embargo, el grito de la enfermera de la habitación de al lado les alarmó. Unos fuertes y sonoros pasos se acercaban a gran velocidad hasta que se pudo contemplar cómo la puerta era abierta con brutalidad, dejando ver a una agitada enfermera.

    ¿Qué... Qué ha ocurrido? —preguntó Midori con cierto temor.

    ¡Ha... Ha despertado! —chilló casi sin voz—. ¡La paciente Rin Utane ha despertado!

    ¿¡Qué!? —gritó esta vez Akira, contento por saber que su hija se encontraba bien. Se levantó de la cama con brusquedad mas cayó de inmediato y soltó un evidente quejido; aún no podía levantarse a causa de las heridas.

    ¡Rin!

    Rinto, sobresaltado por la recién noticia, se olvidó de los demás y de sí mismo, levantándose de un salto y saliendo por la puerta en cuestión de segundos; ver a su querida hermana era el único pensamiento que invadía su mente. Estaba tan ilusionado que su cuerpo actuaba por voluntad propia. Abrió la puerta violentamente haciendo que como resultado se escuchara un retumbante golpe chocar contra la pared. No obstante aquella fantasía se rompió por completo.
    Estaba su hermana, sí... Pero lucía totalmente diferente a como la recordaba. Por supuesto sus ojos ahora eran de un profundo azul cobalto, pero por otra parte eran demasiado oscuros, vacíos y sin vida. Ella se hallaba mirando hacia la nada con rostro afligido; sentía que estaba a punto de caer en la miseria. Su sonrisa se había desvanecido al igual que su querida madre.

    Rin...

    Ella giró levemente, encontrándose con su hermano mayor.

    ¿Rinto? ¿Qué... qué me ha pasado? —preguntó confundida y con cierto pesar en su voz; tenía vagos recuerdos de lo ocurrido.

    Rin... Verás...

    Sin nada más que decir, no le tuvo más remedio que contarle la verdad junto a los demás. Lo extraño fue lo indiferente que se mostró en todo momento; no parecía ser ella misma.

    Ya veo... —Se limitó a decir ya acabado el relato.

    Lily temía que su hermanita cambiara y se convirtiera en alguien que no es, desechando así sus sentimientos a la basura; al fin y al cabo esto sería demasiado para una niña que acababa de cumplir los ocho años hace tres días. Convertirse en una persona contraria a sus creencias no entraba en las opciones que ansiaba que escogiera. Hay millones de respuestas para superar este trauma, pero solo una de ellas es la correcta; la respuesta que perdurará durante toda su vida y será la que le acompañe junto a los acontecimientos futuros. En verdad, Lily aspiraba por elegir la mejor elección para ella con el único fin de proteger esa sonrisa.

    Y haría lo que sea con tal de mantenerla.

    Rin, ¿estás segura de que te encuentras bien? —preguntó Lily preocupada por la reacción que podría tomar su hermana a partir de ahora.

    Sí... Sólo estoy... algo confundida... —admitió la paciente manteniendo esa excepcional serenidad similar al que un adulto tomaría—. Esto... ¿Podríais dejarme un rato sola?

    Nadie le preguntó ni quiso dar la contraria, simplemente obedecieron y se fueron de la sala. Tan pronto como salieron, Rin alzó la vista hacia la ventana.

    Mamá...

    Y entonces empezó a llorar con amargura.

    Entretanto, el resto se hallaba fuera de la habitación, escuchando atentamente cómo la niña sollozaba con gran pesadumbre. Su padre, sin poder reconocer ya a su hija, soltó una pequeña lágrima.

    Rin...
    ______________________________________​
    Una semana pasó desde que Rin despertó... pero las cosas empeoraban por momentos. La niña rechazaba cualquier alimento que le ofrecieran, apenas formulaba palabra y todo el rato se la pasaba mirando al horizonte como si aquello fuera la cosa más entretenida del mundo. Todo el campo médico a su cargo estaban preocupados por el avance de la rubia; si seguía en este plan no era imposible que llegara a perder la vida. Su familia no sabía que hacer para afrontar la crisis a la que estaban sometidos. La desesperación les carcomía por dentro. Y la impotencia de proteger a tus seres más importantes también.
    Hasta que por fin, después de tanta espera, se sugirió una solución no muy convincente, ni siquiera se le podría llamar una solución.

    ¿¡Borrarle los recuerdos!? —El padre exaltado no pudo evitar alzar la voz. El médico le pedía silencio y los niños observaban petrificados, escuchando la conversación. Lily entendía cada palabra que pronunciaban mas el niño, de tan solo 9 años, apenas podía entenderlo.

    Sí... pensamos que es lo mejor para ella; si sigue así, a este ritmo ella...

    Akira golpeó la pared con brusquedad y un pequeño hilo rojo salió de sus nudillos. Rinto brincó hacia atrás asustado por tal reacción.

    ¿No hay nada que podamos hacer?

    Desgraciadamente...

    No puede ser... —Lily, acongojada por la situación, posó su cabeza sobre la persona que tenía más cerca, es decir, a Rinto, y empezó a soltar sus lágrimas.

    ¿Qué pasa? ¿Por qué estás llorando Lily? —interrogó el menor sin comprender la situación en la que se encontraba—. ¿Qué quiere decir con “borrar sus recuerdos”?

    Bueno... —El padre, preocupado por la reacción de su hijo, no se sentía preparado para explicárselo. ¿Se enojará? ¿Llorará? ¿Se transformará en un ser huero al igual que su hija Rin? Tenía miedo de perder a alguien más. No obstante, al ser un tema importante que debía de saber a la fuerza, no tuvo más remedio que hacerlo—. Eso significa que... Rin se olvidará de ti. Y no solo a ti, no recordará ni a papá, ni a Lily ni a toda la gente que conoce Rin. Se olvidará absolutamente de todo.

    Tal y como se predijo, el niño miraba a su padre con los ojos abiertos desmesuradamente, procesando toda la información adquirida.

    ¿Entonces... ella se olvidará de nuestro tiempo juntos? ¿No podrá recordar nada? ¿Rin... se olvidará de su familia?

    El padre no formuló palabra alguna, exaltando por completo al muchacho, del cual poseía unas gruesas lágrimas sobre sus inocentes ojos; no quería creerlo.

    ¡Nunca lo aceptaré! ¡Nunca! ¿Me has oído? —Su grito sonó por todo el pasillo del hospital, asustando a otros pacientes y haciendo que salieran de sus habitaciones para ver qué era lo que ocurría. Mientas tanto, Rinto se fue corriendo del cuarto a gran velocidad y sin destino fijo.

    Rinto... —susurró su hermana. Tenía que ser fuerte y hacer algo por él; tenía que hablar con él como hermana que se llamaba.

    Así que salió y fue en su busca. Examinó por los jardines, preguntó a los pacientes y médicos que pasaban por allí, pero era como si la tierra se lo hubiese tragado. Entonces recordó lo que hacía cada vez que estaba triste o quería pensar sobre algo. Sin un minuto más que perder corrió y subió las escaleras hasta llegar a una puerta gris situada en el último piso. Cogió una gran bocanada de aire, cansada por aquella carrera, y con decisión abrió la puerta. Y estaba allí, posado sobre la barandilla de la azotea y mirando el vasto cielo azul con aire lánguido.

    Entretanto Rinto, sin percatarse de la presencia de la rubia, estuvo reflexionando sobre qué era lo correcto, ¿que Rin se marchitara poco a poco por sentimientos de culpabilidad ajenos a ella, que no debería sentir realmente? ¿O dejar que sus recuerdos desaparezcan junto con esos 8 años que han vivido felizmente en un intento por salvarla de aquella agonía? No lo tenía nada claro. Da igual una solución u otra, su sonrisa no volvería a ser lo que era; dejarla morir lentamente o salvarla y destruir a la verdadera Rin, ninguna de las opciones eran para nada agradables.

    Rin... Dime, ¿qué debería hacer en estos momentos? Estoy tan confundido... Ya... ya no sé qué pensar. Por favor, contéstame, ¿qué es lo mejor para ti?”, sabía que era imposible que le diera una respuesta pero una voz resonó en su mente, tal vez era el recuerdo que tenía de ella, de su voz y de su verdadero yo que no deseaba olvidar, que no quería que desapareciera.

    Lo mejor para mí será la decisión que tomes, Rinto. Yo creo en tu respuesta. Sé que tomarás la decisión correcta así que... no tengas miedo. Elige”.

    Aquella voz sonaba tan real, como si estuviera a su lado y le estuviera alentando. Miró a su lado derecho e izquierdo pero por supuesto no había nadie; había sido una utopía cruel creada por su conciencia, causando más sufrimiento del que ya tenía.

    Debo de estar desesperado, ¿no, Rin? Hasta puedo escuchar tu voz —habló para sí mismo.

    Una pequeña lágrima se deslizó por la mejilla del chico, causando que Lily se aproximara lentamente; debía de ayudarle en estos momentos tan difíciles. Así que, con la mayor suavidad posible, posó su mano sobre su hombro y le sonrió con todas las fuerzas que podía; en cambio, Rinto se giró impresionado por la repentina llegada de la rubia.

    Lily...

    Rinto... —Tragó saliva, pensando que podría decir; las prisas hicieron que no pudiera reflexionar en las palabras adecuadas para el chico—. Sé... sé que estás en desacuerdo con todo esto pero, ten en cuenta de que no hay otra manera. —Sentía cómo se hería con sus propias palabras. Sí... era lo mejor tal vez, pero a la vez era lo más doloroso que había en el mundo entero—. Además, aunque nos olvide, ¿no seguiremos estando juntos? Si ella olvida todos sus recuerdos, lo único que tenemos que hacer es crear más y más, unos recuerdos muchos más felices que los anteriores; unos recuerdos tan valiosos e importantes capaces de que sean inolvidables.

    Ella misma se sorprendió de la voluntad que tuvo para pronunciar aquellas hermosas palabras. No obstante ella se alteró al ver a su hermano llorando nuevamente, tendido de rodillas en el suelo y sollozando más fuerte que nunca.

    Lily... —llamó con un hilo de voz—. Sé... sé que ésta es la mejor opción; lo sabía desde el principio. Comprendo que es el único método para salvarla y sacarla de su agonía... pero duele, duele muchísimo. —No paraba de agarrarse la camiseta, en la zona en donde se hallaba su corazón destrozado—. Lily... ¿qué debería hacer con estos sentimientos tan confusos? ¿Por qué... tiene que doler tanto?

    Rinto... —No podía evitar verlo con compasión así que lo abrazó protectoramente, al fin y al cabo aquella decisión significaba hacer desaparecer a la Rin que conocían y estuvo con ellos en todos estos años; era difícil ver cómo desaparecía alguien importante para ti y no poder hacer nada por esa persona. Sabía completamente las desgracias y el sufrimiento que acarreaban... pero era la única opción si querían seguir sonriendo con ella, los tres juntos.

    Así que, con tal de sacar aquella angustia guardada en su cuerpo, Lily también empezó a soltar sus lágrimas sin control.
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    Por fin había llegado el gran día. Rin había sido tratada en largas horas de tratamientos intensivos bajo las plegarias de sus familiares y conocidos. Las esperan fueron insoportables para muchos, sobre todo para el pobre Rinto, agobiado por todo.

    No te preocupes, todo saldrá bien –afirmó Lily. Pero Rinto no pensaba en si saldrá bien o no, solo se centraba en qué cara pondría cuando la vea la próxima vez. En este día de olvidos Rin nacerá de nuevo como otra persona, tal vez cambie mucho o nada pero algo en ella será distinto, algo que no podrá recuperarse.

    La espera no tardó más tiempo. Rin salió de la sala junto con cuantos médicos, anunciando que la operación fue un éxito; ha podido mantener todo su aprendizaje en su cabeza mas todo lo demás, como la familia o los conocidos, tendrá que recordarlo al cabo de los años. Ellos, por la seguridad de la rubia, les sugirieron a todos los presentes que se mantuvieran callados sobre todo este asunto, o por lo menos cuando sea el momento; lo último que querían era que volviera a estar como al principio, peligrando nuevamente su vida.
    Rinto, seguido de Lily y su padre, fueron los primeros que iban a entrar. Llamaron a la puerta pero no recibieron respuesta. Al final Rinto abrió la puerta y entraron. Al entrar observaron a Rin, mirando por la ventana con aire melancólico.

    ¿Rin? –llamó Rinto a la susodicha. Ella se giró y le ofreció una pura sonrisa.

    ¡Hola! –saludó con energía. Era agradable verla tan alegre... pero de alguna manera les entristecía; sentían que era diferente comparado con su risas, llenas de felicidad y afecto–. Yo me llamo Rin, ¿y ustedes quiénes sois?

    Ésta no es la Rin que yo conozco...”, pensó.

    Rinto se acercó lentamente a ella y se sentó en el borde de la cama. La miró fijamente durante unos cuantos minutos eternos para después mostrarle una cara de aflicción.

    ...pero...

    Completamente abatido, sus lágrimas empezaron a reflejar nuevamente sus sentimientos, confundiendo a la chica. Los demás lo observaban sin decir nada, inconscientes de qué decir en estos momentos.

    ¿Por qué está llorando? –preguntó desconcertada la joven por el comportamiento del joven–. ¿Acaso he hecho algo?

    ...con tal de recuperar su verdadera sonrisa y sus recuerdos...

    No... tú no has hecho nada malo –contestó Rinto a la vez que acariciaba sus cabellos–. ¿Sabes? A partir de hoy nosotros estaremos siempre a tu lado.

    ¿En serio? ¡Qué alegría! –anunció Rin con pura felicidad.

    ...yo...

    Inesperadamente Rinto abrazó a Rin afectuosamente, escondiendo sus ojos rojizos sobre su hombro.

    Mi nombre es Rinto. Rinto Utane. Recuérdalo siempre Rin... y no lo olvides nunca.

    ... siempre estaré a tu lado. Por siempre y para siempre. Porque...

    Sí –asintió ella felizmente, correspondiendo su abrazo–, nunca lo olvidaré.

    ...quiero ser yo el que proteja tu sonrisa.
    ______________________________________​
    Al cabo de unos meses, papá fue dado de alta y se fue a investigar la causa de aquello durante estos 6 años. Él nos envió a un orfanato que atendían unos conocidos suyos en Okinawa y se fue; no quería darle problemas a Len, que estaba destrozado por tu supuesta marcha –explicó Lily, ya en el desenlace de la historia–. Papá ha estado vivo durante todos estos años y ahora se encuentra buscando la respuesta a todo lo que ocurrió hace 6 años.

    Rin no sabía que decir. La historia no solo sonaba disparatada sino que también estúpida. Pero desgraciadamente todo encajaba.

    Entonces, ¿toda mi vida hasta ahora ha sido una mentira?”, fue lo que razonó de todo aquello. ¿Entonces era una especie de impostora? Ya no sabía quién era realmente, ¿cuál es su verdadero yo?

    Ella se levantó apresuradamente y salió del establecimiento no antes de escuchar los gritos de Lily.

    ¡Espera! –Ella intentó ir en su busca pero Luka la detuvo–. Luka...

    Déjame hablar con ella –suplicó, ganándose el aserto de Lily.

    Luka empezó a correr todo lo que sus piernas les proporcionaban en busca de la rubia. Por suerte no se había ido muy lejos. Corrió con todas sus fuerzas hasta alcanzar a Rin, agarró su muñeca y ella inmediatamente se detuvo; al ver so rostro vio que sus ojos azules soltaban varias lágrimas.

    Rin...

    ¡Déjame sola! –dijo a la vez que se zafaba del agarre. Intentó secarse las lágrimas pero éstas se atrevían a seguir saliendo.

    Rin... Ten en cuenta que ellos lo hicieron por ti –razonó Luka.

    Lo sé, sé que estábais pensando lo mejor para mí pero... siento que mi vida ha sido una farsa –confesó afligida hacia su propio ser–. Lo que más me ha dolido no ha sido el no saber nada; lo que más me ha hecho sufrir ha sido que no me hayáis dicho nada.

    Los sollozos seguían bajo la mirada de aquellos que pasaban por allí. No podía quedarse allí durante más tiempo; entonces a Luka se le ocurrió un modo de consolarla. Así que ella, apenada y compasiva con la joven, cogió la mano de Rin delicadamente.

    ¿Por qué no vienes conmigo a un lugar? –propuso la de cabellos rosas con amabilidad.

    ¿Un lugar?

    Sí –Asintió–, es un lugar muy importante para mí... y para tu hermano Rinto.

    Continuará...
     
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    VeckeFer

    VeckeFer Usuario común

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    Awwww, me encantó, es muy dulce y dramático!! Rin!!! ¿¡coómo le borraron los recuerdos a esa niocente niñita!? pobrecita, era lo que había que hacer para salvarla, que buena familia pero pobres, ellos no se lo merecen.
    Tu capítulo me encantó y no te preocupes por la tardanza, lo hace con mas suspenso, yo también tengo exámenes y son odiosos. Bueno,, me encantó y espero la continuación, y si, ya se, usé la frase "me encantó" varias veces!! ;)
     
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  9.  
    Kagamine Len

    Kagamine Len El chico sin interés

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    Hola, ¿cómo estas?

    Perdón por la tardanza últimamente mi estado de animo esta en el inframundo u.u
    Bueno me encanta eso ni decirlo *-* pero... Pobre Rin TTTT-TTTT le tuvieron que borrar la memoria por su bienestar Q-Q por su salud física y mental TTTT.TTTT... Yo también quiero saber quien fue el responsable de todo esto pero no quería que Akira dejara a Rin, Rinto y Lily en un orfanato TTTT-TTTT bueno pero es tu historia tu sabes como darle drama D'= eso es algo bueno... Por eso amo como escribes tus Fics *-* ahora quitando eso de lado creo que el lugar tan especial seria la tumba de Chiharu eso seria muy emotivo TTTT-TTTT p-p-pero bueno no quito más tiempo leyendo este comentario así me despido.

    Bye-Bye
     
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  10.  
    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

    Aries
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    Título:
    ¡Odio la música!
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    16
     
    Palabras:
    9959
    ¡Hola a todos! Aquí vuelvo nuevamente con un nuevo capítulo de ¡Odio la música!, la historia que te hace llorar. Solo voy a hacer una aclaración, la letra cursiva a la izquierda y de color naranja la canta Rinto y la letra cursiva a la derecha y de color rosa la canta Luka (aunque lo del color es innecesario pero bueno, quería aclararlo lo mejor posible por si había duda. Espero que no cause problema para los demás y que se pueda ver el color rosa, es que me parece más "Luka" con ese color), espero que os guste el capítulo.
    Aclaración: Esta historia y los capítulos son de mi autoría y están publicados en Fanfiction.net bajo el mismo nick, Sora Kagamine. Lo aclaro para que no haya insinuación de plagio.

    Capítulo XIV – Just be friends

    Rin sabía lo difícil que era el trabajo de una idol; entendía que trabajar las 24 horas del día hasta la saciedad, sin poder descansar y comer sin que el tiempo esté en tu contra era agotador. Lo que no le entraba en la cabeza era, ¿por qué ella, Rin Utane estaba precisamente allí, en un estudio fotográfico con la chica de cabellos rosados? Y lo peor de todo –y para su gran desgracia–, estaba siendo enfocada bajo el cristal de la lente junto a ella, de manera que pareciera que estuvieran unidas con pegamento extra-fuerte. Sobre todo porque Rin Utane odiaba sacarse fotos –y más cuando éstas iban a salir en una revista de moda.

    Tengo una pregunta Luka, ¿por qué ese repentino corte de pelo? –preguntó el fotógrafo, apretando continuamente el botón de la cámara.

    Se podría decir que es un secreto. Además, deseaba cambiar un poco de estilo –contestó la susodicha con esplendor bajo los brillantes focos del plató.

    Ya veo... Aunque ese peinado tampoco te sienta mal; te da cierto toque refrescante –alagó el hombre. Él prosiguió con su trabajo tranquilamente pero repentinamente se detuvo con algo de desagrado–. Por favor Luka, ¿puede hacer que su compañera sonría con más naturalidad? –rogó el fotógrafo–. Está muy tensa; así no puedo sacar la portada del próximo número.

    Rin, tranquila; sonríe como lo haces siempre. –Por muy alentadoras palabras que le regalara, los ánimos de la joven sólo conseguían el efecto contrario: ponerla aún más nerviosa que antes.

    ¡Es imposible Luka! ¡Al fin y al cabo es la primera vez que hago algo así!”, maldijo la rubia para sus adentros, preguntándose cómo había llegado exactamente a este lugar.



    Todo había empezado con su huida del café de Haku, confusa por la impactante verdad que acababa de escuchar. Luka, en un intento por alegrar un poco a Rin, la arrastró en dirección a la zona comercial, confesando que deseaba enseñarle un sitio muy especial tanto para ella como para su hermano Rinto. De esta manera Rin dejó de llorar y se encaminaron hacía aquel rumbo que solo la chica de rosa conocía.

    ¿A dónde vamos? –preguntó impaciente y a la vez inquieta Rin. Muchas miradas estaban centradas en ellas. Por suerte Luka, gracias a su nuevo corte de pelo, hacía dudar a la gente sobre su verdadera identidad, pasando así casi desapercibida; pero eso no era suficiente para esconder el gran aura de profesionalidad que emana de sí misma.

    No te preocupes, ya falta muy poco –respondió la chica.

    Rin no tuvo más remedio que asentir y dejarse guiar por la idol. Pero, ¿qué sería aquello que Luka le quería enseñar? Era un misterio.

    Luka empezaba a dudar de su decisión, ¿aquello sería lo mejor? Ese lugar era muy especial para ella, era su sagrado santuario del que deseaba atesorar ya que ahí empezó toda su historia; pero desde aquel fatídico día no fue ninguna vez a ese sitio por la agonía que sentía al recordar al chico rubio cuyo apellido era Utane. Solo rezaba que, en el momento en que le cuente su relato, sus ojos no le traicionaran y amenazar por soltar lágrimas; realmente no deseaba preocupar más a la muchacha de lo que ya estaba, no se lo perdonaría. Deseaba hacer las paces con ella y hacerla feliz, quién sabe si es por su conexión con Rinto; tal vez sería por eso que sentía cierto apego protector hacia la rubia.

    Sin duda, por aquella persona a la que ama, le devolvería la sonrisa a su hermana, aunque solo sea un poco. Porque tanto ella como él habían adquirido cierta importancia en su corazón.



    Mientras tanto, en el café de Haku, los demás ya volvían a sus supuestos trabajos, marchándose cada uno por separado. Allí sólo quedaban los Hatsune y los Shion.

    Será mejor que me vaya –dijo el padre de Kaito. Estaba a punto de irse cuando su hijo le agarró fuertemente del brazo–. ¿Qué quieres hijo mío?

    Quiero hablar contigo. –El muchacho miraba seriamente a su padre mas él se centraba más en su reloj, preocupándose por llegar a tiempo a su reunión.

    ¿Podemos hacerlo cuando lleguemos a casa? Ahora tengo una reunión muy importante.

    ¡Siempre haces lo mismo! –chilló el chico de la bufanda, ganándose la atención tanto de los Hatsune como la de Kaiko–. ¡Siempre es el trabajo esto, trabajo aquello...! ¿¡Y tu familia qué!?

    Kaito... Por favor, no grites en un lugar así –rogó el hombre apresurado.

    ¡No quiero! –se negó–. ¡Por una vez voy a ser franco contigo! ¡Dime! ¿Por qué no fuiste? ¿¡Por qué no visitaste a mamá!? ¡Ella...!

    Pero no pudo terminar la frase al sentir cómo le daban una bofetada.

    No hables de esto aquí –ordenó fríamente el hombre–. En ese momento yo...

    ¡No quiero oír más tus excusas! ¡TE ODIO! –Y con ello Kaito salió corriendo del establecimiento.

    ¡KAITO! ¡Vuelve aquí ahora mismo! –exigió su padre pero era demasiado tarde, ya se había ido. Se llevó las manos en la cabeza, revolviéndose un poco sus cabellos de la desesperación–. Este hijo mío...

    Miku, que había llegado a ver tal escena, no podía dejar las cosas de esta manera. Tenía que hacer algo. Ella se giró hacia su madre e intentó buscar una excusa para salir e ir a buscarle.

    Mamá, volveré para antes de la cena así que...

    Sí, no te preocupes; ve con él –dijo Midori con una sonrisa.

    ¡Muchas gracias mamá!

    Ella se dirigió rápidamente en dirección a la puerta pero el grito de Kaiko pidiendo que se esperara.

    ¡Espera Miku!

    ¿Qué pasa Kaiko?

    Vas adonde mi hermano, ¿cierto? Entonces él se encuentra en el parque de aquí cerca; siempre va allí cuando está deprimido –indicó su hermana, también inquieta por él.

    Muchas gracias –agradeció la muchacha–, iré lo más rápido que pueda.

    Cuento contigo.

    Y con ello Miku salió en su busca como el mismo viento.



    Tras varios minutos caminando sin parar por las calles abarrotadas de gente, al final se detuvieron enfrente de una tienda de música. La tienda era de aspecto clásico, casi como una casa de campo, con un grande cartel que ponía “MUSIC PARADISE” con varias enredaderas sobre los ladrillos rojizos, pero en el escaparate se mostraban varios singles: a la izquierda se mostraban los discos más viejos que existían como los de vinilo, y cuanto más se desplazaban a la derecha, más actuales eran estos discos, hasta mostrar singles del grupo más popular del momento, Double Mirrors. A Rin le sorprendía que existiera este tipo de tienda en la zona comercial, y más cuando está en una zona casi visible para el público –ya que ella pasaba por ahí casi siempre que salía a comprar–, aunque mucha gente pasaba de largo, siendo un lugar desolado y casi desierto para su vista.

    Bueno, ¿entramos? –invitó Luka. Rin asintió y sin un minuto más que perder entraron.

    La puerta al abrirse hizo que la campana de arriba se moviera e hiciera sonar un sonido agradable. Entonces el hombre del mostrador, que se hallaba leyendo el periódico, se percatara de nuestra presencia y nos saludara; era una persona aparentemente alta, de cabellos color ceniza y ojos verdes esmeralda, con una simple camisa blanca y unos pantalones vaqueros normales y corrientes, sin carisma alguno.

    ¡Bienvenidos! –nos saludó con una gran sonrisa–. ¿Qué es lo que...? ¡Pero bueno Luka! ¡Cuánto tiempo! Ya casi no te pasas por aquí. Dime, ¿a qué se debe tu visita? Por lo que veo estás con alguien, ¿es tu amiga?

    Él no paraba de hablar y de hacer preguntas para luego seguir parloteando; qué habilidad para hablar y hablar sin parar y con tanta rapidez, ¿acaso no respiraba? El hombre siguió hablando hasta que por fin Luka cortó la conversación.

    Por favor Leon, estás espantando a la clientela –admitió, refiriéndose a la rubia que tenía a su lado, retraída por la personalidad del hombre.

    Lo siento, pero es que sois las primeras en entrar el día de hoy y no pude evitar emocionarme –confesó un poco avergonzado de sí mismo.

    No se preocupe, está bien. Pero la verdad, este lugar es sorprendente.

    Y era cierto. Había muchas estanterías, tal vez demasiadas, cada una repleta de Cds y partituras de todas las épocas y ordenadas por fechas; y varios reproductores de Cds, desde los más viejos hasta los más actuales, colocados ordenadamente en toda la pared derecha del establecimiento. También había algunos panfletos colocados en el mostrador –cuyo panfleto central trataba sobre el concierto que Double Mirrors realizó el domingo pasado– y cerca de ésta se hallaba una puerta contigua en el que, gracias al cristal que se hallaba al lado de la puerta, se podía observar lo siguiente: en la sala había varios aparatos electrónicos, generalmente unos sintetizadores y más al fondo, otra puerta y otro cristal que separaba una sala de otra; en esa sala sólo se hallaba un micrófono.

    ¿Está interesada señorita? –Rin fijó su vista en Leon, cuyo dedo señalaba otro panfleto que había.

    Ésta ponía:
    ¡GRABA TU CD AQUÍ Y AHORA! ¡A PRECIOS ECONÓMICOS!”

    ¿Un CD? –interrogó la rubia, curiosa por la propaganda. Entretanto los ojos de Leon brillaban entusiasmados al igual que un vendedor que no deja escapar a su presa.

    Exacto. Este lugar es famoso por la grabación de Cds de los clientes; si la grabación llega a ser un total éxito, es decir, es de buena calidad, se coloca en aquella estantería más al fondo y la gente evalúa. ¿Qué me dices? Buena idea, ¿a que sí? ¿Por qué no lo pruebas tú también? –insistió el hombre, dejando casi sin respirar a la muchacha. Mientras tanto Rin no sabía qué decir; por suerte Luka se puso en medio.

    Lo siento Leon, pero hemos venido para otra cosa.

    ¡Qué fría eres! –refunfuñó el vendedor–. Se nota que ese corte de pelo te ha hecho más apática. –Pero él se calló al sentir la gélida mirada de la susodicha.

    Rin, ven. Tienes que ver algo; seguro que te gustará –ofreció la idol, esta vez con tono más suave.

    La rubia sólo obedeció y la siguió. Llegaron al final de la tienda, en la zona donde Leon dijo que se encontraban las grabaciones de los clientes. Pero nunca esperó que hubiera algo similar justamente al lado.

    ¿”Story... of Evil”? –Rin miraba atónita aquel estante, con todas las canciones existentes de aquella saga. No había ningún otro CD que no perteneciera a aquel grupo, solamente se encontraban esas canciones junto a un póster de todos los componentes del grupo arriba del todo de la estantería. Era como una dedicatoria hacia ese grupo legendario. Rin por un momento sintió una gran calidez en su interior, una calidez que agitó su corazón de la emoción causada. Una calidez que no había sentido durante 6 años.

    Luka... Esto es...

    ¿A que es sorprendente? Yo lo encontré el año pasado, a mediados de Abril; aquí fue donde conocí a tu hermano por primera vez. Este es... nuestro lugar más importante.

    Luka posaba sus dedos delicadamente sobre una de las cajas de los discos, la “Sirvienta de Rosa” para ser exactos. Su mirada se tornaba melancólica y su sonrisa denotaba tristeza pero a la vez una misteriosa felicidad. Era una sensación enigmática que Rin no podía describir con palabras; una sensación de profunda añoranza.

    Luka... –Rin tenía miedo de preguntarle... mas la curiosidad se apoderaba de ella. Deseaba conocer aquel pasado que ella desconocía, el pasado en el que Rinto y Luka se conocieron–. ¿Me podrías contar... cómo os conocisteis tú y mi hermano?

    Por supuesto –aceptó la de cabellos rosados–. Para eso hice que vinieras.



    Verás, todo comenzó en Abril del año pasado. Rinto y yo íbamos a la misma escuela pero nunca nos fijamos uno en el otro. Incluso estando en la misma clase era como si fuéramos invisibles entre nosotros mismos, yo era popular en la clase mientras que él destacaba por su cuenta, de una forma casi discreta. En ese tiempo yo descubrí que no le gustaba realmente, lo supuse por la distancia que estábamos adquiriendo últimamente; eso causó que decayera en el trabajo, cometiendo un fallo tras otro. Sin embargo, cuando estaba enfrente suya, nunca me atreví a preguntarle la verdad; tenía miedo de la respuesta, no quería ser rechazada.

    Acababa de fracasar en otro trabajo reciente así que me fui a la zona comercial, para pasear y ver si se me despejaba la cabeza; no obstante no pude dejar de pensar en el. De repente, una brisa hizo que se balanceara mi pelo y, como si fuera cosa del destino, centré mi vista en esta tienda. La tienda al principio me pareció bastante corriente, hasta pensé que estaba abandonada por el aspecto que tenían las flores descuidadas y casi marchitas, pero por alguna extraña razón entré, sintiendo curiosidad por ese lugar envuelto por una fantasía enigmática. Y tuve razón al entrar.

    Este lugar es... –Me quedé tan impresionada por el contenido de la tienda que apenas podía articular palabra alguna. Este lugar era el paraíso de los músicos. Emocionada por escuchar la gran variedad de Cds que había, empecé a buscar por todas las estanterías alguna canción que me llamara la atención–. ¿Cuál debería de escuchar primero? –me pregunté a mí misma en voz alta.

    Fue en ese momento cuando vi a esa persona que se convertiría en la persona más especial para mí. A Rinto Utane, tu hermano.


    Está bien, está bien
    Soy quien hace el tonto por ti
    No soy más que un payaso sin nombre en este pequeño circo


    Él no se había percatado de mi presencia; estaba escuchando atentamente una canción. Yo me acerqué un poco más, de forma que estábamos a dos metros de distancia, Rinto aún no se percataba de mi presencia. Sin evitar sentirme curiosa por el chico, por primera observé fijamente los rasgos que le caracterizaban, percatándome de lo guapo que era. Poseía un cabello brillante y dorado que le llegaba hasta la nuca, aunque lo que más me llamó la atención fueron aquellas horquillas blancas de su flequillo; hacían que sus cabellos cayeran grácilmente por su rostro. Y aquellos ojos –que se encontraban cerrados–, empezaban a abrirse poco a poco al mismo tiempo que varias lágrimas se estaban deslizando, dejando a relucir esos orbes azules que me llegaron a hipnotizar. Sin embargo no me di cuenta de que estaba mirando hasta que me habló.

    ¿Luka? –Al escuchar mi nombre salí de aquel trance, dejando de mirar fijamente al rubio que tenía delante y cuestionándome en qué momento llegó a secarse las lágrimas. ¿O acaso fue mi imaginación? Yo me sonrojé por lo ocurrido, pensando cuánto tiempo me había quedado mirándolo. Entretanto él me dedicó una preciosa sonrisa–. Qué casualidad encontrarte en este lugar.

    Lo... Lo mismo digo –tartamudeé nerviosa. Aunque estuviéramos en la misma clase era la primera vez que entablábamos una conversación.

    Dime, ¿qué haces en un sitio como este? Yo pensé que tenías que trabajar como idol.

    Hoy tengo el día libre –respondí–. Además, acabo de encontrar este lugar de casualidad mientras pasaba por la zona comercial.

    Sí, paseando tranquilamente mientras la depresión me consume, ¿por qué me siento tan triste? ¿Por Len? ¿Tanto me afecta, tan enamorada estoy de él como para seguir fallando? ¿Por qué? ¿Acaso... lo amo tanto?”


    En una pelota redonda como la luna
    intento mantener el equilibrio
    Hacer visibles mis caídas para que se rían
    Mi trabajo es hacerlos reír


    La tristeza me consumía por dentro, causando que ni siquiera pudiera pensar con claridad; él se había apoderado de todos mis pensamientos. En estos años que he estado saliendo con él el amor ha ido aumentando que ya no puede desaparecer. Ya no puedo detener estos sentimientos de amor... Y eso es lo que me está destruyendo...

    De repente, una pequeña lágrima se deslizó por mi mejilla, alarmando a Rinto que me miraba con preocupación. Quería detener mi llanto pero eso solo causaba que el ritmo aumentara hasta tal punto de que ya no podía dejar de llorar. Ya no podía fijarme en nada más, si eso era lo que mi corazón deseaba, solo deseaba llorar, para poder deshacerme de esta infinita tristeza que sentía en mi interior.

    Luka... ¿Qué te ocurre? ¿Por qué estás llorando? –interrogó constantemente el rubio mas yo seguía sollozando sin darle una respuesta.


    Pero te encontré llorando en la audiencia
    Por favor, no coloques esa cara tan triste


    Y entonces empezó a sonar una canción. Me llevé las manos a mis oídos, noté las cálidas manos de Rinto y, debajo de éstas, noté que llevaba unos cascos, los cascos que él llevaba hace un momento.

    ¿Esto es...? –Sin embargo él colocó delicadamente su dedo sobre mis labios, pidiéndome que me mantuviera en silencio.

    Cierra los ojos y escucha. –Y lentamente cerré mis párpados, sumiéndome en la melodía de la canción.


    Mamá y papá desconocen tus lágrimas
    Me di cuenta de ellas
    y las limpiaré


    ¿Qué es esto? Es... Es tan hermosa...”, pensé, sorprendida por la voz de la persona que la estaba cantando.


    Está bien, está bien
    No me duele en absoluto
    Tú solo sigue riéndote de mí


    Es la primera vez que escucho algo tan sorprendente... ¿Quién es? ¿Quién la canta? Hace tiempo que no me emocionaba tanto por una canción, y deseaba descubrir quién era el compositor de esta melodía con impaciencia. Mi corazón se agitaba por cada palabra transmitida, casi como un milagro, tocándome hasta lo más hondo de mi triste corazón.


    Está bien, está bien
    Yo soy el de las caídas torpes
    No soy más que un payaso balanceándose en una pelota en este pequeño circo


    La melodía, el ritmo... Era la primera vez que escuchaba algo con tanto sentimiento, una canción que mostraba un sinfín de emociones en tu corazón, las emociones del autor. Pero sobre todo la letra, que parecía hablar por sí sola, estaba consolándome, animándome, comprendiéndome... Casi...


    Tú, negándote a dejar de llorar dijiste:
    Estás mintiendo y eso me pone triste”


    parecía que estuviera dedicada a mí.


    No he dicho una sola mentira”
    Y tan pronto como dije esas palabras, comenzaste a llorar otra vez


    ¿Y bien? ¿A que ahora te sientes mejor? Hasta has dejado de llorar. –Rió Rinto a la vez que me arrebataba delicadamente los cascos de mis oídos. Entretanto yo me encontraba emocionada por aquel descubrimiento; me había conmovido tanto la canción que era lo único en lo que podía pensar.

    ¿De quién es esa milagrosa canción? ¿De quién era esa preciosa voz? Quiero saberlo, ¡tengo que saberlo! –interrogué a la vez que me abalanzaba hacia él con agitación.

    Veo que te ha gustado mi canción pero...

    ¿¡Esa voz es tuya!? –pregunté con los ojos abiertos de par en par, para después sustituirlo por una gran sonrisa–. ¡Es impresionante!

    Me alegra saber lo mucho que te ha encantado, pero por favor, ¿puedes mantener un poco la distancia? –rogó el rubio incómodo. Entonces me di cuenta de lo cerca que estábamos, a unos centímetros de nuestros rostros; yo me alejé rápidamente hasta el otro extremo avergonzada a la vez que me disculpaba torpemente. Rinto rió mientras que mis mejillas adquirían un fuerte tono rojizo.

    Lo que ocultas bajo tu máscara y que no muestras a la audiencia
    Muéstrame tu verdadero rostro sin pintar


    Luka, ¿me podrías contar qué es lo que te ha ocurrido? –El rostro de angustia que me mostraba hacía que me incomodara más, acongojándome cada vez que le veía directamente a los ojos y desviando la mirada evasivamente–. Lo único que deseo es ayudarte, no quiero ver tu rostro triste nunca más.

    Yo volví a mirar fijamente sus brillantes orbes azules, sin pizca de maldad tanto en ellas como en sus palabras, solo había sinceridad. Así que yo, con voz temblorosa y con ligera desconfianza pregunté:

    ¿Todo lo que estás diciendo es verdad?


    A sentir dolor cuando te lastiman
    o de llorar cuando te angustias
    No estés avergonzado de ello


    Él nuevamente me dedicó una sonrisa a causa de la pregunta.

    Por supuesto. Tal y como mostré en la canción, por favor, ¿permitirías que este humilde payaso te haga reír? Te prometo que nunca te haré llorar.


    Está bien, está bien
    No te preocupes si no puedes poner una buena sonrisa
    Por favor, solo no mientas otra vez sobre eso


    Yo le conté todo sobre mis problemas con Len y las consecuencias que acarreaba en mi trabajo; el miedo que sentía ser dejado por mi primer amor era tan grande que cada vez que pensaba sobre ello tenía ganas de llorar y no podía pensar en nada más, pero él milagrosamente consiguió que no derramara ninguna lágrima. A cambio de haberle contado mi historia, él me contó el motivo por el que visitaba la tienda todos los días.

    Verás, yo vengo aquí por el simple hecho de que aquí se encuentra todas las canciones de “Story of Evil”, canciones que mis padres compusieron y cantaron. Sin embargo... –Y él prosiguió con su relato. A medida que seguía contando descubrí que sus padres y los míos se habían conocido gracias a su conexión con la música, cosa que me alegró. Y entonces él me contó toda su historia.

    Yo quedé conmovida tras acabar el relato, tanto que no podía parar de llorar; el perder todo aquello que amaba –su familia y su hermana Rin– debía de ser doloroso. Sin embargo Rinto no derramó ni una lágrima durante toda la historia, confiando en que él estaba mintiendo sobre sus verdaderos sentimientos. Pero me equivoqué al presenciar una lágrima deslizarse por su mejilla.

    Rinto... Estás... llorando...


    Está bien, está bien
    No tienes que soportarlo solo
    Porque lloraré contigo


    Eso no es verdad –afirmó él con una sonrisa. No obstante el susodicho se llevó una mano hacia la mejilla y lo comprobó; era verdad lo que le había dicho–. Vaya... Qué vergüenza, que veas a un chico llorar es...

    A mí no me parece algo de lo que tengas que avergonzarte –murmuré entre sollozos–. ¿Qué tiene de malo llorar cuando sientes dolor? Si te avergüenza llorar solo, yo lloraré contigo. –Yo intenté sonreír lo mejor que pude junto con mis lágrimas. Tal vez mi sonrisa ahora no era la mejor de todas... pero en ella mostraba quien era yo en realidad: una mentirosa llorona. Rinto rió y empezó a sollozar con más frecuencia, estando a la par con mis lloriqueos.

    Lo siento... –se disculpó a la vez que escondió su rostro en mi hombro–. Y justo cuando pensé en que ya lo había superado... –musitó él débilmente–. ¿Me dejas estar así un rato más?

    Por supuesto yo asentí y juntos empezamos a llorar.


    Está bien, está bien
    Tú has encontrado por mí
    Mi verdadero rostro, que me parece haber olvidado


    Después de media hora, por fin las lágrimas dejaron de estar presentes en nuestros ojos –que seguramente se encontraban algo rojos por el llanto. Rinto se dirigió a mí y dijo:

    Luka... ¿Qué tal si grabamos juntos la canción que has escuchado? Me gustaría cantarla contigo.

    Pues claro.

    Y con la ayuda de los micrófonos y del dependiente Leon –que había mandado a Rinto vigilar la tienda–, conseguimos grabar nuestra canción. Nuestra primera canción juntos.


    Está bien, está bien
    Fue como magia
    Mira, el payaso mentiroso
    ha desaparecido


    Desde ese día empecé a ir a la tienda casi todos los días sólo para encontrarme con Rinto; era nuestro lugar especial. Él me enseñó todo lo que había, me trató con tanta amabilidad y, sobre todo, sonrió para mí cuando estaba deprimida, animándome para que no cayera y haciendo que siguiera siendo la novia de Len durante más tiempo.

    Rin, que había estado escuchando el relato hasta ahora, habló por primera vez después de mucho rato.

    Tuviste que haberlo pasado mal por mi culpa, al fin y al cabo que Len no llegara a amar seriamente es por mi culpa... –Luka negó con la cabeza y en sus labios esbozó una pequeña sonrisa.

    Tú no tienes la culpa. Es solo que en ese tiempo Len estaba confundido, nada más; al parecer le dolió de sobremanera haberte perdido. Eso demuestra lo mucho que te quiere. Es cierto que fue duro para los dos pero eso ya ha quedado en el pasado; después de tanto tiempo confundida, ayer me di cuenta de todo tras haberme encontrado contigo.

    ¿Pero y ese corte de pelo? –preguntó ella observando el cabello rosado de Luka, antes tan largo y sedoso y ahora...

    Ah, ¿esto? –Ella pasó su mano suavemente por aquellos hilos rosáceos, mostrando su nuevo corte de pelo–. Es solo que pensé que debía de dejar mi pasado de alguna forma y esto es lo único que se me ocurrió; le estaba dando demasiadas vueltas sobre lo ocurrido con Rinto aun cuando había gente más afectada que yo, simplemente esto es una prueba de que he abierto por fin los ojos. Además, volverá a crecer.

    Ella intentaba animarla debido al innecesario sentimiento de culpa que sentía la rubia en su interior a la vez que miraba cabizbaja el suelo del establecimiento. Con cariño posó su mano sobre la cabeza de Rin y empezó a acariciar sus cabellos, causando que la muchacha levantara la cabeza.

    Rin –llamó la idol con ternura–, perdóname por haberte tratado así en el hospital. No debería de haberme enfurecido de esa manera; seguramente a ti te dolió más que a mí que ocurriera aquello, y sobre todo el día de tu cumpleaños –se excusó Luka con falta, arrepintiéndose del comportamiento infantil que había mostrado hacia la hermana de su novio.

    ¡No te preocupes! –insistió la rubia a la vez que agitaba los brazos en forma de negación–. Comprendo que te hubieras enfadado conmigo después de aquello, al fin y al cabo mi hermano quedó en ese estado por salvarme. Además... a ti te debe de gustar mucho mi hermano Rinto, ¿cierto? –Rin desviaba la mirada avergonzada, deseando que las dos pudieran dejar de lado sus diferencias para así hacer las paces y poder llevarse mejor; por fin entendía los verdaderos sentimientos de Luka.

    A mí no me gusta... –Tras esa confesión Rin se sorprendió pero aquello no duró mucho– … Yo lo amo. –Después de escuchar lo siguiente ésta empezó a reír seguida de Luka.

    Bajo las sonoras carcajadas, se pudo escuchar una melodía en el aire. Rin se preguntaba de dónde sonaba aunque ese misterio se resolvió en un abrir y cerrar de ojos: provenía del móvil de Luka. Ésta se fue a un rincón de la tienda para poder conversar en paz, tapándolo para que no escuchara ni oyera nada. Minutos después ella volvió con un pequeñísimo favor.

    ¡Por favor Rin! –rogó la idol–. ¡Ven conmigo al estudio!

    ¿¡Qué!? ¿¡Por qué yo!? –Ella se señaló, cuestionando la petición de la joven.

    Al parecer están algo cortos de personal allí y necesitan la portada del próximo número. ¡Eres la única a la que se lo puedo pedir!

    ¡Por supuesto que no lo voy a hacer! –se negó la muchacha. La verdad es que no le gustaba que la gente se le quedara mirando fijamente, y más si se trataban de fotos; le incomoda que las lentes de las cámaras estén fijas en ella –y más cuando la gente a veces le fotografía sin permiso simplemente porque es “linda”.

    ¡Por favor! –insistió.

    Rin intentó por todos los medios rechazar la súplica de su amiga... pero sentir cómo la miraba fijamente con esos ojos suplicantes similares al de un cachorro que desea resguardarse de la lluvia hacía que le fuera imposible negarse. Y con ello aceptó, haciendo que Luka saliera victoriosa.

    Durante el camino te seguiré contando un poco más, ¿de acuerdo? Ahora tenemos que irnos.

    Las dos estaban dispuestas a dejar el lugar hasta que inesperadamente Luka se detuvo en seco.

    ¿Qué ocurre Luka?

    Ah, casi se me olvidaba. –Ella se fue una segunda ocasión, esta vez en dirección al mostrador. Luka le susurró algo en el oído a Leon y él, con una satisfactoria sonrisa, sacó dos discos. Luka le agradeció y se marchó junto a Rin, dejando que el hombre siguiera leyendo el periódico–. Ten, para ti. Pienso que te encantará escucharlos. Además, piensa que uno de ellos es tu regalo de cumpleaños atrasado; y el otro... piensa que es para reconciliarnos.

    Rin cogió gustosa los Cds y, después de darle las gracias, se fueron en marcha hacia el estudio.



    Y así fue cómo Rin Utane llegó hasta aquí, modelando junto con Luka bajo la mirada de las cámaras que tanto odiaba.

    Luka... No me vuelvas a pedir otro favor en tu vida –amenazó la rubia con el dedo. Agotada de haber soportado ese gran martirio, se dejó caer en un gran sofá que se hallaba en el camerino de la idol; era blanco y bastante blando como para quedarse dormida en él.

    Lo siento –se disculpó la otra–, pero realmente te necesitaba. Muchas gracias.

    Una sonrisa se dibujó en los labios de Rin; no le gustaba hacerse fotos por el simple hecho de que le incomodaba destacar, pero no se lo había pasado tan mal. La joven se incorporó en el sofá y dijo:

    De todas formas, nunca pensé que habrías roto con Len de esa manera; es decir, no es algo común en ti. Se podría decir que es sorprendente.

    Pero aun así le dije cosas muy crueles. Debo de pedirle perdón de alguna manera y lo haré hoy –continuó Luka insistentemente.

    Yo estaré de tu lado –la animó Rin. Ésta le golpeó suavemente en la espalda como gesto de lucha, cosa que Luka aceptó gustosa; le alegró que se preocupara así por ella.

    Aunque sigue siendo muy sorprendente, que tú, Luka Megurine, fueras la que dijo que rompierais; nunca me lo habría esperado –añadió Rin.

    Ni yo, se podría decir que ya estaba harta de esperar. Además, él esperaba a otra persona.

    ¿Qué quieres decir con eso? –preguntó la rubia perpleja por aquella información. Por un instante sintió una pequeña pero dolorosa punzada en el pecho; ojalá no se refiriera a lo que estaba pensando–. ¿A Len le gusta alguien?

    En cambio Luka asintió con una gran sonrisa. Rin se sintió un poco destrozada por aquel descubrimiento; “si me hubiera percatado de sus sentimientos mucho más antes tal vez las cosas habrían sido diferentes...”, era lo que pensaba.

    Para Len ella es su mundo entero; esa persona es tan importante para él que le fue imposible olvidarla, y ahora que se ha vuelto a encontrar con ella parece que no la quiere dejar marchar de nuevo. Aún no se le ha confesado, incluso pienso que se percató de sus sentimientos hace poco, pero estoy segura de que él estará siempre a su lado para protegerla. –informó–. Rin, ¿seguro que no sabes quién es esa persona? –insistió ella pícaramente. Tenía que hacerle saber los sentimientos que tenía el rubio hacia la chica de forma indirecta, sin embargo la confusión le nubló más la vista a la Utane, haciendo que Luka ganara una negativa por parte de su compañera. Ésta, al ver que no se daría cuenta hasta que llegara el momento, lo dejó pasar, soltando un largo y pesado suspiro de decepción. Así que, mientras dejaba a Rin sola un momento, se marchó a una esquina para llamar a Len y hacerle saber en dónde quería que esperara; así podría disculparse con él después de ocho largos meses.

    La niebla de su corazón era tan densa para la Utane que un mar de emociones se encontraban mezcladas en su mente. Sentía tristeza, dolor, celos... Y todo por una sola persona, ¿acaso sus sentimientos hacia ese tonto eran tan fuertes como para desorientarla por completo? Odiaba sentirse de esa manera. Aunque también se esperanzaba por que hubiera una oportunidad para ella de poder confesarle lo que siente; quería creer en esa escasa posibilidad.

    Las dos se fueron del estudio para irse donde estaba Len. No obstante antes cogieron un desvío para tener listo los “preparativos”, volviendo nuevamente a Music Paradise.

    ¿Qué hacemos aquí? –preguntó Rin–. ¿No íbamos a reunirnos con Len?

    Es cierto... Pero antes tengo que terminar la canción de la que te hablé antes –contestó la Megurine, entrando en la zona de grabación y con un micrófono en su mano.

    ¿Vas a completarla?

    Luka asintió y, cuando Leon metió un CD, éste empezó a grabar y comenzó a sonar la música, la chica de cabellos rosados hizo comienzo a su canción, recordando lo que le contó anteriormente a Rin mientras andaban por las animadas calles de la ciudad.



    Meses habían pasado desde que comencé a visitar en secreto Music Paradise, reuniéndome con Rinto todos los días posibles.


    Solo amigos, es lo que debemos de ser
    Solo amigos, es tiempo de decir adiós,
    Solo amigos, es lo que debemos de ser
    Solo amigos, solo amigos...


    Disfrutábamos la compañía del otro y rápidamente nos convertimos en grandes amigos. Nuestros compañeros de clase se cuestionaban nuestra repentina amistad pero nos daba igual, estábamos más pendientes sobre qué escuchar cuando llegáramos que hacíamos caso omiso a los comentarios. Sin embargo la gente no pareció tomárselo mal, es mas, se alegraban y hasta bromeaban de que fuéramos pareja –cosa que hacía sonrojarme cada vez que se mencionaba.


    Esto me vino a la mente la mañana de ayer
    Al recoger pedazos rotos de un cristal
    ¿Qué es esto? Son gotas de mi dedo herido


    Pero no le podía hacer nada a algo que se estaba convirtiendo en realidad, ya que meses después, en un caluroso mes de Julio se me confesó con las siguientes palabras:

    Sé que está mal que te haga esto aun cuando tienes novio pero, ¿puedo seguir esperándote? Aunque pasen meses e incluso años, yo... seguiré esperando una respuesta, creyendo en que algún día podré ser correspondido.”

    ¿Es esto lo que realmente queremos?


    Esas palabras hicieron girar mi mundo otra vez con más fuerza que nunca, haciendo que las dudas invadieran mi mente continuamente y sin la seguridad necesaria de encontrar una respuesta; estaba confundida. A partir de ese día, era incapaz de verlo a la cara cada vez que nos encontrábamos, sentía mi rostro arder por alguna extraña razón y no podía quitarme a Rinto de la cabeza; pero no podía enamorarme, no debía si no deseaba herir a Len, y sin embargo, de esta manera conseguiría herir a Rinto. ¿Qué podría hacer para no herirlos a los dos?


    Lo supe desde el fondo de mi corazón
    La opción más difícil sería la mejor
    Mi orgullo no me lo permite y comienza la contradicción
    ¿Cuándo podré decírtelo?


    Sin embargo, en un caluroso día de Agosto...

    Luka, ¿podemos hablar? –Esa pregunta me inquietó pero asentí. En ese momento me encontraba en el estudio de grabación por un nuevo single que tenía que hacer junto a Len. Cuando ya estábamos a solas, él preguntó–: Luka, últimamente estás muy extraña; estás distraída y no paras de cometer fallos. Dime, ¿te ocurre algo?

    Estaba nerviosa. No podía mirarle directamente a la cara, deseaba preguntarle... pero tenía miedo de acabar con todo.


    Este mundo que se descompone lentamente
    Estoy luchando, pero, es el único camino
    Deshaciendo las sonrisas fingidas
    Las desconecto de mí


    ¿Por qué no acabas con todo esto de una vez?”, resonó una voz en mi cabeza, incitándome a resolver las dudas que tenía en mi cabeza.


    Gritando con mi ronca voz
    Resonado y rebotando ecos en vano
    Nada ha quedado al final
    Del desencajado de mí


    Entonces, ya sin control sobre mi misma, sin saber cómo ni por qué lo hice, con coraje ataqué a través de mis crueles palabras:

    ¿Por qué te preocupas por mí? De todas formas yo no soy la persona a la que realmente amas.

    ¿Qué estás diciendo de repente? –Él intentaba disimular que no sabía nada al respecto pero él entendía de lo que estaba hablando. Esa cobardía hizo que saltara con furia.

    ¡Sabes de qué estoy hablando! ¡Yo no soy la persona que amas! Tú... tú tienes a alguien que no soy yo, ¿no? Alguien muy importante en tu corazón...

    Un incómodo y largo silencio se hizo presente antes de que él acabara con su pregunta final:

    ¿Luka... sabes quién es ella?

    Eso fue más que suficiente como para afirmarme que no había un lugar para mí en su corazón.


    Las coincidencias que nos unían se degeneraron
    En oscuridad, se rompieron en pedazos
    “No importa lo que hagamos la vida es así” – susurre
    Lágrimas fluyen sobre mis mejillas secas


    Y... con palabras que jamás creí que pronunciaría dije:

    Len... Rompamos.


    Solo amigos, es tiempo de decir adiós,
    Solo amigos, es lo que debemos de ser
    Solo amigos, solo amigos...


    Por supuesto él me miró incrédulo y con mueca de total desacuerdo.

    ¿¡Por qué!? –gritó él confundido–. ¿Por qué me dejas así, tan de repente?

    No podemos estar juntos, lo siento...

    Yo desviaba la mirada, mis ojos estaban vacíos, ahora sin vida después de recibir la tan dura verdad llamada realidad; la mentira y la fantasía no podía durar más tiempo. La realidad había destruido mis sentimientos hacia él tan fácilmente que ya no sabía qué pensar. “Ojalá no le hubiera hecho caso a mi conciencia”, pensé.


    Ayer, la tranquila noche me hizo entender
    Lo inútil que sería levantar los pétalos caídos
    Jamás florecerán otra vez
    Es poco, pero ya se han marchitado en mis manos
    Nuestro tiempo terminó hace mucho


    Pero hubo algo que hizo que abriera los ojos de la sorpresa.

    ¿Y por eso llegas a tal extremo como para engañarme con otro?

    ¿Qué estas diciendo?

    Lo vi, vi cómo ibas con ese chico rubio el otro día, entrando en una tienda; parecíais disfrutarlo. Podía ver cómo él no dejaba de mirarte... Era simplemente...

    Y fue callado bajo un ruido sonoro causado por mi mano al abofetearle con fuerza.


    Aún recuerdo la estación del año en que nos conocimos
    Tú linda sonrisa


    Él no dijo nada, solo se limitó a mirar el suelo con ojos sombríos.

    ¡No hables así de la gente aun cuando no sabes nada! ¡No te creas que eres el rey del mundo! –Él intentó reprochar eso último mas pareció callarse al ver cómo se deslizaban mis lágrimas desbordantemente–. Él... me trató con tanta amabilidad cuando no tenía fuerza de voluntad para seguir adelante... ¡Él estuvo siempre a mi lado por muy poco tiempo que nos hayamos conocido! ¡Él... se ha convertido en una persona muy importante para mí! –confesé cada vez más alto, encontrando por fin mi propia respuesta.

    Entonces... Tú lo amas, ¿cierto?

    Pues sí... Lo amo, lo amo más de lo que podrías imaginarte. Amo a Rinto Utane.

    Pero, recordando viejos problemas nos herimos mutuamente
    Lo peor que pudimos

    Pero él se mantuvo callado durante largos minutos.

    No sé para qué te digo el nombre si no lo conoces... –Yo me disponía a irme no antes de ser detenida por Len, que insistía en saber una última cosa.

    ¡Espera! Dime por lo menos que es lo que te ha hecho cambiar.

    Yo le miré una última vez antes de decirle todo lo que pensaba.

    Está claro, Rinto me ha hecho cambiar; él ha sido el que ha movido todo mi mundo. Len... tu ya... no me... interesas –dije con tal de suavizar la frase mas al parecer conseguí el efecto contrario. La prueba fue el rostro destrozado del Kagamine. Y sin embargo yo proseguí–. Tú... Len Kagamine... Es imposible que puedas amar seriamente a alguien. Así que...

    Y con ello salí corriendo apresuradamente del lugar.


    Nuestros pensamientos están llenos de espinas
    En esta continua y acabada relación,
    Es lamentable, no puedo cambiar mi decisión


    Corrí y corrí sin saber siquiera quién era. La lluvia me golpeaba con fuerza pero me daba igual; solo deseaba encontrarme ahora con esa persona. Acababa de darme cuenta qué atrocidad había causado y lo único que podía hacer es alejarme del lugar hasta que por fin llegué a Music Paradise, rezando porque él estuviera ahí ahora. Y ahí estaba.


    Aún te amo, no quisiera separarme de ti
    Pero, debo hacerlo,
    Mi mente esta atormentada, me siento morir,
    Mi vista es borrosa, a pesar de mi determinación,
    El dolor es agudo


    ¿Luka? ¿Qué haces tan empapada? ¿Acaso te ha pillado la lluvia inespera...? –Pero no pudo continuar ya que me abalancé encima suya, llorando como nunca antes había hecho en toda mi vida. No podía parar de soltar esas amargas lágrimas de culpa.

    ¡Rinto! –Era incapaz de soltarme hasta que al final Rinto me abrazó protectoramente, no quería separarme de su lado.

    Estuvo llorando sin parar durante bastante tiempo hasta que sentí que no podía soltar ninguna lágrima más. Después, le conté todo lo sucedido a Rinto; por supuesto él también estuvo un poco en desacuerdo con lo que hice pero con palabras dulces dijo que no me preocupara y que intentara disculparme con él. ¿Pero cómo? Entonces él sugirió:

    ¿Por qué no le escribes una canción?

    ¿Una... canción?


    El vínculo entre nosotros se ha deteriorado,
    Está muriendo diariamente
    Adiós amor, esto se ha acabado,
    Debemos seguir, no hay marcha atrás


    Sí, escríbele ahí todos tus sentimientos hacia él; si haces que comprenda cómo te sentiste seguramente se disculpará contigo. ¿Qué me dices?

    Yo asentí de acuerdo con esa idea y, desde ese día, llegamos a convertirnos en pareja. Yo escribía arduamente la canción con el único fin de hacer las paces con él, esa era mi primera prioridad en aquel entonces. Pero entonces en Diciembre ocurrió aquel desgraciado accidente, causando que dejara de escribirla; me causaba tanto dolor recordarle que al final quedó incompleta. Hasta que me volví a encontrar con cierto rubio después de ocho largos meses, recuperando mi objetivo: hacer las paces con él.



    Luka, al finalizar su canción, Leon le extendió un CD y, sin más tiempo que perder, las dos se dirigieron al lugar en donde Len les esperaba: el parque Estrella.



    Len se hallaba esperando impacientemente en el parque Estrella por petición de Luka, que le había llamado recientemente para verse allí en la hora acordada. Ojalá pudiera aparentar serenidad en esa situación pero, después de que su ex-novia le telefoneara después de ocho largos meses le ponía muy nervioso. La duda que habitaba en su mente no deseaba desaparecer hasta que la Megurine le aclarara el porqué de todo esto, originando un dolor que no había sentido en ese tiempo. Un dolor punzante y agonizante al que llamaba culpa, la culpa por haberla herido durante todo ese tiempo; la culpa que sentía por no haberse percatado de que estaba hiriendo a la persona que siempre estuvo a su lado en los momentos más importantes. Le dolía reencontrarse con ella, porque nunca supo como aliviarla de ese dolor invisible que él le causaba inconscientemente. Realmente era lo peor.

    Entonces su mente se despejó al divisar dos cabelleras, una rubia y otra rosa.

    Luka y... ¡Rin! ¿Qué haces aquí? –preguntó el joven sorprendido por su aparición.

    Luka tiene que decirte una cosa, ¿la escucharas?

    La Megurine se aproximó silenciosamente hacia len, de forma que quedaran uno enfrente del otro, mirándose fijamente y sin saber qué decir.

    Luka...

    Len... Yo...


    Solo una vez,
    Solo una vez,
    Si mi deseo pudiera volverse realidad
    Nacería de nuevo para tenerte como en esos días


    Estaba muy nerviosa, tenía la mente en blanco y, ahora que se encontraba delante suya, no sabía qué decir exactamente; los nervios se apoderaban de ella. Pero su mano al ser apretada por la firmeza de la rubia hizo que adquiriera coraje para avanzar.

    Len... Yo... ¡Lo siento mucho! –se disculpó al mismo tiempo que se inclinaba y le extendía el CD–. ¡Siento haberte herido de esa manera aquel día! Nunca debí de haber actuado tan impulsivamente y haberte dicho esas cosas tan crueles... ¡Yo...!

    No digas nada más –pidió Len, rogándole que levantara la mirada–. El que debería de disculparse aquí soy yo, fui yo el que te hirió por no habértelo dicho claramente, lo siento mucho.

    Las lágrimas desbordaban de los ojos de Luka, tan feliz por haber hecho las paces con el chico. Ya no tenía ningún remordimiento en su interior.

    Entonces, ¿podemos hacer las paces... y volver a ser amigos? –preguntó Luka sin poder remediar sus sollozos. En ese momento Len recogió el disco gustoso y con una sonrisa adornada en sus labios.

    Por supuesto, a partir de hoy sólo seremos amigos.


    Gritando con mi ronca voz
    Resonado y rebotando ecos en vano
    Nada ha quedado al final
    Del desencajado de mí


    Rin, que había sido espectadora todo el rato, no paraba de felicitar a Luka por ello; se alegraba de que su amiga por fin fuera feliz.

    Ya concluida la misión, tanto Rin como Luka estaban dispuestas a marcharse mas Len las detuvo con su voz, preguntándole a Luka una cosa en un susurro, de forma que cierta rubia no llegara a escucharles.

    ¡Luka! –llamó el rubio–. Tú... Ese día, no contestaste a mi pregunta. ¿Tú sabes quién... Quién es la persona que... Que me gus...ta? –preguntó el Kagamine lo más sonrojado que podía estar.

    Entretanto la de cabellos rosados solo pudo reír tras su reacción.


    El vínculo entre nosotros se ha deteriorado,
    Está muriendo diariamente
    Adiós amor, esto se ha acabado,
    Debemos seguir, no hay marcha atrás


    Por supuesto que sé quién te gusta –afirmó Luka, mirando con ternura a la rubia que se encontraba esperando con duda–. Es ella, ¿cierto? –Len asintió tras la afirmación formulada–. Es una buena chica, atesórala. Y, antes de que me vaya, prométeme que la protegerás, cuidarás y atesorarás por el resto de tu vida, al fin y al cabo es la chica más importante para ti.

    Lo prometo. Y Luka... quería decirte por lo menos una vez... que comparada con todas las demás con las que he salido, tú has sido la más importante para mí, mi más importante compañera que ha estado siempre a mi lado. Para mí... eres como una consejera que me ayuda para poder avanzar... Por eso... Muchas gracias.

    Y con ello las dos se fueron no antes de que Luka gritara algo al cantante.

    ¡Como no cumplas con tu promesa lo pagarás caro! ¡Ya vas preparándote!

    Solo amigos, es tiempo de decir adiós,
    Solo amigos, es lo que debemos de ser
    Solo amigos, solo amigos...


    Él se limitó a sonreír con burla.

    ¡Te juro que voy a cumplirla! ¡Definitivamente!

    Con ello las dos por fin se despidieron del parque después de que Luka susurrara algo que nadie llegó a escuchar:

    Len... Atesórala de verdad, ¿de acuerdo?

    Todo ha terminado.


    Continuará...

    ¿Qué tal os ha parecido? Espero que lo hayáis disfrutado. ¿Qué pasará con Kaito? Eso lo sabréis en el próximo capítulo. Y una pregunta para ver si os acordáis un poco, e incluso una pequeña pista sobre el capítulo siguiente. Si el día que Rin descubrió la verdad, es decir, el capítulo anterior, fue el viernes 10 de abril, ¿qué día es el domingo? ¿Quién será el primero en adivinarlo?
     
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  11.  
    Kagamine Len

    Kagamine Len El chico sin interés

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    Hola , ¿Cómo estas?

    La verdad me encanto, tanto como la canción como la promesa de Len, la ingenuidad de Rin hacia el tema del amor, todo me ha gustado... Lo único que si quisiera saber... Es ¿Qué paso con Kaito? Q-Q Pobre de él, bueno la verdad es que la historia de Luka y Rinto fue tan conmovedora que pienso que llorare TTTTTT-TTTTTT Ok no, no es para tanto pero si fue muy conmovedora, veamos aunque me gusta como hiciste la historia lo único que te falto fue dejarnos saber que paso con Kaito ¿O eso estará en el próximo capitulo? Bueno, bueno ahora lo que queda es que también me gustaría... ¡Qué.... Rin se de cuenta de una vez que ella es quien tiene hipnotizado a Len! por así decirlo ja ja ja. La verdad si que me demore en leer en especial porque cada vez que trataba de leer a gusto una alerta llegaba e-e, pero lo importante es que termine, como ya te dije me ha encantado, ahora sin quitarte más tiempo me despido.

    Bye-Bye
     
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  12.  
    VeckeFer

    VeckeFer Usuario común

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    Fuaa, muy bueno el episodio, ya vi que fue bastante largo, pero me encantó! La historia de Rinto y Luka fue adorable y tierna, cuando él lloraba, me encantó hasta el desborde de lágrimas esta escena, imaginar a los dos entre sollozos, totalmente MOE!

    Eso no es verdad –afirmó él con una sonrisa. No obstante el susodicho se llevó una mano hacia la mejilla y lo comprobó; era verdad lo que le había dicho–. Vaya... Qué vergüenza, que veas a un chico llorar es...

    Aww que emoción, me encantó esa parte, definitivamente la mejor!.
    Buaa, Luka le pidió perdón, que tierno momento, y parece que ya sabe lo de Rin, ahora falta que la bobis se de cuenta! . Ayy esta Rin

    ¿Qué pasará con Kaito? = probablemente va a besar a Miku... ok no :_ pero bueno, se puede soñar

    ¿qué día es el domingo? = tssk, me mataste, no tengo ni idea!
     
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  13.  
    Algodón

    Algodón epicfail。

    Escorpión
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    Muchas gracias por la invitación, muy amable. ...Ahora, veamos los puntos (Perdona la tardanza).


    Bien, te diré la diferencia del hacia y el hacía, y como se usa correctamente.

    Hacia: Denota dirección de movimiento respecto a un punto determinado.
    Ejemplo: Ustedes van hacia la tienda.

    Hacía: Forma pasada del verbo hacer, es el pretérito imperfecto simple.
    Ejemplo: Él hacía sus deberes.

    Como ves, lo correcto sería: hacia, sin tilde.
    Cualquiera funcionaria, pero diría que es mejor dejarlo en la.

    ~Otras pequeñas fallas, acentos, ortografía:
    >>No uses tanto los puntos suspensivos (...).

    También te falta lo que es el guión largo, usas el corto. Pero te explicare, porque ambos tienen funciones distintas.
    En fin, me gusta el desarrollo de la historia, va por buen rumbo. Sin embargo... ten cuidado al momento de escribir, con las acentuaciones y con lo que intente escaparte. Tienes errores, pero lo puedes mejorar.

    Espero que mi humilde crítica te sirva al momento de escribir lo que tengas planeado. Saludos e invítame para leer mas de ti, Sora. <3
     
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  14.  
    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

    Aries
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    Título:
    ¡Odio la música!
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    16
     
    Palabras:
    7294
    ¡Lo siento, lo siento, LO SIENTO MUCHO! ¡Tardarme más de dos meses en publicar otro capítulo! ¡Realmente lo lamento por eso! Quería aprovechar el verano para actualizar más seguido, pero al parecer aparte de la pereza he sufrido un gran bloqueo a la hora de escribir; era incapaz de expresarme y narrar como hacía o hago. Realmente, no sé ni siquiera cómo escribo. Puede que este problema dure un poco más, por eso tal vez tarde aún más en publicar, o por lo menos cuando encuentre mi propio estilo de escritura que se adapte a mí al 100%.

    Si no es mucha molestia, lo agradecería de todo corazón si me comentarais la manera en la que escribo: si es lo bastante fluida, si se expresa bien, etc... Me vendría de muchísima ayuda.

    Bueno, no quiero haceros esperar más. Espero que disfrutéis de este capítulo.

    N/A:Esta historia y los capítulos son de mi autoría y están publicados en Fanfiction.net bajo el mismo nick, Sora Kagamine. Lo aclaro para que no haya insinuación de plagio.

    Capítulo XV — El peor cumpleaños

    Kaito no se dio cuenta en qué momento empezó a correr desesperadamente, de huir de aquel frío hombre denominado «padre», y de escapar de todos los de su alrededor. Sólo pensaba en estar solo y en correr, correr hacia un lugar en donde no le viera nadie. Y al final acabó en el parque más cercano que había y al que frecuentaba ir.

    Cuando se percató de dónde se encontraba por fin se detuvo. La carrera le había dejado exhausto, de manera que el sudor apareciera por su rostro. Sin poder soportar más el calor primaveral se quitó la bufanda que portaba en su cuello, pero eso no fue suficiente para que dejara de sudar.

    ¿Por qué tengo la costumbre de llevar siempre la bufanda? —se preguntó a sí mismo. Un recuerdo invadió su mente, una memoria que le causaba dolor y melancolía. Sí, fue el del día en el que recibió la bufanda que ahora agarraba entre sus manos. Aunque sólo podía escuchar el recuerdo de su voz y su cara esbozar una sonrisa. Mentira, no quería recordar más de lo necesario.

    «¿Es para mí?»

    «Sí. Feliz cumpleaños Kai-chan.»

    «¡Muchas gracias, mamá!»

    El de cabellos azules alzó su rostro hacia el cielo infinito.

    «¿Por qué te fuiste... mamá?», pensó,e inconscientemente apretó la bufanda con fuerza, con la extraña sensación de que si no lo hacía la perdería para siempre.

    Sin humor para recordar, se sentó en el banco más cercano a él. Tras sentarse, agachó la cabeza hacia el suelo y empezó a mirar cómo las hormigas se movían de manera uniforme y sin romper filas. Y entonces unas gruesas lágrimas salieron en silencio de sus ojos y se deslizaron suavemente por sus mejillas.

    Las gotas transparentes que caían golpeaban el suelo firme y terrenal, y las tranquilas hormigas rompieron filas al notar las lágrimas de Kaito que las golpeaban con fuerza, huyendo con rapidez hacia su hormiguero.

    El sol no paraba de relucir en el cielo azul, brillantemente y sin una nube en el firmamento. Pero para Kaito su día era gris y monótono en el que las tormentas amenazaban en su mente. Él creyó haberlo superado, creía que ya no lloraría ni se alteraría al hablar de ese tema, pero estaba equivocado. Y la prueba era por cómo se estaba comportando ahora. Ahora se arrepentía de su comportamiento, de haberle gritado a su padre... Pero no podía deshacerse de aquel enojo que sentía hacia aquel hombre de frías palabras que solamente pensaba en el trabajo.

    Siguió observando fijamente el suelo, aún sollozando en silencio y deseando que nadie pasara por el desolado parque. Pero sus oraciones no sirvieron para nada. Porque, de repente, en el suelo iluminado el cual contemplaba afligido apareció una sombra. Él levantó la mirada triste, cruzándose con unos ojos aguamarina que le examinaban fijamente. Era Miku Hatsune.

    Miku... —Se secó las lágrimas lo más deprisa posible y fingió una sonrisa, pero Miku no se lo tragó. En cambio su rostro mostraba preocupación y dolor, mucho dolor—. ¿Qué haces en un lugar como éste? —preguntó, fingiendo que no había pasado nada. Pero su voz sonaba tan quebrada que apenas se escuchó un vago hilillo de voz casi inaudible. Y casi parecía que sólo movía sus suaves labios si no fuera por el sonido que había realizado.

    Pero la Hatsune no alteró su gesto. Aún mostraba esa expresión inusitada en su cara. Una expresión que no era propia de ella, una que sustituía su sonrisa, felicidad e hiperactividad en una profunda tristeza y preocupación. Y todo a causa del Shion azul.

    Oye, Kaito... No hace falta que disimules delante de mí —Trató de convencerle con voz suave y amable pero el chico seguía decaído—. Dime, ¿qué es lo que te preocupa?

    Ella sonrió débilmente, dando lo mejor de sí por animarle. Sin embargo nada cambió.

    Ya te he dicho que no me pasa nada; estoy bien —mintió Kaito.

    Miku sonreía forzadamente a la vez que soltaba unas leves risas; le dolía no poder ser de ayuda al igual que hace tiempo atrás. No poder ayudar a sus amigos hacía que su corazón sufriera. Por eso, bajo las pequeñas risas que se escuchaba salir de ella ocultaba su dolor y tristeza.

    Todo es lo mismo... Nadie... —susurró Miku con la cabeza baja, confundiendo a Kaito por sus incomprensibles palabras. Volvió a levantar su rostro, mostrando una de las sonrisas más falsas que había esbozado—. Parece que no soy confiable. Vaya amiga que soy...

    Y a medida que más se esforzaba por lucir serena, más frágil parecía hasta tal punto que salió una lágrima. Kaito se sorprendió por tal reacción.

    Miku, ¿te encuentras bien? ¿Por qué estás llorando? —Pero no contestaba. Solo sonreía cabizbaja a la vez que sus lágrimas se deslizaban por sus mejillas.

    No pasa nada —dijo ella negando con la cabeza y mordiendo su labio inferior en un intento por dejar de llorar pero no podía detenerse.

    «¿Por qué siempre tiene que ocurrir esto? ¿Tan poco confiable soy?», los recuerdos que había compartido con esa persona regresaban de nuevo, haciendo que el dolor volviera a su corazón; una agonía que deseaba olvidar y esconder en lo más profundo de su interior. Deseaba poder olvidarse de ella pero esta situación le obligaba a recordar su rostro, tan lleno de odio hacia su ser.

    «Te odio», fueron las palabras que con tanto esfuerzo le dedicó esa persona antes de desaparecer y no volverla a ver nunca más.

    Entretanto Kaito estaba confundido por el comportamiento de la Hatsune.

    Miku, ¿qué te ocurre? —Seguía preguntando una y otra vez pero la chica insistía en que no le pasaba nada. Ya harto de su testarudez, dijo—: ¿Por qué no me cuentas lo que te pasa? Déjame ayudarte.

    Al parecer fue un gran error por su parte ya que dejó de llorar, pero a cambió ésta frunció el entrecejo, fijó su vista y le dedicó una cara llena de reproche.

    Pues no parecías muy dispuesto a contarme tus problemas, ¿por qué debería de contarte yo los míos? —cuestionó enfadada con el Shion azul. Ciertamente, tenía mucha razón.

    Completamente derrotado, Kaito cedió ante la chica pero con una condición:

    Te contaré mi historia si tú después me cuentas por qué estabas llorando —propuso y, bajo el titubeante aserto de la Hatsune los dos decidieron hablarlo con más tranquilidad en algún puesto del parque (en el que afortunadamente había un carrito que proporcionaba helados).

    Los dos pidieron sus correspondientes sabores —en el que Miku se sorprendió al escuchar al Shion pedir cinco bolas de distintos sabores en su helado—, pagaron y se alejaron lo más rápido posible debido al recién comentario del dependiente («Caballero, usted debe estar feliz de poder pasear con una novia tan hermosa como ella, ¿me equivoco?»).

    Tras encontrar un banco en donde sentarse, minutos pasaron antes de que alguien comenzara la conversación.

    Kaito... ¿Podrías decirme por qué te comportaste de esa manera en el establecimiento? ¿Por qué... —En ese momento balbuceó pero al final decidió terminar la pregunta— … odias tanto a tu padre?

    Sin embargo Kaito lucía indiferente y distante mientras fijaba su vista en el horizonte.

    Nunca podré perdonarlo... Nunca...


    En aquel entonces yo poseía ocho años, a unos pocos días de cumplir los nueve. Durante ese tiempo mi madre Aoki estaba mucho mejor después de enfermarse; era una mujer muy amable pero con una salud muy frágil. Me entristecía cada vez que la veía toser una y otra vez sin parar. Pero ella seguía esbozando su rostro sonriente como si nada.

    Estoy bien Kai-chan. —Era lo que siempre me decía.

    Por eso, con tal de poder ayudar a mi madre con este dolor, aunque fuese un poco, siempre estuve a su lado. Ayudaba en todo lo que estaba mi mano, sobre todo en aquel tiempo que mi padre frecuentaba más a estar fuera de casa a causa del trabajo; Akaito, Kaiko, mi madre y yo nos apoyábamos mutuamente. Éramos una familia bastante feliz.

    A una semana de cumplir los nueve, mi madre me avisó de que el hijo de una amiga suya cumpliría la misma edad el día posterior al mío, por lo que decidieron celebrarlo el mismo día. Aquello significaba un día de retraso para mi fiesta de cumpleaños pero no me importaba, para entonces ya habré cumplido años; celebrarlo un día después no quitaba el hecho de poder disfrutarlo con mis seres queridos y, si puede ser, con el cumpleañero que cumple después que yo. Sentía que seríamos buenos amigos.

    O eso fue lo que pensé al principio.

    Ya en el tan esperado día, mi madre, mis hermanos y yo nos dirigimos al lugar en donde se celebraría la fiesta. Al cabo de unos agradables minutos de paseo, llegamos a nuestro destino: una gigantesca casa blanca adornada con varias flores de muchos tipos y colores. Fuimos bien recibidos por los sirvientes del lugar y las sonrisas de los que debían de ser los señores de la casa nos acogía con calidez. Los reconocí al instante: eran los amigos de mi madre que aparecían en algunos vídeos que ella poseía, las grabaciones de su antiguo grupo en el que trabajaba, «Story of Evil».

    Bienvenida, Aoki. Hace tiempo que no nos vemos —saludó un hombre rubio y de aspecto arreglado. Sin embargo, bajo aquella melena rubia creí ver algunas marcas canosas en su pelo, mostrando la vejez que poseía—. Y éstos deben de ser tus hijos.

    Aquel hombre nos miró y esbozó una sonrisa acogedora que nos hizo retroceder de la timidez; sobre todo a mi hermana pequeña, Kaiko, que se escondía detrás mía mientras se fijaba en el hombre, en su esposa y todo a su alrededor.

    Pues sí. —Mi madre nos señalaba a medida que nos presentaba de derecha a izquierda—. Éstos son Akaito, el hermano mayor; Kaiko, la menor; y por último Kaito, nuestro cumpleañero del día.

    Sentí mis mejillas arder a medida que las miradas se fijaban más en mí, pero eso no sería nada comparado a las incontables miradas que recibiré durante el transcurro de la fiesta.

    Alcé la vista hacía las escaleras, y me percaté del chico que se hallaba bajando de éstas. Su cabello rubio estaba recogido en una coleta, dándole un toque refinado junto a su vestimenta que consistía en una camisa blanca abotonada, acompañada de un chaleco marrón, junto a unos pantalones negros y unos mocasines del mismo color. Y sus ojos azules solo conseguían aumentar el carisma que tenía junto a esa sonrisa arrogante y cándida que esbozaban sus labios. En otras palabras, era el típico niño rico de gran ego con todas las de la ley.

    ¡Oh hijo, llegas en un buen momento! —comentó el señor de la casa antes de reír contento. El señor Takara no nos lo presentó hasta que el chico no bajó por completo las escaleras y se acercó a nosotros a grandes zancadas (cosa que me pareció curiosa de un «chico refinado»)—. Él es mi hijo, Len Kagamine; hoy cumplirá nueve años. Espero que os llevéis bien.

    El hijo de los Kagamine se aproximó a nosotros y, con una enorme sonrisa, extendió la mano.

    ¡Hola, me llamo Len! ¡Encantado de conoceros!

    La forma tan alegre e infantil en que pronunció esas hizo que me desconcertara antes de agarrar su mano y conseguir que él las agitara de arriba a abajo con energía. Creí que se comportaría con «extrema educación» pero su comportamiento fue la normal que tendría un niño de mi edad. Segundos después de separar nuestras manos el rubio volvió a hablar.

    ¿Por qué no os enseño la casa mientras? —sugirió Len y aceptamos; aparte de no querer ser descorteses, no teníamos nada más que hacer en ese tiempo.

    Los cuatro subimos por las escaleras y nos dirigimos hacia la derecha, desde ahí Len comenzó a enseñarnos las habitaciones una por una.

    Al principio pensé que iba a presumir de todas y cada una de las cosas valiosas que había, pero me equivoqué; al final era un muchacho algo simpático. A veces se comportaba de manera infantil y era bastante gracioso, pero eso no quitaba lo orgulloso que podía llegar a ser. Sin embargo, aunque Len fuera así, de alguna manera sentí que habíamos conectado ya que los dos conversábamos de forma amigable, casi como si nos conociéramos de toda la vida.

    No juzgues a un libro por su portada —me susurró mi hermano en el oído, cuando Len nos presentaba su habitación y Kaiko observaba cada detalle que había. Parece ser que él se había dado cuenta de ello en el momento en que me fijé en el Kagamine y mostré una mueca de cierto desagrado.

    Al fin y al cabo no me agradaban demasiado aquéllos que presumen de cosas que ni siquiera lo han conseguido por ellos mismos, sino por la ayuda de sus padres. Me enfermaba todo eso. Pero Len era todo lo contrario. Aunque poseyera riquezas, él no era esa clase de personas; él no había caído en el mundo lejano de los ricos, donde ponen a prueba las diferencias sociales incansablemente. Él poseía un verdadero corazón.

    Sin embargo, tras haber salido los cuatro de la habitación, inmediatamente una puerta situada al final del pasillo, a dos habitaciones de donde estábamos captó mi atención. Lucía nueva, pero a la vez abandonada, como si nadie entrara en ella.

    ¿Qué hay detrás de esta puerta? —pregunté curioso. Por lo que observaba, había algo de polvo en el pomo de la puerta pero con marcas de manos; y el polvo le decía que casi nunca entraban excepto para limpiar su interior.

    Pero el rostro serio de mi nuevo amigo decía que no quería hablar del tema.

    Algo que deseo olvidar de una vez por todas... —musitó fríamente antes de ser llamado por una de las sirvientas; al parecer y por muy extraño que sonara, comentó que su loro había desaparecido—. Espérame aquí, vuelvo enseguida. —Y se fue.

    Los tres mirábamos por los alrededores, contemplando los cuadros y sin alejarnos mucho del lugar mientras esperábamos a Len para así poder continuar con la visita. Akaito y Kaiko contemplaban absortos los cuadros del pasillo mientras que yo me mantenía cerca de la puerta antes mencionada. La verdad es que sentía curiosidad por saber qué secreto escondía detrás de ella.

    Y la curiosidad mató al gato.

    Antes de poner en marcha mi plan, miré hacia atrás; Akaito y Kaiko aún seguían distraídos con los cuadros. Ésta era mi oportunidad. Coloqué mi mano sobre el pomo, lo agarré con fuerza y respiré hondo para luego soltar aquel aire recién inhalado. Mis manos sudaban y mis nervios eran cada vez mayores. Pero no me quería detener.

    Estaba a punto de girar el pomo y poder ver que contenía en su interior cuando un grito alarmante hizo que me detuviera.

    ¡¡NO LA ABRAS!! —chilló un rubio desde la otra punta. Me volteé y observé cómo el chico se abalanzaba velozmente hacia mí, empujando a mi hermana Kaiko al suelo en el proceso y yo sin oportunidad para escapar.

    ¿¡Pero qué haces!? —cuestioné al sentir el peso del rubio encima mía, con un rostro lleno de furia y alteración, pero sobre todo percibí cierto temor al agarrar sus temblorosas manos a punto de impactar contra mi cara.

    ¡Te dije que no entraras! ¿Has visto algo? Dime, ¿¡lo has visto!?

    Len se encontraba totalmente alterado, ¿qué había detrás de esa puerta? Pero en esos momentos no me importaba demasiado qué contenía esa puerta; mi mayor preocupación ahora era mi hermana, que aún se encontraba tumbada en el suelo tras el impacto.
    Sin poder soportarlo más lo empujé bruscamente, pudiendo zafarme de su agarre; corrí veloz hacia Kaiko y la miré con preocupación.

    ¡Kaiko! ¿Te encuentras bien? —Ella se levantaba tras haberle ofrecido mi mano bajo un leve aserto. Menos mal. Volví a girarme enojado hacia mi agresor; no le iba a perdonar fácilmente—. Por qué has hecho eso; podrías haberla lastimado.

    Te dije que no la abrieras, ¿acaso no me escuchaste? —cuestionó el rubio igual que enfadado que yo. Parecían que saltaban chispas al mirarnos fijamente, con la furia agitándose a nuestro alrededor.

    Venga ya —comenté hastiado por aquella razón—, ¿qué puede haber detrás de esta vieja puerta? No es que haya algo de tanto valor ahí dentro.

    Aquello alteró al rubio por completo, abalanzándose en mi dirección y consiguiendo que cayera al suelo para después ponerse encima mía y atizar mi cara con un fuerte puñetazo. Solté un quejido de dolor.

    Puede que para ti sea algo insignificante, pero para mí es todo lo contrario. Y deseo olvidarlo todo... —Aproveché esa oportunidad y usé mi fuerza para alternar las tornas: ahora yo era el que estaba encima suya, tan irritado que deseaba golpearle también.

    ¿¡Por qué deseas olvidarlo si es lo más importante para ti!? ¡No tiene sentido! —Y le golpeé en toda la cara. Un pequeño hilo de sangre salió de su boca.

    Pero Len no se quiso rendir, rodando de nuevo y volviendo a nuestra posición inicial.

    ¡¡Porque no quiero aferrarme al pasado!! —gritó. Entonces la ira casi pareció extinguirse al contemplar el rostro lloroso del chico, que cuestionaba dubitativo el querer darme otro puñetazo; al final optó por agarrarme de la camisa hasta tal punto que sentía que se iba a rasgar—. Ella se culparía si me aferro demasiado al pasado, que no viva el presente y deje de mirar hacia el futuro... Ella desearía que viva sin remordimientos... ¡Por eso no me queda más remedio que olvidarla! —Y otro puñetazo impactó en mi cara junto con la caída de sus lágrimas.

    Otro se dirigía rápidamente pero esta vez lo detuve. Su cara mostraba una profunda agonía y las lágrimas no deseaban desaparecer hasta buen rato. La verdad es que se veía lamentable. Cansado de que este juego se prolongara mucho más, dije, esta vez con tono más calmado:

    Repito, ¿por qué precisamente hay que olvidar? ¿Por qué no atesorarlo en tu interior y seguir adelante? El dolor algunas veces se convierte en fuerza, en la voluntad para continuar hacia delante; conviértelo en tu fuerza y así no volverás a ser herido.

    Él se quedó mirándome fijamente; había dejado de llorar pero las lágrimas aún se deslizaban por sus mejillas hasta caer en mi rostro. Entretanto me mantenía indiferente, esperando una respuesta por parte del rubio.

    Tú nunca lo comprenderías... Nunca entenderías este gran dolor que siento en mi pecho... La angustia de perder a un ser querido... Jamás me entenderías...

    Entonces déjame decirte una cosa. —Y con ello le lancé un fuerte golpe que lo aventó al suelo y con ello logrando que se quitara de encima mía. Me levanté y con frialdad le dije—: Eres un gran imbécil y un maldito cobarde.

    Ese fue el comienzo de una larga pelea entre nosotros. Len volvió a abalanzarse encima mía y desde entonces no paramos de dar vueltas por todo el pasillo. Por supuesto, mis hermanos, sobre todo Akaito, trataban de detenernos pero ninguno cedía; sólo queríamos deshacernos de esta rabia en nuestro interior. Una furia del que ya no recuerdo cómo empezó exactamente. Al final todo acabó con la intervención de los adultos, que exigían la verdad por delante.

    Pero fue sorprendente al ver que ninguno decía nada, ganándonos la preocupación de todo el mundo. Me dolía verlos de esta manera pero... no tenía nada qué decir, no sabía qué contestar bajo esas fijas miradas; y pensar que antes todos estábamos felices, esperando la tan fiesta de cumpleaños. No me gustaba para nada este sentimiento. Habríamos seguido así durante horas si Len no hubiera intervenido.

    ¡No os preocupéis así! —Intentó animar a los demás—. Me enojé un poco porque pensábamos de manera diferente, nada más. Me he comportado un poco infantil, eso es todo —se limitó a decir.

    Después de eso la mayoría se fueron para seguir con los preparativos de la fiesta y la culpa me invadía por dentro. La verdad es que yo era el único culpable de todo esto; si mi curiosidad no me hubiera conducido a querer abrir esa puerta, esto jamás habría pasado. No nos habríamos peleado y ahora todos estaríamos disfrutando de la fiesta. Había sido un estúpido, me había equivocado. Y por ello me debía de disculpar.

    Len... Yo...

    No te preocupes, no es nada serio. —Me interrumpió, dibujando una gran sonrisa en sus labios. ¿Cómo me podía sonreír después de todo aquello?—. Y... lo siento mucho, no me debería de haber comportado de esa manera.

    Y con ello se fue del pasillo, dejándome solo y con aquel sentimiento de la culpa golpeándome en el pecho. Sin haberlo querido, había conocido una faceta distinta de aquel chico orgulloso y miedoso. Había descubierto la sinceridad que le había puesto a esas últimas palabras antes de despedirse.

    Inconscientemente apreté mi puño con fuerza y sin que nadie pudiera escucharme susurré:

    ¿Por qué te disculpas? Si tú no tienes la culpa... Tonto.


    La fiesta acababa de comenzar cuando volví a la entrada principal, recién curado por las heridas anteriores. Muchas personas se hallaban alrededor del cumpleañero principal mientras que yo era como el florero, ahí, quieto y pasando desapercibido. Pero no tenía nada que decir después del numerito anterior. A veces sentía la mirada fija de los adultos mientras murmullos volaban por la sala; estaba tan abochornado que deseaba desaparecer ahora mismo.

    Mi mirada no podía separarse del personaje principal de este espectáculo, que estaba ofreciendo sonrisas a todos los huéspedes. La gran tirita, igual de comparable que la mía, adornaba toda su mejilla, sacando la amabilidad y la falsedad de las mujeres a su alrededor, con sus comentarios crueles y gestos exagerados. Pero lo que me hacía mucho más inferior era la sonrisa alegre que me devolvía cuando me pillaba con los ojos fijos en él; entretanto solo podía observarle como un bobo.

    «¿Esa es su expresión natural, o estará fingiendo?», pensaba una y otra vez.

    Sin embargo mis pensamientos fueron interrumpidos por la voz de un sirviente morado: Gakupo.

    ¿Qué haces aquí solo? ¿Por qué no te diviertes con los demás? —Definitivamente la amabilidad que mostraba me hacía sentir bienvenido.

    No me gusta destacar —confesé con timidez.

    Entonces me quedaré a conversar un poco contigo.

    Sin duda agradecí aquello, no deseaba estar más tiempo solo, sentado en una esquina mientras observaba a los demás divertirse; se podría decir que me daba corte ser el centro de atención. No era mi estilo.

    Aunque estuviéramos conversando con tranquilidad, incluso si Gakupo era agradable conmigo no prestaba atención a sus palabras, no podía. Hablaba sobre lo amable que podía ser Len y lo que hizo la familia Kagamine por ellos, sin embargo yo tenía la cabeza en las nubes. Aún me remordía por dentro la culpa. Quería disculparme, pero era incapaz de tomar la iniciativa. Y él pareció darse cuenta.

    ¿Aún estás preocupado? —La sorpresa que sentí fue tanta que pensé que me leía la mente. Asentí en silencio y, por primera vez en toda la conversación, llegó mi turno de palabra.

    Si no hubiera querido abrir esa puerta, tal vez ahora estaríamos disfrutando de la fiesta.

    Yo creo que Len no está enfadado contigo —declaró el sirviente.

    ¿Eh? ¿Y tú cómo sabes eso?

    Por algo seré el sirviente de Len, ¿no? Además... —Gakupo se detuvo a la vez que dibujaba una sonrisa forzada y sus ojos se centraban en el brillo impecable de las losas; lucía decaído. Segundos después decidió proseguir con su oración— …creo que estaba sofocado por otro motivo en concreto.

    ¿A qué te refieres con «otro motivo»? —debatí, siendo la curiosidad el núcleo de mis constantes preguntas. Por un minuto creí que metía más la pata cuando me ponía «cotilla». No deseaba incomodar más a la gente por lo que rápidamente añadí—: ¡Pero no tienes que contármelo si quieres!

    No, creo que está bien que te lo cuente; siento que de alguna manera, podrás ayudar a mi señorito. —Tras confesar aquello, de alguna manera mi rostro se enrojeció de la ¿vergüenza? Sí, tal vez sea eso, vergüenza. Sin embargo el sentimiento era agradable en comparación a la que sentirías después de realizar una travesura—. Verás, el año pasado Len conoció a una chica de lo bastante especial; ella no sólo consiguió hacer cambiar el carácter altanero y solitario del señorito, sino que también fue la primera que se pudo acercar y entrar en su mundo, un lugar que ningún adulto pudo entrar. Esa chica entró en su país de las maravillas y logró extenderlo hasta que llegó a nuestro alcance. Len ya no se encontraba solo con ella a su lado.

    Cada palabra, cada relato que contaba el muchacho sobre los dos niños era enternecedor y hermoso; ahora me hundía aún más por el acto que hice. Mis ojos se entrecerraron y mi ceño fruncido daba a lucir el arrepentimiento que poseía.

    «Eres un gran imbécil y un maldito cobarde», fue lo que le dije.

    Me mordí el labio inferior y me cuestioné el significado detrás de esas palabras. ¿Ese miedo era justificado o no? Entretanto el sirviente prosiguió con su relato.

    Sin embargo, hace cuatro meses, esa chica se fue. O por lo menos la que conoció. Ella desapareció, y no volvió a mostrarse enfrente suya.

    ¿Cómo que se fue? ¿No me digas que ella...? —Temblaba. Sólo podía imaginar el lugar en donde se encontraba la chica, en un lejano lugar más allá del cielo y de la vida; si ese fuera el caso no me lo perdonaría. Por suerte mis suposiciones fueron erróneas.

    No, ella está viva —Suspiré aliviado...—; pero su «yo» ya no existe. —... y mi respiración volvió a congelarse—. Len lo sabe, y por eso quiere olvidarla. Sabe que nunca la volverá a ver, y si llegara a ser el caso, sabe que los dos sufrirán, por eso quiere acabar con todo ahora.

    No podía entender exactamente el significado de esas palabras; sólo soy un niño de nueve años aún inconsciente sobre este mundo. El mundo más allá de los niños en donde Len parece haber forzado la cerradura, o en el que ha entrado demasiado pronto. Un mundo en el que sufre como un solitario rey sin guerreros ni ciudadanos que estén de su lado. Un rey hundido en la oscuridad de su castillo. Y sin luz alguna para salvarlo.
    Entonces, ¿por qué no ser su leal caballero de armadura? ¿Por qué no dejarlo ver la luz nuevamente? Sí... ¿Por qué...

    ... no ser amigos? —musité en voz alta sin darme cuenta.

    ¿Qué has dicho?

    Oye Gakupo, ¿crees que es demasiado tarde para que me acerque a su mundo?

    El mencionado sonrió.

    Por supuesto que no.

    Sin un minuto que perder, me dirigí hacia él sin vacilar. Mis manos temblaban pero aquello no fue suficiente para echarme atrás. Al fin quedamos uno enfrente del otro. Estaba dispuesto a hablar hasta que de repente el rubio se escabulló entre la multitud. Yo me mosqueé al instante, haciendo que saliera una pequeña vena en la sien, ¿acaso era señal de que no quería verme?

    Conque esas tenemos, ¿eh?

    Por un momento pensé que había enloquecido.

    Estuvimos corriendo por toda la sala, empujando y atravesando a una gran cantidad de personas. Cada vez que alcanzaba al rubio, éste volvía a escaparse; era bastante veloz con ese pequeño cuerpo que tenía.

    ¿¡Por qué huyes de mí!? —Sin embargo no recibí respuesta alguna. Esto empezaba a ser exasperante.

    Rápidamente Len empezó a subir las escaleras hasta que resbaló y estaba a punto de caer. Para mis ojos podía ocurrir como un vídeo a cámara lenta, pero la realidad era diferente, y traté por un segundo de vencer a la gravedad.

    ¡Cuidado! —Alcé la mano hacia él, tenía que llegar como sea.

    «No le alcanzaré...», fue lo que pensé por un momento. Quise rendirme, no obstante sentía que, si no lo conseguía, me habría fallado a mí mismo, y lo que menos deseaba es dudar y arrepentirme. «Lo conseguiré... ¡lo conseguiré!», repetía, convenciéndome y recitándolas al igual que un conjuro mágico.

    Y con ello realicé el tan esperado milagro...

    ¡Plaf!

    ¡Kai-chan! ¡Len! ¿¡Os encontráis bien!? —preguntó mi madre, cosa que asentimos entre quejidos.

    La gente empezaba a rodearnos a medida que transcurrían los segundos, tan gélido como el aire que respirábamos en aquel momento de tensión. Pero todo ya estaba bien. Porque fui capaz de evitar una tragedia mayor.

    No podía moverme por culpa del rubio que se hallaba sentado encima mía y el impacto hizo que ninguno de los dos nos moviéramos. Len seguía desorientado mientras me concentraba en el dolor de la caída. La verdad es que el impacto fue tremendo. Por fin pude articular palabra y bajo el dolor dije:

    ¿Te puedes quitar de encima? Pesas mucho.

    Él, sorprendido, obedeció. Tras incorporarse, no paraba de mirarme con esos ojos azules, abiertos de par en par. Parecía querer decir algo, pero sus palabras no eran transmitidas. Hasta que por fin se dignó a preguntar:

    ¿Por qué me has salvado?

    Me encontraba en el suelo, siendo observado tanto por él como por los invitados. El ambiente era pesado pero no por ello del todo incómodo. Mi cuerpo pareció reaccionar por sí mismo tras arrodillarme e inclinar la cabeza hacia delante, apoyando mi frente sobre el impecable suelo y las manos delante de ésta. Los murmullos incesantes y desconcertados del público invadían mis oídos, a la vez que fulminantes miradas de indignación contra mi conducta.

    ¡Lo siento! —grité, sin mirar hacia arriba—. Discúlpame por meterme en lo que no me importaba y por haberte golpeado. Yo tengo toda la culpa; no debería de haber dicho...

    Kaito... —me llamó. Y tras alzar la cabeza sentí cómo me pellizcaba con fuerza a la vez que decía—: ¡Tonto!

    ¿Pero qué...? ¿Por qué has hecho eso? —pregunté con cierta molestia.

    ¿Acaso no dije que no te disculparas? —Él reía mientras me tocaba la zona en donde había recibido su ataque. No pude evitar reírme también—. Y... Yo también lo siento. Perdóname. —Noté la dificultad que supuso para el señorito el decir esas palabras gracias al desvío de su mirada y al leve sonrojo que adornaba por su cara. Una expresión que era prueba de sinceridad. No pude evitar sonreír por dentro.

    Nos mirábamos serios, y tras minutos de puro silencio, acerqué mi mano hacia su mejilla y le pellizqué. Por supuesto el rubio se quejó.

    ¡Oye! ¿A qué ha venido eso?

    Te lo debo; tú me pellizcaste antes —testifiqué.

    ¿Qué? ¿Sólo por eso? ¡Qué infantil eres!

    ¡Mira quién fue a hablar!

    Los adultos se alteraron por miedo a que hubiera otra pelea, sin embargo nosotros nos reíamos sin parar. Sin duda, no éramos para nada sinceros. Len me ofreció la mano y con gusto la acepté, incorporándome del suelo. Por fin había empezado la verdadera fiesta.

    Todo el mundo parecía disfrutar de ello: los adultos hablaban sobre sus propias cosas mientras que los niños jugábamos entre nosotros. Era realmente divertido.

    Exhausto, me senté un rato para reponer el aliento. Estaba dándole un trago a mi zumo de naranja cuando alguien se sentó a mi lado y me habló.

    ¿Ya te has cansado? —preguntó una voz entrecortada. Me giré y pude observar que era el solitario rey.

    ¿Y tú qué? Te podría oír respirar desde la Luna. —Los dos volvimos a reír.

    Una pregunta, ¿por qué huías de mí antes? —Era una duda que existía dentro de mí desde hace un buen rato.

    Len hizo gestos como si estuviera pensando pero la respuesta fue inmediata, acompañado con cierto rostro avergonzado.

    Porque me sentía tan culpable que era incapaz de verte directamente la cara.

    No pude evitar soltar una gran carcajada.

    «Y pensar que huíamos por la misma causa...». De verdad, sentía que este era el comienzo de una gran amistad. Una amistad llena de sarcasmos y risas en la que debemos trabajar bastante.

    ¿Y tú? ¿Por qué me salvaste aún después de pelearnos?

    Bueno, Gakupo me contó el motivo detrás de esa puerta... —De repente su rostro palideció, no alejándolo de parecerse a un fantasma; creo que todavía falta mucho para que me cuente la historia como es debido—... pero al final no pude comprender a qué se refería. —Len lucía mejor tras añadir aquello—. Y pensé que este rey solitario necesitaba de un caballero y su espada.

    Aquello último lo dije con cierto sarcasmo que hizo que otra risa sonara en la animada sala, esta vez proveniente del cumpleañero.

    Entonces soy un rey, ¿eh? —No parecía que le desagradara la idea, es más, lucía satisfecho con ello—. ¿Eso significa que estarás siempre a mi lado? ¿Como el caballero que eres?

    Imité una reverencia y entre risas di mi respuesta—: Por supuesto, no sólo seré tu camarada, sino también tu amigo.

    Es una promesa. ¿De acuerdo? Prométeme que siempre estarás a mi lado.

    Y tú estarás en el mío —añadí. Sellamos nuestra infantil promesa, que sería el comienzo de una larga amistad.

    Era el momento para abrir los regalos. Por un momento pensé que apenas habría algo para mí pero me alegré, aunque solo fueran el regalo de mis hermanos y de los señores Kagamine; ahora era el turno de abrir el regalo de mi madre.

    Aquí está mi regalo, Kai-chan. —Mi madre extendió una caja envuelta por papeles azules y un lazo cobalto brillante. Agarré un extremo del lazo para después deslizarlo y poder romper el envoltorio. Cuando abrí la caja, no pude evitar abrazarla.

    ¿Es para mí? —pregunté, extendiendo una larguísima bufanda azul (por lo menos el triple de mi estatura) con mis manos; era de tela fina, pero abrigaba bastante. Y no solo estaba hecho a mano, sino también con mucho amor.

    Sí. Feliz cumpleaños Kai-chan —me felicitó.

    ¡Muchas gracias, mamá!

    Este habría sido mi mejor cumpleaños... si no hubiera ocurrido esa tragedia. En un segundo se convirtió en el peor cumpleaños de la historia. Y más tarde sería el comienzo de un gran odio.

    Las imágenes siguientes ocurrieron lentas y a la vez rápidas para mí, borrosas pero a la vez claras... Pero sobre todo inolvidables para mí.

    Tras romper el abrazo mi madre me colocó la bufanda alrededor de mi cuello. Sus suaves manos y sus mechones de pelo me hacían cosquillas al hacer contacto con mis mejillas. Al colocarme la bufanda, noté que ésta danzaba sobre el suelo, como serpientes azules.

    ¿No es un poco larga, mamá? —preguntó Kaiko al ver que no podía andar adecuadamente con dicha prenda sobre mi cuello.

    Sí, sin darme cuenta ya había tejido más de la cuenta... —confesó—. Pero por lo menos le durará bastantes años, ¿no?

    Como siempre, mi madre era bastante optimista. Era una de sus virtudes.

    Da igual mamá, ¡de todas maneras me encanta esta bufanda! ¡Es perfecta tanto para el verano como para el invierno! —anuncié con cierta alegría en mi voz, sacando una sonrisa mayor en los labios de mi madre—. ¡Gracias! ¡Lo atesoraré!

    Me alegro mucho. —Lo siguiente que ocurrió fue extraño. Mi madre comenzó a mostrar un rostro cansado, la sonrisa se desvanecía a medida que las gotas de sudor caían de su frente, se tambaleaba y sus pies parecían inestables, como si estuviera a punto de derrumbarse. Asustado, me aproximé a ella con rostro preocupado; entretanto, ella con su típica sonrisa susurró—: Feliz cumpleaños, Kai...

    Y entonces se desmayó encima mía.

    ¡¡MAMÁ!! —grité, junto a Kaiko y Akaito.

    La multitud descontrolada, los gritos atemorizados de los adultos, la curiosidad y las preguntas incesantes de los niños, la mirada fija e impactada de Len sobre mi cuello... Y los llantos que creábamos mis hermanos y yo a la vez que abrazaba a mi madre como hice anteriormente, cuando todavía tenía los ojos abiertos.

    Jamás sería capaz de olvidar.

    En un instante de lo que sería el mejor cumpleaños se convirtió en el peor cumpleaños de mi vida.

    Continuará...



    Y aquí, de despedida, vengo con unas pequeñas preguntitas que deseo preguntar:

    1) ¿Qué os ha parecido?

    2) ¿Cuál ha sido vuestra parte preferida? ¿Y cuál es vuestra mayor intriga de este capítulo?

    3) ¿Faltas de ortografía o de persona? ¿Algún comentario, crítica o sugerencia para mejorar?

    4) ¿Creéis que algún personaje se está quedando atrás? Es decir, ¿necesita un poco más de protagonismo?

    5) ¿Creéis que tardo mucho en subir un capítulo como lo creo yo?

    6) ¿Alguien me quiere matar o lo que sea por hacer que Len y Kaito se pelearan? X3

    Sé que son muchas preguntas, pero amaré de por vida a aquéllos que me los respondan con sinceridad X3 Y también amaré al que responda a la pregunta que tengo en mi estado XD

    ¡Y aquí se despide Sora-chan, la que tarda en subir un capítulo!
     
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    Lariebel

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    ¡Wiiiiiiiiii! ¡¡Lariii al ataquee!!! *u*
    Sii, varias preguntas, pero no me molesta contestarlas =D
    Muy bien, veamos nwn
    1) ¿Qué os ha parecido?
    Genial, me ha gustado mucho ya que aquí nos has mostrado por fin una parte del pasado de Kaito, lo único es el porque odia tanto a su padre que en este capi tal pregunta no fue respondida. Ahora entiendo de que va ese lazo de amistad que fuertemente tienen Kaito y Len.
    2) ¿Cuál ha sido vuestra parte preferida? ¿Y cuál es vuestra mayor intriga de este capítulo?
    ¿Mi parte preferida? Mmm, sería la última parte, cuando comenzaron a bromear. Y, la intriga que hay aquí es sobre la madre ¿Justo en ese momento ha muerto? ¿De qué estaba enferma? Wow, tu si que sabes como crear situaciones lamentables TT^TT
    3) ¿Faltas de ortografía o de persona? ¿Algún comentario, crítica o sugerencia para mejorar?
    Esta vez no he notado el problemita con lo de la persona gramatical, y en ortografía solo sería pocos dedazos imperceptibles nwn
    Yo creo que con respecto a lo técnico no necesitas ya mejorar, pues, tu estilo ya concuerda muy bien, si quieres seguir mejorando puedes hacerlo n.n Solo te recuerdo otra vez sobre los cuidados que hay que tener para que no se te mezcle todo, además de que en estos capis estas mostrando solamente el pasado, ¿y el presente? Será que tendremos que esperar OuO
    4) ¿Creéis que algún personaje se está quedando atrás? Es decir, ¿necesita un poco más de protagonismo?
    Sobre los personajes no soy de los que piden que su personaje favorito participe más en la historia, los protagonistas ya están elegidos y los que se quedan detrás tienen que hacerlo para que la trama no se complique. Solo si quieres puedes involucrar en algún hecho importante un personaje secundario, así sorprendes al lector, creo que esto viene siendo una sugerencia ^^U
    5) ¿Creéis que tardo mucho en subir un capítulo como lo creo yo?
    Esa es la inspiración TT-TT A mi también me sucede, por eso escribo relatitos, los termino en días xD Soy flojita *--*
    6) ¿Alguien me quiere matar o lo que sea por hacer que Len y Kaito se pelearan? X3
    Jajaja, nah, a mi no me dio sensación de estrangularte con una soga colgada del techo, tranquila ;D xD
    Kyaa, y aquí termino, ahora que miro mi comentario quedó algo larguito, espero que no se vea aburrido :B
    Saludos!! :3
     
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  16.  
    Kagamine Len

    Kagamine Len El chico sin interés

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    Hola, ¿cómo estas?

    Ahora que tengo un mejor animo vine para comentar n.n


    1) ¿Qué os ha parecido?

    Pues como siempre me ha gustado mucho pero también me ha hecho llorar -si lo se soy una chillona Q-Q- pero de todos modos me ha alegrado un poco, es algo raro ¿No? Ahora tengo curiosidad por la historia de Miku
    2) ¿Cuál ha sido vuestra parte preferida? ¿Y cuál es vuestra mayor intriga de este capítulo?
    Pues no sabría decirte la verdad todo me ha encantado. ¿Mi mayor intriga? Mmm... Déjame ver... pues sería... ¿Qué paso con Rinto? ¿Ya nadie lo visita? ._. T-T ¿Cuándo aparece Akira? Q-Q -espera esto sería una pregunta spam e.e pero es que quiero saber-
    3) ¿Faltas de ortografía o de persona? ¿Algún comentario, crítica o sugerencia para mejorar?
    No he notado faltas ortográficas pero si uno que otro error de dedo pero tranquila que ha todos nos pasa. Pues si un comentario por lo que veo el siguiente también va a tratar o más bien nos va llegar al pasado pero... ¿Qué pasa con el presente? Ya se que sería un poco complicado pero de todos modos tampoco es tan exigido el capitulo esta bien así me ha gustado mucho, ¿sugerencias para mejorar? Para que, ya eres muy buena pero si quieres mejorar nadie te lo impide n.n
    4) ¿Creéis que algún personaje se está quedando atrás? Es decir, ¿necesita un poco más de protagonismo?
    Pues creo que serían Gakupo digo se que es solo un sirviente pero sacalo un poquito más creo que solo sale en recuerdos ._. no estoy tan segura n.nU, Miku ._. sale tanto como Kaito o como Luka tienes que tener cuidado en ese aspecto por otro lado... los integrantes de la banda ._. el resto que también salgan ¿No? ¿Qué paso con Meiko? o.o
    5) ¿Creéis que tardo mucho en subir un capítulo como lo creo yo?
    No, no tanto y de ser así pues la espera vale mucho la pena tus capítulos son largos y tan... emotivos por así decirlo por lo cual hace que la espera sea más gratificante
    6) ¿Alguien me quiere matar o lo que sea por hacer que Len y Kaito se pelearan? X3

    Sí e.e *Saca un arma de fuego* Será mejor que corras... ¬¬
     
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  17.  
    Kirino Sora

    Kirino Sora Entusiasta

    Aries
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    ¡Odio la música!
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
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    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    16
     
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    ¡¡LO SIENTO MUCHO!! ¡He tardado más de un mes para este nuevo capítulo! ¡Realmente, lo siento mucho! Pero es que con tanto colegio, tarea, exámenes, trabajos en grupo y adsf qué cosas... Al final no pude tener tiempo para continuar, y el bloqueo y falta de voluntad tampoco es que me ayudaran mucho... También admito que me he sentido algo depre últimamente por mi pequeña bajada de notas, por mi falta de voluntad y por la manera en que veía cómo empeoraba al escribir. ¡Pero ahora estoy un poco mejor! muchas gracias, Karakuri Pierrot, tú sí que sabes cómo inspirar a la gente (?)
    Y también quiero aclarar algo que me comentaron en el último capítulo que logró hacerme pensar y ponerme depre. ¿Cuándo terminaré este fic? Eso no lo sé; al fin y al cabo este fic nació de una idea que no estaba desarrollada y por ello apenas tenía principio y final. Así que, para las personas que me exigen una continuación o que creen que debería de acabar con este fic, solo les diré que no sé cuando ocurrirá; seguiré escribiendo hasta que se vea que merezca un final, aunque tomará laaargos años y creedme que con lo mucho que tardo eso ocurrirá Solo deseo desde el fondo de mi corazón que si todavía tenéis aprecio hacia esta historia, por favor, esperadme un poco más; ya haré las cosas a su debido tiempo y ya habrá un Rin x Len; ya lo tengo pensado. Sólo... dadme tiempo.
    Bueno, no quiero poneros depres también con tanto sentimentalismo por lo que daré comienzo ya al capítulo.

    N/A:Esta historia y los capítulos son de mi autoría y están publicados en Fanfiction.net bajo el mismo nick, Sora Kagamine. Lo aclaro para que no haya insinuación de plagio.

    Lamento de veras la espera u.uU Espero que os guste :)

    Capítulo XVI – Adiós, mamá

    Minutos después estábamos en el hospital. Cuando llegamos, mi madre permanecía con los ojos cerrados y respiraba de manera irregular a medida que se la llevaban. El médico rogó que le soltara la mano pero me negué; no quería dejarla sola. Pero algo se quebró en mí al oír un susurro.

    —Kai-chan... —No paraba de decir mi nombre mientras que el recorrido de su lágrima había llegado a su fin.

    Resignado, no tuve más remedio que obedecer al médico: le solté la mano y dejé que se la llevaran. Sentía cómo mi corazón se resquebrajaba cada vez que veía a mi madre alejarse.

    Cuando ya no pudimos divisarla en nuestro campo de visión, Kaiko tiró de la manga de mi camiseta y entre sollozos preguntó:

    —¿Se pondrá bien? —Me dolía verla de esa manera, por lo que la abracé y la consolé, aprovechando que ocultaba mi rostro para soltar un par de lágrimas.

    —Sí, se pondrá bien Kaiko... Así que no te preocupes.

    O eso era lo que quería creer yo.

    Los segundos me parecían minutos, y los minutos, horas. Era desesperante. Los tres, Len y los señores Kagamine esperábamos frente a la puerta, deseando que se abriera y nos informaran sobre el estado de mi madre. Durante ese tiempo, el señor Kagamine llamó a mi padre al trabajo; pensó que era conveniente que viniera.

    «¿Por qué? ¿Por qué a ella?», lamenté una y otra vez. ¿Por qué alguien tan amable como ella? Sí, «por qué». Siempre era la misma pregunta.

    Mi padre llegó y nos miró con preocupación, sobre todo con ganas de saber respuestas. Pero ninguno fue capaz de resolvérselas. Minutos después la puerta se abrió y mi madre apareció despierta, antes de que se desmayara. Nosotros nos abalanzamos hacia ella para abrazarla mientras que mi padre la interrogaba con total inquietud.

    —Aoki, ¿qué ha ocurrido exactamente? —preguntó el hombre invadido por el nerviosismo. Pero la mujer nunca rompió la sonrisa. Su habitual sonrisa.

    —Estoy perfectamente, sólo ha sido el cansancio —testificó. Rió suavemente al vernos a nosotros, sus hijos, llorando y aferrándonos a ella con fuerza, como si se fuera a un lugar muy lejos, fuera de nuestro alcance—. ¿Qué ocurre? ¿Por qué estáis llorando? No me voy a ir; todavía tengo que pasar mucho tiempo con vosotros.

    Nosotros sollozamos más fuerte. Entretanto, nuestra madre nos acarició la cabeza y secó las gruesas lágrimas que soltábamos los tres, con su típica sonrisa, la sonrisa que tanto nos tranquilizaba.

    —¿Prometes que no te irás? —pregunté inocentemente, con la bufanda nueva alrededor de mi cuello, y tan larga que casi tropezaba con él cuando caminaba. La bufanda que mi madre me regaló este cumpleaños.

    Mi madre simplemente sonrió con ternura.

    —Lo prometo.

    Y entonces volvimos a casa todos juntos.
    __________________________________________

    Cuatro meses han pasado desde aquel cumpleaños tan movido. Situación: mi madre cada vez está peor. Ha estado cayéndose constantemente y las ojeras tras sus ojos son tan grandes que casi le cubren media cara. Su sonrisa es cada vez más débil y se nota que ha estado llorando por las noches; sus ojos la delatan. Papá cada vez está más ocupado y viene menos a casa, pasándose casi la mayor parte de su tiempo en la oficina, lejos de su familia. Lejos de nosotros.

    Y mi madre ha estado hablando más de él que nunca, ¿acaso le echará de menos?

    Lo único que podía hacer era mirar, convenciendo a Kaiko y a mí, los más pequeños, que todo saldría bien, que pronto reiríamos como antes. Pronto volveremos a sonreír todos juntos... Qué lejanas son esas palabras.

    Porque mi decisión se quebraba por cada día que pasaba, por cada mañana que nuestra madre nos saludaba tristemente. Era doloroso.

    —Oye Kaito, ¿crees que todo volverá a la normalidad? —preguntó un día mi hermana—. Tengo miedo, siento que mamá cada vez se está yendo más lejos... —Yo no entendía sus palabras, ni siquiera ella misma, pero todos estábamos pasando un mal rato, de eso no había duda. Entonces ella lloró sobre mi pecho una noche entera, temblando y diciendo «No me dejes sola», mientras me abrazaba con fuerza.

    Enseguida pudo dormirse, pero fui incapaz de hacer lo mismo. Al contrario, la sustituí y seguí llorando por donde lo había dejado. También tenía miedo.

    No supe cuando caí dormido al igual que lo hizo Kaiko.

    __________________________________________

    Otro mes ha pasado y no ha habido ningún cambio. Al contrario que Kaiko y yo, Akaito se ha mostrado igual de sereno que antes; sin embargo se ha estado enfadando más con nosotros. «¡No lloréis tanto, sobre todo tú Kaito! ¿Acaso no eres un chico?», esa parecía ser su actual frase diaria. Algunas veces pensaba que no tenía corazón, pero lo único que estaba haciendo era intentar ser fuerte, seguir creciendo. Trataba de mostrarnos confianza, que si llorábamos mamá estaría más triste, y con ello con peor salud. Entonces prometimos que no seguiríamos llorando, o por lo menos trataríamos de que lo hiciéramos menos seguido.

    Pero en ese momento jamás pensamos que esto iba a ir a peor.

    Era medianoche y el frío cada vez se hacía más presente, el verano se estaba acabando. Pronto daría comienzo el otoño. Esa noche no podía dormir por muchas vueltas que diese en la cama; nada lograba que descansara tranquilamente. Entonces me levanté y, en silencio, salí de mi habitación para tomar un vaso de leche caliente. Sin embargo, pasando al lado de la habitación de mis padres, escuché varios sollozos. Me detuve y, sin que la problemática curiosidad me lo impidiera, miré a través de la puerta entreabierta que desprendía una ligera luz anaranjada. Vi que mi madre estaba llorando otra vez. Tenía algo entre sus manos; era una fotografía adornada con un marco marrón, en el que no podía distinguir quiénes estaban en ella. De repente habló.

    —Oye... ¿Por qué últimamente estás tan lejos? Quiero que te des cuenta que siempre estaré a tu lado. Por eso, quiero que tú estés con nosotros... Kai... Con tu familia...

    Aoki posó su frente con delicadeza sobre la foto, mientras las lágrimas volvían a caer por su pálido rostro; quería ver al hombre que la había enamorado, a su esposo, a mi padre. Le echaba mucho de menos.

    —Mamá... —susurré, pero por fortuna no me escuchó; no soportaría mostrarse así frente a nosotros.

    «¿Cómo esta familia se ha convertido en esto?», pensé. Este desmoronamiento era cada vez más doloroso. Esta separación estaba acabando con la familia. Lo sabía, pero todavía no deseaba creerlo; quería que la inocencia me escondiera de todo, que nada de esto era cierto. No lo creí hasta este día.

    El día en el que, a finales de verano, mi madre se desmayó en su habitación.

    —¡¡Mamá!! —Corrí velozmente a su lado y a base de gritos conseguí llamar a mis hermanos; éstos llamaron a la ambulancia mientras que trataba de despertarla.

    La foto que ella portaba entre sus manos. Cogí el marco cuyo cristal se hallaba roto y lo vi: una en la que salía ella y papá juntos, concretamente el día de su boda. Los dos sonreían tanto, como si aquel momento fuera mágico para los dos.

    Entonces mi madre susurró «Kai» antes de que la ambulancia llegara y se la llevaran al hospital.

    __________________________________________

    —¡Mamá! —llamó Kaiko a la vez que se abalanzaba a los brazos de nuestra madre.

    Otro mes ha pasado desde que mamá se desmayó por primera vez. Pronto salió del hospital, cuyo motivo de todo era el cansancio, pero una semana después ocurrió la misma historia. Y otra, y otra más. No fue alrededor de la cuarta cuando los médicos decidieron que lo mejor sería que se quedara hospitalizada durante algún tiempo.

    Su belleza y esplendor estaba desapareciendo, marchitándose al igual que una flor. Una flor que deseamos regar, cuidar y atesorar todo lo que podamos; una rosa azul que tratamos de proteger. A ella y su sonrisa.

    —¿Cómo estáis mis pequeños? Siento no estar con vosotros —se disculpó mi madre, como siempre hacía cada vez que la visitábamos; «perdón» ya era parte de su saludo.

    —No te disculpes, mamá —insistía Akaito, como respuesta a su saludo; aquello ya era habitual.

    Y después de largas horas en el hospital, nuestra madre nos echaba de la habitación, insistiendo que no debíamos de visitarla todos los días, que debíamos de centrarnos en los estudios. Ella realmente se preocupaba más por nosotros que por ella. Pero ella no me engaña; ella se siente sola, yo lo sé. Lo sé mejor que nadie. Porque soy el que escucha sus sollozos al salir de la habitación, ya que siempre soy el último en pasar esa puerta blanca antes de ser cerrada. Y la puerta no se vuelve a abrir hasta el día siguiente.

    Como consecuencia, mi padre ahora está más tiempo en casa, algo que mi madre estuvo deseando; pero no tiene sentido si ella no está. Papá no la ha visitado ni una vez desde su hospitalización.

    —Papá, ¿por qué no vas a visitar a mamá? —Le repetía constantemente cuando quedábamos solos.

    —Lo siento, pero últimamente estoy muy ocupado. Para la próxima, ¿de acuerdo? —Era la misma respuesta todos los días. Y las ojeras en sus ojos cada vez eran más notables. Pero nunca cumplía su promesa. Nunca.

    Entonces, en Noviembre, dije algo que hizo que se enfadara de sobremanera.

    —Papá, ¿acaso odias a mamá? —pregunté durante la hora de cenar. Mis hermanos se congelaron al escuchar aquello y mi padre me miraba con los ojos abiertos, muy sorprendido de la frialdad de mis palabras.

    —¿Qué estás diciendo Kaito? —dijo mi hermana en un intento por calmar el ambiente, sonriendo nerviosamente—. Es imposible que papá...

    —Pero es muy raro, ¿por qué papá no visita a mamá? ¿Por qué la está evitando? ¡Sin duda, eso es muy raro! —No paraba de dar una excusa tras otra, y eventualmente mi rostro se enrojecía a medida que mi enojo crecía. Era raro, muy raro.

    «¿Por qué le haces daño todo el rato?», fue la conclusión a la que llegué con sus evasivas.

    —No puedo ir... —musitó mi padre cabizbajo. Su comportamiento me hacía enojar todavía más, y con brusquedad me levanté de la mesa.

    —¿¡Por qué!? ¿¡Por qué no puedes!? ¡Siempre es el trabajo esto, el trabajo aquello! ¿Acaso no puedes visitarla aunque solo sean cinco minutos? ¿Es que no estás preocupada por...?

    —¡¡Kaito!! —gritó mi padre enfadado, muy enfadado. Al ver cómo su ceño se fruncía no pude evitar morder mi labio inferior y callarme.

    «¿Por qué me estás mirando de manera tan lastimera? ¿Por qué parece que vas a llorar? ¡Contéstame! Si te duele, ¿por qué no vas a verla? ¿Por qué... permaneces callado?»

    Entonces, sin soportarlo más, me encerré en mi habitación hasta el día siguiente. Fue la primera vez que le vi poner esa cara tan vulnerable. Me sentí un poco culpable por ello. Y volví a llorar solo sobre mi almohada, ya harta de mis lágrimas. Ya no podía soportarlo más.

    «Kai-chan», escuché la voz de mi madre pronunciar ese nombre en el interior de mi mente. No lo decía, pero eventualmente empecé a odiar ese nombre. Porque me relaciona con «ese hombre», con «Kai». No quiero saber nada de él ahora.

    «Papá... ¿por qué?»

    ¿Por qué nuestros nombres tenían que ser tan parecidos?

    __________________________________________

    Diciembre, un mes invernal en la que se disfruta en familia. Menos nosotros. Ésta sería nuestra primera Navidad solos; mamá todavía sigue en el hospital y papá se ha ido a Hokkaido de viaje de negocios.

    Por ese motivo estuvimos en casa de los Kagamine durante ese tiempo de ausencia. Ahora Len y yo nos levábamos mucho mejor, ya éramos amigos inseparables. Y... él me ayudaba a soportar esta carga. Siempre estuvo de mi lado.

    Por eso no se negó a acompañarme al hospital el día de Navidad, aun cuando sus padres celebraban una gran fiesta en su casa.

    —¿Seguro que tus padres no les molesta que me tengas que acompañar? —pregunté. No deseaba causarles molestias después de lo mucho que nos han ayudado.

    —¡No te preocupes! —contestó Len con su habitual sonrisa a la vez que llevaba las manos hacia su nuca—. Gakupo ya me respaldará de alguna forma. —No pude evitar reír de la pena que me causaba el chico de violeta.

    Sin nada que nos lo impidiese, Len y yo nos fuimos en dirección al ya conocido hospital. No me agrada demasiado este edificio blanco; no sé que cara debo de tomar cada vez que veo algún paciente cuya condición es seria. Éstos siempre me sonríen por muy mal que lo pasen. Me limito a encoger los hombros, como si tratara de esconderme. Sinceramente, al ver la fortaleza que muestran, me siento algo inferior.

    Andamos por los pasillos hasta llegar a la habitación donde se hallaba mi madre. Le di dos o tres golpes a la puerta antes de escuchar un «Adelante» desde el interior. Al abrir la puerta nos encontramos a Aoki sentada sobre la cama del hospital.

    —Hola, mamá. ¿Cómo te encuentras?

    Ella sonrió, mas su rostro se hallaba algo pálido—. Mucho mejor —dijo—. Me alegra que me halláis venido a visitarme en Navidad, Kai-chan, Len... Gracias... —agradeció— … y lo siento...

    Sus últimas dos palabras sonaron tristes, sin vida, al igual que se han estado mostrando sus ojos desde entonces. Me duele verla así. ¿Cuándo acabará todo esto?

    Los tres hablamos de cosas muy triviales, pero a veces mi madre se comportaba de manera extraña; no paraba de preguntar y hablar sobre papá. «¿Dónde esta Kai?», «Eso me recuerda cuando tu padre...», «Él debe de estar muy ocupado, ¿cierto?», eso y más no paraba de pronunciar desde que se halla encerrada tras estas cuatro paredes.

    No quería albergar más dudas. No deseaba más dolor. Solo anhelaba saber la verdad. Así que tomé mi decisión al fin.

    —Mamá, ¿por qué no salimos fuera? Me gustaría hablar contigo un rato, a solas —propuse.

    Iba a afrontar el problema de una vez. Mi madre, mi padre y yo. Todo esto tenía que acabar.

    Miré a Len y él a mí solo durante unos pequeños instantes, sin embargo fueron suficientes para que captara el mensaje. Por lo que se fue a pasear por los alrededores con una de sus muchas escusas; es un mentiroso de primera.

    Después salimos de la habitación no antes de avisar a las enfermeras. Estaban preocupadas al principio pero al final concordaron que debía tomar algo de aire fresco pese al tiempo que se encontraba encerrada. Entonces, enfrente de la puerta que conducía al jardín, mi madre y yo dimos un paso en el que posteriormente sentimos un inmenso frío bajo éstos; era la blanca nieve tras nuestros pies. No hablábamos, no nos mirábamos, sólo andábamos en silencio sobre la nieve invernal al mismo compás. Y no nos separábamos ya que compartíamos la bufanda azul que ella me tejió; lo hice para que no tuviera frío, por miedo a que su condición empeorara.

    De repente Aoki se detuvo, haciendo que yo hiciera lo mismo.

    —Lo siento —se disculpó repentinamente.

    —¿Por qué te estás disculpando? —pregunté, pero no fue contestada.

    —Kaito —me llamó por mi nombre esta vez, no me dijo «Kai-chan»—, siempre fuiste un niño muy observador; llegabas a percibir cosas que los demás no se percataban de ello. Incluso ahora estoy sorprendida. Y pensar que tu curiosidad te ha conducido hasta este punto... Ya estás irreconocible. Has crecido pese a esta dura situación. Y por eso me siento la madre más feliz del mundo.

    No podía ver su rostro ya que me daba la espalda, pero podía sentir la sinceridad tras sus palabras. Una lágrima comenzó a salir por mi ojo izquierdo.

    —Mamá...

    —Por eso quiero que seas fuerte. De esta forma, por muchas veces que te derrumben, conseguirás levantarte y mirar hacia delante.

    Otra lágrima cayó, esta vez de mi ojo derecho. Y otra. Y otra más. Ya estaba empezando a llorar, alternando el desliz de estas gotas de agua.

    —¿Pero qué dices mamá? ¡Gracias a que siempre estuviste a mi lado soy fuerte! ¡Y Kaiko, y Akaito también! —Ya he vuelto a perder el control sobre mí mismo, ya no podía dejar de sollozar—. ¡Siempre estuviste a nuestro lado, y por eso quiero que este año, el siguiente y el otro estemos todos juntos! ¡¡Queremos estar a tu lado!! Quédate con nosotros para siempre... —dije en casi un suspiro. Ya era incapaz de hablar correctamente.

    —Lo siento... —Se volvió a disculpar— … pero ya no me queda tiempo.

    «¿Ya no... queda tiempo?», repetí para mí mismo. Entonces miré a mi madre con horror.

    —Kaito, procura mirar el libro que tengo debajo de la almohada, ¿de acuerdo? Sé que te interesará. Y, aunque no te des cuenta, estaré siempre de tu lado. Quiero que te des cuenta. Entonces... —Ella se giró, y fue como si su anterior esplendor hubiera vuelto. Tenía lágrimas por todo el rostro... pero tras esa capa se hallaba una sonrisa llena de cariño y ternura bajo otro manto de tristeza. Lucía como en una obra de arte, ojalá pudiera ser plasmada— … hasta luego.

    Y Aoki se desplomó en el suelo, inerte, como una marioneta que le acaban de cortar los hilos. En ese momento no pude evitar soltar un grito de inmensas sensaciones entrecruzadas:

    —¡¡¡MAMÁ!!!

    Esta es... la peor Navidad.

    __________________________________________

    Esperando asustado delante de la sala, no paraba de dar vueltas a mi alrededor. Len trataba de tranquilizarme, pero ya no tenía uso de razón; era incapaz de escuchar nada.

    —Tranquilízate, todo saldrá bien Kaito —decía Len, sentado y observando cómo andaba de un lado para otro alterado.

    —¿¡Cómo va a salir bien!? —Había perdido el control. Tenía miedo, mucho miedo de todo. Por eso, cuando Len agarró mi brazo para detener esta locura, su rostro mostró sorpresa; seguramente por lo mucho que estaba temblando y las lágrimas que se quedaron por mi rostro.

    «Tengo miedo», repetía una y otra vez en mi mente, sin embargo creo que el Kagamine ya lo ha notado desde hace tiempo. Fue entonces cuando sentí un dolor punzante proveniente de mi mejilla; Len me estaba pellizcando.

    La sorpresa fue suficiente como para que dejara de llorar.

    —¡Eso duele! —me quejé a la vez que me acariciaba el rostro.

    —¡Deja de ser un llorón! —gritó al fin—. Si piensas que todo saldrá mal, si no tienes confianza, ¿qué pensará tu madre? ¿Acaso quieres que esté todavía más triste por culpa de un hijo que solo sabe gimotear? —Tenía razón. Tenía tanta razón que solo pude agachar la cabeza, decepcionado de mí mismo. «Al fin y al cabo él habla por experiencia propia». No podía olvidar del todo su historia con la chica misteriosa, cuyo nombre no conozco siquiera—. Por eso tienes que ser fuerte.

    «Por eso quiero que seas fuerte». Fue lo que dijo horas atrás.

    —… Tienes razón —dije un poco más aliviado.

    Inesperadamente recordé otras palabras inquietantes antes de que llegáramos a esto. «Kaito, procura mirar el libro que tengo debajo de la almohada, ¿de acuerdo? Sé que te interesará». ¿A qué quería referirse exactamente con que me «interesará»? Y sin darle muchas explicaciones a Len, salí corriendo hacia su habitación.

    Llegué agitado, pero no fue excusa para que levantara apresurado la almohada. Al levantarla divisé un cuaderno con decoraciones invernales. Cogí el cuaderno de tapa blanda y le eché una ojeada. Parece...

    —... un diario.

    No pude dejar de mirar la letra ordenada y bien cuidada de la propietaria a medida que leía todas y cada unas de las fechas. Eventualmente se me salieron las lágrimas al igual que pudo hacerlo ella mientras escribía. No paraba de hablar de papá, de lo mucho que deseaba que estuviera más tiempo en casa, de la escasez de tiempo que éstos compartían últimamente, del miedo de dar un paso y sus consecuencias, de la soledad de una mujer que espera a su amor pasar la puerta de casa... Papá se ausentaba, no venía a casa, y causó el vacío que estuvo experimentando en silencio. Mamá necesitaba de la calidez de papá, pero nunca lo consiguió, y ahora se está yendo. Se está muriendo.

    Lo único que deseaba ella era compañía de aquel que se casó, nada más.

    También hablaba de mi parecido con ese hombre, y los recuerdos que la azotaban cuando estaba a su lado. Le hacía recordar a papá.

    Pero la última frase de aquel diario dejó una cicatriz en mi corazón:

    «Desearía que estuviésemos todos juntos antes de que el último acto llegue»

    Ya era tarde, porque el último acto ya se estaba realizando.

    __________________________________________

    Mi familia entró en el hospital con mucha prisa, pero cuando éstos llegaron ya fue demasiado tarde. Ella ya se había ido. Guardé el diario recién hallado bajo mi chaqueta y traté de consolar a mi hermana, que estaba destrozada. Akaito y Kai se mantenían en silencio, excepto que el primero sollozaba a la vez que maldecía por lo bajo; mi padre se mantuvo sereno y fue el único que no lloró entre todos los presentes.

    Entonces, tres días después se celebró su funeral.

    El cielo se mostraba gris, ideal a nuestro estado de ánimo. Los adultos conversaban entre si, lamentando —o actuando— la pérdida de nuestra madre. En cambio mis hermanos, Len y yo nos encontrábamos sentados en una esquina, observando la vestimenta oscura que portaban los presentes, al igual que la nuestra. Nos manteníamos todos en silencio, incluida Kaiko, que ya tenía los ojos rojos de tanto llorar.

    Tenía la mirada fija en mi padre, que hablaba y recibía a la gente indiferente, con voz monótona. Varios pensamientos empezaron a cruzar mi mente.

    «¿Por qué no la ha visitado?»

    «¿Por qué no está llorando?»

    «¿Por qué no ha estado a su lado y se ha alejado de nosotros?»

    Todo aquello no tenía perdón.

    Len me miró preocupado al ver cómo me levantaba lentamente y agarraba fuertemente la bandolera que tenía colgada en donde guardaba el diario.

    —¿Kaito...? —Pero no contesté. Mi atención se hallaba fija en otra parte.

    —Qué desafortunado —comentó uno de los presentes, alguien a quien no conocía—. Debe de sentirse afligido por la pérdida de su mujer, ¿no es cierto?

    Lo siguiente que dijo hizo que me hirviera la sangre.

    —Sí, lo lamento mucho.

    Cuando me di cuenta de mis actos, ya me había abalanzado hacia mi padre tras un fuerte puñetazo en su cara y le agarré de la chaqueta, impidiendo que se levantara del suelo. Todo el mundo miraba atónitos la escena.

    —¡¡Kaito!! ¿¡Se puede saber que es...!?

    —Todo esto es por tu culpa... —acusé—. ¡¡¡Si hubieras estado con nosotros ella no se habría sentido sola en ningún momento!!! ¡¡Lo dijo, en su diario viene escrito todo!! ¡¡¡Dijo lo mucho que deseaba que estuvieses más en casa que trabajar día y noche y que no vinieses durante tanto tiempo!!! ¡¡¡SI HUBIERAS ESTADO ALLÍ NADA DE ESTO HABRÍA PASADO!!!

    «No debí de culparle por todo», lo sabía. Acusarle de toda esta tragedia no tenía significado alguno; sin embargo mi corazón buscaba calma, quería desahogarse. No iba a estar en paz hasta que no hallara algo lo cual odiar. Y en ese momento lo encontré. La fuente de estos sentimientos tan desgarradores, de estas lágrimas, de este sufrimiento... Quería liberarme de todo esto...

    Quería deshacerme de estas sensaciones que me devoraban por dentro. Quería escapar.

    __________________________________________

    —Por suerte Len consiguió detenerme a tiempo antes de realizar alguna locura. Desde entonces nuestra relación se ha vuelto de lo más... frágil. Apenas nos hablamos y cuando me dirige la palabra pierdo el control con facilidad; cuando le veo recuerdo el rostro de mi madre...

    —Kaito...

    Miku tenía la mente en blanco, ¿qué decirle en momentos como éste? Esa fragilidad, esa agonía... Todo le recordaba a su pasado; todo le recordaba a «ella». Se veía exactamente igual cuando la vio destrozada, llorando en su habitación. Y no deseaba repetir la misma historia, otra vez no; no quería ver a más gente herida de esa manera. Entonces posó su mano sobre su mejilla, algo húmeda a causa de las lágrimas que antes se hallaban sobre ésta, y le dedicó una sonrisa tranquilizadora. Entretanto el chico de la bufanda tenía una mirada vacía y melancólica, pero a la vez sorprendida.

    —Kaito, todo está bien —convenció la chica—. Respira profundamente y te sentirás mejor.

    Kaito asintió e hizo lo que la chica le sugirió; inspiró y expiró las veces suficientes como para no comenzar a llorar otra vez. Se sentía un poco mejor.

    —¿A que ahora te encuentras mejor?

    —Sí, muchas gracias, Miku.

    El de cabellos azules sonrió, no con el esplendor que le proporcionaba a las cámaras ni con la falsedad que quiso transmitir anteriormente, sino que era una sonrisa para ella sola. Una sonrisa dedicada a ella. Miku no podía sentirse más feliz. Le encanta ver esos rostros de felicidad.

    —Kaito, ¿por qué no te disculpas con tu padre? —sugirió la chica—. Si habláis un rato a solas tal vez...

    —No sé, Miku —interrumpió Kaito, con el mismo temor que mostró mientras lloraba hace unos momentos—. Tengo miedo de que todo esto llegue a empeorar. Solo consigo alejarme de todos, incluso de Len...

    —Pero, ¿por qué te peleaste con él en primer lugar? —preguntó.

    —No quiso contarme qué era lo que le mantenía inquieto. Somos mejores amigos, entonces, ¿por qué no es capaz de confiar en mí y de contármelo? Después de tantos años, ¿por qué me sigue ocultando cosas?

    Miku podía entender a lo que se refería Kaito. Al fin y al cabo, era lo mismo que le pasaba con Rin; no le contaba nada. Al principio pensó si era correcto aconsejarle en este tipo de problemas ya que ni ella misma no ha sido capaz de resolver los suyos propios. No obstante, rebuscando en lo más hondo de su mente, halló una respuesta.

    —A veces nos cuesta contar cosas que querríamos decir, incluso a los mejores amigos. Incluida yo —confesó—. También oculto un par de secretos. —Miku se detuvo unos instantes antes de proseguir para calmar el dolor procedente de su pecho—. Pero si lo miras desde otra perspectiva, si piensas que en realidad desea decírtelo pero le cuesta, ¿eso no te motiva a seguir esperando su respuesta?

    Esas palabras lograron despejar la niebla de su mente, tanto en la de Kaito como en la suya. Sí, debía de esperar. ¿O acaso no son las mejores amigas? Aunque la espera resulte dolorosa, algún día llegará ese día; algún día llegará a la meta.

    Kaito abrió los ojos. Había hallado una respuesta. Entonces comenzó a reírse de sí mismo, de lo estúpido que había sido. ¿A qué venía todo este drama? Sinceramente, había estado dándole demasiadas vueltas al asunto. Y la chica que tenía delante ha conseguido detenerle de esta interminable ruleta. Es increíble.

    Kaito no pudo evitar interesarse más y más sobre esta chica de coletas aguamarinas. Había captado totalmente su atención.

    Se levantó animado de su asiento, con energías renovadas y dispuesto a volver a casa. Iba a tardar en resolver todo este asunto, pero estaba convencido de que pronto se arreglaría. En ese momento recordó la causa de esta conversación.

    —Miku —llamó el chico de la bufanda—, ahora que he cumplido con mi parte del trato, ¿me dirás por qué estabas llorando?

    Entretanto la mencionada no pudo evitar poner una mueca llena de confusión, como si no quisiera hablar de ello. Y era verdad, no se sentía con la voluntad suficiente como para contarlo; no podía ser igual de valiente que él. No tenía el coraje para ello.

    —No hace falta que me lo digas si no quieres —comentó el chico—. Puedo esperar. —La chica rió por la última expresión.

    Sinceramente, ¿la espera puede ser eterna? Por supuesto que no. Tarde o temprano tendrá que pararse ella sola en ese escenario, con la mirada del público fija sobre ella y contar su monólogo, su historia. Mientras tanto, ¿podrá seguir soportando los abucheos del público? Tenía miedo de hacerles esperar tanto.

    Inconclusa y dudosa, antes de que se despidieran, Miku recitó sus miedos en tan solo diez palabras.

    —Es solo que recordé a una vieja amiga, nada más. —Y se despidió con una sonrisa.

    ¿La máscara podrá seguir ocultando todos sus temores?

    __________________________________________

    Rin volvía a su casa tras un largo día con Luka, de vueltas y más vueltas tanto literal como emocionalmente. El día ha acabado con un final feliz para Luka y para Len. Pero, pese a este final feliz, algo perturbaba su conciencia.

    «A Len le gusta alguien...», era el pensamiento que rondaba por su cabeza.

    Era evidente que la relación entre ellos haya cambiado en estos seis largos años, pero su conciencia era incapaz de asimilar esta brecha que había entre ellos. ¿Realmente se han distanciado? ¿O siguen llevándose igual de bien que antes? Aunque su primer encuentro no es que hubiera sido «agradable»; cuando recordó esos lejanos días en los que los sueños ya no existían para ella, pudo conocer una faceta que desconocía por completo de él, esa arrogancia. Él ha cambiado, ella también, el problema es ¿cuánto lo han hecho?

    ¿Se puede recuperar algo después de perderlo? ¿O quedará perdido para siempre? Temía que aquello fuera cierto, ahora que se ha dado cuenta de sus sentimientos.

    —¿Desde cuando el amor es tan complicado? —susurró al aire. Estaba devastada, confundida, pero sobre todo sin saber exactamente qué hacer.

    La verdad, cuando se escuchaba a sí misma decir estas cosas le resultaba irónico. Al fin y al cabo, hace unas semanas lo odiaba a muerte, pero ahora es que se moría por él. Al parecer a Dios le encanta estos juegos, graciosos para él, pero dolorosos para los demás. Supera tanto lo absurdo que no podría dejar de reír. Pero esta vez estaba agradecida; traspasando el dolor, al final del camino le espera algo bueno por una vez. Podrá volver a vivir aquello que perdió hace mucho tiempo. Podrá volver a sonreír junto a Len.

    Pero, ¿podrán ser algo más que amigos? Eso es lo que le preocupa a Rin Utane.

    Minutos después Rin llegó a casa, sin embargo la bienvenida de su hermana hizo que sus pies pisaran tierra; acababan de pasar unas cuantas horas tras aquella confesión sobre su pasado. Rin no sabía qué cara poner ante esa situación.

    —Bienvenida Rin —saludó su hermana Lily, tan alegre como siempre, aunque se podía notar un deje de preocupación en su voz. Aquello no iba a ser fácil.

    —Estoy en casa... —respondió Rin, incómoda por el ambiente que se respiraba en casa.

    Se quitó los zapatos y se iba en dirección a su habitación cuando la voz de Lily la detuvo ya a la mitad de las escaleras.

    —¡Rin! —llamó. Se podía observar cómo luchaba por mantener la conversación en un intento por saber si lo que sentía su hermana hacia ella era un profundo odio o simple confusión—. ¿Se-Seguro que ahora estás bien? —preguntó con cierto temor en su voz.

    Entretanto, la mencionada sonrió pese a su nerviosismo. Pero esa sonrisa no era falsa, y las dos lo sabían perfectamente. Rin la había perdonado.

    —Lily —nombró la hermana menor de las Utane—, en la cena, ¿me puedes contar más cosas sobre mamá y papá? —preguntó—. Todavía hay cosas que no puedo recordar.

    Cuando Lily escuchó aquello, no pudo evitar sonreír de felicidad y las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus ojos. Rin ya no era la de antes; ya no era la que escondía nada ni lloraba a escondidas en su habitación. No. Ella ya había madurado, y eso la llenaba de inmensa felicidad.

    —Por supuesto —contestó su hermana con lágrimas en los ojos.

    Rin no pudo evitar mirar preocupada a su hermana.

    —Lily, por favor no llores; me haces sentir un poco culpable —comentó Rin.

    —¡Pero si son lágrimas de felicidad! —insistió la otra. Rin no sabía qué hacer cuando su hermana se ponía tan sentimental.

    Tras cinco minutos de llantos por parte de Lily, Rin pudo volver a su habitación para luego ducharse e irse a cenar. Aquella había sido la conversación más animada después de mucho tiempo. La manera en la que su hermana sonreía mientras relataba era indescriptible mientras la pequeña Utane se encontraba escuchando atentamente, memorizando cada detalle de aquellos nostálgicos días. No era capaz de recordar todo, pero en su interior brotaba un sentimiento de lejana felicidad, una gran melancolía. Tantas cosas habían sido vividas, pero tan solo pocas han sido recordadas.

    Rin deseaba saber más de ella misma y de su pasado, por lo que en ningún momento llegó a interrumpir a Lily, que recitaba aquellas vivencias como un juglar. Cuando terminaron de cenar Rin regresó a su habitación y volvió a ojear los álbumes que su hermana le dio días atrás. Estaba experimentando tantas cosas, tantas sensaciones, tantos sentimientos que en su cabeza no había sitio para nada; no sabía exactamente qué pensar en ese instante.

    —Parece que recordar no será tan malo como lo pensé, ¿no, mamá, papá?

    Y abrazando aquel álbum de fotos, cayó profundamente dormida.

    Mientras tanto, en casa de los Shion, pronto se azotaría una pequeña tormenta.

    Kaito andaba por los pasillos de su casa cuando, al pasar por la habitación de Kaiko, escuchó que su hermana estaba hablando con alguien. No pudo evitar sentir curiosidad a causa de las risas que se escuchaban desde al otro lado de la puerta, por lo que suavemente posó su oreja en aquel rectángulo de madera.

    —Entonces nos vemos mañana al mediodía enfrente de la estación, ¿de acuerdo?

    —¿¡Un chico!? —musitó Kaito desde el otro lado. Se tapó la boca con fuerza, por miedo a que su hermana le hubiera escuchado, pero nada ocurrió.

    Kaito era el típico hermano protector con complejo de hermana, por lo que cada vez que Kaiko hablaba sobre chicos, era imposible hacerlo sin hacer que se subiera por las paredes. Siempre fue sobre-protector con su hermana, y ésta tampoco iba a ser la excepción, por lo que siguió escuchando.

    —Sí, gracias por ayudarme. Eres de gran ayuda, Len.

    «¿¡Len!?», bramó en su interior. Por fortuna se mordió su labio inferior, o si no le habrían oído gritar por toda la casa de la impresión causada.

    —Bueno, tengo que colgar. Hasta mañana.

    Kaito se hallaba petrificado detrás de la puerta, y antes de que su hermana le pillara espiando delante de su habitación corrió hacia la suya. El pobre apenas pudo conciliar el sueño por culpa de las repetitivas palabras que escuchó de Kaiko. Su hermana y su mejor amigo, ¿acaso eso era posible?

    «¡Tengo que evitarlo como sea», se convenció a sí mismo.

    Pero, ¿qué podría hacer?

    Continuará...


    ¿Qué tal os ha parecido? Aquí vengo con algunas preguntitas, ¿os sonarán?

    1) ¿Qué os ha parecido?

    2) ¿Cuál ha sido vuestra parte preferida? ¿Y cuál es vuestra mayor intriga de este capítulo?

    3) ¿Faltas de ortografía o de persona? ¿Algún comentario, crítica o sugerencia para mejorar?

    Sí, lo preguntaré al final de cada capítulo. Y, a partir del próximo capítulo, comenzaré a contestar a cada comentario que reciba; me siento arrepentida cuando no doy contestación alguna... n.nU
    Bueno, aquí se despide Sora-chan. Aquí os espero.
     
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  18.  
    Kagamine Len

    Kagamine Len El chico sin interés

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    ¡Hola!
    Primeramente déjame darte las gracias por haberme invitado.
    Tenía tiempo queriendo leer la continuación >-< ¡Que bueno es esperar para una continuación así! *-*
    1) ¿Qué os ha parecido?
    ¡Me ha encantado!
    Pobre Kaito, su historia es ta... triste... al menos... va a haber una reconciliación entre los amigos del año :'3 espero e.e
    2) ¿Cuál ha sido vuestra parte preferida? ¿Y cuál es vuestra mayor intriga de este capítulo?
    ¡Mi parte favorita! No sabría decir x'DU ¡Todo el capitulo me gustado! *-*
    Sencillo ._. el paso de Miku...
    3) ¿Faltas de ortografía o de persona? ¿Algún comentario, crítica o sugerencia para mejorar?
    Naaaa no creo :'3 las usuales owo pero no se bien donde estaban xD ewe
    ¡Sigue así! (?) lol
    Bueno ya enserio sigue teniendo esa gran forma de expresar los sentimientos de la historia tal y como y se merece ¡Yo se que puedes!

    ¡No dejaré que la dejes inconclusa! ¿Me oyes? ¡Jamás! ¡Tu eres una gran escritora! ¡Esta historia tiene para mucho y no dejare la que dejes por nada! ¡Siempre tendrás mi apoyo!

    Sin más que decir me despido n.n

    Bye-Bye
     
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